Capítulo – 11: Tercero en discordia
Naomi miraba el paisaje cobrizo por la pequeña ventana de madera. Afuera las hojas secas por el otoño se arremolinaban suavemente por la cadencia del viento, crujiendo a medida que chocaban entre sí. El otoño... parecía mentira que ya hubiesen pasado la primavera y el caluroso verano, para darle lugar a la estación de la agonía. Miró su vientre abultado y sonrió con calidez, en su casa no había agonía, por el contrario... la expectativa de una nueva vida crecía dentro de sí, y por fortuna sin complicaciones. Tenía que admitir que al principio había sido duro, sabiendo que no contaba con nadie y que de pedir ayuda debía hacerlo con la mayor discreción posible. Por suerte, todavía no había tenido que preocupar a Anna con nada que no se pudiese solucionar con rapidez y sin necesidad de llamar demasiado la atención.
El día que se fue del edificio de Len, sinceramente no sabía a quien recurrir. Había descartado totalmente la idea de acudir a su padre, pues lo conocía bastante bien como para saber que la haría regresar y disculparse por ser una "esposa irresponsable" pues no tendría que haberse ido de la casa sin que su marido se lo pidiera. No. El machismo tradicionalista de su padre no la ayudaría en ese momento. Para rematarla, era una ciudad ajena a ella, y no conocía a nadie ahí, exceptuando...
Tocó la puerta trasera de la pensión algo dubitativa. No estaba segura de encontrar ayuda allí, pero era la única opción que le quedaba. La puerta se entreabrió con lentitud y pudo reconocer la voz de Anna algo desconfiada.
- ¿Quien es?-
- Na...Naomi- la puerta se abrió de inmediato.
- Es una sorpresa tenerte por aquí, pasa, hace mucho frío- invitó con inusitada hospitalidad, cerrando la puerta rápidamente tras de sí.
- Gracias- Bien, había decidido acudir a Anna, pues había tenido afinidad con ella el día que se conocieron, y parecía lo bastante sensata para guardar un secreto, a diferencia de los amigos de Len, que de seguro le informarían inmediato de su estadía. – Anna... necesito hablar contigo, pero debo pedirte que los demás no se enteren que he venido- anunció algo incómoda.
- De acuerdo, iremos a mi habitación. Yoh está entrenando y los idiotas están haciendo la limpieza en el comedor y las aguas termales... te aseguro que nadie va a molestarnos- afirmó con un ímpetu que no dejaba lugar a dudas. Subiendo la vieja escalera de madera sin llamar demasiado la atención, llegaron a la alcoba de Anna.
- ¿Y bien?- preguntó la dueña de casa, sentándose en el tatami e indicándole a Naomi que hiciera lo mismo. Esta no sabía bien por donde comenzar ni como explicarle, así que decidió empezar contándole acerca del arribo de Jie Lian a su casa.
- Esa zorra...- siseó Anna en total desaprobación. - ¿Y que hiciste? ¿La corriste? ¿castigaste al inepto de tu marido por llevar otra mujer a la casa?- preguntó con interés.
- La verdad... nada de eso- contestó algo apesadumbrada- Le dije a Len que ella me irritaba, pero el me dijo que como era su prima no podía hacer mucho al respecto...-
- Hombres... evitando siempre tomar una decisión. Y nos llaman el sexo débil...- interrumpió la anfitriona acomodándose en el suelo- ¿Y luego?-
- Bien, tuve algún que otro entredicho con ella, pero me sentía atada en cierta manera, ya que me daba la sensación de que ese edificio no era mi casa... me sentía algo ajena y como ella era una pariente cercana acostumbrada a estar allí...-
- Te dejaste pisotear- terminó Anna con el rostro inexpresivo. Dolía pero era la verdad... –Creo que si Yoh se atreviese a hacerme la mitad esas cosas... le quemaría los pies con un atizador. Ahora bien, ¿tu le dijiste que la situación te incomodaba? ¿Le diste un ultimatum?-
- No fue necesario- Replicó Naomi con la cabeza baja, y le contó todo lo que había sucedido durante ese mes, y el diálogo que escuchó antes de escapar de allí.
- ¿Te fuiste?- preguntó incrédula la Itako.– yo hubiese entrado y le habría dado su merecido por adúltero, que ni soñara con tener descendencia luego de eso...- reveló con cierta malicia en su mirada-
- Como te dije- Continuó Naomi- no puedo recurrir a mi padre y no conozco a nadie mas en esta ciudad... sinceramente lo que deseo es irme de aquí, instalarme en otro sitio donde pueda pasar desapercibida y empezar mi vida de nuevo... quisiera saber si no conoces algún lugar fuera de aquí, alguien con quien contactarme ¡no voy a abusar de la hospitalidad de nadie! Voy a trabajar hasta encontrar un lugar- se apresuró a aclarar. La Itako se tomó un tiempo para responder, y luego de un momento, contestó.
- Si bien no comparto tu manera de resolver las cosas, acepto que tu situación es insostenible, y voy a ayudarte... con una condición- al decir esto su mirada se tornó mas seria, y Naomi tragó saliva ¿qué le pediría?
- ¿Sí?-
- Vas a tener que enseñarme a hacer esas pequeñas tortas dulces que trajiste hace dos semanas, cuando viniste sola- concluyó sin perder su seriedad.
Naomi asintió aliviada y prometió pasarle la receta. Decididamente Anna era una chica rara.
- Bien... arreglados los términos, se me ocurre un solo lugar donde puedes ir... pero tendrás que trabajar mucho- confesó.
- Dime Anna ¿de que se trata?- preguntó Naomi con cierta esperanza.
- Mi familia tenía una pequeña casa en un poblado rural aledaño a Kyoto... solíamos ir de vacaciones cuando niña, pero hace años que nadie pisa el lugar pues mis padres detestan viajar y a mi no me gusta el lugar... la casa es pequeña y ni siquiera hay televisión.- declaró con un resoplido.- creo que si quieres que no te encuentren, es un buen sitio, y puedes quedarte allí el tiempo que te sea necesario, como ya te lo dije nadie en mi familia utiliza esa casa... creo que hasta deben haber olvidado que existe. Y no te preocupes por pagar... voy a cobrarme el "alquiler" de tu marido- de no haber estado sentada, Naomi se habría caído de la incredulidad ¡era perfecto!
- Muchas gracias Anna, no sabes lo que significa esto para mi- agradeció la muchacha con los ojos húmedos. – Necesito irme hoy mismo... ¿Hay algún tren que viaje hacia allí? No me importa si llego de madrugada... solo quiero irme hoy... si no te molesta.
- No, no tengo conocimiento de algún transporte público que llegue hasta allí... pero descuida, tengo un modo mucho mas efectivo para que puedas llegar- Saliendo de nuevo por la puerta trasera, Anna y Naomi se acercaron a la acera.- Antes que todo... toma, la vas a necesitar- declaró la Itako extendiéndole una bolsa de dormir enrollada prolijamente en su funda, y una manta.- Ahora, escóndete tras ese arbusto y no salgas hasta que te diga- la muchacha asintió sin comprender y se colocó tras la mata, viendo desaparecer a su interlocutora por la valla de madera. Al rato, la vio aparecer jalando a Ryu por el brazo, hasta situarlo en el cordón de la calle.
- Ahora, hazlo- ordenó la sacerdotisa sin subir la voz
- Pero doña Anna, no entiendo para que quiere...-
- Sólo hazlo... si es no quieres limpiar los baños- ante esa amenaza, Tokaguerou posesionó el dedo pulgar de Ryu, quien hizo rápidamente la señal del aventón. A los pocos segundos se escucharon los chirridos de unas llantas, y acto seguido, apareció una camioneta con aspecto extranjero.
- ¡Billy!- Exclamó emocionado el shamán.
- ¡Ryu! ¿Cómo has estado?- saludó el conductor Yanquee.
Los dos estuvieron abrazándose de manera muy sospechosa durante unos minutos, hasta que Anna se hartó y despidió a Ryu.
- Pero doña Anna... ¿para que llamó a Billy? ¿no lo va a invitar a pasar?-
- No. Va a ensuciar mis pisos. Ahora Ryu, desaparece.-
- Pero...-
- Ve a terminar con tus tareas o no te daré entrenamiento, ni cena, aunque es obvio que tu vas a cocinarla- amenazó sin inmutarse la dueña de casa. Con la cabeza baja, Ryu se despidió de su amigo e ingresó a la pensión. Luego de que Anna le indicase a Billy dónde llevar a Naomi, si sabía lo que le convenía, saludó a su amiga y entró a la pensión sin mirar atrás. No debía preocupase, nadie iba a saber donde se encontraba por los labios de la Itako.
El viaje duró mas de lo esperado, llegando al mediodía del día siguiente. En el trayecto había aprovechado para dormir, y también había conversado con Billy, el amigo de Ryu, con un poco de rústico inglés que había aprendido cuando niña.
Al llegar al poblado, tuvieron que dar unas vueltas hasta encontrar la calle indicada, y, preguntando a algún ocasional transeúnte estacionó frente al mobiliario.
Bien, Anna se lo había advertido, hacía mucho que nadie pisaba esa casa y tendría que trabajar mucho... y decididamente la Itako no se había equivocado con esta declaración. Frente a los ojos de Naomi, yacía una pequeña casa de madera bastante desatendida, escondida tras una selva de arbustos. Reprimiendo el primer impulso de salir corriendo del lugar, se adentró en la espesura hasta llegar a la puerta. Luego de insistir un poco con la llave en la cerradura algo oxidada, la puerta se abrió. Caminó con cuidado hasta llegar a donde pensaba, se hallaban las ventanas del comedor y procedió a abrir las puertas de madera con rapidez, tratando de no tocar demasiado las inmensas telas de araña. Cuando la luz tocó el lugar, Naomi pudo apreciar mejor el panorama. La habitación con paredes de madera estaba lejos de ser lo que era hace diez años, su techo con algunos agujeros las paredes con algo de humedad. La cuestión del denso polvo era otra cosa, pues era natural tanta acumulación a lo largo de los años. Bien... lo primero que tendría que hacer es recorrer el resto de la pequeña casa (que constaba de dos habitaciones y un baño) y evaluar a que se dedicaría primero.
Luego de terminar la inspección, decidió comenzar por la limpieza. Dejando sus pertenencias dentro, cerró la casa y se fue a recorrer el pueblo, pues necesitaba al menos una escoba. Agradeció el tener dinero que le había ganado a Horo-Horo en un juego de cartas hacía unos días, pues eso la ayudaría a comprar lo básico que necesitaba, y luego buscaría un empleo. Consiguió todo sin dificultad en un pequeño mercado, y tuvo que admitir que ese pueblito era mucho mas barato que cualquier ciudad que había conocido... quizás por ser rural. Regresó a la casa y comenzó con su tarea, armada con escoba, balde desinfectantes un montón de trapos y bolsas de residuos. Al final del primer día, ya había concluido íntegramente con el comedor, así que decidió dormir allí hasta que se ocupara de lo demás. Prefirió cenar poco, otra vez se sentía mal del estómago y era probable que no aguantara la cena. En dos días mas de arduo trabajo, terminó de limpiar el resto de la casa. Luego tendría que ocuparse de las grandes malezas que la rodeaban y de las reparaciones, mientras rogaba que no lloviera por lo menos antes de una semana, o saldría flotando con bolsa de dormir y todo.
Afortunadamente, no tuvo problemas para conseguir empleo en una panadería, en tanto los dueños, (una pareja mayor) descartaron la idea de que ella sola se ocupara de las malezas y el techo, por lo que enviaron a dos de sus hijos a realizar el trabajo mientras ella trabajaba. Lo mejor de todo, fue que se negaron a aceptar un pago por sus servicios arguyendo que era su deber como hombres ayudarla y hacerla sentir cómoda en el pueblo. Bien, dentro de toda su miseria podía decir que lo que ahora le sucedía era buena suerte, en pocos días ya estaría completamente instalada en la casa y además tenía trabajo.
Sin dejar de mirar por la ventana, se enfocó en un punto inexistente. Recordaba como un mes después de eso, se había enterado por su jefa de que estaba embarazada, pues como de costumbre estaba descompuesta y la mujer le había contestado "bueno querida, en tu estado es natural" y ahí había caído en cuenta de todo, el retraso, las descomposturas, no soportar olores fuertes... en ese momento se quiso morir. Con mas razón nadie debía encontrarla, por mas que Len Tao no la quisiera, el niño era un descendiente de la dinastía, y lo mas probable era que esas personas intentaran llevárselo de su lado. No, no tenían que saber.
Así las estaciones fueron pasando, hasta llegar al otoño, que acompañaba bastante su estado de ánimo. No era que el tener el niño la hiciera infeliz, todo lo contrario, pero había pensado en que si huía de Tokio iba a poder olvidar... y comenzar una nueva vida en el pequeño poblado. Pero cómo olvidar, teniendo una parte de él junto a ella por el resto de su vida... Se alejó de la ventana y se decidió a terminar la carta que tenía arriba de la mesa.
Bazón suspiró y miró por la ventana el cielo tormentoso... un total reflejo del estado de ánimo del señorito, por mas que no quisiera admitirlo. Todavía permanecía tendido en el suelo que se estaba humedeciendo, aferrado a su cuchilla. El espíritu meneó la cabeza. Hacía meses que no dejaba de entrenar un solo día, hasta caer rendido en el suelo "Lo hago porque necesito ejercitarme, no me molestes y ponte en guardia" bah, esa respuesta tenía tanto de verdad como que el cielo era verde... Además, se negaba a hablar de lo sucedido con su esposa, profiriendo no muy delicados adjetivos a la persona que le preguntara al respecto, y luego se hacía el desinteresado, desviando el tema de conversación. No era nada saludable. Habían pasado una temporada en China, pero la constante insistencia de sus parientes en que tomara cartas en el asunto, o que los dejara intervenir, terminó por hastiarlo y se regresó a Japón. Delante de sus amigos era el mismo de siempre, pero hasta ellos se daban cuenta de que no estaba bien. Recordó con cierta gracia cuando Ryu le contrató una bailarina exótica para levantarle el animo, ésta lo sorprendió cuando salía de ducharse y a los pocos minutos salió despavorida por la puerta de calle pidiendo auxilio del terrorífico "hombre de la cuchilla".
Esa misma noche todos iban a reunirse para mirar una película, y lo habían convencido a Len para que asistiera. Bien, pensó el joven shaman, hacía unos días que no se juntaba con los tontitos y un poco de diversión no le haría nada mal... el rostro de Anna se le representó. No podía explicar porqué, pero desde hacía tiempo notaba mas hostilidad de la habitual hacia con él, hasta en el mas pequeño gesto. Ya era moneda corriente que le derramara té caliente sobre la entrepierna, o que justo cuando le tocaba el turno de servirle la comida en el plato de él, había quedado la parte mas quemada o mas sospechosa. "Lo siento, es todo lo que hay, si te disgusta, cómpranos la comida" era lo que siempre decía. Hizo una mueca de exasperación. Lo que le hacía falta esa bruja era que Yoh la tuviese mas ocupada o mejor dicho, "mejor atendida"... rápidamente abandonó ese pensamiento pues pensar en su amigo cumpliendo con sus "deberes de la carne " no era algo entre sus prioridades. Se levantó lentamente del suelo y se frotó la cintura. Quizá se había excedido un poco, pero ese era el punto ¿no? Mientras se ejercitaba no tenía tiempo para pensar, y al terminar el día caía rendido en la cama y el sueño lo liberaba por un tiempo sus preocupaciones... y la sensación de abandono que después de muchos años volvía a ceñirse sobre él.
Arribó a la pensión Asakura caída el anochecer. Ya todos se habían reunido y, como de costumbre habían empezado a comer sin esperarlo. Bien, por lo menos no habían puesto a rodar la película. Anna le extendió sin mucha ceremonia un bowl de arroz recalentado y procedieron a ver la cinta. Era la cosa mas aburrida y pasada de moda que habían visto jamás. Además de ser vieja (se notaba por la calidad de la imagen) estaba en ruso y los subtítulos casi no se podían leer. Miraron con cara inquisitiva al encargado de alquilarla.
- ¿Qué?- Preguntó Horo Horo, indiscutiblemente el único que la veía con atención – No se muevan que se van a perder...- su recomendación fue interrumpida por el video que dio en su cabeza, aventado furiosamente por Anna.
- No es necesario decir quien va a limpiar la cocina hoy ¿verdad?- preguntó la Itako a nadie en particular. Todos asintieron y le echaron una mirada asesina a Horo, quien maldecía su mala suerte. Las horas pasaron y como ultimo recurso para divertirse un poco, Ryu propuso un juego de tragos. Si bien la idea no fue aceptada de antemano, todos terminaron por dar el "si", a falta de nuevas ideas. Hasta Len dejó de lado su conservadurismo y se unió a la ronda. Anna, por otra parte, no dispuesta a lidiar con un grupo de borrachines salió al jardín a descansar sus oídos de aquel barullo. Fue ahí cuando notó que el portón permanecía abierto y se decidió a cerrarlo, por las dudas. Al acercarse a la gran abertura de madera, vio que los bordes de unos papeles sobresalían del buzón. Sacó sin mucho entusiasmo el contenido, impuestos, impuestos, impuestos... le dieron ganas de volverlos a meter en el buzón. Al final de todo, una carta de Naomi, con fecha de una semana atrás. Se rostro se tensó. De seguro el inútil de Horo Horo no había revisado el correo como le había ordenado, y todos estos días le había estado mintiendo... eso explicaría la acumulación de papeles. Bien, ella se encargaría de él... luego. Aprovechando la soledad, se sentó en un rincón del jardín y abrió el sobre.
"Querida Anna:
Lamento no haberte escrito en varios días, pero es que anduve muy ocupada con el trabajo y terminando de arreglar los muebles de la casa (ahora que los reciclé no sabes lo lindos que están). Espero que te encuentres bien, así como Yoh, Manta, Horo, Ryu y Tamao. Yo estoy muy bien, dentro de todo... en realidad no se cómo decirte esto, así que voy a optar por hacerlo directamente... estoy esperando un niño de Len" Anna se quedó atónita por unos instantes, con el papel entre sus manos ¿embarazada? Pero si eso era así, debía llevar unos... "Se que fue muy tonto revelártelo recién en el octavo mes, pero tenía miedo... de que algo sucediera, no se bien que. Se que te debe haber sorprendido, espero que no estés enfadada conmigo por no habértelo comentado. Tengo que confesarte que últimamente estoy muy torpe, el físico de una embarazada no es el ideal para desenvolverse en todos los ámbitos ¡pero no te preocupes! Estoy muy bien y el bebe también, y por si fuera poco, mis jefes me aumentaron el sueldo, así que voy a poder comprar una estufa eléctrica (esta vez el invierno no me va a tomar desprevenida ^_^). Bueno Anna, esas son todas mis novedades, que no son muchas pero de seguro te deben haber sorprendido como si fueran mas. Tengo que reconocer que a veces me siento un poco sola, a pesar de que mis jefes y los vecinos son muy buenos conmigo... pero supongo que todo es sentimentalismo de mujer encinta." Seguía una oración que estaba tachada, pero con un poco de ingenio Anna pudo leer: "¿Alguna vez preguntó por mi?" después de eso, había una disculpa por la desprolijidad. "Eso es todo por ahora, como ya te dije espero que estén muy bien y que me escribas con las novedades.
Besos,
Naomi"
Anna se quedó un rato mas sentada en el jardín, observando la carta pensativamente. ¿Un niño? Eso cambiaba mucho las cosas... respetaba la decisión de Naomi de haberse marchado, pero las condiciones en las que se encontraba no eran decididamente las mejores para estar en esa casucha. ¡Una estufa eléctrica! ¡Para toda la casa! ¿Cómo iban a pasar madre e hijo el invierno así? Ya en esta época hacía frío, y ni siquiera estaba segura si la salamandra del comedor funcionaba. Y ella trabajando embarazada, cuando tendría que ser el imbécil de su marido quien la colmara de atenciones... No. Esto se tenía que terminar... ahora. Doblo la carta en un pequeño cuadro y la guardó en su sostén. Caminó resuelta hacia la casa y abrió el shoji que separaba la cocina del comedor. Bien, era un espectáculo que no se daba a menudo, y en otra ocasión se hubiese reído y hubiera humillado a alguno de ellos, pero ahora no tenía tiempo para diversión. Tenía que hablar con ese idiota para saber bien que demonios había sucedido... y luego de tener la versión de él, consideraría la posibilidad de darle el paradero de Naomi, o ponerlo en su lista negra y encargarse de él cuando viniera el caso. Yoh tenía muchos amigos (demasiados, para su opinión) así que uno menos no le iba a hacer nada.
Esquivando el cuerpo laxo de Horo Horo que yacía en el suelo con la cabeza debajo de la mesa, llegó hacia su objetivo todavía consciente, bebiendo su "quien sabía que numero" de botella de sake.
- Bien, señorito, tenemos que hablar.- dijo, con una mirada que indicaba que conseguiría lo que quería. Len no se inmutó.
- ¿Qué diablos quieres... "Annita"?- preguntó, pronunciando el nombre de la Itako burlonamente imitando a Yoh. Anna trató de calmarse y no echarlo a patadas, después de todo tenía un asunto que resolver. Considerando de que su interlocutor no querría moverse de su sitio (igualmente no lo creía capaz, después de tanto alcohol), arrastró sin mucha preocupación a Horo Horo y lo tiró al jardín, donde siguió durmiendo sin sobresaltos. Bastó una sola mirada para que un ridículamente tambaleante Ryu saliera presuroso del recinto e Yoh... no se lo veía por ningún lado, quizás estaba en el baño. Se sentó al lado de Len con el rostro serio.
- Aquí me tienes- dijo el muchacho y abrió los brazos sin mucho equilibrio - ¿Qué quieres un trago?- preguntó.
- No, suelo elegir mejor mis compañías para beber- contestó la Itako sin pestañear.
- Como quieras- se encogió de hombros y tomó otro vaso. Luego de cuatro mas, su mal humor se había disipado... en parte. – Para ser alguien que no disfruta de mi compañía, estás demasiado cerca de mí- murmuró, ácido.
- Precisamente lo hago para empezar a decirte todo lo que pienso sobre ti, inútil- replicó la Itako con los ojos entornados. Sería una charla muuuy larga...
Continuará...
Hola! ¿Cómo están todos? Yo muerta de calor... ya no se que hacer para combatirlo, y el ventilador de techo parece que ni existiera... me quiero morir -_-U
Bueno, ahora hay una tercera personita que puede causar la unión de nuestros protagonistas, si Anna lo cree conveniente... ¿Qué sucederá? Bwahahaha... tendrán que esperar una semana ^_^ Bueno, basta de idioteces (me tienen que perdonar, es el calor...) Quiero agradecerle a Karin Hitomi Kitzune, ~^_^~, Korishiteru, Nadilius Weasley, Mimi de Yagami Asakura Tao, Meli-chan, Hikaru Asakura, Zoe_Orimoto_Tao, Just Loreley y Romina-chan de Tao por los reviews, a pesar de estar en vacaciones me siguen leyendo! Calculo que éste fue el anteúltimo capítulo, ya veré cuando haga el próximo si me queda muy largo capas que lo divido. Bueno, las voy dejando, que pasen lindos días
Besos
Vale-chan
