No es historia de amor
JD9618;8362: Hola¡¡¡¡Jeje, ay, ay, un 20¡ jeje, con un 5 me conformo :P Un besazo preciosa¡
Afrodita: ¡¡Guapísima!! jajajaja, po si, menudo capítulo¡jejeje, yo me emocioné :D Escribiendo la despedida de May y Herm :( Jejjee, ¡me alegro de que te guste¡¡ Sí, la verdad que lo de Lucius...sin palabras. He odiado siempre a este personaje quizá también por lo que le ha causado a Draco. Está todavía en proceso de cambio. jejjee, ay q mala soy¡¡ :P Mmmm...sí..sí...no sé, tu opinas como May, lo que ninguna de las tres sabemos es, ¿qué opina hermione? Un besazo pa ti y muchas muchas gracias preciosa¡¡cuidate¡¡
Dark Raxiel: ¡mi lokilla preferida¡¡¿cómo andas? Jeje, ¡yo¡ ¡cu-cu! :Pjaja :D ¿Te gustó? Bien, :( ay, no me gustan las despedidas. Yo me pongo mu nostàlgica. Hace poco que me tuve que despedir de mucha gente y..buaf, lo pasé fatal. Jajaja, lo del telefonito..jeje :P Quién lo diría? Ha sido muy doloroso para Draco pero, inevitable, al fin entierra su pasado. Jejeje, Ronnie, Herm y Draco..mmm, que trío, (babas, babas) jajajaja : Médico?Cachondo? Killa, te estoy robando la inocencia y tu...jajajajajajja ;) :D si¡¡¡escribe uno! anda¡¡yo seré tu fan!jejeje ;) por supuesto, ahí estaré cuando lo publiques dando la lata¡jeje La agenda ocupada, ¿y yo no? Ay, ay, cuesta pero cuando las personas te dejan comentarios así y te animan para que que sigas, te sientes orgullosa de ti misma (ay q bien me ha quedado, verdad?jejeje) jejeje, ¿te gustó la frase! Hombre¡mira que bien¡jejej, menos profunda :P Bueno cariño :( buah, me dejas jejeje, pobrecito Reeves...:( y yo también le habia cogido cariño.. jejej ¿Relación? Mayra y Johny..jejeje, bueno.......... jajajajajjaja ;) Muchos besazos preciosa¡¡¡Cuidate mucho!
Nicol-Aru: Hola preciosa¡¡¡jeje ¡me alegro de que te gustara¡ Pues sí, las despedidas son muy muy tristes. Y más con esos amigos y esa ciudad y...todo¡ Mmmm...todo se irá viendo...Ron, ya ta aquí, ya llegó, jajaja ;) Rápido, rapidísimo¡ que conste que lo hago para que no te de ningún ataque¡¡¡jejeje, muchos besazos guapisima¡¡¡
SpyProngs19: Hola preciosa¡¡ Jejejej, bueno, no, en ondres habrá buenos ratos, también ;) jeje, tu tranqui que conmigo el 13 no puede¡¡¡jeje, muchos besos¡
Jenny/Jade: Hola preciosa¡¡¡Jeje, ¿te encantó y te entristeció? ¿Te tocó el alma? ¡Bien! ¡Conseguido! Ese es un de mis propósitos ;) Ojalá volvieran los dos...;) no importa¡¡jeje, la mejor no..pero casi :P Bueno muchísimos besos¡
Jina: ¡Hola amiga! Jeje, sí, Draco lo dice de una forma...¿Cómo se puede Hermione resistir? Ni yo misma lo entiendo. Es muy bonito...jeje, me alegro de que te guste, muchos besos¡
13. Mi verdad, tu mentira
Tiró la maleta al suelo.
De nuevo allí. De nuevo solo. Solo otra vez.
Recorrió lentamente su apartamento.
Se quitó los zapatos. La chaqueta, se desabrochó los botones de la camisa.
Respiró profundamente.
¿Qué le daba vueltas en la cabeza?
Su casa. Su espacio. Soledad que de nuevo. A él le gustaba estar en soledad. Así estaba tranquilo, sin preocupaciones. Solo él, solo consigo mismo. Allí nadie podía hacerle daño.
Draco se tendió en el sofá. Estaba cansado, cansado de todo. Como si de una montaña rusa se tratase, sus pensamientos fluían precipitadamente.
Se acabó, Draco, se acabó. Ahora a seguir con la rutina, el trabajo, los amigos, verla...
No, ¿qué más daba ella? Ella no importaba, ya constituía parte de su pasado, había quedado en Auckland, ahora volvía a ser la asquerosa sangre sucia, la idiota de Granger.
No, no, nunca sería eso. ¿Por qué no?
"Pum, pum." Necesitaba despejarse. Dormir sin soñar.
Quería gritar. Quería...quería volver. Volver a estar junto a ella.
Se quedó dormido envuelto en extrañas pesadillas.
Oooooo
Por fin Ginny se fue.
Se recostó en la puerta.
Una idea loca se le sobrevino a la cabeza.
Estaba cansada del viaje, del avión, de todo pero, quería refrescarse la mente.
Se puso ropa blanca y cómoda, unas zapatillas deportivas, se recogió el cabello en una cola alta y, bajó las escaleras de su casa, hasta la calle.
La tarde había caído y el cielo de Londres estaba apagado y sombrío. Se podía decir que hacía incluso un poco de frío. Todo comparado a Auckland. Días que a esa hora seguían vivos, calor a todas horas. El paisaje de montañas, el aire.
Hermione tosió y comenzó a correr con música en los oídos. Despejó la mente y se perdió en las canciones mientras corría presa de sus incertidumbres.
…….….….
Volvía a casa, más cansada aún.
Necesitaba una ducha relajante y dormir. En su cama, en su casa. Sola. Dormiría sola de nuevo.
"Si lo reflexionas bien, Hermione, no está del todo mal eso.", pensaba mientras caminaba. "Una cama para ti sola, sin nadie que ocupe la otra mitad. Sin nadie que te abrace...ni que te despierte entre besos...Además, era pesado, sí, es mejor así."
Llegó al portal de su apartamento. Abrió la puerta.
- ¡Hermione!
Su corazón dio un vuelco.
No, no podía ser. No, no quería mirar. Pero miró. Y ahí estaba él.
Tan pelirrojo, con ese rojo pasión que encendía su alma, con esas manos que le gustaban tanto, con ese olor a hierba y a chocolate.
No, no, otra vez no. Se negaba. Se metió hacia dentro del edificio y subió rapidamente las escaleras.
¡Hermione!
Él la seguía también.
"Mierda, ¿cómo puede correr tanto y yo tan poco?", se maldijo.
En el segundo piso, estaba detrás de ella.
Hermione... - murmuró.
Oh, su aliento tan próximo a su cuello. Él, era él.
Olvídame, tu amiga no tiene ganas de verte.
Él bufó.
Hermione siguió subiendo más despacio.
Llegaron al tercer piso, a la casa de Hermione.
Cogió la llave y la metió en la cerradura, dispuesta a darle con la puerta en las narices. - Herm...
- No me digas Herm.
- Herm, te quiero.
"Pum, pum" "Pum, pum"
Quieres a tu mejor amiga, muy bien.
Hizo un ademán de entrar pero el pelirrojo se lo impidió cogiéndola por el brazo.
Se volvió lentamente, cerró los párpados y volvió a abrirlos.
Azul, azul cielo, azul celestial. Dios, ¿por qué tenía esos ojos tan hermosos?
Necesito hablar contigo.
¿Y esos labios? ¿Por qué necesitaba que la besara tan impetuosamente? Le estaba rogando.
Por favor. - le pidió.
¿Cómo negarse? Asintió.
- Pasa.
Entraron al apartamento.
La noche ya había caído y una penumbra rodeaba toda la habitación.
Hermione se dirigió a la larga lámpara que se encontraba en el centro del salón y, dándole vueltas al encendedor, un débil rayo de luz iluminó la estancia.
Suspiró.
Él estaba allí. Casi se le había olvidado. Tenía frío.
Dando otra vuelta, cerró la ventana. Se dio la vuelta. Ron seguía allí.
- ¿Y, bien? - preguntó un poco nerviosa.
Ron la observó.
Tan desordenada como siempre. Con su cabello castaño despeinado. Los mechones rebeldes se salían de la cola caída sobre su espalda. Sus rizos enredados caían suavemente en ella. Y aquellos ojos, sus ojos tan hermosos, tan llenos de esa dulzura que enamora, tan profundos como un mar en el paraíso. Sus labios, esa fresa roja tan bella, tan sabrosa, tan indomable como su propia personalidad.
- ¿Todo eso tienes que decirme? - volvió a preguntar, más nerviosa y más furiosa. - Si es así, puedes irte...No me hagas perder el tiempo que no tengo.
El pelirrojo avanzó unos pasos.
- Llevamos dos meses sin vernos. Te he extrañado mucho.
- Ah, ya... - sonrió burlona. - Sí, veo que has hecho esfuerzos sobrehumanos para hablarme o buscarme. Tendrías mucho trabajo, ¿no?
- Lo intenté. Fui a ver a tu jefe y, no quiso, Ginny me dijo que no lo tenía...
- ¿Y tu no sospechases que fuera mentira?
- ¡Claro que sí!
- Ah, y cazas a mortífagos pero no puedes localizar un número de teléfono...- asintió e hizo un mohín con los labios. - Es que si no se quiere, no se puede.
- Hermione... Por Dios, he pensado en ti cada día, cada segundo...
- Me lo imagino.
- He tenido mucho tiempo para pensar, pensar en ti, en nosotros.
- ¿Nosotros? ¿Qué nosotros, Ron? Soy tu buena amiga, Hermione. ¿Recuerdas?
- ¡Hermione! Te digo lo que siento.
- Yo también.
- Te quiero.
- No te creo.
- ¿Qué tengo que hacer para que me creas? ¿Qué?
- Demostrarme que es cierto. Que no lo escondes, que hablas de ello como...algo normal. Y no lo haces, no es así, lo sabes.
- No me importa si tengo que decirlo a todo el mundo, no me importa decirle al mundo que te quiero.
¡No digas tonterías! Si no eres capaz de decirle a un amigo "eso", ¿cómo vas a ser capaz de declararlo al mundo? - bufó. - ¡No quiero oír más sandeces! No más.
Hizo un ademán de irse para su cuarto.
- Hermione...
- Olvídame. - dijo mientras marchaba hacia allí.
No puedo. Te quiero demasiado.
¿Por qué una parte de sí misma quería creerle? ¿Por qué, por más que se lo propusiera no podía odiarle? Cerró la puerta y se quedó de espaldas a ella. Oyó los pasos de Ron hacia allí, como giraba el picaporte, como entraba. Pudo imaginar como la miraba, como arrugaba la nariz, como se aplastaba el pelo...Siempre así, desde que lo conocía. Sonrió casi sin proponérselo. - Te quiero. - le susurró en el oído. - Sólo quería que lo supieras. Cerró los ojos. Sentía su corazón palpitando. - Y sólo quería saber, ¿qué sientes tu? ¿Qué siento yo? ¿Cómo lo sé? ¿Cómo lo puedo averiguar? - No lo sé, Ron. Estoy cansada. No quiero pensar. - ¿Quién te ha dicho que pienses? Sintió sus manos en su cintura. Sintió un escalofrío. ¿Por qué? Sintió su respiración en su oído, su corazón latiendo, el suyo latiendo también. - Sólo quiero que sientas...sólo eso. Que me digas qué sientes. Suspiró. Alrededor de su cintura sentía el calor de sus manos, sentía, ¿qué sentía? Le empezaba a doler la cabeza. - Sueño, tengo sueño. - dijo cerrando los ojos. - Entonces...me voy. - dijo sin soltarla. - Será lo mejor. - ¿Estás enfadada? - Ya no. - cogió aire. - Solo dolida. - Lo siento. Lo siento mucho. La soltó despacio. El frío volvió a hacer mella en su cuerpo. Abrió los ojos, los párpados le pesaban demasiado. Había llorado, vivido y sentido demasiadas cosas en muy poco tiempo. Se dio la vuelta y lo miró. Sus ojos azules, tan azules, tan hermosos...Faltaba algo... - Herm...Piensa y dímelo. Asintió y se pasó una mano por los ojos. - Necesito saberlo. - Yo también lo necesito. Ron acarició su rostro con una mano y sonrió. - No sabes lo que siento al volver a verte. No quiero que te vayas nunca más. Hizo círculos con un dedo sobre su mejilla y sus ojos. Bajó el dedo hasta su barbilla y la subió levemente. Acariciando sus labios. La besó muy lentamente, intentando quedarse con su sabor. Hermione se separó. Ron la miró y agachó la cabeza. - Volveré...muy pronto a verte. No dijo nada. - Adiós. Sintió sus pies chocando contra las baldosas en el suelo. Sintió como abría la puerta y la cerraba tras de sí, marchándose de la casa. - Adiós. Se quitó la ropa y se acostó así. El sueño rápidamente se adueñó de ella.
No había dormido nada bien.
No había dormido.
Se había despertado en mitad de la noche, con mucho calor y, no había podido conciliar de nuevo el sueño.
Aroma a papel, aroma a pintura, olor a gasolina y a perfumador. Cuero, madera, tinta. La redacción de un periódico.
- ¡Draco! Unos compañeros lo retuvieron unos minutos preguntándole sobre Nueva Zelanda Graham Goleen.Siguió avanzando hasta llegar a las oficinas centrales donde decenas de redactoras y redactores corrían de un lado a otro con papeles y plumas. Sonrió. Hacía dos largos meses que no pisaba el departamento. Muchos murmuraron al verle pero Draco no se detuvo a saludar a nadie y fue derecho hacia la oficina del fondo del pasillo. No tocó a la puerta. Richard Smith gritaba hablando por teléfono: - ¡Estúpidos! Dígales de mi parte que... Draco paseó por el despacho. Ojeó los murales pegados a las paredes. Las caras mágicas le sonrieron. Los últimos titulares. - ¡Maldita sea! ¡Mal! ¡Ok! Sí, el cinco...¡Y una...! Las ventanas dejaban ver a la plantilla mientras trabajaban. Vio a Stella, la secretaria de... Levantó sus ojos grises. Sonrió. Hermione. Pero...arqueó una ceja. La mayoria de los reporteros se abalanzaron sobre ella y la colmaron de abrazos y sonrisas mientras ella sonreía levemente, con una sonrisa que no era la suya, su sincera sonrisa, tan bella, tan llena. Sus ojos, ¿qué ocurría? - ¡Me estáis tocando mucho las narices! ¡Sí! Jajajaja, ¡no vais a venir! Pues entonces un diez... Y vestía de negro. ¿Negro, ella, Hermione? La criatura más transparente...Se despidió de todos los que la acosaban y se dirigió hacia donde él la miraba. Sus miradas se cruzaron. - ¡Qué no! ¡Es mi última oferta! Tan bella, tan hermosa. Tan...ella. - ¡La última! Abrió la puerta, pegando antes dos veces suavemente y asomó su cabeza pasando hacia el interior. - ¡Muy bien! ¡Adiós! Se encontraron frente a frente, de nuevo una vez más. Lo miraba con la misma intensidad pero tan distintamente. Estaban tan cerca, se encontraban tan lejanos... Un ruido sordo sonó. Richard suspiraba y había colgado el auricular de teléfono. Los miraba con sus ojos negros como carbones. - Sentaos. Hermione y Draco se sentaron cada uno en un asiento, delante de el jefe del profeta. Richard junto las manos y las yemas de los dedos unos con otros, apoyando los codos en la mesa. - Joder, venís en el peor momento. - masculló. - Tu nos citaste. - le recordó Draco. - Ya, Draco, ya. Bueno... - giró su silla que chirrió. - Solo dos cosas. O tres. Una, el libro será publicado a finales de esta semana. Los editores corregirán y enseguida se empezará a imprimir. Segundo, se va a celebrar una fiesta. - ¿Por nosotros? - preguntó Draco. - Por el libro. - gruñó Smith. - De etiqueta, el viernes. Un día antes de la publicación. Vendrá gente muy importante. Podéis invitar a amigos, familia...Pero, como os paséis, pagáis dinero de vuestro bolsillo, que no soy una hucha. Hermione sonrió levemente. - Y tercero, -cogió aire. - buen trabajo. Vais a ser ascendidos. - ¡Por fin! - exclamó Draco. - Creí que me pudriría siendo un reporterucho... Hermione observaba calladamente la escena. - ¿Alguna duda? - preguntó Richard al tiempo que encendía un puro. Draco negó con la cabeza. Hermione se levantó de la silla. - Supongo que hoy no tendremos que trabajar, ¿no, Richard? - preguntó Hermione. - No, pero mañana, sí. (n/a...negrero) Tenéis el día libre. - Adiós, entonces. - dijo Hermione cogiendo su bolso y saliendo de la oficina. - Hasta mañana, Smith. - se despidió Draco. Salió tras Hermione.
- Tienes mucha prisa, Granger. - le dijo con malicia. - Bastante, Malfoy. - ¿Qué te corre tanta urgencia? - Nada que sea de tu incumbencia. Arqueó una de sus rubias cejas. - Granger....para. Te estoy hablando. Hermione frenó en seco y se giró, dando media vuelta y quedándose frente a Malfoy. Suspiró. - ¿Qué quieres? - Celebrar el ascenso. - Tengo cosas que hacer. - ¿Qué cosas? ¿Qué ocurría? ¿Qué le pasaba a ella? En sus ojos había tristeza. Él también estaba triste. ¿Sería por lo mismo? No, ella sólo extrañaba a sus amigos de Auckland. A Mayra, a Johny, a Reeves... - Cosas, Malfoy, cosas. - dijo, fríamente. Sus labios. No, no podía perderse de nuevo de esa manera, maltratándose, muriendo por ella de esa forma tan irreal e inhumana. - Ya veo. - dijo un poco decaido. - Adiós. - dijo secamente. No podía hacer nada para detenerla. Y aunque la parara, nunca más podría ser. Ni un beso, ni una caricia, ni ninguna noche más. Sintió un fuerte pinchazo en el pecho. ¿Qué ocurría? Nada, todo bajo control. "Mientes". "Todo bajo control", "Mentira". Cogió aire. Solo necesitaba a alguien con quien explotar su deseo. Pansy. Nada más pensar en ella se le revolvía el estómago. ¿Cómo intentar olvidar las noches con Hermione con Pansy? Incomparable. Sin embargo, tenía que sacarla de su mente.
Todo al tiempo. Todo pasaba con el tiempo. Se sentía cansada, triste, derrotada. Mal. Una mala sensación le recorría el cuerpo. ¿Qué le pasaba? Tenía nombre. El nombre de un hombre. Los ojos del mundo. Le dolía la cabeza, le pesaba el cuerpo, los ojos, el alma. Quería volver a Auckland, quería beber el café de Mayra y escuchar la tierna voz de Johny. Quería oírlos a ambos peleándose. Quería volver a ver la sonrisa de Reeves, tan eterna. Quería volver. Quería estar sola. Encerrarse en sí misma. Comprenderse. Había vuelto a su hogar, ése era su hogar. Allí estaba su familia, su trabajo, sus amigos... ¿Y si iba con Ginny? No, ella trabajaba. ¿Y Ron? No, no quería. ¿Quién más? Harry, no estaba en Londres. Se sentía tan sola, tan mal. Lo mejor que podía hacer era quedarse en su apartamento, con sus libros, su televisión, su cama.
Sonrió ampliamente dejando ver sus dientes de vampiresa. Sus ojos azules tan fríos y falsos. - ¡Draco! ¡Por fin! - exclamó echándose a su cuello. El rubio cerró la puerta tras de sí. - Sabía que vendrías. Le besó en los labios. - Dios mío, estás muy cambiado. - sonrió con picardía. - Estás más guapo y más....mmm..sexy... - le besó en los labios nuevamente y luego le mordió en el cuello. - ¿Me has extrañado? - Mucho, Pansy. - dijo Draco sujetándola por las caderas y alejándola un poco. - ¡Uf! ¡Qué calor! Quítate la ropa, Draki... - Las damas primero. - ¡Por supuesto! Pansy se deshizo de toda su ropa y se quedó desnuda ante Draco. Pansy era guapa, siempre lo había sido. Tenía un cuerpo estupendo. Muy delgada, con unos senos considerables, unas piernas largas y una diminuta cintura. Una muñeca de piel pálida y cabello rubio lacio y suave como la seda. Cualquier hombre que hubiera estado en su lugar no se habría quedado en el estado que se quedó Draco. Quieto, normal. Pansy arqueó una ceja. - ¿De veras que me extrañaste? - volvió a preguntar. - Ya te dije que sí, Pansy. - Es que...te veo...raro, cambiado. - Soy el mismo de siempre. - dijo, seriamente. - Vamos a... - Shhh... -le calló acercándo su boca a su rostro. - Tengo una sorpresa para ti. - No me gustan las sorpresas.... - Esta te gustará. Le cogió la mano y tiró de él. A medida que avanzaban por el pequeño pasillo, la oscuridad aumentaba. Pansy hizo que Draco la rodeara con sus brazos. Tan solo unas velas puestas en los filos de una larga alfombra iluminaban el salón. - ¿Qué es esto? Pansy sonrió. - Para ti. Encima de la mesa había tres tarros de cristal con contenidos de color blanco, negro y rojo. - Es una sala de masajes pero..no puedes entrar vestido así... Suspiró. Pansy comenzó a bajarle los pantalones mientras él se desabrochaba la camisa. La chica sonreía malévola. Comenzó a morderle sensualmente mientras se deshacia de su ropa. Cuando terminó de desnudarlo, lo llevó hasta la alfombra y allí lo tiró. Se colocó frente a él: - ¿Te gusta la vista? - Sí. Pansy cogió uno de los botes, la crema negra. Se arrodilló ante él y comenzó a extenderlo por todo el cuerpo del rubio. - ¿Te gusta? - Sí. Un olor fuerte le llegó hasta la nariz. El olor de la crema. Cuando lo untó, cogió el bote de la crema blanca y repitió el proceso. Un calor agradable comenzó a rodear a Draco. De repente, un gusto terriblemente placentero comenzó a hacer mella en el rubio. Pansy masajeaba con ahinco la parte más oculta de su cuerpo, produciéndole un inmenso gusto. Imágenes oscuras comenzaron a mezclarse en su cerebro. Destellos fugaces no le dejaban ver de qué se trataba. Sólo sentía un estremecimiento por todo el cuerpo. Pansy cogió la crema roja pero, ésa, solo la puso en las manos de Draco. Ella estaba sentada en los muslos de Draco. Éste sintió como ella se echaba hacia delante y dirigía su boca a sus labios y después a su oreja, susurrándole: - Ahora, palpa. Agarró sus manos y, las colocó estratégicamente, cada una en un seno. - Explora, tú tienes el poder. Acarició sin ver dónde. Aquello le gustaba. Sí, era muy excitante. Tocar y sentir, nada de ver. Oscuridad. Nuevamente los destellos volvieron a su mente. Como flashes, uno estalló. Lo vio. Era ella. Lo oyó. Eran sus gemidos. Lo sintió, eran sus piernas.
Era su candidez, era su olor, se enredaba en él de nuevo. Sentía su corazón latiendo frenético. La sentía a ella. Eran esos rizos, enredó los dedos en su pelo. Tan suave. Su piel, tan dulce. Esos labios, esos rojísimos labios. Su cintura, como ansiaba fundirla a él. Como quería pegarse a ella como una segunda piel. Como la deseaba, como la quería, como la amaba. Una dulce tortura. Lo dominaba, era ella. Sus besos. Su orgullo fiero. Su ansia de poder. Quería gobernarle. Quería que cayera. Y él caía. Podía... Sus piernas. Su cuerpo, el extremo del placer. Ella, su sueño, su tortura, su martirio. Oyó sus jadeos, sintió sus propios gemidos. Iba a estallar. - Hermione... Basta. Basta. Para, para. No podré. Te quiero. No te vayas. ¡Flash! ¡Flash! Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Eco de sus palabras. - Draco...Draco...Draco... ¡Draco! Abrió los ojos. No estaba ella, ni su reflejo, solo estaba él y...Pansy. - ¿Qué has dicho? Se enderezó, cayendo Pansy en su movimiento. - Tengo que irme. - Me has llamado...Herm... Corrió hacia su ropa y comenzó a vestirse. Pansy seguía clavada en el suelo, con los ojos desencajados, mirando a todas partes. ¿Qué había hecho? ¿Por qué? ¿Qué había ocurrido? ¿Qué había dicho...qué sentía? - Me has dicho... Dios, no podía ser. No, se había... - Hermione. Enamorado....
Se había levantado aún más confusa. Todavía más perdida en sí misma. Y lo peor...La oficina le esperaba. Vuelta al trabajo. Sería lo mejor. Olvidarse de todo como mejor sabía hacerlo, trabajando. Comenzó a escribir en el ordenador. Una columna sobre...¿qué? Ah, sí. Viajes paradisiacos en las lunas de miel. "Menudo tema". Las playas de Piha. Las hubiera querido visitar, un sitio mágico según contaban. Escribió rápidamente en el teclado. Las letras se grababan en la pantalla.
De repente, se paró un instante. ¿Qué había escrito? Abrió la boca y miró a los lados. Nadie la observaba, o eso creía. Borró la tontería que había escrito. ¿A quién obedecían sus manos, a su cerebro o a su corazón?
La observaba. El corazón se le aceleraba en cada respiración. Se mesó el cabello con una mano. Sentía un nudo en el corazón, una presión insistente. Un nudo que se le subía a la garganta de vez en cuando. Pero, no podía evitar mirarla. No podía sino verla para acallar y aumentar su dolor. ¿Por qué? Aún se negaba a creerlo. No, era imposible. ¿Cómo había ocurrido? Estaba confundiendo sus sentimientos. Se estaba liando a sí mismo. No, no, al contrario. Pum, pum Se estaba volviendo loco. Necesitaba hablar don ella. La necesitaba. Por lo menos podía estar cerca de ella.
De repente, Hermione se levantó de la mesa en la que trabajaba. Iba a tomarse un vaso de agua fresca, a ver si así ahogaba sus pensamientos, sus dudas. En cuanto se dirigió hacia allá, Draco se levantó a su vez y la siguió. Presionó el botón y dejó que el agua cayera en el vaso. Luego se apoyó en la pared y sorbió lentamente el agua oyendo como recorría su boca y bajaba por su garganta. Se masajeó con la otra mano las sienes que le dolían. Cerró los ojos. Le estaba sentando bien. El dolor era menos perpetuo. Una sombra se cruzó en su campo de visión. Abrió los ojos y parpadeó. Cerró los labios en un mohín y suspiró. - Buenos días, Malfoy. - saludó fríamente. - Quiero hablar contigo. - Perdona pero...tengo que trabajar.- dijo, dejando el vaso en la bandeja. - Espera. - la detuvo Draco. - Es en serio. - Lo mío también. - protestó Hermione. - Oh, vamos, no te hagas de rogar. - Anda, Malfoy, déjame en paz. La sujetó fuertemente haciendo que chocara con la pared. Hermione lo miró duramente. - Pero, ¿quién....? - comenzó a recriminarle. Draco miró a los lados y le tapó la boca con la mano. Hermione gimió, enfadada pero el rubio no le dio tiempo a nada y la arrastró rápidamente hasta el cuarto de mantenimiento que cerró con la llave. Soltó a Hermione que le exclamó, furiosa: - ¿Quién te crees? Eres... Draco se puso delante de ella. Se acercó tanto que su aire chocaba contra su rostro. Hermione le miró con los ojos serios y llenos de rencor. - ¿Qué quieres? Draco la miró. Sus ojos grises la miraron como nunca lo habían hecho. La besó. Creyó morir con ese beso. Creyó que se iba a derretir en sus labios. Creyó que la dulce muerte de lo prohibido lo había atrapado en su red de telarañas. La besó apasionadamente, besándola con ansia. Podría haberlo prolongado, podría haberla besado eternamente pero, Hermione, se separó de él con un fuerte empujón. Sin embargo, no consiguió alejarlo. - ¡Déjame, Malfoy! - No. - ¿Por qué no? - Porque no quieres, ni yo tampoco. - ¡Sí quiero! - No,tus labios no me han dicho eso. - Vete a la mierda. Dame la llave y déjame salir. - le ordenó. - No, quiero hablar. - No tenemos nada que hablar. - Yo creo que sí. Hermione suspiró. - Habla y déjame salir. - Te deseo. - Yo no, déjame salir. - No me mientas. Tu también me deseas, quiero volver a... - ¡No! Estamos en Londres, Draco, te lo advertí. Búscate otro juguete, yo ya me cansé. Ahora... - hizo un ademán para marcharse. No podía, el cuerpo de Draco se lo impedía. - No eres un juguete. - Malfoy... Tan hermosa. ¿Cómo no desearla, cómo no amarla? Pum, pum Pum, pum Alzó un dedo. Tocó su piel. Quemaba. Hermione lo miraba atónita. ¿Era ése Draco Malfoy? La deseaba, la amaba. - Necesito saber qué sientes. - ¿Qué siento? ¿Qué hablas? - ¿Qué sientes por mí? ¿Qué hacía? ¿Lloraba o reía? - Déjame salir... - se sentía asfixiada. - No, quiero saber. - Déjame salir o grito. - Grita, me da igual. - ¿No lo entiendes? ¿No lo entiendes? - le preguntó con los ojos llenos de puntos brillantes. - Me haces daño. Por favor, déjame ir. "Me haces daño", se hacia daño a sí mismo. Draco puso la llave en la cerradura. - Lo siento. - Yo más aún. Abrió la puerta rápidamente y se marchó. ¿Qué había hecho? ¿Por qué se había dejado llevar? Su corazón aún latía. Su boca aún le ardía. ¿Qué había hecho?
Las horas pasaban lentamente alargando su sufrimiento. No podía dormir, la cama era ahora inmensa, ahora, solo en ella. En la oscuridad y el cargado ambiente de su habitación, decía cosas sin sentido envuelto en sus pesadillas. Pesadillas en las que la protagonista era ella. Podía oír su risa hermosa, oír cuando le susurraba su nombre, sentirla piel contra piel, ver sus ojos. Tanta obsesión lo estaba matando poco a poco. Despertó a mitad de la noche. Se puso boca arriba a mirar el techo. Las sombras que se reflejaban en la pared no hacían más que darle miedo. Miedo de estar tan solo con su locura. Miedo de sí mismo. Recorrió la estancia pensando en ella. No había cávida para nada más en su mente, sólo ella. Ella se había hecho la dueña de su cabeza, de su corazón. ¿Por qué no podía deshecharla de sus pensamientos? ¿Por qué no podía ocultarla, hundirla en el olvido? ¿Por qué esto le estaba sucediendo? Él no había sido hecho para amar. Él no podía amar a nadie, ni siquiera a su propia persona. Hacía daño a los demás. Desde pequeño había crecido con el dolor pegado como una segunda piel, como algo incrustado a su cuerpo, algo demasiado fuerte en su alma. Era un experto en causar sufrimiento y, no, no quería hacerle daño a ella. No, a ella no. La amaba. ¿Cómo podía ser? ¿Cuándo había nacido eso que sentía? ¿Cómo? Tan solo de tenerla, de beberse el uno al otro como veneno, como una droga adictiva. Siempre había sido así, siempre había sido algo peor que una adicción. Ella no había hecho otra cosa que dejarle soñar, de hacer plenas sus fantasías y él, no había hecho otra cosa que cumplirlas. Quería gritar. Quería correr con ella. La necesitaba. La anhelaba. La ansiaba. Ella, todo, todo lo daría por ella. Por tenerla de nuevo. Por que fuera suya pero, sobre todo, por que lo amara. Se tumbó. Todo el cuerpo le dolía. Todo el mundo daba vueltas. Todos dormían, pero él no podía.
- ¿Vendrás? - ¡Pues claro! ¡No puedo perdérmelo! Hermione sonrió levemente. - Sabía que no me fallarías. - Y...¿puedo llevar pareja? - Claro. Pero...a ver lo que traes, eh. - rió. - Descuida. Confía en mí. - No debo... Se despidió de Ginny y colgó. Él la observaba. Hermione lo notó. Cerró los ojos un momento imaginando sus ojos. Tan grises, tan profundos. En las noches de luna llena, sus ojos brillaban. Recordó su sonrisa. Podía verlos de nuevo allí, en la habitación, reflejados el uno en el otro. - Señorita... La voz de Stella la sacó de su ensismamiento. La joven pelinegra de ojos canela le sonreía timidamente. - ¿Sí? Dime. - le respondió Hermione. - Quería saber si mañana se tomará el día libre. - Mañana...¿qué ocurre mañana? Stella sonrió. - Que es sábado pero, sale a la venta el libro de la biografía de Graham Golden. Hermione dudó. - No, Stella, no vendré. Pero, quizá me pase a ver que tal va... La joven sonrió y se alejó. Esa noche. Era la fiesta. No tenía ninguna gana de ir pero...tenía que hacerlo. La seguía observando. No, no quería mirarle. Lo ignoraría, como ignoraba todo lo que había sucedido días atrás. Ignoraba o quería olvidar.
La recepción era enorme. Richard Smith estaba encantado, y con razón, gastarse miles de dólares para un estreno como el de la Biografía de Graham Golden estaba justificado, si con él ganabas el doble o incluso el triple, claro. Cuestión de números. A Hermione los números nunca le habían interesado especialmente, simplemente, existían, como existían tantas cosas. - Demasiado pálida. - Ginny...sabes que no me gusta... - Que te pinten como una payasa. Ok. No lo haré. Cerró los ojos. La pelirroja pasó la brocha por sus párpados. - Abre. Parpardeó un par de veces. - ¿Qué falta? - preguntó, exasperada por terminar. - Los labios, cariño, ya termino. Le enseñó dos pintalabios. - ¿Rojo o rojo? - preguntó la pelirroja con picardía. - ¿Por qué rojo? - Ay, Herm... calla que pinto. - le pasó el lapiz por los labios. - Porque el rojo es el rojo, el fruto de la pasión, y todo ese rollo... El más bonito. El más atrayente. Terminó. Hermione se levantó de la cama y se miró al espejo. - Además, hoy vas a ser el centro de todas las miradas... - habló Ginny mientras se ataba el tacón. Se miró. Tan distinta. Sus ojos, llenos de rimel, parecían más grandes y profundos, ese rostro de mujer, esos labios más rojos todavía, ese atuendo... - Ginny... ¿no debería vestir de negro y traje de chaqueta? - No, Herm...Guapa, expectacular, así. - Ya, ya... - negó con la cabeza. - Lo que me haces hacer. Ginny soltó el maquillaje en el tocador y se frotó los labios. - Enga, vamos, Herm. - Tengo un nudo en el estómago. - Yo en el pelo...maldita sea... - se quejó Ginny tirando del brazo de Herm. Hermione se miró por última vez al espejo y suspiró. La noche comenzaba.
Richard Smith fumaba un puro. Los anillos de humo se volatilizaban en el aire desprendiendo un olor desagradable. Su jefe le sonrió al verlo llegar: - Draco. Bienvenido. ¿Una copa? - Gracias, Richard. Con mucho gusto. El director del profeta le entregó una fina copa de crital con un líquido granate. Draco bebió lentamente. - ¿Entusiasmado? - le preguntó su jefe mientras daba una calada. - No demasiado. Richard tosió dándose palmadas en el pecho. - ¡Quién lo diría! Deberías estar ilusionado, no lo ascienden a uno todos los días. ¿Por qué debía de estar ilusionado? Qué más daba que lo ascendieran o no...Todo ese trabajo realizado en Auckland solo le había traido una cosa, dolor. Ahora dentro de sí mismo solo sentía el dolor tan profundo clavado en su interior. Dolor que tenía nombre y apellido. - ¿Y Granger? - No ha llegado aún. Richard apagó el puro. Miró hacia los lados. - ¿No has traido a nadie contigo, Draco? - No. ¿A quié iba a llevar? ¿Qué amigos y qué familia? Suspiró. - Ven, voy a presentarte a unos socios. Richard Smith lo llevó junto a unos altos y delgados hombres de aspecto huraño. - Señor King, señor Clever, este es Draco Malfoy, co-autor de la biografia. - le presentó. Sonrió falsamente. - Encantado. - dijo, estrechándole a ambos las manos. ¿Por qué fingir? ¿Por qué mentirse a sí mismo? ¿Qué ganaba? ¿Amigos, acaso? Comenzaron a hablar del libro y de Auckland. Los dos empresarios le miraban con atención pero, Draco veía sus ojos perdidos por la sala. ¿Con quién hablaba y por qué? Richard asentía. ¿Qué hacía allí? No le gustaba todo aquello, se sentía aprisionado en una jaula.
- Un gran auror. - declaró el tal Clever. - El mejor. - afirmó Draco. - No se equivoque, señor Malfoy. - dijo de pronto, Mr. King. - El mejor auror de todos sabría quien intentó asesinarle, ¿no cree? Sintió una furia terrible contra aquel hombre que hablaba con él y que le dirigía una sonrisa totalmente falsa. - ¿Y quién le dice que no lo sepa, señor King? - preguntó. En su voz se mezclaba la ira y la ironía. El hombre palideció un poco, se volvió a su socio, Clever se encogió de hombros. - ¿Y por qué no lo ha dicho, entonces? - Creo que hay que conocer a Graham Golden para sacar conclusiones precipitadas sobre él. - dijo bebiendo de su copa. - Si me disculpan... Dejó la copa sobre la larga mesa y se retiró. "Estúpidos, creen que lo saben todos." Golden era como un padre para él, mucho más. Le tenía tanta admiración...Por eso estaba allí, para hablar y conmemorar a Graham Golden, su ídolo. Iba inmerso en sus pensamientos. Ella también. Chocaron. - ¡Cuidado! - exclamó Draco. Se giró. Era...ella... - Herm..Hermione... Tan bella, tan luminosa como la luna. Sus ojos, esos luceros brillantes, mares llenos de olas que enamoraban. Y sus labios...Tan rojos, tan dulces. Pum, pum ¿Por qué su corazón se volvía loco de repente? ¿Por qué no podía dejar de observar a esa belleza? Tenía una camisa blanca cruzada a ambos lados. Dos pequeños lazos sobresalían por detrás. Y una falda, una falda con dos pliegues coquetos. Color del oro. Suave como la seda. Lo noto antes de tocarla. Se enredaba seductoramente en sus muslos cayendo sobre su pierna. Tan hermosa, tan letal como el mismo veneno. - Malfoy. Buenas noches. - respondió fría, como el hielo mismo. - Buenas noches. Como quería perderse en sus ojos, como quería observarla una eternidad. Pum, pum Pum, pum - Felicidades, veo que has aprovechado la ocasión. - ¿La ocasión? - Para relacionarte con el mundo del periodismo mágico...me refiero. - Sí, Smith está presentándome en esta sociedad. - Muy bien. Espero que...te vaya bien. Fría, fría, no era ella. No, cálida, quería volver a sentirla cálida. Quería embolverse en ella, en su voz, beber para acallar su sed. - Guau, buenas noches, Malfoy. Veo que el tiempo te sienta bien. Draco desvió un segundo la mirada de Hermione. A su lado surgieron unos cabellos rojos como el fuego. - Weasley.... - murmuró. - Qué sorpresa. - Hacia tiempo que no nos encontrábamos. - dijo Ginny sonriendo. - Desde Hogwarts. - Sí, así es. Y había cambiado. Ya no era la niña indefensa a la que Potter y el pobretón de Weasley protegían. Ya no era la niñita pecosa con dos trenzas y rostro ángelical, tal y como Hermione, el tiempo había moldeado su rostro y su personalidad, convertiéndola en una mujer fascinante. Tan fascinante...pero menos que ella. - Ginny...vamos, quiero saludar a unos amigos. - habló Hermione. - Vamos, Herm. Hasta luego, Malfoy. - Adiós... Las dos chicas pasaron a su lado. Hermione estaba tan cerca... Se volvió y abrió la boca. Su espalda, al descubierto. Una espalda dorada, su espalda desnuda. Tragó saliva. Y ese andar...Le empezaba a doler la cabeza.
- No lo recordaba así. - ¿Así, cómo? - Tan...- dijo gesticulando, añadió en voz baja. - Hermione, ¿tu le has visto? Está...potente, tía. Joder... Hermione sonrió. - No está tanto. - ¡¿No?! Sí, mis hormonas se disparan. ¡Uf! ¡Qué calor! - dijo abanicándose con la mano. Hermione miró a sendos lados de la sala. Había cientos de invitados. La gran mayoria desconocidos. Debían de ser contribuyentes o asociados al profeta, amigos de Richard Smith. Cuánto hubiera querido que en esa fiesta hubiera estado Mayra, o Johny, o Reeves...Estar allí. - ¿Una copita, Herm? ¿Sí, no? - Gin... La pelirroja ya pedía dos yin tonics. - Toma. - Gracias...Ginny...¿tu no me querrás emborrachar o emborracharte, verdad? - ¡Herm! ¡Descuida! Eso de las borracheras me pasaba en...Hogwarts, estaba tan mal con las penas de amores...ay, que tiempos. - bebió de su copa. - Ya...Lo sé. - Hermione sorbió lentamente. - Sí, tu por mi hermano, yo por Harry. ¡Que dos penosas! Ella por Ron. Se recordó adolescente, cuando iba al estadio y lo veía parando los tiros. Se agitaba en cada acercamiento, gritaba en cada golpe, sufría el partido en su propia piel sólo porque él estaba viviéndolo. - Hermione. - ¿Qué? - No mires. - ¿Por qué...? Demasiado tarde. - Sorpresa. - dijo Ginny mordiéndose el labio. Hermione se giró y los vio. Le vio. Caminaban hacia ellas. - ¡Harry! - gritó alegre. - ¡Herm! ¡Qué gusto verte! Los dos amigos se abrazaron y se dieron unos besos de bienvenida. - Hola, hermano. Qué guapo, siempre dije que el azul era tu color. - Ya... - Ron frunció el ceño. - Estás muy... - Guapa, sí, gracias. Dame un beso, anda.
Al separarse de Harry, él la observaba mientras Ginny parloteaba. Sus ojos azules resplandecían. "El azul siempre fue tu color. Te hace los ojos aún más hermosos".... Le faltaba el aire. - Hola. - saludó el pelirrojo. - Felicidades. - Gracias. - dijo un poco azorada. - Estás preciosa. - Tu también estás...muy bien. El...el azul siempre te sentó bien. Ron sonrió. - A ti todo se sienta bien. Sintió calor en la cara, sintió presión en el pecho. ¿Por qué? Lo había visto miles de veces, sólo en sus años en Hogwarts ocurría eso. ¿Por...qué? - ¿A mí no me das beso de bienvenida? Clavó sus ojos en sus ojos. Sintió una tranquilidad repentina pero, a pesar de ello, los nervios siguieron instalados en su paz. Sonrió. - Claro. "¿Y si lo beso en la boca? ¡Hermione! Solo amigos, no, no, ¿sólo eso? ¡Hermione, despierta!". Sus labios le quemaron en la piel del rostro. Su beso quedó grabado en su cara como el hierro candente en la carne. Sintió un calor asfixiante en las mejillas, un calor que se iba poco a poco extendiendo por todos lados. - ¿Has pensado? - le preguntó Ron, cogiéndola de imprevisto. - Am..- dudó qué decirle. - Pues...sí, he pensado. - Y, ¿has llegado a alguna conclusión? - Am....sí, digo no. No, no lo sé. "¿Cómo que no? ¿Sí? ¿Cuál? ¿Qué estaba diciendo?" Sólo Ron tenía ese poder, le hacia perder el control sobre sí misma. - Espero que esta noche se te aclaren todas las dudas. - sonrió el pelirrojo. - Eso espero. - murmuró más para ella que para él.
Ginny, Harry, Ron y Hermione se dispusieron a tomar unos cócteles. Mientras tanto hablaban. Tenían muchas cosas que contarse. - ¿Cómo es que vuestros "jefes" os han dejado una noche libre? - preguntó Ginny con tono meloso. - Todavía estoy extrañado. - murmuró Harry. - Gneis se ha vuelto loco. - rió Ron. Junto a él rieron los demás. Hermione daba vueltas a su copa sin terminar de beberla. Sentía un nudo en el estómago. ¿Era por Ron? ¿Por qué sino? Levantó sus ojos marrones. - De todas maneras, últimamente además de las tonterías típicas...no ocurre nada realmente interesante ni importante. - bufó Harry. - Lo malo es que cuando ocurre, ocurre en la otra parte del mundo. - gruñó Ron. - Por eso nunca estamos aquí. - Es un asco. Pero nos gusta. - sonrió Harry mirando a Ginny. Se fijó en un punto un rato. La figura comenzó a hacérsele borrosa. Se frotó con la mano los ojos. Rodó su mirada por la sala. Mucha gente, hablaban...Todo parecía tan trivial a su alrededor. Pero, dentro de su cuerpo sentía ese nudo apretándose dolorosamente. Un nudo que amenazaba con hacerse más poderoso, subirle por la garganta, desplazarse hasta su cabeza. - No estudiamos tantos años para que no nos gustara. - se quejó Ron. Y las voces se fueron apagando. Oía a Ron, a Harry, a Ginny...tan lejanos a ella cuando estaban a escasos centímetros. No oía nada, sólo oía el palpitar de su corazón resonando en sus oídos. Su sonido hacia que las sienes comenzaran a dolerle. Que todo le diera vueltas. Anhelaba tanto aire fresco. Anhelaba tanto la paz...Una paz que nadie podía darle...¿O quizá alguien podía aportarle un poco...? En su retina su mirada gris y fría se le clavó como miles de espinas. Abrió la boca leves milímitros, cogió aire y sintió un extraño mareo, un cosquilleo. Draco la miraba con los ojos llenos de sentimientos confusos. Sentimiento de...¿odio? ¿Rabia? Quizá furia. ¿Habría envidia? Pero ella sintió tantas cosas provinientes de su mirada. Sintió una corriente de extrañas emociones fluyendo en ella. - ¿Hermione? - le gritó Ginny. Volvió la cabeza. Ron, Harry y Ginny la miraban ladeando la cabeza con muecas divertidas. - ¿A qué luna de Júpiter te has ido, Herm? - le preguntó Harry con sorna. - Estaba pensando... - se excusó. - Debes de estar muy nerviosa. - le dijo Ron. Él la estaba mirando. Lo sabía. - Sí, lo estoy pero, podría ser peor. - sonrió levemente. De repente, unos camareros que vestían de azul marino1 atravesaron la sala. Sacaron sus varitas y haciendo unos hechizos montaron entre ellos una plataforma redonda en la que pusieron un micrófono. - Qué extraño que Richard se haya adecuado a métodos muggles... - comentó Hermione. Richard Smith se paseó entre los camareros. Fumaba un nuevo puro. - Cómo me gustaría que dejase ese vicio. - protestó Hermione. - No creo que lo hiciese por nada de este mundo... Es una de sus pasiones. Se sobresaltó. Un golpe inesperado. Él estaba más alejado. Su voz estaba ahí. Él estaba ahí. - Hola, Malfoy... - respondió lo más secamente que pudo.
¿Por qué estaba así de fría? Una rabia le carcomia en su interior. La odiaba y la amaba al mismo tiempo. No podía soportar la idea de que no estuviera con él, que estuviera con el sucio Weasley. ¿Cómo lo prefería ante él? ¿Cómo lo comparaba? Él era Draco Malfoy. Guapo, inteligente, rico, deseado...Y él...también. Golpe bajo, Draco. Weasley era auror. Sí, una vez esa idea se le había cruzado. Qué cómico. Qué ironía. Auror de los de su propia calaña...Había podido ser mortifago. Su familia entera lo era. Pero, mejor no recordar. A Draco no le parecía guapo. Parecía un niño pequeño demasiado alto. Con aquellas pecas, le recordaba al niño idiota que una vez había conocido en el expreso de Hogwarts. Y ella. Ella era todo lo que podía desearse. Todo, ella lo era todo. Y en ese instante lo miraba con los ojos inmensos, tan grandes como ella misma. Con esos labios hermosos, con esa belleza que era. Todo. - Hola, Granger. Sus palabras le dolían. Le dolía ella. Cuanto quería volver a pronunciar su nombre. Como quería que las sílabas de la palabra rodaran por su boca, perdiéndose en el tiempo, quedando en él. Su nombre, le dolía. - ¿Lo pasas bien, Malfoy? Fría, fría como el hielo. ¿Cómo podía ser así? ¿Cómo podía haber olvidado todo? ¿Cómo podía él hacerlo? - Muy bien. Gran fiesta en mi honor. - sonrió con malicia. - Dirás en honor a Graham, Draco. - De los dos. - Y en el honor de Hermione. - Weasley. - dijo volviéndose a él. - Cuánto tiempo. - No demasiado para mi gusto, Malfoy. Draco volvió a sonreír. Giró la pupila y vio a Harry al lado del pelirrojo. - Potter, qué sorpresa. El trío fantástico de nuevo junto. - Ya ves. - respondió Harry. - Tu ni siquiera tienes a nadie que forme contigo un dúo, ¿no, Malfoy? Hubiera querido estrangular al idiota de Weasley allí mismo. Hubiera querido besarla. Hubiera querido desaparecer y secuestrarla. Pero, antes de que cualquiera de estos actos se le pasara por la mente, algo lo detuvo: - Ejem, ejem... Hola a todos. Richard Smith, su jefe estaba subido en la plataforma que habían instalado los camareros. Sus pequeños ojillos negros miraban a todos los presentes que comenzaban a arremolinarse en torno al redondel mirando al director del profeta. - Ya sabemos porque estamos aquí pero...de todas maneras, lo recuerdo. Estamos aquí para celebrar el estreno próximo de la biografía del gran Graham Golden. Entonces se dio media vuelta y, cogió de una caja un libro de cubierta blanca. En ella había una foto de unos ojos y una varita. Unos ojos de un color verde y azul muy intensos y una varita dorada. - Esta biografia la han escrito, en nombre del profeta, nuestros dos mejores reporteros. - se aclaró la garganta. - Hermione Granger y Draco Malfoy. La gente los miró pero ellos continuaron impasibles mirando a Richard. - Quería en nombre del profeta agradecerles a ambos sus dos meses de trabajo en Nueva Zelanda, y, por esa entrega a nuestro periódico, se merecen un ascenso. La gente murmuró. - Por ello, - se aclaró de nuevo la garganta. - les nombraré jefes de sección. Muchos aplaudieron la decisión. "Jefe de sección." El corazón de Draco latía precipitadamente, Richard sabía qué sección quería, que había luchado por ella mucho tiempo. - La señorita Granger será la jefa de la sección Internacional. Ginny abrazó a Hermione. Harry y Ron también la felicitaron. Hermione sonreía tímidamente. "No está contenta", pensó Draco. "Si me mirara, si lo hiciera estaría seguro". Pero ella no lo miró y, Richard Smith siguió con sus novedades. - Y el señor Malfoy será el nuevo jefe de... Un brillo de emoción iluminó el rostro del rubio. - Asuntos secretos del periódico. Lo había conseguido. Después de tres largos años, por fin podría ser el jefe de todas aquellas cosas oscuras que se ocultaban, de aquellos casos tan peligrosos, del máximo riesgo, del peligro. ¡Por fin! - Felicidades. - sonrió Richard. - Felicidades. Se volvió, ella lo miraba con sus enormes ojos marrones, sonriendo levemente. - Gracias. - Era lo que querías, ¿no? - Sí. ¿Y tú? Se produjo un mínimo silencio que fue interrumpido por la persona más inoportuna. - Drakito...Felicidades, amor. La voz fría y malévola de Pansy lo golpeó como un huracán. - Parkinson...cuánto tiempo. Sus ojos marrones ya no estaban clavados en los suyos sino que examinaban a la ex Slytherin, sonriente. Llevaba un vestido corto plateado, el cabello rubio platino suelto y mucho rimel en los ojos azules, tan fríos como el hielo y a la vez encantadores. - Granger....Veo que no has cambiado. - sonrió. - Sigues siendo una pobre sangre sucia. - Cállate, Pansy. - le cortó Draco. - Sí, mejor será que no vuelvas a insultar a Hermione, Parkinson... - Ron se colocó al lado de Hermione, frente a los dos ex Slytherins. - ¿Sabes? Un auror puede causarte muchos problemas si se lo propone. - ¡Ah! Weasley, no me das miedo. - dijo con dignidad. - Deberías tenerlo. - miró a Malfoy con desprecio. - Vamos, Herm, deja a las serpientes con su veneno. La cogió por la parte superior del brazo y suavemente la arrastró junto a él. Draco la vio marchar con aquellos destellos que desprendía su falda y sus rizos, derramados en su espalda desnuda. - ¿Qué haces aquí? - preguntó furioso a Pansy. - ¡Oh! Draco, no te alteres... - Pansy sonrió divertida. - Nadie te invitó. - Yo me auto invité, cariño. Además, no entiendo por qué no.... - Quiero que te largues ahora mismo. - dijo sin preámbulos. - No, he venido a verte en toda tu gloria y no me iré sin ti. - Pues ya puedes esperar, no pienso estar contigo... - No creo que te convenga no hacerlo... Draco sonrió maliciosamente. - ¿Me estás amenazando? - Tómatelo como quieras. Sólo te digo que no pienso irme. - Soy más peligroso de lo que crees, Pansy, no juegues conmigo.
- Un brindis. - dijo Ginny alzando la copa. - Por Hermione. - apuntó Harry imitándola. - Por ti, Herm. - sonrió Ron. Chocaron las copas y bebieron. - No te veo muy feliz. - le susurró Ron. - Sí, sí... - asintió ella. - Sólo es que...no sé, esperaba...una sección para mí sola, no ser jefa. Lo mío es escribir mis propios artículos, no dirigir a los demás. - Vamos, - la animó Harry. - tendrás más oportunidades para ello. - ¡Claro que sí, Herm! ¡Eres una gran periodista! - exclamó Ginny. Hermione sonrió y asintió. - Tenéis toda la razón. Soy una de las mejores periodistas del profeta. - Podía decirse que la mejor. - Richard. - Hermione se volvió y sonrió a su jefe. - Brinda con nosotros. - Creo que estoy bebiendo demasiado... - rió él. Así que, ya que no tengo excusa, que no sea yo solo el que se emborrache. Haced un brindis general. Ron se aclaró la garganta. Miró a Hermione y le sonrió. - Lo haré yo. - Muy bien. Sube a la plataforma para que te oigan mejor. El pelirrojo vestido de azul cielo subió a la plataforma y reclamó la atención de todos los presentes. - Ah, cómo ha cambiado el pobretón... - susurró Pansy. - Veo que tienes competencia, Drakito. Draco apretó la copa en su mano. - Bueno, yo voy a proponer un brindis. - sonrió dulcemente. - Hoy es un día muy especial porque...yo siempre he admirado a Graham Golden y, me gustaría que mucha gente supiera todo lo que hizo por el mundo mágico. Hermione sonrió. - También quería darle mis más sinceras felicidades al profeta porque tienen a la mejor periodista del mundo mágico. A Hermione Granger. Draco no pudo evitar mirarla. Hermione miraba a Ron mientras hablaba con el gesto orgulloso y feliz. - Además de una gran profesional, Hermione es una de las mejores personas que conozco y...la mujer más increíble que existe. El corazón comenzó a latirle rápidamente. ¿Por qué decía todo aquello? Su cabeza daba vueltas y no podía dejar de mirarle. Un cosquilleo le recorrió todo el cuerpo y la sensación extraña de que algo importante va a suceder.
- Por todo ello...
¿Qué iba a hacer el idiota de Weasley? Él ya sabía todo aquello, sabía que era maravillosa, sabía que era la mujer más increíble del mundo...lo sabía. Lo sabía.
- Quiero decirle a ella y a todo el mundo...
Cogió aire y lo soltó despacio. Su corazón y su mente se habían vuelto locas. Quería callarlo pero ni ella misma podía hablar.
- Que te amo, Hermione.
También la amaba. Pero no como él. Su amor no era comparable al suyo. No, no lo era. Y ella, ¿qué sentía ella? ¿Cómo era su amor? ¿Qué amor...? Ella no lo amaba. Ella...
- Y quiero pedirte...
Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Sus ojos brillaban.
- Que te cases conmigo.
Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Pum, pum Y ahora todos la miraban, y él no era menos.
¿Quieres casarte conmigo, Hermione?
Pum, pum No. Pum, pum Sí. Pum, pum No lo sé.
Sí.
Pum, pum Pum, pum Pum, pum ¿Cómo qué sí? ¿Cómo qué sí? No, no, no, no, ella no podía...no, ella con él, no.
- Quiero casarme contigo, Ron. El pelirrojo sonrió ampliamente y de un salto bajó de la plataforma y corriendo se acercó a Hermione. En los ojos de ella una emoción enorme se transformó en lágrimas que resbalaron por su mejilla. El pelirrojo la agarró suavemente por ambos carrillos. - Sí, sí, sí... - sollozó Hermione. - Te quiero, Herm, te quiero. La besó con ternura mientras en su beso el sabor salado de las lágrimas se mezclaba con el de su alegría.
Pum, pum Pum, pum Se sentía roto, muerto, triste, furioso, quería matarlo, quería acabar con todo eso que sentía...No quería sentir. Sólo quería dormir para siempre y no sufrir. Vio desconcertado como Ron sacaba una pequeña cajita de su chaqueta y, al abrirla, le colocaba en el dedo un brillante anillo a Hermione. Mucha gente se acercó para felicitarlos y otros tantos aplaudieron y murmuraban. Todo era una fiesta, todos estaban contentos, pero él... Él había muerto allí mismo. Su alma se había roto en miles de cachitos que ahora se perdían en cada lágrima de Hermione.
Hermione abandonó un instante la sala y se dirigió a los baños.
Voy a felicitar a Weasley por la feliz noticia. -sonrió Pansy.
Pero Draco no la escuchó.
Tras esto, salió veloz detrás de Hermione. Distinguió sus rizos castaños volando detrás de la puerta del servicio de señoras.
Hermione se secaba los ojos con un pañuelo blanco.
Abrió la puerta y cerró con un portazo, echando el pestillo.
La morena lo miró confundida y antes de moverse, Draco ya había corrido hasta donde se encontraba y la agarraba fuertemente de las muñecas. En sus ojos un brillo de rabia y dolor le perforaba la retina con la sola intención de hacerle daño.
Suéltame. - le dijo Hermione.
Draco la miró fijamente unos segundos.
- ¿Por qué? - preguntó fríamente. ¿Por qué?, se preguntaba él. ¿Por qué....?
- Suéltame. - repitió.
- Responde.
¡Suéltame!
La atrapó, pegó su espalda en la pared. Hermione se estremeció.
La fría pared estaba pegada a su espalda desnuda.
- Quiero que me aclares por qué....
Porque lo amo.
Sus ojos marrones, como quería perderse en sus ojos, sumergirse y hundirse en toda su profundidad.
¡No!
Se gritó y le gritó. No, no, no era cierto.
- Mientes, tú no le amas.
- Claro que lo amo. Suéltame.
- Susurrabas mi nombre, me besabas, estabas conmigo todas las noches...
Eso fue en Auckland..
No puedes haberte olvidado de todo eso.
Claro que lo he olvidado.
No, no, no...No podía haberlo olvidado. Aquellas noches, aquel deseo, aquello que les envolvía. Sus noches, sus días, sus besos, sus caricias...
- Mientes, estás mintiéndome...
No te miento.
¿Qué era aquello? ¿Una lágrima? ¿De ella o suya?
- Tú me amas a mí.
- Yo le amo a él, amo a Ron...siempre le he amado.
- No. - la golpeó más fuertemente contra la pared. - No.
Sí, Malfoy, es así...Yo no te amo, no te amo.
De nuevo una lágrima. De ambos.
- Desde que era pequeña, desde Hogwarts, siempre lo he amado, siempre. - su corazón palpitó tan fuerte que Draco pudo oírlo. - Siempre.
- ¿Qué fui para ti?
- Un juego, un juego.
- No, fui más que eso. No me engañas.
Eres tú el que se engaña.
Dolor, más lágrimas y más dolor.
- Yo no te amo.
- No puedes casarte con él. No puedes.
- Claro que puedo.
- ¿Lo amas?
- Lo amo.
- ¿Lo deseas?
Lo deseo.
Una lágrima, otra lágrima, más lágrimas, muchas lágrimas.
¿Le deseas más que a mí?
Silencio.
¿Le deseas más que a mí? - repitió.
Más silencio y sus ojos, y sus labios, y ella, allí, con su respiración, con su corazón.
¡Contéstame!
Pero ella no le respondió, se limitó a mirarle. Y sus ojos se clavaron como puñales.
Si no vas a decírmelo...tendré que averiguarlo.
Hundió su cabeza sobre su pecho. Respiró su aroma, tan conocido, tan permanente. Su aroma tan real, era ella.
Y se separó de nuevo, aún sujetándola y la besó. Ella no quería, se resistió al principio.
Se volvió a separar. Quería que sufriera.
¿Besa bien Weasley?
La volvió a besar.
- ¿Besa bien? ¿Te gustan sus besos más que los míos?
De nuevo la besó. "Sufre".
Dímelo.
Otra lágrima rodó por su mejilla. Su silencio le dolía más que sus palabras
¿Y te hace sentir lo que yo? ¿Te hace el amor como yo? ¡Dímelo!
Su pecho subía y bajaba, sus labios brillaban. El tiempo corría.
Le soltó bruscamente las muñecas. Sus manos le sujetaron entonces la cintura con fuerza extrema y la acercó a ella para besarla de nuevo y echarse en la pared.
Interrumpió el beso, sentía la respiración de Hermione en su oído, chocando contra su rostro.
Bajó su mano hasta uno de sus muslos y lo agarró, apretándolo con su mano. Con el otro brazo la bajó un poco y tiró del lazo de su camisa que se desprendió leves centímetros dejando ver su escote más ampliamente.
La besó de nuevo. Sentía los nervios en su propia piel.
¿Te hace sentir esto? - dijo apretándola aún más contra él.
De los labios de Hermione un gemido ahogado se escapó, cerró los ojos y su respiración siguió agitada. La besó y se escapó un nuevo gemido
- ¿Sientes esto con él?
Y una lágrima.
- Me haces daño. - susurró Hermione. - Me haces daño, déjame...
- No le amas. No puedes casarte con él. No, tu no puedes...
Me haces daño. - gimió sollozando.
La besó de nuevo y la sujetó en el aire. Hermione rodeó el cuello del rubio.
- Suéltame.
Te quiero. Te amo, ¿no lo entiendes?
"Pum, pum" Abrió los ojos. Lloraba.
- Te amo, te amo. - repitió, exasperado.
- Pero yo no.
- ¡Me amas! Me lo estás demostrando.
- Déjame en paz.
- ¿A qué le tienes miedo?
- Suéltame.
- ¿A qué tienes miedo?
Me haces daño, basta.
Sí, ella estaba sufriendo, pero, él también.
Por favor.... - le suplicó.
No, no podía. No podía hacerle daño. La amaba...demasiado.
La soltó. Ella cayó de pie, aún agarrada a él aunque enseguida lo soltó. Cerró los ojos y se frotó con el pañuelo los ojos.
Hermione salió corriendo del baño.
Draco se quedó allí, de cara a la pared, extendido uno de sus brazos, con la cabeza gacha y el corazón roto.
Hola¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡No me maten. Sé que tardé una eternidad en escribir el capítulo pero no ha sido nada fácil. Al contrario, ha sido realmente difícil. Bueno, también contribuyó a mi tardanza que me quedara leyendo en vez de escribiendo. Sí, ya leí el 5º libro "Harry Potter y la Orden del Fénix". No voy a poner cosas de él en el fic pero, en el próximo que haga.... Hablando de próximo.... Ya tengo la idea y dentro de poco la pondré en marcha... Será de nuevo un Draco/Hermione. Su título va a ser.... "Prisionera de un sangre limpia"... Bien, ya sé que me rompí la cabeza con el título, jeje ;)
Pronto le daré más noticias, la temática básica será el secuestro de Hermione por...¿no adivinan? jejeje, les daré más detalles próximamente.
Bueno, sobre el capi. Ha sido difícil.
1. Boda, boda entre Hermione y Ron. Sí. 2. Pansy...odiosa, todos lo sabemos. 3. Draco enamorado. Y, ¿Hermione?
.......................Después, en el próximo capítulo...¡ya es el 14! Pues, pues... Una noche agitada, el estreno de la biografía de Golden, preparativos de boda, confesiones inesperadas, sorpresas y..........¡Draco y Herm! Bueno.. Sólo les adelanto que habrá una conversación...................................... ¡Dejen reviews¡¡¡Por fi¡¡¡que me lo curro mucho por vosotrs¡¡¡ Gracias a tods
Os quiero muchísimo
Lira Garbo
"Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes"
