CAPÍTULO 5: Consecuencias. ¡Todos estais en mi contra!

Nota de la autora: para entender completamente este capítulo, aconsejo leer previamente los capítulos 4 y 5 de ¿Quién Dijo Que No Hay Chicos En Sailor Moon?

Cometa ronroneo feliz mientras se estiraba perezosamente sobre el sofá de color canela, dejando tras de si una larga cadena de pelos. Era por la noche y empezaba a desaparecer el calorcito que le había embargado durante todo el día, pero aun asi, quería prolongar unos minutos más aquella maravillosa sensacion. Carlos y los demás habían ido a pasar el día a la playa con las amiguitas esas que se habían buscado y él había podido disfrutar todo el día de un maravilloso y bien merecido descanso.

En realidad no había pasado todo el día durmiendo (aunque casi), sino que se había dedicado a pasear por la casa. Los unicos lugares en los que no había alguna prueba de su paso por ellos, eran el dormitorio y el cuarto de baño, pues contaba con que esas fuesen las unicas habitaciones que Carlos vería esa noche (ya que estaría demasiado cansado para hacer la ronda habitual). Por la mañana, él huiría antes de que Carlos se levantase y buscaría refugio en la casa de alguno de los otros, por lo menos hasta que se le pasara un poco el enfado.

Oyó unos ruidos en la entrada y alzó las orejas. Sí, sin duda era el ascensor.

Raudo y veloz, se levantó del sofá y corrió a su cesta con cojines viejos que Carlos le había preparado en la entrada para que durmiese. Se acurrucó lo más rápido que pudo y fingio dormir profundamente.

La puerta se abrió sólo unos segundos después y entró Carlos, con aspecto cansado.

- Buenas noches...- bostezó Cometa.- ¿Qué tal en la playa?

- Horrible.- gruñó Carlos.- Nos atacó un monstruo gigante.

Cometa parpadeo un par de veces, sorprendido. Eso no lo esperaba.

- ¿Qué pasó?.- le preguntó, vigilando a dónde iba Carlos (porque como se le ocurriese entrar en la cocina, más le valía echar a correr)

- Apareció un monstruo.- siguio gruñendo Carlos.- Nos pilló estando bastante lejos, en un patín de agua con Armando.

- Vaya.- respondió Cometa, siguiendole cuidadosamente para asegurarse de que no veía nada que no debiese.- ¿Y como conseguisteis despistar a Armando?

- Tuve que atizarle.

Cometa parpadeo un par de veces.

- ¿Le atizaste?.- repitió.- ¿Cómo que le atizaste?

- ¿¡Qué querias que hiciera?! ¡Estábamos a muchos metros de la playa, las guerreros necesitaban ayuda y no podíamos despistarle! Volcamos en patín y le dijimos que se había golpeado la cabeza...

- Se trata de ser sutil, ¿sabes? No puedes dedicarte a atizar a la gente.

- En cualquier caso, eso no fue lo más importante.- continuó Carlos, entrando en su habitación para buscar el pijama.- No conseguíamos vencer al bicho ese, de modo que apareció una gata como tu, pero de color negro. A ella se le veía la luna de la frente, no como tú, que la llevas tapada con el flequillo. Les dijo a los guerreros Venus que debían unir sus fuerzas.

Cometa abrió enormemente los ojos. No sabía qué le sorprendía más: si que Luna se hubiese mostrado tan abiertamente o que les hubiese dejado unirse tan pronto.

- Por cierto...

Cometa volvió a prestar atención a Carlos.

-... tu no comentaste nada sobre unir poderes.

Si se hubiese podido ver la piel del animal, se habría podido notar un rápido descenso del tono.

- Bueno, es que esas cosas son algo complicadas y... bueno, ¿qué pasó?

- Nada.- murmuró Carlos, bostezando.- Se unieron, aparecieron vestidos con unos trajes muy molones, vencieron al monstruo y Dani quedó agotado. Luis se ha quedado a pasar la noche con él, por si acaso, aunque suponemos que sólo es cansancio.

- Normal, aun no estais preparados.- asintió Cometa. En realidad, él siempre había tenido ganas de que uniesen los poderes, pero había optado por esperar para que Luna no lo regañara más de la cuenta. Le daba una rabia no haber ido a la playa, ¡le hubiese encantado verlo!

- Bueno, voy a ducharme y directo al sobre.- dijo Carlos, con voz cansada.- Mañana será otro día.

Cometa sintió, mientras se retiraba discretamente, sin dejar de montar guardia en la puerta de la cocina hasta que Carlos estuvo profundamente dormido. Al día siguiente se levantaría muuuuuuy temprano e iria a ver a Dani, con la excusa de ver cómo estaba y esas cosas...

- Vaya, Cometa, ¿qué haces aquí tan temprano?.- se extrañó Luis, mientras el gato se colaba por el espacio que este habia dejado al abrir la puerta.- Por lo cuenta Carlos, tú antes de las dos del mediodía no eres capaz ni de maullar.

- Aunque no os lo creais, soy un guía muy responsable.- le replicó el animal.- Carlos me comentó ayer lo que pasó en la playa y lo de la unión de los guerreros. Quería ver qué tal está Dani.

Luis sonrió y se sintió culpable por pensar mal del animal.

- Todavía está dormido. Ayer estaba tan cansado, que apenas si conseguí que se duchase antes de irse a la cama. Pero estoy seguro que cuando se levante, ya estará perfectamente.

- Bien.- asintió Cometa, mientras se subía de un salto al sofá.- ¿Y tú? ¿Hiciste lo que te dije?

Luis asintió.
- Sí, seguí portandome igual de soso que siempre.- replicó, con cierto deje sarcástico.- Exactamente lo que me dijiste, paraque nadie note nada fuera de lo normal. Pero no sé a santo de qué tengo que hacer eso. La gente cambia y no siempre la gente lo asocia a la recuperación del alma, ¿sabes?

- No hagas chistes, no te pega.- se burló Cometa.- Toda precaución es poca y no podemos confiar en nadie, aunque ese alguien sea un amigo de toda la vida. Finje ser igual de pavisoso que siempre y nos ahorraremos problemas.

- Buenos días.

Dani entró por la habitación, con cara de sueño, restregandose un ojo adormecido y arrastrando la almohada. Llevaba solo el pantalón del pijama, de color verde claro.

- ¿Cómo estas?.- se apresuró a preguntar Luis, olvidando al gato.- ¿Te encuentras mejor? ¿quieres que te prepare el desayuno?

- Mejor. Me encuentro bien. Si, me encantaria unas tortitas con nata y chocolate y un zumo de naranja natural recién exprimido, si no te importa.

- Suena bien.- admitió Cometa.- Yo quiero lo mismo.

Una gota de sudor apareció en la frente de Luis. Estuvo a punto de contestarles, pero al final optó por no montar jaleo, por si acaso Dani no estaba tan bien como decía. Ademas, le vendría bien practicar la pasividad y tenerla más o menos controlada para cuando realmente fuese necesario.

Se estaba atando el delantal cuando alguien empezó a aporrear la puerta. Cuando la abrió, apenas tuvo tiempo de reaccionar. Ni siquiera vio quien era, aunque por suerte, los gritos, maldiciones y amenazas le permitieron reconocer a Carlos.

- Buenos días.- saludó Luis, aunque en realidad, Carlos ya estaba dentro de la casa, buscando a Cometa. Pronto, empezaron a oirse aun más gritos y maldiciones, acompañados de cristales rotos, teclas de piano pisoteadas, papeles rasgados y cortinas destrozadas.- Qué cruz.

Se disponía a cerrar la puerta cuando el sonido de una moto lo alertó.

- ¡Buenas!.- saludó Alex, mientras se quitaba el casco y le ponía la cadena a la moto.- Vengo a ver al enfermo.

Cuando entraron, encontraron a Dani tratando de impedir que Carlos ahogase a Cometa en el inodoro.

- ¡Carlos, que me lo atascara con los pelos, no lo hagas!.- suplicaba Dani.- ¡Este mes ya me voy a gastar una fortuna en arreglar todo lo que me ha roto y estropeado!

- ¡Yo pagare el fontanero: merecerá la pena!.- gruñó Carlos.

Alex se rió por lo bajo, mientras Luis suspiraba con resignación.

Finalmente, y de alguna manera que en realidad nunca llegaron a comprender, Carlos le perdonó la vida a Cometa.

- ¿También has venido a ver cómo me encontraba?.- le preguntó Dani, con estrellitas de emoción en los ojos y la boca llena de tortitas con nata y chocolate.

- No deberías comer tanto.- señaló Luis.- Te sentará mal.

- En realidad, había venido a matar a Cometa.- le contestó Carlos a Dani, mientras daba un sorbo de su café.- Pero me alegro de ver que estas mejor.

Los ojos de Dani se llenaron de lágrimas y una enorme gota de sudor apareció en la frente de Carlos.

- Venga, venga, era una broma.- se apresuró a continuar Carlos.- He venido para ver como estabas, a matar a Cometa y para deciros que me ha llamado Iván, el chico que os comenté de las motos, y vendrá esta noche para hablar con nosotros.

- ¿El que trabajaba de manager?.- preguntó Luis.- Carlos, aun no hemos decidido sin daremos conciertos o no...

- ¡Luis, porfa, di que si, di que si!.- suplicó Dani, de nuevo con ojitos brillantes!

- Pero, es que...

- ¡Porfaporfaporfaporfaporfa!

- ... está bien.- suspiró.- ¿Tu que opinas, Alex?

- Bueno, creo que también habrá que decirselo a Patricia y a Armando: ellos son los cantantes del grupo.

- ¡Pensadlo bien: ir a una sala llena de gente, tocar y todo el mundo cantando a coro con nosotros, aplaudiendonos, encendiendo mecheros para marcar el ritmo, mientras corean nuestras voces!.- se emocionó Dani.- ¡Seremos como los Three Lights!

- Pero con mucha más clase.- se apresuró a señalar Carlos.- Ya sé que para ti esos tres son poco menos que dioses pero...

- ¡NO SON MENOS QUE DIOSES, SON DIOSES!.- gritó Dani.- ¡Son criaturas maravillosas, parece que no sean de nuestro planeta! ¡Tan perfectos, esas voces tan maravillosas, esas canciones tan llenas de sentimientos...!

- Serán todo lo que tu quieras, pero parecían mariquitas.

Luis suspiró mientras comenzaba una terrible discusión cerca de los Three Lights y Alex y Cometa añadían comentarios aislado a uno u otro bando para mantener el interés y se reían a mandibula batiente.

En ese momento sonó el timbre de la puerta.

- Iré a a abrir yo.- se ofreció Carlos.- Dani, ve a vestirte. No deberias recibir visitas llevando sólo el pijama.

Dani asintió, aunque estaba bastante pálido.

- ¿Estás bien?.- le preguntó Luis, preocupado.

- Demasiadas tortitas, creo.- murmuró Dani, cuya cara empezaba a ser verde.- Ahora... ahora vuelvo...

Salió rápidamente hacia el cuarto de baño, mientras Alex y Cometa se reían a carcajadas.

- No sois nada buenos, ¿sabeis?.- les regañó Luis.- Os habeis dedicado a meter caña entre Carlos y Dani y ahora encima os reis de que Dani se encuentre mal.

- Venga, no es para tanto.- replicó Alex.- En cuanto se le pase la sobrecarga estomacal volverá a estar bien y los enfados de Dani nunca duran mucho, ni siquiera los relacionados con los Three Lights. En cuanto a Carlos, no se lo estaba tomando en serio. Y ademas, se lo merece: tiene un libro mío que me tiene que devolver.

Cometa se quedó paralizado y una gotita de sudor apareció en su frente.

- ¿Qué libro?.- se interesó Luis.

- Uno de arquitectura.- explicó Alex.- Es carísimo, cuesta cerca de 300 euros. Es una edición limitada, casi imposible de conseguir. (nota de la autora: no tengo ganas de hacer el cambio a dolares o a yens. Entre 280 y 290 dolares, me parece)

La gota de Cometa aumentó de tamaño.

- Vaya, debe ser fantastico si gastaste tanto dinero en él.

- Ya lo creo, es una obra de arte.- afirmó Alex.- Por cierto, ¿por qué quería matar Carlos a Cometa?

Cometa empezó una discreta marcha en dirección opuesta a Alex.

- Creo que le ha destrozado la casa.- explicó Luis.- Le ha arrancado todas las crotinas, vaciado la nevera, roto los vasos, destrozado todos los... los...

Luis palideció también y miró alarmado a Cometa, que esbozó una sonrisa nerviosa.

- ¿Los?.- preguntó Alex... hasta que de pronto se temió lo peor. ¿Los?.- volvió a decir, en tono amenazantes.

- Los.- asintió Luis, casi tapandose detrás del delantal.

La cara de Alex pasó por todos los colores: primer blanco, luego verde y finalmente rojo.

- ¡MALDITO GATO!.- grito al fin, mientras se levantaba de un salto, pasaba por encima de la mesa y salía corriendo tras el animal, que también salió disparado.- ¡VEN AQUÍ AHORA MISMO! ¡CUANDO TE COJA TE VAS A ENTERAR!

Justo en ese momento lo agarró del rabo, pero Cometa le lleno la cara de arañazos y le dejó la camisa hecha jirones en cuestion de milisegundos. En cuanto se liberó, salió de la cocina y entró en cuarto de estar, tirando todo lo que encontraba en su camino.

- Tú...- dijo Alex, con peligrosa calma.- ... vas a morir.

El gato siguió corriendo, pasando por entre unas finas piernas. Alex se dispuso a seguir su frenética persecución cuando alzo la mirada y vio a Patricia.

- ¡Oh!.- dijo, parándose en seco. Claro, las piernas debían de ser de alguien, no había caido en el detalle- Esto... hola, ¿cómo estáis? ¿Hace mucho que estáis aquí?

- El suficiente para ver tu apasionada persecución.- respondió Ray.

- Vaya.- dijo Alex.- En ese caso, creo que he quedado muy mal.

Cometa lo pagaría muy, MUY caro.


- Adios, y gracias por la visita.- se despidió Dani, todavía babeando. Cuando cerró la puerta, los corazones que hasta entonces habían luchado por permanecer ocultos, llenaron la habitación.- ¿No creeis que es maravillosa, mi dulce angel del amor, mi diosa celestial, mi...

- Si, la protagonista de todas tus fantasias.- interrumpió Carlos.- Tio, si tanto te gusta, díselo y en paz.

Dani enrojeció violentamente.

- Nononononononononono.- murmuró.- Si me rechazase, no podría soportarlo.

Una gota de sudor apareció en la cabeza de los presentes.

- Realmente, no creo que eso ocurra.- señaló Carlos, pero Dani no dio muestras de haberle oido.

- ¿Puedo entrar ya?

En una ventana, apenas asomando el hocico, estaba Cometa.

Alex gruñó un poco, pero finalmente le dejó pasar.

- Ya pensaré el modo de que me compenses.- gruñó.

- Venga, no te pongas así.- lloriqueó el animal, restregandose contra sus piernas.- Estoy seguro de que Carlos estará dispuesto a pagar su importe.

- ¿Qué yo qué?

- Bueno, es lógico, ¿no?.- continuó Cometa.- Después de todo, si tú le hubieses devuelto a Alex su libro en su momento, no se habria roto.

- No se ha roto, TU lo has roto.

- Pero po...- pero Cometa se detuvo en el acto, alzando las orejas y erizando el pelo del lomo.- ¡Es el enemigo! ¡Está cerca de aquí!

No hizo falta repetirlo.

En cuestión de segundos, llegaron al lugar de la lucha. Las sailors ya estaban allí, junto al señor del Antifaz. Flotando en el aire había un hombre que les miraba amenazante.

- No me digas.- le oyeron decir.- Debo daros las gracias: ya estáis el grupo casi al completo. Así perderé menos el tiempo.

- No te angusties: ya hemos llegado.- intervino Guerrero Sol.

Alex cerró la puerta de un portazo, olvidando que los demás iban detrás. Dani, suspirando, sacó la llave y abrio, temeroso.

Dentro, Alex se dejó caer violentamente en uno de los sillones, para volver a levantarse en menos de un segundo y ponerse a dar vueltas por la habitación.

- Alex...- intentó tranquilizarle Luis. Cometa, detrás de Carlos, trataba de estar lo más lejos posible, no fuese a pagar él todos los platos rotos.

-¿¡Que narices está pasando?!.- gritó Alex.- ¡Todo son normas, prohibiciones absurdas y órdenes sin sentido! ¡Dicen que luchamos por el amor y todas esas cosas, pero a nosotros no nos dejan acercarnos a la chica que nos gusta!

- Creí que la chica que te gustaba era Patricia.- señaló Carlos.

Patricia... era cierto...

De nuevo se dejó caer en el sillón, abatido. ¿Cuál era la que le gustaba? No podía sentir algo tan intenso por las dos, era imposible. Pero cada vez que veía a uno, parecía olvidar a la otra, su corazón enloquecía y su mente se nublaba y no podía dejar de pensar en acariciar su piel y besar sus labios.

Le agarró la cabeza con las manos, tratando de mantener la calma. Estaba tan confundido...

En ese momento, sonó el timbre de la puerta.

- ¿Quién puede ser a estar horas?.- se extrañó Dani, mientras iba a la entrada.

Alex continuó mirando al suelo fijamente. Estaba en un agujero sin salida.

- Carlos, es tu amigo Iván.

Algo cambió en el aire. Pudo notarlo casi al instante. Levantó la mirada para ver al recién llegado. Era muy alto y de cabellos azules, con penetrantes ojos violetas. Vestía una camiseta negra y unos vaqueros viejos. Un pendiente brillaba en su oreja.
No era el único que había notado que algo había ocurrido. Luis y Carlos también parecían estar alerta.

Cometa fue el primero en moverse. De un salto, se subio encima de la televisión, para poder mirar un poco más de cerca al recién llegado.

- Muauuu.- ronroneo, con satisfacción.