CAPÍTULO 7:La tragedia del cd. Un dia muy largo.

Nota de la autora: para comprender bien este capítulo, aconsejo leer antes los capítulos 8 y 9 de ¿Quién Dijo Que No Hay Chicos En Sailor Moon?

En la sala reinaba un incómodo silencio. Nadie decía nada, se limitaban a mirarse de reojo, unos a otros

- Ehmm...- intervino Dani.- ¿Os apetece tomar algo?

Habían decidido utilizar la casa de Dani para realizar la reu-nión, ya que esta era lo suficientemente grande como para albergarlos a ellos y sus más que previsibles peleas com Cometa.

- Si, creo que es una idea fantástica.- asintió Cometa.- Y de paso, pon algo de música: esto está un poco apagado, ya sabes.

Si el animal notó las miradas asesins que le echaron, no dio muestra de ello.

Mientras Dani se apresuraba a ir a la cocina, Alex se encaró con Cometa.

- Muy bien, vayamos al grano.- le soltó.- ¿Tú sabías desde el principio que Iván era Guerrero Mercurio.

- Hombre, tanto como saber, saber...

- ¿Lo sabias o no?

- Bueno, se podría decir que sí...

- ¿Y por qué no nos lo dijiste desde el principio?.- gruñó Car-los.- En vez de estar callado y dando vueltas a su alrededor como un vulgar gato callejero y que Iván pensara que yo tenía un rollo raro contigo.

- Bueno, asi era más diver...

De pronto, un grito aterrador hizo temblar las paredes. Era un grito de angustia, de terror, del dolor más inmenso que una persona podría sufrir.

- ¡Dani!.- se asustó Luis, levantandose de un salto para ir a la cocina, mientras sus compañeros se apresuraban a seguirle.

En la cocina, de rodillas en el suelo, estaba Dani. Lloraba y se balanceaba, abrazando algo con fuerza.

- No, no...- murmuraba.

- ¿¡Dani, qué te pasa?!.- preguntó Luis, arrodillandose en el suelo.- ¿Qué ha ocurrido?

Dani abrió los ojos y lo miró con inmenso dolor.

- Está... está...- murmuró.

- ¿Qué?.- le animó Luis.- ¿Está qué?

Temblando, Dani separó sus manos y las extendió, para que Luis las viera. En ellas había algo... parecía... no, de hecho era... era un cd.

- Está... está roto...- sollozó Dani.- ¡Mi disco original de los Three Lights está roto!

Rompió a llorar desconsoladamente, abrazandose a Luis, que trató de consolarle.

- Ehmm... es que es un auténtico fanático de los Three Lights.- le aclaró Carlos a Ivan, aunque este no parecía estar muy impresionado con la escena.

- Sí, ya lo había imaginado.- respondió este.

- ¿Cómo ha podido ocurrir?.- continuó llorando Dani.- Siempre lo tuve muy bien cuidado, siempre en el rincón más bello de la casa, a salvo del sol, la humedad y el polvo. Lo escuchaba todos los días, aunque ultimamente no habia tenido tiempo... desde el dia que...

De pronto dejó de llorar.

- ¿Desde que día?.- preguntó Luis, amablemente.

Dani se separó de él y se levamtó lentamente, caminando hacia Cometa.

- Desde el día que volvimos de la playa.- dijo, en voz peligro-samente calmada.- Ya sabeis: ese día que Cometa me destrozó la casa.

De algun modo que nadie percibió (o más bien, admitió), de re-pente, no habia ningun ser vivo a menos de dos metros de Cometa.

- Cometa...- murmuró Dani, caminando hacia el animal.- Por ca-sualidad... tu ese día no romperías algun que otro cd y luego esconde-rías el cadaver para disimular, ¿verdad?

Un sudor frio apareció por el cuerpo de Cometa.

- Bueno...- susurró el gato, de un modo apenas audible.- Ese día rompí muchas cosas... no puedo estar seguro de cuales eran exactamen-te.

- Es fácil: un cd en una bolsa de plástico, en una caja de plás-tico transparente, en una vitrina de cristales transparentes, con un par de velitas y flores alrededor.

- Pues... pues sí, es posible que la rompiese sin...

Entre Alex, Carlos y Luis a duras penas sí eran capaces de con-tener a Dani, mientras este agarraba un cuchillo de carnicero.

- ¡¡Lo mataré!!.- gritaba.- ¡Soltadme de una vez, sabeis que vo-sotros también lo deseais!

Carlos y Alex se miraron.

- Pues la verdad es que sí.- asintió Carlos.

- Cierto.- admitió Alex.

Ambos soltaron a la vez.

- ¡¡¡Pero no me dejeis a mi solo!!!.- suplicó Luis.- ¡Todavía necesitamos a Cometa, tenemos un enemigo que vencer!

Carlos y Alex volvieron a mirarse y suspiraron. Eso era verdad.

- ¡Deja que me transforme!.- aulló Dani.- ¡Le lanzaré uno de esos ataques que tanto le gustan y lo convertiré en jamón de gato cor-tado en lonchas finas!

- ¿Tanto drama por un cd?.- murmuró Iván.

- ¡No era un simple cd! ¡Era un cd de los Three Lights samas!

- Pues grábate uno.

- ¡No quiero uno grabado, quiero uno original!

- Pues ve a una tienda de discos y comprate uno.

- Ya no los venden...- lloró Dani, cayendo de nuevo al suelo.

- Pues en ese caso, ve a una tienda de segunda mano.

Dani dejó de llorar y meditó la idea.

- ¿Tu crees que tendrán?.- dijo, finalmente, con ojos esperanzados.

- No lo se, pero por mirar, aparte del tiempo, no pierdes nada.

- ¿Me acompañas?.- suplicó Dani.

- Si te empeñas... ¿alguien más quiere venir?

Luis negó la cabeza, no sin cierta pesadumbre.

- No puedo.- suspiró.- Le prometí a Carlos que hoy lo acompaña-ría al taller de motos.

Iván se volvió hacia Alex, pero este se apresuró a negar con las manos.

- De eso nada. Ya tuve que aguantar a Dani la primera vez que se compró un cd de esos tres y no quiero repetir experiencia.

- En ese caso, nos vamos.- se despidió Iván.- Ten cuidado con Cometa.

- Cometa se cuida solo.- indicó Alex.

- No he dicho que lo cuides, sino que tengas cuidado con él.

Se despidieron unos de otros. Apenas había caminado unos pocos metros, cuando Alex se giró para ver si quedaba alguien cerca. Con pa-sos rápidos, se dirigió a una cabina de teléfonos cercanas y marcó un número de memoria.

- "¿Sí, quién es?"

- ¿Patricia?.- dijo Alex, algo nervioso, aunque tratando de di-simular.- Hola, soy Alex.

- "¡Hola, ¿qué tal estas?!"

- Pues muy bien.- respondió Alex, notando cómo le palpitaba el corazón a toda velocidad.- Oye, te llamaba porque... bueno, hoy no tengo nada que hacer y he

pensado que igual te apetecería quedar para dar una vuelta.

- "Oh... pues me encantaría, pero he quedado dentro de un rato con Bunny, Armando y Carola"

Algo se deshinchó dentro de Alex.

- Oh...- logró decir.- Bueno, no te preocupes, sólo era una su-gerencia...

- "Pero...".- se apresuró a decir Patricia.- "si no te importa acompañar a Bunny de compras, puedes venir. Seguro que a los demás les encantará."

- ¿En serio?.- la cara de Alex volvio a iluminarse.- No quisiera molestar.

- "No, en serio, ven si quieres."

- Bueno... ¿dónde y a que hora?

- Carlos, no puedo creer que necesites media hora solo para comprar un tubo de escape.- suspiró Luis.

- Oye, estas cosas son muy delicadas, ¿Sabes?.- gruñó el aludido.- ¿Sabes que me pueden multar si mi moto hace mucho ruido? ¡Mi eco-nomía no es como la tuya!

- Mi economia y la de mi padre no van juntas, ¿lo sab...?

- ¡Hola!

Los dos jóvenes levantaron la mirada, sorprendidos. Vicki y Tim se acercaban a ellos, sonrientes.

- ¡Hola!.- respondió Carlos, con una gran sonrisa. Com Tim allí, sería mucho más fácil encontrar un tubo de escape en condiciones.

- ¡Hola!.- saludó Alex. Los demás ya habían llegado y le estaban esperando.- Lamento el retraso.

- No te preocupes.- le restó importancia Patricia.- Me alegro de que venga con nosotros.

- ¿Seguro que no os importa? No quisiera...

- Creeme: es genial que vengas.- le interrumpio Armando.- Es te-rrible ir con ellas de compras solo.

- ¡Eh!.- protestó Bunny.

Alex sonrió, mirando de reojo a Patricia. Por muy malo que fuese, merecería la pena.

- Nada en la sección de "pop", ni en la de "grandes éxitos", ni en "grandes grupos de la historia".- suspiró Dani.

- ¿Y por qué no preguntas al encargado directamente?.- preguntó Iván.- Tradarás menos.

- Aun me queda esa caja de "miscelaneos" por mirar.- explicó.- ¿Puedes ir a preguntar, por favor?

Iván asintió ligeramente, mientras Dani se metia de cabeza en la caja, sin demasiado éxito.

- Rayos, maldito Cometa...- gruñó. Alzó la vista. Estaba al lado de la sección de libros. Igual se habia perdido por ahí y...

A lo lejos, vio a Amy y a Ray.

- Bueno, ¿y qué hacen dos chicas tan guapas como vosotras tan solitas por aaquí.- le preguntó Luis a Vicki, esbozando una sonrisa algo seductora.

Vicki le miró sorprendida y sonrió. Luis, aunque encantado, se regañó a si mismo. Se suponía que no debía dejarse llevar tanto, debía seguir portandose como antes y él jamás se habria atrevido a tirarle los trastos de esa manera a Vicki.

- Oye, ¿qué tal si vamos a mi casa?.- les interrumpió Carlos.- Quiero cambiar el tubo y en mi garaje estaremos más comodos. Vosotros podeis subir y tomaros algo si quereis.

- Suena bien.- aceptó Vicki, sonriendo.

- Desde luego, hay que ver cómo se ponen estos chicos por tonte-rias...- gruñó Cometa, caminando perezosamente. Al haberse marchado todos de esas maneras, él no había tenido más remedio que regresar a casa de Carlos andando. Y no estaba precisamente al lado.- Yo no lo hice con mala intencion. Es decir, si lo pone todo de esa manera es uan tentacion y e normal que yo, un gato sano y robusto no pueda con...

De repente, el suelo tembló bajo sus pies. Y no una, sino tres veces. Alamardo, miró hacia la ciudad: detectaba al enemigo en tres puntos distintos.

- Oh, no...- murmuró, mientras echaba a correr.

Carlos y Luis corrían junto a Vicki y Tim todo lo rápido que po-dían. No sabían cómo dejarlas a salvo para poder transformase sin re-velar sus identidades. Carlos vio una puerta y tuvo una idea.

- ¡Corre, entra aquí!.- le gritó a Tim, abriendo la pesada puer-ta de metal.

En ese momento, Tim tropezó, empujando a Carlos dentro y hacien-do que Luis tambien cayera dentro... y tras ellos se cerró la puerta.

- ¡Oh, no!.- juró Carlos.- ¡Se suponía que iban a ser ellas las que iban a quedarse en la habitación!

- ¡Tim! ¡Vicki!.- las llamó Luis.

- No podemos ayudarlas desde aquí.- replicó Carlos.- Mira, allí hay otra salida: transformemonos y vamos detener a esa cosa antes de que les haga daño.

El monstruo estaba demasiado cerca, pero no podía transformarse delante de ellos. Y no podía dejar sola a Patricia.

- ¡Rápido, separaos!.- exclamó Raquel.

Alex agarró con decisión la mano de Patricia y echó a correr en dirección contraria. No podía dejarla sola.

- ¡Date prisa!.- gritó Guerrero Urano.

- ¡Mira!.- respondió su compañero.- Son Sailor Urano y Neptuno.

- Qué apropiado.- murmuró Guerrero Urano.

- ¡Oh, no!.- oyeron decir a Sailor Neptuno, mientras se ponía en pie.- No creo que nosotras solas podamos vencerle...

- En ese caso, necesitareis que alguien os ayude.- indicó Guerrero Neptuno.

Bajaron de un salto y se pusieron a su lado.

- Tened cuidado.- les advirtió Sailor Urano .- Este bicho se regenera.

- Veremos.- se limitó a contestar Guerrero Neptuno.

Dani e Iván salieron disparados por la ventana, aterrizando en un toldo que afortunadamente estaba a poca distancia del suelo.

- ¡Ouch¿- se quejó Dani, al rebotar contra el toldo y caer sobre el capó de un coche.- ¿Estás bien, Iván?

- Sí.- se limitó a responder este.- Transformémonos.

Dani asintió, mientras sacaba su cristal y comenzaba su coreo-grafia. Iván se quedó mirando.

- ¿Qué haces?.- le preguntó cuando terminó.

- Transformarme.- respondió Dani.- ¿Y tú a que esperas?

Iván le sostuvo la mirada un par de segundos, luego sacó el cristal, alzó el brazo, dio su grito y se transformó. Dani le miró en sliencio.

- Entonces ¿no hace falta coreografia?.- dijo finalmente, con tono apenado.

Cometa trataba de llegar lo más rápido que podía, pero sus patas no daban para más. Por todas partes oía sirenas de bomberos, policías y ambulancias. Oyó por una radio que estaban atacando unos grandes al-macenes, una tienda de música y un bloque de viviendas.

- Por favor, que puedan detenerlos...- murmuró.

En ese momento, vio una explosión y sintio una gran energía: unos guerreros se habían unido.

- ¡Patricia!.- gritó Alex, desesperado.- ¡Patricia, ¿dónde es-tas?!

Oyó algo y guardó silencio. Sonaba debil, desde el otro lado de las piedras.

- ¿Alex?¿Dónde estás?

- ¡Detrás de las piedras, al otro lado!- la llamó, aliviado de oirla y saber que parecía estar bien.- ¡No te muevas, voy a buscar ayuda!

Agarró con fuerza el llavero con el cristal, mientras se dirigía a la puerta y se transformaba.

Se produjo una segunda explosión y, a varias manzanas de distancia, una luz iluminó el edificio.

Cometa no podía sentirse satisfecho. Sabia que Sailor Moon habia eliminado a uno de los enemigos y que más guerreros se habían unido, pero aun quedaban enemigos que vencer... y la union era temporal: des-pués quedarían a merced del enemigo.

Estaba agotado, llevaba mucho rato corriendo a toda velocidad y ni siquiera un gato podía mantener ese ritmo indefinidamente.

- ¿Todo esto... para nada?.- se lamentó, casi andando por el agotamiento.

De pronto vio una nueva luz. No era la luz de Sailor Moon, sino una luz que hacia mucho, mucho tiempo que no veia. En pocos segundos, se desvanecio. Notó que la energía de las uniones de los guerreros se desvanecian, pero esa luz volvía a emerger a varias manzanas de dis-tancia, permaneciendo pocos segundos en cada ocasión.

Esa luz. El la conocía.

- Guerrero Plutón.- murmuró Cometa, dejandose caer al suelo.

- Carlos, estoy demasiado cansado.- murmuró Luis.

- Yo también, pero hay que salir de aquí.- señaló Carlos.- No podemos decirles que estamos agotados por haber unido nuestras fuerzas a las de las sailors, ¿recuerdas? Mi casa está dos pisos más abajo, si quieres puedes quedarte a dormir.

- ¡A la de tres!.- oyeron decir a Tim. No sin un gran esfuerzo, ellos empujaron desde dentro y finalmente la puerta cedió, haciendoles caer al suelo.

- Jo, no pareces estar cansado.- murmuró Dani a Ivan, admirado, después de despedirse de las chicas.- Yo cuando me uní a Sailor Venus estuve hecho una piltrafa casi un dia entero.

- Cuando llegue a casa, lo primero que haga será dormir mucho.- replicó Iván, sin mostrar especial interes.

Alex se tiró en la cama, mirando al techo. ¿De donde habria salido aquel guerrero? Debía preguntarle a Cometa sin falta...

- ¡Mama, mamá, mira, un gato!

- ¡Hijo, no te acerques! ¿No ves que esta muerto?

- Pues yo creo que está roncando...