CAPÍTULO 8: Confusiones y peleas. El amor es tan complicado...
Nota de la autora: para comprender
bien este capítulo, recomiendo leer antes el capítulo 10 de ¿Quién Dijo Que No Hay
Chicos En sailor Moon?
Gracias a Sakura por sus comentario, observaciones y mails de felicitación :)
- Entonces vamos a ver si lo he
entendido.- murmuró Luis, masajeándose las sienes con las manos, recostado en el
sillón.- Ese guerrero es uno de los nuestros, pero va a su rollo.
Cometa asintió.
- ... puede hacer aparecer un túnel
para ir de un lugar a otro en cualquier dimensión.- continu
Cometa asintió de nuevo.
- Vale, ¿y por qué no apareció
antes?
El día anterior había sido demasiado
largo y agotador como para reunirse a comentarlo, de modo que habían decidido posponerlo
hasta la tarde siguiente. Dado que Dani había prohibido terminantemente a Cometa entrar
en su casa, no les había quedado más remedio que hacerlo en casa de Carlos.
Alex debía reconocer que tenía sus
ventajas: si bien Dani no era un mal anfitrión, Carlos era todo educación y delicadeza:
bebidas, comida... todo tipo de comodidades siempre y cuando nadie olvidase usar los
posavasos y las servilletas. Y eso sin contar que la casa de Carlos estaba mucho más
cerca.
- Vete tu a saber.- respondió Cometa
a Luis.- Guerrero Plutón es bastante independiente y hace lo que le da la gana. Ya os
dije que uno de vosotros iba a su rollo.
- Un chico listo, sin duda.- murmuró
Carlos, por lo bajo, sirviéndoles unas bebidas, con unas aspirinas a Luis. Este procuraba
contener su carácter siempre que podía, y eso conllevaba unas terribles jaquecas.
- ¿Pero ese Guerrero Plutón no
necesita un guía?- preguntó Dani.
- No.- explicó el gato.- Como os he
dicho, siempre ha sido muy independiente y de alguna manera ha conservado sus recuerdos
del Milenio de Plata. Tal vez en ese momento no estuviese en la dimensión que le
correspondía, o en el túnel no tuvo efecto, o quizás recuperó la memoria de alguna
manera, no lo sé. El caso es que no es alguien a quien tengamos que buscar: él solito
vendrá. Supongo que se habrá dedicado a esperar a que surgiera la ocasión de aparecer.
Ni antes ni después del momento justo. En según qué cosas, es un perfeccionista y un
numerero: siempre le gustó hacerse un poco el héroe y el interesante.
- Mira, ya tenéis algo en común.- se
burló Carlos.
- Pues al menos podría haberse
presentado.- gruñó Alex.
- Oh, ya lo hará... cuando decida
quedarse.- le restó importancia Cometa.- Pero por lo demás, la batalla no fue mal, ¿no?
Incluso llegasteis a uniros a las sailors. Teniendo en cuenta el tiempo que lleváis en
esto de la lucha, no esta nada, nada mal. Las sailors tardaron muchísimo más tiempo en
hacer la mitad de lo que habéis hecho vosotros.
- Ellas disponían de más tiempo.-
indicó Luis.- Te aseguro que a mi no me hubiese importado ir poco a poco como ellas.
Cuando las cosas van a este ritmo, no queda más remedio que ir a toda velocidad o morir
en el intento.
- Deduzco que la unión con las
sailors no acabó de convencerte...
- Dicho así suena muy poco
decente...- murmuró Carlos.- Pero si, nos unimos y la cosa no fue mal... hasta que
discutimos con ellas.
- ¿Y eso?
- Pretendían sacrificar vidas
inocentes.- recordó Luis.- No parecía importarles que algunas personas pudiesen morir si
llegábamos a matar al monstruo.
- Bueno, eso es cuestión de
prioridades.- señaló Cometa.
- ¿Cómo que prioridades?
- Sacrificar unos pocos para salvar a
muchos.- intervino Iván, sin especial interés.- Como cuando se sacrifica un peón
jugando al ajedrez.
- Pero no hablamos de las piezas de un
juego, sino de personas.
- Lo mismo, pero con organismos vivos.
- ¿Eso quiere decir que te parece
bien?
- No he dicho eso.
- Entonces estas de acuerdo con
nosotros.
- Tampoco he dicho eso.
- Oye, podrías mojarte un poco por
una vez, ¿no?- refunfuñó Carlos.
- ¿Y a los demás cómo os fue?- les
interrumpió Cometa. Estaba quedando bastante bien, haciendo el papel de guía serio y
responsable y no quería que una tonta discusión le estropease el momento.
- Bien, supongo.- respondió Alex.-
Aunque no pude hacer mucho... de hecho, apenas pude ver a Sailor Júpiter.
Cometa enarcó una ceja, mientras los
demás se miraban unos a otros.
- Tu misión no es ver a Sailor
Júpiter.- señaló el gato.- Sino luchar contra el enemigo. Ya te dije que no puedes
acercarte a ella.
- Ya lo sé, pero me molesta que no me
digas el por qué no puedo, ¿entiendes? De hecho, estoy planteándome la posibilidad de
torturarte como no me lo cuentes pronto.
- No digas bobadas, te destrozaría la
cara a arañazos y entonces seguro que ella no te haría caso.- le restó importancia el
gato.- Además, no creo que sea para tanto. Hay muchas otras chicas en el mundo, ¿por
qué esa en especial?
- Se nota que eres un gato carente de
sentimiento.- murmuró Dani, enfurruñado.- No puedes comprender un sentimiento tan sutil
y delicado, pero al mismo tiempo, fuerte e intenso como es el amor verdadero.
- Oye, ricitos.- replicó Cometa.- El
que tenga apariencia de gato no quiere decir que sea un gato.
Los muchachos se quedaron mirando a
Cometa en silencio.
- Ah, si, claro, perdona, en qué
estaríamos pensando.- replicó Carlos.- ¿Cómo no caímos en la cuenta de que podías
ser cualquier otra cosa con apariencia de gato? Después de todo, los gatos no hablan...
- Mi apariencia real es humana.- les
indicó Cometa.- Soy alto, guapo, de cabellos plateados y un cuerpo digno de ser esculpido
en mármol.
- Si, para hacer baldosas.- murmuró
Dani.
Cometa le lanzó una mirada asesina,
pero el pelirrojo hizo caso omiso de ello.
- Como decía, tengo apariencia
humana, pero en la Tierra mantengo mi otra forma, la de gato, para facilitarme los
movimientos.- continuó.- Los gatos de las Sailors también tienen forma humana, aunque
aparezcan como gatos. Aunque tengo entendido que en la Tierra no podemos adoptar nuestra
verdadero aspecto. En realidad no importa: las gatas son más fáciles de convencer que
las humanas.
- Eres un asqueroso.- se horrorizó
Luis.- ¿Cómo puedes hacer...... con gatas?
- Bueno, tengo apariencia humana, pero
ser un gato también es mi naturaleza. En mi planeta es... era... así. Ambas cosas están
bien. Pero no hablábamos de mí, sino de las razones por las que nuestro querido amigo
Alex está tan embobado con una chica, cuando las hay a patadas por ahí.
- Es que es tan... tan perfecta...-
suspiró Alex, sin poderlo evitar.- Tan fuerte, tan valiente... en cuanto sepa quien es,
pienso casarme con ella.
Los chicos se miraron en silencio,
unos a otros, mientras Cometa ponía los ojos en blanco y sacudía la cabeza con
frustración.
- ¿Y que pasa con Patricia?- indicó
finalmente Luis en voz baja.
Alex alzó la vista, sorprendido.
- Es cierto... Patricia...- murmuró.
Se llevó las manos a la cabeza.- Es que... estoy hecho un lío.
- Me parece que ya hemos hablado de
todo lo referente a la batalla, ¿no?- señaló Cometa, mientras se bajaba de un salto de
la mesa y se dirigía a la cocina.- En ese caso, voy a comer algo, si no os importa.
- Eh, aléjate de mi nevera.- le
amenazó Carlos.- ¡Tienes tu comida para gatos en el comedero!
- Si tanto te gusta, cómetela tu, yo
prefiero un poco de esa merluza fresca que compraste ayer.
- ¡Aléjate de mi merluza!
Los dos corrieron a la cocina, sin
dejar de gritarse.
- Será mejor que vaya a poner un poco
de paz.- murmuró Luis.- Y a buscar un par de aspirinas: mi cabeza me mata.
Dani miró a Alex, que continuaba con
la cabeza entre las manos, con gesto abatido.
- ¿Estás bien?- le preguntó
finalmente.
- Si...- respondió Alex, en voz
baja.- Es solo que... estoy hecho un lío... cuando veo a una, me olvido totalmente de la
otra, pero cuando me planteo cual me gusta más, soy incapaz de decidirme. Ambas son
perfectas... esos ojos verdes, largos cabellos castaños, fuertes, pero a la vez
delicadas... incluso llevan los mismos pendientes en forma de rosa.
Iván enarcó levemente una ceja.
- Te comprendo.- suspiró Dani.- A mi
me pasa algo parecido con Carola y Sailor Venus. Mi amor incondicional es para Carola,
pero no puedo evitar admirar la belleza de Sailor Venus... esos cabellos rubios, ojos
azules, lazo rojo... incluso sus piernas son exactamente iguales. Dos bellezas perfectas.
Iván enarcó la ceja un poco más.
- Supongo que Luis también estará en
una situación parecida.- continuó Dani.- Le gusta Vicki desde hace años, pero sabe que
su alma gemela es Sailor Neptuno y parece bastante contento con ello. Supongo que en su
caso es más fácil: sabe que con Vicki no tiene nada que hacer y es genial tener
garantizado el de una chica.
- Tu tienes garantizado el
de una chica.- le señaló Alex.
- Sí, claro, porque lo digas tú...-
suspiró Dani.- Pero, ¿quién soy yo para tratar de aspirar al amor de tan dulce ángel?
¿Yo, que ni siquiera soy capaz de tener ojos sólo para ella y admiro la belleza de la
sailor? No soy digno de un ser tan maravillosamente perfecto.
- Visto así... yo tampoco soy digno
de Patricia o de Sailor Júpiter, puesto que no puedo decidir a cual de las dos amo más.
Soy despreciable por no poder decidirme.- suspiró.- El amor es tan complicado.
Iván se levantó y cogió su
cazadora.
- ¿Te vas?- se extrañó Dani.
- Sí, no aguanto más tonterías.-
respondió tranquilamente.- Deberíais oíros a vosotros mismos: las respuestas a vuestros
miedos las tenéis delante de las narices.
Dani y Alex se miraron sin comprender.
Justo cuando Iván abría la puerta, vieron salir a Cometa disparado, con una merluza en
la boca. Con un dominio y habilidad sorprendentes, utilizó la cola para cerrar la puerta
tras de si, mientras, de la cocina, llegaba corriendo Carlos, con un cazo en la mano.
- ¡Devuélveme mi merluza, maldito
gato asqueroso de los infiernos!- aulló. Iván se hizo a un lado, justo a tiempo para
evitar que Carlos lo atropellara cuando abría la puerta y salía corriendo escaleras
abajo.
- Dudo mucho que lo atrape.-murmuró
Luis, saliendo de la cocina.
- En ese caso, espero que Carlos tenga alguna otra cosa en la nevera.- indicó Dani.- Porque yo tengo hambre...
Cometa se relamió las patas
tranquilamente. Había tardado más de lo habitual en quitarse a Carlos de encima y había
tenido que correr muchas manzanas hasta estar completamente seguro de que no le
sorprendería a mitad de cena.
Él adoraba el pescado fresco. Más si
se trataba de merluza o salmón. Peor lo mejor de todo era el poder robarlo, la sensación
de estar haciendo algo malo y de estar seguro de que te van a pillar, pero cuando sea
tarde y se hubiese salido con la suya.
Echó una ojeada alrededor.
- Vaya, sí que he ido lejos...-
murmuró.
Si la memoria no le fallaba, estaba
cerca de la casa donde vivía Luna.
La verdad es que le apetecía hablar
con ella. Lo ocurrido el día anterior lo había dejado algo preocupado y también
nostálgico. Aunque les hacia rabiar todo lo que podía y se dedicaba a hacerles la
puñeta, lo cierto es que apreciaba a sus chicos, le gustaba hablar con ellos y le
preocupaba lo que pudiese pasarles en esa guerra.
De hecho, lo que más le preocupaba
era que estaban avanzando demasiado deprisa sin tener todavía la experiencia necesaria.
Lo ocurrido con los Guerreros Urano y Neptuno era una prueba de ello: lograban unirse,
pero sus diferentes puntos de vista en la batalla podía darle la vuelta a la tortilla y
ponerles en un grave aprieto.
Suspiró, desalentado. Después de lo
ocurrido en el Milenio de Plata, quería hacer las cosas bien, pero... en el Milenio de
Plata apenas había tenido contacto con los guerreros (después de todo, ellos eran
guerreros de elite, formaban parte de la aristocracia, mientras que Cometa sólo era un
espía), y por eso entonces hacia las cosas sin importarle demasiado lo que ocurriese
después... pero ahora...
Vio la casa donde vivía Luna. Estaba asomada a una de las ventanas, con la mirada perdida en el cielo. Estaba tan guapa... sonrió levemente. Tal vez si jugaba bien sus cartas, podría conseguir ambas cosas: algo de consuelo... y un pequeño escarceo...
Cometa cojeaba de vuelta a su casa.
Bueno, al menos había conseguido el consuelo que necesitaba, aunque no el escarceo.
¡Pero desde luego Luna no tenía necesidad de pegarle tan fuerte! Un simple pisotón en
el rabo habría sido suficiente, pero no, ella tenía que lanzarlo por los aires...
Se detuvo. Había algo en el parque.
Sigiloso, se ocultó entre los arbustos. Una silueta femenina estaba allí, aunque no lograba verla bien, al estar semioculta entre los árboles. Musitó unas palabras y una luz brilló en sus manos.
La esfera luminosa se elevó unos
centímetros y se dividió en cientos de fragmentos, que volaron en todas direcciones
hacia los arbustos.
- ¡Es el enemigo!.-
pensó Cometa.- ¡Tengo que avisar a los chicos!
Pero... estaba demasiado lejos... y
tampoco estaba cerca de la casa de Luna... ¿qué podía hacer?
Vio una cabina de teléfonos y echó a
correr hacia ella.
Con cuidado, descolgó el auricular,
agradeciendo que fuesen las tres de la mañana y nadie que no estuviese como una cuba
fuese a ver a un gato llamando por teléfono.
- Quisiera hacer una llamada a cobro
revertido.- le dijo Cometa a la telefonista.- Al 555-98-12-49. Dígale que llama...errr...
Cometa Guiasupremo. Si, eso he dicho. No, no es broma, ¿quiere darse prisa?
Espero durante unos segundos, hasta
que oyó de nuevo la voz de al señorita.
- ¿¡Qué?! ¿¡Cómo que la ha
rechazado?!
Cometa, furioso, colgó el teléfono.
- Ahora tendré que ponerme a buscar
monedas por el suelo...- refunfuñó, mirando debajo de cada arbusto.
Tuvo suerte: algún niño despistado había dejado rodar una preciosa moneda bajo el banco y el barrendero del barrio no se había esforzado demasiado ese día.
Carlos oyó de nuevo el teléfono y,
medio dormido, descolgó.
- Señorita, le he dicho que no acepto
ninguna llamada de...
- ¡¡Calla y escucha, pedazo de
idiota!!- oyó que alguien le insultaba.- ¡¡Estoy en el parque del Pingüino!! ¡¡El
enemigo está aquí!! ¡¡Saca tu culo de la cama y llama a los demás, que no me quedan
monedas!!
Carlos se levantó de un bote al oír
la palabra . Antes de poder decir nada, oyó el pitido una llamada
cortada.
- ... ¿de dónde ha sacado dinero para llamar?
- ¿Y no ha dicho nada más?-
preguntó Luis, montado en la moto con Carlos (nota de la autora: bueno, vale que pueden
ir saltando y todo eso, pero si están lejos, están lejos, ¿no? De algún modo tendrán
que desplazarse, digo yo)
- No, solo que el enemigo estaba en el
parque del pingüino.- respondió el aludido, deteniendo la moto a una calle de distancia
del parque.
- Tengo sueño.- protestó Dani,
mientras se bajaba de la moto de Alex.- ¿Es que el enemigo no duerme nunca? Deberían
tener un horario establecido: Ser malos de 9:00 a 14:00 y de 17:30 a 20:30
- Claro, y los fines de semana,
vacaciones.- replicó Alex. Ahí viene Iván.
El recién llegado aparcó la moto
junto a la de sus amigos y se quitó el casco.
En es momento, apareció también
Cometa.
- ¡Daos prisa!- les dijo.- ¡Las
sailors acaban de llegar! Están tratando de localizar al enemigo.
- ¿No saben dónde esta?
- No ha habido todavía localización
visual.
- Wow, qué técnico...- murmuró
Dani.
- Será mejor que nos transformemos.-
suspiró Luis.
Los demás asintieron. Carlos, Luis y
Alex sacaron sus llaveros, los abrieron, dieron tres vueltas sobre ellos mismo, echaron
una pierna para arriba, la cabeza a un lado, tres saltitos de puntillas a la izquierda,
dos a la derecha y al final pusieron la mano en la cadera, sacaron pecho y con su voz más
varonil dijeron la frase mágica.
Cometa asentía con una gran sonrisa,
mientras Iván se les quedó mirando tranquilamente y Dani carraspeo levemente, bajando la
mirada.
Los otros tres se quedaron en la pose
final y miraron a sus compañeros.
- ¿Qué pasa?- preguntó Guerrero
Sol.- ¿No os transformáis?
Iván, sin mediar palabra, sacó su
llavero, lo alzó, dijo la frase y se transformó.
Le miraron en silencio.
Lentamente, y todavía con los
llaveros en alto, las miradas se fueron posando sobre Cometa.
- Ejem...- murmuró el animal.-
Esto... reconoced que queda mejor como os dije yo...
- Antes de matarlo, recuerda que hay
un enemigo que vencer.- indicó Guerrero Mercurio, mientras Dani se transformaba.
- Cierto.- asintió Guerrero Sol.-
Luego tendremos una larga charla. Y contigo también, Guerrero Venus.
- ¿Conmigo?- se sorprendió el
aludido.- ¿Por qué? ¿Qué he eco?
- Lo sabias y no nos lo dijiste.- le
acusó Guerrero Neptuno.
- ¡Me enteré ayer!- se defendió el
guerrero pelirrojo.
- Habernos avisado hoy.- insistió
Guerrero Urano.- Pero ahora no es el momento, lo discutiremos luego.
Guerrero Venus refunfuñó un poco.
- Tampoco estaba tan mal el bailecito.- murmuró.- A mi me gustaba...
Caminaron hacia el parque, en
silencio, procurando no hacer ruido. De pronto, oyeron unos gritos de histeria y terror.
- ¡Rápido!- gritó Guerrero Urano.-
¡Las sailors tienen problemas!
Llegaron al centro del parque. Allí
vieron a las sailors, apretadas unas junto a otras y rodeadas por cientos de cucarachas.
- ¡Sailor Mercurio, ¿dónde está
ahora el enemigo?!- oyeron preguntar a una de las sailors.
Sailor Mercurio tecleo nerviosa en su
ordenador.
- Pero... según esto...- balbuceó.
- Chicas, creo que tenéis buenos
motivos para tener miedo de estas cucarachas.- dijo Sailor Urano.
- Vaya, yo creí que sería algo
más... no sé... difícil...- murmuró Guerrero Neptuno.
- No te fíes.- indicó Guerrero
Mercurio.
Los terroríficos insectos cerraron
aún más el círculo.
- Hola, servicio antiplagas a su servicio.- se presentó Guerrero Sol a las sailors.
Cometa se dirigió a un rincón, donde
encontró a Luna y Artemís.
- Buenas.- les saludó.
- ¿Todavía por aquí?- gruñó
Luna.- Eh, esto es una guerra: estoy donde me corresponde estar.
- ¿Por qué tienes tantos arañazos?-
se extrañó Artemio.
- Uh... esto...
- ¡Esto es asqueroso!- se lamentó
Guerrero Venus, escurriendo su capa.- ¿¡Por qué siempre soy yo el que acaba hecho un
cromo?!
- Oye, nadie te obligó a que
limpiases al Señor del Antifaz.-indicó Guerrero Neptuno.- Haberte negado.
- Si, claro, y quedarme con Cometa...
- Además, te está bien empleado por
ocultar información.- señaló Guerrero Sol.- Y no te preocupes tanto, seguro que la
siguiente vez que te transformes, ya estará limpio y arreglado. Los servicios mágicos de
tintorería de estos trajes hacen maravillas...
- ¿Os importaría mantener un poco la
imagen de discípulos respetuosos en público?- gruñó Cometa, apareciendo de al
oscuridad.- Me habéis hecho quedar en ridículo.
- Tú también nos has hecho quedar en
ridículo.- señaló Guerrero Neptuno.- Esa transformación...
- Venga ya, no es para tanto, solo os
ha visto Guerrero Mercurio y seguro que no dice nada.
- El que nos haya visto él ya es
suficiente.- señaló Guerrero Sol. Y como castigo...
- Te vas a ir a casa tú solito.-
indicó Guerrero Neptuno, esbozando una gran sonrisa.
Cometa lo miró horrorizado.
- Pe... pero no podéis hacerme eso...
Como toda respuesta, los tres motos
arrancaron y se fueron.
Cometa las vio alejarse, con los ojos
llenos de lágrimas.
- Qué cruz...- murmuró, mientras echaba a andar. Bueno, quizás encontrase una gatita que le amenizase el camino... o algún resto de pescado...
