No es historia de amor

Conyta-malfoy: ¡Hola! Jejeje, no me mates que entonces no puedo escribir más...:P ¡claro! De eso se trata, de dejarte con la intriga y que me sigas leyendo, jaja ;) Bueno...no sé, habría que preguntarle pero, claro, ella no sé lo que nos diría, ¿tu qué crees? ¿Que lo ama? ¿Y por qué no? :P Yo como amo a Draco creo que todo el universo lo ama pero es MIO, MI TESORO, GOLLUM...Lira, vuelve a ti, vuelve, jijiji, bueno preciosa, ¿el baño? jjijijijij, cosas peores espérate de estos dos salidos, jaja, un besazo¡

Jenny/Jade: Hola amiga¡¡ ¿Qué tal estás? Espero que bien. SI, dijo SI. Le dijo que sí a Ron y rompió el corazón a Draco. ¿Loca? Sí, yo no dejaba a Draco ni por trescientos Rons (por 300...para 1...en...^^) No, no, Draco es único. Hermione es...ay, ¿en qué pensará esta chica? Lo que ocurre es que ella dice que ama a Ron y no le interesa Draco, o eso dice...(Puede eso ser cierto :| No, por favor...**) Un psicólogo, desde luego, y yo otro, jeje ;) Angustiosos...jeje, sí, :P Me dio por hacerlos angustiosos. :P No te tragues las lágrimas porque me temo que pronto las tendrás que utilizar... (qué dramático quedó y que mal sonó...) Así que... Sí, Draco admira profundamente a Graham Golden. Para él es como un padre, sobre todo desde que ocurrió aquello con Lucius en la mansión de Auckland. Muchos besos¡¡¡Espero que éste te guste¡¡

Anne M. Riddle: ¡Mi niña! ¿En serio? ¿De verdad? ¿Sí? ¡Ay, ay! No sabes hasta donde me llegan tus palabras, te prometo que tenía ganas de llorar mientras leía tu review, Dios mío, no sabes lo feliz que me haces. Es realmente difícil expresar todo tal y como quieres, con letras. A veces te pones a pensar en qué sentirán los que te leen, en si entenderán lo que quieres decirles o si no les satisfacerá como tu quisieras...Pero, cuando leo algo así, y eso que es la primera vez, me siento tan satisfecha de mi misma de mi "trabajo" que veo reflejado el triunfo de días y días pensando y creando para vosotr@s. Cuando dices que te ha llegado al alma que te impresionó Draco, que te llegó a lo más profundo, que has llorado! Me siento tan bien y tan mal a la vez. Como si miles de cosas se agolparan de repente y no puedo evitar sonreír. Gracias, oh, muchas gracias, miles y millones de gracias. ¿Nunca te habías sentido así? Ay, como me alegro que Draco te haya transmitido eso. ¡Qué felicidad! :D Gracias¡¡ Bueno, sobre Ron y Hermione, a mí me parece una pareja lindísima, unas de mis preferidas aunque, por supuesto, ni punto de comparación con el Draco/Herm, lo mejor de lo mejor ;) De todos modos, Hermione dice que ama a Ron. Y yo creo que encajan muy bien. Hermione es seria y responsable y eso contrasta con la inocencia y un poco de incomprensión por parte de Ron. Draco, por desgracia, va a sufrir y creo que mucho. :( Bueno preciosa, gracias¡¡¡este capítulo va en especial a ti, muchas gracias y muchos besos!!

Dark Raxiel: mi niña lo afirmo¡¡Estás loca¡¡¡¡¡¡jejeje, pero como me lo paso contigo, no me lo paso con nadie. Lo que me he podido reír¡¡¡jeje, yo también prefiero el lado salvaje de Draco a Ron pero....amos....esta niña está loca del to'...Bueno preciosa¡Gracias por el review¡¡que sería de mí sin ti¡¡¡ay, un besazo¡

SpyProngs19: ¡Gracias preciosa! Muchas gracias. Sí, la verdad que fue super bonito, ay, yo me hubiera derretido si un chico me hubiera dicho eso delante de...medio mundo. ¡Ay..! :D Sí, pobre Draco :( Ay, a mi me dolió muchísimo también pero...Hermione siempre se lo ha dejado claro...ha sido él quien se enamoró... Pobrecito.. :( Jeje, gracias¡ Ya ve¡ Puedes esperar muchas sorpresas ;) Jeje, otra historia...uf, no sabes qué trabajo y qué nervios...volver a empezar es tan difícil pero tan bonito.. :) ¡Gracias por tener paciencia! Ya sé que tardo pero siempre quiero que salga perfecto y para eso nada mejor que tiempo. ;) Gracias¡¡ Muchos besos¡¡

Cristalgirl: ¡Hola linda! Pobre Draco, tu lo has dicho. :( Se enamoró perdidamente de ella y ella...dice que ama a otro...dice... Muchos besos!

14. Compartiendo sentimientos.

Quería romperlo todo. Quería despertar de la pesadilla. Quería dejar de sufrir. Un grito se le ahogó en la garganta. Cerró con un portazo. Una burda mentira, todo aquello era falso, sí, debía ser eso. Sólo un teatro que Weasley había montado...sí, sólo eso. Las manos le temblaban. Se mordió el labio y tiró una silla al suelo. Sentía su corazón latiendo frenético. Quería hacer algo malo. Morir. "No te amo, no te amo, no te amo, no te amo", se le clavaba hasta el corazón, mataba a su alma. Necesitaba su amor, la necesitaba como el aire para respirar. Sin ella no podía. Se sentía impotente. "No te amo". ¿Qué podía hacer? Nada, no podía hacer nada. Se sentó en el sillón y hundió la cabeza en sus piernas. "Nada, Draco, no puedes hacer nada". Un nudo le retorcía las tripas. Un ansia le recorría el cuerpo. Se sentía mal. Muy mal. Nunca se había sentido así. No, no podía ser... No podía...Sin poder evitarlo, Draco Malfoy hizo lo que nunca había hecho, lloró.

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La cama era inmesa. Nunca antes lo había notado tanto. Agazapada en un rincón, todo quedaba vacío. Tenía frío. Se cubrió con la sábana pero, aún sentía un temblor por todo su cuerpo. "Te amo". Recordó sus ojos grises, tan llenos de ese mensaje que no quería creer. Él, Draco Malfoy, su mayor enemigo...él la amaba. No podía ser cierto, y si lo era, ¡qué más daba! Ella no le amaba, ella amaba a Ron. Sonrió levemente y se acurrucó junto a su almohada. Sí, siempre lo había amado. Recordó el baile en Hogwarts, recordó cómo había deseado que Ron le hubiera dicho que no bailara con Krum, recordó sus palabras y lo que ella había disfrutado. Recordó también su primer beso, con quién sino con él. Ron, siempre Ron. Las noches estrelladas habían observado calladas su sufrimiento por el hecho de que dos amigos no puedan verse de otra manera que como esa. Fue como si sus lágrimas de niña se volvieran a derramar en esa noche en la que su sueño parecía hacerse realidad. Iba a casarse, con él. Sintió una extraña sensación en el estómago. Se sentía nerviosa, tenía miedo y también felicidad, todo junto. Pero, la alegría no la embargaba como ella pensaba que iba a suceder. No. Sólo estaba contenta pero...a medias. Recorrió el hueco de la cama con sus ojos. Apretó más contra sí las sábanas para no tener frío, para no pensar. Quería dormir y no soñar, pues sabía que no iba a tener más que oscuras pesadillas. Cerró los ojos y se mantuvo callada escuchando el silencio que la envolvía. Envuelta en él volvió a sentirse sola allí, le faltaba algo.

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Ya lo has oído. Dimito.

Pero, pero, pero, maldita sea....

Richard Smith apagó el puro que fumaba en el cenicero de su escritorio y se levantó de su silla, tirándola al suelo.

No puedes dimitir.

Oh, claro que sí.

- Te he dado el puesto que querías. ¿Qué jodida cosa quieres más? - gritó, su cara estaba roja de ira y de confusión.

Nada, Richard, no quiero nada. Adiós.

Abrió la puerta del despacho y se despidió con un gesto. El director del profeta salió rápidamente detrás de él.

- ¡Malfoy! ¡Te arrepentirás!

Draco alzó la mano mientras caminaba y estiró el dedo corazón haciendo esa señal a su ex jefe.

- ¡Te arrepentirás! ¡Me oyes!

El rubio se metió en su oficina y empacó sus cosas para irse para siempre del periódico.

- ¿Qué son esos gritos?

Se quitó el abrigo, dejándolo en el perchero. Se arregló un poco su cabello lleno de rizos y frunció el ceño escuchando las palabrotas de Richard Smith.

- ¿No debería estar contento porque somos superventas? - sonrió a Stella.

Su secretaria sonrió levemente y asintió.

- Señorita, ha ocurrido algo.

- ¿Qué? No sé qué puede poner de tan mal humor a Richard en un día como hoy.

Se acercó a la cafetera y se dispuso a echarse una taza de humeante y caliente café.

- Draco Malfoy ha dimitido.

La cafetera se le escapó de la mano y cayó en la mesa con un golpe sordo, derramándose todo el líquido oscuro por ella.

- ¿Qué dices? ¿Qué Draco Malfoy a dimitido?

- Sí. - Stella se levantó y, sacando su varita, limpió la mesa.

- No puede ser...

De repente, detrás de ella, un hombre rubio con una caja de cartón caminaba hacia la salida.

Se volvió y le vio. Corrió detrás.

Fuera llovía. Las nubes habían terminado estallando y se deshacían poco a poco, llenando la ciudad de agua y frío.

- No pude escoger un día mejor para irme. - gruñó Draco mirando al cielo.

Las gotas resbalaron por su cabello y cayeron por su rostro. Siguió andando dirección a su coche. Oyó unos pasos tropezando con los charcos de agua.

Había llegado hasta su coche e iba a meter la caja en el maletero cuando una voz lo golpeó haciendo que se volviera.

¡Draco!

Se estremeció al oírla pronunciar su nombre así. Y, a pesar de la niebla y la humedad la vio. Empapada, sus rizos mojados, su camisa tan pegada a su piel. Y sus ojos, esos ojos como dos luceros ahora más brillantes que nunca. No dijo nada. La vio avanzar hacia él. Su corazón comenzó a latirle violentamente.

- Sabía que eras idiota, Malfoy, pero no tanto como para esto.

Sonrió seductoramente y de repente el gesto se curvó en una mueca algo enfadada.

- ¿Qué diablos te pasa?

Sus ojos le observaban, moviéndose veloces por todo su rostro esperando impacientes una respuesta.

- Estoy cansado.

Abrió la cerradura del coche y metió la caja en él.

- ¿Cansado, de qué? ¿No estás en el puesto que quieres?

Cerró la puerta. Se revolvió el cabello con la mano.

- Sí, cansado. Muy cansado.

- ¿Por qué te vas?

- Por ti.

- Eres un cobarde.

- Lo soy. Un cobarde y un perdedor.

El agua los estaba empapando. El frío les calaba, poco a poco se iba apropiando del calor y lo transformaba en escalofríos. Pero, a ellos no les importaba.Todo había desaparecido. La lluvia no era más que agua, el tiempo no era más que eso...tiempo que pasaba.

- Has ganado, me has derrotado. No puedo estar un minuto más en el lugar donde tu estés porque, voy a volverme loco.

Y las gotas caían, una tras otra, suaves y ruidosas, se partían en mil al chocar contra el suelo y se perdían en la inmensidad. No sabía que decir, las palabras se le habían trabado en la boca, no podía hacer nada.

- Felicita a Weasley de mi parte.

Y seguía lloviendo, más fuerte cada vez. Y las gotas caían sobre su cuerpo, y hacia frío y se iba...

- Adiós, Granger.

Se dio la vuelta, se iba, huía de ella. No podía estar un minuto más allí.

- Draco...

Sólo podía deternerle aquello, solo sus palabras, solo ella. Su corazón quería quedarse pero su razón, más fuerte, le gritaba que se fuera. Lo cogió de la mano, su contacto le produjo un escalofrío, se volvió, la miró a los ojos. Las gotas se derramaban sobre ellos, la lluvia olía a ella. Y si algo se había esperado, no fue aquello. Esperó alguna palabra, algún reproche, un adiós, pero no esperó aquello. No esperó ese beso. Un beso como nunca le había dado. Un beso que parecía hablar por ella, un beso que le rogaba, un beso capaz de matarle en aquel instante. Le besó abrazándole con fuerza. Y se dejó llevar por sus labios, besándola también y estrechándola contra él. Y la lluvia caía sobre ellos, pero nada ya importaba. Solo su beso. Cuánto tiempo estuvieron ni ellos mismos lo supieron, solo supieron que, después de la eternidad compartida, su alma no estaba saciado, ni siquiera su corazón, y mucho menos sus labios. Pero hecho o no, era la despedida.

- Adiós. - susurró Draco.

Y no la miró, porque sabía que si lo hacia nunca podría irse. Se metió en el coche, metió la llave y lo arrancó. Abandonó el garaje de los empleados del profeta. Siguió avanzando y sólo se detuvo en un semáforo. Y en ese momento miró atrás, pero, ya no vio nada más, solo niebla, lluvia y soledad.

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- Si es que no tienes remedio. Ven, anda.

Caminó detrás de su amiga.

- O mejor, quédate ahí y quítate la ropa, que vas a coger una pulmonía.

La pelirroja se perdió por el interior de su habitación.

- Herm, tu y yo cuñadas, ¿te imaginas? - murmuró Ginny.

Hermione sonrió levemente.

- Aunque no te entiendo. ¿Tu sabes con quién te vas a casar?

- Con Ron...

- ¡Con mi hermano! Sí, ese engendro...siempre tuviste muy mal gusto...

Se miró la mano, el anillo relucía en su dedo anular.

- Malfoy ha dimitido.

- ¿QUÉ? ¿Por qué? Este tío es tonto.... - gruñó.

Ginny salió de su cuarto con un pijama rosa con vacas volando.

- Aunque te confieso que siempre fue mi fantasía sexual... - rió.

La miró y arqueó una de sus cejas.

- ¿No te desnudas? ¿Qué piensas ponerte esto encima de e...?

- Ginny, me voy. - dijo, decidida.

- Pero, ¿dónde vas a ir?

- Tengo que irme... - dijo cogiendo su bolso.

- Ya sé que el pijama es feo pero...Herm, vas a coger una pulmonía, Herm...

- Mañana vengo, Ginny. - le dio un beso en la mejilla.

Ginny se encogió de hombros, hizo un mohín con los labios y suspiró.

- No hay quien te entienda.... -gruñó.

- ¡Adiós!

Cerró la puerta y salió corriendo de nuevo al profeta.

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Observó la lluvia caer tristemente.

La chimenea crepitaba y sus chispas rojas se deshacían como pompas de jabón en las llamas del fuego.

Se sentía muy cansado, desfallecido.

Sentía que su mundo se había muerto, y él con él.

Había hecho lo correcto, quedarse habría supuesto alargar su sufrimiento. Pero, ¿acaso así no sufría? ¿Cuál de los dos era peor? ¿El verla o el no verla?

El pensar que la había perdido era tan doloroso que tan solo la idea cruzando por su mente le hacía daño y le producía angustia y congoja.

Se había enamorado. No era una tontería, todo era muy en serio. Demasiado. Quién lo habría pensado. Draco Malfoy enamorado de una sangre sucia...

Ni las palabras podían acallar su corazón. Ni los insultos, nada.

La amaba, ahora lo sabía con total certeza. Pero, jamás sería suya porque ella amaba a otro. Qué amor más idiota. ¿Cómo olvidar? Lo único que podía hacer era esperar, dejar al tiempo pasar. Olvidarla. Si la olvidaba quizá sus besos no le dolerían tanto, si la olvidaba quizá cuando dijera su nombre no lo oiría, si la olvidara, quizá dejara de amarla.

Pero era pedir en vano, era pedir al sol que dejara de brillar.

Tocaron a la puerta. Sería Pansy. La echaría, era la persona que menos ganas tenía de v ver.

Abrió la puerta y no pudo reprimir su sorpresa.

Ella lo observó subiendo y bajando sus ojos por su cuerpo.

- Con el frío que hace y tu semi desnudo.

No tenía nada de frío, al contrario, calor, ahora comenzaba a quemar la habitación. Por eso estaba en pantalones cortos.

- ¿Puedo pasar?

- Cla...claro.

Su olor le rodeó como un aura mística. Su olor mezclado con el de la lluvia.

- Que bien se está aquí.

- ¿Cómo sabes mi dirección?

Se volvió y le miró, con una sonrisa pícara en los labios.

- Una tiene sus fuentes. La conseguí en el profeta.

Draco arqueó una ceja.

- Recuerda que soy la jefa de Internacional, Draco.

Tragó saliva. Se sentía desnudo e indefenso frente a ella.

- ¿Qué haces aquí?

- No quería estar sola.

- Haber llamado a tu...prometido.

Hermione tosió.

- Está trabajando.

- Ah, por eso vienes aquí, ¿no? Ya que tu "adorado" está...

La chica ignoró a Draco por completo y siguió avanzando por el pasillo. Draco la siguió.

Hermione llegó hasta el salón y observó el fuego, quitándose el abrigo.

- Ya decía yo que estabas así vestido. Hace calor. - dijo abanicándose con una de sus manos.

Se acercó velozmente y la tomó de un brazo.

- No voy a permitir que juegues conmigo.

- ¿Quién está jugando?

- Tú estás jugando.

- No, no juego. Esto va en serio.

- Vas a casarte con Weasley, lo amas, ¿por qué vienes aquí?

- Ya te lo dije al principio, no quiero estar sola.

No sabía cómo se estaba controlando. Todo era tan irreal, tan increíble.

- Pero... - susurró con una mota malévola en su voz. - si te molesto...no tengo problema en irme...Ya buscaré...

- No. - dijo con la voz partida entre la súplica y la prohibición.

- ¿No? - preguntó inocente y sensualmente.

Draco sonrió sin poder evitarlo.

- No.

Se miraron unos minutos, sin mediar palabra, tan sólo oyendo el sonido de la lluvia y la chimenea.

Hermione bajó uno de sus ojos marrones hacia el fuego.

- Te entiendo.

Se quitó, sin dejar de observar las llamas del infierno, la blusa blanca. La tiró con suavidad al suelo.

Entonces volvió a los ojos de Draco.

- Hace calor.

Tenía las mejillas rojas por el ambiente candente y mezcla de su propio desenfreno.

El cabello, más rizado que nunca, se perdía por sus rincones. Sus bucles se enredaban en su espalda, rodeaban su cuello, acariciaban sus brazos, se derramaba libre por ella.

Y sus labios, brillaban como el fuego.

- Mucho calor.

Se desabrochó el pequeño botón del pantalón y, éste, cayó rápidamente al suelo deslizándose por sus piernas.

Draco seguía inmóvil mirándola. La observaba casi aguantando la respiración.

- ¿Por qué haces esto?

Necesitaba una respuesta para entenderla y entenderse. No se podía dejar llevar, no, sufriría más.

- ¿Por qué?

Sus ojos grises grababan sus ojos, su boca, esos labios, su cuerpo, ella, ella en su esencia.

- Porque tengo calor. - murmuró ella como si quitarse la ropa en mitad de una habitación, delante de él, fuera lo más normal del mundo.

Se sentó frente a la chimenea, en sus ojos marrones, las llamas rojas se movían ávidas, en sus pupilas se reflejaban, dándole un alo seductor.

Y él se quedó de pie, mirando al vacío, notando como su corazón latía bombeaba su sangre caliente.

Ella estaba allí, en ropa interior, negra como la noche, con sus ojos brillando y sus labios llamándolo.

No podía soportar la tortura, no podía, era demasiado. Sentía que de un momento a otro, la tensión sería tal que no podría hacer otra cosa que...

Se agachó y abrió uno de los cajones de la pequeña mesita del salón. De él sacó una botella de cristal y una copa. Echó en ésta el contenido anaranjado de la botella.

Se sentó en el suelo, en la esquina de la chimenea, se apoyó en la columna, cerró los ojos y bebió. El líquido ardió en su garganta. Sus manos estaban como el hierro candente, su piel quemaba.

De repente, tuvo que abrir los ojos que le escocían. Y, al abrir sus párpados, la vio tan cerca de él que podía sentir su respiración chocando contra su propio aire.

Hermione entreabrió los labios y, le quitó la copa de las manos.

Draco no sabía si estaba en contra del alcohol o es que, simplemente, no quería que se emborrachara. Lo único que supo y que vio fue que la morena se llevó la copa a los labios y bebió de ella.

El rubio abrió los ojos como platos. Sonrió pícaramente y, viendo que la bebida se había agotado, cogió de nuevo la botella y, quitándole la copa, echó de nuevo el líquido y volvió a beber. Sintió el calor en estado puro dentro de su cuerpo.

Hermione le quitó la copa, casi de los labios, y la enjugó con los suyos. Ella también sintió la temperatura subiendo. Sus mejillas estaban rojísimas y sus labios también.

No pudo aguantarlo más.

Le arrebató la copa y la dejó en el suelo junto a la botella. Entonces la miró a los ojos y se abalanzó sobre ella.

La besó acariciando su cabello. Hermione estiró las manos en el suelo y, una de sus piernas la flexionó, estirando la otra.

La besó muchas veces en los labios, transmitiéndose el uno al otro el sabor amargo del licor como el calor de sus bocas y la dulzura de sus caricias.

Se arrancaron gemidos y jadeos ocultos, escondidos. Y no dejaron de besarse, rodeándoles el calor del fuego y de sus propios cuerpos.

Y al sentir el ahogo entre tantos besos, se miraron fijamente llenándose de la mirada del otro. Llenándose de la importancia del momento.

Y se recorrieron a besos el cuerpo de su amante hasta conocerlo de memoria. Explorando cada rincón, cada hueco, con la sutileza del juego, con la maldad del placer. Conquistar al otro, dominarlo, era un reto. Una competición que cada vez se convertía en vicio.

Extasiados, llenos de perlas de sudor, volando en el tenso aire de la habitación, fundiéndose, colmando de gritos y besos su clímax. Fundidos el uno en el otro, una sola piel con dos cuerpos. Libertad enlazada al dolor de lo prohibido. Vieron, susurrándose palabras sin ningún sentido para el mundo, tan imprescindibles para ellos, como poco a poco, en su abrazo, cayendo en el sueño, el fuego se apagaba y quedaban las cenizas.

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Acarició una vez más sus rizos. Enredando los dedos de su mano en ellos. Aspiró el suave aroma de su cabello, llenándose de todo él.

Hermione tiró de la manta.

- ¿Tienes frío? - le susurró Draco.

- Un poco.

El rubio la abrazó, pasando sus manos por su cintura.

- ¿Mejor así? - dijo mientras se pegaba más a ella.

- Mucho mejor.

Estuvieron muchos minutos abrazados en el blando colchón de la cama.

- Draco...

Él hundió su cabeza en su pelo.

- Draco...

- Shhh... - la calló éste.

Hermione sonrió y lentamente se removió en la cama. Draco la soltó, dejando que se diera la vuelta y quedaran frente contra frente.

- Así mejor. - susurró Hermione.

Se miraron, no tenían nada que decirse, el silencio no era incómodo.

- ¿En serio vas a casarte con Weasley?

Analizó sus ojos grises una vez más, perdiéndose en ellos y volviendo a la realidad.

- Sí.

- ¿Por qué?

- Porque le amo.

- ¿Y entonces por qué me vienes a buscar?

- Porque disfruto más contigo.

Draco frunció el ceño.

- Sólo soy un juguete, entonces.

- No...- caviló Hermione. - No porque en ese caso, yo también soy un juguete.

- Te equivocas. Yo te amo.

Hermione sonrió, pícaramente.

- Wouw. Hay tantas mujeres que desearían oírte decir eso.

- Pero sólo tú lo oyes, porque solamente a ti te amo.

Le besó lentamente, dejando que él le acariciara el rostro.

- No te cases con él.

- Lo amo, Draco.

- Pero...

- Volvemos a lo de antes. No insistas. Las cosas son como son.

- Y cuando te cases con él...¿qué? ¿Seguirás viniendo aquí?

- No lo sé.

- ¿No te sientes mal?

Hermione se quedó en silencio y pensó unos momentos antes de responder:

- Sí, me siento mal por él. Lo estoy engañando pero, no puedo evitarlo.

Sonrió a Draco.

- Te deseo demasiado.

- ¿Me debo sentir halagado?

- No sé...supongo.

- Por una parte sí, ¿no? Porque, vamos, si me estás llamando "as" en la cama, dices que no puedes soportar la tentación, esto te ha llevado a ponerle los cuernos a tu prometido y me deseas...

Hermione estalló en sonoras carcajadas mientras observaba a Draco, divertida.

- ¡Ah! ¿Miento?

- ¡Exageras! ¡Yo nunca he dicho nada de eso!

- Pues nada... - dijo con una mirada maligna. - Si no lo piensas, ya sabes la solución.

- ¿Cuál?

- No vengas más.

- ¿Me estás amenazando? Pierdes más tú que yo...

- No me hagas reír. Puedo tener a la mujer que desee.

Hermione le miró. Draco se estremeció, temía a su mirada.

- Pero no a mí.

Un frío intenso le recorrió toda la espina dorsal. Clavó sus ojos en los de ella e intento helarla con ellos, volver a ser la estatua de hielo, volver a ser Draco Malfoy, o por lo menos parecerlo.

- ¿No? Ya te tengo.

Sonrió. La sangre parecía no fluir, parecía estar congelada, parecía que sus venas no querían aceptarla, como su mente no quería aceptar la verdad.

- No como quieres tenerme.

- ¿Y cómo se supone que quiero tenerte?

- Quieres que me enamore de ti, como tu lo estás de mí.

- Quizá quiero eso.

- Seguro que lo quieres.

Sus miradas volvieron a pelear, con sus brillos intensos.

- Pero no lo puedes conseguir. - repitió deslizando la voz en cada palabra.

- Nada es imposible.

- Eso sí.

¿Para qué discutir con ella si en la pelea él siempre era más débil?

- Me voy. - dijo Hermione de repente.

- ¿Por qué tan rápido?

La chica se irguió, estirándose. Comenzó a vestirse.

- ¿Tan rápido? Llevo desde ayer por la noche aquí.

- Eso es poco. - dijo frunciendo el ceño.

- Eso es demasiado.

- Claro, demasiado para la jefa de Internacional....

- Tu lo has dicho.

Se levantó de la cama y comenzó a abrocharse los botines. Se despeinó más aún enredándose los rizos. Se metió en el cuarto de baño y, sacando del bolso un set de maquillaje comenzó a pintarse despreocupadamente.

Draco la observaba en su cama, a través de la puerta abierta. Podía observar perfectamente su reflejo en el espejo.

- ¿Vendrás después? - preguntó deseando que la respuesta fuera positiva.

- No lo sé. - sonrió Hermione. - Quizá.

Draco gruñó.

- ¿Y si yo no estoy?

- Tengo casa, Draco.

Golpe bajo. Ella sabría que estaría esperándola.

- Además, no sé si Ron vendrá...

De nuevo un punzante dolor le rodeó.

- Claro, si el Weasley va, yo a la mierda, ¿no?

La sonrisa clara de Hermione caminó hacia él.

- No te pongas así. Si vas a estar todo el día quejándote, veo difícil que vuelva...

- Granger...

Se sentía tan impotente, tenía rabia, como quería dominarla y no ser su presa.

Se intentó levantar de la cama.

- No, no te levantes. - dijo acercándose.

Sonrió dulcemente. Esas sonrisas, esas palabras, ella lo había enamorado hasta tal punto que no era capaz de odiarla por mucho tiempo, su imagen volvía a ser la que él amaba.

El olor a colonia de Hermione le envolvió con un aroma a la vez dulce y a la vez duro, un aroma que siempre había recordado en ella, como si siempre hubiese estado enlazado a su piel. Un olor embriagante, un olor a mujer y a árbol, una mezlca extraña pero definitivamente deliciosa.

¿Qué colonia usas? - le preguntó.

- Eden, de cacharel. - dijo distraídamente. - Oh, qué día... Las nubes seguían en lo alto del cielo, negras. No se apreciaba ni el más mínimo rastro del sol.

- Bueno... - dijo, mirándole de nuevo. - ¿Volverás al trabajo?

- Sabes bien que no.

Hermione arqueó su ceja y se encogió de hombros.

- Eres mayorcito para saber qué hacer, tu mismo.

Se dispuso a marcharse, cogiendo su bolso.

- Eh, Granger... - la paró.

- Dime, Draco.

- ¿No me das un beso de despedida?

- Bueno, si me lo pides.

Fue apenas un roce de labios, Draco solo pudo saborear el carmín de su labio superior que le dejó una pequeña marquita.

- Ya nos veremos. -dijo Hermione sonriendo ligeramente.

- Espero que muy pronto.

- Espera...

Draco la vio alejándose. Tan hermosa, llevándose de nuevo medio corazón pero dejando su olor y su rastro por toda la casa como un recuerdo perpetuo.

**********************************************************************

Volvía a llover. El cielo lloraba de nuevo y la luna no se distinguía entre las gotas de agua y las nubes negras.

Llegaba a su casa, cansada, muy cansada y con frío.

Abrió trabajosamente la puerta. En las manos llevaba carpetas con documentos para todo un mes.

La casa estaba totalmente a oscuras, busco a tientas la luz por la pared pero, torpemente, al alzar la mano, se le cayeron las carpetas al suelo y todo se desparramó por la habitación.

Intentó palpar los papeles y, de repente, asustándola una voz la llamó suavemente:

- Hermione...

Levantó la vista entre la negrura.

- ¿Ron?

El pelirrojo le dio al interruptor y una luz tenue pero acogedora los iluminó a ambos en el pequeño recibidor.

- Cariño, ¿qué haces aquí? - preguntó sonriendo.

- Sorpresa.

Se acercó y le tendió una mano.

- Quería hacer algo especial para la persona más especial del mundo.

- Con que estés aquí ya lo haces especial. - dijo hundiendo la cabeza en su pecho.

Ron le acarició el pelo tiernamente. Le levantó despacio la cabeza y la besó.

- Ven...

Se dejó guiar por Ron más adentro.

En la mesa redonda del salón relucían dos velas rojas y dos rosas rojas.

- Wuaw, una cena con velas.

- ¿Te gusta?

- Me encanta.

La despojó de su abrigo. Ella seguía observando contenta la escena.

- Vamos...Sea tan amable de sentarse.

Hermione rió.

- Deja por lo menos que me cambie o...

- No, así mismo.

- Está bien.

Se sentó en la silla que le ofrecía Ron. Miró al pelirrojo que sacó la varita de su bolsillo y susurró un conjuro con el que una botella de champán con dos copas, aparecieron de improviso en su mano.

- ¡Bravo! - aplaudió Hermione.

- Uno que es un mago. - bromeó éste.

Sirvió el caba. El líquido burbujeante rebosaba en las copas de cristal.

- Brindemos. - dijo el pelirrojo apoyándose en la mesa.

- ¿Por nosotros? - preguntó Hermione.

- Por nosotros. - sonrió. - Por nuestra futura boda.

Hermione sonrió levemente y parpadeó. Ron la miraba con sus ojos azules como el cielo brillando.

- Chin, chin.

Hermione levantó la copa.

- Chin, chin.

Chocaron las copas y bebieron.

Hermione suspiró.

- Hay más sorpresas. - declaró el pelirrojo guiñándole un ojo.

- ¿Más?

- Sí, más. ¿Qué tal... -caviló. - un pescado al horno?

- Mmm...traigo mucha hambre. - rió.

- Abracadabra.

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- Estás muy callada.

- No, sólo estoy cansada.

Bebió un poco bajo la atenta mirada de Ron.

- ¿Qué tal fue tu segundo día, jefa?

- Uff...agotador. - suspiró.

- ¿Era lo que querías, no?

- Sí...pero no pensé que pudiera ser tan fatigoso.

Ron le acarició la mano encima de la mesa.

- Tu puedes con él.

- Ya.

- Solo es hasta que te acostumbres.

- Lo sé. Y, ¿tu caso qué tal?

- Bien, muy bien. He regresado antes y todo. Por eso te hice esto.

- Gracias. Ha sido maravilloso.

- Todo es poco para ti.

Se observaron unos minutos en silencio. Las velas aún lucían en la mesa junto a las rosas.

- Eres un encanto.

- No sé qué haría sin ti, Herm.

Ella sonrió, entornando un poco los ojos.

- Ah, ¿sabes? He estado viendo algunos trajes.

- ¿Sí?

- Ajá, he visto uno azul, como dices que me sienta tan bien...- rió. - Lo he comprado.

- ¿Qué lo has comprado?

- Sí.

- Pero...¿ese traje era de verano?

- No, de esta temporada. ¿Cuándo crees que vamos a casarnos, Herm?

- Pues... -rió breves segundos. - Pues...no lo sé.

- Cariño, el mes que viene.

Abrió los ojos y se mordió el labio.

- ¿El...el..el mes que viene?

Sentía su corazón latiendo frenético sin ninguna razón.

- Claro. En eso quedamos.

- ¿Quedamos? No me has dicho nada.

- ¿No? Se lo diría a Ginny. - se pasó una mano con el cabello y rascó con los dedos el mantel. -Bueno pues, ya lo sabes, el mes que viene.

- El mes que viene. - dijo en voz alta aunque parecía que se lo decía a sí misma.

- Sí, cuanto antes mejor. ¿No?

Alzó la vista y chocó contra la sonrisa y los ojos del pelirrojo que no le perdía la vista.

- Sí, claro, tienes, tienes toda la razón.

- Entonces, ya puedes mirar tú también los trajes de novia...

- Sí.

- Esta misma semana, puedes ir con Gin y decidir las dos.

- Sí.

Un mes. Un mes y se casarían. Elegir traje de novia...ya.

- He pensado que podríamos casarnos en la iglesia de.....

Un mes. Treinta días. Eso no era nada. Treinta días pasaban volando. Sería la esposa de

Ronald Weasley, ¿Hermione Weasley? Treinta días...

- ¿Te parece bien?

- Eh...sí, sí, muy bien.

Ron sonrió.

- ¿Sabes, Herm? Estoy feliz, muy muy feliz. Todo por ti.

El reloj comenzó a sonar, dando las doce, media noche.

- Te quiero. - le dijo.

Hermione sonrió.

- ¿Tu?

- Yo también.

El pelirrojo sonrió satisfecho y se levantó.

- Amor, lo siento mucho pero, tengo turno y...tengo que irme.

- Lo entiendo. - dijo ésta, levantándose de la silla.

Juntos avanzaron hasta la puerta.

- Gracias por esta noche. - le susurró Ron, dándole un beso en la mejilla.

- Gracias a ti por prepararlo.

Se dieron un beso en los labios.

- Mañana no podré venir pero, pasado estaré aquí por la mañana, ¿vale?

- Vale.

Se besaron de nuevo. Ron se marchó.

Hermione se apoyó en la puerta mirando las carpetas aún esparcidas por el suelo y las velas en la mesa. Un mes.

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Su casa se estrechaba hora a hora un poco más, encerrándole en su jaula de oro y convirtiéndose en una verdadera prisión.

Por eso, a pesar del frío tiempo y del clima tan extraño que últimamente llenaba Londres, Draco Malfoy se dispuso a dar un paseo relajante por las calles de la ciudad.

Sintió una brisa helada dándole en el rostro pálido pero, eso no impidió que caminara p por las aceras, casi vacías de gente.

Respiró profundamente el aire gélido y sintió una nueva sensación dentro de sí mismo.

Muchas eran las raras sensaciones que estaba empezando a sentir esos días. Desde odio a amor, tan extremos y tan medios. A veces sentía rabia y a veces dolor, a veces énfasis y a veces tanta tristeza que se convertía en dura melancolía.

Y todo era ocasionado por ella. Hacia ya venticuatro horas que no la veía y creía que había sido una eternidad. Cada segundo parecía un minuto, cada minuto una hora, cada hora un día perdido.

Al recordarla volvió a sentir la sensación de énfasis y tristeza juntas. Tuvo ganas de gritar feliz y de llorar.

Ya no tenía ganas de pasear. ¿Y si había ido y no estaba?

Se dispuso a regresar. Ahora sentía angustia. No podía tolerar que aquello lo llevara al borde de la locura. No, no podía. Pero, ¿cómo detenerlo? ¿Cómo detener ese amor que crecía por momentos?

La amaba, amaba cada uno de sus movimientos con un frenesí inhumano. Y cuando recordó que ella en esos instantes podría estar con otro, con Weasley, que ella lo quería a él, que se iban a casar...cuando recordó todo aquello no cabió en él otro estado que el de absoluta derrota.

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Abrió la puerta y tomó por última vez aire. Se disponía a entrar cuando vio un coche conocido, demasiado conocido, que pasaba justo enfrente del lujoso bloque de pisos donde vivía.

- Hermione... - susurró sin poder evitar sonreír.

Se quedó parado, observando la escena. Como ella aparcaba, como abría y cerraba el espejo. Como sonreía, como se bajaba del coche, como lo cerraba, como doblaba la rodilla para caminar, como vestía, como su pelo volaba por el aire, como sus ojos se fijaban de repente a él y como ella volvía a sonreír.

La corriente de viento le dio en la cara. Se acercó rápidamente a la puerta donde Draco yacía apoyado.

- Hola. - dijo un poco agitada. - ¡Qué frío!

Tenía las mejillas muy coloradas, no sabía si por el frío de la calle o por la calefacción de su coche.

Hermione le miró, deteniéndose en sus ojos, en esos ojos grises, profundos como el mar o como el mismo cielo.

- Estás muy pálido.

- Al contrario que tú. La chica sonrió y se tocó con las manos, enfundadas en unos guantes negros de cuero, sendas mejillas. Rió.

- Has tardado mucho. - la regañó Draco.

Hermione rodó los ojos y, nuevamente regalando a Draco su sonrisa, su espléndida sonrisa le murmuró llena de misterio:

- No he podido venir antes.

Como cómplices se sonrieron el uno al otro y, allí mismo, se besaron.

- No sabes cómo te he extrañado.

- Aquí no. - dijo Hermione mirando a los lados. - Vamos dentro.

El rubio la cogió de la mano y entraron en dirección a la casa de Draco. Quizá para estar juntos en la chimenea, bebiendo el delicioso licor o simplemente, deleitándose con cualquier locura capaces de inventar.

Sin embargo, lo que no sospechaban, presas de su felicidad era que, allí, frente al lujoso piso donde residía Draco Malfoy unos ojos azules lo veían todo ávidos de maldad.

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Los días pasaron, Hermione continuó visitando a Draco con toda la regularidad posible. Entre el trabajo, Ron y los preparativos de la boda, siempre sacaba tiempo.

Draco cada vez estaba más nervioso y más feliz cuando Hermione llegaba. Miraba como el reloj pasaba, y, deseaba frenético que ella volviese con él.

Y los momentos juntos eran tan maravillosos que la mayoría de las veces, duraban hasta el día siguiente, cuando Hermione se iba a trabajar.

Todo parecía ir a la perfección pero, los días seguían pasando y el mes avanzaba e iba quedando menos tiempo.

Estaba tendido en su despacho, leyendo un libro. No leía, sino que pasaba las páginas y miraba de reojo el reloj de la pared. De repente, como un vendaval, el sonido brusco y sordo de un portazo lo sacó de sus pensamientos y lo trajo de vuelta a la realidad.

¿Hermione? Ella tenía llave. Había hecho una copia para ella. Pero...¿era ella? ¿Por qué...?

La respuesta llegó a la sala y con otro golpe se mostró.

- Hermione...¿qué...? - intentó preguntar.

Hermione había tirado al suelo su bolso, una maleta negra y unas carpetas llenas de folios y pergaminos.

Estaba despeinada, su cara estaba roja de ira, le temblaba el pulso y estaba muy furiosa.

- ¿Qué pasa, quieres saberlo? ¡Pasa de todo! - gritó dando vueltas sobre sí misma.

- Pero...¿por...?

No entendía nada pero no le gustaba verla así. ¿O sí? ¿O quizá un poco sí que le gustaba?

- ¡Porque todo es una mierda, Draco! ¡Una verdadera mierda! - gritó de nuevo.

- Explícame...

- ¿Qué te explique? ¿Qué de todo te explico? - suspiró más soltando que cogiendo aire.

Se tiró del pelo con ambas manos y gimió haciendo una mueca con la cara.

- ¡Esclavitud! ¿Sabes lo qué es la esclavitud?

Draco arqueó una ceja y cruzó los brazos, sentándose en el escritorio.

- ¡Eso es lo que me pasa! La esclavitud se abolió hace años pero, ¡yo estoy esclavizada por una mierda de periódico! ¡Y esa esclavitud es legal! Y tengo que joderme porque trabajo para esos negreros.

Cerró los puños y los abrió, pasándose las uñas por la cabeza y dando otra vuelta alrededor de sí misma ante la mirada de Draco.

- Y no dejan de matarme a trabajar mientras ellos se llenan los bolsillos. Y encima, los artículos son.. ¡basura!

Cogió una de sus carpetas, sacado rollos de pergaminos y tirándolos por la sala. Rompió uno de ellos, los trozos cayeron sobre el tapiz.

- Luego te arrepentirás de esto... - caviló Draco mirando.

- ¡A la mierda! ¡Estoy harta! ¡Harta!

Se puso frente a él. Draco pensó en lo atractiva que estaba cuando se enfadaba, en que sus labios parecían aún más grandes y carnosos, y más rojos, rojos como el fuego, rojos como la sangre misma.

- ¡Harta!

Su desesperación se le traducía en el rostro, de repente parecía más furiosa pero también más triste e indefensa.

- Y eso no es todo... - siguió gritando. - Ahora me llaman de la estúpida floristería...son idiotas, todos ellos, asquerosos trabajadores que no saben definir trabajar porque nunca, me oyes, nunca han trabajado, no saben lo que es trabajar... - cogió aire. - Me dicen que las rosas blancas...¡qué no estamos en temporada de rosas blancas! ¡Y señores para qué existen los invernaderos, me lo explican?

Draco la observó, parecía que Hermione le abría sus pensamientos, y le contaba el por qué de su ira... a él.

- Y luego la modista, ¡mañana por la mañana! ¡A las nueve! ¿Pero qué se cree que yo no trabajo y no duermo? Aunque, si lo pienso, mejor, ¡un día menos de esclavitud en la mierda de compañía en la que trabajo!

Su tono de voz seguía alto pero, poco a poco se iba apagando.

- Y él fuera, ¡cómo no! ¡El trabaja! ¿Y yo no?

Miró a Draco. Por un momento creyó que iba a empezar a gritar de nuevo, a romper pergaminos y a atacar al profeta pero, no. Sus ojos ya no estaban rabiosos, de repente Draco vio en ellos una inmensa tristeza, y lágrimas.

- ¿Quién se casa, él o yo? ¡Los dos! ¡Nos casamos los dos! ¿Por qué no manda a la mierda el trabajo e intenta estar conmigo? Solo un par de horas al día...o un par de minutos, algo.

Draco se levantó de la mesa y se acercó un poco vaciante.

- Pero no, su trabajo es muy importante. Por eso todos los preparativos los hago yo. Claro...Hermione puede con todo. Super-Hermione.

Draco vio como una lágrima resbalaba por su mejilla perdiéndose en sus labios. Y distinguió otra en otro ojo, otra lágrima que siguió el mismo camino que la otra y llegó al mismo punto clave.

Y Hermione es humana, Hermione no puede más. Estoy cansada, de todo, asqueada. - Que si reportajes... - hipó con un sollozo. - que si entrevistas, que si supervisiones, que si flores o cartas o invitaciones, reservas, llamadas...

Ella le inspiraba muchas cosas, pasión, deseo, amor, locura...todos los estados...y, también un instinto que nadie le había inspirado, instinto de protección.

- Y todo yo...Y no se da cuenta. Las pocas veces que me llama..."¿Estás bien?", dice. Y yo, "sí, sí, por supuesto, va todo genial". ¿No se da cuenta de que le miento? ¿De que todo va mal?

Le miró, quería que dijera algo, que sí, que no, quería a alguien que la escuchara. Podría haber recurrido a Ginny, o al mismo Ron, pero no, había recurrido a Draco, casi sin percatarse de donde le llevaba su coche. El recorrido estaba grabado en su memoria.

- Hermione... No llores.

- Estoy tan cansada... - sollozó, tosiendo.

Muchas lágrimas le surcaban el rostro. Su respiración era agitada, su pecho bajaba y subía y se sentía vacía, sentía dolor.

- Hermione...

Ella solo lloró. ¿Qué podía hacer si su propia alma no sabía qué hacer? Si había perdido el rumbo de todo, el control de sí misma.

- Te quiero. - le susurró Draco.

Hermione no paró de llorar pero, no lloró perdida en sí misma, entre sombras, lloró protegida, con él.

Draco la abrazó, queriéndole transmitir toda su fuerza. Y ella lloró abrazada a él, lloró murmurando palabras sin sentido que Draco entendía. Lloraba y se desprendía así de sus penas. Hundió su cabeza en el pecho del rubio, se sentía mejor así. Él la hacía sentir bien, por eso había ido a buscarle. Porque con él se sentía bien. Porque él la calmaba, el la protegía.

- Te quiero, Hermione, te quiero. - siguió susurrándole.

Ella continuó llorando mientras él la hablaba. Mientras él le abría su corazón, ella lloraba y ninguno de los dos se daba cuenta de cuánto significaba aquel momento que estaban compartiendo. Ninguno de los dos se percató de que ese momento era crucial para todo pues, en ese momento, los dos estaban totalmente desnudos hablando de sentimientos, abriendo sus corazones.

Draco caminó con Hermione abrazada a él. No la soltó en el camino a la habitación.

Las cortinas estaban echadas, la cama estaba hecha, con las sábanas de seda verdes y blancas. La acostó allí, quitándole la ropa suavemente, sin ninguna otra pretensión nada más de que ella estuviera bien. La acostó entre las sábanas, dispuesto a quedarse en vela guardando su sueño pero ella le rogó entre lágrimas que no la dejara sola y que la volviera a abrazar.

Y así lo hizo. La abrazó fuerte, la besó en la frente y dejó que el dulce velo de la tranquila paz del sueño la envolviera. Y él se envolvió de ella, abrazándola, notando como Hermione sonreía con la cabeza apoyada en él.

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Dios mío que bonitoooooooooooooooooooo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AYYYYYYYYYYYYYYY¡¡¡¡¡¡ES LA COSA MÁS BONITA QUE HE ESCRITO NUNCA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AY¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ QUÉ BONITOOOO¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡BUENO.......

La escritora se calma (Lira respira, Lira, respira)

Eso es lo que opino yo....claro que soy la escritora.

Hermione estaba estresada. Eso le ocurre a muchas mujeres y hombres, con todo el trabajo, las ocupaciones, el amor. Llegan a estallar y lo hacen en alguien que los escuche..¿no?

2. Draco enamorado hasta los topes.

3. Quedan dos semanas para la boda.

4. ¿Cuántos ojos azules hay en la historia?

5. Y mañana más....

Un besazo a todas mis niñas ¡Sois las mejores! ¡os quiero muchísimo! Esto va por vosotras¡¡

En el capi 15....¡UF! Esto...le doy 3 capis más a nuestro fic..:( Ay, no quiero ni pensarlo! Bueno..

NO se descubren los ojos azules XD

2. Hermione compra su vestido de novia.

3. Quedan SOLO 14 días para la boda.

Tic-toc, qué tarde es¡ Tardaré un poquillo en escribir el siguiente..un poquito.. Ah¡Mi cumpleaños se acerca, es el 21 de Marzo¡¡Día de la primavera! Y me despido..

Pd:Sobre el escrito del fic, sale todo junto, sin espacios entre los guiones ni nada. ¿Alguien sabe por qué? Odio que salga así pero no sé qué hay qué hacer para evitarlo. Bueno, si alguien lo sabe, por favor, que me lo diga. Y si a alguien no le gusta ese formato, que me agregue al msn: logarbo@hotmail.com y se lo paso en el que está escrito, ok?

Gracias a todas¡¡Con todo mi corazón:

Lira Garbo

"Si me dieran a elegir entre mi mundo y tú, elegiría mi mundo, porque mi mundo eres tú..."