Capítulo – 14: Visita inesperada
La mañana se presentó nublada y fría, como Len había sospechado. Su sueño había sido bastante ligero, en parte por la situación del día anterior, y en parte por unos malditos gatos que habían estado peleando toda la noche en el baldío de al lado. Se levantó temprano, unos momentos después de que amaneciera, y encendió las hornallas de la cocina para ambientar el comedor, que por cierto parecía una heladera. Luego de cerciorarse de que no había posibilidad de que algo se quemara, se puso el abrigo y se deslizó sigilosamente por la puerta, desapareciendo calle abajo.
Naomi despertó al escuchar el viejo despertador que reposaba sobre una de las mesas de luz. Maldijo al principio como todas las mañanas, pero luego recordó que no estaba sola y trató de arreglarse lo mas rápido que pudo, pues era seguro que Len ya estaría despierto y ella tenía que hacer el desayuno. Cuando llegó al comedor, sus ojos se abrieron de par en par al ver a su marido sacando un gran jarro de leche de una de las hornallas... y al otro lado de la habitación una gran variedad de comidas sobre la añosa mesa de madera. Entre las tantas cosas que podía contar, se destacaban unos pequeños pasteles de chocolate, diversas tostadas, galletas de diferentes tamaños y jugos de fruta. ¿Cómo había hecho todo eso él solo? Lo miró inquisitivamente en busca de una respuesta, pero él sólo atinó a señalar la silla que estaba mas cerca de la cocina, que recibía mas calor, y se acercó a la mesa.
- Siéntate, supongo que con esto será suficiente- dijo él sirviendo la leche caliente en dos tazas bastante grandes.
- ¿Cuándo hiciste todo esto? No te escuché...- preguntó, todavía asombrada.
- Digamos que quise preparar un desayuno decente, pero al abrir tu alacena no encontré nada satisfactorio... así que salí a caminar y compré comida hecha en el centro pues el desayuno es muy importante, y mas en tu estado. ¿Satisfecha?- ella asintió- bien, ahora come.-
- Tengo que reconocer que no se por donde empezar...- comentó algo risueña.
- Es evidente que la leche es la que debes tomar primero- contestó con un resoplido- Necesitas energías, todo lo demás es un complemento... y pon mas mermelada en esa tostada, por dios, ahora debes comer por dos y no es saludable que comas tan poco, ayer leí que las muj...-
- Len...-
- ¿Hm?-
- Cómete un pastel y cállate- dictaminó ella con resolución. Lo último que necesitaba era que la natural indiferencia de su esposo se tornase en un control patriarcal que duraría hasta que el niño naciera.- Además tu también necesitas comer, estás muy delgado- remató, para picarlo por decirle lo que tenía que hacer. El joven se tocó inconscientemente los músculos de su abdomen y no dijo nada, sólo levantó una ceja inquisitivamente hacia su interlocutora y se desperezó resaltando, inconscientemente o no, cada fibra de su esbelto cuerpo. Acto seguido, se comió todo lo que le correspondía del abundante desayuno y lo que Naomi había dejado en el plato, para luego hacerla enfadar con una ácida réplica referida a la diferencia de apetitos, y que a pesar de que Naomi comía mucho menos, él no era precisamente el gordito.... Luego de disculparse silenciosamente por el intencionado comentario, lanzándole la mirada mas ardiente que ella podía recordar, desapareció por la puerta de calle alegando que volvería en unos minutos.
La joven se quedó mirando la puerta cerrada por un momento y luego se encogió de hombros, para después comenzar a juntar lo que había quedado en la mesa . No podía creer todavía que Len estuviese allí y que las cosas estuvieran casi arregladas. Asimismo, tantos meses sin comunicarse habían tenido su peso. Si bien tenía que admitir que al verlo sintió mucho alivio, y que luego de aclarar la situación su perspectiva sobre él había cambiado considerablemente, sabía que todo tardaría en ser como antes (si es que lo llegaba ser algún día...). Ya no estaba tan habituada al contacto con él, cosa que era normal luego de tanto tiempo, y a pesar de que lo quería, porque no podía negar que así era, algo en su cabeza siempre estaba a la defensiva. No podía sacar de su mente el hecho de que él le había dicho que la amaba... pero si eso era cierto, ¿Por qué no había ido a buscarla con anterioridad? ella lo sabía, el orgullo no se lo había permitido. Quizás, si Anna no hubiese hablado con él todavía seguirían sin saber nada el uno del otro. Se dio cuenta de que lo que no le permitía abrirse a Len era el miedo... miedo de que el orgullo de ambos volviera a perjudicarlos en el futuro por una nimiedad... y esa vez fuera irremediable. Lo quería demasiado... lo amaba demasiado como para soportar otra situación similar y además, ahora no eran dos personas las involucradas en la relación, debía pensar también en su hijo, y lo que era mejor para él.
Acababa de ordenar todo cuando Len apareció por la puerta, y le dijo que se preparara. La inusitada calidez que pudo ver en esos ojos ambarinos casi la desarma, y estuvo a punto de mandar al diablo toda la teoría que había tejido hacía unos momentos sobre el futuro de la relación e ir a abrazarlo. Cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando como una perfecta estúpida, volteó rápidamente la cara y terminó de correr las sillas. Sin percatarse del repentino lapsus de su esposa, Len la instó a guardar sus pertenencias mas necesarias, y le indicó que irían a hablar con sus jefes, para luego partir a la ciudad. Cuando hubo guardado unas cuantas cosas (de lo demás se ocuparían unos empleados de la empresa) salió a la vereda escoltada por el joven shaman y vio la causa por la cual él se había ausentado. Un imponente deportivo color negro estaba estacionado en la puerta de calle... y las llaves del lustroso vehículo las traía su esposo en la mano.
- Bien, sube. Yo me ocuparé del equipaje- declaró Len quitándole un gran bolso de las manos para luego introducirlo en el baúl.
- ¿Y este auto?- preguntó asombrada.
- Hmm, es solo uno de los coches de la compañía... tenemos un alcance bastante extendido en este país, y mandé a pedir uno desde Kyoto.- comentó él como al pasar, al tiempo que se reprendía mentalmente y se apresuraba a abrir la puerta del acompañante, para después ayudar a Naomi a acomodarse en el asiento.
- Lo lamento- dijo ella un poco sonrojada. Al ver que él parecía no entender por que se disculpaba, explicó- antes podía hacer la mayoría de las cosas sola, pero últimamente necesito ayuda hasta para incorporarme... y bien, siento incomodarte, lo haría sola si pudiera- El no dijo nada, solo le apretó suavemente la mano y cerró la puerta, luego se introdujo con rapidez en el vehículo y lo puso en marcha..
- Nunca te disculpes- declaró luego de un momento.- Es un Tao lo que llevas en tu vientre y todos deberían consentirte. Voy a ocuparme personalmente de que así sea... sin violar el acuerdo, no te preocupes- aclaró, mirándola de reojo.
Se dirigieron a la casa los señores Harada para informarles la novedad, y que ya no trabajaría en el local. A diferencia de lo que ella esperaba, se mostraron muy contentos, ya que su situación se había arreglado y hasta la obligaron a aceptar algo de comida para el camino. Luego de charlar un rato con los ancianos, Naomi preguntó por Tetsúo, a quien quería saludar. Afortunadamente estaba trabajando en el jardín de la pareja, así que la señora Harada fue a llamarlo para que la joven se despidiese de él. Esta no pudo reprimir darle un fuerte abrazo al joven que le había ayudado tanto durante su estadía, diciéndole que lo iba a extrañar y que iría a visitarlo. El le respondió el abrazo, bastante sonrojado, mientras en la otra esquina del recibidor, Len observaba la escena con el ceño inconscientemente fruncido.
El primer trayecto del viaje se desarrolló en silencio, interrumpido ocasionalmente por algún comentario de Naomi al que Len le respondía con monosílabos, al parecer estaba bastante pensativo. Luego de un momento, él rompió el silencio.
- ¿Alguien mas te ayudó, además de esos ancianos durante tu estancia en el poblado?- preguntó de repente.
- Mmm... hubo varias personas que me ayudaron en su momento, pero mayoritariamente fueron los señores Harada y sus hijos-
-... – un asentimiento fue la única contestación. Al ver que quizás encontraba un tema para platicar, Naomi pensó en detallarle algunas cosas.
- Cuando vi el cartel en su vidriera solicitando un ayudante entré, y luego de unos momentos ya estaba trabajando. Gran parte del día nos la pasamos platicando, y cuando me preguntaron donde vivía... y yo les comenté, se ofrecieron de buen grado a preguntarle a sus hijos si podrían ayudarme con algunas reparaciones, como el techo y la vía eléctrica. Al día siguiente, Souji y Tetsuo vinieron a ayudarme. Como Souji está casado y además trabaja, el que pasó mas tiempo conmigo fue Tetsúo... la verdad es que son una familia muy hospitalaria- comentó entusiasmada.
- Así que ese... Tetsuo, fue quien se mostró mas solícito contigo en lo referente al hogar- comentó Len intentando que su tono fuese el mas neutral posible. Sabía que era una estupidez sentir celos de ese insecto... pero no dejaba de molestarle el hecho de que esa cucaracha había estado a solas con Naomi en mas de una ocasión jugando a la casita con ella, aprovechando la necesidad de una figura masculina en su vida. En realidad, tuvo que admitir que lo que mas le incomodaba era el hecho de que ese tipo hubiese presenciado momentos en los cuales a él le hubiese gustado estar presente, por ejemplo, cuando ella se enteró que estaba encinta, o los cambios que su cuerpo iba sufriendo conforme pasaba el tiempo, hasta le hubiese gustado soportar esos clásicos llantos provocados por nimiedades que se dan en el segundo trimestre... Sin embargo, cuando todo eso estaba sucediendo, él estaba irritado en su casa tragándose el orgullo, mientras otro ocupaba su lugar.
- Sí, es una muy buena persona. Siempre me traía esos dulces violetas que a mi me gustan cuando pasaba por la tienda o veces me alcanzaba en su auto hasta la casa cuando tenía que hacer una diligencia... realmente se portó muy bien conmigo- explicó sonriente..
- Que bien.- murmuró el joven shaman sin mirarla.
- ¿Qué sucede?- preguntó Naomi al ver que los nudillos de Len estaban blancos a causa de la presión que él ejercía sobre el volante
-...-
-Len, ¿te sucede algo?- reiteró, al ver que él no respondía.
- No. Solo pensaba... que tuviste suerte al encontrar un hombre "solidario" que se ocupara de ti cuando necesitabas ayuda ¿no te parece?-
- Si, es verdad- acordó, aunque no le gustaba el rumbo que comenzaba a tomar la conversación.- Y... ¿le dijiste a Yoh que vamos para allá?- preguntó, para cambiar de tema. La mirada de él cambió, era como si hubiese olvidado que ella se quedaría allí. Luego, la típica media sonrisa apareció en su rostro y respondió.
- No. Pero de todas maneras tendrán un lugar... las cosas no han cambiado mucho y creo que me sorprendería si tuviesen algún cliente nuevo.
El sol se ponía cuando estacionaron en la puerta de la pensión. Len despertó a Naomi que se había dormido en la segunda mitad del trayecto, y la ayudó a bajar del auto. Al entrar en el lugar, sólo vieron a Anna, que se encontraba mirando una telenovela y Len supuso que los demás habrían salido a hacer las compras para la cena.
Al verlos, el rostro de la itako mostró un fugaz matiz de sorpresa, pero tan rápido como el gesto se manifestó, desapareció para darle lugar a su clásico semblante inexpresivo. Luego de saludarse apropiadamente, Len le informó, sin dar motivos, que Naomi se hospedaría en la pensión.
- Me parece bien, me hace falta una mujer para compartir las tardes desde que Tamao decidió irse a la ciudad a aprender ese estúpido curso de teatro... siempre y cuando pagues lo que consuma. No pongas esa cara, tú no tienes problemas económicos y esto no es una iglesia- se apresuró a acotar antes de que Len le respondiese algo relacionado con su implacable espíritu comercial. Luego de acordar las pautas de la estadía, Anna los invitó a sentarse y las jóvenes conversaron durante un largo rato sobre las cosas que habían sucedido, mientras Len preparaba el té en la cocina con el pensamiento recurrente de caldear a Anna con él para que aprendiera a no darle órdenes a un Tao. Igualmente, a diferencia de lo que esperaba, la paz duró poco.
-¿¿QUEEE??- la voz de Horo Horo resonó por todo el comedor, al tiempo que sus ojos desmensuradamente abiertos observaban a Naomi. -¿Cómo que ella está embarazada? ¿El tonto de Len Tao va a ser padre? ¡No puede ser!- exclamó todavía asombrado.
- Tienes razón, eso no puede ser- concordó Len, que apareció de repente por el shoji de la cocina portando una bandejita rosa con tres tacitas de té.- te diré lo que en verdad sucedió: decidí disfrazar a mi esposa de piñata de fiesta para que tú te diviertas...- el joven concluyó el comentario con una mirada que parecía deletrear "pedazo de estúpido" dirigida hacia el Ainu. La cara de Horo Horo pasó de la sorpresa a la rabia en un santiamén.
- Ja ja ja Te crees muy gracioso... ¿verdad? bien, no vas a divertirte tanto cuando acabe contigo- espetó Horo al tiempo que dejaba las bolsas de las compras en el suelo y se disponía a comenzar una de las corrientes peleas.
- Ah, ¿Si?- preguntó burlonamente Len mientras también dejaba lo que tenía en las manos para ocuparse de su amigo.
- ¿Qué diablos creen que están haciendo, inútiles?- La espeluznante voz de Anna cortó todo aire conflictivo al asunto y atrajo la atención de los jóvenes – Tú, levanta ya mismo esas bolsas y llévalas a la cocina, no pagaste por esa comida que estás arrastrando por el suelo, así que mas te vale cuidarla ¿escuchaste?. Y tú, ocúpate de servirle el té a tu esposa. No solo tiene que cargar con el niño que le has hecho, sino que también tiene que hacerlo con tu desconsideración.- Un pequeño tic en la comisura del labio de Len, antes de darse vuelta a mirar fulminantemente a Anna, fue el indicador de que se avecinaba una tormenta...
- Ji ji ji... No seas tan dura, Annita, sabes que hace bastante que los muchachos no se ven... y...- Al parecer, el pobre intento de Yoh por aplacar la situación no sirvió de mucho.
- ¿Estás contradiciendo la voluntad de tu prometida?- preguntó calmadamente la itako a su ahora tembloroso interlocutor.
- N-no Anna... como se te ocurre...- negó vehementemente Yoh al tiempo que miraba su reloj- pero mira la hora que es, ven Ryu, vamos a hacer la cena- y así, con la mayor celeridad que pudo, el heredero de los Asakura salió de escena evadiendo un terrible castigo junto a su amigo Ryu, que todavía tenía el rostro desencajado por la sorpresa.
En ese momento, Naomi se acordó de algo.
- Oye Len, ¿Dónde está Bazón?- preguntó intrigada. No lo había visto desde el día en que se había marchado.
- Es cierto, me había olvidado. Anna, ¿Te importaría?- preguntó sin mucho interés. Anna asintió y abrió la puerta del cuarto de limpieza... donde se encontraba Bazón aprisionado por su rosario, mirando con ojos llorosos.
- ¡¡¡Señorito!!!- exclamó entre lagrimas el demacrado espíritu. Naomi miró a Len inquisitivamente.
- Bien, decidí que no podría tener privacidad cuando te fuese a buscar si él estaba revoloteando todo el día sobre nuestras espaldas... así que lo dejé aquí con Anna para evitar interrupciones.- una vez liberado, Bazón se acercó a Naomi y luego de saludarla fervientemente comenzó a bombardearla con todo tipo de preguntas, hasta que Len se hartó y le indicó de una manera no muy elegante que desapareciera.
- Debí dejarlo un tiempo mas ahí adentro- refunfuñó el muchacho mientras colocaba una taza entre las manos de Naomi.
Las cosas se fueron desarrollando de la misma manera durante casi dos semanas en la pensión: Anna explotaba mucho mas a los muchachos (si es que eso era posible) aprovechando el embarazo de Naomi llegando a extremos insospechados, y un claro ejemplo sucedió un domingo por la tarde.
- ¡Horo Horo!- exclamó la sacerdotisa que se encontraba sentada en a cocina. Luego de un momento, el fatigado Ainu apareció por la puerta.
- ¿Qué quieres, Anna?-
- Sírveme un vaso de jugo- indicó sin inmutarse. Horo la miró incrédulo.
- Tienes la heladera a medio metro de distancia... ¿y me haces cruzar toda la casa para esto?- preguntó algo molesto.
- Sí.-
- Bruja- murmuró por lo bajo el ainu, al tiempo que una de las cejas de Anna se alzaba.
- Pero no lo haces sólo por mí, recuerda que lo haces por una embarazada...- ese último comentario colmó la paciencia del joven.
- ¡Eso no tiene nada que ver! Ella no quería un vaso de jugo ¿o sí?, tú eres la que lo desea y no tienes ningún impedimento para levantarte y...-
- Soy su dama de compañía, imagina si yo me ausento de su lado y ocurre una emergencia, no podemos dejar que eso pase...- Horo sintió que la cólera aumentaba aún mas en su interior, por lo que decidió servirle el jugo con rapidez y desaparecer, antes de hacerle algo a Anna y darle un motivo para correrlo.
- Y dime....- Anna se volteó hacia Naomi y bebió un sorbo de líquido- ¿Len ha aparecido?- la otra joven negó con la cabeza y Anna solo asintió.
Hacía tres días que no sabían de Len. Durante una semana y media, él había concurrido a la pensión día por medio, para visitar a sus amigos y obviamente a la joven, con quien se mostraba casi indiferente delante de los demás, factor que preocupaba un poco a Ryu, amigo de los arrumacos. Sólo se dirigía a ella cuando quedaban a solas (maniobra orquestada por Anna cada vez que podía) y cuando eso sucedía, parecía una persona totalmente distinta. Le preguntaba cómo se sentía, cosas sobre el bebé, y en alguna que otra ocasión le contaba historias de su familia que le había relatado Jun para hacerla reír. También disfrutaban bastante de los silencios. Había días en los que sólo se sentaban en el jardín a mirar el cielo y no cruzaban palabra, aunque cada uno era muy consciente de la presencia del otro y en varias ocasiones Len la abrazaba para que no tomase frío, tal y como lo había hecho cuando se estaban conociendo. Por el otro lado, él nunca le había dicho nada para presionarla y definir su situación, lo cual mostraba a las claras que respetaba su decisión, por mas que era evidente que no la compartía y Naomi lo agradecía. Ahora hacía tres días que no sabían nada de él y Naomi había comenzado a pensar si había dicho algo que lo hubiese molestado.
- ¡Quizás tuvo un accidente!- la cabeza de Ryu emergió de una ventana con un gran pañuelo lleno de hollín en la cabeza. Al ver el semblante neutro de Anna y haber obtenido la atención de su compañera, prosiguió- estoy seguro de que algo así sucedió, no nos olvidemos que es muy orgulloso y va a preferir morirse antes que...-
- Cállate y sigue con tus tareas- la voz de Anna lo interrumpió de manera cortante al tiempo que la joven cerraba de un golpe la ventana.- idiota- murmuró- No debes preocuparte por eso, él está bien, si hubiese sucedido lo contrario Bazon ya nos hubiera avisado, además, no presentí que se haya muerto o algo por el estilo.- comentó resueltamente la Itako para tratar de no alarmar a Naomi. Era muy normal que Len desapareciera de repente sin decir a donde se dirigía, para aparecer meses después sin intención alguna de dar cuenta de lo que había hecho. Por otro lado, no podía creer que hiciese eso justamente cuando la madre de su hijo estaba por dar a luz... podía jurar que si el idiota de Yoh se atreviese a hacerle lo mismo luego de embarazarla, el infeliz lo lamentaría para toda su vida. –Estaba pensando... quizás cuando nazca el niño deberías mudarte a la habitación 12. Es mas cálida porque linda con las aguas termales, y además estarás lejos del alboroto que provocan esos... maldición- Anna se interrumpió al ver el semblante dolorido de Naomi, y agua en el suelo- La bolsa se rompió... ¿no te sentías algo descompuesta?- La muchacha negó con la cabeza.
- Solo una pequeña molestia, que es normal. Es solo que... bien, despues de lo que dijo Ryu me puse algo nerviosa, supongo que los nervios me jugaron una mala pasada- trató de pormenorizar. La verdad era que se sentía bastante exaltada, pues el pensar que le hubiese sucedido algo a Len la ponía muy intranquila, y por el otro lado, gracias a su preocupación, su parto se había adelantado dos semanas, y al ser primeriza no sabía bien que hacer. Anna asintió, anotando mentalmente que luego se ocuparía personalmente de Ryu, por insensato.
- Todo esto es muy repentino... ¡Ryu, Horo Horo vengan inmediatamente!- Gritó Anna al tiempo que ayudaba a Naomi a levantarse y la conducía a su habitación. Rápidamente los dos shamanes aparecieron en el comedor mojados y vestidos con una toalla corta, Ryu con el pañuelo sucio todavía en la cabeza.
- ¿Qué le sucede? Preguntó Horo al ver a Naomi y luego el suelo mojado- al escucharlo, Anna revoleó los ojos.
- Te daré dos opciones: 1)está dando a luz, o 2) teníamos ganas de verlos desnudos con esas ridículas toallas semi mojadas (que por cierto son mías, ya hablaremos de eso después)- los ojos de los dos shamanes se agrandaron por la sorpresa y se miraron sin saber que hacer.
- Esto es lo que sucederá- comenzó Anna- Yo iré a comprar unos pañales pues el parto se adelantó y no había nada preparado para llevar al hospital, mientras ustedes la llevan a su cuarto y llaman a los paramédicos, no tenemos un vehículo y esto no puede esperar- la voz de la Itako no dio lugar a discusiones y los dos jóvenes asintieron algo temblorosos. Acto seguido, Anna tomó con rapidez su bolso y salió por la puerta.
- Bien doña Naomi, la llevaré a su habitación. Tu llama a los paramédicos- declaró Ryu con falsa determinación. Ella asintió levemente antes de no poder contener un grito de dolor producto de una contracción. Los dos jóvenes se quedaron petrificados ante el alarido, asustados y confundidos ¿era normal que le duela tanto? ¿qué podían hacer?. Al ver la cara de sus acompañantes, y darse cuenta de que tendría que ser ella la que dijera frases tranquilizantes o seguirían en ese comedor hasta la noche, se dirigió a los dos.
- Está bien, esto es normal que me suceda y con el correr del tiempo va a ser peor, pero no se preocupen, no ocurre nada malo (creo) todos los partos son así-
Ellos suspiraron un poco mas aliviados y la llevaron a su habitación. En ese momento, Yoh y Manta regresaban del entrenamiento diario del primero. Al escuchar las voces que provenían desde la habitación de Naomi se acercaron con rapidez y vieron lo que sucedía.
- Bueno, jijiji parece que las cosas se adelantaron un poco ¿no?- comentó risueñamente Yoh, acercándose a la cama.- ¿Cómo te sientes?- preguntó un poco mas serio.
- B-bien, aunque podría estar mejor- logró decir Naomi antes de que otra contracción la asaltara. Estaba bastante agitada y su brilloso cabello negro estaba ahora mojado de sudor.
- Bien, quédese tranquila, ya van a llegar los paramédicos- declaró Ryu mientras le colocaba un paño frío en la cabeza.
- Ryu, eso es para la fiebre, tonto- lo corrigió Horo, al tiempo que comenzó a echarle un poco de aire a la joven- esto es lo que se debe hacer.
- No digas tonterías... siempre en televisión piden agua y unos paños...-
- Calientes, Ryu. Y no son precisamente para la cabeza- acotó Tokaguerou que ahora se había sumado al grupo de hombres en pánico.
Yoh empezó a emitir una constante risita nerviosa, al tiempo que Manta abría su enciclopedia para ver si encontraba algo útil. Por su parte, Naomi deseaba que Anna llegase pronto, pues aunque agradecía la buena voluntad de los muchachos, la verdad era que estaban mas asustados que ella y no tenían idea de que hacer, lo que no llevaba a nada bueno. Para matar el tiempo, y tratar de distender la situación, Yoh comenzó a contar chistes que Cocolove le había enseñado, sólo para recibir miradas asesinas de los presentes, aunque en sí las bromas cumplían su cometido, entretener hasta que los médicos llegaran. Para alivio de la población masculina en la sala, Anna apareció cargando una bolsas.
- ¿Todavía no están en el hospital?- preguntó alterada, al ver el estado de la joven y la completa ineptitud de todos los presentes.
- Ya nos hemos ocupado de eso, doña Anna, Horo Horo llamó a los paramédicos apenas usted se fue, pero todavía no vienen ¿Cierto?- al ver que Horo Horo no contestaba y que estaba algo sonrojado, reiteró- ¿Cierto? - el mencionado emitió una risita nerviosa.
- E-es que con todo el movimiento de traerla aquí y que se sentía mal pues... me olvidé.- pudo confesar, algo apesadumbrado.
-¿¿Quee??- fue la pregunta general. Si Anna no hubiese tenido algo mas importante que atender, lo hubiera golpeado. En vez de eso, decidió tomar cartas en el asunto, lo mas rápido posible.
- Bien ya no hay tiempo para hospital, el niño tendrá que nacer aquí- declaró con firmeza.- no se preocupen, ustedes no harán nada- aclaró a los jóvenes que de repente se habían puesto tiesos de los nervios- solo Manta me ayudará-
- ¿Quee? ¿Y yo por que?- preguntó algo incómodo.
- Porque eres el mas culto y necesito un asistente. Lamentablemente Fausto no se encuentra aquí, y tu eres el mas apto. Tú- apuntó a Ryu- ve a calentar una olla con agua. Tu- apuntó a Horo- ve a traer toallas limpias y también unas sábanas. Yoh, ve a preparar la cena, terminaré muy hambrienta luego de esto- así en un abrir y cerrar de ojos la habitación quedó despejada y Naomi pudo relajarse un poco.
Len no podía creer su mala suerte. Había ido hasta su casa en china para recoger algunas cosas de cuando era niño, para darle una sorpresa a Naomi y había hecho el trayecto de ida en avión con un sol radiante. Tuvo que ocurrírsele que a la hora de volver llevaría a Hakuoh consigo y cabalgaría un tramo (necesitaba aire fresco) para que a una hora de trayecto se largara a llover torrencialmente. Afortunadamente, llevaba su pequeño tesoro en un bolsito de cuero que lo protegería de la humedad. Para ser sincero, esperaba que a ella le gustara lo que traía, tenía muchas ganas de sorprenderla y creyó que la mejor manera de hacerlo, sería llevar algo suyo, un pedazo de historia que quería compartir con ella, ya que siempre le demandaba que le hablase de su pasado. Bien, ¿qué mas perteneciente al pasado que una pañoleta de piel con la insignia de su familia, la misma con la que lo habían envuelto a él cuando había nacido? Además, había encontrado pequeños animales tallados en marfil, que recordaba haber tenido en su habitación hasta que un día desaparecieron, pues su padre creía que con seis años ya estaba grande para juguetes... Aunque él era reacio a todo ese tipo de manifestaciones, no le importaba en absoluto tenerlas de vez en cuando con su esposa, y mas ahora que quería recuperarla. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando estaba a dos cuadras de la pensión. No supo decir si era el frío que sentía su cuerpo empapado, o... algo mas.
Al entrar en el comedor, un grito de dolor indiscutiblemente efectuado por Naomi tensó sus nervios. En un abrir y cerrar de ojos, estuvo metido en la habitación, chorreando agua y con su cuchilla en la mano, dispuesto a despedazar a cualquiera que estuviese lastimando a su esposa.
- L-Len... – el joven giró instantáneamente la vista hacia la cama, al escuchar su nombre, y ahí fue que vio a su esposa en tratativas de parto. ¿No se suponía que faltaban unas semanas?- Se acercó a la cama y sin importarle que Anna (que lo miraba enfadada) y Manta estuviesen presentes, la tomó de la mano y le apartó el cabello de la cara con suavidad.
- Ya estoy aquí. ¿qué puedo hacer por ti?- preguntó casi en un susurro, al tiempo que ella le apretaba la mano al sentir una fuerte contracción.
- Creo que en esto ya no puedes... ayudarme, pero me alegra que estés aquí. No te preocupes, Anna se ocupará.- Len miró de reojo a Anna, y luego a su esposa.
- ¿Tienes miedo?- preguntó acariciándole el cabello. Naomi escudriñó las profundidades de sus ojos dorados, y comprendió que si admitía estar asustada, él se pondría mas nervioso, y no quería que él se sintiera mal.
- ¿Cómo puedo tener miedo si estás aquí conmigo?- replicó con una media sonrisa, típica de las de él. Len le besó la frente con suavidad y sintió como el cuerpo de la joven se ponía rígido a causa de otro espasmo. Se le hizo un nudo la garganta, sintiéndose culpable de ese sufrimiento... él la había embarazado y ahora ella podía morir por su culpa, y sería algo que nunca podría perdonarse. De repente, ella le asió la mano y comprendió que quería decirle algo, así que acercó su rostro al de ella.
- Len... – susurró la joven- por favor, márchate, no puedo... no puedo gritar delante de ti- el asintió y le dio un último apretón en las manos, antes de levantarse. Cuando hubo llegado a la puerta, pudo ver como ella se contenía de dar un alarido. Miró a Anna que ya lo estaba viendo con bastante impaciencia.
- ¿No puedes hacer nada por ella?...- preguntó con un gesto casi aniñado.
- Ella es pequeña y tu hijo es enorme, así es un nacimiento- lo cortó, al tiempo que lo sacaba al pasillo y cerraba la puerta con llave –Ahora no molesten y encuentren algo productivo para hacer- fue lo último que se pudo escuchar de Anna por detrás de la puerta.
Las horas pasaban y cada grito de Naomi rasgaba profundamente el alma de Len, quien estaba sentado en el techo de la pensión a pesar de la lluvia. Las dos veces que había querido entrar a la habitación para ver que rayos estaba sucediendo, había sido detenido por sus amigos, y por primera vez tuvo que admitir que para esta situación en particular era un completo inútil, y eso le molestaba, le resultaba desagradable ser incompetente, y mas cuando su esposa estaba sufriendo tanto por su culpa. Maldición, la amaba. Era la única persona además de su hermana con quien se sentía totalmente a gusto, y también, la única persona que conocía sus debilidades, celosamente guardadas al escrutinio de los demás. Los había separado su orgullo por bastante tiempo, y ahora, que todavía no la había recuperado, estaba la posibilidad de que muriera por dar a luz a su hijo. Si eso sucedía, no podría perdonárselo nunca. No sabiendo ya que hacer, bajó del techo y se dirigió al comedor, donde estaban los demás esperando el desenlace. Yoh estaba bastante tranquilo, pues estaba seguro que Anna sabía lo que hacía, pero no podía decir lo mismo de Len. En todos los años que lo conocía, jamás le había visto perder el control de sus emociones, y además siempre se encontraba a la defensiva. Ese día, sin embargo, detrás de su semblante serio se veía una marcada vulnerabilidad y un dejo de impaciencia que no le molestaba evidenciar. Yoh lo entendió... y decidió hacer algo por su amigo.
- Oye Len, ¿Quieres algo de leche?- preguntó sonriente. El aludido no contestó, estaba demasiado absorto en sus cavilaciones. Yoh no volvió a repetir la pregunta, pero se levantó y al rato apareció con un vaso de leche que depositó delante de Len. El joven lo notó y se lo agradeció con la mirada, para luego beberse de un solo sorbo el contenido del recipiente.
- Bien, con eso será suficiente - declaró Yoh- Lo siento amigo, pero era la única manera de ayudarte.-
- ¿De que diablos estás hablando, Yoh?- preguntó el futuro padre, al tiempo que notaba cómo sus párpados se hacían cada vez mas pesados y se cerraban contra su voluntad, sumiéndose un rato después en la profunda inconsciencia.
Despertó con un profundo dolor de cabeza, la cual se tomó con rapidez antes de abrir los ojos.
- ¡Por fin lo he conseguido! Ya se despertó- declaró orgullosa la voz de Horo Horo.
- Len que bueno que despiertas, hace una hora que queríamos hacerlo pero no reaccionabas... creo que a Don Yoh se le fue la mano con el polvo somnífero...- comentó Ryu al tiempo que le palmeaba la espalda para despabilarlo.
- ¿Qué?- todo el parloteo lo había confundido, sentía que la cabeza le daba vueltas y que si no se agarraba de la pared caería inmediatamente al suelo. Luego recordó el maldito vaso de leche... Yoh lo había drogado para que la espera no lo volviera loco, y le resultaba extremadamente humillante.
- Sí - acordó Horo- yo también lo pensé... por suerte despertaste cuando te dí con mi tabla de... ¡oye! No seas malagradecido ¿dónde vas?- exclamó al ver que el joven no le prestaba atención y se encaminaba para el pasillo.
Len caminó como pudo hasta llegar a la instancia de las habitaciones, donde se encontraba Yoh charlando animadamente con Manta, quien estaba sentado en una silla. Lentamente se acercó al dueño de la pensión, y antes de que el otro lo pudiera prever, le dio un golpe que lo hizo volar por la habitación.
- Gracias- murmuró al joven despatarrado en el suelo, que reía como si le estuviesen haciendo cosquillas. Luego se puso mas serio y miró a Manta, algo sonrojado- ¿Puedo... pasar?-
- Adelante Len, ella te está esperando- contestó sonriente el enanín.
Con la mano algo temblorosa "por el maldito fármaco" (se justificó), abrió lentamente la puerta de la habitación. Ésta estaba casi a oscuras y agudizando la vista pudo ver la forma de Naomi sobre la cama. Se acercó casi silenciosamente y encendió un velador.
- Así que... ya despertaste- la voz cansada de Naomi lo hizo voltear, se la veía pálida y agotada, pero al mismo tiempo, le pareció que estaba mas bella que nunca.
- Lo siento- dijo algo sonrojado- no quise...-
- Lo sé, Anna me lo contó. Dijo que estabas muy nervioso- interrumpió con suavidad.
- Tenía miedo de perderte- admitió mirando hacia abajo- me sentí tan inútil... que me resultó desesperante- terminó al tiempo que la miraba nuevamente a los ojos.
- Bien, no has perdido nada... en este caso lo ganaste- ella sonrió y tomó el pequeño bulto envuelto en una manta celeste que dormitaba a su lado.- Te presento a Tsen,Tao tu hijo... nuestro hijo.- Al correr casi con torpeza el borde de la manta, Len pudo ver a un pequeño niño de mirada ambarina que lo observó con cierto interés, antes de volver a dormirse contra el regazo de su madre. Por un momento no supo que decir, todo lo que pudo hacer fue besar a Naomi en la frente, y agradecerle al oído por le hijo que acababa de darle.
- Me habían dicho que era grande, pero es el trozo de humanidad mas pequeño que vi en mi vida- susurró al tiempo que rozaba la mano del bebé con un dedo.
- Tiene tus ojos... va a ser todo un conquistador ¿no te parece?- preguntó risueña al ver que las mejillas de Len se ponían escarlata.
- Eso es evidente, es un Tao- logró decir con algo de vanidad- siento haberme ausentado, no pensé que esto fuera a ocurrir tan pronto y quería darte una sorpresa- comentó.
- ¿Qué sorpresa?- preguntó Naomi con interés.
- Ahh... son solo cosas de cuando era pequeño... pense que te gustarían...- contestó con cierta incomodidad.
- Gracias. Eres muy tierno ¿lo sabías?- preguntó ella al tiempo que le pasaba una mano por el rostro.
- ¡Eso no es verdad! - objetó él con vehemencia, solo para despertar a su hijo y hacerlo llorar por primera vez. Obviamente, su objeción quedó totalmente refutada cuando tomó con cierta inexperiencia a Tsen en brazos y comenzó a mecerlo cuidadosamente para que cesara de sollozar.
Continuará...
Bueno, anteúltimo capítulo. Ya se que tardé mucho, pero al final me quede dos semanas en la playa en vez de una... y cuando volví, además de hacer el fic tuve que empezar a preparar otro final de la Universidad (Historia Constitucional) asi que estuve algo ocupada, supongo que sabrán perdonarme ^_^
Saludos A: Ady, Korishiteru, Hikaru Asakura, Karin Hitomi Kitzune, Kanna Sagara, Kikis Tao, Xgirl 1, Hydou, Romina-chan de Tao, Brenda-chan, Mimi de Yagami Asakura Tao, Rika asakura, Nadilius Weasley y Yom Kippur por sus reviews!!! Que emoción llegué a los 112 (mmm la verdad que no me lo esperaba, así que gracias por leerme) ^_^.
Nos vemos en unos días,
Vale-chan
