Parte III: Los Huérfanos.

Capitulo V: Asuntos de Familia

"Por la presente orden sé prohibe

Que cualquier persona, civil o militar

deje el UNS Macross hasta que el Gobierno

de las Naciones Unidas disponga lo contrario".

(Prohibición de las Naciones Unidas para la evacuación de los civiles del Macross)

Caminó hacía la pequeña puerta y finalmente pudo abrirla. Había esperado casi un año para poder respirar el hermoso aroma del mar, por fin la luz natural lo rodeaba completamente y fue en ese momento cuando realmente se sintió como en casa. Pero la paz que sentía en ese momento fue interrumpida por el chillido del teléfono.

¿Qué pasa? – Dijo Ivan de mala gana. Siento molestarlo señor, pero tiene que presentarse de inmediato en el cuartel del Prometheus – respondió desde el otro lado la dulce voz de una operadora. Voy para allá – respondió Ivan secamente.

Las barracas en las que estaba alojado no estaban muy lejos del Prometheus y gracias a eso no tuvo que caminar mucho para llegar. El cuartel general del Prometheus era uno de los más grandes que había en el Macross y en el se alojaba todo el personal táctico, de comunicaciones, planeamiento, suministros y una infinidad más de departamentos.

El lugar solía ser una gran parte de la sala de máquinas y de alojamiento del personal del portaaviones, pero cuando este fue amarrado el área entera fue vaciada y ahí sé construyó dicho edificio.

Ivan recorrió los pasillos en pocos minutos, llegando finalmente a una pequeña habitación con una centena de equipos de comunicaciones así como de decodificación y codificación.

¿Qué pasa? ¿Por qué la urgencia? – Dijo Ivan dirigiéndose a un joven oficial que se encontraba trabajando frente a una de las consolas. Disculpe las molestias, señor – respondió el joven, incorporándose y haciendo la venia – tenemos un mensaje para usted. ¿Por qué no lo mandaron a mí habitación? – Preguntó con visible molestia. Es un mensaje codificado, de la Tierra. Quiero un lugar privado para escucharlo. Hay un cuarto a pocos metros. Ahí puede recibirlo.

Ivan no respondió y llegó al cuarto en pocos segundos. La habitación era pequeña, obviamente servía exactamente para lo que la estaba utilizando. Pudo ver un sistema anti-interferencia, que aseguraba que nadie dentro o fuera del Macross pudiese intervenir la comunicación; también había una pequeña pantalla y una silla.

Una luz roja comenzó a titilar, indicando que el mensaje estaba en curso y la habitación correctamente protegida.

¿Cómo has estado muchacho? – Preguntó un hombre que ostentaba una gran edad y un imponente uniforme lleno de condecoraciones. Creí haberte dicho que no me volvieses a dirigir la palabra. Va a ser mejor que me digas algo importante o ya mismo voy a cortar esta comunicación. ¿Acaso no puedes perdonar a tú abuelo por defender los ideales de la Patria? ¡Maldición!, Tus malditos ideales le costaron la vida a mi padre y a mi tío. Me dejó desbastado ¿Crees qué te puedo perdonar el hecho de que hicieras arrestar a tus dos hijos simplemente porque creíste que estaban metidos en algo sucio? ¡Lo único que intentaron fue liberar a la patria de cerdos como tú! A eso le llamamos espionaje, muchacho. Tú padre tenía una carrera militar prometedora pero se equivoco de bando, nos vendió al enemigo y pagó por sus acciones. Hice lo que estuvo en mis manos para que le perdonaran la vida. Lo único que hiciste fue salvar tú posición diciendo que murió como un héroe, pero lo que más me molesta fue que intentaste ocultarme todo. ¡Te equivocas! – Respondió enérgicamente el viejo – Nunca tuve la oportunidad de explicarlo. Mí verdadero motivo para mentir sobre la desaparición de tú padre no fue para salvarme a mí, mi posición era sumamente estable. Fue para salvarte y abrirte las puertas de ejército. ¿Crees qué hubieses tenido alguna oportunidad de ingresar en la Fuerza Aérea?

¡No! ¡Habrías terminado como un vago tirado en alguna calle de San Petesburgo hasta que te murieras de frío!

Escúchame, antes de que digas algo... En dos horas va a llegar un helicóptero S-64 al Macross con algunas de las primeras cargas de alimentos y medicamentos. Uno de los pilotos se va a encotrar con vos en la cubierta del Prometheus, te va a dar un uniforme y un lugar en el helicóptero.

No quiero reproches de tú parte y ni se te ocurra negarte, porque esta es una orden directa y recuerda que soy tu superior, te guste o no.

Antes de que Ivan pudiese decir algo la comunicación se cortó, dejando el cuarto sumido en una profunda obscuridad.

Maldito bastardo – murmuró.

Dos horas más tarde una flotilla de S-64 estaba aterrizando en la cubierta del gigantesco portaaviones. Las tareas de descarga se hacían a la carrera, ya que el próximo cargamento llegaría en menos de media hora, dándole apenas el tiempo suficiente para realizar la complicada tarea.

Ivan esperó pacientemente a que el enviado lo contactara, con la vaga esperanza de que no pudieran encontrarlo y tuvieran que partir sin él, pero para su decepción no tardaron mucho en localizarlo.

En pocos minutos le entregó un traje de vuelo con el emblema del 16to Cuerpo de Transporte Aéreo y lo guió hacía uno de los inmensos helicópteros tratando de que nadie pudiera verlo a él o a su acompañante. La manera en la que Ivan tuvo que abandonar el Macross se debía a la orden que había impuesto el gobierno de que ningún civil así como integrante de la tripulación de la nave podían abandonarla. Si alguien se hubiese enterado que él estaba abandonando la nave por un simple capricho de su abuelo hubiese causado un gran revuelo tanto dentro como fuera de esta.

Una vez en el interior Ivan tuvo que alejarse de las ventanas hasta que el helicóptero finalmente dejara la cubierta del barco. El viaje lo llevó hasta la cubierta del nuevo portaaviones UNS Viking, donde abordo un Osprey, que lo llevó hasta San Francisco y después a Washington DC.

Aterrizó en una pequeña base militar, donde solo los hombres con un altísimo rango podían entrar, por lo que no la encontró muy activa. A lo lejos pudo ver con claridad una limosina del gobierno que no tardó en llegar a su lado, abriéndose una de sus puertas una vez que estuvo ahí.

Entrá – ordenó desde el interior la voz del anciano con el que había estado hablando casi tres horas antes. ¿Para qué... – quiso preguntar Ivan, solo para que el anciano lo detuviera. En mí oficina hablaremos.

El viaje no duró mucho, la ciudad estaba casi vacía, debido al gran traslado del personal gubernamental a centenares de posiciones claves para la defensa del planeta Tierra, sin mencionar el hecho de que todas estas posiciones estaban debidamente acorazadas, convirtiéndolas en "los nidos de ratas" como solían llamarlas varios años atrás.

La limosina hizo un giro y paró frente al gigantesco pentágono, un lugar donde pocos hombres podían entrar y mucho menos si habían nacido en Rusia. El lugar estaba plagado de sistemas de seguridad, cámaras ocultas, puertas blindadas con código y una infinidad de otros sistemas, que bien podían interpretarse como paranoia.

Les tomó casi quince minutos atravesarlos a todos, hasta que llegaron a una imponente puerta de roble, que les dio paso a una gran oficina con un ventanal por el que se podía dominar con la vista casi toda la ciudad y como era de esperar tenía gruesos vidrios blindados.

Toma asiento – volvió a ordenar el viejo. Ahora quiero que me digas porque motivos me sacaste a escondidas del Macross como si fuera un criminal. El motivo es uno y muy simple, quiero que te quedes en la Tierra y que no vuelvas a la nave. ¿Qué? – Preguntó Ivan totalmente sorprendido - ¿Estas loco? No pienso dejar atrás al innumerable grupo de amigos, colegas y subordinados que confían en mí y que día a día arriesgaron sus vidas de uno u otra forma para ayudarme. Sería un insulto para todos los que cayeron sirviendo bajo mí mando si salgo corriendo con la cola entre las patas. A pesar de lo que pensas, yo te aprecio y no te quiero ver explotar en mil pedazos, desapareciendo para siempre en el espacio. También tengo que recordarte que cuando yo muera serás el último de los Karpov que tendrá la posibilidad de ascender a mí puesto, y es imperativo que lo ocupes. Luché toda mí vida para llegar a donde llegué y si no puedo mantener mí posición, Rusia perderá todo su poder de decisión en el gobierno de la Tierra. Si no lo haces por mí, hazlo por tú Patria. La Patria se puede ir al carajo y vos con ella, para lo único que me queres es para mantener tú puesto y tener un respaldo, si queres a alguien que te ayude pediselo a Pietro, el te sigue como un maldito perro faldero a todas partes y nadaría por el Mar del Norte si se lo pidieras. Es por eso que te llame, me están aislando y se están deshaciendo de todos mis aliados, entre ellos tú hijo. ¿Qué diablos le hicieron? – Preguntó con un tono amenazador. Nada que lo ponga en un peligro... inmediato, pero tengo algo más importante que mostrarte, que te demostrará las posibilidades que le quedan al Macross.

Vladimir Karpov abandonó la oficina indicándole a su nieto que lo siguiera. Recorrieron a la inversa todo el camino hacía la calle y abordaron nuevamente la limosina. Esta vez el viaje fue más corto que el anterior y terminó justo frente a un gran campo cubierto de pasto y rodeado por una alta cerca de acero.

El viejo bajó con dificultad del auto, pero Ivan no se molestó en ayudarlo, optando por salir por la otra puerta para acelerar el proceso. Caminó hacía la puerta, hecha también de acero, pero mucho más trabajado que el de la cerca.

Vladimir dio la orden y el portón se abrió de par en par. Un inmenso número de tumbas apareció perfectamente ordenadas e inmediatamente se pudo ver un parecido increíble con las de Normandía.

Ivan caminó hacía el interior del prado intuyendo con temor lo que podían significar todas esas tumbas. Al final del camino se podían distinguir un gran número de lápidas mucho más grandes que las otras, con más detalles y decorados.

Movido por la curiosidad y el temor al mismo tiempo, leyó el nombre con horror: Capitán Bruno J. Gloval. La primer lectura lo dejó shoqueado por unos segundos, pero no tardó mucho más en reiniciarla, ahí estaban todos sus amigos y camaradas: Roy, Misa, Claudia, Steve; aunque la tumba que más temía encontrar era la última.

Teniente Comandante Ivan Pabelovich Karpov – dijo tratando de no demostrar emoción alguna. Así es, todos están muertos, todos y cada uno de los civiles y militares figuran en las tumbas de este cementerio. Desde el Titanic que no teníamos otra tragedia tan grande. ¿Y que hay de los Zentradis y su flota? ¿El ataque enemigo y la transposición? Y lo más importante ¿Qué hay de nosotros, ahora? La llegada de fuerzas alienígenas hostiles fue públicamente negado así como cualquier referencia de su existencia. A nadie se le permitirá bajar del Macross, y cualquier persona que tenga un gran contacto con el personal civil y decida abordar la nave no bajara. No podemos seguir luchando con lo civiles en nuestra espalda, logramos mantener a raya a los alienígenas, pero nuestros recursos se acaban. Apenas podemos mantener una fuerza operativa superior a mil pilotos, cada día hay menos reclutas disponibles y los entrenamientos se hacen cada vez más y más simples para satisfacer la demanda del frente. Es imperativo que saquemos a los civiles y los reemplacemos por refuerzos. Es algo que esta fuera de mis posibilidades discutir ahora o nunca, no hay marcha atrás. Ya admitiste que la situación es insostenible en la nave y por eso tengo que hacer mí pedido aun más fuerte. Quiero que te quedes en la Tierra. Tus infantiles intentos para retenerme no me hicieron cambiar de idea, al contrario ahora es cuando el Macross me necesita más y es ahí donde voy a estar. Cualquier intento que hagas para detenerme me obligaran a difundir la noticia y la única forma en le que me harías callar es poniéndome un tiro en la cabeza. De todas formas no logras el respaldo que buscabas y te hundirías a la larga. No viviría para verlo pero saberlo es suficiente. Eres tan terco como tú padre, el no terminó bien y si seguís su camino tampoco lo harás tú. Si rehusas mí "invitación" a dejar la nave no tendrás otra oportunidad de regresar a la Tierra. Que así sea, viejo.

Dejó a su abuelo en el cementerio mientras varios oficiales del la policía militar lo llevaron hasta el aeropuerto donde hacía poco había aterrizado.

El vuelo fue silencioso y sin ningún tipo de infortunio del que tuviese que preocuparse, pero el mayor problema llegó cuando aterrizó en el portaaviones. El helicóptero no estaba esperándolo y tampoco podía ver el menor indicio de que lo estuviesen preparando para despegar.

Ivan cruzó la cubierta ignorando todos los gritos de alerta del personal que le advertían de lo peligroso de su ubicación en el medio de las maniobras de despegue y aterrizaje de los aviones.

Llegó a la isla y en poco segundos estaba en el puente de mando hablando con el capitán.

¿Por qué no esta el helicóptero esperándome? Tengo que estar lo antes posible en el Macross. Lo siento, pero el Macross esta bajo ataque y no voy a mandar ningún helicóptero al área. ¡¿Qué?! – Gritó con furia, dándose cuanta que el capitán no sabía que estaba hablando con uno de los tripulantes y a eso se debía su tono desinteresado – Ahora mismo esta sacando el helicóptero más rápido que tenga y me lleva de inmediato al Macross. Y por si no lo sabe soy el Teniente Comandante Karpov, del Prometheus.

El capitán se puso blanco y no tuvo más remedio que acceder, Ivan era una persona muy conocida y por si fuera poco tenía muchos amigos bien alto en la escala de poder, estaba seguro que si se rehusaba tendría grandes problemas en el futuro.

Pasaron casi diez interminable minutos mientras el equipo de portaaviones corría como loco tratando de sacar el pesado helicóptero lo más rápido posible. Finalmente la máquina encendió sus rotores e Ivan trepó al interior casi enseguida.

El viaje se hizo angustiosamente largo para Ivan, que se sentía cada vez más culpable por haber dejado atrás a sus amigos por los simples caprichos de su viejo abuelo.

No tendría que haber ido – repetía constantemente mientras vigilaba la ventana para ser el primero en ver la nave.

Pasó casi media hora antes de que el Macross apareciera en el horizonte, acompañado de una inmensa nave Zentradi que sobrevolaba el mar a pocos kilómetros de distancia.

La batalla se mostraba difícil y muy sangrienta, cosa que desesperó más a Ivan, que le exigió al piloto que acelerara. El helicóptero aceleró y en poco menos de diez minutos las plataformas de vuelo eran perfectamente visibles, con sus aviones y personal de tierra preparando todo para que despegara una nueva ola de ataque.

¡Señor! – Gritó el piloto – Delta Uno dice que tenemos que irnos, no podemos aterrizar. Olvide la orden, aterrice en el Prometheus. Pude decirles que el Comandante Karpov te obligó.

El piloto se encontraba en una de los vuelos más peligrosos que había tenido que enfrentar en su vida. No solo estaba poniendo en riesgo su carrera siguiendo las ordenes del Comandante, aparte tenía que maniobrar lo mejor posible para tratar de esquivar los disparos de los mechas de defensa y de los atacantes.

Señor, creo que va a ser mejor idea aterrizar en el Daedalus – dijo el piloto tratando de hacer su vuelo lo más corto posible. Esta bien, puede aterrizar ahí.

El piloto comenzó a descender solo para darse cuanta de que el Daedalus se estaba moviendo. Un par de segundos más tarde la superestructura estaba a varios cientos de metros sobre el mar y apenas a suficiente distancia del helicóptero como para que las aspas del rotor no se destrozaran contra el casco.

Ivan no tardó en comprender que esa era la misma maniobra que habían utilizado en Saturno y que si no salían de ahí volarían en pedazos antes de saber que pasó.

¡Pase por debajo del Daedalus y aterrice en el Prometheus, no hay tiempo que perder – ordenó desde el compartimento de pasajeros. Es demasiado peligroso, señor. Podríamos perder un aspa o el rotor entero si lo intentamos. Si quiere seguir con vida, hágalo ahora.

Sin otra opción que seguir las ordenes de Ivan el piloto descendió lo más que pudo mientras trataba de comprender el motivo por el que el Daedalus había sido arrancado de su posición normal, pero apenas se planteó la pregunta obtuvo la respuesta.

El gigantesco crucero Zentradi fue ensartado como si de un juguete se tratara y miles de pedazos del casco salieron disparados en todas direcciones. El piloto trató de esquivar esta lluvia de esquirlas, pero no pudo evitar que una gran placa del casco se incrustara en el frente de la aeronave, destrozando una de las palas del rotor y causando que el aparato perdiera el control.

Perdemos estabilidad, no tenemos fuerza en el motor dos, perdemos fuerza hidráulica y tenemos un cortocircuito en la computadora principal – dijo dirgiendose a su copiloto que se había salvado de milagro.

Para empeorar la situación la gran onda expansiva que generó la explosión de la nave Zentradi causó que el helicóptero quedara atrapado en fuertes turbulencias.

Ivan en el compartimento de pasajeros trató de mantener el equilibrio, pero una de las fuertes sacudidas le hizo caer al suelo, donde resbaló y calló por una de las puertas que habían sido arrancadas por el impacto. Antes de caer al mar Ivan se las arregló para aferrarse al tren de aterrizaje del Sea King.

El helicóptero continuó con su errático vuelo por varios minutos más hasta que el piloto pudo guiar la caída hacía la cubierta del Prometheus. La aeronave golpeó sobre uno de sus costados y el rotor, que aun seguía girando, se despedazó contra la dura cubierta de la nave.

Ivan estaba tendido sobre la cubierta de vuelo, se había soltado del tren de aterrizaje poco antes de que el helicóptero golpeara el suelo. Trató de levantarse, pero antes de ponerse en pie calló inconsciente.

Abrió los ojos y se encontró en su propia habitación, aun no recordaba todo los eventos de aquella tarde, pero daba las gracias de estar vivo. Mientras se levantaba de la cama pudo oír tres voces familiares, que venían de la habitación de al lado, se movió lentamente hacía la puerta y la abrió. Encontró a Katy, Claudia y Roy conversando, pero en cuanto lo vieron la atmósfera cambio, podía ver la alegría en los rostros de todos, pero había algo malo en Roy, se podía decir que había cierta furia en él.

Estas bien – dijo Katy mientras le daba un fuerte abrazo. Si, estoy bien – respondió Ivan con una gran sonrisa, que se esfumó cuando Roy habló en un tono muy sombrío. ¿Podría estar un momento a solas con Ivan?

Las dos mujeres se retiraron y ambos oficiales quedaron frente a frente.

¿Dónde estuviste? – Preguntó Roy sin mostrar ninguna expresión. No puedo decirlo, es una orden. No me interesa si es una orden directa del Almirante. Nos dejaste en un momento muy importante y tú ausencia se notó mucho durante el combate – dijo tratando de no dejar escapar la furia que estaba sintiendo. Si realmente queres saberlo, me voy a saltar la orden, pero solo te digo esto como amigo y no como el soldado que soy.

Estuve en la Tierra, en Washington DC para ser más preciso. Mí abuelo, el Almirante Karpov, me ordenó que fuera para allá y a pesar de que lo detesto sigue siendo un oficial superior y no pude negarme.

¿Y porque era tan necesario guardar el secreto? Sabes bien que nadie puede bajar del Macross. Si admitía abiertamente que me iba a la Tierra hubiesen habido cientos de quejas contra mí.

Antes de que me olvide, tengo que decirte que tenes una bonita tumba.

¿Qué? – Preguntó Roy sorprendido e intrigado al mismo tiempo. Si, creo que tenemos que olvidarnos de volver alguna vez a pisar la Tierra, nos consideran a todos muertos, incluso tienen un cementerio con lapidas para cada una de las personas, civiles y militares, que se perdieron con el Macross. Malditos... Creo que tenemos que olvidarnos de dejar a los civiles o de conseguir nuevos reclutas de la Tierra. Tenes razón sobre los civiles, pero no sobre los reclutas, esta por llegar un nuevo contingente de cien pilotos que se nos unirán. Quiero que los recibas, están por llegar al Prometheus en diez minutos. Como digas.

La cubierta del Prometheus aun tenía profundas marcas, las cuales habían sido dejadas por el rotor al destrozarse en ella. Habían pasado casi veinte horas desde que había ocurrido el desafortunado incidente pero los equipos de limpieza habían trabajado bien y solo las marcas demostraban que el accidente alguna vez había ocurrido.

Pocos minutos después de haber subido a la plataforma de vuelo pudo escuchas las potentes hélices del helicóptero de transporte acercándose al Macross. Una vez la aeronave estuvo sobre el portaaviones comenzó a bajar la primera tanda de cincuenta pilotos.

Para Ivan no era más que otra bienvenida de rutina hasta que vio una cara conocida entre los jóvenes aspirantes. Lo inspeccionó con cuidado y las imágenes del pasado volvieron a su memoria, la cual había sepultado mucho tiempo atrás y aun le costaba creer lo que veía.

Un hombre en traje de vuelo le entregó una planilla con todos los nombres de los reclutas y se alejó abordando el helicóptero, donde encendió los motores y despegó.

Todavía sin poder dar crédito a sus ojos e Ivan recorrió toda la lista hasta que lo encontró casi al final, era él, no había la menor duda.

¡Firmes! Soy el Teniente Comandante Karpov – dijo Ivan mientras miraba fijamente al joven buscando alguna reacción, la cual encontró casi al instante – y los felicito por haber sido elegidos con la más alta distinción que la UN puedo ofrecerle a sus pilotos, servir para la UN Spacy en el Macross – "Que hipócrita que soy" pensó mientras hablaba.

Deben dirigirse a la sala de operaciones tácticas para recibir sus asignaciones e instrucciones. El Teniente Hopkins los guiara.

Por aquí – dijo el teniente mientras guiaba al grupo hacía el interior del portaaviones.

Ivan caminó disimuladamente hasta el joven piloto y lo agarró por el hombro.

Es bueno verte, ¿Por qué no me dijiste sobre tú transferencia al Macross? Padre... creí... creí que habías muerto en el atentado de los Anti UN – dijo tratando de ahogar la emoción de su voz. Así que eso fue lo que les dijeron que pasó. Creí que serían más originales esta vez para inventar excusas.

Como veras Pietro estoy bien, muy bien. Logré alejarme de la molestia que representaba mí abuelo y he logrado abrirme camino por mí mismo, incluso superé algunos problemas del pasado.

¿Es cierto los rumores sobre la ferocidad de los extraterrestres? – Preguntó Pietro con más curiosidad que temor. Si multiplicas cualquier cosa que te dijeron por diez, entonces los rumores son ciertos, pero no quiero alarmarte más vamos a charlar a casa, hay mucho que quiero preguntarte.

Ivan guió a su hijo a través de los intrincados pasillos y hangares del Prometheus hasta la gran puerta de acero que lo separaba del Macross. Una vez fuera uso un jeep del ejército para abrirse camino por el denso tráfico de la ciudad Macross.

Mientras manejaba Ivan pudo ver la cara de asombro que tenía su hijo al ver toda la ciudad reconstruida en las fauces de la nave.

Es increíble – repetía sin cesar. Si que lo es.

El viaje fue más largo de lo normal, ya que Ivan había llevado a su hijo a visitar varias partes de la ciudad a las que él jamas iba, pero finalmente llegaron hasta la casa donde vivía con Katy cuando no estaba alojado en las barracas.

Sacó un manojo de llaves de su bolsillo y tras un par de intentos para localizar la correcta finalmente pudo abrir la puerta. Una vez adentro se escuchó la voz de Katy que venía del segundo piso.

¿Creí que ibas a volar hoy? ¿Qué pasó? Roy me dio el día libre, todavía cree que tengo que descansar un poco antes de reintegrarme. ¿Quién es esa? – Preguntó Pietro. ¿No te dije? Me casé, así que tenle más respeto. ¡¿Qué?! – Preguntó con hostilidad en su voz – ¿Cómo puede ser? ¿Tenes algún problema? Si es así ni se te ocurra decir algo, es mí vida y me manejo como quiero – respondió Ivan con cierta hostilidad disimulada. ¡Fallaste a tú promesa, le mentiste! – Gritó en un tono aun más hostil que la vez anterior. ¿De que estas hablando Pietro? – Preguntó sin comprender las palabras de su hijo. Le prometiste a mamá que nunca te casarías con nadie más y rompiste tú promesa, como te atreviste. ¡Le fallaste! ¿¿Qué?? – Fue la respuesta de Ivan, que aun no podía dar crédito a las palabras que oía. Recordaba haberlo dicho en un momento de debilidad frente a la tumba de su amada esposa, pero no recordaba que Pietro estuviera cerca, aunque quizás estaba y él no lo había visto. Sos una rata perversa que se fue con la primera perra que encontró – gritaba sin cesar mientras apuntaba a Katy, que había bajado las escaleras cuando escuchó los gritos. Retráctate, ¡Ahora! – Rugió – la promesa que hice fue algo del pasado y no voy a permitir que una promesa me mantenga alejado de la felicidad. Entendiste. Así que retráctate ahora mismo. Sos una basura, un egoísta, no solo le fallaste a mamá, a mí también cuando me dejaste en Moscú y te fuiste – explotó Pietro mientras dejaba escapar todo el rencor que habían generado cinco años de separación – Te fuiste y me dejaste a mí, solo para venir a buscar a esta perra...

Antes de que pudiera seguir Ivan le dio un fuerte golpe con el puño cerrado, justo en el medio de la boca. Pietro perdió el equilibrio, pero aun seguir dejando escapar toda clase de insultos y maldiciones hacía Katy.

Ivan trató de calmarse, pero cada insulto lo acercaba más y más a la perdida del control. Ya sin aguantar más se lanzó contra su hijo y lo echó a patadas hacía la calle donde le dio golpe tras golpe, cegado por el odio generado por las palabras de Pietro.

Él intentó reincorporarse y devolver algún golpe pero Ivan no le dio ninguna oportunidad y en uno de sus vanos intentos terminó por destrozar el parabrisas del jeep con su cabeza.

Pietro cayó al piso con la cabeza cubierta de sangre, pero aun así intentó golpear a su padre, solo para recibir una fuerte patada en la boca del estomago, que lo derribó nuevamente y lo dejó retorciéndose de dolor en el suelo.

Creí que habías cambiado, pero seguís siendo la misma basura que dejé en Rusia hace cinco años. Me alegró de haberte dejado y me doy cuenta de que todo arrepentimiento que pude haber sufrido fue tiempo perdido. Siempre fuiste una basura y ahora me doy cuenta que tenía razón – gritó Ivan fuera de si mientras miraba al cuerpo de su hijo desplomado sobre el piso – Levántate, demuéstrame de lo que eres capas, demuéstrame que vales la pena – pero Pietro no reaccionaba – No servís para nada, desde el día que decidiste trabajar para mí abuelo te condenaste y te convertiste en una basura como él. Ahora vete de mí casa y nunca vuelvas.

Ivan dio medio vuelta y se dirigió directamente a su habitación, donde se desplomó en su cama.

Tenía mucho en que pensar.