No es historia de amor

Gracias por los reviews¡¡¡¡ No sabéis el gustazo que me da leerlos y contestarlos. :) Gracias, muchas gracias a tod@s. ;)

Jenny/Jade: ¡¡Hola amiga!! ¡Qué calor, qué calor! jajajaja ;) Reeves, sí, lanzado de vez en cuando pero, cuando algo le interesa......jijiij Gracias¡¡De verdad que me lo he pasado genial¡¡ Enseguida me voy y te dejo un review o prefieres que te lo diga a ti directamentente? ;) lo que prefieras. ;) Ok¡Me engancharé a toas tus historias. Muchos muchos besos¡

Floriana-17: ¿te gustó el capi? Me alegro¡¡ jeje Me sonrojas¡ ¿Sí? ++ :P Un buen tiempo, una semana que ya pasó. GRacias¡¡¡ Es difícil, Draco está demasiado nervioso..se ve muy lindo, verdad?jejejeMe gustó mucho mucho tu review¡¡ Gracias¡¡¡ Muchos besotes¡¡ Pd. Quizá no vuelvan a la cocina pero......

Dark Raxiel: Jajajaj, ¡gracias! ¡Gracias y muchs muchas gracias! ¡Más interesante se va a poner! No lo dudes! Besitos¡¡¡

Asuka de Black: ¡Gracias! ¡Gracias! Jejejeje, ojalá... No sabía eso. Lo de Lemmon es que, no sé si lo que yo hago se puede considerar lemmon...Pero, de todas maneras gracias. ;) Muchos besos, amiga¡

Abril Fouguet: ¡Jajajajajaj, mucho, mucho! Jajajjaa, eso¡¡Los hombres tienen que sufrir¡¡¡¡Jejejeje, muchas gracias¡¡Espero que el bicho te siga picando :P Besitos amiga¡¡



Lonesome-hero: jajajaj, pobre Draco. Que mala soy con él, ¿verdad? jijijiii :P Sí, muy femme fatale. :P Quizá..quizá, puede pasar de todo aunque, en sus manos está. muchos besitos¡¡



Afrodita: Hola¡¡¡¡Pos ya te enteraste¡ No será porque no hago publicidad, jeje, siempre abajo lo pongo. ;) ¿Te gusta? Ay¡ que honor¡ Bueno...no se acerca al tuyo pero..lo intento, jeje. Draco, sí, muy típico pero, encantador. (suspiro) Hermione controla a Draco pero, joer, ni ella puede resistirsele. :P a ver cuando sigues tu fic¡¡¡Jejee, muchas gracias, muchísimos besotes¡

SpyProngs19: Gracias wapísim@¡¡¡¡Un besazo y muchísimas gracias¡¡¡

Y aquí the neuf, nine, nueve¡¡¡

9. Sólo una vez

Se tendió en la cama. Cogió aire. Dejó que entrara por sus pulmones, que recorriera su cuerpo como las olas el mar. Pasó delicadamente y salió de nuevo al exterior.

Cerró los ojos. Sentía una extraña sensación. Pasó los manos por encima de ella y se estiró en el colchón abriendo la boca y volviendo a aspirar. Enredó sus dedos en su castaño cabello, ondulado, lleno de curvas sinuosas.

Draco. Draco Malfoy. Su mayor enemigo, su peor pesadilla, su gran tentación.

Intentó sentirse mal consigo misma por lo que había hecho pero, ¿qué había hecho? ¿Qué cosa tan mala, qué error tan grave había cometido? ¿Acaso era pecado mortal besar a un hombre?

Paró de mesarse el pelo.

No había besado a un hombre, no, había besado a Draco Malfoy.

Aspiró chocando los dientes con fuerza y luego cerrando la boca.

¿Y qué? "Nunca te arrepientes, ¿recuerdas?", pensó. Y comenzó a reír. Reía con viveza, con alegría, con ánimo. La risa salía del centro de ella. Sincera y pura, totalmente verdadera.

Recordó la cara de Malfoy cuando le había dicho aquello y eso le hizo que riera aún más.

Recordó el beso. Sonrió. Sí, bueno, sin duda. Le había gustado. Pero se lo había dado con Malfoy. Con Malfoy. ¿Y qué?

Recordó los ojos grises del rubio mirandola totalmente perdido por su extraño comportamiento. ¿Qué habría sentido él? ¿Qué había sentido ella misma?

Ironía, picardía, atrevimiento, malicia. Algo excitante, algo picante, algo que tentaba. Quería volver a repetirlo. Quería volver a verlo temblar ante ella, a sentirse confundido, a besarlo.

A ella también le había gustado. Había disfrutado.

Ginny. "Si Ginny me viera...", pensó.

La estancia en Nueva Zelanda eran tan sólo dos meses. Sólo dos meses. Y ya había pasado casi una semana. Quedaban cinco semanas.

Sonrió de nuevo. Abrió los ojos y se encontró con el techo blanco.

**********************************************************************

Se echó en el sofá. Miró al reloj. Todavía faltaba tiempo. Bajó la vista y la clavó en la mesa. Encima de ella había una funda con un vestido dentro. El final de éste asomaba por abajo del forro. Parecían unos brillantes trozos de algo.

Se levantó y se acercó lentamente. Bordeó la mesa y pasó una de sus blanquecinas manos por la madera. De repente, la quitó.

Los pasos agitados y a la vez ligeros de Mayra se escucharon sonoramente.

La maorí se acercó con una sonrisa con gestos preocupados.

Observó levemente con sus ojos turquesas a Malfoy que se desentendía de todo y volvía a echarse en el sofá. Orgullo. Era Draco Malfoy. Orgulloso, digno e impoluto, siempre perfecto. Desde pequeño había soportado esa carga. Ser un Malfoy. Y ser un Malfoy conllevaba con muchas responsabilidades.

Su padre se lo había dicho, se lo había dicho. Alguna vez se lo dijo, se lo decía.

Lucius Malfoy. ¿Dónde estaría? ¿Qué había sido de él? Draco lo imaginó. Tan parecido, tan igual a él. Tan frío como el hielo. Se estremeció al recordar su mirada. Aquellos ojos aún más gélidos que los suyos. Esa sonrisa aún más maliciosa. Lo odiaba, ¿aún lo odiaba? Le había hecho daño. "Me hiciste daño, papá." Compostura, Draco, un Malfoy nunca cae, un Malfoy siempre está recto. "Te odio, papá." ¿Por qué me hiciste daño, papá? ¿Por qué nunca me quisiste, papá? ¿Por qué nunca supe el significado del verbo amar? ¿Alguna vez me dijiste "te quiero"? ¿Hubo algún tiempo en qué sentiste algo?

Tu no eres mi padre. Tu no eres nada. Tu no existes.

- Señor Malfoy.

Levantó sus fríos ojos grises y se chocó contra la sonrisa bonachona de Johny Grinm.

- Grinm, ¿qué quieres?

¿Por qué llevo tu sucio apellido? ¿Por qué tengo tu sangre?

- Perdone pero, es que... - murmuró receloso. - Falta poco para que nos marchemos y aún no se ha preparado.

Preparado, nunca estaba suficientemente preparado para recordarle. Nunca lo estaría.

- Ya voy. - dijo con desdén.

- ¿Le ocurre algo?

- No, no me ocurre nada.

Pum, pum Pum, pum Su corazón chocaba contra la caja. Pum, pum Pum, pum Los latidos resonaban en sus oídos. Pum, pum Pum, pum Deja de sonar. Pum, pum Pum, pum Quiero gritar.

- Está bien. - asintió Johny. - De todas formas, suba. Hermione casi está lista.

Pum, pum Pum, pum Hermione. Pum, pum Pum, pum Sonaba de nuevo. Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Una y otra vez. El humo de la chimenea ardía con más fuerza. Las llamas crepitaban, todo quemaba. Pum, pum Pum, pum Pum, pum

Se levantó. Siempre perfecto. Dirigió una mirada de asco al pelirrojo y subió delicadamente las escaleras de caracol. Pum, pum Pum, pum Siempre sería un Malfoy, le pesara a quien le pesara.

**********************************************************************



Salieron cada uno por su lado.

Draco salió antes, solo. Llegó a la fiesta. La gente llegaba. Magos, muchos magos con túnicas y varitas y otros tantos con ropa muggle, como él.

Caminó. Los pantalones negros se deslizaban por sus piernas. La camisa blanca con botones dejaba entrever una mínima parte de su torso pálido y suave. La chaqueta negra con el cuello alargado le daba un aspecto elegante y a la vez muy atractivo.

Entró en la mansión Golden. Sus ojos grises brillaron. Ante él se cernía todo un paisaje de luces y velas. Muchas personas estaban ya dentro de la enorme casa. Intentó distinguir entre ellas a Graham o a Reeves pero no vio a ninguno.

De repente, una mano le tocó el hombro. Draco se volvió repentinamente. Abrió la boca, extupefactado.

- ¡Por Merlín, Draco Malfoy! ¡Qué gusto verte de nuevo!

- ¡Blaise Zabini!

Los antigüos compañeros de Hogwarts se estrecharon las manos y se dieron unas palmadas en la espalda.

- Amigo, cuánto tiempo. - dijo Blaise con una sonrisa.

- Desde luego que sí. ¿Cómo por aquí?

- Ya ves. Amistad con el hijo de Golden.

- ¿Reeves? - preguntó con una mota de desprecio en la voz.

- Reeves. ¿Lo conoces?

- Por desgracia. - murmuró para sí mismo.

- ¿Cómo dices?

- Nada, nada.

Blaise entrecerró sus azulados ojos y sonrió de nuevo.

- Qué bueno verte, Draco. ¿Qué haces tú aquí?

- Trabajo.

- ¿Con qué trabajo? ¿Solo o acompañado?

- Acompañado.

- ¿Por quién?

Iba a contestar pero, de repente, se volvió y vio un destello que lo cegó.

No, no era posible. La tentación no se vestía de rojo, sino de dorado.

Vestida con un vestido largo, dorado como el propio oro, sedoso y brillante, muy brillante, ahí estaba ella. Al final del vestido, junto a una abertura desde parte del muslo izquierdo hasta el tobillo aparecían blancos cristales coralinos. En los hombros el vestido se abría haciendo un escote sinuoso y provocativo.

Unos finos tacones blancos de aguja la hacían aún más esbelta. Y, más aún. Su cabello estaba recogido en un moño pero, gran parte de éste mismo se le caía por los hombros.

Unos largos pendientes blancos adornaban sus oídos. Pero, sobretodo unos labios rojísimos y una sonrisa radiante.

Contuvo la respiración. Pum, pum Pum, pum El deseo, la pasión...Pum, pum Pum, pum

- Por ella. - dijo casi ahogado.



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Reeves Golden vestía de negro completamente. Su cabello caía juguetonamente en su rostro y sus ojos verdiazules chispeaban alegres.

- Hermione. - dijo acercándose.

La chica parpadeó. Una sombra de brillantinos se movió con ella.

- Estás...

Llegó a su altura y la observó.

- Expectacular. - dijo mirándola a los ojos.

Hermione sonrió.

- Gracias, Reeves. Tu estás muy guapo.

Ambos sonrieron a la vez.

El moreno le tendió la mano. Hermione la cogió y avanzó junto a él.

- Menos mal que has venido. - le susurró al oído.

- ¿Por...?

- Estaba muy aburrido sin ti.

- Mentiroso. - rió Hermione.

- Preciosa.



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¿Qué hace con él? ¿Qué hace con Reeves Golden? ¿Por qué él y no yo? ¿Por qué va cogida de su brazo y no del mío? ¿Por qué está tan cerca suyo y no mía? ¿Por qué no la tengo? ¿Por qué?

- ¿Granger? ¿Esa es Granger? ¿Hermione Granger? No hablamos de la misma persona, ¿no es cierto? - le preguntó Zabini sorprendido.

- La misma que ves.

- Por Merlín, -silbó bajito. - qué cambio ha dado. Está impresionante. Creo que voy a hablar con ella.

- ¿Hablar con ella? - interrogó Draco a su ex compañero con los ojos.

- Joder, lo que sea pero, tío, admirarla.

Hasta Zabini lo había visto. Hermione, Granger, oh, Granger, ¿por qué ella?

Preciosa, hermosa, provocativa, sensual.

Maldito Reeves Golden.

- ¿Qué fue de tu padre, Draco?

- Murió.

"Mentira."

- ¿No me digas?

- Sí, murió.

- Lo siento.

- Fue hace mucho tiempo.

"Mentira."

Mentira, todo era mentira. Él mismo era una propia mentira.

- Perdona, Blaise. - le cortó Draco. - Tengo que hacer algo.

- Hasta ahora, entonces.

Salió de donde se encontraba y se dirigió directamente a Reeves y a Hermione que hablaban cerca de las mesas de bebidas.



Hermione lo observaba de reojo. Estaba como quería estar. Seductora, especialmente seductora. Sabía que podía utilizar todas sus armas contra él. Sabía que lo tenía embelesado, hechizado. Lo sabía.

- ¿Qué tal va el artículo? - le preguntó Reeves.

- Eh... muy bien. - dijo sonriendo. - Aunque, falta aún mucho. Estamos casi por el principio.

- La vida de mi padre ha sido siempre muy larga y difícil, más de contar.

La chica sonrió y levantó ligeramente las cejas e hizo un mohín con los labios.

- Pues sí. Lo sé. Y, no es nada extraño. Fue el mejor auror del mundo.

Reeves la miró con unos ojos extraños. Quizá en su mirada había motas de añoranza y tristeza a la vez que de orgullo y respeto.

- Soy un admirador suyo. - rió. - Es un honor ser su hijo y espero algún día llegar a ser como el.

- ¿Cómo él?

El moreno asintió.

- Estudio para auror.

Ron. Ron había terminado hacia unos años su estudio. No tenía tiempo para nada, ni siquiera para ella. ¿Por qué pensaba en él?

- ¿Sí? ¿Ahora estás de vacaciones?

- Mm...algo así. Un periodo de reflexión y observación. Me voy una semana después que vosotros.

- Sé que llegaras muy lejos. - dijo Hermione con honestidad.

- Tengo a un gran maestro.

- Por lo mismo.

- De todas maneras, Hermione, no creo que llegue tan lejos como tu.

- ¿Cómo yo?

- Sí, nunca he conocido una persona con la que a la vez que hablas de política hablaras del precio de los tomates.

Hermione rió espontáneamente.

- Oh, Reeves, creo que exageras, hay muchas personas como yo...

- ¿Cómo tu? Oh, Granger, líbranos de esa maldición.

Hermione se volvió lentamente imaginandose la persona que había hablado.

- Hola, Draco. - dijo sensualmente.



¿Por qué Draco? ¿Por qué me mira así? Pum, pum Pum, pum ¿Por qué me sonríe de esa manera? ¿Por qué tiene tantos brillantes en los ojos? ¿Por qué parece una manta de estrellas cerniéndose a mí?



- ¿Cómo lo pasas, Draco? - le preguntó Reeves.

Malfoy lo fulminó con la mirada.

- Bien, Reeves, bien. Veo que tu también.

Hermione los miró tranquilamente a ambos.

- Muy bien. Lo paso muy bien. - dijo serenamente el Golden.

Apretó fuerte la mandíbula.

- Tenemos un conocido en común. Blaise Zabini.

- ¡Ah! ¡Blaise! - dijo frotándose el pelo con la mano. - Sí, es un amigo.

- ¿De qué lo conoces? - le preguntó Hermione.

Reeves la miró ignorando a Draco.

- Pues lo conocí en Londres, casualmente.

- Qué casualidad. - dijo Draco con ironía.

- En una partida de cartas.

- ¿Cartas? - se asombró Hermione.

- Sí. Por la noche, tarde. Había estado paseando y se me había echado la hora encima. No tenía ganas de dormir y me fui a tomar algo fresco. Entré en un bar perdido y, me sorprendí. Era un bar de magos. Estaban jugando a las cartas mágicas.

Hermione frunció el ceño. No recordaba a Zabini como alguien especialmente simpático. Era uno de los amigos de Draco que se empeñaba en meterse con ella. Un Slytherin.

- Jugué con ellos y gané.

- Qué suerte. - inquirió Draco.

- Desde luego. - Reeves sonrió. - A Blaise no le hizo mucha gracia. Discutimos, bueno, discutió él. Yo me reí en su cara.

Hermione rió ante el comentario. Draco pensaba en cómo asesinarle. "Maldito estúpido."

- Al final acordé con él devolverle el dinero si me invitaba a una cerveza de mantequilla. Y luego quedamos más veces a jugar a las cartas. Nos hicimos amigos.

- Dios mío, qué historia. - rió Hermione.

- Sí, Reeves, toda una aventura. - dijo Draco.

- Ya ves. ¿Queréis algo?

Les señaló la mesa extensa de bebidas. Dos camareros trajeados en color verde escarlata servían copas a un ritmo vertiginoso.

- ¿Qué me recomiendas? - le preguntó Hermione.

- Mmm...las copas Paradis están exquisitas.

- Pues una copa Paradis, s'il te plaît. (n/a Por favor en francés)

- Enseguida. - sonrió.

- Reeves. - le llamó Draco.

El Golden se volvió.

- Traéme otra a mí. - dijo con supremacía.

- Tres Paradis. - pidió al camarero.

Draco aprovechó para mirar directamente a Hermione.

La chica clavó sus ojos marrones en los grises del rubio. Estaba muy guapo. El pelo engominado, aquel gesto de rompecorazones que llevaba consigo a todos lados. El negro sin duda era su color pero, el blanco le quedaba muy bien también.



Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum

Estaba tan cerca. Estaba preciosa. Estaba inmensa. Estaba con Reeves Golden.



- Toma Hermione.

Reeves cogió la copa de la morena y se la entregó con delicadeza.

- Gracias, Reeves. - dijo coquetamente.



Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum "Gracias, Reeves", pensó Reeves poniendole el tono de voz que usaba para burlarse de Neville en Hogwarts.

"Muérete, Reeves."



Reeves se volvió a acercar a la barra y cogió la copa Paradis de Draco.

Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum "Maldito niño mimado."

Se la entregó en un gesto. Draco no le dijo nada.

- Está...- comenzó a decir Hermione.

Saboreó con la lengua sus labios. El licor blanco se le quedó en la boca produciendole una sensación placentera al paladar.

- Extremadamente delicioso.

Draco abrió la boca y giró la vista hacia Reeves que la miraba embelesado. La copa la tenía pegada a su traje negro.

Se inclinó hacia delante y en un descuido del Golden le propinó un leve golpe que hizo que el líquido saltara del cristal y diera de lleno en su camisa.

Reeves se llevó la mano al lugar de la mancha. Hermione abrió la boca, la cerró al instante que vio la cara de satisfacción de Draco y se la tapó con la mano, intentando aguantar la carcajada.

- ¡Oh! ¡Cuánto lo siento! - dijo Draco haciendo esfuerzos para no reír.

- Draco ten cuidado. - dijo Reeves mientras se pasaba la palma de la mano por la camisa.

- Tenlo tu, Reeves. Es de torpes no tener reflejos.

El chico lo fulminó con sus ojos verdiazules.

- Y de muy tontos también no tener equilibrio.

- No puedo ser perfecto. Aunque más que tu.



Quería pegarle. Golpearle, romperle la cara, inundar su rostro de moratones. Quería alejarlo para siempre de ella.

Hermione lo miró. Cómo podía tener unos ojos tan hermosos. ¿Por qué lo desnudaban así? Sintió una punzada en el estómago de repente. Era deseo que comenzaba a despertar.



- Si por algo eres perfecto, Draco es que trabajas con Hermione. Dudo mucho que le llegues como reportero a la suela de los zapatos.

- No dudes que tú no me llegas ni a la suela de los zapatos.

- ¿Qué dices?

- Lo que escuchas, Reeves. ¿O ya ni siquiera sabes oír?





¿Por qué peleaban? ¿Por qué Draco se comportaba así? ¿Celos? ¿Estaba celoso? ¿Había conseguido ponerlo celoso? Ella. Hermione Granger.

Se peleaban por ella.



La pelea fue interrumpida de repente. Por la entrada al salón apareció Graham Golden vestido de traje negro y camisa verde.

Toda la sala le aplaudió con fervor.

El ex auror lo agradació con gestos y pidió silencio.

- Gracias a todos por estar hoy aquí. La fiesta de esta noche se celebra por el motivo de que este día comencé y terminé mi carrera como auror.

Un murmullo se abrió por la extensa habitación. La gente comentaba. Graham calló y miró a la gente. Cuando finalizó continuó hablando:

- Sí. En un día como hoy me dieron el título oficial de auror y, en un día como hoy, me quité el mismo título.

Hermione abrió la boca y apretó la copa en su mano. Todo aquello había sido tan injusto. Había pensado a veces que Golden no había tenido razón para retirarse pero, a medida que exploraba más en su vida se daba cuenta de todo lo que tenía y todo lo que podía perder.

Ser auror exponía peligro. Los aurores eran magos muy preparados pero que tenían muchas más posibilidades que el resto del mundo mágico a morir.

Giró levemente la cabeza y miró a Reeves. En su rostro no había más que honor. Sus ojos estaban llenos de orgullo hacia su padre, la figura que le había dado la fortaleza y el ejemplo para querer llegar a ser auror. Ella misma sintió una gran admiración sobre aquel hombre cano de impresionantes ojos. Sintió dentro de ella una gran emoción y parte de orgullo.

Estaba tan hermosa. Como si un aura la rodease. Como si la belleza fuera ella. Como si no fuera una mujer, sino una diosa.

La habría secuestrado, habría hecho cualquier locura por ella, por llevarsela de allí, porque fuera suya, por besarla, por amarla, por hacerle cosas imnombrables, por callar de una vez los gritos de su corazón, de su cuerpo. Por matar el deseo que lo estaba consumiendo.

Un sudor le recorrió la frente a la vez que ella tragaba saliva. Sentía su respiración atropellada, sentía que la presión era demasiado fuerte, que era demasiado aire para la bomba, que iba a explotar sin previo aviso, demasiado fuerte para ignorar su sonido.



La vida era injusta. Sí, lo era. ¿Por qué había personas que se empeñaban en destruir sueños a los demás? ¿Por qué había gente que era feliz haciendo el mal? ¿Por qué habían roto la vida a un hombre de aquella manera?



- Pero, siempre he dicho, digo y diré una cosa. Nunca hay que mirar atrás, sino adelante. El pasado, pasado está. Sólo queda vivir el presente.

Los destellos de la mirada verde azulada de Graham Golden iluminaron la sala y a sus invitados.

- Quizá les parezca extraño pero, mi vida empezó dos veces. Las dos veces este día.

Sonrió. Su sonrisa era franca y a la vez nostálgica.

- Cumplí mi sueño. Mejor dicho, mis sueños. Fui auror, el sueño de toda mi vida y también cumplí otro, fui padre.

Miró a Reeves con la mirada llena de ternura.

- Y no me arrepiento de ninguna porque ambas han sido lo mejor que he hecho nunca.

Reeves infló el pecho de aire y lo soltó despacio. Su padre y él se miraban con el gesto serio pero los ojos inundados de cariño.

- Una vez más, después de todo esto, gracias a todos. Gracias y sólo les deseo que esta noche sea también un día importante en sus vidas. Gracias a todos.



Sus palabras le habían llegado tan dentro, como si la única receptora de su mensaje hubiera sido ella, como si le hablara a ella.

La voz de Graham Golden se desvaneció poco a poco y pareció despertar de un sueño. Abrió y cerró los ojos y comenzó a aplaudir como ya el resto de la sala hacia.





- ¿Y ahora qué? - le preguntó a Reeves.

- Ahora a sentarnos.

- ¿Cuál es...?

Reeves la tomó de la mano ante la mirada rabiosa de Draco.

La condujo suavemente por entre la gente y ambos cruzaron la puerta que llevaba a la terraza.

Draco se quedó paralizado unos segundos y acto después corrió tras ellos.



La terraza estaba iluminada con altas velas que volaban mágicamente por encima de ellos. Había flores de la misma forma, flores de diversos colores y aromas. El ambiente era cálido a pesar de ser de noche.

- Guau.... - dijo Hermione observándolo todo.

- ¿Te gusta?

- Mucho. - sonrió. - Es todo tan...bonito.

- Tu estás mucho más bonita que todas las flores de la fiesta.

Hermione levantó sus marrones ojos y miró al joven. El negro realzaba el color claro de sus ojos.

- Reeves...no tienes remedio.

- Sólo digo la verdad.

Hermione sonrió y miró al cielo. Las estrellas comenzaban a aparecer un poco tímidas y no se distinguía aún la luna.

- Hermione...

- Sí...

- Esta noche...

Hermione se mordió levemente el labio y giró los ojos.

- Esta noche, es especial.

- Para todos.

- Para mí.

- Para tu padre.

- ¿Para ti?

La chica volvió sus ojos de nuevo al cielo. Se llenó del frescor de la noche, de su oscura divinidad.

- Para mí... Sí, va a ser una noche muy especial.

- ¿Por qué?

- Porque...

Lo miró con ternura.

- Porque estoy segura de que hoy es un día mágico.

Reeves la escuchó.

- Un día mágico porque todos sentimos algo raro en el aire. Como si todo quedase olvidado...Como si borraramos...todo, borrón y cuenta nueva. Como si hoy comenzara algo nuevo.

- ¿Algo nuevo? ¿Cómo qué?

- Como...algo hasta ahora, oculto.

- ¿Cómo qué?

- Como...como...

Reeves se acercó ligeramente y se inclinó un poco hacia adelante.

- ¿Cómo qué?

La morena le miró intentando cargar de la dulzura de sus ojos los suyos.

De repente por la misma entrada comenzó a pasar gente al interior de la terraza.

- Te lo diré más tarde. - le susurró al chico. - ¿Cuál es mi mesa?

Reeves la miró y arqueó una ceja.

- Tu mesa es aquella. - dijo señalando a una con flores rojas. - No se te olvidará...

Hermione sonrió coqueta.

- No se me olvidará.



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La luz de las velas y el olor de las rosas rojas de la mesa embriagaba su velada, la velada de Draco y Hermione.

Sentados uno frente al otro junto con Mayra y Johny, observaban a la gente sentándose y a los magos y magas comenzando a servir la cena.

Sus miradas volvieron a encontrarse.

El resplandor brillante de las velas iluminaba sus propias pupilas mostrando pequeños puntos dorados en sus iris. La misma luz producía una sombra alargada de sus rostros.

Como una danza los rizos castaños de Hermione volaban suavemente ondeando en el aire. La brisa era calmada y cálida sin embargo, ambos sentían quemar sus ojos y sus labios.

El aroma rico de salsa de frutas recorrió la terraza haciendo que las brujas y brujos murmuraran.

Poco después era servido un sabroso pollo con manzana, piña y melocotón bordeándolo todo una fina capa de pequeños frutos rojos.

- Un brindis. - propuso Johny.

Hermione lo miró sonriendo. Malfoy en cambio no quitó sus ojos de ella.

- Por nosotros. - dijo Mayra. Su larga melena negra estaba suelta aunque cogida por unos lazos azules. Sus ojos turquesas chispeaban felices y una gran sonrisa lucía en su inocente rostro.

- Porque seamos felicices. - dijo Johny con alegría.

- Por esta noche. - susurró Hermione.

Draco la miró y cogió su copa, juntandola con las demás.

- Por este viaje.

Miró a Hermione, ella le miró. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, como una descarga eléctrica.

- ¡Chin, chin!



La salsa tiñó sus rojos labios en el naranja jugo del melocotón. Hermione cerró los ojos y saboreó pausadamente el líquido que recorría su boca.

- ¡Qué rica! - dijo Mayra, contenta de comer comida que no hiciera ella.

- No más que la tuya, May. - le contestó Johny.

La maorí lo miró y se azoró un poco. El pelirrojo también se puso colorado.



Unas conchas rosadas contenian un blanco pescado que en su centro contenía una guindilla. Además en el mismo plato había una salsa color granate que aumentaba el picante.

El plato causó sensación por su extraña y deliciosa mezcla. La explosión picante del sabor encantó.

Un calor agobiante se hizo eco en la terraza de la mansión Golden. Los rostros parecían sudorosos y acalorados al momento.



Se sirvieron dos platos más, uno parecido al primero por su agradable sabor y otro muy igual al segundo, picante, explosivo.

Después de ello llegó un postre que gustó a todos.

- Fresas. - murmuró Hermione.

- Y champán. - tajó Draco.

La chica levantó los ojos y vio como el rubio suavemente posaba la botella en la mesa y, con un delicado toque de muñeca abría con un "Plof", la botella de champán.

- ¿Su copa? - le preguntó Draco a la morena.

Hermione le tendió la copa.

Draco vació la botella en el cristal, el sonido del líquido cayendo y el choque con el cristal era lo único que escuchaban.

- Aumenta el sabor de las fresas. - le comentó el rubio.

Hermione mordió una fresa y bebió un pequeño sorbo del champán.

- Mmm...sí, hace que el sabor de la fresa se quede en tu boca más fuerte.

- ¿Te gusta?

Le preguntó mirandole con los infinitos ojos grises.

Se pasó un dedo por su labio y sonrió:

- Me encanta.





- ¿A dónde va la gente? - preguntó Mayra.

- Van dentro. ¿No escuchas? Música.

- ¿Baile? - preguntaron ambas chicas a la vez.

- Así es.

Hermione se dio la vuelta. Reeves Golden con una enorme sonrisa la miraba.

- Reeves...qué sorpresa. ¿Cómo va la noche?

- Muy bien, ¿y a ti?

- Perfecta.

- No tan perfecta. Será perfecta cuando bailes conmigo.

Hermione rió.

- ¿Vienes? - le preguntó.

- Voy.

Se levantó. Su vestido dorado relucía como el propio oro produciendo un brillo deslumbrante.

Draco la observó embelesado y los siguió. Hermione lo miró descaradamente. El rubio se percató y arqueó una ceja. La chica le sonrió provocativa.

La banda tocaba una pieza suave.

Ella y Reeves se abrieron en la pista y bailaron el lento charlando.

Draco los observó desde un poco más afuera.

Hermione destacaba entre cualquier mujer de la pista. Su reflejo lo guiaba a todas partes por la pista. Sus rizos castaños lo hipnotizaban. Sus ojos lo mataban de deseo. Era una tortura que pedía a gritos su cese y pedía de nuevo la vuelta.

Zabini se puso a su lado.

- Guau, Reeves sabe más... -dijo sonriendo.

Draco a su vez sonrió, también.

- Oye, Blaise, ¿me harías un favor?

- Claro, Draco, ¿para qué están los amigos? - preguntó con sinceridad.

- Llévate un ratito a Reeves de la pista.

Blaise caviló unos segundos y, acto seguido, le guiñó un ojo.

El baile paró. La gente aplaudía. Zabini se llevó a Reeves de la pista, tal y como había prometido y Hermione se quedó sola en mitad, sin pareja. La banda comenzó a tocar de nuevo. Draco aprovechó la ocasión.

- ¿Me concedes este baile?

Hermione le miró. Sus labios se juntaron en un mohín coqueto.

- Por qué no.

La cogió suavemente de la cintura y se acercó a ella, quedando a escasos milímetros de su piel. La chica recostó su cabeza en el hombro del rubio.

Juntos pasearon por la pista, al lado de otras muchas parejas.

Podía oler su aroma, podía morder su cuello, podía besarla. Podía pero no lo hizo. Ella lo esperaba.

Hermione levantó la cabeza y lo miró. Draco la cogió de la mano y le dio una vuelta sobre ella misma de tal forma que Hermione cayó en el aire, momento en el que él colocó su mano en su cintura evitando así su caida y manteniéndola en el aire, justo frente a él.

Hermione abrió la boca pero, antes de decir nada, echó la cabeza hacia atrás y sonrió.

Draco sonrió y agarró con su brazo libre la mano de la morena. Lentamente la volvió a enderezar.

Algunos se habían vuelto a mirarlos. Hermione sonreía con satisfacción y un poco de sofoco.

Draco la cogió de nuevo por la mano y le dio otra vuelta esta vez acercándola a él. Hermione le agarró el cuello con ambos brazos mientras el rubio bordeó su cintura.

Aumentó un poco el ritmo y dieron una vuelta juntos deslizandose levemente.

La separó de nuevo y volvió a darle una vuelta pero esta vez, en vez de parar le dio otra vuelta y después otra. Una pequeña pausa para mirarla a los ojos bastaba para dar otra vuelta sobre ella misma. Así una vez y otra hasta que paró y dejó que Hermione le cogiera de nuevo la mano y así deslizar su mano en su cadera.

La música paró. Hermione jadeó, su pecho subía y bajaba ante la satisfacción del rubio. La gente aplaudía contenta. A la pista se unieron más parejas, entre ellas, Johny y Mayra.

Antes de que la canción empezara a sonar, Hermione cogió la mano a Draco y lo miró a los ojos. Sin decir nada pasaron a través de la gente sin rumbo fijo.

La multitud se agolpaba en el centro del salón. Cogidos de la mano subieron por las deshabitadas escaleras subiendo al piso de arriba hasta el final del pasillo.

Abrieron la puerta y la cerraron rápidamente echando el pestillo.

Aún cansados por el baile se miraron llenos de deseo. Deseo en los dos, deseo había despertado, anhelo que había esperado demasiado.

Se miraron de nuevo, en sus ojos se reflejó sus pensamientos.

Chocaron contra la pared de baldosas blancas del baño. Buscaron sus bocas con frenesí y se besaron ansiosos. Un gemido se escapó de sus labios. Un afán de posesión estaba suelto en un terreno muy peligroso. Taparon sus sofocos de nuevo en un beso interminable. El deseo corría más que ellos mismos, más que sus propias y torpes manos. Explotó de nuevo como una válvula llena.

Draco se quitó la chaqueta, tirándola al suelo y cogiendo a Hermione por la cintura, acercándose más. La chica enredó sus dedos en los botones de la camisa blanca y acertó a desabrochar algunos botones a ojos cerrados. Demasiado tiempo, Draco se quitó la camisa de un tirón y Hermione la bajó con sus manos. Acarició el pecho del rubio pasando las manos por sus pectorales y sus abdominales.

Se separaron del beso. Hermione lo besó en el centro del pecho y después siguió subiendo hasta su blanco cuello. Draco echó la cabeza hacia atrás y se mordió uno de sus finos labios. Acarició las caderas y la cintura de la chica apretándolas.

Hermione le mordió en el cuello y subió una mano hasta su cabello platinado tirando de él hacia delante y volviéndose a besar.

Después del beso, Draco avanzó a tientas en el pequeño baño y, ambos se toparon con la amplia losa de mármol que estaba bajo el espejo que cubría gran parte del baño.

Allí subió a la chica que se reclinó hacia atrás, respirando agitadamente y tragando ávidamente saliva. Draco se acercó a ella y la besó con pasión. Hermione le acarició el cabello mientras Draco tocó la fría piedra y después descubrió la pierna de Hermione posada sobre el mármol. Subió la mano por la pierna y la rodilla de la chica y llegó hasta el muslo.

Los pequeños cristalitos blancos tintinearon al chocar contra el mármol. Draco puso su otra mano en el muslo contrario y acarició a ambos haciendo que Hermione se estremeciera. Suavemente abrió las piernas de la chica al mismo tiempo que la acercaba a él, alejandola un poco del cristal. Hermione rodeó a Draco con las mismas y volvieron a besarse sin poder dejar escapar unos gemidos.

Una fina capa de sudor los comenzaba a cubrir.

El contacto con sus pieles les hacia temblar del propio placer. Volvieron a separar sus bocas rompiendo el beso y los jadeos se hicieron más eco en la estancia.

Aprovechando la distancia que los salvaguardaba de la pared, Draco echó a Hermione hacia atrás, tumbándola en el mármol.

Pasó sus dos manos comenzando por las rodillas de ésta y subiendo despacio por su cuerpo. La tela dorada del vestido le impedía observar con detenimiento cada una de las partes de su figura pero nada le impedía palparlas.

Acarició su estómago y lo besó. Hermione se mordió un labio y abrió la boca, cerrando los ojos.

Draco siguió besándola y, al llegar a sus senos colocó las manos en ellos estrujándolos a medida que los giraba. Después rodeó su torso y la volvió a besar fuertemente.

Desató una de sus manos y con ella enredando sus dedos en sus rizos masajeó su cabeza besándole mientras tanto las comisuras de la boca.

De repente la volvió a enderezar y continuó besándola rápidamente subiendo el ritmo.

El corazón latía a una velocidad frenética en una carrera ávida.

Hermione lo besó de nuevo y acarició la cadera al chico rodeándola con las piernas.

Llegando a un punto donde el deseo era más propio que la razón o la mente, sin dejar de besarse, entre gemidos y jadeos se fundieron en uno solo gritando extasiados. El placer se culminaba en lo más grande. Siguieron besándose vertíginosamente hasta que, en un grito ahogado por los besos ambos llegaron al clímax con un delirio extremo.

Hermione lo abrazó, cayendo sobre Draco que besaba con ahnelo su cuello.

Permanecieron en esa posición minutos y minutos intentando calmar sus nervios incalmables por tanta consumación repentina.

El rubio no sabía qué le producía más placer, tenerla tan cerca, haberla tenido o que lo estuviera abrazando en aquel instante.

Hermione navegaba por un mundo de fantasias, aún respirando y gimiendo.

- Por favor, no te muevas, no me sueltes. - le susurró al rubio, besándole de nuevo.

Draco se estremeció y la abrazó aún con más fuerza.

- No te dejaré, estáte segura.

Sumidos en aquel estado de desconcierto, algo extraño ocurrió de repente.

Unos gritos los alarmaron. Ambos abrieron los ojos al tiempo que se apagaba la luz.

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HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡¡¡¡¡¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOEEEEEEEEEEEE¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡OOOOOOOOOOEEEEEEEEEEE¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Bien¡ Por fin! ¡Por fin! :D Oe, oe, oe, oe¡¡¡¡ Por fin! :D

Comentarios, críticas, gritos, alabanzas, ¡algo! ¡quiero algo! Dios mío, me embarga, ¿qué me embarga? Algo¡¡¡Estoy muy nerviosa! Ay, ay, ay,.....jajajajajaja

¿Qué les ha parecido? Bien, ¿no? XDD Joer, no sabéis lo que me ha costado, sudores y sudores de amargamiento.



* ¿Qué pasará con Reeves?

¿Qué ocurrirá con Draco y Hermione?



¿Qué ha ocurrido en la mansión Golden?



¿Qué puede suceder?

¿Qué pensará mi maquiavélica mente?



JAJAAJAJJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAAJJAJAJAJAAJAJAAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJJA

Bueno, este capítulo lo acabo de escribir y así lo pongo, ni lo he corregido ni nada. ¿Qué más da? ¡Por fin!

:F

Bueno, quería agradeceros a todos los que me habéis dejado eoss pedazo de review porque este capi va por y para vosotr@s¡ He intentado correr un poquillo. Llegué el viernes a las 1.30 y me puse a escribir¡¡ ¡Para qué digáis! :P Bueno, os quiero muchísimo¡¡¡

Dejadme reviews¡¡¡

En el próximo capitulo Draco y Hermione van a "hablar" muchooooooo.....;) No os digo nada y pasará algo en la fiesta. :o Ya veréis. ;) Hasta el 10¡

Les quiere

Lira Garbo