No es historia de amor

¡¡Hola! Perdón¡¡¡ Sé que he tardado mucho con este capítulo pero, ha sido difícil escribirlo aunque, os seguro que no os decepcionará ;)

Reviews

Jenny/Jade: Jejeje, gracias¡¡¡Ay, Draco...qué paciencia...jejeje, todo llega, todo llega...:P Sí, información sobre Auckland y Nueva Zelanda...un montón, :) pero, también es verdad que eso ayuda a hacerlo todo más real. ¿Tu lo vives? Si lo vives estoy satisfecha porque, me gusta que la gente se meta en la historia y, si tu lo consigues, me encanta¡ Sé que os hago esperar mucho pero...necesito inspiración¡ Jeje, este capi está muy bien...jeje, ya verás. El 7 es mi número preferido, es un homenaje:) Muchas gracias por el review¡¡

Lonesome-hero: Jajaja, eres realmente muy impaciente. ¿Suena bien..? Sonará mejor ;) Muchos besos y gracias por el review¡

Ross Malfoy: Hola¡Gracias, igualmente¡¡Jeje, me alegro de que te gustara. :D ¿Sí? ¿Tu crees? :D qué me sonrojas¡¡¡:# Sí¡ Lo estoy leyendo¡ :D Claro¡ me encantaría¡¿Dónde hay qué firmar? :P Un besito y muchas muchas gracias¡¡¡:D

Nicol-Aru: Me alegro de que te haya gustado. :) No sabes lo honrada que me siento. Jeje, sorpresas...muchas muchas sorpresas os esperan, no sólo en este, sino en todos los capítulos. :D jejeje, yo soy Hermione y no lo suelto nunca¡¡¡jajaja. Sí, Herm, cielo, despierta. :) Ok, estoy ahora mismo leyendola¡ ;) 1 besito y gracias por tu review¡¡¡

7. Cálido y frío

- ¡ESTÁS REMATADAMENTE LOCA! - le gritó Draco.

- ¡Y TU REMATADAMENTE IDIOTA! - le gritó a su vez Hermione.

Se gritaban a pocos metros de distancia, bajo la atenta mirada de Mayra y Johny.

- ¿CÓMO SE OS OCURRIÓ IROS SIN DECIRME NADA?

- ¿DESDE CUÁNDO TE DOY EXPLICACIONES DE MIS ACTOS?

- DESDE QUE ESTAMOS EN UN LUGAR DESCONOCIDO PARA HACER UN PROYECTO. TRABAJO, GRANGER, ¿LO RECUERDAS?

Siguieron peleándose como dos niños pequeños, gritándose y rojos de ira.

- Johny.... - murmuró Mayra.

El pelirrojo la miró confuso.

- ¿Qué hacemos? - preguntó la maorí.

- Lo mejor será dejarles solos. - suspiró.

Mayra asintió y ambos se marcharon del salón de la casa, dejando solos a Draco y a Hermione.

- RIDÍCULO, MALFOY, ERES RIDÍCULO, ADEMÁS DE IDIOTA. ¿CON QUÉ DERECHO TE CREES VENIRNOS A BUSCAR Y ARMARNOS ESE ESCÁNDALO?



Se veía hermosa discutiendo. Le gustaba discutir con ella.

El cabello se le alborotaba, dándole una imagen seductora, el rostro se le encendía y los ojos parecían grandes pozos profundos que llevan al centro del mundo.

Su deseo aumentaba en cada grito. Era como una bomba a presión que se inflaba poco a poco hasta rozar la explosión.



Harta de discutir, suspiró con rabia.

- ¡OLVIDAME, MALFOY! ¡DÉJAME EN PAZ!

Intentó irse por la escalera pero Draco la sujetó antes.

- Ni lo sueñes, Granger.

Hermione se revolvió.

- No sueñes tú, Malfoy. Ni te creas que me voy a rendir tan fácilmente.

Subió velozmente hasta su habitación. Sonó el ruido del portazo.



Draco sonrió con malicia. Acto seguido él también subió por la escalera y se encerró en su habitación, con otro portazo.

Ninguno de los dos bajó a cenar. Un silencio sepulcral llenó la casa.

La noche cayó y la mañana nació, llenando todo de color.

Era el día. Todo parecía despejado, todo listo para visitar a Graham Golden.

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Se pintó una raya negra en el ojo pero le salió torcida. El pulso le temblaba. Se dio con una toalla. Era imposible. Tenía los nervios a punto. Se vistió rápidamente.

Mayra le había dicho que en la Isla era preciosa. Que su ambiente era marítimo y bohemio.

Se puso una camisa blanca de botones, unos pantalones vaqueros y se recogió el pelo en una coleta alta.

Desistió de pintarse y tan sólo se lavó la cara.



Salió del cuarto y cerró la puerta, al mismo tiempo que otra se abría.

Volvió el rostro y farfulló.

Delante de ella estaba un sonriente Draco Malfoy. Vestía entero de negro, con el cabello engominado, como en todos aquellos años y los ojos fríos como el hielo.

Sin ni siquiera saludarle, bajó las escaleras.

Draco sonrió y la siguió.

Sentados, desayunando, Mayra y Johny conversaban animadamente.

- Buenos días. - saludó Hermione.

- Buenos días. - dijo Mayra con su habitual sonrisa. - ¿Café, Hermione?

La reportera asintió, sentándose al lado de Johny.

- Con leche, por favor. - pidió.

- Yo quiero uno solo.

Hermione lo miró de reojo. Draco se sentó frente a ella.

- ¿Qué tal han dormido? - les preguntó Johny.

- Hacía frío esta noche. - respondió Hermione.

- Yo he dormido como los ángeles, Grinm. - dijo suavemente el rubio. - Muy tranquio. - sonrió.

"Maldito cínico", se dijo Hermione.

- Aquí tienen.

Mayra les sirvió los cafés y se sentó junto a ellos.

- ¿Cuándo partiremos a Waiheke? - preguntó Hermione.

- Pues, - dijo mirando su reloj, Johny. - dentro de una hora zarpa el barco.

- Cuando terminen de desayunar. - dijo Mayra.

Hermione arqueó una ceja.

- ¿Tu no vienes, Mayra?

La maorí sonrió.

- No, Hermione.

- Pero, ¿por qué, no? - insistió.

- Granger, sólo nosotros vamos. - murmuró Malfoy, tranquilamente.

La chica no le respondió.

- ¿Johny? ¿Nos acompañarás?

- Sí, señorita Hermione. - asintió el grandullón. - Pero, la cita con el señor Golden sólo la tiene usted y el señor Malfoy.

- Ah...

Hermione se mordió el labio. La idea de estar sola con Malfoy no le agradaba nada.



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Se sentaron en los asientos del barco. El pequeño navío estaba repleto de gente, extranjera y también neocelandeses.

Hermione suspiró. Se tapó la cara con la mano, el sol le daba de lleno en la cara. Abrió el bolso y sacó unas gafas negras de sol. Se las colocó y miró el paisaje.

- ¿Dónde estarás mientras estamos con Golden, Johny? - le preguntó.

- Haré la ruta con los turístas. - sonrió.

- Y, ¿dónde nos encontraremos si nosotros salimos antes?

- No se preocupe. A la una y media acaba el recorrido. Nos encontraremos en el puerto.

Hermione asintió.

Malfoy paseaba sus grises ojos por el agua. Veía la tierra alejarse. Se apoyó en la barandilla.

Sentía miradas curiosas sobre él. Eso no le incomodaba, estaba acostumbrado a ser el centro de atención. (n/a modestia..? ¿acaso es mentira? ^^)

Su mirada recaía ahora en las ondas que producía el barco en el mar pero, durante toda la mañana había tenido un único objetivo, Hermione Granger y, suponía que en el resto del día, el objetivo sería el mismo.

Ladeó la cabeza y la observó. Con las gafas negras que llevaba puestas no se le veían claramente sus ojos marrones pero, aquello le daba un alo exótico que le encantaba.

¿Y qué no le gustaba de Hermione Granger? La tortura no cesaba, no podía apartar la vista de ella.

Sintió la extraña sensación de estar siendo vigilado por alguien. Giró la nuca y se encontró con que Malfoy la miraba fijamente. Clavó sus ojos en él con descaro. ¿Si él lo hacía, por qué ella no podía? Creyó distinguir una sonrisa por su parte pero, antes de poder seguir mirando, el barco se paró de repente.

- Señorita Hermione, hemos llegado a Waiheke. - le dijo Johny.

Miró la superficie que se abría ante ella. Divisó pequeñas casitas alrededor de una playa con la arena muy oscura, casi negra.

- ¿Dónde está la casa de Golden? - preguntó.

- Allí. - le señaló Johny.

Hermione se quitó las gafas y miró a donde el pelirrojo le indicaba. Creía que en aquella pequeña isla sólo cabrían casitas pequeñas como en la costa se veía pero, un poco más alejado del puerto se distinguía claramente un edificio mucho más alto que los otros con dos grandes chimeneas por dónde salía humo gris.

- Señorita Hermione, usted y el señor Malfoy tienen reservado un....-bajó la voz. - traslador en una barca que hay atada detrás de ese restaurante. -le dijo guiñando un ojo.

- Gracias Johny. Nos veremos a la una y media.

- Creo que Malfoy la espera, señorita Hermione.

Suspiró y miró a Draco que estaba apoyado en la escalerilla de salida.

- Suerte. - le susurró el pelirrojo.

- Suerte...

No se dirigieron la palabra mientras que fueron hasta el traslador.

La barca estaba atada detrás del restaurante, tal y como Johny Grinm les había asegurado.

- Pasa. - le ofreció Draco cuando se iban a subir.

- No, pasa tu primero. - gruñó Hermione. - Si la barca se hunde, que se hunda contigo dentro.

Malfoy sonrió y entró en la barca, Hermione le siguió. En su interior había un remo partido. Miraron a los lados para saber si había alguien y después, ambos agarraron el remo, clavándose los ojos fijamente.

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Aparecieron en una barca distinta. Un hombre les ayudó a llegar a tierra.

- Bienvenidos. - les saludó.

- Tenemos una cita con el señor Golden. - dijo fríamente Draco.

El hombre asintió.

- Siganme, por favor.

Los condujo hasta una gran entrada. Había unas escaleras bajas hasta llegar a la puerta principal. La casa era grande, majestuosa, como un caserón antiguo, restaurado y magnífico.

El hombre la abrió con una gruesa llave y les invitó a pasar.

En el interior todo cambiaba. Todo relucía.

El suelo de losas blancas era suave y daba una impresión de perfección en la casa.

Por las paredes había multitud de cuadros mágicos que se movían y murmuraban sobre la presencia de Draco y Hermione.

Otras largas escaleras conducían a un piso de arriba.

- Por aquí. - les indicó el guía.

Les hizo pasar por un inmenso salón con muchos estantes de cristal. Los llevó por un pasillo estrecho iluminado con lámparas colgaderas que tintineaban con su paso y, abrió una puerta, blanca con vidrios.

Volvieron a encontrarse en el exterior, esta vez en una amplia terraza con una bella vista de la isla.

Hermione observó maravillada todo el paisaje. Draco sólo buscaba ver al famoso auror del que tanto le habían hablado.

- El señor Golden les espera.

Caminaron unos pasos por la extensa terraza. De repente, sentado en una mesa junto a otro hombre más joven estaba Graham Golden.

Su cabello era totalmente blanco. No tenía barba ni bigote aunque sí unas finas cejas tan nacaradas como su pelo. En el rostro se le visaban rasgos suaves.

Al acercarse, Hermione se fijó en sus ojos, eran extraños. Verdes y azules, los destellos le hacían dudar cuál era el color auténtico pero, descubrió que eran así. Verdiazules, una mezcla rara pero, enigmática.

Se levantó de la silla en la que se sentaba.

- Bienvenidos. Ustedes deben de ser los reporteros del profeta, ¿me equivoco?

El tono de su voz le recordó a Dumbledore. En su voz parecía oírse el tono de sabiduría y experiencia que el mago tenía.

- Draco Malfoy. - se presentó Draco, estrechándose la mano con Golden.

Se giró hacia ella, con el gesto amable.

- Hermione Granger.

- Mucho gusto. - le contestó.

El muchacho que yacía sentado junto al ex auror se levantó.

- Oh, les presento a mi hijo Reeves.

- Encantado de conocerles.

Hermione no se había fijado en él hasta ese mometo pero se sobresaltó.

"Oh, Ginny, si estuvieras aquí", se dijo.

El joven, de la estatura de Malfoy, era robusto, de complexión fuerte. (n/a....ay...:| Con Draco y ese cuerpo...ay, que me da un ataque....:o, XD) Poseía unos potentes ojos iguales que los de Graham, verdiazules aunque aquellos tiraban más a verde aguamarina. Su cabello era negro liso. Les sonrió mostrando una dientes muy blancos. (n/a....más derretida que un polo en verano)

- Sentémonos. - dijo Graham.

Hermione estaba nerviosa. Draco también pero, él lo disimulaba mejor.

- ¿Qué les ha parecido Nueva Zelanda? O lo que han visto hasta ahora, mejor dicho.

- Precioso. - contestó Hermione.

- Distinto a Londres, sin duda. - respondió Malfoy.

Estuvieron hablando de trivialidades sin importancia. Una doncella les trajo unas bebidas refrescantes. Graham se metió en el asunto que les traía allí.

- Bien, ¿cuándo van a empezar con la entrevista?

- Cuando a usted le venga bien. - dijo Draco.

- Tengo todos los días libres. - sonrió el hombre. - Excepto el próximo sábado, que, de igual manera, nos veremos.

Hermione arqueó una ceja.

- Perdóneme, señor Golden, ¿cómo es eso?

- El sábado celebraré una fiesta, señorita Granger.

- Hermione, por favor.

- Hermione. A la que ambos están invitados. Y, no admito un no por respuesta. - dijo agradablemente.

Draco y Hermione asintieron.

- Sobre las visitas....pueden venir cuando quieran. Mañana o tarde. Incluso si quieren quedarse a comer o cenar...Reeves y yo estaremos encantados.

Hermione sonrió. Reeves sonrió también.

- Para más comodidad pueden tener un traslador allí, en Auckland y no tener que hacer todo el viaje. - sugirió.

- Es una excelente idea. - apuntó Hermione.

- Entonces, en la próxima visita ya empezaremos con la entrevista. - corrroboró Draco.

- ¿Han visto la casa? - les preguntó Reeves.

- Tan sólo el salón. - contestó Hermione.

- ¿Les apetece conocer más de la "oscura mansión embrujada"? - dijo con ironía.

- Sería un placer. - volvió a responder Hermione.

El chico sonrió de nuevo.



"Maldito idiota, ¿quién se ha creído? Y a ella, ¿qué le pasa? ¿Nunca ha visto a un hombre es su vida o qué?"

Estaba irritado, sin embargo, seguía comportandose frente a los Golden.

Se levantó y siguió a Reeves y a Hermione, que pasaban dentro de la casa.

¿Celoso? ¿Estaba realmente celoso o sólo era afán de protagonismo?

Sí, Reeves Golden era muy atractivo, aunque era un hombre se daba cuenta. También se había dado cuenta de los ojos de Hermione hacia él. Eso le ponía furioso.

El joven les enseñó la parte de abajo de la casa. El salón, la biblioteca, la cocina les indicó dónde estaba pero, no entraron, los baños, el jardín...

- En el piso de arriba están las habitaciones principales y las de invitados. Hay una sala de descanso y un par de sitios más, sin importancia. - dijo sonriendo.

- Es realmente maravillosa. - dijo Hermione, admirada.

Reeves y ella se miraron pero, Draco irrumpió el contacto.

- Granger, debemos irnos. Grinm nos espera.

- Es cierto. - dijo mirando el reloj. - Gracias por la "excursión". -bromeó dirigiéndose a Reeves.

El joven Golden asintió y sonrió.

- Gracias por la visita.

- Adiós Reeves. - dijo Draco con desgana.

- Os espero mañana.

- Sí, sí, por supuesto... - tajó Draco rápidamente.

- Hasta mañana. - se despidió Hermione con un gesto.

Malfoy estaba que mordía. Avanzó por el pasillo oyendo la voz de Reeves diciendo "Adiós" y vio en su mente a Hermione sonriendo.



- ¿Qué te pasa, Malfoy? Aún queda media hora para encontrarnos con Johny. - protestó Hermione de regreso a la barca.

- ¿Y a ti qué te pasa, Granger? ¿Te ha impresionado mucho el niñito de Golden? - preguntó con ironía contenida.

Hermione sonrió con malicia.

- Pues sí, mucho. Reeves me ha parecido un...

A Draco se le ocurrían muchos adjetivos para el chico.

- ...magnífico chico. Encantador, sin duda. - caviló.

- No me hagas reír, Granger. Encantador, magnífico. - hizo un gesto con los ojos. Pestañeó rápidamente y suspiró. - Ay, Reeves, el príncipe Reeves.

A Hermione este comportamiento le dio risa. Comenzó a reír, no sabía de qué más, si de la imitación de Malfoy o de su propio comportamiento.

- Vamos, Granger, que no has dejado de mirarle el culo todo el día. - soltó despectivamente.

- ¿Y qué quieres que le haga si tiene un culo tan bonito? - rió con ganas.

Malfoy frunció el ceño.

- Además, - dijo parando un poco de reír. - ¿a ti qué te importa lo que yo le mire a Reeves Golden?

- Nada. A mí, Granger, a ver cuándo te vas enterando, lo que hagas o dejes de hacer me importa una mierda. - soltó duramente. - Pero, cuando está en juego mi trabajo, el con quién te acuestas es importante.

Hermione lo miró y abrió la boca para replicar.

- Cada día me sorprende más tu estupidez, Malfoy.

- Ya somos dos, Granger.

La chica resopló.

Habían llegado a la barca donde se encontraba el traslador.

- Yo sólo te digo, - siguió Draco. - que no voy a permitir...

- ¿Qué? -le interrumpió Hermione. - ¿Qué me acueste con Reeves Golden?

Draco calló y observó el gesto de la reportera. Contuvo sus ansias y su furia que comenzaba a desbocarse.

- No eres nadie... - empezó a decir.

La cogió fuertemente por la muñeca.

- No me tientes, Granger, no me tientes.

Sus ojos marrones comenzaron a moverse rápidamente por el rostro enrabiado de Draco.

- No sabes lo peligroso que soy.

Apretó los dientes y cerró el puño. No entendía a Malfoy. Todo se mezclaba como si de una poción se tratara, confundiendolo todo aún más.

- No sabes hasta dónde soy capaz de llegar cuando me propongo algo.

Apartó la mano de la muñeca de la morena y subió a la barca, sentándose. Hermione subió detrás de él y se sentó enfrente. Preparada para coger el remo.

- No lo sé, Malfoy. - dijo serena. - Pero lo sabré.

El rubio la miró con sus ojos grises y agarraron el remo.

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Johny llegó sonriente, con un gracioso gorro.

- ¡Hola! - exclamó feliz.

- Hola, ¿qué tal te lo has pasado, Johny? - le preguntó dulcemente Hermione.

- Bien, señorita Hermione.

- Llámame...

- Hermione. - dijo sonriendo. Unos pequeños hoyitos se le hicieron eco en su boca.

Subieron al barco. Nuevamente volvieron a agruparse en sus asientos. Los pasajeros comentaban alegres cosas sobre la visita.

Draco miraba aburrido el paisaje de Waiheke que se alejaba con la marcha del barco.

¿Por qué había hecho aquella estupidez? ¿Por qué se le habían escapado los nervios de esa forma radical?

Cerró los ojos y los volvió abrir pesadamente. El cabello rubio se le encrestaba a causa del viento. Un escalofrío recorría su cuerpo.

¿Por qué no se dominaba? ¿Por qué a veces no era dueño de sus actos? ¿Por qué se le iba así la voluntad? ¿Por qué la dejaba escapar libre por sus poros? ¿Cómo la podía detener? ¿Cómo frenaba ese deseo que cada vez era mayor por ella? ¿Cómo se quitaba de la cabeza a Hermione Granger? ¿Cómo exterminaba las ansias de consumirse besándola?

Quería gritar. Quería hacer las cosas distintas. Quería que él no fuera Draco Malfoy. Quería ser cualquier persona del mundo, una a la que Hermione no rechazara como lo hacía con él. Una a la que Hermione fuera capaz de darse.

Reeves Golden.



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Mayra los recibió con una sabrosa comida que los dejó llenos y exhaustos tras el viaje a Waiheke.

Durmieron una larga siesta.





Marcó el número. Esperó dos tonos y cogieron el teléfono.

- ¿Sí? - preguntó una voz familiar.

- ¡Ginny!

- ¡Herm! ¡Qué alegría escuharte! - contestó la pelirroja sin poder ocultar su euforia.

- Sé que he tardado mucho en llamarte. - se regañó la reportera.

- Bah, supongo que estarás muy ocupada por allí.

- Auckland. Sí, es todo precioso, Gin. No sabes lo que me gustaría que estuvieras aquí.

- A mí también me gustaría estar contigo pero, cuéntame cosas.

- Nos hemos quedado en una casa cerca del centro de Auckland. - comenzó. - He hecho amigos. Mayra y Johny, son encantadores. La casa es genial, todo es precioso.

- ¿Y con Golden?

- Hoy hemos ido a verlos.

- ¿Verlos?

- Sí, a él y a su hijo.

Ginny se quedó en silencio. Hermione respiró aire profundamente y sonrió.

- Veinticinco años. Moreno, ojos verdiazules, sonrisa de modelo, cuerpazo de escándalo. Atento, amable, sencillo y muy muy muy simpático.

La pelirroja gritó por el auricular.

- ¡Ah! ¡Qué envidia! ¡Mal amiga! ¡Déjame algo!

Hermione rió por los comentarios de su camarada. Ginny se mordió el labio, aún emocionada:

- Veo que no estás nada triste.

- No, ¿por qué debería de estarlo?

Ginny calló. Hermione comenzó a reflexionar.

- Bueno... - interrumpió la pelirroja sus pensamientos pero lo recordó inmediatamente.

- Gin, si lo dices por Ron...

- No, Herm, por favor, no pienses en mi hermano.

- ¿Cómo está él?

- Como siempre.

- ¿Cómo siempre?

- Sí, por eso, Herm. No pienses en él y líate con todos los que puedas.

- ¡Ginny!

- No, no, Herm, te lo digo en serio. Disfruta que aquí no es lo mismo.

Hermione se mordió el labio.

- Además, lo que allí empieza, allí se queda. Hazme caso.

- Está bien, ya veré.

- Te extraño, pecosa. - bromeó Hermione.

- Y yo a ti. Oye...¿no me podrías mandar una fotillo del hijo de Golden? Es para babear un rato...

- ¡Gin! - Hermione rió.

Colgó el auricular después de una trabajosa despedida.

"Lo que allí empieza, allí se queda..."

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Noche que llenaba todos los lugares con su oscuridad, tan sólo la luna alta iluminaba con su reflejo.

Frío, calor, cálido y frío.

Reeves Golden. Cálido. Cálidos sus ojos verdeazules. Cálida su sonrisa. Cálida su imagen. Cálido todo lo que le rodeaba. Cálido debía ser él mismo. Su cuerpo, su mente, su espiritu.

Recordó al chico y sintió un leve cosquilleo en el estómago.

No tenía sueño. ¿O tenía frío?

Cálido. Cálida sería en aquella noche su presencia. Cálidez que desprendía su mirada, calidez que la había llenado al verle.

Pensaba que un vaso de algo caliente le quitaría el temblique que se producía en su cuerpo. Que los pelos que tenía de punta y las manos heladas estarían más cálidos...Cálido como Reeves.

El suelo estaba helado. ¿Acaso se transformaría con Reeves? ¿Acaso podía cambiar algo en su vida?

Caminó por su habitación, despacio, descalza. Abrió la puerta. Miró a los lados y bajó por la escalera.

¡Con razón tenía frío!Tan sólo llevaba una camisa blanca que se terminaba un trecho antes de llegar a las rodillas. Con el pelo alborotado. Perfecta para una foto.



Volvió a sorber. El líquido llenó su garganta. Bajando hasta su estómago y aportadole un poco de serenidad en el cuerpo. Serenidad que no duraría mucho. Serenidad que desaparecería cuando Hermione volviera a su mente. Cuando viera sus ojos en los suyos sentiría como su cuerpo se comenzaría a derretir por el caramelo que desprendía su mirada.

Echó la cabeza hacia atrás. "No pensar más, no pensar más", se dijo.

No, mejor no pensar y tratar de olvidar. Pero, sabía que no podría, que era algo imposible. Algo parecido a pedirle al Sol que perdiera la luz, algo imposible como pretender que el bien reinara y el mal no existiera. Algo imposible como hacer posible los deseos de todas las personas. Algo como Hermione Granger.

¿Qué estaría haciendo? ¿En qué soñaría? ¿Quién inundaría sus pensamientos?

De repente, abrió sus ojos grises, acostumbrados a la penumbra y, lo que apareció ante él mas le pareció un sueño que la verdad. ¿Era un ángel, era real o sólo imaginación?

- Tu... - murmuró asustándose de su propia voz.

Hermione casi gritó. Se llevó una mano al pecho.

- Malfoy... - susurró presa de la oscuridad y de su propio miedo.

Draco la miró. La luz tenue de la luna la iluminaba lo suficiente para admirar su belleza y él, acostumbrado a la penumbra la veía aún mejor. Creía que su corazón saltaba. Quería correr hacia ella, besarla, ¡ah Dios! ¿Por qué aún en la oscuridad la desaba con locura? ¿Por qué no se cernía sobre ella y él? ¿Por qué no moría así todos sus sentimientos?

- ¿Qué haces aquí? - preguntó la chica, recelosa.

- Lo mismo podría preguntar yo.

- Sólo vine por un vaso de leche. Además, yo pregunté primero.

Draco sonrió. Hermione estaba...¿nerviosa?



Cálido y frío

besos de hielo

caricias de seda

fuego que quema

vida que lleva

enlazada con dolor,

dolor que lleva el amor.



¿Por qué? Los ojos de Draco eran fríos. Grises. Helados. Draco era frío. Pero, no sentía frío. No, el frío se había desvanecido. Sentía el calor que desprendían sus mejillas.

Abrió la nevera, temblaba.

Cálido, no, frío. Reeves, frío. Draco, fuego.

Sacó la botella de leche. Draco la observaba. Abrió el mueble de los platos para coger un vaso. Se puso de puntillas para alcanzarlo. La camiseta se le subió unos centímetros suficiente para dejar a Draco soñar.

Frío, el calor le rodeaba como un aura.

Se aproximó a la mesa, cerca de él. Podía sentir su aroma enredándose en él. Podía sentir su respiración. Podía oír su propio corazón latiendo frenético a un ritmo tenso.

Sus manos estaban fríos, la cabeza le ardía, le delataban sus ojos.

Abrió la botella y vació un poco de su contenido en el vaso de crital. Volvió a dejar la botella en el extremo contrario y, cogió el vaso con la mano.

Lo miró, él la miraba descaradamente pero, no le importaba que ella lo notara.

Hermione alzó la mano y el borde del vaso rozó sus labios derramando el líquido sobre ellos.

El rubio sintió una descarga en su espina dorsal.





Cálido y frío

deseo, ansia, deseo

¿qué deseo?

Deseo tu cuerpo

Deseo tus besos

Deseo, te deseo

Cálido y frío, fuego y hielo...

Una gota cayó por su boca resbalando lentamente por su barbilla y se perdió por su cuello.

Aguantó la respiración mientras ella bebía. Al ver la gota blanca en su rostro. Al ver su expresión dulce y a la vez ardiente y excitante.



Sus miradas chocaron como choca la luz contra una pared, como choca la luna con las estrellas, un choque intenso. Una mirada ardiente. Caliente, cálido, frío. Draco era frío pero, no lo sentía así.

La mueca del deseo no podía ocultarse más, había estallado, había saltado echando chispas por toda la cocina, incendiándolo todo.

Hermione abrió la boca para decir algo que nunca se dijo.

"Se acabó".

Se acercó como si la vida se perdiera en ese magnífico instante. Como si todo dependiera de aquello.

Su cuerpo ya no le hacia caso, ya no se dominaba, las cuerdas estaban flojas, había tirado y se habían roto.

Y la besó como nunca había besado a nadie, con una fuerza y un deseo que juntos solo crearon pasión.

El calor los inundaba a los dos, el frío ya no estaba en ellos, ni en la habitación. El aire era denso, caliente como si una chimenea llenara de humo y su combustión explosionara.

Pasó su mano por su cintura. Aquella cinturita de muñeca con la que tanto había soñado. Y la otra la posó en su cuello, por donde había caido la gota que colmó el vaso.

Cálido y frío

ya no hay nada

el deseo sigue, perdura aún

Cálido y frío

Vehemencia, ardor

Frescor, aura, viento

fervor místico nos llena a los dos.



La tendió en la mesa, sin importarle lo que pudiera pasar, solo sentía su corazón y la sangre circulando veloz por sus venas.

Creía que moría besándola. Creía que iba a desaparecer de un momento a otro y se negaba a soltarla. Acarició su cintura y bajó levemente la mano, acariciandola por encima de la tela. ¡Cómo quería atravesar todo aquello! ¡Cómo quería perderse con ella!

"Por favor, que no acabe".

Era sofocante. Angustioso, un dolor placentero, una tortura satisfactoria.

Le gustaban sus labios rápidos, sentía cómo recorría de nuevo las sendas de sus labios, sentía como se desvanecía en sus brazos.

Sin embargo, de repente, salido de la nada se escuchó el claro ruido de unos pasos.

No, no podía ser, no, sólo imaginación

Los pasos volvieron a resonar.

Tendidos en la mesa, besándose...

Se separaron.

Respiraron, creían que se ahogaban.

- Mayra. - dijeron a la vez.

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OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOoooooooooo.......se terminó el capítulo 7¡¡¡¡¿Qué les pareció? ¿Cálido o frío? Jajajjaa ;) No me matéis.

Las poesias son made in Lira Garbo :) Pero, siempre que pongáis mi nombre en ella podéis utilizarlas.

¿Os ha gustado? ¿Os habéis quedado con ganas? ¿Me merezco un review?

Jejeje, ¿un 0, un 4.5, un 5, un 7, un 10? ¿Qué merezco? :P Decidmelo porfis...



Quejicas, ya tenéis la escenita...¿Qué pasará ahora? ¿Qué ocurrirá entre Draco y Hermione? ¿Y Reeves? ¿Y Ron? ¿Y Pansy? ¿Qué sienten?

:o :| Mi boca está sellada, jejeje.

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Y en el siguiente capítulo....

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¿Qué ha ocasionado ese encuentro apasionado? ¿Cómo pueden cambiar las cosas? ¿Cómo pueden cambiar las personas? ¿Puede alguien dejarse llevar por el rencor y el deseo?

:D Os daré a conocer un poquito más a Reeves Golden (babas inundan el teclado)...Ay, que hombre... : )____________

La fiesta se aproxima. Una fiesta llena de gente. Sí, mucha gente...mucha mucha gente. jejeje (es una indirecta) :P



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:D Bueno, muchas gracias a tod@s los que leéis mi fic, déjeis o no review ;)

(Abajo, en GO, un review...)

:D

Con todo su cariño, les quiere

Lira Garbo