¿Porqué siempre algo nos quiere separar?
Capítulo 12: "Ayuda a tu hermano, sea opresor u oprimido"
Akia se dejó ver con una tenue luz que apenas cubría su rostro y a su lado, todos, pudieron sentir la presencia de Kohaku mirándolos entre apenado y fiel sirviente. Eso era, como un sirviente de la mujer.
- con que han venido a buscarme – dijo la ex sierva de Naraku – ilusos, no saldrán vivos de aquí...
- ¡¡Eso lo veremos!! – gritó seriamente enfadado Inuyasha cubriendo con su cuerpo a Kagome.
- Y proteges a esa humana, Inuyasha. No te será tan sencillo. Pues bien, si deseas acabarme. ¡¡Comencemos!!
Las largas y afiladas uñas la mujer rozaron la mejilla de Inuyasha arrancándole un poco de sangre cuando ambos se lanzaron al ataque. Había furia en los ojos de Akia, el dorado era una mezcla de ira y sed de venganza, mientras que en la mente de Inuyasha se repetían viejas batallas. Le recordaba mucho a Naraku.
- ¡¡Morirás!! – gritó su enemiga tomando aire y separándose de él. - ¡¡Por haberlo asesinado!!
- ¡Feh! Ja, ja, te crees tan poderosa...
Ella expresó una media sonrisa sarcástica a la par que se acercaba al hanyou, junto sus manos y su aura se elevó bastante, también alrededor de él. Inuyasha comenzó a levitar a metros del piso y su cuerpo comenzó a retorcerse de manera macabra, espeluznante.
- ¡¡Inuyasha!! – gritó Kagome intentando acercarse pero Miroku la detuvo - ¡¿Qué le sucede?! ¡¡¿Qué le haces?!!
La miko sintió las lagrimas al borde de los ojos cuando vió que algo oprimía la garganta de Inuyasha y él intentaba en vano liberarse con sus garras, el aire comenzaba a faltarle y sus músculos se tensaban cada vez más.
Akia sonrió malvadamente, por fin podria vengar la muerte de su amado señor Naraku, ella siempre le había querido y él sólo la veía como un ser más a su disposición pero quizás ahora... desde donde estuviera, quizás el infierno, ella le habría demostrado su amor incondicional. Kohaku, que estaba a su lado, veía horrorizado lo que sucedía, pero como él había aprendido a no demostrar sus reacciones su rostro permaneció serio y silencioso.
Una flecha de fulgor dorado rozó la mejilla contraída de la errada mujer, y otra le hirió un brazo haciéndole perder la concentración y cayó bruscamente al suelo cuando otra se incrustó en su costado.
- ¿qué rayos...? – se quejó mirando en dirección al campo de batalla.
Sus ojos dorados se dilataron al ver la figura de Kagome tensando el arco con otra flecha del mismo brillo y a sus espaldas, como el reflejo en el agua cristalina se encontraba el alma de Kikyo en la misma posición. Los estanques negros del ser espiritual eran profundos, más que en vida, parecía dispuesta a ayudar a su reencarnación, para salvar al ser que alguna vez amó. Y que por culpa del demonio Naraku perdió, y también, por cierta culpa de aquella bruja que la convirtió en un alma de odio, solamente capaz de vagar en busca de seres que no han sido felices, al igual que ella.
- es imposible – susurró Akia.
El cuerpo de Inuyasha cayó de golpe al suelo pero ni Kagome ni Kikyo se movieron de allí. Obviamente la primera sentía la presencia del espíritu, uniendo su aura junto a la suya para derrotar a la mujer. Sango y Miroku corrieron hacia el hanyou, él soltó el bastón que le caracterizaba y se fijó si tenía pulso, aún vivía. Se sintió, en ese momento, realmente miserable al saber que él ya no podía enfrentarse de la misma manera que antes, el hoyo negro había desaparecido de su mano y sólo le quedaban sus dotes de sacerdote budista.
- ¡¡¡Morirás!!! – gritaron Kagome y Kikyo en unísono, a la par que el mitad youkai abría sus bellos ojos dorados y contemplaba ambas figuras.
- ¡No les será tan fácil! – exclamó Akia formando una especie de hoyo negro como el de Miroku enfrente suyo – nos volveremos a ver, se los prometo, pero esta vez... es hora de marcharme.
Ella y Kohaku desaparecieron por el hoyo que inmediatamente después desapareció.
- ¿Qué fue eso? – preguntó Sango sacudiendo su mano en el vacio - ¡Kagome! – corrió hacia ella al verla caída en el suelo, tocándose la cabeza - ¿Te encuentras bien?
- "Te ayudaré siempre, Kagome. Porque eres parte de mí... como yo soy parte de ti... y juntas protegeremos a Inuyasha " – dijo la voz de Kikyo en su mente.
- "Gracias, Kikyo..." – pensó Kagome y luego miró a la preocupada Taiji – sí, Sango-chan, no ha sido nada. ¡¡Inuyasha!!
La joven de cabellos negros azabaches se acercó a su pareja que continuaba acostado en el suelo, sus ojos dorados se encontraron con los suyos y él sonrió, cuando ella le abrazó con fuerza, undió su rostro en el cuello de Kagome sintiendo sus mechones rozar su nariz provocándole un delicioso cosquilleo y el aroma penetrar en su ser de la manera más encantadora.
- me alegro que estés bien – le susurró ella muy cerca de sus adorables orejitas. – pensé que te perdía.
- jamás me perderás, amor. Ahora, regresemos a la casa de Kaede.
La expresión de Inuyasha era seria, realmente aterró a Kagome al verlo subir sobre Kirara calladamente, alegando también estar cansado ante la queja de Miroku quien se aferró a la cintura de Sango de manera fiel. La miko se hizo lugar y mantuvo a Inuyasha sobre la youkai porque peculiarmente cabeceaba adormiladamente, y Kanna se acurrucó en el cuerpo del monje pervertido, cuyos pensamientos parecían dispersos en el aire.
- "ese agujero negro..."
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- ¡Cuidado! – gritó Kagura cuando un demonio atacó de sorpresa a su pareja. Su voz se ahogó en su garganta cuando vió que el pie de Kouga estaba atascado con una de las manos del extraño ente.
Ella cerró los ojos al ver que el demonio levantaba sus manos espinosas para clavarla sobre el cuerpo inmóvil del lobo youkai. Esperó. Nada sucedía. Al volver a mirar con sus brillantes ojos rojizos una figura sobre Kouga, recibiendo silenciosamente cada ataque.
- ¡¿Quién rayos eres tu?! – gritó el demonio deteniéndose - ¿y porqué interfieres en esta pelea?
- no dejaré... que le mates... – gimió la mujer de cabellos pelirrojos.
- ¡Ayame! – gritó Kouga abriendo los ojos y saliendo de su sorpresa, encontrándose con las bellas pupilas esmeraldas brillantes.
La joven youkai se colocó en guardia y rápidamente acabó con el demonio, que susurró el nombre de su señora, Akia, antes de morir.
Kouga miró a los ojos de Ayame, eran diferentes a los que antes había conocido, estaban enmarcados por madurez y cierta dulzura que él nunca había visto reflejada de ese modo.
- Bueno, me voy – dijo quedamente la youkai al ver como Kagura se acercaba a comprobar que Kouga estuviese bien. Su rostro se contrajo al sentir una herida en su pierna, pero intentó avanzar, antes de ser detenida por Kouga. - ¿Qué haces?
- estás herida, mejor ven con nosotros.
- no quiero – se negó – ya sanará...
- ¡¡Niña testaruda!! – se enfadó el muchacho y la levantó por las piernas colocándola en su hombro mientras tomaba a Kagura en sus brazos. ¡¡Claro si era un youkai!! Él podía con ellas dos.
Se puso en marcha hacia la cabaña de Kaede, sintiendo como el incesante pataleo de Ayame se detenía y su cuerpo se relajaba, entregándose quizás, al cansancio. La muchacha había cambiado desde la última vez que la había visto, y aunque no podía negar que seguía siendo igual de atractiva, con sus piernas bien formadas, su cuerpo esbelto y sus curvas que alguna vez se había quedado viendo, él ahora estaba junto a Kagura. Ella llevaba aún prendida de sus rojizos cabellos la flor violácea que él le había obsequiado hacía tiempo.
Llegaron finalmente, a la aldea de Kaede y entraron en la casita cercana al bosque.
- ¡Al fin están de vuelta! – exclamó Kagome en la entrada al verlos aparecer en el remolino de viento - ¡¡Ayame!! ¿Qué le sucedió?
- Ella salvó a Kouga en una batalla contra un demonio, le cubrió de los ataques. – explicó Kagura bajándose de los brazos de su lobito.
- ¿Crees que puedas curarla, Kagome? – preguntó el youkai visiblemente preocupado, Kagura le miró.
- claro, ven, traéla adentro.
Kagura, sin embargo, se quedó afuera, observando el cielo que estaba atardeciendo. La reacción de Kouga la había sorprendido, ¿Qué era sensación? De pronto, se sentía miserable por no poder compartir como Ayame el impulso de proteger a un ser querido, le era imposible, quizás esa parte de Naraku se lo impedía. Pero ella ni siquiera se había movido al ver a su pareja en problemas, al verlo sufrir, ella simplemente se quedó allí donde él la había quitado, sí... para cuidarla.
- "Maldita sea" – pensó sintiendo un dolor en su cabeza. Sabía de que se trataba. Ella no podía ser una humana, estaba intentándolo demasiado, no podía intentar sentir. ¿Y porqué Kanna sí podía? – "Ella al ser una niña puede cambiar... pero yo... pronto desapareceré..." – se contestó a sí misma. Sí, pronto abandonaría el mundo que conocía y se esfumaría como el viento, quizás podría hacer algo antes de ello. Despedirse de Kouga.
Entonces, fue cuando el lobo youkai salió de la casa, preocupado. Su ceño estaba fruncido, las heridas en Ayame no eran graves pero sí bastante profundas y sangraban demasiado. Para su suerte, Kagome había detenido la hermorragía y la youkai se recuperaría. Se encontró con la mirada rojiza de la mujer a la que pretendía amar. Sí, pretendía. Él ya no podía negarlo, realmente le dolía pero Kagura, a pesar de ser una hermosa mujer, no estaba en su corazón como lo estaba una verdadera compañera, una persona que le cuidase y que él pudiese cuidar. Con quien compartir.
- Sabes... – susurró Kagura a su lado – que siempre te querré... pero... ahora... el tiempo se nos acaba.
- ¿nani? – volteó sorprendido Kouga. ¿Qué le sucedía? - ¿A qué te refieres con eso?
- me iré...
- ¿A dónde? ¿Doushite ka?
- me iré a algún lugar, yo realmente no sé a donde, quizás... al aire – sonrió – sería bonito. Me voy porque no soy nadie aquí, ni humano, ni youkai, ni siquiera un hanyou. Soy una extensión... que... ugh...
Kagura cayó al piso.
- una extensión que... debe desaparecer – terminó antes de ver el brillo de sus manos.
- ¡No!! – gritó Kouga por instinto.
- sé feliz – susurró ella a su oído besando suavemente su mejilla y sonrió antes de volverse transparente, y desaparecer en una cálida brisa del viento.
Kagome observó todo desde la puerta de la casita recostada en el pecho de Inuyasha que detrás suyo le brindaba su apoyo. La imagen de Kagura se había vuelto totalmente invisible pero por alguna razón, Kouga seguía contemplando sus rojizos ojos sosteniéndose de manera incosciente el beso que ella le había dado, intentando retener esa sensación unos segundos más. Se dejó caer, y suspiró largamente, sintiendo la prensencia en el viento de la mujer que intentó ser algo más que una simple extensión y que se convirtió en algo finalmente, en la brisa suave que meció las hojas de los árboles.
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- ¡¡Ah!! – exclamó Kagome suavemente mirando a Inuyasha a su lado, durmiendo tranquilamente. La batalla del día anterior había sido agotadora y el hanyou había resultado un poco herido. Cansado como estaba, cayó rendido entre los brazos de su mujer.
- mmm... – gimió el mitad youkai – no puedes estar quieta, ¿verdad?
- ja, ja Inuyasha.. – se acercó suavemente a besarle los labios – sabes, hoy iré a casa... necesito decirle a mi familia lo del bebé, además, me gustaría hacerme unos chequeos médicos. ¿me acompañarás?
- eh... sí, claro – contestó titubeante mirando de reojo el cielo celeste.
- ¿Qué pasa?
- hoy es luna nueva.
- ow... te convertirás en humano, ¿Qué problema hay?
El hanyou comenzó a vestirse, quizás era mejor que ella permaneciese en su época hasta que él volviese a ser un mitad youkai. Sí, él no quería que Akia aprovechara su flaqueza. O mejor, ambos se tendrían que quedar en el Japón moderno.
- creo que es mejor que nos quedemos en tu época, Kagome, por esta noche. – le dijo sin voltear a verle.
- está bien – aceptó la miko y se alejó a la estancia contigua para ver a los demás.
Shippo estaba cerca de Sango durmiendo tranquilamente mientras que más apartados Kanna se aferraba a Miroku y este sonreía. Se veían bastante bien juntos.
- ¡¡¡¡¡Despierten!!!!! – gritó Inuyasha entrando también.
- Oi, Inuyasha – gimió Shippo dándose vuelta.
- ¡¡Otousan!! – fue la exclamación alegre que lanzó Kanna tirándose a los brazos. Él estrechó el cuerpecito pequeño, y se dejó llevar por esa calidez agradable que le invadió al sentirlo. En algún momento quizás, el sentiría en sus brazos a su hijo.
Kagome, por alguna extraña razón, sabía lo que su adorado hanyou estaba pensando y una sonrisa se escapó de sus labios proveniente directa de su corazón.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡INUYASHAAAAAA!!!!!!! – se escuchó de pronto.
- ¿Eh? ¿Quién es? – preguntó el mitad humano saliendo fuera de la casa, se trataba de Jaken y Rin, ambos venían corriendo mientras un demonio les perseguía. Inutilmente el fiel sirviente de Sesshomaru usó su báculo con las dos cabezas pero el monstruo se rió de él.
- ¡¡¡¡Auxilio!!! – gritó la pequeña.
Inuyasha no tenía porqué salvarlos, pero aún así, no podía dejar que ese youkai se comiera a una niña que era totalmente indefensa y aparte de las peleas de él con su hermano. Rápidamente desenvainó su espada y la cabeza de su atacante cayó al suelo en un mar de su propia sangre. Lo sujetó por la piel y lo arrastró hacia el bosque, los aldeanos podrían asustarse si veían al enorme y asqueroso bicho.
Cuando volvió, Kagome consolaba a Rin que lloraba desesperadamente mientras Jaken miraba callado.
- no te preocupes Rin, te ayudaremos – le dijo la miko acariciándole la cabeza con suavidad.
- ¿lo prometes?
- por supuesto – sonrió.
- Kagome-chan es una gran madre – comentó Sango haciendo que la aludida se sornojara.
- Tú también serías una gran madre – dijo Miroku colocando una mano donde no debía - ¿no quieres tener un hijo conmigo?
- ¡¡¡¡HOUSHI HENTAI!!!! – le gritó la taiji pegándole con su hiraikotsu, el muchacho realmente no cambiaba, con maldición o sin ella - ¬¬** oye, ya no tienes porqué hacer esas propuestas... ya no tienes la maldición...
- ^//^ je, je pero para mí es un placer proponerle a usted, Sango-sama.
Ella no respondió nada, pero le dirigió una alegre mirada ácida, ocultando el leve rubor en sus mejillas. Era injusto que él pudiese causar tantos efectos en ella, su piel ardía cuando le veía sonreír, aveces le sorprendía observando sus perlas aún enrolladas alrededor de su mano y había tantas cosas reflejadas en sus bellos ojos azulados que ese maldito sonrojo aparecía sin que ella le llamase. Su simple media sonrisa o esos adorables aros que adornaban su oreja izquierda eran sencillamente hermosos.
Sango se vió descubierta por la mirada tentadora del houshi y ella se alejó a ayudarle a Kagome con la pequeña Rin. Miroku la siguió con la mirada, su bella Sango.. siempre tan bien arreglada, tan alejada de él, y aunque era su culpa adoraba decirle esas cosas, sus golpes se asemejaban a caricias en los últimos tiempos. ¿tendría que conformarse con eso? Quizás sí, pero no le importaba, porque por lo menos aspiraría a reflejarse en los estanques marrones, dislumbrarse con el pestañear coqueto o sentir su aroma delicioso que emanaba de su largo y brillante cabello. Se conformaría con admirar de lejos ese cuerpo que le atormentaba por la noche por el cual su mente le acusaba de olvidarse que era un houshi. ¡¡Lo olvidaría todo por ella!!
- ¿Porqué los perseguía ese youkai? – le preguntó Inuyasha al sapo sirviente mientras lo levantaba de la ropa.
- oi, Inuyasha... bájame – suplicó y el hanyou le tuvo compasión – lo que sucede es que mi amito está en problemas y aunque sé que se enfadará por haber venido a pedirte auxilio... ¡no había nadie más!
- ¿Qué le pasó a Sesshomaru? – preguntó Kagome sin dejar de acariciar el cabello de Rin.
- El señor Sesshomaru de Rin está preso – alegó Rin con voz tímida – una mujer usó sus poderes y le intentó ahorcar, él no podía liberarse... aunque intentara transformarse en youkai.
- es cierto, sus ojos se volvieron rojos pero aún así no pudo convertirse en nada – les dijo Jaken preocupado por su amo y señor – además, esa mujer lo levantó en el aire y desapareció.
- ¿desapareció? – preguntó Miroku - ¿Acaso se fue por un agujero negro?
- ¡¡¡Si!!! ¡¿Cómo lo sabes?!
- ¡¡AKIA!!
Todos se quedaron pensando y el silencio se hizo doloroso, porque Rin comenzó a sollozar suavemente.
- no te preocupes – la consoló nuevamente Kagome – todo estará bien. ¿inuyasha?
- Debemos ir por Sesshomaru. – finalizó.
Entonces, Kouga y Ayame salieron de la casita, ella parecía estar mucho mejor pues su afirmación fue acompañarles y vengar sus heridas ante la mujer que había comandado a ese demonio para herirla y asesinar a su querido lobo youkai. Él, por su parte, simplemente la acompañaría, no deseaba que le sucediese nada malo, sus ojos azulados fijos en el camino del bosque, sintió la brisa que acariciaba sus mejillas.
- "Gracias Kagura, por darme esta oportunidad" - pensó mirando de reojo la sonrisa enmarcada en el rostro de Ayame, tal vez ella también le daría una oportunidad. Aunque tantas veces la rechazó, ¿Sería su turno de ser rechazado?
El sol iluminaba todo el Sengoku y Kagome podía sentir la lejana presencia de Akia aguardando su asistencia al último combate, también era previsible que Inuyasha olía el aroma de su hermano mayor y que asistirían a esa batalla, la cual definiría no sólo su futuro sino la época de paz en toda la era.
Fin del capítulo
Bueno, se acerca el final del fic, sé que les será muy inesperado pero espero que les guste. Igualmente, sabrán que ahora se enfrentarán a una gran batalla y que Akia es tan poderosa que incluso Sesshomaru ha caído. Les cuento, que recién en el próximo cap. Sabrán porqué, jejeje. Nos vemos, pero antes los reviews:
Belen: como verás, Kikyo ayudó bastante y lo seguirá haciendo. Te explico brevemente el porque de su actitud. Kikyo amó, antes de su muerte, mucho a Inuyasha y estaba dispuesta a renunciar de ser miko para estar con él, de ser una mujer común y corriente. Pero con todo el entredicho su alma se llenó de odio, cuando se fusionó con el Go shinboku todo ese odio se disolvió y se convirtio en la misma mujer de antes, que seguirá amando a Inuyasha por toda la eternidad, pero ya se resignó a él y le entregó con su renuncia la oportunidad de ser feliz junto a Kagome. Por eso también la ayuda, porque además, si Kagome es feliz con él, es como si una parte de ella lo fuera. ¿puedes entenderlo? Yo veo de esta forma a Kikyo, porque no hay personas malas, pero sí personas que han errado el camino y después de todo, todos tenemos algo de mal. Es el yin y el yan.
SangoSakura: me alegro que te guste el cap. Y lamento haberlo terminado así pero es que me encanta dejarle suspenso. Nos vemos, un beso.
Kala (atorru@hotmail.com): me alegro que te guste el cap. Y espero como siempre que este también.
Kala (kala_fiction@hotmail.com): me alegro por ti que estés tan contenta, ya sabes que cuentas conmigo siempre y tu fic, aunque me he olvidado de dejar review, está siempre genial. Nos estamos viendo por MSN como siempre y te cuento que mi fic se termina ;_; no te preocupes, no se librarán tan fácil de mí, ya volveré muahahahaha y seré montones. ^___^
Sayo: verdad? Es que el título me vino en un sueño, je, je. En cuanto a Kikyo ya expliqué el porqué de su actitud y si con él cap. Que viene no termina de arreglar todo lo que se mandó no sé que lo hará, ya lo verán, jajaja. Bueno, gracias por el review.
Eso es todo. JA NE
Nos vemos, les quiere muchio
Sumire-chan J
Miko no ai
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
