Capítulo – 12: Sorpresa

- Precisamente me siento aquí para preguntarte, cretino orgulloso ¿Qué diablos sucedió entre Naomi y tú?- preguntó la Itako con sorprendente quietud.

- Así que por ese lado venían las cosas...- murmuró su interlocutor, golpeteando la botella con un dedo - ¿Seguro que no quieres un trago? Queda mucho...-

- Ya te dije que no bebo- lo cortó- y no eludas la pregunta- agregó, severa.

- No es algo de tu incumbencia, Anna. Te aconsejaría que te metas en tus propios asuntos o...-

- O ¿qué?- lo interrumpió- no tienes derecho a amenazarme por querer saber por qué le rompiste el corazón a Naomi de esa manera-

- Maldito si lo hice- musitó- ...ella es quien dejó todo sin ninguna explicación- bebió otro trago mas, y de pronto le supo amargo ¿O lo que saboreaba era su propia soledad?

- Cuando vino a la pensión ese mediodía tenía los ojos rojos de tanto llorar- prosiguió la Itako. Len volvió a servirse otro trago, derramando la mitad sobre la mesa. Se encogió de hombros, limpió el líquido con el antebrazo y bebió lo que había ido a parar al vaso. En vano. Seguía viendo el rostro de Naomi con pequeñas motas de harina, recibiéndolo por las mañanas.

- Nadie le dijo que se fuera- murmuró, con acento de borracho.

- Tal vez no con palabras- exclamó Anna en un susurro siseante- Pero una mujer sensible como ella puede leer entre líneas-

- ¿De que diablos estás hablando?- Quiso saber, sintiendo que la cabeza empezaba a darle vueltas.

- ¡Pedazo de estúpido! estoy hablando de esa prima prepotente que llevaste a tu casa- Len echó la cabeza para atrás y miró con ojos entornados a la rubia que lo acusaba. Le llevó bastante tiempo enfocar la cara de la muchacha y decidió que le gustaba mas cuando no podía ver cómo sus ojos negros lo fulminaban.

- ¿Prepotente, mi pr... prima?- el maldito sake le había entorpecido la lengua pero no el cerebro- ¿Eso fue lo que Naomi te dijo?-

- No con todas las letras, pero me contó como la trataba- le clavó un dedo en el pecho- ella entregó todo lo que tenía a esa ingrata familia tuya ¿y que fue lo que recibió a cambio? "No dejes que la puerta se cierre de un golpe donde Buda te deje"-

- ¿Donde Buda... qué? Espera un minuto...- Ahora la Itako le apuntó con un dedo la nariz.

- ¿Así que no sabe hacer todo ese papeleo de la empresa tan bien como alguien que lo lleva haciendo mas de cinco años? Nunca le diste una oportunidad, ni con eso, ni con nada relacionado con la casa, se sintió como una extraña en su propio hogar. Y no creas que no te escuchó cuando planeabas anular el matrimonio con tu prima-

- Yo nunca dije...-

- Ese es el problema precisamente, Len. Nunca dijiste nada de lo que ella necesitaba oír, por ejemplo, que valorabas sus esfuerzos. O lo agradable que era encontrarla en la cocina haciéndote algo para cuando volvieras de entrenar, o lo bonita que estaba, o la dulzura de abrazarla por las noches- hizo una pausa para recuperar el aliento- Mas bien te lavaste las manos con respecto a ella desde que no la necesitaste mas. Hasta en el dormitorio, tras la puerta cerrada, pedazo de inservible-

Len recordó todas las noches, desde que había llegado su prima, en que se había sentido incómodo para hacerle el amor a Naomi como debía, y se le caldearon las mejillas.

- Lo que ocurre entre un hombre y su esposa a puertas cerradas no es asunto tuyo- farfulló mirando fijamente el líquido translúcido en el fondo del vaso.

- Por lo que oí, lastimosamente poco como para guardar el secreto. El crujir de la madera vieja... Por favor...- Len la miró boquiabierto.

- ¿Es por eso que se fue?- preguntó incrédulo, sin importarle que Anna viese su desconcierto- ¿Porque me preocupaba hacer ruido y no fui muy... bueno ya sabes?-

- Entre otras cosas, como que tu nunca le dijiste que la amabas. No lo niegues, si se lo hubieses dicho ella no se hubiera ido ni en un millón de años-

- ¡Lo hice bien claro! Se lo dije varias veces- replicó exaltado.

- Según Naomi, no. Dice que tu le dijiste que "creías" estar enamorado de ella...- Len no pudo responder. Pensándolo bien, recordó que había eludido el tema, que le había dicho que creía que la amaba, pero nunca abiertamente.

- Aún cuando fuese así, no tenía por que irse- dijo por lo bajo.

- ¿Ah, no? ¿Y que la hubiese convencido de quedarse, idiota? Te casaste con ella porque tu familia te presionó, nunca anduviste con rodeos al respecto- cuando Len trató de protestar, Anna hizo un ademán para que se callara- Eso lo ha dicho ella, no yo. Desde que apareció la perfecta de tu prima, Naomi sintió que no la necesitabas mas. Mas aún, luego de escucharte supo que tú estabas esperando a que ella se marchara... o sinó se ocuparían de ayudarla a hacerlo-

- Eso no es verdad- desmintió con inusitada vehemencia

- Cree que tú hubieses preferido no casarte jamás con ella-

- Eso es una estupidez- resopló indignado ¿Cómo podía pensar eso?

- ¿Ah, sí? Yo no lo creo- le clavó sus feroces ojos negros por unos instantes – El día que se fue, no lo hizo porque se le ocurrió, Len. Escuchó cómo claramente esa zorra y tú discutían los términos para la anulación del matrimonio.- Len se quedó tieso unos instantes. Recordó esa mañana en la oficina... ¿Estaba escuchándolos? Maldición, no había pensado en eso.

- Malinterpretó las cosas...- murmuró- es verdad que Jie Lian me lo propuso, pero yo me negué, ¿eso no lo escuchó? Nunca sospeché esos sentimientos por parte de mi prima, porque... bueno, las mujeres son muy complicadas, pero cuando me lo dijo abiertamente le dije que...- se agarró la cabeza con las manos- yo amaba a mi esposa, y la mandé de vuelta a su casa- Anna no dijo nada al respecto, pues eso parecía razonable, y Naomi se había ido antes de terminar la conversación. La parte del diálogo que ella había escuchado, sumado al estúpido comportamiento de Len, que no se daba cuenta de nada, propiciaron un escenario perfecto para que se sintiera relegada.

- Así que todo esto fue un gran malentendido... ¿pero como justificas que la excluiste de los manejos de la casa, poniendo a tu prima a cargo de casi todo? y...-

- Así debía ser- interrumpió- es mi esposa y no tiene por que andar sirviendo a nadie, esos menesteres están muy por debajo de su posición... quería que tuviese tiempo libre y que lo disfrutara, que es lo que corresponde- explicó con total naturalidad- Su único deber es permanecer a mi lado y acatar mis ordenes, como toda esposa, pero eso no es sinónimo de fregona...-

"Así que después de todo es un marido considerado... reconozco que me parece increíble". Pensó Anna. Se ocupaba de las comodidades de Naomi, como era debido y le dejaba el trabajo a los demás... cosa que cierta personita no hacía para con ella. Miró con cierto resentimiento a su todavía prometido, que bajaba la escalera con expresión de alivio.

- Yoh... mañana limpiarás la casa tú solo, y los demás descansarán- dictaminó de manera calmada, volviendo de nuevo su atención hacia Len.

- Pero... ¿esta vez que hice Annita?- preguntó el angustiado shaman.

- Nada, precisamente es por eso. Tienes que entrenar para darme todas las comodidades que necesito, y eso te va a ayudar. Ahora déjanos solos, estás interrumpiendo- diciendo esto, se levantó y le cerró el shoji en la cara, dejándolo en la cocina. – Y en cuanto a ti... toma- le entregó a Len un papelito con los datos de Naomi- creo que te servirá mas que a mi. Si me disculpas, me voy a dormir, te sugiero que hagas lo mismo... en tu casa.- con esta ultima advertencia la Itako desapareció escaleras arriba, mascullando que su vida comenzaba a parecerse a una telenovela.

Len se quedó sentado unos momentos con el papel en la mano, tratando de poner las ideas en orden. No lo había traicionado... había sido todo un malentendido. Los detalles del por que, lo que realmente había sucedido, y las palabras de Anna giraban confusamente en su cabeza atontada por el alcohol. De una sola cosa estaba seguro: iría a buscarla y la traería de vuelta a su casa, de donde nunca tendría que haberse ido. Se levantó algo tambaleante y decidió dirigirse al edificio. Por mas que era reacio a hacerlo, reconoció que necesitaba dormir un poco para desintoxicar el organismo, luego de lo cual se dirigiría rápidamente a ese pueblo, para arreglar las cosas. Profiriendo una maldición al golpearse con el portón entreabierto, salió como pudo de la pensión y se encaminó a su domicilio.

Mientras bajaba por la húmeda calle de tierra, Naomi comenzó a cansarse. No era de extrañar, pensó, pues no podía esperar otra cosa con ocho meses de embarazo. Cambiaba de mano las bolsas de las compras cada cierto trecho, y luego proseguía hasta hacer una pequeña parada y tomar algo de aire. Tenía que admitir que eran sólo ocho cuadras, pero las últimas semanas el recorrido se le hacía cada vez mas largo, y le costaba horrores moverse como lo hacía antes. Deseosa de llegar rápido a la casa y poder darse un baño, decidió cortar camino por una callejuela, que le ahorraría por lo menos tres cuadras. Era algo tenebrosa, sí, pero en ese momento le importaban un comino los recaudos, lo único que quería era llegar rápido a su hogar. Comenzó a andar por el oscuro pasadizo, tratando de apurar el paso, era una senda bastante desolada, y los terrenos baldíos llenos de vegetación no otorgaban mucha visibilidad, así como tampoco lo hacía el solitario farol al final de la calle, con su luz parpadeante que agonizaba desde hacía semanas. Estando mas o menos a mitad del camino, los ruidos de unos pasos la alertaron y se volteó con rapidez, pero no encontró a nadie detrás. Suspirando aliviada, decidió continuar con su camino, encontrándose al volverse con dos sujetos de aspecto desaliñado delante de ella.

- Pero mira que tenemos aquí Seichi... ¡una mami!- comentó el mas alto con mirada lasciva, aproximándose hasta quedar enfrente de la joven.

- ¿Qué quieren?- preguntó tratando de sonar calmada – No tengo dinero pues lo gasté todo en el mercado- viendo la expresión de esas personas no cambiaba, lo pensó mejor y agregó- pero... pueden llevarse toda la comida, es lo único que tengo-

El que siempre había dirigido la palabra negó con la cabeza.

- No es dinero lo que queremos precisamente...- replicó acercando a Naomi contra su cuerpo con un brazo, mientras la mano contraria recorría el costado de sus pechos. Este gesto provocó que ella se apartara casi con violencia, mirando hacia todos lados pensando en como escapar de allí. Era lo peor que le podía haber pasado. No estaba en condiciones de correr (la alcanzarían a los dos pasos) y tampoco nadie la escucharía si pedía ayuda. Algo consternada por las intenciones de los sujetos, aventuró

- E-estoy embarazada... por si no ha notado esto- declaró, tocando su abdomen- supongo que podrán encontrar otra chica en un estado mas... atractivo que yo en otra parte y...-

- No digas estupideces- la interrumpió- nosotros te vemos muy atractiva... ¿Cierto Seichi? Se ve que eres una hembra de las buenas, y como favor especial, vamos a hacerle un hermanito al mocoso- finalizó mirando significativamente el vientre de Naomi. Bien, no iba a quedarse ahí parada sin hacer nada esperando que esos anormales abusaran de ella, por lo menos tenía que intentar algo. Soltó con rapidez las bolsas de las compras, y trató de desandar el trecho que había caminado, para poder salir a la calle principal. Como lo había pronosticado, su estado no le permitía moverse con demasiada rapidez, lo que desembarcó en que la alcanzaran con facilidad, tomándola de los antebrazos y estrellándola contra una pared húmeda.

- No lo hagas mas difícil, mami- advirtió el mas bajo– te recomiendo que no opongas resistencia y quizás en un rato puedas volver a tu casa... si haces todo lo que te decimos- declaró, tomándola de la nuca y besándola con rudeza. En un ultimo intento de rebeldía, Naomi mordió al sujeto cuando el beso se profundizó, sintiendo al instante el gusto a sangre que manaba de la boca del individuo- Maldita perra!- aulló el atacante, propinándole una fuerte bofetada, que la arrojó al suelo con dureza. Al instante se posicionó casi sobre ella, arrancando de un tirón los delicados botones del escote del vestido de algodón. – Me toca a mi primero Genma, considerando las circunstancias- avisó a su compañero mas alto, señalándose la boca herida – Esta pequeña zorra va a saber lo que es bueno cuand... – un golpe seco en el costado del sujeto lo interrumpió en su discurso, mandándolo a volar lejos de la chica.

- Que repugnante- una voz muy conocida emergió de entre las sombras, con aire despectivo- ¿saben lo que le hacen a los violadores en algunos pueblos de mi país?, los cuelgan de sus testículos hasta que se desgarran, y los dejan ahí, desangrándose. Ah, pero no se preocupen, no tengo tiempo como para divertirme con cucarachas... esto será mas rápido- dictaminó en voz fría. Si había algo que Len siempre había detestado eran los violadores. Hombres sin honor que se aprovechaban de mujeres utilizando su fuerza, no había persona mas cobarde en el mundo que un profanador . Y estos dos eran mas enfermos todavía, abusar de una embarazada... ¿en que diablos estarían pensando? Al escuchar el tumulto en la callejuela había pensado en seguir de largo, pensando que era un lío de prostitutas, pero algo lo había hecho mirar, y ahí estaba, impartiéndole justicia a un par de insectos desagradables. La joven permanecía sentada en el suelo, seguramente shockeada por lo sucedido, pero no le prestó atención, todavía faltaba el otro, que lo veía como si en verdad pudiese llegar a tocarlo. Pobre imbécil. Avanzó con determinación a terminar con su buena acción del día, para así poder seguir con su camino.

Naomi permanecía sentada en el suelo, observando atónita. Len... ¿Cómo diablos había llegado allí? Un sentimiento de alivio, y a la vez de alarma la invadió completamente. Por un lado, su mente traicionera se alegraba de verlo luego de tanto tiempo, y además la había salvado de esos tipos, por el otro, no quería confrontarlo y tener que sufrir de nuevo luego de lo sucedido, pues le había sido bastante difícil pasar esos mese pensando en él y en su prima. A su favor, contaba con que él no la había reconocido, pues tenía el cabello sobre el rostro y obviamente tampoco la recordaba embarazada... por lo que quizás tenía una oportunidad de escabullirse mientras él...

- Oiga- la voz dominante la sacó de su ensimismamiento -¿Se encuentra bien?- preguntó, acercándose poco a poco a donde ella se encontraba. Su primer impulso fue el de levantarse y correr a sus brazos en busca de consuelo, pero tan rápido como llegó, fue reemplazado por otro que le ordenaba mover los pies es irse de allí. Contrario a cualquiera de los dos pensamientos anteriores, su mente alertada por todo lo sucedido, sumada la aparición repentina de su esposo, decidió hacer lo que en ese momento le resultó mas conveniente: apagarse. Fue así como antes de poder reaccionar, se desvaneció sin mucha ceremonia sobre el suelo empedrado.

"Perfecto" pensó Len, exasperado. No solamente se había atrasado por un estúpido autobús descompuesto, sinó también por un niño perdido, dos estúpidos yakusas y ahora, esto. Bien, podría llevarla hasta algún comercio donde la conocieran (después de todo aquel pueblucho no era tan grande) y se ocupasen de ella, así podría llegar hacia su objetivo a una hora razonable... Se acercó a la joven para levantarla del suelo, y ahí fue cuando el corazón se le paró.

- Naomi- murmuró atónito, escrutando el rostro de la joven, tratando de convencerse de que era un error. Su mirada sorprendida se posó en el vientre abultado de la muchacha, donde por deducción, había dado fruto su semilla. Su visión se posó luego en el escote rasgado de su vestido, la magulladura en la comisura de su boca, producto del golpe y por último en los hombres que yacían en el suelo. Una ira inmensa lo inundó al contemplar a las personas que se habían atrevido a tocar a su esposa. Sufrirían mucho por ello... luego. Su prioridad era llevarla hasta su casa y verificar que estuviese bien. Se quitó su abrigo y se lo colocó a Naomi lo mejor que pudo, para luego alzarla en brazos sin dificultad. No pudo evitar mirar de nuevo el vientre de la muchacha, sonrojándose un poco. Esa bruja de Anna no le había dicho nada al respecto... Maldición, su esposa se había ido embarazada y sin un centavo a un pueblo insignificante, donde se había puesto a trabajar a pesar de su estado, mientras él permanecía en su casa, ajeno a toda esa humillante situación. Eso cambiaba mucho las cosas. Si en su momento se había sentido culpable de perderla por no ser demostrativo, nada se comparaba con lo que sentía en ese momento. Iba pensando en ello cuando llegó al número de calle que Anna le había indicado y la miró, una casa de madera con un pequeño jardín arrasado por el otoño. Abrió la puerta sin dificultad, pues con un pequeño golpe la abertura cedió, y se introdujo al mobiliario. Al entrar no notó la diferencia climática entre la cocina y la calle, y frunció el ceño. Cruzó esa estancia y llegó al pequeño pasillo que daba a las habitaciones. Abrió la primera puerta ante su vista, y dio con el baño. En el segundo intento, dio en el blanco. Era la habitación mas grande, con una vieja cama occidental con respaldo de metal, pintado de celeste, un gran armario y un espejo. Al lado de la cama, vio una estufa eléctrica que parecía nueva, separada cautamente de la pared de madera y de cualquier cosa inflamable. Depositó a Naomi momentáneamente sobre la cama y procedió a prender el aparato, para calentar el ambiente. Se volvió hacia ella algo dubitativo... era evidente que no podía acostarla así, el vestido estaba sucio y húmedo, por otro lado, si ella llegase a despertar, y lo viese manipulando su cuerpo luego de ocho meses sin dirigirse la palabra, tampoco iba a ponerse muy contenta. Al final ganó el lado práctico, y buscó su camisón debajo de la almohada. Procedió a retirarle la prenda con cuidado y dejarla en el suelo ya que prácticamente estaba inservible, luego miró ala figura que tenía delante de sí e hizo una rápida inspiración de aire. Era la primera vez que veía desnuda a una mujer embarazada. Aunque la curva de su vientre era pronunciada, su forma elíptica no carecía de belleza. Sus pechos estaban plenos y mas voluptuosos por la maternidad, y tanto la piel de éstos como la de del vientre estaba tan tersa que parecía satén. No pudo evitar posar una mano en el lugar donde se encontraba su hijo. Al instante sacudió la cabeza y se apartó, la muchacha estaba tomando frío y seguramente mas adelante tendría tiempo de hacer eso. Con un poco mas de determinación, volvió a su tarea y procedió a ponerle el camisón para luego recostarla bajo las mantas. No se preocupó de que no despertara, pues dado su estado, y la experiencia que había pasado, era medianamente normal que su organismo se tomase un descanso. Después de quedarse un rato contemplándola pensativo, decidió salir a terminar el "asunto" pendiente con esas cucarachas, luego de lo cual vería la próxima acción a tomar para con Naomi. Su idea había sido desde un principio, aparecerse en la casa, tratar de explicarle todo y admitir de una buena vez sus sentimientos, para regresar lo antes posible a su casa, lo cual antes estaba seguro de lograr con un poco de persuasión. Pero el asunto del bebé cambiaba todo... por mas que él se hubiese sentido ultrajado por la presunta huida de Naomi, no justificaba el hecho de que no se había dignado a buscarla por su estúpido orgullo y ahora, ella contaba con ocho meses de embarazo y gracias al "padre ausente", había tenido que pasar por muchas privaciones... sola. No la culparía si no quisiera verlo jamas... pero tampoco iba a rendirse y dejar que un estúpido malentendido y un gran ego arruinaran su vida. Notando que ya era tarde, decidió ir a ocuparse de los sujetos del callejón, la ira corría todavía por sus venas... y quería ver sangre.

Naomi despertó de repente, bastante confundida. Podía ver cómo los rayos del sol se colaban por las hendiduras de las persianas de madera, anunciando la llegada de un nuevo día. Pero, ¿Qué hacía en su casa? Había salido de compras por la noche y después... pequeños fragmentos de los acontecimientos ocurridos acudieron a su mente. Len. El estaba en el pueblo, y de seguro la había llevado a su casa. ¿Pero cómo sabía la dirección? Ese era la menor de sus preocupaciones ¿Estaría todavía en la casa? Con el corazón golpeteándole en el pecho, apartó las mantas que la cubrían y se deslizó lentamente por el pasillo. Se asomó levemente al comedor, y no vio a nadie, así como tampoco en la habitación de al lado y el baño. El mobiliario estaba vacío, y todo estaba dispuesto igual que como lo había dejado. Entonces... ¿todo habría sido un sueño? No sería la primera vez en todo este tiempo que soñaba que Len la visitaba... pero había sido todo tan real... miró el horario y casi pega un grito. Si no se apresuraba llegaría tarde a trabajar.

Llegó con mucho mérito dos minutos antes de su turno, algo agitada. Al hacerlo, encontró a los dueños del negocio conversando con una vecina.

-... eso es lo mas extraño- comentó la anciana. Todos asintieron.

- Buenos días, señores Harada ¿Qué es lo extraño?- preguntó, intrigada.

- ¿No te has enterado de lo que pasó?- preguntó asombrada la anciana. Naomi negó con la cabeza- Bien, entonces te lo diré. Hoy a una hora muy temprana, aparecieron dos hombres tirados en la puerta de la sala médica... esterilizados.- susurró. Un tercero agregó:

- Completamente... debe haber sido con un objeto muy filoso. Menos mal que una de las enfermeras llegó primero a su turno, sinó se hubieran desangrado en la acera.- Naomi tragó saliva y no dijo nada al respecto. No podría haber sido... Excusándose, entró a la tienda y se preparó para empezar el día de trabajo, que por cierto prometía ser muy largo, teniendo en cuenta la novedad de la sala médica, lo que haría que todos estuviesen hablando de eso, y que además era Lunes, el día en el que recibían mas clientela pues el domingo no trabajaban. Efectivamente, no se equivocó. Toda la mañana y parte de la media tarde, cada cliente que entraba sacaba el tema para cotejar hipótesis, y así discutían sobre las causas o el autor. También había tenido que pedirle ayuda a Tetsúo, uno de los hijos del matrimonio para que le ayudara a atender la panadería, que estaba mas concurrida de lo habitual y no le daban las manos para continuar con el trabajo. Finalmente, la hora de regresar llegó, y por fin podría descansar un poco en la comodidad de su hogar. Para aumentar el buen humor ante la expectativa de regresar a la casa, Tetsúo se ofreció a acercarla unas cuadras en su auto, ya que tenía que atender unos negocios en el sector. Aceptó encantada la proposición del muchacho y se dispuso a disfrutar de un pequeño viaje en coche, que sinceramente le venía de maravilla para descansar sus piernas, las cuales la habían sostenido casi todo el día sin poder sentarse. El joven la dejó en la esquina, caminó el corto trecho hasta su casa con cierta animosidad. Aprovechando que su patrona le había dejado el martes libre, por haber trabajado mucho ese día, podría dedicarse a terminar de preparar las cosas para el bebe, las cuales había estado cosiendo y guardando para cuando llegara el día. Y además... podría dormir. Hacía mucho que la necesidad de horas de sueño se iba acentuando, de ser por ella se pasaría todo el día en la cama. "Es normal" le había dicho el médico. Por lo general en los últimos meses la madre no se encontraba muy enérgica, pues debía compartir mas nutrientes con el niño, y por lo general tenía una leve tendencia a dormir mas de lo común. A su opinión "leve tendencia" era poco decir para lo que sentía en ese momento, así que decidió que ni bien entrara a su casa, se bañaría y se iría a recostar un rato... para despertar el año que viene. Se paró frente a la puerta de calle y rebuscó un poco en su bolso, sacando la vieja llave metálica. Entró y colgó su abrigo en un gran perchero de madera, detrás de la puerta. Mientras hacía todo esto, no se había percatado de otra presencia en la habitación, hasta que se volteó para encaminarse al pasillo, y vio al dueño de una mirada felina que la observaba desde una silla recostada bajo una ventana.

- Pensé que nunca llegarías- saludó sin moverse de su asiento – Supongo... que tenemos mucho que hablar- terminó, dejando sobre la mesa un pequeño escarpín de lana celeste.

Continuará...

Hola! hoy estoy algo bajoneada porque mi amigo volvió hoy a Australia, y no lo voy a ver hasta dentro de dos años ¡¡lo voy a extrañar mucho!! Bueno, ya me descargué un poquito y no las voy a aburrir con detalles de mi vida personal... En fin, Len decidió ir a buscar a Naomi luego de su conversación con Anna, aunque la noticia de ser padre lo tomó por sorpresa, y va a tratar de hacer las cosas de manera mas viable, pues ahora se siente un poco mas culpable por no haberla acompañado durante el embarazo... vamos a ver cómo se resuelve su dilema.

Muchos saludos a Yun_Tao_19, Kajime, Zoe_Orimoto_Tao, Aome, Brenda-chan, Karin Hitomi Kitsune, Nadilius Weasley, Kikis Tao, Korishiteru, ~^_^~, Sonnenblume, Mimi de Yagami Asakura Tao y Hikaru Asakura por sus lindos reviews ¡Muchas gracias a todas!

Nos vemos pronto

Besos

Vale_chan