¿Porqué siempre algo nos quiere separar?
Capítulo 6: "Si juzgas a la gente no tienes tiempo de amarla"
Sango se dejó caer sin soltar aún a Kagome quien también se aferró a ella, la taijiya no podía hablar, apenas si murmuraba frases indescifrables.
- horrible... - susurró entre sollozos.
- ¿Qué sucedió Houshi-sama? - le preguntó la miko al monje que seguía caminando preocupado.
Ella indagó en sus bellos ojos azules, había muchos sentimientos mezclados en ellos, amor, preocupación, temor y lo que ella podía distinguir ira, demasiada ira.
- ¡¡Habla por Dios!! - se levantó, furiosa, tomándolo por la ropa. - ¿Qué rayos te sucede?
Él no respondió.
- ¡¡¡Habla maldita sea!!! - le ordenó más enojada.
- Kohaku... - susurró- Kohaku ha muerto.
- ¿Qué? - soltó al instante. Sango lanzó un leve quejido y se acurrucó acomodando la cabeza entre las piernas. - ¿Cómo?
- Le encontraron en unos bosques cercanos... hace tan sólo una hora, estaba.... estaba rodeado de sangre y llevaba su Kusari-gama, supusimos que... - se cortó su voz en la garganta.
- Kami... - dijo Kagome en un hilo de voz y volvió la vista a Sango.
Miroku miró en dirección al bosque pensando en el muchacho quizás, intentando por un momento ubicarse en su lugar y sentir lo que el sintió, era prácticamente imposible, demasiado dolor contenido tenía el pequeño.
- Shhh... Sango... todo saldrá bien, ya verás... - le consoló la miko teniendo una idea en mente.
El hanyou de cabello plateado que escuchaba todo en el más profundo silencio le miró indagando, sabía lo que ella estaba pensando, una ocurrencia que valdría la pena, pero que podía traer consecuencias graves.
- Lo haremos - dijo Kagome como sabiendo de la mirada de Inuyasha.
- ¿Qué? ¿A qué te refieres? - calló de llorar levemente, y levantó sus ojos directamente hacia la de melena negra.
- El deseo a la Shikon no Tama, le pediremos que reviva a Kohaku, hablaré ya mismo con Kaede-baba, ¿dónde se encuentra? - y se levantó.
- Con la gente de la aldea... - le respondió Miroku maravillado, había visto como unas simples palabras habían hecho que los ojos de la exterminadora cobraran un brillo especial.
- ¡¡Vamos!!
Encontraron a Kaede en el camino, salía de una casita con techo de heno y paredes de madera, parecía una pequeña capilla. Adentro, seguramente, debía estar el cuerpo de Kohaku.
- Queremos pedir el deseo a Shikon - dijo inmediatamente Kagome a la anciana.
- ¿cómo?
- Sí, ya lo hemos decidido y queremos que Kohaku vuelva a la vida... - intervino Inuyasha.
- ya veo... me parece una buena elección, ven Kagome.
La mujer le explicó detalladamente la acción para pedir el deseo, debía emplear sus poderes como miko y concentrarlos en la joya. Inuyasha miraba todo de reojo con recelo mientras Miroku y Sango colocaban el cuerpo del niño sobre una manta, se veía angelicalmente delicado, indefenso, la taiji no pudo evitar soltar unas lágrimas.
- Kagome - le llamó Inuyasha - ¿Qué sucederá luego de que pidas el deseo?
- No lo sé - entristeció ella.
- Kaede, ¿es posible que Kagome sea transportada a su época? ¿O que luego de cruzar el pozo no puedo volver?
Ella no le contestó y miró a otro lado como meditando.
- es posible, Inuyasha - dijo al fin.
- no... - se lamentó- no... no te creo.
- ¡Inuyasha! - le calmó Kagome sonriendo - todo estará bien, de verdad...
¿Podía ser posible que ella mantuviera esa calma? Le reclamaba la mente al hanyou, pero en realidad ella no se encontraba mejor que él, cabía que tal vez jamás le volviera a ver después de pedir ese deseo. Se le acercó dulcemente y besó sus labios, sonrojándose con levedad, una caricia que recorrió todo su cuerpo y les estremeció cada rincón. Sus corazones produjeron música y algo diferente se produjo en ellos. Al separarse... se quedaron mirando, habían sentido una sensación recorrerlos extrañamente.
- ¿qué sucedió? - preguntó Inuyasha.
- No lo sé - ella volteó hacia Kohaku y se paró enfrente suyo, luego miró una vez más a su querido hanyou - Aishiteru, Inuyasha.
- Aishiteru mo, Kagome... - susurró.
En cuanto el hechizo comenzó un fuerte viento se levantó acariciando sus cuerpos con violencia, los animales de los bosques chillaron y un aura rodeó el cuerpo de la miko y el del niño se elevó. La shikon brillaba en todo su esplendor, con una belleza inigualable y de repente... ¡estalló! En mil colores como un polvo cristalino sobre el cuerpo de Kohaku que volvió sobre la manta.
Kagome cayó de golpe al suelo, agotada e Inuyasha se apresuró a sostenerla en sus brazos.
- ¿estás bien? - le preguntó.
- Sí, feliz de aún estar aquí.
- ¡¡¡Kohaku!!! Vamos... despierta, oniichan, despierta - le suplicaba Sango con su cuerpecito pegado al suyo. - Vamos, chiquito, despierta...
- Sango - susurró la miko preocupada de que el hechizo no hubiera servido.
De pronto, los ojitos del niño comenzaron a abrirse con lentitud, dificultosamente hasta que alcanzó a ver la figura que le sostenía, la misma que había llorado por él.
- Oneesan... - dijo suavemente.
- Oh! Kohaku!! ¿Porqué me haces esto? ¿Porqué me abandonaste de esta forma? - le preguntó desesperada la taijiya enterrando su rostro en el cuello de su hermano menor.
- Fue mi culpa - explicó - yo les maté... debía pagar, demo... ¿porqué he vuelto a vivir?
- Hemos pedido el deseo a la Shikon no Tama, yo... no quiero perderte, Kohaku, oniichan...
Sango, como hacía mucho tiempo, le vió sonreir y le abrazó fraternalmente, su hermano menor había vuelto, ya no se volvería a ir, ella no le permitiría.
- Kagome, ¿de verdad estás bien? - le preguntó Inuyasha viendo su expresión cansada
- Sí, sólo un poco agotada... estaré bien, Inu-chan ^-^
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Habían pasado cinco largos días, toda una semana escolar perdida para Kagome que regresaba a su casa únicamente en búsqueda de ropa u otros bienes. Los días se habían pasado rápidamente y los cambios se habían acentuado en los miembros del Inuyasha- gumi. Mas a su vez... algunas cosas parecían no cambiar.
Kagome se había instalado con la anciana Kaede por lo que durara su estadía, tenía pensado regresar a su tiempo prontamente, pese a los ruegos del hanyou de ojos dorados. Este parecía estar cada vez más aferrado a la miko y la seguía como si se tratara de su sombra.
Kohaku se había adaptado finalmente, luego de momentos críticos lo que hacía feliz a Sango y secundariamente... a Miroku.
- ¡¡No!! ¡¡No te dejaré!! - protestó Inuyasha aferrado a la pierna de su miko, se veía muy ridículo - ¡¡NO!!
- Ja, ja, Inuyasha, deja que Kagome-sama vuelva, sabes que tiene que ver a su familia, además... ella dijo que vayas con ella y tú... no quisiste.
- es que... - se cubrió él.
- Sí, ya sé, has sentido que Kanna y Kagura están por aquí, ya lo sé... - le dijo la sacerdotiza tratando de librarse de su agarre - si no me sueltas sabes que lo diré...
- No me importa
- Inuyasha... OSU... - él cerró los ojos y se aferró más pero sin dañarle - ¡¡OSUWARI!!
Y... ¡¡¡PLAM!!! El hermoso hanyou [^^] golpeó de bruces contra el suelo del Sengoku, era una escena un poco habitual para algunos, cada vez que Kagome intentaba apartarse de él, ya sea para ir a alguna fuente termal o caminar con Sango, siempre la misma reacción de parte de él.
- ¿Otra vez? - preguntó Kohaku que venía cargando su Kusari-gama, por atrás le seguía su hermana riendo de la cara de Inuyasha sobre el piso - ¿Acaso no puedes acostumbrarte a estar sin ella?
- Inuyasha es un baboso - le siguió el juego Shippo.
- Es cierto, se volvió un pollerudo - continuó nuevamente.
- Quizás no puede respirar sin Kagome-chan.
- Es muy marica
- ¡¡FEH!! ¡¡¡YA basta!!! Está bien, vé, pero dentro de dos días nosotros iremos a tu tiempo.
- ¡¿QUÉ?! - dijeron todos.
Él les miró y ella por detrás sonrió complacida.
- ¿Qué? ¿Acaso no quieren? - les interrogó Inuyasha.
- Sí, claro, pero... ¿Crees que podamos cruzar? - Preguntó Sango.
- Kaede-baba dijo que ahora que la Shikon no Tama no existe y ya que Kagome no fue devuelta a su tiempo, puede que todos podamos cruzar - explicó el hanyou. - entonces... ¿Qué dicen?
Los demás le miraron. ¿Inuyasha pidiendo opiniones? Seguramente Kagome le estaba cambiando demasiado, y para bien... aunque no sabían cuanto duraría ese estado. Al fin, aceptaron.
- Bien, entonces nos vemos dentro de dos días, me voy yendo ya... - dijo la muchacha.
- te acompaño.
- ¿ves? - se burló Shippo.
- Sí, pegado a ella... - contestó Kohaku.
A Inuyasha no le importaba, amaba estar al lado de Kagome, sentir su aroma embriagante y poder tenerla entre sus brazos le parecía un estado inolvidable e incomparable a su vez. No podía evitar el querer hacercarla, por eso deseaba pasar más tiempo con ella y que a la vez no tuviera que alejarse de su familia. También había pensado en que en esos dos días podía arreglar el problema de Kanna y Kagura que se encontraban bastante cerca según su olfato pero no estaba seguro, pasase lo que pasase él se reuniría con la miko.
Llegaron al pozo de los huesos y Kagome se sentó sobre él para despedirse de Inuyasha, se reflejó en sus ojos dorados, eran bellos en verdad, amaba mirar en los estanques su alma y saber sus más profundos sentimientos, era algo mutuo. Su cabello plateado le caía levemente sobre su rostro, ella le apartó con los dedos rozando su mejilla con delicadeza. Y él se estremeció, menuda reacción que causaba la sacerdotiza en el hanyou.
- Aishiteru, Kagome, siempre lo haré - le susurró al oído enterrando la cara en su cabello, recostándola al lado de su cuello y le besó allí mismo.
- yo también... - ella le contestó.
Se separaron con dificultad como odiando tal acción y se besaron apasionadamente, el sentimiento de amarse les provocaba para llevar sus sensaciones al extremo al tener sus bocas en contacto, parecía como si cada beso, cada caricia les provocara una corriente de ilusiones. Se volvían débiles frente al otro, simplemente porque se amaban con locura y el separarse para tomar aire les parecía una crueldad.
- Nos vemos - aseguró el hanyou separándola.
- Sí, te estaré esperando. ¡Hasta pronto! - dijo antes de lanzarse por el pozo.
- hasta pronto - dijo en voz baja mirando para ver si se había ido ya, no había rastro suyo allí.
Antes de volver a la aldea miró el Goshinboku de reojo, y se detuvo para pasar por ahí, tantos recuerdos que volvían a su mente.
Mientras tanto, en una zona alejada a aquel lugar, un lobo youkai corría con mucha menos velocidad que antes en búsqueda de una presa que le sirviera de alimento, ahora más que nunca, que estaba solo, se le dificultaba la tarea. Llegó, de repente, a una parte de un bosque donde jamás había estado y se sintió confundido mas igual siguió en búsqueda de comida cuando...
- ¿Qué rayos... - dijo acercándose al cuerpo inmóvil que yacía en el suelo, le volteó - ¡¡¡Diablos!!!
Se trataba de...
- Kagura, ¿Qué rayos le sucedió?
Kouga vió como respiraba dificultosamente y a la vez no parecía estar herida. La cargó y se la llevó a su cueva, la comida podía esperar, necesitaba en ese momento saber lo que le sucedía a la extensión del que había sido Naraku.
- ya... despierta!! - le ordenó moviéndola un poco. Ella abrió los ojos y se asustó, alejándose de él. - Oye, ¿¿¿no era que no me tenías miedo???
- ¿Qué hago aquí? - preguntó, su voz parecía más suave que de costumbre.
- es mi guarida... te encontré en un bosque, estabas incosciente - explicó - ¿Qué pasó?
- ¡¡Eso no te importa!! - intentó levantarse pero volvió a caer sobre la piel que Kouga había tendido para ella - ¿Porqué me trajiste?
- ¿Porqué piensas que habría de dejarte en el bosque? - ella le miró consternada - No tiene sentido... no podría.
- Ya veo... - dijo en un suspiro - No puedo levantarme
- Puedes quedarte hasta que te repongas, no me molesta, ahora... ya regreso, voy a buscar algo de comer - se marchó recordando su principal objetivo.
- Kouga... - susurró.
Rato después, el youkai regresó cargando unos jabalíes que había cazado y se dispuso a preparlos.
- ¿te encuentras bien? ¿Dónde se encuentra Kanna? - le preguntó a la chica que seguían en el mismo lugar donde la había dejado.
- No lo sé, nos separamos luego de la muerte de Naraku... no he vuelto a verla.
- ah! - tragó saliva - ¿puedes acercarte a comer?
- no lo sé...
Ella intentó levantarse pero resbaló cayendo en los brazos de Kouga que estaba allí para sostenerla, se sentía bien estando aferrada de esa manera. Sus bocas estaban irremediablemente muy cerca y podían percibir sus alientos mutuos, intercambiaron miradas y se perdieron en ellas. Anulando la brecha que los separaba... se besaron.
Era, después de todo, una sensación nueva para ambos pero bajo sus pies la tierra se movía y escuchaban los latidos acompasados que producían sus corazones. Se separaron de golpe como dándose cuenta de lo que hacían y se miraron segundos que parecieron durar una eternidad hasta que Kouga habló.
- Gomen, Kagura... yo... - tartamudeó - ¿Qué sucede? ¡¡No te enojes diablos!!
- Kouga... yo... a mí... me gustó - dijo con dulzura y él...
Continuará...
¿Y? ¿Qué les pareció? Esto fue una correción gracias a mi amiga sweet-dreams-and-dark-niq... y... ¿Qué reacción creen que tendrá Kouga? Bueno, me ha salido bien meloso el cap., ya verán qué sucede con los demás, je, je, y también con Kanna. Bueno, no les prometo hacerlo rápido, pero haré lo más que pueda. Pero díganme... ¿Qué piensan de esta parejita que he formado?
Ahora... los delicosos reviews, jo jo jo. [con orejitas de zorro y todo... cortesía de Megumi Takani de Rurouni Kenshin ^^]
Meikyo: como verás intento actualizar rapidito... haré lo que pueda. Y lo del beso... a mi también me gustó la idea de que pasara en el Goshinboku. Espero que te siga gustando, no? Arigato por el review!!
Lorena: aw, lamento lo de la página, te digo rapidito... é nadita, jo, jo,jo.
Kala: ¡¡HOLA On-na-tomodachi!! ¿Cómo estás? Dômo arigato por las fotos... je, je, te prometo mandarte el e-mail que te prometí bien prontito, mientras... gracias por el review también.
Bueno... eso es todo, al fin terminé el cap. deseo que les guste a todas!!!
Sumire-chan
Miko no ai
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
