¿Porqué siempre algo nos quiere separar?
Capítulo 10: "El que antes de su muerte ha plantado un árbol no ha vivido inútilmente"
- ¡¡INUYASHA!!
El hanyou abrió sus ojos adormiladamente y se encontró con la mirada preocupada de Sango, a su lado, donde hacía horas sentía el calor de la mujer sólo estaban las ropas que ella traía puestas desde su tiempo.
- ¡¡¿Dónde está Kagome?!! - exclamó de pronto poniéndose de pie.
- Es ella... ven Inuyasha - gritó Sango corriendo fuera de la cabaña, donde la única luz que iluminaba el lugar era la luna en el firmamento y el resplandor de las estrellas en sus rostros.
Kagome se encontraba allí, con su arco y flecha en mano, sus ojos clavados en una mujer, de largos cabellos negros azulados y tristes ojos color ámbar. Ella miró a Inuyasha en cuanto él salió de la casa de Kaede, y Kagome también le miró, por sus mejillas corrían cristalinos surcos de lágrimas.
¡¡¡PLAF!!! El mitad youkai dio vuelta el rostro al recibir la bofetada de su mujer, ella tenía rabia en su mirada café, sus ojos de los cuales no paraban desbordar lágrimas se veían tristes pero a la vez peligrosos.
- ¿¿Qué diablos te pasa?? - preguntó desesperado mientras ella dejaba caer sus armas.
- ¡¡¡Eres un mentiroso Inuyasha!!! ¡¡¡Te odio!!! - gritó antes de salir corriendo.
Kagome se perdió entre las sombras del bosque cercano, Kouga que también había salido, mantenía entre sus manos la de Kagura que se había asustado con esa figura, la reconocía perfectamente. La mujer sonrió tibiamente causando escalofríos en los presentes.
- ¡¡Iré con ella!! - dijo Sango corriendo hacia donde la miko se había marchado, pero una barrera le detuvo el paso y la hizo rebotar, estrellándose en los brazos del houshi. Él estaba allí para protegerla.- houshi-sama...
- no siga a Kagome-sama, Sango-san, esa mujer tiene un aura muy peligrosa... - dijo Miroku acariciando los cabellos de la taijiya.
- ¡¿Quién eres?! - preguntó Inuyasha desenvainando su Tetsusaiga. - ¡¡Dímelo!!
- ¿Acaso no me recuerdas, Inuyasha? - preguntó con una voz dulce- aquella noche...
Inuyasha sintió el sudor correr por su frente, no recordaba a esa mujer, ni una mínima de sus facciones, absolutamente nada. Parpadeó varias veces mas no respondió.
- no sé quien eres - susurró.
- Que raro... tu querida mujercita si pudo ver tus recuerdos.
- ¿De qué hablas?
- ¡¡¡Deja de lastimar a la gente Akia!!! - gritó Kagura dando varios pasos al frente y soltándose de Kouga que no se movió de su lugar, pero si se mantuvo atento para salvar a su mujer de cualquier peligro.
- ¿Akia? - preguntó Inuyasha.
- Sí, ella es otra sirviente de Naraku... por lo menos lo era...
- Y lo sigo siendo, querida Kagura - dijo cambiando su tono de voz, esta vez la melodía sonaba fría- yo sí voy a vengar a mi amo... en cambio tú y Kanna cambiaron a nuestro creador por sus enemigos, ¡¡Son unas traidoras!!
- Yo nunca le serví... - se explicó Kagura- ¡¡Él me obligó siempre a cometer todo para no ser reasorbida!!
Akia sonrió agriamente e intentó lastimar a Kagura con una de sus afiladas uñas rojizas mas Kouga se apresuró a salvarla corriendo a mucha velocidad. La arrimó a su cuerpo protegiéndola por sobre su vida.
- Ya veo - suspiró- también tienes ahora quien te protega.
- ¿Le has mentido a Kagome, verdad? Usando tu magia - preguntó Kagura amenazándola con un dedo.
- ¿Y qué si lo he hecho? - rió y comenzó a desvanecerse- Nadie podrá impedirme que vengue a mi querido señor Naraku.
Y se marchó.
- ¡¡maldita seaaa!! - gritó Inuyasha ahogando su llanto e inmediatamente después, sin dejar que nadie le dijera nada, salió corriendo hacia el bosque donde Kagome se había perdido. Buscándola constantemente por cada rincón de la espesura.
Sus garras cortaron ramas y su piel no llegó a cortarse, ya que era mucho más resistente que la de cualquier humano, su figura corrió y corrió. Hasta llegar a un lugar donde el bosque se abría levemente y un pequeño lago se había formado. Había luciérnagas que evitaban la total obscuridad en la escena, y las largas ramas de los cerezos tocaban el agua acariciando la superficie líquida, mientras que los pétalos de las flores casi secas por la estación otoñal caían sobre ella.
La vió sentada al orilla del lago, tocando con la mano suavemente el agua, tan absorta en sus pensamientos que no sintió la presencia del hanyou hasta que este estuvo tan cerca para tomarla entre sus brazos.
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- Espero que todo salga bien - dijo Sango dejándose caer sobre la hierba de la casita.
- Demo... ¿Quién era esa mujer? - preguntó Kouga imitándola, recargando sobre su pecho a Kagura, ambos se sonrojaron.
- Ella... era sirviente de Naraku como nosotras - explicó la última- mas estoy segura que estaba y aún está enamorada de él, sino... no le defendería tanto.
- Entonces... - suspiró Sango- ¿Qué le habrá dicho a Kagome-chan?
- no lo sé... seguramente una cruel mentira... ella es capaz.
Kanna había sentido el agetreoy también la conversación, pero levemente se había movido, cobijándose más entre las colchas. A su lado, Shippo dormía pesadamente y sus sueños le llevaban hasta Kagome. El único en la casa de Kaede que estaba despierto era Kohaku, envuelto en el mar de sus pensamientos.
- "Akia... siento mucho que volvamos a vernos en esta condiciones. Apenas si pude espiarle por entre las ligas de la cortina que cubren la puerta de la choza, ocultando así mi presencia para los demás. Si supieran... " - pensó el niño mirando el techo de madera que crujía levemente con el viento- "Pero no lo saben... gomen nasai, oneesan"
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- Kagome - susurró Inuyasha al oído de la joven estrechándola entre sus brazos, pudiendo sentir sus sollozos.
- me mentiste Inuyasha, dijiste que eras bueno, me lo hiciste creer... demo...
- ¡¡no por favor!! No creas lo que esa mujer te dijo, yo no sé a qué se refiere, tampoco qué es lo que te dijo.
La miko le miró a los ojos. "¿Deberé creerle?" pensó mientras se separaba de él. Sus ojos dorados mostraban tanta sinceridad...
- Ella me mostró una noche de otoño...
*~*~*~*~*~*Flashback*~*~*~*~*~*
Inuyasha estaba caminando por los bosques tranquilamente aunque en su actitud había algo diferente a los demás días, sus ojos dorados parecían lujuriosos y una sonrisa fanfarrona se dibujaba en su rostro. Finalmente, una mujer de cabellos azulados y mirada de color ámbar apareció por entre las sombras herváceas.
Él se le acercó violentamente, amenazándola con diversos insultos y mostrándole sus uñas dispuestas a dañarla. Usaría sus garras de acero con tal de tener lo que quería, su cuerpo de mujer. Comenzó dañándole un poco, con furia hasta que estuvo sobre ella dispuesto a acabar con su dignidad.
*~*~*~*~*~*Fin del Flashback*~*~*~*~*~*
- Eso... ¡¡Yo jamás he hecho eso!! - exclamó inmediatamente el hanyou.
- Puede - susurró Kagome sonrojada- puede que ahora no lo recuerdes, porque según esa mujer me dijo sucedió en épocas de otoño, tu sabes bien lo que ocurre en esas épocas, Inuyasha. Es algo que no puedes evitar.
- ¡¡¡TE lo juro Kagome!!! ¡¡yo no hice nada de eso!! Además... tu no sabes - continuó- pero esa mujer era sirviente de Naraku.
- ¿Naraku? - preguntó titubeante.
- Hai, ella, según Kagura, estaba enamorada de él. Haría lo que fuera por vengarle, separándonos lo estaría logrando, sabes que...
Su voz se escondió, bajó su rostro sonrojado, aún le costaba decir todas esas cosas.
- sabes que sin ti no puedo vivir Kagome.
Ella vió sinceridad en sus ojos, en sus palabras, se lanzó a sus brazos sollozando descontroladamente intentando hablar entre llantos.
- yo tampoco - dijo tragando saliva- yo tampoco puedo vivir sin ti... tampoco podría...
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- ¡¡¡Uy Cómo tardan!!! - exclamó la taijiya mirando en dirección al bosque.
- En parte es buena señal - susurró Miroku con lujuria logrando que Sango le golpeara con su hiraikotsu, ella sin dejar de sonreír. Eso sí que era una buena señal.
El monje, pervertido como era, también interpretaba las señales y se acercó a la taiji para poder su mano donde realmente no debía. Poco después salió volando por los aires con un ojo en camino a ponerse morado.
- este hentai no cambia - susurró Sango ante las miradas divertidas de Kouga y Kagura.
Entonces fue cuando una sombra cargando a otra aparecieron entre la espesura del bosque. Inuyasha traía en sus brazos a una muy dormida Kagome que se aferraba a su cuello con fiereza.
- Me pregunto si el embarazo pone más sencible a las mujeres - dijo el hanyou con cara de sufrido, había escuchado el llanto de su mujer por largo tiempo sin poder contenerla o detener ese sollozo amargado. En parte se sentía culpable por él pero a su vez sabía que tenía que dejar que se descargara. Ahora, un nuevo enemigo les acechaba pero ahora él tenía dos cosas a las que cuidar además de las de costumbre, a su Kagome, a su pequeño hijo que estaba en camino.
- mmm... otou... - susurró Kanna adormilada. Sí, a ella también la protegería.
Sintió el aroma a salado proveniente de Kohaku, así que luego de recostar a Kagome en su lecho se acercó al niño lo suficiente como para sentir su sollozo.
- ¿Qué pasa? - le preguntó.
- Nada, ¡vete!
- Pero...
- dejame solo - dijo impaciente.
- lo peor en la vida es estar solo - murmuró Inuyasha antes de abandonar la cabaña y reunirse con los demás. Él más que nadie sabía lo difícil que era afrontar las cosas teniendo como único acompañante a la soledad.
- "No, lo peor en la vida... es abandonar a tus seres queridos porque tu destino te encomienda ayudar a otros... lo peor es tener que dejar la comodidad de brazos cariñosos por enfrentarte a las cosas con valor" - pensó para sí Kohaku conteniendo su llanto.
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- ¿Pasa algo Inuyasha? - preguntó Sango.
- No, nada... sólo que... - lo pensó un momento.- sólo que temo que una nueva guerra está a punto de desatarse.
Fin del capítulo
¿Podrá el amor de Inu y Kagome con las guerras? ¿Alguien entendió que mi fic se llamá así por algo? Es por esto... muahahahahhahaha, parece que nunca podrán estar juntos. No, mentira, les prometo un lindo final.mmm... no sé... bueno, espero que les haya gustado, no se olviden de dejarme reviews y... ya saben Inuyasha no es mio sino de Rumiko-sama, supongo que ya lo sabían.
