¿Porqué siempre algo nos quiere separar?

Capítulo 3: " La alegría es como el Sol: ilumina a quien la posee y reanima cuantos reciben sus rayos"

Sango y Kagome no podían creer lo que escuchaban, la exterminadora se soltó de los brazos de su amiga y cayó al suelo llorando amargamente, algo en su interior le decía que había sido su culpa que Miroku se marchara y luego Naraku le atrapara desprevenido, seguramente no había podido luchar a la perfección.

- Debemos acampar. - sentenció el joven hanyou de ojos color miel mientras miraba a su alrededor en búsqueda de un lugar donde levantar el fuego, la noche se había avecinado sobre ellos y ya nada podrían hacer para encontrar al monje, Sango no entendía eso.

- ¿Qué dices? Tenemos que buscar a Miroku - le reclamó entre los sollozos la exterminadora levantándose desde el suelo para mirarle directamente a los ojos- ¿Piensas dejarlo en manos de Naraku?

- Ahora no podremos hacer nada, ni tú ni yo, ni ninguno de nosotros.

La miko miró a Inuyasha con la mirada confundida, algo en las órbitas doradas le decía que él también estaba preocupado por el houshi, mas tenía razón, era imposible que le encontrasen ahora cuando apenas podían verse a los rostros.

- Descansa Sango... mañana atraparemos al maldito de Naraku - le tranquilizó, luego caminó hacia unos arbustos hasta perderse entre ellos.

- Inuyasha está preocupado - susurró Shippo cuando la sombra del hanyou había desaparecido totalmente, miró hacia arriba, la luna desplegaba sus rayos haciendo que la noche no se volviera aún más oscura.

- Ya regreso, necesito hablar con él - dijo Kagome siguiendo por donde él se había marchado, poco tiempo después ella también desapareció.

La espesura del bosque y la oscuridad dificultaban el tránsito para la joven miko, pero estaba dispuesta a llegar hasta Inuyasha, quería hablar con él pero también tenía un presentimiento interno que le impedía dejar de caminar; chocándose con las gruesas ramas de los árboles, pinchando su rostro con aquellas más delgadas, la sangre brotó suavemente de una herida pequeña en su mejilla, pero no aminoró el paso hasta que llegó a un estanque.

La luna se reflejaba en las cristalinas aguas, miró a su alrededor pero no encontraba señal del hanyou, un chillido extraño pero a la vez tan familiar la sacó del trance que le provocaba ver su reflejo en aquel lago. "esos son..." Y fue cuando lo vió, se trataba de una de las serpientes que acompañaban a Kikyo y le ayudaban a conseguir su alimento de almas.

- Será que... - susurró apenas audible caminando hacia donde el bicho raro se había ido, llegando a un claro donde las ramas de los árboles se volvían como garras de demonios, el viento soplaba helando la carne y sonidos extravagantes producían ecos en sus oídos.

Ensanchó los ojos cuando la vió, la mujer de melena larga estaba acariciando el rostro del mitad demonio, con cierta dulzura pero Kagome podía ver algo más en las órbitas entrecerradas de la miko.

- Inuyasha... - dijo con suavidad acercándose hacia ellos, Kikyo fue la primera en voltear y mirarla con ojos fríos, por lo que ella sintió el corazón acelerarse, él también le miró. - ¿Porqué?

- ¿Porqué qué? Niña... acaso crees que tienes derecho a preguntarle a Inuyasha el porqué de sus acciones. - fue la respuesta que Kikyo le dio a la vez que seguía acariciando la mejilla del hanyou.

- Inuyasha... - volvió a susurrar Kagome y el joven pareció salir del estado de shock en que se encontraba, inmediatamente se hizo a un lado y Kikyo le miró confundida.

- ¿Porqué te alejas de mí Inuyasha? - él no le contestó, luego ella volteó a ver a la joven de quince años y se le acercó, haciendo que ella retrocediera a la vez - es tu culpa...

- ¡Kagome! - gritó él interponiéndose entre ambas. - ¿Qué piensas hacerle? ¿Qué te sucede Kikyo?

Las órbitas cafés de la no muerta brillaban extrañamente, haciendo que tanto Kagome como Inuyasha temblaran levemente, ella no parecía la misma de siempre. Sonrió y desapareció como si el viento se la hubiese llevado dejando a los jóvenes no solamente confundidos sino asustados también.

- ¿Qué fue lo que sucedió? - preguntó Inuyasha recobrando con sus palabras su aspecto de siempre, miró a Kagome, ella no estaba bien- ¿Qué pasa?

- ¿Porqué? - le suplicó una respuesta, a su parecer él continuaba confundido - Fuiste con ella a pesar de saber lo que siempre intenta hacer, a pesar de que me prometiste estar siempre... - tragó saliva pesadamente, cerró los ojos y los volvió a abrir mostrando las lágrimas al borde de sus grandes ojos- te fuiste... ¿y si yo no hubiese llegado? Ella te habría llevado al infierno, ahora lo entiendo... lo entiendo todo...

- Kagome...

- ¡Nada puede haber entre nosotros Inuyasha! - gritó con euforia antes de salir corriendo, en una dirección desconocida, seguramente intentaría llegar al campamento.

Mientras tanto, Sango y Shippo habían armado un pequeño fuego frente a ellos, y miraban el arder de las llamas de una manera casi inconsciente, metidos en sus pensamientos apenas mirando a su alrededor cada tanto. La exterminadora tenía su mente en otro lado, hacía desde que Kagome se había marchado que no podía evitar el pensar que el secuestro de Miroku había sido su culpa; ella le había maltratado tantas veces cuando él comenzaba con su búsqueda de un sucesor.

- No lo puedo creer... - susurró Kagome llegando al campamento, sus ropas escolares estaban embarradas y grandes raspones se mostraban sangrantes entre la luz que el fuego emitía. Había decidido que en vez de marcharse a su época como solía hacer luego de peleas como aquella se quedaría para ayudar a encontrar a Miroku, aunque todo se volviera más difícil al permanecer al lado de Inuyasha.

- ¿Qué te sucedió Kagome-chan? Estás sangrando, ven déjame que te cure - se apresuró a decirle Sango al verla en ese estado buscando entre las cosas que solían llevar las vendas que la miko siempre traía de su tiempo. Aunque eran heridas leves con el alcohol sacaron leves quejidos a la quinceañera. - ¿me vas a contar?

Shippo también se acercó al lugar donde su protectora estaba sentada, con el fuego pudo observar mejor su rostro entristecido y las lágrimas que caían desde sus ojos sin control pasando por sus mejillas y muriendo en la comisura de sus labios. Su mirada era distinta a la que solía tener siempre, entonces el pequeño youkai maldijo por dentro a Inuyasha sabiendo que era su culpa la causa de las penas de Kagome.

- Inuyasha se vió con Kikyo otra vez... yo llegué justo cuando ella le estaba por besar, seguramente le querría llevar al infierno, no puedo estar segura, pero es lo que siempre ha querido hacer - dijo con voz queda mirando hacia la luna brillante en el cielo nocturno, tragó saliva pesadamente y siguió hablando - Ella me quiso atacar pero Inuyasha me defendió y Kikyo desapareció... una vez más.

- Entonces... Inuyasha no se fue con ella, te defendió... ¿Porqué lloras entonces Kagome? - le preguntó Shippo buscando sus ojos.

- Porque... él sabe que ella le busca para llevárselo, pero aún así... él sigue acudiendo, tantas veces me ha prometido cosas, Shippo... que ya no puedo creer en ellas... - finalizó casi en un susurró.

- Duerme Kagome-chan, mañana veremos qué hacer - le aconsejó Sango acariciando suavemente el rostro de su amiga. Se alejó a donde había instalado una frazada de Kagome y se recostó bajo el cuidado de Kirara. Shippo le acompañó no sin antes mirar el rostro apagado de la miko.

Eran altas horas de la madrugada, Inuyasha no había dormido en toda la noche y ya pasadas ciertas horas regresaba con pesadez, se había mantenido en donde ambas mujeres le habían dejado meditando. Sus pisadas eran suaves, sabía que ellos estarían dormidos y por primera vez no deseaba sacarlos de su sueño, sería demasiado egoísmo y desconsideración. "¿Porqué estoy pensando así?" Seguramente era porque muy pronto se acercaba la noche de luna nueva, su lado humano le estaba reclamando en su interior la participación que no le daba.

Se acercó a la miko, estaba acurrucada abrazando su cuerpo, apenas temblando por la fina tela con la que se había cubierto, se sentó a su lado mirándola insistentemente, buscando en aquella mujer las respuestas a tantas de sus dudas. Mas las creía resueltas, Kikyo había quedado en el pasado y él ahora quería crear un futuro junto a Kagome si ella le permitía, si ella entendía finalmente que en su corazón no había lugar para la otra miko. "¿Porqué no puedes comprenderlo?" Se preguntó mientras acariciaba el rostro de la jovencita, ella se estremeció ante el contacto esbozando una tímida sonrisa, no pasó mucho tiempo antes de que abriera los ojos.

- ¿Qué haces aquí? - susurró recordando que sus amigos del viaje estaban cerca suyo, se incorporó un poco antes sentarse en frente del hanyou.

- Necesito hablar contigo, quiero explicarte lo que sucedió Kagome - definitivamente su parte humana le estaba jugando una mala pasada, pero también le estaba ayudando ya que él no era bueno para esas cosas - no sé porqué acudí al llamado de Kikyo, pero quiero que sepas que ella ya no significa nada para mí, ya te lo he dicho, ella fue parte de mi pasado.

- ¿Cómo puedes decirlo? Si luego te vas con ella...

- ya no pasará más, lo prometo - le tranquilizó con vos dulce, amable tomando entre sus manos las de ella y disfrutando del reflejarse en sus ojos. - ¿Me crees? Aishiteru, Kagome, de verdad.

- No puedo creerte Inuyasha, lo siento, ¿no ves que siempre me lastimas? - le reclamó ella un tanto apenada desviando la mirada y enfocándola en un punto invisible y opuesto. - aunque yo te ame...

- No entiendo, si nos amamos, ¿Porqué no podemos estar juntos?

- Por favor, compréndeme... quizás... cuando todo termine, cuando Kikyo no esté más en nuestras vidas - dijo volviendo a mirarle con esperanza, ella intentaba creer en ello.

- ¿Crees que se pueda? - le pregunto haciendo un esfuerzo por comprender sus palabras y más allá también sus miedos, porque necesitaba de ello y de ella. - Pero aún así... yo quiero y necesito estar contigo, no quiero perderte Kagome, ya perdí a seres queridos, ya perdí... a quienes me enseñaron a amar.

La miko sabía que se refería tanto a Kikyo como a su difunta madre pero ella deseaba tomarse un tiempo para que las cosas en ellos se fortalecieran de tal manera que nadie ni nada les pudiera separar o engañar. No quería que aquel error de tiempos pasados se repitiera en ese presente que significaba tanto para ella como para Inuyasha el inicio de la construcción de un futuro, quizás... de una relación.

- Yo no me alejaré de ti Inuyasha, jamás lo haré. - habló calmada la jovencita mientras acariciaba con una mano la mejilla del hanyou como hacía unas horas Kikyo lo había hecho. Fue entonces cuando otra diferencia se produjo entre ambas para Inuyasha, la mano de Kagome era suave y llena de vida, calidez le brindaba y el simple contacto producía en su cuerpo millones de sensaciones distintas, y no era el hecho de que pronto se acercara aquella noche sino que era ella la culpable de esa reacción. - yo también te amo, nada cambiará eso, ¿puedes entender Inuyasha?

- Sí, Kagome... y aunque yo quiero estar contigo, yo sé que tu también conmigo. Eso es más que suficiente, yo esperaré hasta que tú estés lista y podamos estar juntos. - finalizó y le abrazó con dulzura, posando sus garras en su cabello y perdiéndose en su delicioso aroma.

Se quedaron por largo tiempo así, juntos, sin intenciones de separase, sabiendo que pronto tendrían que encaminar al castillo de Naraku para salvar a Miroku, quizás para librar una batalla mortal que marcaría sus destinos. Los kakeras casi estaban reunidos, sólo faltaban los de Kouga y los de Naraku; y para conseguirlos tendrían que luchar, no cabría otra posibilidad.

El sol comenzó a liberarse de los brazos prisioneros de las montañas, y las nubes se tiñeron con sus rayos anaranjados y rojizos, los pájaros comenzaron sus cantos mañaneros y la brisa nocturna dejó de soplar con la misma intensidad que antes sino que apenas se trataba de una caricia suave que tocaba sus cuerpos.

- mmm... ¿ya es de mañana? ¿Tan pronto? - gruñó Shippo levantándose con su ánimo de costumbre, Sango ya estaba a un lado del camino que seguían mientras que Kirara daba vueltas a su alrededor jugueteando. Inuyasha ayudaba a Kagome con las cosas, ambos sonreían por lo que el zorrito supuso que se habrían reconciliado. - ¿nos vamos?

- Sí, en un momento Shippo - le calmó Kagome dándole la mochila a su querido hanyou.

- ¿A dónde iremos? - preguntó la taijiya sin quitar la vista del camino que se abría dificultosamente debido a la espesa arboleda. - ¿Al castillo de Naraku directamente? ¿O con Kouga para pedirle los fragmentos?

- ¿pedirle? - se sorprendió Inuyasha arqueando una ceja. No pensaba pedirle los kakeras sino quitárselos como su orgullo le reclamaba, mas también tenía que pensar que Kagome podía enojarse. - Creo que lo mejor es ir con el perro sarnoso, Naraku tendrá que esperar, además aunque me cueste admitirlo... más ayuda es mejor. - explicó omitiendo un pequeño plan que guardaba consigo. Él tenía pensado que luego de luchar y vencer a Naraku, tendría que pelear con el lobo youkai para ver quién habría de quedarse con todos los kakeras, eso tarde o temprano habría de suceder.

- estoy de acuerdo, ¿y tú Kagome-chan?

- sí, aunque... - miró desconfiada al hanyou- algo me huele mal...

El mitad youkai silbó distraídamente mientras se alejaba con las cosas de la miko, dentro suyo había algo que le decía que Kagome sabía lo que él pensaba, era normal, después de todo ella le conocía bastante. Por eso, aprovechó el momento y se escapó lentamente de allí esperándolos más allá.

- ¿Inuyasha y tú se amigaron? - indagó Sango caminando hacia el hanyou mirando de reojo a su amiga. A su lado Shippo no se perdía la conversación.

- Sí, pero hemos decidido esperar a que todo esto termine. Y tú, ¿Qué harás con Houshi-sama?

- No lo sé, Kagome-chan. Ahora sólo necesito verle - dijo sonrojándose encantadoramente al tiempo en que alcanzaban a Inuyasha.

Estuvieron un rato largo caminando para llegar al cubil donde el youkai vivía sólo, todos sus compañeros habían muerto y desde ese momento había decidido el manejarse sólo sin seguidores que luego le abandonasen. El ambiente olía a él, por lo que Inuyasha no pudo evitar arrugar su delicada y perceptiva nariz. El viento soplaba violentamente golpeando sus cuerpos lo que los hacía tambalear un poco pero al fin llegaron a la guarida de Kouga.

Kagome se adelantó, sabía que si aquel veía a Inuyasha una nueva pelea se desataría entre ambos y ella tendría que intervenir como era su costumbre, su amado hanyou comprendía esto por primera vez y no dijo nada, mas se mantuvo cerca de ella.

No pasó mucho hasta que el demonio lobo llegó como una ráfaga de viento a encontrarse con Kagome, seguramente había sentido su olor.

- ¡¡¡Kagome!!! ¿¿Cómo estás?? ¿¿Qué haces por aquí?? ¿¿Vienes a quedarte conmigo?? - exclamó velozmente mientras tomaba a la mujer entre sus brazos con el cariño que siempre demostraba, haciendo que Inuyasha gruñera un poco - ¿¿Porqué trajiste al tonto este??

- grrr... ¡¿Cómo te atreves a decir eso?! - Inuyasha no pudo evitar alzar un puño dispuesto a pelear con el youkai si era necesario.

- ¿¿Quién me lo va a impedir?? ¡¡¿Tú?!! - se rió sarcásticamente cruzándose de brazos y soltando a Kagome que hasta momentos había permanecido en sus brazos algo consternada por lo que fuera a suceder. - ja, ja

- ¡¡Ya basta los dos!! ¡¡Déjense de tonterías!! Kouga-kun estamos aquí por algo más importante que sus estúpidas peleas, ¿puedes escucharnos por favor? - realmente le molestaban esas actitudes de ambos, se comportaban como niños pequeños que peleaban por un juguete. - ¿Puedes? - repitió.

- Claro, Kagome, lo siento. - dijo apenado volteando para entrar en su guarida esperando que los demás le siguieran. Se detuvieron en la puerta, sabían que ese olor era detestable para Inuyasha y su fino olfato - dime... pero... ¿Qué ustedes no eran cinco? ¿Dónde está el houshi ese?

- De eso venimos a hablarte, Kouga-kun. Naraku ha secuestrado a Miroku y hemos decidido ir a pelear por él, lucharemos con todos ellos y también les quitaremos sus fragmentos. - la velocidad que la miko usaba para hablar era extrema, no quería que él dijera nada al respecto antes de que ella acabara- Pero sabemos que tú tienes kakeras, por eso vinimos.

- Ya entiendo, Quieren que me una a la batalla, ¿no?

- Sí, eso es.

El lobo youkai miró fijamente en los ojos de la miko, tanta verdad se veía en ellos, tanta valentía y esmero, por eso le quería tanto. Sonrió un poco y asintió confirmando su participación en el grupo.

- Feh! - murmuró Inuyasha muy poco contento por la decisión saliendo del cubil. Miró de reojo a su mujer y esta no dudó en seguirle.

- ¿Están juntos no es así? - preguntó Kouga cuando los dos esperaban fuera, mirando con interés a su alrededor como echando un último vistazo a su hogar. Quizás esa sería la última vez que viera el lugar donde había crecido, luchado y jugado, donde se había hecho un youkai fuerte y donde algunos de sus amigos le habían dicho las últimas palabras.

- Sí... - le respondió Sango algo apenada mirando hacia fuera- ¿Cómo lo supiste?

- Es la forma en que él le mira ahora y como ella responde cada una de sus señales. Son una pareja, eso se nota a leguas. Pero lo que temo... es que aquella sacerdotisa lastime a Kagome, los muertos pueden vengarse, ¿sabe señorita?

- dime Sango, y sí.. tienes razón, pero nosotros protegeremos a Kagome, Inuyasha también, estoy segura - afirmó la taijiya decidida acompañando a los dos jóvenes que estaban charlando.

- Sólo espero que esa miko no aparezca en esta batalla... si eso sucediera... las cosas se complicarían - reflexionó el youkai saliendo él también. Algo le decía que las cosas empeorarían y que esa batalla sería más difícil de lo que parecía.

Antes de partir, se quedaron unos segundos mirando los paisajes que desde la altura en que estaban podían ver, los aldeanos parecían estar en sus tareas habituales. Unos pájaros chillaron antes de salir volando desde unos árboles, sin duda la naturaleza sabía que la maldad y el bien se enfrentarían; el viento aumentó su velocidad y el grupo se preparó finalmente para enfrentar a sus enemigos.

Tendrían miedo pero lo enfrentarían con todas sus fuerzas y unión, por un momento las peleas interiores se dejarían de lado, sólo para lograr su cometido que después de todo era común. En sus almas sus sentimientos se fusionaban, sus corazones latían rápidos y las sensaciones daban vueltas confundidas, la batalla se acercaba.

Continuará...

HOLA!! La frase del título... dejo el significado para que lo piensen porqué va para este capítulo, pero les cuento que va mucho con mi forma de ser, eso... según mis amigas. Bueno, paso rapidito a los reviews:

Son sólo dos... muchísimas gracias a Meikyo y a Kala, espero que no les haya defraudado el cap. y realmente les aprecio mucho por haber sido sólo ustedes quienes dejaron review en este chapter, y haberme dado ánimos para continuar, mientras alguien siga el fic, yo estaré conforme de seguir escribiendo.

A los demás, ojalá les siga gustando mi pequeño y adorable, para mí, fic, recién empieza y no es la gran cosa, mucho menos, yo, pero espero que pueda tener un lugarcito por ahí y no les moleste dejarme un review. Siempre es bueno saber sus opiniones, una puede mejorar y el fic... V_V es un caso perdido, ja, ja, no en serio, puede cambiar.

Ahora chi... ¡¡¡¡ESTA LOQUITA SE VA!!!!

¡¡¡NO SE OLVIDEN DE MIS REVIEWS!!!

¡¡¡¡¡¡JA NEEEE!!!!!!

SUMIRE-CHAN se despide hasta la próxima, si le dejan y si no ha muerto ya de un infarto o falta de inspiración, sabrán que sin ella no puedo vivir. JA; JA;JA!!!