Capítulo – 13: Reencuentro

Por un momento no supo que contestar. Ahí lo tenía, después de tanto tiempo y de tantas cosas que alguna vez había querido decirle... Observó el escarpín que él había depositado en la mesa y luego se miró el vientre, no pudiendo evitar sonrojarse un poco. Pero tan pronto como el carmín tiñó sus mejillas, un sentimiento de duda comenzó a latir en su inconsciente... ¿qué hacía allí? Quizá necesitaría que firme algún papel para la anulación, o... lo mas factible: se había enterado del embarazo y quería llevarse al niño consigo apenas naciera, lo cual decididamente no iba a suceder mientras ella viviese. Dándose cuenta de que conjeturando no llegaría a ningún lado, decidió sacarse las dudas confrontándolo directamente.

- ¿Qué quieres?- preguntó, tratando de mantenerse lo mas entera posible.

- A ti- contestó resueltamente el joven shaman sin apartar la mirada de ella. Esta respuesta la turbó un poco, debía admitir que no se la esperaba... y decididamente le incomodaba el escrutinio del muchacho.

-.Sinceramente, te agradecería que dejaras los juegos de lado, Len. Te pregunté que querías.- replicó, con la voz apagada.

- Ya respondí esa pregunta- se levantó y caminó hacia ella, quien dio un paso hacia atrás- escucha... no puedes negar que quedaron algunos asuntos pendientes entre nosotros... solo quiero hablar contigo-

- Me parece que te acordaste un poco tarde de eso ¿no crees?- suspiró- te esperé durante mucho tiempo, Len y Dios sabe que lo hice... pero el plazo que pudiste llegar a tener hace bastante que expiró. Si no es nada lo que necesitas... vete. No deseo verte- no podía permitirse flaquear en esa situación. En los dos primeros meses que había vivido en el pueblo, había pensado en que quizá el iría a buscarla, de alguna manera, y trataría de arreglar las cosas, ella estaba dispuesta a escuchar... pero no sucedió. Todo lo que tenía allí lo había hecho con sacrificio y, no le molestaba admitirlo, lágrimas. Aunque no del todo, había podido comenzar a sobrellevar un poco la situación, lo suficiente como para pensar con cierto optimismo en el futuro de ella y de su hijo. Y ahora que todo estaba comenzando a rearmarse en su vida, aparecía él para poner de cabeza lo que había logrado ¿para que? Para luego irse y dejarla abatida de nuevo. Cuanto mas rápido se fuera, menor sería el daño.

- Maldición, no seas tan melodramática- exclamó el algo exasperado, acercándose mas a ella- Voy a hablar contigo lo quieras o no, tengo muchas cosas que decirte-

- ¿Qué cosas?- preguntó ella sin entusiasmo.

- Por ejemplo, que no debiste irte de la casa. Y también que Bazon y mi hermana te echan de menos... yo te echo de menos- reveló, tomándole suavemente la mano. Ella la retiró con rapidez.

- Ya te lo dije, Len, es tarde para eso. Si realmente me extrañabas, me hubieses buscado antes, no ahora que no hay nada para decir. Te aconsejaría que te apuraras a tomar el último autobus, con ese podrás llegar mañana a mediodía... y no harás esperar mas a tu prima.- con ese último golpe, abrió la puerta- que tengas buen viaje.-

"No puedo creer que sea tan terca... No voy a rebajarme y suplicar porque me escuche" –Como quieras. ¿No tienes deseos de hablar en este momento? Bien. Voy a quedarme ahí afuera hasta que quieras escucharme- prosiguió antes de que ella protestara- no voy a dirigirte la palabra, si es lo que quieres, solo voy a esperar ahí hasta que entres en razón y me digas cuando quieres que todo esto se aclare- terminó mirándola con determinación.

"Si, claro" penso Naomi- Adiós, Len- con esas últimas palabras, cerró la puerta. Realmente él no iba a... Esperó un momento prudencial y luego se asomó lentamente por la ventana, tapada por la cortina. Ahí estaba él, sentado en el jardín, mirando fijamente a la puerta. Un escalofrío le recorrió la espalda, y no pudo evitar sentir algo de culpa. "Cuando tenga frío y se canse, se irá" se dijo, para justificarse. Tratando, aunque en vano de no pensar en lo sucedido, entró a bañarse para descansar un poco el cuerpo, y luego de eso, prosiguió a hacerse la cena. Mientras la comida terminaba de cocinarse, no pudo evitar asomarse a la ventana otra vez, pues ya habían pasado dos horas desde lo sucedido y tenía... curiosidad. Asomó despacio la cabeza por el vidrio para echar un vistazo y pudo ver que aún se encontraba allí, en la misma posición. Rápidamente se corrió de la ventana para no ser advertida y volvió a vigilar la comida. Como lo había esperado, pasó toda la cena luchando contra el impulso de abrir la puerta para dejarlo entrar y terminar con aquella ridiculez de una buena vez. Suspirando exasperada, dejó todo en la pileta de lavar para el día siguiente y se fue a dormir, cuanto mas rápido lo hiciera, mas rápido llegaría el nuevo día y el problema se habría resuelto... o al menos eso esperaba.

El despertador sonó y Naomi lo apagó, con algo de mal genio. No había podido dormir bien en toda la noche, y justo cuando había podido conciliar el sueño, el maldito aparato había comenzado a hacer ruido... Desayunó con avidez y estuvo a punto de ir a cambiarse para ir a trabajar cuando recordó que le habían dado el día libre. Se había olvidado de ese pequeño detalle, y también de otro factor... rápida pero cuidadosamente se asomó por la ventana y ahí estaba él, en la misma ubicación del día anterior pero con los ojos cerrados. Suspiró y procedió a lavar la vajilla que se le había acumulado, para ocupar su tiempo. Sinceramente, el que su "marido" estuviese allí afuera todavía la ponía nerviosa. Estaba segura de que él no iba a moverse de allí hasta conversar, pero estaba... asustada. Había esperado mucho por que él apareciera por esa puerta a buscarla, y mucho mas cuando se enteró que iba a ser madre, pero el tiempo había pasado y al llegar a la casa se encontraba siempre sola... si en todo ese tiempo no había sido capaz de ir a buscarla, disfrutando el tiempo con su prima y quien sabe que otras cosas, bueno, eso significaba algo que ella ya sabía y no quería escuchar. Mirando hacia la puerta con determinación, se adentró con rapidez a su habitación y se cambió, era su día libre y no iba a desaprovecharlo. Se colocó un vestido celeste y ató su cabello negro con una cinta azul, luego tomó su abrigo que estaba en el mismo lugar donde lo había dejado y, tomando aire y contando hasta tres, salió. Como era de esperar, ahí estaba él sentado en el jardín con los ojos cerrados. Ella pasó rápidamente por su lado y el muchacho no movió un músculo. "perfecto, está dormido" apuró un poco el paso y dobló la esquina dirigiéndose hacia el centro. Con el dinero que había estado ahorrando, compró las cosas para el bebé que le faltaban: sabanitas, una colcha abrigada en color celeste correspondiente al sexo del niño, dos biberones y algunos sonajeros. Al salir de la tienda, despedida con una gran sonrisa por parte de la vendedora (que gracias a ella había tenido un muy buen ingreso ese día) salió a la calle. Mirando el reloj al sentir un poco de hambre, decidió cruzar de vereda y adentrarse en un pequeño restaurante, propiedad del hermano del panadero. Ordenó una cantidad considerable de comida y se dispuso a almorzar, pues se le había hecho tarde y sinceramente no tenía ganas de llegar a la casa y ponerse a hacer la comida. Una vez terminado el almuerzo, le pagó la cuenta al dueño del local y miró con cansancio los paquetes con todo lo que había comprado. Siendo franca, no iba a llegar a su casa con todo eso caminando, pues, además de que no tenía ganas, los bultos estaban algo pesados y no iba a poder con ellos todo el camino. Era en esos momentos en los cuales no estaba tan feliz de su estado, pues su agilidad había decrecido considerablemente y dos por tres se veía obligada a gastar en taxis para andar un trecho que podría haber caminado normalmente hacía unos meses... como en ese momento. Haciéndole señas a un coche que pasaba, se acercó al cordón de la vereda. "Fantástico" penso, mientras se apresuraba a introducirse en el taxi, y miraba el cielo que se había tornado gris. Llegó rápidamente a su domicilio, y luego de abonar al chofer lo requerido, bajó con todas las bolsas y se dispuso a entrar... seguía ahí. Esta vez se sintió mas incómoda aún, pues Len tenía los ojos abiertos y clavados en ella, y luego alzó una ceja inquisitivamente mirando los paquetes. Se adentró en la casa sin decir una palabra, y luego de cerrar la puerta, un trueno se oyó a lo lejos, sobresaltándola.

Perfecto, iba a llover. Len se acomodó mejor contra el cerco de madera del jardín, y se frotó la espalda. No podía quejarse, él había elegido esa táctica de persuasión... no había esperado que ella se mostrase tan dura, pero ¿qué pretendía? Debió haber sabido que la idea de recibirlo con flores y saltitos no estaba en su lista de prioridades. Tenía que admitir que en un principio había pensado en sentarla a la fuerza y hacerle escuchar todo lo que tenía para decir... atándola a la silla si le era necesario. Obviamente su lado racional había desechado esa idea, y lo único que se le había ocurrido en el momento, para no parecer un idiota que rogaba por atención, había sido la declaración de aguardar afuera. No era que no pudiera, estaba entrenado para permanecer días en esa postura si le fuera necesario, (y su padre era testigo) pero la idea de que ella se encontrase ahí dentro, después de tanto tiempo sin verla, y no poder hablarle o tocarla, lo volvía loco. Tan cerca pero tan lejos... no sólo los separaba la vieja puerta de madera, sinó un muro de resentimiento que él había ayudado a construir con su idiotez. Pensó en el contenido de las bolsas... cosas para su hijo... cosas que él tendría que haberse ocupado de comprar mucho antes de ese momento, mientras ella descansaba en la casa atendida por su hermana. La había seguido al centro aquella mañana, para asegurarse de que nadie molestara, y estar en un segundo junto a ella en caso de emergencia. Era consciente de que ella no debía salir ni hacer esfuerzos, y menos mal que había tomado ese taxi, pues de lo contrario él habría salido de entre las sombras para cargarla con el equipaje hasta la casa, le gustase o no. Mientras cavilaba, las gruesas gotas de lluvia habían comenzado a caer sobre él, de manera cada vez mas insistente a medida que pasaba el tiempo. Su abrigo se había mojado, y para su disgusto pudo descubrir que no era tan impermeable como pensaba... maldita tela japonesa... Levantó la cabeza y miró hacia la ventana... podría jurar que la había visto observándolo, aunque quizás se lo había imaginado, pues el agua no le permitía ver demasiado bien a mas de un metro de distancia. De repente, escuchó el sonido de la puerta de madera que se abría con dificultad y luego...

- Entra, Len. Estas terrible- pudo ver la figura de Naomi que se recortaba en el vano de la puerta y dejó de maldecir el mal tiempo.

No podía dejarlo ahí afuera. Por mas que tratara de hacerse la indiferente, no podía dejar de pensar de que su marido estaba ahí en el jardín, mojándose sólo porque ella se negaba a recibirlo. Quizás si no se hubiese asomado a la ventana, la situación habría sido distinta, pero al verlo sentado en el húmedo jardín, tratando de escapar al frío, había despertado su conciencia y admitió que esa estúpida situación no daba para mas. Colocó unos diarios viejos en la entrada para que él dejase los zapatos, y abrió la puerta. No pasó mucho tiempo hasta que él se levantó y entró despacio a la casa, chorreando agua.

- Siéntate aquí- le dijo al muchacho, señalando un viejo pero cómodo sillón. Acto seguido, se adentró a las habitaciones y reapareció con dos toallas para que Len se secara, y en un segundo viaje, trajo la estufa eléctrica. –Deja la ropa mojada en ese rincón, luego me ocupo de ella- El no habló, solo asintió.

No sabiendo que hacer ni que decir a continuación, Naomi se volteó y encendió una hornalla de la cocina, luego sacó unas verduras de la heladera y comenzó a cortarlas mientras él se quitaba el sobretodo y la camisa. Por un rato bastante prolongado reinó el silencio en la habitación

-¿Un antojo?- Naomi sintió la voz de Len al lado de su oído. Evitando darse la vuelta, contestó.

- No... sólo supuse que no comiste nada ni ayer ni hoy, así que hago mi buena obra del día y te doy algo caliente para comer-

- No tienes que hacerlo si no quieres, en realidad no tengo hambre- contestó el joven con tono arrogante. La muchacha se dio vuelta para mirarlo con escepticismo... y se dio cuenta de que él estaba mas cerca de lo que a ella le gustaba. A pesar de que hacía muy poco de que el shaman había entrado, su torso húmedo parecía irradiar calor... ¿o era su traicionera imaginación? No lo sabía. No pudo evitar deslizar la mirada por el cuerpo de Len, vestido sólo con su pantalón negro... con cada respiración las pequeñas gotas de lluvia se deslizaban rápidamente por su duro abdomen muriendo en... rápidamente subió la vista y la apartó, tomando una zanahoria para trozar. Al verla se sonrojó como una estúpida y se reprendió mentalmente por eso ¿Qué diablos le pasaba? Al darse cuenta de que él seguía esperando una respuesta de su parte, contestó.

- No se trata de querer. La realidad es que no comiste nada y yo tengo que aprovechar esta verdura. Es muy simple... ahora te aconsejaría que te acerques a la estufa, o vas a enfermar y no voy a ser yo la que se ocupe de ti- terminó. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo él se apartaba de mala gana de la mesada, y luego escuchó el ruido del sillón. Eso la complació pues su proximidad la incomodaba.

- ¿Por qué me dejaste entrar?- la voz de Len la sacó de su ensimismamiento.

- ...- ¿Por qué diablos había preguntado eso?- me asomé a la ventana para ver llover, y el espectáculo de un hombre mojándose en mi jardín me conmovió. Supongo que es la maternidad que me vuelve mas sensible- replicó en el tono mas neutral que le salió.

- ¿Lo has hecho?- preguntó él antes de que pudiese detener sus palabras.

- ¿Qué cosa?- inquirió la joven sin entender.

- Traer hombres aquí... estando sola- terminó con un dejo de posesividad. Naomi alzó las cejas. La verdad no lo había hecho, pero tampoco tenía por que darle explicaciones.

- No es algo de tu incumbencia ¿No te parece? A propósito, ¿Cómo está tu prima?- preguntó echando la verdura en una olla. Escuchó como Len hacía una inspiración.

- No lo sé- contestó acomodándose en el sillón.

- Debe estar preocupada si en estos dos días no la llamaste, te aconsejaría que lo hagas, podría molestarse...-

- No se como está pues la envié a su casa el día en que te fuiste- Len esperó unos segundos para ver su reacción. La espalda de ella se tensionó.

- Ah ¿sí?- preguntó, mientras bajaba un poco el gas y dejaba que la sopa se cocinara. Por mas que no era necesario que estuviese al lado de la cocina, decidió permanecer de espaldas a él, no quería mostrar demasiada consternación- ¿Te aburriste de ella?- agregó probando el preparado. No obtuvo respuesta. No se produjo dialogo entre ellos hasta que Naomi sirvió un humeante bowl de sopa sobre la mesa de madera y le hizo una seña a Len para que se sentara.

- Ahora que has terminado con esto, me gustaría que te sientes y que conversemos... formalmente, detesto que no me miren cuando hablo- manifestó el muchacho.

- Lo haremos luego de que termines de comer- declaró, casi con prepotencia maternal.

- No seas ridícula, Naomi. Tenemos cosas mas importantes para discutir en este momento que un poco de sopa-

- Mi casa, mis reglas, Len. No estuve de pie tanto tiempo con todo el esfuerzo que me cuesta, para cocinar esto y que tú no te lo comas- El no pudo replicar nada al respecto. Es mas, hasta se sintió algo culpable de hacerla trabajar.

- Lo... lo siento. Por favor siéntate a la mesa- Se disculpó sinceramente, algo que no recordaba haber hecho... en mas de tres ocasiones. Una vez terminado el "almuerzo" Len se levantó y lavó la vajilla que había utilizado. Naomi no protestó pues le dolían los pies y estaba segura de que para irse a dormir esa noche a su habitación tendría que hacer un curso.

- ¿Y bien?- preguntó ella al fin- ¿De que querías hablarme?- el se sentó enfrente de ella y la perforó con la mirada.

- Supongo que lo sospechas-

- Puede ser... pero como no tengo ganas de jugar a las adivinanzas, me gustaría que fueras al grano- de dónde había sacado tanta seguridad, no lo sabía.

- ¿Por qué te fuiste ese día?- preguntó él luego de un momento.

- Decidí facilitarte las cosas para que pudieses tramitar la anulación, eso es todo-

- ¿Por qué creíste que yo la quería?- preguntó, tratando de dejar de lado su conversación con Anna y deseando que fuese ella la que se lo dijera.

- Bueno, era evidente. Nos veíamos muy poco y parecías disfrutar mas el tiempo con Jie Lian...-

- ¿O sea que te fuiste porque te sentiste apartada? ¿Sólo fue por eso? Podríamos haberlo discutido- Ante esta declaración, Naomi decidió contarle lo de la oficina, si bien en un momento había pensado en no revelárselo.

- Casualmente pensé en eso, Len, no soy tan tonta como parezco. Sólo que no fue necesario que hablara contigo, pues antes de llamar a tu puerta escuché tu conversación con Jie Lian, por lo que las cosas me quedaron mas claras, y decidí que lo mejor sería irme, antes de ser desplazada formalmente por otra mujer. Tengo orgullo ¿Sabes?- Por un momento Len no contestó, sólo la miró.

- Orgullo...- musitó. Esa palabra que, por parte de los dos los había mantenido apartados todo ese tiempo – Sucede que no escuchaste la conversación entera, querida. Si sólo... te hubieras quedado un momento mas, hubieses escuchado lo que le respondí a mi prima- Suspiró y trató de aclararle, con toda la precisión que fue posible lo que sucedió después. - Como verás, yo también malinterpreté las cosas... y, como también tengo mi orgullo me negué rotundamente a ir tras alguien que no me quería a su lado- confesó, mirando para otro lado.

Naomi no pudo contestarle por un momento. Todavía le costaba creer que por un estúpido malentendido habían estado separados por mas de ocho meses.

- Pero la verdad es, Naomi... que yo... te amo y me haces mucha falta...- Los ojos amarillos que la miraban con calidez, resplandecían en su rostro sonrojado. Por fin lo había dicho. No había sido la manera mas elegante, pero por fin había podido decir esas dos palabras que desde pequeño le habían enseñado a suprimir – Siento no haberlo dicho antes y entiendo si tu... bien... no quieres...-

– Está bien Len, te entiendo.- interrumpió, tomándolo de la mano- Sólo te pido un poco de tiempo... la verdad es que no dudo de tus sentimientos, pero pasamos un largo periodo lejos el uno del otro y creo que las cosas tardarán un poco en ser como antes... Lo se- prosiguió antes de que él hablara- se que lo que me dijiste es verdad... y reconozco que no esperaba escuchar esas palabras de ti... sólo te pido que me dejes ordenar mis ideas ¿Entiendes? No es muy fácil luego de que pasé todo este tiempo sola. No te preocupes, yo también te quiero mucho Len, y nunca podría sacarte de mi vida pues eres el padre de mi hijo- lo miró a los ojos, y pudo ver que él entendió.

A decir verdad, por un momento Len se había olvidado del bebé. Se sonrojó levemente al mirar el vientre de Naomi.

- Yo podría... te molestaría si...- comenzó sin saber como decirlo. Por fortuna ella lo entendió. Asintiendo con suavidad, se levantó con un poco de esfuerzo y se dirigió al sillón cerca de la estufa, indicándole que se sentara a un lado. Una vez que él hizo esto, la joven tomó su mano, áspera por empuñar la cuchilla entre las suyas, y la depositó sobre su vientre. Durante ese momento tan íntimo los dos permanecieron en silencio, sin saber exactamente que decir. Inesperadamente, el bebé dio una patada y ambos se sobresaltaron: Len porque nuca se lo hubiera esperado, y Naomi... bueno, no era lo mas cómodo del mundo cuando el niño hacía eso. Len abrió desmensuradamente los ojos, y luego la miró, buscando una respuesta.

- Supongo... que quería saludarte- contestó algo sonrojada- no te alarmes, es normal que lo haga, es señal de que es un niño sano-

- ¿No te duele?- preguntó, dejando de lado por un momento la fascinación por su hijo. Ella negó con la cabeza y él se tranquilizó retirando la mano con algo de reticencia del lugar donde se encontraba. – Escucha, se que es muy pronto... pero desearía que fueras a la ciudad, los hospitales son mejores allí, y en caso de emergencias, bueno, yo estaría mas tranquilo...-

- Len... entiendo tu preocupación, pero ya te dije que...-

- Lo se, pero déjame terminar. No voy a obligarte a instalarte en el edificio Tao, entiendo tu renuencia. Puedes quedarte en casa de Yoh si lo deseas, yo pagaré tu estadía- antes de que ella pudiese protestar, el prosiguió- Entiende que no sólo lo hago por ti, sinó también por mi heredero, y no creo que ocuparme de mi hijo viole el acuerdo que acepté contigo ¿no estás de acuerdo? Estuve muchos meses ausente para él, y quiero comenzar a enmendarme...- ella asintió- Bien, no quiero que hagas esfuerzos ¿entendido? Mañana le dirás a tus jefes que te vuelves a tu ciudad, y que busquen un reemplazante.- Naomi lo miró con cierta suspicacia, pero al final asintió. Por mas que quisiera negarlo, las ordenes de su esposo no le desagradaban demasiado, por lo general tendían a su beneficio y enmascaraban su preocupación para con ella.

Pasaron lo que quedó del día conversando, y Len se ocupó de hacer la cena, limpió todo, y prácticamente no dejó que Naomi se levantara de esa silla. Cuando llegó la hora de dormir, Naomi condujo a Len a la habitación mas pequeña, que ya tenía la cama preparada para él. El joven la miró interrogativamente.

- ¿Qué?- preguntó ella- Por mas que quisiera partirte un jarrón por la cabeza, antes de hacerte entrar supuse que el día se pondría mas feo y que terminarías durmiendo aquí- Al adentrarse en la habitación, Len no pudo evitar un escalofrío, pero se negó rotundamente a que Naomi le dejara la estufa eléctrica.

- ¿Estás loca? Yo puedo soportar mas frío que esta niñería, deberías saberlo. Ahora ocúpate de ambientar tu habitación y vete a dormir- dictaminó con seriedad.

- No lo se... había pensado en quedarme un momento para zurcir unas medias y...-

- Ya me oíste, mujer. Vete a dormir o te acostaré yo mismo- ordenó.

Si bien estaba segura (o quizá quería estarlo) de que Len no cumpliría su amenaza, decidió acatar la orden, y se apresuró a entrar a su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Continuará...

Hola! perdón por la tardanza! Resulta que tenía el capitulo listo para subir y no podía entrar a la pagina para subirlo, porque modificaron un tema de cookies y yo no me había dado cuenta... así que recién hoy, realizando algunos sortilegios me pude enterar que mi**da pasaba y solucionar el problema... Les comento que el próximo capitulo quizas tarde un poquito mas, porque me voy una semana a la casa de playa de una amiga, y supongo que no tendré tiempo para escribir... ya les avisé.

Bueno, agradecimientos: Muchos saludos a Marion Asakura, Aome, Yom Kippur, Karin Hitomi Kitzune, Hikaru Asakura, Korishiteru, Nadilius Weasley, Mimi de Yagami Asakura Tao, Ady, Zoe_Orimoto_Tao, Kajime y Tsukasa Li-JMS-02 por los reviews!! besos enormes a todas!!.

C-you

Vale-chan