¿Porqué siempre algo nos quiere separar?
Capítulo 5: "El que persigue a dos liebres, se queda sin ninguna"
Kagome e Inuyasha estaban sentados uno frente al otro, la miko aún cobijada por las frazadas de pieles en la cama de Kaede, esta apenas había terminado de curarle las heridas cuando ya estaba despierta y con deseos de levantarse. Pero el hanyou le había impedido eso poniendo como excusa que debía hablarle y más que excusa se trataba de un deseo personal, quería disculparse por sus actitudes anteriores.
La miko no se sentía para nada mal, ahora más que nunca deseaba escuchar lo que el hanyo tenía para decirle, las lastimaduras que las garras de los árboles eran superficiales, no importantes, no había cosa más importante que sus sentimientos y los del hombre que amaba.
Ella buscó reflejarse en sus órbitas doradas, sabía que cuando el dejaba que ella lo hiciera era porque su alma se encontraba en paz, en este momento... el esquivó su mirada.
- Kagome... - susurró él bajando la vista.
- Inuyasha, volveré a casa - fue la resolución que tomó la jovencita y le volteó.
- ¿Porqué? - preguntó él aterrado, ahora sentía el peso de sus palabras - No te vayas...
- ¡¡Inuyasha tu me dijiste que me marchara!!! - ella le reprochó mirándolo fijamente, había duda en sus ojos, había temor.- ¿Qué pretendes?
- No lo sé... - susurró cabizbajo - yo quería...
Ella no le dejó terminar de hablar que comenzó a vestirse, odiaba cuando el hanyou comenzaba con sus dudas, sabía que él las tenía, pero en su tiempo le necesitaban también y ella deseaba ver a su gente. Además cabía la posibilidad de que allí no había lugar para ella, si la Shikon no Tama estaba completa ella sólo tendría que protegerla y no seguir buscando fragmentos perdiendo los de su corazón en cada batalla, física y sentimental.
- ¡¡No te vayas!! - le suplicó volteando a verla- ¡¡No quiero!!
- Inuyasha... - susurró sorprendida.
Él la abrazó, atrayéndola hacia él, pudiendo enterrar su cabeza en aquel mar negro azabache, a pesar de no tener su delicado olfato podía sentir ese exquisito aroma que tanto le gustaba.
- Lo siento, Inuyasha... debo regresar, ahora, más que nunca, pero prometo que volveré - explicó Kagome separándose un poco - ¿Puedes entenderlo?
- ¿Y luego te quedarás aquí?
- ¿uh? Yo... tengo que pensarlo. ¡Adiós! - finalizó cortante saliendo de la casita y dirigiéndose al pozo de los huesos. Si se quedaba por más tiempo seguramente cambiaría de opinión y otra vez caería en las fauces de Inuyasha y Kikyo, una vez más se verían en medio de ambos. Durante la noche había sentido la presencia de la miko, por lo que un reencuentro entre ambos era seguro, ella deseaba que sucediese, así el hanyou podría resolver sus dudas.
Se dejó caer suavemente hasta tocar el suelo del pozo de su tiempo, desde abajo se sentía la brisa del viento, el aullido leve que emitía al tocar las ramas de los árboles. Entró corriendo en su casa llevando consigo sus ropas de sacerdotisa, pese a que las odiaba eran muy cómodas, pero se parecía más a Kikyo con ellas, por eso no le agradaban. Se las quitó y se dio un largo baño con agua caliente, las luces de su casa estaban apagadas, todos estaban durmiendo a esas horas.
Se sentía tan tranquila en el agua que quemaba sus heridas y dolía, pronto el agua se tiñó de rojo y el olor metálico a sangre se dejó sentir en el ambiente.
- Inuyasha... - dijo casi pensando.
Se sentía fatal dejándolo en la época de las guerras civiles, ella le necesitaba más que nunca, pero no podía verse nuevamente envuelta en la confusión de dos personas. Kouga siempre le había amado y ella se había decidido por el hanyou, era su turno de escoger, aunque su decisión fuese más complicada. Se trataban de dos personas que a pesar de parecer idénticas cada una deseaba cosas distintas, cada una veía la vida de forma diferente y se comportaban con él de manera muy desigual.
Kikyo deseaba matarle y enviarle junto a ella al infierno. ¿Cómo podía seguir amándola después de eso? O quizás no... quizás él la quería, como tantas veces se lo había dicho, pero la duda estaba en la miko, si bien él había jurado amarla sólo a ella, en su corazón y mente cabía la posibilidad de otra confusión.
Cuando despertó del trance al que se había sometido el agua estaba fría, algo recorrió su cuerpo helándolo por completo, odiaba esas sensaciones que sentía por momentos y salió de allí.
La suave y cálida almohada la relajó totalmente y no tardó mucho en quedar profundamente dormida; mañana tendría en qué pensar y tiempo para hacerlo antes de tomar su última resolución.
Inuyasha sintió, a pesar de su forma humana, el aroma de Kikyo en el ambiente, pero se resistió a encontrarse con ella, él estaba enamorado de Kagome y esa noche lo había confirmado. Un Shini-dama-chuu pasó sobrevolando la aldea, llevando consigo lo que había sido un alma que jamás encontraría descanso, seguramente la miko necesitaba energías. Estaba a punto de volver a la cabaña para ayudar a Sango con el cuidado de Miroku cuando unos pasos le llamaron la atención y ahí estaba ELLA observándolo.
- así que... ¿Te quedarás con ella? - preguntó acariciando el cuerpo de una de sus criaturas - dime...
- Sí, estoy enamorado de Kagome - respondió esquivando su mirada.
- ya veo... - le contestó Kikyo con cierta tristeza. - se ha acabado nuestro amor... ¿porqué?
- no ha sido sólo culpa mía Kikyo, Kagome y tú son distintas, tú insistes en llevarme rumbo a la muerte mientras que Kagome sólo busca darme vida, inclusive la suya.
- Entiendo... - susurró. Quizás no lo hacía.
- ¿Qué harás al respecto?
- ¿Yo? Nada... - dijo acompañando su voz con una risita aguda, algo extraña. Y a esto, se elevó en el cielo como tantas veces y se fue.
El hanyou quedó mal, Kikyo estaba planeando algo, no se quedaría de brazos cruzados y dejaría que su vida continuara al lado de su reencarnación, mas ya había tomado una decisión y seguiría hasta el final, protegiendo a Kagome ante todo.
Los pensamientos del joven de cabellos negros al fin habían encontrado la tan ansiada paz, eran claros como el agua y resplandecían con el más sincero y puro amor. Él ya no podía negarlo, ya no tenía porqué dejar escapar a Kagome pretendiendo encerrarse en el mundo que Kikyo le ofrecía y buscando evadir sus sentimientos humanos, su miko le había enseñado a respetarse como lo que era: Inuyasha. Ni hanyou, ni youkai, sólo él. Eso lo llevó, una vez más, a tomar una resolución, no dejaría a Kagome fuera de su vida, no se perdería de tenerla entre sus brazos y estrecharla contra su pecho, dejándole sentir su corazón.
Dulce melodía producían ambos. Regresó a la casa de la anciana Kaede donde Sango ya dormía al lado del monje libidinoso, resguardada por el calor de Kirara. Inuyasha sabía que ellos se querían, que Miroku, pese a sus actitudes pervertidas, amaba a Sango como él amaba a Kagome; pero una vez más ellos habían estado separados por una barrera inquebrantable.
Una vez más... Sango veía a un ser querido volverse contra ella, tal vez ahora no podría soportarlo. El hanyou se recostó en una esquina del cuarto que olía extraño, a incienso que Kaede solía usar. Miró de reojo como Shippo sonreía entre sus sueños y se acurrucaba sosteniendo una mantita, él debía extrañar mucho a Kagome, sin duda.
Miroku despertó lentamente, el calor del sol de la mañana le pegaba en su rostro suavemente iluminando sus facciones de una manera seductora, encantadoramente melancólico. Miró al pie de la cama donde había reposado toda la noche, Sango dormitaba con tanta tranquilidad que se veía impedido de despertarla, pero además se sentía apenado con ella, le había herido, lo recordaba. Aunque no era él... no había sido capaz de reconocer a la persona que más amaba en el mundo y detener su propio ser, una razón más por la que no la merecía.
- "Definitivamente... ella y yo jamás podremos estar juntos..."
Pasó sus hermosos ojos desde la taijiya a su mano, su kazaana le había servido en incontables batallas, le había salvado la vida más de una vez pero igualmente seguía siendo una maldición que acabaría por absorberle al final del año. Sentía rabia consigo mismo, había utilizado su hoyo negro contra Sango, una vez más le miró dormir, se veía irresistiblemente bella.
- Lo siento... - susurró.
En eso, Inuyasha, que había vuelto a la normalidad, entró en la casita haciendo que el sol penetrara aún más por entre las tiras de tela que formaban la cortina en la puerta principal, la habitación se iluminó y con ella Sango despertó.
- ¡¡Houshi-sama!!! - Dijo exaltada, verdaderamente no esperaba que ya estuviese recuperado.
- ey, Hentai, al fin te levantas - le regañó Inuyasha - has estado mucho tiempo así.
- Arigato, Inuyasha - susurró el monje levantándose de la cama, se refería a la batalla - voy a dar un paseo. ¿Y Kagome-sama?
- Ella... se fue a su tiempo... pero volverá... - le dijo Inuyasha saliendo así él y corrió en dirección al Goshinboku- "Volverá..."
La miko quinceañera se terminó de vestir velozmente y salió hacia los templos, había dejado su uniforme escolar y llevaba ropa común. Había decidido, por mucho que le costase, volver a la época antigua, aún quedaba el deseo a la Shikon no Tama, y los demás enemigos que no habían sido eliminados, como Kagura y Kanna. Kohaku se había escapado cuando volvían a la casa de la anciana Kaede y tenían la obligación de buscarlo, Sango se sentía muy mal por ello, seguramente demasiados recuerdos para el niño.
Saltó ágilmente hacia el pozo y tardó segundos en sentir el olor que sólo en ese lugar se podía sentir, donde la contaminación no asesinaba de a poco a la tierra y la mayor preocupación de todos podía ser resuelta con mucho esfuerzo, porque se cuidaban los unos a los otros.
Sintió grandes deseos de ver el árbol sagrado, siempre que llegaba esa era su primer instancia, le relajaba recostar su cabeza en la corteza dura y frondosa, sentir el aroma que ella reconocía como el de Inuyasha, recordar.
- Aquí fue donde nos conocimos... - susurró apoyando la palma de su mano sobre la piel del árbol - y donde más de una vez te ví jurarle amor a Kikyo, besarle, pero ahora... ahora que dices amarme, ¿Qué hago? Si yo te amo tanto...
- Entonces estemos juntos... - le dijeron en voz baja en su oído, Inuyasha había sentido su aroma a mitad de camino y el encontrarla tan vulnerable le hacía sentir poderoso de poder hacerla temblar, de amor. - Aishiteru, Kagome. Kikyo sabe que es así, se lo dije, y aunque ella busque separarnos, te prometo que no lo logrará, de verdad...
- Inuyasha... yo... también te amo. - se acercó para besarle la miko, sus labios se sentían suaves y dulces.
La experimentación les llevó a mucho más allá del pequeño y significativo primer beso, de caricias ingenuas y profundizaron el beso, hasta separarse por falta de aire quedaron mirándose a los ojos, explorándose.
- ¿Te gustaría acompañarme a mi época? - preguntó ella con cierta ingenuidad, deseaba que su madre supiera de esto, tal vez no tendría que dejar la escuela - ¿mmm?
- Pues... sí, Kagome, con tal de estar contigo, tú sabes que lo haría.
- Demo... ¿Qué dirían Sango, Miroku y Shippo? Ellos... ¿Podrían venir?
- Por mí está bien, sabes que no te separaré de nadie... - él sonrió - ¿A tú madre le parecerá bien?
Ella le miró algo extrañada, pero concluyó en que el ahora nuevamente hanyou intentaba demostrar sus sentimientos hacia ella, complacerla.
- Supongo que sí... sabes que aún queda el deseo a Shikon - reflexionó Kagome algo pensativa - ¿Tú crees...
- Yo no he de pedir nada, lo sabes bien, ni youkai ni hanyou, ne? - le miró y ella asintió aferrándose a su pecho mientras él le cobijaba en un dulce abrazo - podemos pedir que todas las personas buenas de corazón pasen por el pozo, así Kaede-baba podría ir a visitarte y a tu época... claro.
- estoy de acuerdo - aceptó - arigatô, Inu-chan - él hizo una mueca.
Como nueva guardiana de la perla, ella tenía la obligación de decidir lo que se pediría, quizás de esa forma la Shikon no Tama desaparecería y la paz volvería a reinar, no habrían más peleas por un poder, suponían.
- También podríamos así visitar estos lares siempre - mencionó Inuyasha tomándola de la mano para volver a la aldea- ¿Qué dices?
- Sí, hablemos con Kaede-baba.
Estaba arreglado ya, pedirían ese deseo, después de todo... no había nada más que pedir. Kagome había pensado en que pidieran recuperar sus almas y que Kikyo por fin regresara al lugar donde pertenecía, pero eso no funcionaría. También que Kagura y Kanna se volvieran humanas, la miko sabía que ellas tenían en sus cuerpos esencias de Naraku y este era, ni más ni menos, un hanyou. Pero esas posibilidades las desechaba, pese a que ellas deseaban ser libres totalmente, personas independientes, no aceptarían su ayuda.
Ahora lo único que faltaba era encontrar a Kohaku y pedir el deseo. La miko miró de reojo el rostro apacible de Inuyasha, adoraba la expresión que mantenía, sabía que ella estaba en sus pensamientos y no Kikyo como muchas otras veces. Eso le gustaba, se sentía por primera vez especial en el corazón del hanyou, correspondida. Le dedicó una sincera sonrisa cuando marrones y dorados se encontraron, mezclando sentimientos y pensamientos, se podía sentir, la tonada armoniosa de sus corazones al compás. Se acercaron para besarce nuevamente, el separarse les parecía convertir a sus vidas en un letargo, lejano, y esa unión les permitía conocerse aún más. Él acarició con sus garras el cabello de la miko, con suavidad, luego tocó su rostro, intentando no herirla con ellas, jamás se lo permitía.
Se separaron costosamente y siguieron caminando, mirándose todavía, entendiéndose con cada mirada y caricia, así era su relación.
La reflexión que Kagome llevaba desde que salieran desde el Goshinboku terminó cuando llegaron a la aldea de la anciana, en la puerta de la bella casita, el resto del Inuyasha-gumi esperaba alterado. Miroku se paseaba de un lado a otro y Sango estaba.... estaba en el suelo. ¿Sollozando?
- ¿¿Qué sucedió?? - preguntó Kagome que había comenzado a correr al verlos y llegaba agitada.
- ¡¡Kagome-chan!! - gritó Sango lanzándose a sus brazos y llorando desconsoladamente - Es horrible...
Continuará...
Bueno, la verdad, supongo que todos sabrán qué es lo que voy a poner, pero bueno... les dejo el suspenso por si acaso, espero que les haya gustado el cap. a mí realmente me conformó y eso ya es mucho. No se olviden de dejarme sus reviews que son lo más importante para que yo continúe el fic. Y aprovecho para presentar a mi nuevo ayudante y... ¬¬ espíritu molesto:
Hoshi: ¬¬* ya vas a ver con lo que andas diciendo, encima que te voy a empezar a ayudar con los reviews...
Sumire: ;___; Es que Misao-chan me dejó solita, está con Aoshi. ¿YA vieron? Sango podría unirse con Kaoru de Rurouni Kenshin por lo malas cocineras que son.
Hoshi: ¬¬ ¿Qué tiene que ver?
Sumire: ^-^ no sé, se me ocurrió. Bueno, les cuento que el fic va a ir tomando un poco más de humor pero por ahora seguirá siendo medio dramático, no se preocupen, le daré algo de luz.
Hoshi: Ni siquiera el fondo es negro...
Sumire: Ô_Ô Eh... bueno, un besito!!!
Hoshi: ¬¬*** no se te está olvidando algo??
Sumire: ::::^_^:::: eh sí los reviews... je, je.
Meikyo: bueno, me alegro que te siga gustando, ojalá no te defraude este cap., yo sólo espero que siga bien y a los lectores les agrade. Seguiré esperando tus reviews y muchísimas gracias por tu apoyo.
Lorena: gracias por tus ánimos, bueno, el otro fic... supongo que te referirás a "Mi manera de amarte" el de Gundam Wing, ya lo voy actualizando lo más rápido que puedo y agradezco sinceramente tu participación en él, pues me diste una idea para continuarle, je, je y de paso... una nueva integrante. Ojalá te guste tu actuación. Esperaré tus comentarios en el fic. Y sobre la página web es: on mucho, eres muy amable, je, je. Bueno, espero también tu opinión para este cap. la verdad a mí me gusto. ¡¡No te olvides!! Y dime también, si quieres, ideas para el próximo.
Sumire: eso es para todos!! ¡¡DEJEN SUS SUGERENCIAS!! ^_____^
Hoshi: ¡¡También sus reviews!! ¡¡Y sus amenazas!!
Sumire: -____________-***
JA NE!!!! J
Sumire-chan
Miko no Ai
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
