CAPÍTULO 6: Conociendo a Iván. ¡Guerrero Mercurio en acción!
Nota de la autora: para comprender perfectamente este capítulo, re-comiendo leer los capítulos 6 y 7 de ¿Quién Dijo Que No Hay Chicos En Sailor Moon?
Estaba en una gran sala de color
blanco. La música sonaba con una delicada melodía que parecía ser interpretada por
ángeles. Pero él no prestaba atención. Buscaba a alguien. Pero había demasiada gente y
no... espera... al fondo... allí está ella...
- ¡¡¡¡RINNNNGGGG!!!!
Alex pegó un bote en la cama,
sobresaltado. Miró a su alrededor, sin terminar de comprender dónde había ido a parar
la música y toda esa gente...
- Oh, vaya...- murmuró, sentándose y
apartándose el pelo revuelto de la cara.- Era otra vez ese sueño...
Se sentía muy frustrado cuando se
levantaba, porque era incapaz de conseguir recordar a la chica del baile. Sólo sabía que
era hermosa y que él se moría por bailar con ella, igual que le pasaba con...
Una idea pasó por su cabeza y esbozó una sonrisa.
Olvidándose del sueño, se apresuró a levantarse para ir al ensayo, mientras continuaba canturreando la melodía de su sueño.
- Bueno, por hoy hemos acabado.- dijo
Luis dejando la guitarra en el suelo.
Mientras los demás empezaban a
recoger el equipo, Alex se acercó a Patricia.
- Felicidades.- la felicitó.- Hoy has
estado estupenda.
- Gracias.- respondió ella,
sonrojándose ligeramente.
- ¿Iras a la fiesta?- le preguntó
Alex, sonriendo.
- ¿Qué fiesta?- preguntó ella
intrigada.
- La que da Luis en su casa-
respondió el joven.
- ¿De que fiesta ¡Humf!- la mano de
Alex cerró la boca de Luis an-tes de que este pudiese terminar la frase y estropear su
minucioso plan. Estaba seguro de que Patricia no se negaría y una fiesta (y más en la
ca-sa de Luis) sería un lugar perfecto donde podrían conocerse mejor.
Los demás miembros del grupo miraban
la escena divertidos e intri-gados. No había querido avisar a ninguno de ellos, para
evitar que alguno metiese la pata o se opusiera.
- No sabía que Luis hubiese
organizado una fiesta.- dijo Patricia.
- No, ni él tampoco.- murmuró Dani.
Alex le lanzó una mirada asesi-na que por suerte Patricia no vio.
- Así es Luis: le gusta improvisar.-
explicó Alex.- Entonces, ¿te vendrás?
- Pero... ¿cuándo es?
Vaya, en eso no había caído.
Lógicamente, debía ser algún día a al-guna hora... pero... debía de ser un día que
ella no tuviese planes... a ver... ella entraba todos los días a clase a las 9 y salía a
la 1, los jueves y viernes tenía prácticas, los lunes era el día de la compra y los
miércoles, el de lavar la ropa...
- ¿El... martes a las ocho?.-
aventuró.
- No tengo nada, de modo que de
acuerdo. Pero ¿puedo invitar a mis amigas?
Al parecer, se había dejado muchas
cosas sin planear. No le impor-taban las demás, pero Vicki...
- Sí, claro: cuantos más seamos mejor.- intervino Luis, aprovechan-do un descuido de Alex para destaparse la boca.
- ¿¡Por qué le dijiste que podía
venir Vicki?!
- ¿Y por qué le dijiste que yo daba
una fiesta?.- indicó Luis.- Creo que no hay mucha diferencia.
- La diferencia es que yo quiero
conquistar a una bella jovencita y tu quieres hacer experimentos de hibridación con
cetáceos terrestres.- señaló Alex, gruñendo.
Durante un breve instante, la cara de
Luis se puso seria y sus ojos mostraron una mezcla de tristeza y enfado, pero guardó
silencio.
- En cualquier caso, dado que es en mi
casa, vendrá quien yo quie-ra.- afirmó finalmente.- Y si Vicki quiere venir, adelante.
- No le hagas caso y ya está.-
coincidió Carlos.- ¿Os importa si se lo digo a Iván? Ya está buscándonos un contrato
y me gustaría agradecérselo de algún modo... además, no se por qué, Cometa no hace
más que pre-guntar por él.
- Normal: es una víctima sin torturar
todavía.- gruñó Alex, mirando ceñudo a Luis, que le devolvió la mirada sin dudar.
- Chicos, ¿creéis que Carola preferirá corbata o pajarita?.- pre-guntó Dani, con los ojos llenos de estrellas.
Alex echó un vistazo al salón. La
verdad es que había quedado real-mente espectacular, pero sin resultar demasiado formal o
extravagante. Habían decidido ir todos un poco más temprano para ayudar a Luis con los
preparativos (bueno, a él y a los cuatro sirvientes de la casa). El resultado ha merecido
la pena.
Sonó el timbre de la puerta. Alex
miró el reloj: aun era pronto pa-ra que llegasen las chicas.
- Será Carlos.- le avisó Luis desde
el otro extremo del salón.- Fue a buscar a Iván hace un rato. ¿Puedes abrir?
- Desde ahora, serás el encargado de
la puerta.- añadió Dani, todo cubierto de cintas de colores.
Con una mueca, Alex se dirigió al
vídeo portero. Efectivamente, eran Carlos e Iván.
- Perdonad el retraso.- se disculpó
Carlos mientras se quitaba la cazadora.- Había un... eh... atasco impresionante en la
carretera.
- No te preocup...- en ese momento, un
gato color ceniza desagrada-blemente conocido por Alex salió de detrás de Carlos,
maullando lastimeramente.- es... esto... Carlos...
- Lo siento.- se disculpó Carlos en
voz baja, lanzando miradas de preocupación hacia Iván.- No he conseguido quitarme de
encima a este gato repugnante. Tuve que pasar por casa antes de ir a por Iván y se
empeñó en venir. Por eso me he retrasado. ¿Crees que podremos encerrarlo en la cocina?
- No creo que sea buena idea.-
aventuró Alex.- Cometa... en una ha-bitación llena de comida...
El gato parecía ignorarles
soberanamente, mientras se restregaba contra las piernas de Iván, que le miraba como si
no fuese con él la cosa.
- Carlos, tu gato me está llenando de
pelos.- indicó.
- Pégale una patada si quieres.-
respondió Carlos con aire ausente. Un rápido codazo por parte de Alex le hizo
reaccionar.- Estoo... perdona, era una broma, ahora me lo llevo.
Casi con asco, Carlos levantó a
Cometa y se dirigió con él al jardín, murmurando en voz baja.
Alex miró a Iván de reojo,
suponiendo que este miraría a Carlos como si estuviese loco, pero en realidad, parecía
observar con ¿interés? El cuadro de la entrada.
- Esto.. ¡hola!.- le saludó Alex.-
Nos conocimos la otra noche, ¿verdad?
- Sí.- respondió Iván.
- Ah... bien... esto... vamos al
salón, ¿vale?
Iván se quitó la chupa de cuero y la
colgó de la percha de la entra-da, antes de seguir a Alex al sofá.
- Nos ha dicho Carlos que ya estas
buscando un sitio donde podamos actuar.
- Sí.- asintió Iván.- Puede que en
un par de días ya tengáis una ac-tuación, aunque aun no me han confirmado nada.
- Estupendo.- murmuró Alex,
satisfecho. Esperó a que Iván continuara, pero este guardó silencio..- Y... bueno,
háblanos algo de ti, ¿cuales son tus aficiones?.
- Las motos.- afirmó tranquilamente
Iván.
- Si, bueno, ya me lo había
imaginado, pero, ¿qué más?
- Los libros.
- Eres un hombre de pocas palabras,
¿verdad?
- Sí.
En ese momento, sonó nuevamente el
timbre de la puerta, justo cuan-do entraba Carlos en el salón, lleno de pelos y
arañazos.
- Deben ser las chicas.- murmuró
este.- Yo no puedo abrir, tengo que arreglar un poco este desastre gatuno.
- ¿Qué has hecho con él?
- Lo dejé en la parte trasera del
jardín con una de las bandejas de canapés.
- ¿¡Qué?!.- exclamó Luis,
horrorizado.
- ¡Bueno, ¿qué querías que
hiciera?!.- se defendió Carlos.- ¡No po-día dejarlo aquí y sabes que sin comida, no se
hubiese quedado allí demasiado tiempo!
- ¡Podrías haberle dado alguno de
los restos de la nevera!
- ¡Y no intente pero dijo que no
estaba dispuesto a...!.- se calló de repente, lanzado una mirada a Iván, que se la
sostuvo como si hubiese dicho lo más normal del mundo.- Quiero decir, que el
"cocinero" dijo que no estaba dispuesto a dejar que un gato de tanto nivel se
alimentase de restos. Y ya sabes como es el "cocinero".
Luis suspiró. Dani, todavía lleno de
cintas de colores, entró medio saltando.
- No os preocupéis, era uno que se
había equivocado.- les aclaró.- Pero me pareció que llegaba el coche de Tim. ¿Alguno
podría echarme una mano?
En ese momento, sonó la puerta.
- Yo abriré.- se apresuró a decir
Alex, acercándose a sus amigos.- Carlos, anda, trata de quitarle esas cosas a Dani y
luego arréglate tu. Luis, ocúpate del "hombre de hielo".
Luis miró asustado a Iván, pero al
parecer este no había oído el comentario de Alex.
Se acercó al vídeo portero. Hacia
poco que lo habían instalado, de modo que Tim y Vicki aun no sabían que estaba. Lo
activó: efectivamente, eran Tim, Vicki y Patricia.
- Bueno.- murmuró malignamente.- Tendré que aguantarla, así que prefiero divertirme un poco...
- No ha estado mal la fiesta.-
bostezó Alex.- Aunque Vicki me es-tropease un momento ideal. Pero la verdad es que estaba
de tan buen humor, que casi ni me importó.
- Será mejor que me vaya.- dijo
Iván, quitando las ultimas cintas de colores.- Mañana tengo que pasarme por el local a
ver si os quieren contratar.
- ¿Quieres que te acompañe?.- se
ofreció Carlos.- Puedo llegar un poco tarde al ensayo.
- Tú mismo.
- Si no os importa, yo también quiero
ir.- murmuró Luis.
- Claro.- asintió Iván, mientras se
despedía con un gesto y se mar-chaba con Carlos.
Alex les vio alejarse. Se sentía muy
cansado y solo de pensar que al día siguiente tenía que madrugar le daban escalofríos.
Pero había es-tado tan cómodo con Patricia.
- Los canapés estaban algo rancios...
Bajó la mirada y vio a Cometa
lamiéndose las patas. Luis arqueo una ceja.
- ¿Rancios?.- preguntó.
- Sí.- afirmó Cometa.- Probablemente
vosotros, con vuestro basto paladar, no lo hayáis notado, pero yo...
- ¿Sabes que Carlos ya se va?.- le
interrumpió Dani.
- Cierto.- asintió Alex.- Si no te
das prisa, se irá sin ti y ten-drás que dormir en la calle o irte a patita a casa.
- No seriáis capaces...- murmuró
horrorizado.
- Prueba.- sonrió Alex.
Cometa les fue mirando uno a uno...
hasta que salió corriendo hacia la puerta, maullando con fuerza.
- Si, definitivamente una noche perfecta.- murmuró Alex.
- ¡Buenos días!.- exclamó, cuando
entró en el local. Su voz retumbó por las paredes y Dani levantó la cabeza de unas
hojas de papel.- Vaya, qué solitario esta esto...
- Carlos llegará tarde y los demás
deben de estar al caer.- indicó Dani. Necesito tu opinión. Tengo aquí la melodía que
nos faltaba, a ver tú que opinas.
Alex asintió mientras se quitaba la
cazadora
Dani carraspeó, mientras empezaba a
tocar algunas notas en el teclado.
Mi ángel de cabellos rubios
mi dulce canción de amor
eres pura, eres bella
eres la reina de mi corazón
Sin ti me siento morir
Sin ti no puedo amar
Eres mi vida, eres mi amor
Eres todo mi corazón
Oh Venus, mi Venus
Tan dulce, tan bella
Oh Venus, oh Venus
Tan perfecta
Tus ojos son como el cielo, por eso te
amo
Tus cabellos como el oro, por eso te amo
Tus labios como pétalos, por eso te amo
Tu piel nieve brillante, por eso te amo
Tu...
- err....- interrumpió Alex.- Dani...
- ¿Si?
- ¿No te parece demasiado... ehmm...
empalagosa?
Dani le miró terriblemente ofendido. En ese momento, la puerta se abrió y entraron las chicas. Alex sonrió ligeramente cuando vio a Patricia.
- Ritmo, ritmo, marcha, cha, cha,
cha...- canturreaba Dani, mien-tras colocaba las cosas.
- ¿Seguro que no le dirás nada a tu
tía?.- gruñó el dueño del local, con nerviosismo.
- Tu cumple tu parte y yo la mía.- se
limitó a responder Iván.
- ¿Dónde está Patricia?.- murmuró
Luis, nervioso.- Empezamos dentro de diez minutos.
- Luis, esto es un bar, nadie se dará
cuenta de si empezamos a las diez o a las diez y cuarto.- señaló Carlos.
- En cualquier caso, allí viene ella
y su séquito.- intervino Alex.
- Dejarla un rato, chicas.- oyeron
decir a Vicki, con voz tranquila.- La estáis poniendo histérica. Y esta noche debe ser
la estrella.
- ¡Hombre, La Foca!.- la saludó Alex.
Iván dio una vuelta, asegurándose de
que todo estaba en su lugar y de que la gente estaba a la distancia suficiente del
escenario, para evitar altercados.
Oyó algo detrás de él y se giró.
Algo se movió debajo de las corti-nas. Con gesto rápido, las apartó a un lado... y
apareció un gato. El gato de Carlos, para ser exactos.
Iván se quedó mirando al gato, que
le sostuvo la mirada mientras maullaba.
Lo agarró de la piel del cuello y lo
levantó (nota de la autora: No, Iván no está maltratando a Cometa. A los gatos no les
duele si los coges así -si los coges bien, se entiende, no vale cualquier parte de la
piel-)
- Carlos tiene un rollo muy extraño con su gato.- murmuró tranquilamente, mientras se dirigía al almacén.
- Bueno, creo que ya estamos todos.-
asintió Dani, mirándose al espejo, satisfecho.- Solo falta que Patricia termine de
cambiarse y...
De pronto, oyeron un griterío fuera y
un terrible estrépito que hi-zo temblar el suelo
- ¡¿Qué está pasando?!.- exclamó
Luis, corriendo hacia la puerta.- ¡Está atascada!
Fuera, los gritos eran cada vez más
intensos.
- ¡Debe ser el enemigo!.- maldijo
Dani.
- ¡Empuja!.- gritó Alex, mientras
empezaba a dar patadas. No hubo manera.
Echó un vistazo alrededor.
- Mirad esa ventana...- murmuró,
señalando la parte de arriba de uno de los inodoros.- Creo que podemos salir por ahí.
Con esfuerzo, fueron pasando por la ventana y corrieron hacia la entrada del local. La
gente salía a toda velocidad, empujándose y pisándose unos a otros, presas del pánico.
- Patricia...- murmuró Alex. Se
asomó al interior. Las sailors estaban ya allí. Una horrible criatura gritaba y las
obligaba a taparse los oídos. No había ni rastro de sus amigos.
- Debemos hacer algo...- murmuró.- Transformémonos.
- Bien, escuchad.- indicó Guerrero
Sol.- Entraremos por sorpresa, como la otra vez. Pero lo primero es conseguir que se
recuperen las sailors. No debe pasarles nada malo, ¿entendéis?
- ¿Y eso como lo haremos?.- preguntó
Guerrero Urano.
- Guerrero Venus.- indicó Guerrero
Sol.- Utilizarás tu escudo para envolverlas. Nadie entra, ni nadie sale, ¿comprendido?
Ellas son más importantes que nosotros. Bajo ningún concepto retires tu escudo,
¿cappici?
- Cappici.- asintió Guerrero Venus.
- Pues manos a la obra.
Iván, desde un rincón, todavía
sujetando a Cometa, observaba la escena: unos guerreros habían aparecido para ayudar a la
sailors, pero ahora eran ellos los que estaba recibiendo una paliza.
- ¿Bueno, no vas a hacer nada?
El joven miró al gato, que le sostuvo
la mirada. Echó un vistazo alrededor. No había nadie.
- Te estoy hablando yo.- indicó una
pata peluda que le hizo girar la cabeza.
Iván miró al gato.
- Oh.- murmuró.- Hablas.
Cometa le miró, incrédulo.
- ¿Y?.- preguntó.
- ¿Y... qué?.
- ¿¡Eso es todo lo que vas a
decir?!.- se ofendió el animal.- ¿¡Ves a un gato que habla y solo dices "oh,
hablas"!?
- ¿Qué más quieres que diga?
- Pues... no sé... muéstrate un poco
incrédulo, que no entiendes lo que pasa, que debes estar sufriendo alucinaciones...
- ¿Te sirve que te diga que mi
opinión sobre Carlos ha mejorado?
- No demasiado...- suspiró Cometa.-
Pero en fin... el caso es que eres un guerrero legendario como esos panolis de ahí y
necesitan que les ayudes.- Cometa dio una voltereta en el aire y de la nada apareció un
cristal.- Ten, transfórmate con esto. Solo tienes que decir "Planeta Mercurio, dame
el poder"
Iván cogió el cristal, alzó el
brazo y dijo su frase. Al instante se transformo, mientras Cometa asentía, satisfecho.
- Muy bien, tus po... ¡eh, espera!
Guerrero Mercurio ya se había ido a
ayudar a sus compañeros. Cometa suspiró. Le gustaba que la gente se le quedase mirando
alucinado cuando demostraba que sabia hablar y que no se fiasen demasiado del cristal...
- ¡Rayos!.- exclamó de pronto.- ¡Olvidé decirle la coreografía!
Salieron fuera del local, todavía
jadeantes y exhaustos.
- Bueno, al final no fue tan mal la
cosa.- murmuró Guerrero Neptuno.
- Deshagamos la transformación y
volvamos a meternos en el baño.- indicó Guerrero Urano.
- ¿Y no sería mejor al revés?.-
preguntó Guerrero Venus, agitando las manos, llenas de heridas por la tensión.- Es
decir: igual nos resulta más fácil entrar siendo guerreros.
- No.- interrumpió Guerrero Sol.-
Tenemos que saber quién es en realidad nuestro nuevo compañero.
Todos miraron a Guerrero Mercurio, que
les sostuvo la mirada sin especial interés.
- Adelante.- les indicó Cometa,
saliendo del callejón.
Se miraron unos a otros y finalmente,
deshicieron la transforma-ción.
- ¡¡¡Iván!!!.- exclamaron los
cuatro.
- Vaya, sois vosotros.- respondió
Iván con tono neutro.- Qué sorpresa.
- ¡Por eso Cometa tenía tanto
interés en estar cuando venía él!.- comprendió Carlos.
- Dejaos ya de chachara, ya hablaremos sobre el tema después.- mur-muró Luis, mirando con desconfianza los alrededores.
Dentro de poco las chicas intentaran
sacarnos del baño y debemos estar dentro, ¿recordáis?
- Volveré dentro.- asintió Iván.
El primero en entrar fue Dani, seguido
de Carlos
- Aun no puedo creer que seas tu
quien... ¡rayos!
Dentro se oyó un grito.
- ¡¿Qué pasa?!.- se alarmó Luis.
Carlos se asomó un poco al interior.
- Vaya... esto... lo siento, Dani.-
los demás lo miraban expectan-tes.- Veréis... es que, al ir a entrar, le he dado una
patadita a la cisterna del retrete y... bueno, se ha rajado y... Dani estaba debajo...
creo que no está muy contento...
