Cuervos Albinos (2/3)
Autor(a): Adhara Phoenix
E-mail: adhara@secretgame.net
Clasificación: PG-13
Pareja: HG/LL
Disclaimer: Los personajes de esta historia son propiedad de JK Rowling y
están utilizados sin ánimo de lucro.
Spoilers: La Orden del Fénix
Comentarios: Este fic fue escrito para el desafío "Parejas Inusuales" de
Julio-Agosto en la lista de correo HP-Slash
().
.2.
La magia de la señora Pomfrey había funcionado tan bien sobre su tobillo roto que Ginny no sentía ningún dolor cuando empujaba las sábanas hacia el borde de la cama una y otra vez, intentando deshacerse del persistente calor y la sensación de asfixia. Algo parecía oprimirle las piernas, una mano invisible que la obligaba a encogerse sobre sí misma para soportar aquella tensión. Se volvió de cara a la pared y apretó las rodillas contra la pintura fría. Durante unos segundos, la incomodidad desapareció, pero en cuanto sus músculos se relajaron volvieron a latir con fuerza. "Eso son puros nervios", había afirmado la señora Pomfrey por la tarde, tras comprobar que el tobillo volvía a estar perfectamente. "Tranquilízate y se te pasará".
¿Nervios? ¿Por qué? Ginny apoyó la frente en la pared y se rió por no llorar. ¿Podía una chica de quince años estar estresada? "Bueno, tal vez si has pasado la tarde luchando contra asesinos convictos, pensando que cada maldición que escuchabas iba a darte en la espalda, el estrés sea un típico... ¿cómo lo llamarían los muggles? Efecto secundario".
Por mucho que lo intentara no iba a lograr tranquilizarse, no mientras la señora Pomfrey, McGonagall y todos los adultos que había visto siguieran actuando como si el estado de su hermano fuera un absoluto secreto... Ya habían pasado horas desde entonces, y el único momento en que había visto a Ron una vez pasado el peligro fue cuando despertó en uno de los carruajes de Hogwarts, con la cabeza en el regazo de Tonks y el estómago dándole vueltas. Había visto a Luna y Neville sentados en una esquina, ya despiertos pero aparentemente muy lejos de allí. También el cielo, con nubes oscuras y una luna pequeña pero brillante, deslizándose alrededor del carruaje. Y su hermano cubierto de horribles moratones tendido sobre el hombro de Lupin y a Hestia Jones sujetando a Hermione que parecía...
¿Muerta?
Un escalofrío recorrió su espina dorsal y sintió que la pared le caía encima. Se apartó bruscamente. Unas horas antes morir le parecía algo tan lejano que ni siquiera se había parado a pensar en la posibilidad. Simplemente había visto la oportunidad de hacer algo, de ayudar, igual que sus compañeros, de no dejar que de nuevo Harry cargase con todo el peso solo, como el año anterior... Quizá si el año anterior les hubiera tenido al lado, todo hubiera sido distinto. O quizá estarían todos muertos. Como Cedric.
Pero Hermione no podía estar muerta. Las malas noticias siempre son las primeras en propagarse, o eso quería creer Ginny. La noche que Cedric Diggory murió, el ambiente en Hogwarts era distinto, una pesadumbre rendida, espesa como melaza. Pero tras volver del Ministerio había nerviosismo en todos los que habían pasado por la enfermería, y Ginny se aferraba a esa pista como la prueba definitiva de que todos habían sobrevivido con mayor o menor suerte...
- Luna, ¿estás despierta? - susurró incorporándose y apartando la cortina. Ningún movimiento surgió de la otra cama, sólo una voz ronca pero alerta.
- Creo que sí.
- ¿Crees? - sonrió Ginny bajando al suelo.
El suelo de piedra estaba templado, como la base de una chimenea, y supuso que la señora Pomfrey lo mantenía así con algún hechizo para no tener que añadir resfriados a la lista de enfermos. Dio el primer paso con cierto miedo, pensando vagamente si la curación funcionaría y su tobillo estaría soldado del todo. No sintió nada especial. Atravesó los escasos dos metros que la separaban de la cama de Luna y apartó la cortina.
- Sí... igual estoy soñando que estoy despierta y que tú me preguntas si estoy dormida. - pero era obvio que no era el caso, porque giró la cabeza para mirar a Ginny y tenía los ojos abiertos como platos en la penumbra de la sala. - ¿No puedes dormir?
- No - contestó Ginny sencillamente tumbándose a su lado.
Luna volvió a mirar al techo, con las manos mansamente posadas en su estómago y los pies cruzados a la altura de los tobillos, y Ginny la imitó, preguntándose si sería algún método de relajación o si la ayudaría a tranquilizarse. De cualquier modo, a los tres minutos se dio cuenta que no funcionaba. Escuchó pasos en el corredor pero pasaron de largo por su puerta, y suspiró profundamente.
- Luna... - llamó en un susurro. A pesar de que ella no conseguía dormir, tampoco quería despertarla. Pero era obvio que lo único que hacía la Ravenclaw era seguir mirando al techo, porque respondió al instante.
- Ginny. - repitió Luna con la misma entonación. Ginny se rascó el estómago, la tela algo rígida de los pijamas que la señora Pomfrey les había dado, y giró la cabeza para mirar a Luna.
- ¿Crees que estarán bien? - susurró atemorizada. Muy lentamente Luna se volvió para mirarla, con sus ojos acuosos semicerrados.
- ¿Viste a los thestrals cuando nos trajeron de vuelta? - preguntó en voz baja. Ginny negó con la cabeza y una idea esperanzadora comenzó a tomar forma en su mente. - Entonces es que estaban vivos cuando llegamos aquí.
Era verdad. ¿Cómo no se le había ocurrido? Si Hermione o Ron hubieran muerto aquella noche, habría podido ver a los animales que tiraban del carruaje cuando llegaron a la explanada de Hogwarts. El alivio cayó sobre ella como una sábana fresca, y casi al mismo tiempo no pudo evitar un bostezo profundo y una sonrisa. Luna sonrió a su vez, y Ginny cayó en la cuenta de que quizá había estado esperando para hacerle esa pregunta. Después de todo, Luna podía ver a los thestrals desde antes de aquella noche, y por tanto no sabía si el verlos se debía a la muerte de su madre o a alguna nueva... ¿Había estado preocupada?
- Tenía miedo... y seguro que tú también. ¿Crees que se pondrán bien?
Luna asintió como única respuesta. Tumbándose de lado, Ginny la examinó dudosa. Finalmente tomó aire.
- Os ví a ti y a Hermione besándoos en San Valentín... - murmuró algo cohibida. Nunca había tocado temas personales cuando hablaba con Luna, y no tenía la menor idea de cómo reaccionaría. Esperó educadamente, dándole la oportunidad de pedirle que se callara, pero Luna se limitó a volver a asentir lentamente. - ¿Ha pasado algo más?
- No - respondió con sencillez. Ginny se revolvió intrigada.
- Pero a ti te gusta, ¿verdad? - inquirió. Si Luna hubiera dado muestras de incomodidad, habría detenido su interrogatorio, pero no parecía importarle lo más mínimo.
- Sí, claro - contestó volviendo a mirar al techo. Suspiró o bostezó, Ginny no pudo distinguirlo muy bien. - Pero tiene demasiadas cosas de las que ocuparse.
- Ya... es parte de lo que nos hace quererla supongo. - Ginny cerró los ojos y sonrió, repentinamente agotada, pero volvió a abrirlos ilusionada por la idea que acababa de cruzar su mente. - ¿Quieres que hable con ella?
- ¿Por qué?
- No sé, lo típico... hablo con ella, averiguo qué piensa...
- ¿Como si yo no supiera hablar? - sugirió Luna volviéndose para observarla con curiosidad. Aunque no había nada de sarcasmo en su pregunta, Ginny no pudo menos que sentirse algo estúpida.
- Más o menos... - se limitó a responder. Luna tomó aire en un largo bostezo antes de proseguir.
- Si yo fuera un tritón y Hermione no supiera sirenio sería una buena idea... La verdad es que no me gustaría ser un tritón, las algas estropean los dientes - añadió haciendo rechinar después sus propios incisivos. Ginny se echó a reír suavemente.
- Espero que todo te vaya bien, Loony... - se incorporó a duras penas, lo bastante para besar a Luna en la frente. Dos minutos después, ambas dormían profundamente por efecto del agotamiento.
.2.
La magia de la señora Pomfrey había funcionado tan bien sobre su tobillo roto que Ginny no sentía ningún dolor cuando empujaba las sábanas hacia el borde de la cama una y otra vez, intentando deshacerse del persistente calor y la sensación de asfixia. Algo parecía oprimirle las piernas, una mano invisible que la obligaba a encogerse sobre sí misma para soportar aquella tensión. Se volvió de cara a la pared y apretó las rodillas contra la pintura fría. Durante unos segundos, la incomodidad desapareció, pero en cuanto sus músculos se relajaron volvieron a latir con fuerza. "Eso son puros nervios", había afirmado la señora Pomfrey por la tarde, tras comprobar que el tobillo volvía a estar perfectamente. "Tranquilízate y se te pasará".
¿Nervios? ¿Por qué? Ginny apoyó la frente en la pared y se rió por no llorar. ¿Podía una chica de quince años estar estresada? "Bueno, tal vez si has pasado la tarde luchando contra asesinos convictos, pensando que cada maldición que escuchabas iba a darte en la espalda, el estrés sea un típico... ¿cómo lo llamarían los muggles? Efecto secundario".
Por mucho que lo intentara no iba a lograr tranquilizarse, no mientras la señora Pomfrey, McGonagall y todos los adultos que había visto siguieran actuando como si el estado de su hermano fuera un absoluto secreto... Ya habían pasado horas desde entonces, y el único momento en que había visto a Ron una vez pasado el peligro fue cuando despertó en uno de los carruajes de Hogwarts, con la cabeza en el regazo de Tonks y el estómago dándole vueltas. Había visto a Luna y Neville sentados en una esquina, ya despiertos pero aparentemente muy lejos de allí. También el cielo, con nubes oscuras y una luna pequeña pero brillante, deslizándose alrededor del carruaje. Y su hermano cubierto de horribles moratones tendido sobre el hombro de Lupin y a Hestia Jones sujetando a Hermione que parecía...
¿Muerta?
Un escalofrío recorrió su espina dorsal y sintió que la pared le caía encima. Se apartó bruscamente. Unas horas antes morir le parecía algo tan lejano que ni siquiera se había parado a pensar en la posibilidad. Simplemente había visto la oportunidad de hacer algo, de ayudar, igual que sus compañeros, de no dejar que de nuevo Harry cargase con todo el peso solo, como el año anterior... Quizá si el año anterior les hubiera tenido al lado, todo hubiera sido distinto. O quizá estarían todos muertos. Como Cedric.
Pero Hermione no podía estar muerta. Las malas noticias siempre son las primeras en propagarse, o eso quería creer Ginny. La noche que Cedric Diggory murió, el ambiente en Hogwarts era distinto, una pesadumbre rendida, espesa como melaza. Pero tras volver del Ministerio había nerviosismo en todos los que habían pasado por la enfermería, y Ginny se aferraba a esa pista como la prueba definitiva de que todos habían sobrevivido con mayor o menor suerte...
- Luna, ¿estás despierta? - susurró incorporándose y apartando la cortina. Ningún movimiento surgió de la otra cama, sólo una voz ronca pero alerta.
- Creo que sí.
- ¿Crees? - sonrió Ginny bajando al suelo.
El suelo de piedra estaba templado, como la base de una chimenea, y supuso que la señora Pomfrey lo mantenía así con algún hechizo para no tener que añadir resfriados a la lista de enfermos. Dio el primer paso con cierto miedo, pensando vagamente si la curación funcionaría y su tobillo estaría soldado del todo. No sintió nada especial. Atravesó los escasos dos metros que la separaban de la cama de Luna y apartó la cortina.
- Sí... igual estoy soñando que estoy despierta y que tú me preguntas si estoy dormida. - pero era obvio que no era el caso, porque giró la cabeza para mirar a Ginny y tenía los ojos abiertos como platos en la penumbra de la sala. - ¿No puedes dormir?
- No - contestó Ginny sencillamente tumbándose a su lado.
Luna volvió a mirar al techo, con las manos mansamente posadas en su estómago y los pies cruzados a la altura de los tobillos, y Ginny la imitó, preguntándose si sería algún método de relajación o si la ayudaría a tranquilizarse. De cualquier modo, a los tres minutos se dio cuenta que no funcionaba. Escuchó pasos en el corredor pero pasaron de largo por su puerta, y suspiró profundamente.
- Luna... - llamó en un susurro. A pesar de que ella no conseguía dormir, tampoco quería despertarla. Pero era obvio que lo único que hacía la Ravenclaw era seguir mirando al techo, porque respondió al instante.
- Ginny. - repitió Luna con la misma entonación. Ginny se rascó el estómago, la tela algo rígida de los pijamas que la señora Pomfrey les había dado, y giró la cabeza para mirar a Luna.
- ¿Crees que estarán bien? - susurró atemorizada. Muy lentamente Luna se volvió para mirarla, con sus ojos acuosos semicerrados.
- ¿Viste a los thestrals cuando nos trajeron de vuelta? - preguntó en voz baja. Ginny negó con la cabeza y una idea esperanzadora comenzó a tomar forma en su mente. - Entonces es que estaban vivos cuando llegamos aquí.
Era verdad. ¿Cómo no se le había ocurrido? Si Hermione o Ron hubieran muerto aquella noche, habría podido ver a los animales que tiraban del carruaje cuando llegaron a la explanada de Hogwarts. El alivio cayó sobre ella como una sábana fresca, y casi al mismo tiempo no pudo evitar un bostezo profundo y una sonrisa. Luna sonrió a su vez, y Ginny cayó en la cuenta de que quizá había estado esperando para hacerle esa pregunta. Después de todo, Luna podía ver a los thestrals desde antes de aquella noche, y por tanto no sabía si el verlos se debía a la muerte de su madre o a alguna nueva... ¿Había estado preocupada?
- Tenía miedo... y seguro que tú también. ¿Crees que se pondrán bien?
Luna asintió como única respuesta. Tumbándose de lado, Ginny la examinó dudosa. Finalmente tomó aire.
- Os ví a ti y a Hermione besándoos en San Valentín... - murmuró algo cohibida. Nunca había tocado temas personales cuando hablaba con Luna, y no tenía la menor idea de cómo reaccionaría. Esperó educadamente, dándole la oportunidad de pedirle que se callara, pero Luna se limitó a volver a asentir lentamente. - ¿Ha pasado algo más?
- No - respondió con sencillez. Ginny se revolvió intrigada.
- Pero a ti te gusta, ¿verdad? - inquirió. Si Luna hubiera dado muestras de incomodidad, habría detenido su interrogatorio, pero no parecía importarle lo más mínimo.
- Sí, claro - contestó volviendo a mirar al techo. Suspiró o bostezó, Ginny no pudo distinguirlo muy bien. - Pero tiene demasiadas cosas de las que ocuparse.
- Ya... es parte de lo que nos hace quererla supongo. - Ginny cerró los ojos y sonrió, repentinamente agotada, pero volvió a abrirlos ilusionada por la idea que acababa de cruzar su mente. - ¿Quieres que hable con ella?
- ¿Por qué?
- No sé, lo típico... hablo con ella, averiguo qué piensa...
- ¿Como si yo no supiera hablar? - sugirió Luna volviéndose para observarla con curiosidad. Aunque no había nada de sarcasmo en su pregunta, Ginny no pudo menos que sentirse algo estúpida.
- Más o menos... - se limitó a responder. Luna tomó aire en un largo bostezo antes de proseguir.
- Si yo fuera un tritón y Hermione no supiera sirenio sería una buena idea... La verdad es que no me gustaría ser un tritón, las algas estropean los dientes - añadió haciendo rechinar después sus propios incisivos. Ginny se echó a reír suavemente.
- Espero que todo te vaya bien, Loony... - se incorporó a duras penas, lo bastante para besar a Luna en la frente. Dos minutos después, ambas dormían profundamente por efecto del agotamiento.
