¿Porqué siempre algo nos quiere separar?

Capítulo 9: "La verdadera generosidad hacia el porvenir consiste en darlo todo al presente"

El piso comenzó a moverse para Kagome, parpadeó varias veces y tragó saliva intentando recuperar la voz que se había quebrado al comentario del lobo youkai.

- ¿Qué dices? - preguntó ella.

- Sí, lo siento en tu aroma Kagome - miró a Inuyasha algo confundido, pensaba que ya lo sabían- estás embarazada. ¿Acaso no lo sabías?

- no... - susurró- ¿Es cierto Inuyasha?

El hanyou bajó el rostro, lo había descubierto al despertar y esperaba el mejor momento para hablar con ella. La miko sintió sus ojos llenarse de lágrimas y salió corriendo en dirección al Goshinboku, sus piernas dejaron de funcionarle, por lo que se detuvo frente al gran árbol que a su parecer brillaba de una forma extraña, sus manos tocaron la dura corteza y un calor raro le invadió.

Un haz de luz se formó frente suyo que la obligó a cerrar los ojos y una figura apareció de la nada, se trataba de Kikyo.

- tu... - susurró- ¿Qué te ha pasado? - le preguntó estirando su mano para tocarla, su cuerpo parecía hecho de aire.

- El Goshinboku y yo somos uno ahora, he decidido encerrar mi alma en él para que no dañe a más nadie - le contó la miko con voz dulce y melancólica- gomen nasai por todo, miko.

- No pidas perdón... entiendo perfectamente porqué hiciste todo ello - le respondió Kagome.

- ¿Porqué lloras? - le preguntó tocando con lentitud una lágrima al borde de sus ojos, la traspasó al ser espíritu pero le hizo brillar y caer sobre la mejilla de Kagome- Acaso... ¿temes tener al bebé?

- bebé... - susurró- sí, tengo miedo.

- Entonces... habla con Inuyasha... él te ama y le ama a él.. - señaló su vientre- no pierdas la oportunidad...

Su voz se volvió un susurro y se fue desvaneciendo como una pompa de jabón en el viento ante la mirada de Kagome, había mucha dulzura en sus ojos cafés, Kikyo y ella amaban al mismo sujeto pero a la vez tan distinto para ellas. La miko se dejó caer y lloró silenciosamente.

De pronto unos brazos rodearon su cuerpo y la acercaron hasta sentir el latido de su corazón, undiendo su rostro en su pecho brindándole gran calidez.

- perdóname... - le susurró Inuyasha al oído.

- no te preocupes - se volteó a verle a los ojos- soy una baka, pero te amo y quiero que sepas que soy feliz.

- ¿Sou?

- Sí, aunque tengo miedo...

Las palabras de la mujer eran sinceras, él selló sus labios con los suyos llenándola de paz y amor, que forró rápidamente su corazón con la tranquilidad que necesitaba. Se quedaron segundos abrazados y Kagome aprovechó para contarle la decisión que había tomado Kikyo. Los ojos del hanyou se agrandaron.

- Ella... - susurró- ha tomado una difícil decisión.

- Te amaba mucho. - le sonrió.

- Sí, pero sabes que quiero vivir en el presente y no en el pasado. Ahora... te amo a ti y no quiero que te separes de mi, ni alejes a mi cachorro de mi lado - le confió Inuyasha mientras le besaba- ¿volvemos con los demás?

Kagome se levantó ayudada por el mitad youkai. "Gracias Kikyo... aprovecharé mi oportunidad... pero me gustaría que tu también fueras feliz..." pensó la miko. "Yo soy feliz... porque mi Inuyasha lo es contigo, les deseo amor y tranquilidad, sé que será difícil conseguirla, siempre lo es. Pero luchando todo se ve menos peligroso" las palabras de Kikyo tocaron sus oídos suavemente."Gracias..."

Y antes de marcharse miró por última vez el gran árbol, allí había conocido a Inuyasha, despertándolo de un sueño de 50 años y haciéndole conocer un amor profundo y sincero que se llevaba a cabo en dos tiempos. Ahora... un nuevo futuro se creaba en su vientre significando para ellos la consumación de su cariño.

- ¿Estás bien Kagome? - le preguntó Kouga al verla llegar, ella le sonrió.

- ¿Así que estan juntos? - les preguntó la miko al lobo youkai y a Kagura.

- Sí, Kouga es... muy bueno conmigo - respondió ella sonrojada- nos queremos mucho.

La joven de melena negra rió largamente mientras emprendía el camino hacia la casa de Kaede, Inuyasha la siguió tomando sorpresivamente su mano entre las suyas.

- ¿Qué te gustaría que fuera? - le preguntó Inuyasha sonriendo y mirádola de reojo.

- no sé... - le respondió ella dudosa- quizás... quizás mujer... je, je, je, no sé... es muy pronto para preguntarme ello... mientras sea un bebé sano yo estaré feliz.

- Me parece bien - la rodeó con sus brazos - ¿Qué pasará con aquellos dos?

Kagome miró de reojo a Sango caminando bastante alejada de Miroku, estaban callados y lo único que impedía que el silencio reinara entre ellos era la amena conversación que tenían Shippo con Kohaku y Kanna. Estaban riendo y burlándose de lo tonto que se ponía Inuyasha estando con Kagome, por supuesto Kanna le intentaba defender. Ella se había convertido en la hija pequeña de ambos, les consideraba la familia que no había tenido y en la que ahora encontraba un lugarcito.

- Oye... - paró de pronto Inuyasha y se volteó hacia Kouga- ¿cómo es que tienes tanta velocidad? Si no tienes los fragmentos...

- Kagome - le respondió el lobo youkai e Inuyasha volteó hacia la miko.

- ¿Qué pasa? - preguntó el hanyou confundido.

- es que pedí un deseo a la shikon además de lo de Kohaku, jejeje - ella se rió nerviosamente- pedí varios deseos, déjame contarte... Aquella noche después de lo de Kohaku...

*.*.*.*. Recuerdo.*.*.*.*

La luna brillaba en el cielo y tocaba con su luz el rostro de Kagome, algo adormilado, fuera de la cabaña de la anciana Kaede donde todos, a excepción de Inuyasha, dormían. Ella había visto al hanyou dormitar en un árbol cercano y sin intención de molestarle con deseos de estar sola se quedó allí viendo un vacío en el suelo.

- la shikon... - dejaron escapar sus labios, había usado finalmente la joya y con un muy buen propósito, no tenía porqué sentirse mal; pero de pronto había recordado los deseos que los demás querían pedir.- pero no debo quejarme, han pasado cosas buenas... Miroku ya no tiene que quejarse por su kazaana y Sango ha liberado a Kohaku de Naraku, todo está bien... e Inuyasha.... Inuyasha me quiere... ¡me quiere!

- Eres feliz, entonces... - susurró una voz casi a su oído, melódica, femenina.

La miko volteó para encontrarse con una bella figura, vestida con ropas extrañas de diversos colores. De pronto, Kirara salió maullando de la casa para intentar acariciar el cuerpo que parecía desvanecerse en cualquier momento.

- ¿eres feliz? - preguntó la mujer mirándole con melancolía y los ojos prácticamente transparentes brillando de forma encantadora.

- Midoriko... - susurró Kagome- sí... supongo que soy feliz.

- Eso me hace bien - dijo la protectora de la perla sonriendo amablemente- Gracias, Kagome... por cuidar mi Shikon...

- gracias a ti - dijo la miko tras meditarlo por segundos- ya que fue esa misma perla la que me llevó a conocer a mis amigos, al amor de Inuyasha, y tener ahora esta felicidad.

Midoriko se sentó en el suelo contemplando las estrellas y la jovencita de cabellos castaños le acompañó a su lado, mirándola de reojo, se veía tan real.

- igual... - susurró aquella- quiero cumplirte cuatro deseos..

- ¿Qué?

- Sé que usaste la Shikon para que Kohaku, el hermano de tu mejor amiga, volviera a la vida. Fue un deseo lleno de buenos sentimientos, por eso quiero concederte cuatro deseos más...

Kagome sonrió sinceramente.

- gracias... - le susurró.

- Bien, dime cuáles.

La miko pensó en aquellos deseos que deseaban cumplir, pensó en sus enemigos y también en sus amigos, sus ojos brillaron intensamente y un suspiro escapó de sus labios antes de pronunciar sus palabras.

- el primer deseo, quiero que Kouga no pierda su velocidad - le dijo viendo como las manos de Midoriko adquirían un color más profundo- segundo, que todos podamos traspasar el pozo; tercero, que haya paz y prosperidad en todo el Sengoku.

- Ese ha sido un gran deseo - comentó la mujer a su lado sonriendo y le miró ante el último deseo.

La muchacha de melena negra estaba indecisa, pero de pronto un gran pensamiento llegó a su mente, sabía que podía ser egoísta si hubiese algunos otros deseos que se debiesen cumplir.

- Deseo... - susurró- por último deseo que Inuyasha sea eternamente feliz.

Midoriko sonrió dulcemente antes de desvanecerse en una brisa cálida que acarició el cuerpo de la miko, envuelta en un silencio mágico. Como si nada, entró en la cabaña de Kaede, recostándose en su lecho y cayendo profundamente dormida.

*.*.*.*. Fin del Recuerdo.*.*.*.*

- Kagome... - susurró Inuyasha- gracias.

Ella le sonrió y dejó escapar una pequeña risa antes de continuar camino hacia la aldea. Todo parecía marchar más que bien allí, supuso que su deseo se había hecho realidad. Las guerras habían acabado y las cocechas eran abundantes. Kaede era la única que se había enterado de sus deseos junto con la gatita Kirara, mas ella no podía decir nada.

- Oye, Kagome, necesito hablar contigo - le dijo Sango arrastrándola hacia las fuentes termales que hacía poco habían descubierto en un bosque cercano.

- demo... - alcanzó a decir Inuyasha antes de que la taijiya se llevara a su miko y ambas desaparecieran en la espesura del bosque, Kagura se marchó con ellas también, dejando a los hombre solos acompañados de Kanna que dormía ya en los brazos de Inuyasha- se la llevó... feh!!

- no seas así Inuyasha, Sango también necesita de Kagome, tendrán mucho que hablar - le calmó Kouga sentándose frente a la casita de la ancina miko y colocando sus brazos tras su nuca.

- ¿crees?

- Sí, Inu, Kouga tiene razón, son mujeres... - dijo sabiamente Kohaku mientras blandía su arma de forma descuidada jugando con Shippo también.

Los niños se alejaron corriendo en otra dirección con intenciones de no molestar más a los muchachos, y de pasar un buen rato jugando, se aburrían con frecuencia allí.

- Miroku... ¿Qué pasó al final con Sango? - le preguntó Kouga mientras veía extrañado a Inuyasha acariciar con sus garras la larga melena semi plateada de Kanna.

- Nada - contestó secamente el monje- ella no me quiere...

- ¡¿Peró qué tonterías dices?! - saltó de pronto el hanyou- se nota a leguas que está interesada por ti. Incluso yo lo noto...

- ja, ja, ja, es cierto, incluso él...

- ¬¬ cállate lobo...

Ambos rieron, su rivalidad había decaído notablemente luego de que Kouga desistiera de Kagome, Kagura había llenado su vida de un amor muy profundo y realmente la quería, no estaba dispuesto a perderla.

- pero Miroku, no cambiemos de tema - dijo el lobo youkai- debes hacer algo con Sango.

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- ¡realmente no te entiendo Sango! - exclamó Kagome relajándose en las aguas cálidas y embriagándose con el aroma a cerezo que inundaba el lugar. Había millones de pétalos de Sakuras flotando a su alrededor de forma encantadora, ya que las ramas de los inmensos árboles tocaban el líquido suavemente y se introducían en él.

- ¡¡Si le amas!! - le siguió Kagura sentada en una roca más allá y envuelta en una toalla que la miko de melena negra le había dado.

- Es que... - se disculpó Sango- no puede ser lo nuestro, sufriría demasiado con un hentai como él, además... no siente lo mismo que yo, lo noto.

- ¿tú crees eso? - le preguntó suspicazmente Kagome.

- Sí...

- ¡Qué equivocada estás! Se nota muchísimo que ambos se quieren...

- El sólo busca un hijo...

La taijiya tocó con la yema de los dedos las sakuras que flotaban en el agua cercanas a ellas y tomó una suavemente mirando cada detalle, como si fuera importantísimo en ese momento, envuelta en una sensación nueva, extraña también.

- yo le amo, pero hay cosas que si en el presente no se pueden, es imposible que luego se puedan... - susurró casi para si misma.

Kagura y Kagome suspiraron tediosamente, odiaban esa fragilidad que caracterizaba a la taiji cuando se trataba del monje, odiaban verla rendirse sin intentar luchar por el ser que amaba, no deseaba sufrir, eso lo tenía claro. "pero..." pensó Kagome mirándola preocupada "pero si no aprovechas el momento, las cosas se escapan... asustarse y no provar es un error, yo prefiero equivocarme... fracasar... pero no quedarme sin hacer nada. Sango y yo somos distintas, también tengo que entenderlo" reflexionó.

La exterminadora tenía sus ojos tan apagados que llegaba a asustarles. Rato después, las tres salieron de allí y caminaron nuevamente hacia la aldea, la expresión de Sango no cambiaba y se mantuvo así hasta que por la noche se sentaron alrededor del fuego a cenar.

El houshi estaba al lado de Kagome, ella le separaba de la taijiya mientras que el houshi le mantenía alejada de Inuyasha. Más allá, Kagura y Kouga se acurrucaban el uno cerca del otro brindándose mutuamente calor. Ajenos al silencio abrumador, Kohaku y Shippo dormitaban en la casita de la ancina, ella no estaba allí, sino que había salido a pasos lentos y esforzándose de más a una misión en otra aldea cercana donde le necesitaban. Kanna también se había entregado al sueño y Kagome le había preparado una cama con varias cobijas para que no sufriera el frío que de pronto había aparecido ante ellos.

- Saben... - comentó la miko intentando opacar el silencio- en esta semana será la noche de Tanabata.

A ella no le parecía un tema adecuado, pero deseaba tocarlo, porque en su época esa festividad era la más esperada por las jovencitas de su edad y muchas esperaban al amor de su vida.

- ¿Y qué es eso? - preguntó Kagura sin despegarse del youkai.

- es una fiesta.... se llama el festival de la dama tejedora - explicó sabiamente- es la fiesta de los enamorados, dicen... que es la mejor noche para que ellos se declaren su amor eterno y para que se comprometan en matrimonio.

- ¿Sou? - saltó Sango mirándole con los ojitos brillosos.

- ¡Hai! Es la noche en que dos amantes que estuvieron separados por mucho tiempo - comentó- por todo el año se reunan... dicen... que se produce un espectáculo con estrellas muy bello, claro... si el clima es claro. ¡¡¡Es hermoso el espectáculo!!!

- ¡AH! Ya sé a qué se refiere Kagome-sama - dijo Miroku que había estado mirando calladamente el fuego- he visto esa conmoción de luces para estas fechas otras veces...

- Sí, yo también.

Claro que todos lo habían visto, pero esa noche, ese preciso año sería mucho más especial para todos, distinta, inclusive mágica. Miroku se levantó entonces y se alejó a la entrada de la casita donde se sentó cómodamente, encogiendo sus rodillas e intentando entregarse un poquito de calor. Miraba una de sus manos intensamente, aquella donde había estado su agujero negro.

- "ya pasó todo... y ahora no tengo la obligación de tener un hijo, de ser un houshi hentai, y mi padre con mi abuelo han sido vengados, son libres por fin... Sin embargo... ni soy feliz, esta noche que me ha recordado Kagome-sama, me ha hecho meditar más... no merezco ser un monje"

La taijiya le miró de reojo mientras intentaba unirse a la animada que los demás mantenían, la expresión de Miroku había sido triste y callada desde hacía varios días atrás.

- estará bien... - susurró Kagome que estaba cerca suyo, de un modo muy sencible mientras sonreía de esa forma que había, sin duda, enamorado a Inuyasha.

- Sí.. "porque yo... yo también quiero luchar en el presente..."

Fin del capítulo

Pues bien... acá está, he finalmente lugrado un avance milagroso con este fic, jajajaja, al fin está aquí el cap. que espero que les guste, lamentablemente les tengo que decir que esta paz que están disfrutando está a punto de acabarse,gomen nasai... muahaHAHHAHAHAHA. Jojojojo, soy malvada. No, es solo una bromita, aunque sí es verdad que desde ahora comienzan los nuevos problemas. ¿Creen que todo se solucionaría tan facilmente? Que poco me conocen... jajajajaja.

También quiero agredecer a SangoSakura y a Andrea que me dejaron reviews y no había podido contestarlos en caps. anteriores y también a las que siempre me dejan sus mensajitos: Kala, Kikyo-chan, sweet-dream-and-dark-nig (A las dos ^____^ ojalá podamos vernos en MSN ), Lorena =P y a todos los que me conocen ^____^'''' no, en serio, gracias a todos los que leen mis fics.

Ya me voy...

JA NE!!!!!!!!!

Sumire-chan J

Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de