NOTA: ¡¡¡ADVIERTO!! Y EN LETRAS BIEN GRANDES... ES LEMON!!!!

¿Porqué siempre algo nos quiere separar?

Capítulo 8: "La verdad es como un rio de aguas cristalinas"

Kagome bajó las escaleras suavemente dirigiéndose hacia la cocina, todo el mundo dormía y sus pensamientos se revolvían inconscientemente, eran altas horas de la madrugada y no podía dormir recordando la pequeña y aparentemente insignificante pelea con Inuyasha.

- baka... - susurró con voz queda abriendo la heladera y sacando una jarra de agua.

Bebió un vaso lleno velozmente y salió al patio del templo intentando respirar aire puro que llenara su mente de tranquilidad como le sucedía en el Sengoku. No funcionaba. En verdad extrañaba aquellos lugares, tanto como cuando estaba allí añoraba volver a su propio tiempo. Se sintió melancólica.

Una sonrisa se escapó dulcemente de sus labios cuando vió una figura roja y plateada acostada en la rama del árbol sagrando de la época moderna, se veía tranquilo y concentrado en un sueño. Ella se acercó observándole intensamente.

- Kagome... - se escapó de sus labios y ella sonrió- no me dejes...

Su rostro se apenó de pronto, viéndole fruncir el ceño, gruñendo un poco. Él se movió levemente hacia un costado y siguió murmurando enfadadamente.

- te amo, no me dejes... te amo... - repetía varias veces- no te vayas... con él...

"¿Tanto te importa el lugar que ocupa Hojo en mi vida?" pensó la miko intentando subirse al árbol. Lo logró con esfuerzo y se acercó a él sigilosamente, hasta quedar acurrucada en su pecho, sentía tanta calidez allí, la respiración de Inuyasha le susurraba al oído y su corazón producía una canción de cuna que le adormilaba.

El hanyou sintió de pronto, algo maravilloso contra sí, alguien que le provocaba la exaltación de todos sus músculos, alguien cuyo corazón se acoplaba perfectamente con el suyo y despertó súbitamente para encontrarse con el cuerpo de Kagome entre sus brazos. Sonrojado le miró y se encontró con sus bellos ojos cafés, con sus mejillas sonrosadas de una manera que le parecía no sólo encantadora sino que le seducía a besarle los labios. A pesar... no lo hizo, le miró solamente.

- ¿Te molesto? - preguntó ella temerosa.

- No, nunca lo haces - e intentando ablandar sus gestos la acercó a él mucho más, evitando que ninguna brisa helara su cuerpo tan cálido.- te amo, Kagome. Perdóname...

Ella se sorprendió realmente, era rara la vez que Inuyasha pedía perdón. Sonrió y se acercó a unirlos en un beso, un beso de disculpas pero que se fundía también con el amor inmenso que ella contenía en su alma y el que el hanyou se animaba a aceptar.

- ¿me disculpas? - dijo con voz asustada.

- Siempre Inu-chan - se le escapó una sonrisa- prométeme que no dudarás más de mí, te amo a ti... sólo a ti, Hojo-kun no me interesa.

- ¿sou?

- Aa, Inuyasha... ¿Cuántas veces tengo que decirte que eres el único en mi corazón?

Esta vez le tocó a él sonreír y besarle. Se sentía muy avergonzado por esa actitud, pero adoraba también recibir esas dulces palabras de los labios de la mujer que amaba, le parecía simplemente encantador.

- está haciendo frio - comentó él- te llevaré adentro.

Y sin que pudiera ella objetar nada, Inuyasha la había cargado entrando por la ventana de su cuarto, que estaba en penumbras y silencioso. Pensó que Sango dormiría junto a ella, pero finalmente la taijiya se había decidido por compartir el cuarto con Kanna y Kohaku. Shippo que se llevaba bien con Souta y se habían hechos buenos amigos, durmió en su cuarto en un futón. Miroku, por su parte, compartiría la última habitación con Inuyasha.

- ¿tú no tendrías que estar en el cuarto con Miroku? - le preguntó Kagome entrando por fin a su cuarto y sentándose en la cama.

- Es un hentai... habla mientras duerme - comentó él haciendo una mueca.

Ella rió de buenas ganas, con una expresión aniñada en su rostro, él adoraba esa mirada que ponía, esos labios curvarse exclusivamente en esa sonrisa.

- Extraño el sengoku - soltó de pronto entristeciéndose - me gustaría volver.

- ¡¡Pero si acabamos de llegar!! - protestó él alzando los brazos.

- Es que... extraño - se disculpó apenada- ¿Acaso tu no le extrañas? ¿Es por Kouga que no quieres que vuelva?

Él sintió el peso de sus acciones, pero de pronto recordó lo que habían vivido días atrás. Y le contó a Kagome brevemente lo sucedido, sin darle importancia, incluso tampoco al ver cómo su rostro se iluminaba.

- ¡¡Oh que kawaii!! - dejó escapar en una sonrisa.

Inuyasha se acercó a ella de pronto y le besó.

- ¿te alegra, verdad? - le preguntó Kagome entre el beso.

- En realidad... me alegra no tener que discutir más con él, pero te aseguro que lo que más me alegra de todo esto... es poder tenerte así otra vez - le explicó encerrándola entre sus brazos.

Ella sonrió y se dejó llevar por un nuevo beso que la dejó recostada sobre la cama con Inuyasha sobre sí, ahondando la caricia. Kagome enredó los dedos en el cabello plateado sujeto, raramente, en una cola de caballo baja que le quedaba muy bien y sintió como Inuyasha la arrastraba a un mar de placer muy profundo. El hanyou se dedicó a seducirle con las caricias que recorrían su piel, cuidando de no dañarla con sus garras, sabiendo perfectamente que ella era tan frágil como una rosa, como el fino cristal.

Él recorrió cada rincón de su cuerpo sin quitarle el piyama que cubría su piel pero que permitía bajo la traslúcida y delicada tela percibir la hermosura de sus curvas. Parecía extasiado y embriagado a su vez con el aroma que emanaba la muchacha y pensó que tocaba el cielo con sus manos.

Sus dedos temblorosos se posaron en uno de los botones de la camisa que ella llevaba puesta y le miró intesamente pidiéndole permiso. Ella sonrió y le ayudó a desabotonar la prenda. Inuyasha sintió su piel hervir, verdaderamente amaba a Kagome, esas sensaciones que recorrían su cuerpo en ese momento eran culpa de la muchacha, de amarle tanto, de hacerle vibrar con cada sonrisa, con cada beso. Le quitó también el short de seda corto rojizo que llevaba puesto, lentamente, haciéndola sobresaltar con el roce de su piel desnuda. Y se dispuso a quitar sus prendas íntimas, tragando saliva pesadamente, escuchándola suspirar y reír por su nerviosismo. Volvió a mirarle y ella le autorizó con el mismo gesto que antes.

Inuyasha estaba encantado, visiblemente agotado por la belleza de la mujer que amaba, realmente la encontraba hermosa, incomparable.

- Aishiteru... - le susurró al besarla nuevamente mientras posaba una de sus manos en un busto con suavidad, arrancándole gemidos. Inuyasha se sorprendió, la veía ahora en una situación nueva, disfrutar de un acto del que él era parte y creador y eso le hacía sentir complacido.

Siguió con la misma tarea, mientras ella le suplicaba que se detuviese y gemía de igual manera. Por fin, se detuvo y ella acabó por sacarle la ropa a la vez que se recostaban mejor en la cama, desparramando las suaves sábanas. Inuyasha estaba sobre ella, imponente, sólo porque ella se sentía en ese momento, más apaciguada por la pasión que su hanyou le demostraba con cada caricia.

- Kagome... tú sabes que te amo... que no me importa si esto queda aquí... - le dijo él con una voz sensual pero tranquila, varonil incluso - ... estoy feliz de estar a tu lado.

- no - contestó ella inmediatamente- yo quiero...

Sus mejillas se cubrieron de un rubor muy intenso que Inuyasha no descubrió por la oscuridad del cuarto, pero sabía que estaba allí, porque le conocía perfectamente. Le besó con furor y sentimiento mientras acariciaba levemente la parte íntima de la muchacha, no deseaba que fuera doloroso para ella, deseaba que estuviera en condiciones cuando llegara el momento. La forma en que él le tocaba era maravillosa... como si acariciara los pétalos de una flor, el roce de la brisa del viento o incluso sus propios cabellos plateados que caían sobre ella como una cascada hermosa.

Se dejó llevar como antes, Inuyasha producía en ella ese efecto tanto como ella lo producía en él, no podía evitarlo. Suavemente, él la penetró, con la misma delicadeza intentando no mirar como su rostro se deformaba del dolor. Pero, aún así, le besó intentando que ella olvidara eso, y lo consiguió... hasta que esa sensación se convirtió en un placer agotador, inmenso que les unía como un solo ser.

Él conoció el extásis antes que ella, lo que hizo que Kagome le siguierá sólo segundos después, viéndose acariciada en su interior por Inuyasha, por su hanyou, por su pareja según los youkais. Ella no lo sabía... pero él tenía que decírselo y no quería esperar, después de todo... era con su mujer con quien habría de compartir el lecho, construir una familia. No podía negarlo, deseaba una tener una familia con Kagome, compartir una vida con ella y ser el padre que el suyo no fue con él.

Salió de ella, y se metió entre las sábanas con su cuerpo quemando, sabía que ella se debía sentir igual, le acercó hacia su cuerpo y le acarición sus negros cabellos, su cabeza apoyada en su pecho.

- Inuyasha... - susurró ella.

- ¿mmmm?

- También te amo - le miró para sonreírle- y sabes... estoy muy feliz con esto...

- yo también - le comentó- Kagome... tengo que decirte algo.

- ¿qué sucede?

- Para las costumbres de los youkais... - empezó con lentitud- una pareja que aún no se ha declarado como tal, como le dicen aquí en tu época, que aún son novios, formalizan su relación y se convierten en hembra y macho cuando se produce esto, ¿sabías?

- ¿Qué quieres decir? - le preguntó ella temerosa, extrañada de que él diera tantas vuelvas para hablar y que le explicara todo tan seriamente.

- Que para los youkais tu eres mi mujer.

- ¿Qué? ¿Sou?

- Aa...

- Bueno... - le miró bien- me alegra, ja, ja.

Ella se apartó un poco y le besó.

- yo siempre he querido ser tu mujer.

- Kagome... - susurró con dulzura el hanyou, ella le miró interesada- volveremos al Sengoku si quieres, mañana mismo. ¿Te parece?

- ¡Gracias Inuyasha! - le besó los labios y se acostó en su pecho, cayendo rendida, en un profundo sueño.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Kikyo apoyó una mano sobre el Goshinboku suavemente, su mente parecía estar en otro lado, al igual de las que fueran alguna vez su propia alma, cuando no tenía la necesidad de alimentarse de aquellas desdichadas, cuando sufrió el doloro engaño que la vió separada de Inuyasha. De aquel Inuyasha...

No podía decir que se tratara del mismo que ella veía ahora, su mirada... su sonrisa, eran distintas. "Esa muchacha..." pensó recorando a su reencarnación. "¿Por qué quiero llevarle al infierno? Cuando le amo... cuando le amaba tanto, siempre lo he hecho... y por un momento pensé que su corazón me pertenecía, creo que fui egoísta... que no pensé en él" Sus ojos se humedecieron. ¿Era capaz de llorar? Sí, aún un espíritu triste que había sentido el dolor en el corazón, que había sido engañado de la forma más cruel posible: en el amor, era capaz de sollozar como la miko lo hacía. Las lágrimas fluyeron libremente por sus ojos inanimados. "Te ame tanto Inuyasha, pero esa mujer te ha cambiado... y sé que te ha dado una felicidad que ahora yo no te puedo dar, aunque más quisiera hacerlo... no puedo... porque soy un espíritu... malvado después de todo. Morí con odio y tendré que seguir vagando con este odio por siempre...??? o no... ¿Podré...?" sus pensamientos se detuvieron de forma abrupta.

Cerró los ojos con fuerza, dejando la mano sobre el tronco del árbol sagrado del Sengoku, su cuerpo comenzó a brillar, mientras el espíritu con odio que quedaba dentro de él se desprendía lentamente elevándose en el aire hasta permanecer cerca del árbol. "Siempre te amaré Inuyasha... pero ahora... deseo tu felicidad, aunque yo no pueda dártela... aunque nuestro amor se haya fundido con el odio y el engaño... por fin descansaré... espero que el tiempo llene el alma de los seres de esta tierra de felicidad, como miko protectora no puedo pedir otra cosa"

Y la luz que irradiaba se desvaneció mientras ella se fundía con el Goshinboku, su cuerpo tampoco estaba allí, sólo el vacío y el silencio.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

- ¿¿¿QUÉ??? - preguntaron los miembros del Inuyasha-gumi en unísono.

- ¡¡Si acabamos de llegar!! - dijo Sango algo irritada viendo con astucia las caras sonrojadas de Kagome e Inuyasha.

- Es que extraño el Sengoku, quiero volver - le contestó ella, intentando que le comprendiesen. Les resultaba difícil, después de todo, ella siempre se quejaba de la búsqueda de fragmentos, de despegarse de su propia época. - ¡¡onegai!!

- yo digo que podemos volver - dijo Miroku mirando de reojo el templo donde estaba el pozo- total... podemos quedarnos aquí siempre que queramos. Kagome-sama se merece esto... ¿No creen?

Todos terminaron aceptando y, seguiendo a Kagome volvieron hacia la época de las guerras civiles. La miko no soltaba la mano de Inuyasha al despedirse de su familia, las lágrimas no pudieron ser contenidas en una despedida que para ellos parecía ser definitiva. Después de todo, habían aceptado la relación que el hanyou tenía con la primogénita de la familia Higurashi y sabían que ella haría su vida con él en aquellos tiempos.

Las luces se apagaron y salieron del pozo para respirar nuevamente el aire puro y la tranquilidad que emanaba ese lugar, apaciguaba el alma. Un remolino apareció cargando a otra persona, mas ello no parecían notarlo por la velocidad que llevaba, y se detuvo frente suyo. A pesar de no tener fragmentos en sus piernas, algo raro sucedía.

- HOLA!!! - saludó Kouga y bajó a Kagura de sus brazos.

Kagome les felicitó inmediatamente y el lobo youkai se acercó a ella, olfateándola insistentemente, Inuyasha palideció. El lobo sonrió y con un guiño sonriente dijo:

- ¡¡¡Así que van a tener un cachorro!!!

Fin del capítulo

JO, JO, JO, JO, JO, JO!!!!! Soy malvada, ¿Quiéren saber si es cierto? Pues entonces... me dejan review... o no lo continúo muahahahahahahah!!! ¿Qué les ha parecido? Les comento que estaba muy inspirada a la hora de hacer el cap, así que pueden ser, si lo desean, más duros al juzgarme, quizás no haya salido del todo bien, pero me gustó. Lo de Kikyo se lo quiero dedicar a mi oneechan Nelly-chan.

Ahora... los reviews:
JA NE!!!!!
Sumire-chan J

Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de