Capitulo XII: Venganza
"Pasaron apenas unos minutos desde que el SDF-1
Macross viera acción por primera vez en casi
dos años. Pero la trágica realidad es que no todo
sale bien y fue dañada seriamente en un ataque suicida
del líder rebelde Quamzin. Las listas de bajas aun
no han sido confirmadas, pero circulan cifras que
exceden los 400 muertos.
Los civiles tampoco se vieron exentos de víctimas..."
(Informativo radial posterior al ataque)
Estuvieron varias horas viajando por el desierto antes de que el auto parara frente a un portón de alambre tejido, que permitía pasar por una gran cerca que se perdía a lo lejos.
Había un cartel que advertía a los extraños de mantenerse alejados o de lo contrario serían arrestados. Obviamente el cartel ya no cumplía ningún tipo de función real y solo era un recuerdo de lo que alguna vez había sido el ser humano.
Ivan se escabulló por un pequeño agujero en el portón y caminó como si conociera el lugar, como si se sintiera en casa. Debía haber sido una gran base militar en su tiempo, pero ahora solamente era un conjunto de edificios destruidos y en mal estado.
El anaranjado color del desierto se cortaba abruptamente en el gris de una gigantesca pista de aterrizaje, preparada para que cualquier tipo de aeronave pudiera utilizarla.
Avanzaron entre los edificios adentrándose cada vez más en las instalaciones, hasta que pararon súbitamente frente a un gran hangar, que parecía haber sido abandonado hacía muchos años atrás.
Ivan tardó un poco en abrir la puerta, visiblemente oxidada y con sus bisagras en pésimo estado. El interior tampoco era muy prometedor, cientos de telarañas colgaban de los techos y una gruesa capa de polvo cubría el piso. Apenas penetraba la luz por las rendijas que había en los gruesos techos de chapa.
En el medio del hangar yacía un enorme bulto, cubierto por una gran tela, con el obvio fin de cubrir un avión del polvo. Ivan retiró la tela y la Valkyrie surgió como si hubiese sido despertado de un largo sueño.
David se acercó horrorizado al ver en el estado que había estado guardado aquella maravillosa máquina. Difícilmente le habían dado mantenimiento desde la gran batalla y todavía se podían ver grandes daños por todo el avión.
Las turbinas necesitarían un largo tiempo de exhaustiva limpieza y todos los contactos eléctricos tendrían que ser limpiados a fondo para evitar que se produjeran corto circuitos.
Es preciso que te pongas a trabajar lo antes posible, lo quiero operacional lo más rápido que se pueda. ¿Cuándo fue la última vez que le dieron mantenimiento? – Dijo David sin mirar a Ivan – Me va a tomar un largo rato. Quizás dos o tres semanas. No es problema, tengo cosas que hacer y el tiempo me viene bien. Otra cosa que quiero que le hagas es que refuerces la estructura para que pueda destrozar a un Zentradi cuerpo a cuerpo. ¿Qué? ¿Cuerpo a Cuerpo? Es una locura. Seguramente te acordaras de lo que le pasó a Ichijo cuando luchó contra Britai. Lo tengo presente y es por eso que quiero saber si podes hacer que la Valkyrie resista. Técnicamente si, pero necesitaría varias aleaciones que solamente tienen los almacenes militares. No podía conseguir suficiente titanio para reforzar ni los dedos. Hay un jeep en el edificio de allá – dijo apuntado a un viejo garaje – Sé donde hay un tipo que puede facilitarte todo lo que necesites. Esta en los suburbios de Ciudad Macross y se llama T-Bear. Dile que vas de mí parte y mostrale estas balas – Ivan dejó un par de cartuchos modificadas en la mano de David – él va a entender. ¿Mercado Negro? Siempre es bueno tener contactos. Empezás a trabajar ahora.Ivan se retiró y a los pocos segundos su auto rugía en los confines de la base alejándose cada vez más. David se preguntaba a donde tenía pensado ir.
El avión no era para nada cómodo, pero el precio por el viaje había sido ínfimo y hubiese sido mucho pedir algún tipo de comodidad.
Tampoco el avión mismo era la gran cosa, ni siquiera era a reacción. Tenía un par de motores de hélice en cada ala, recordándole a Ivan los viejos tiempos de entrenamiento cuando utilizaba el YAK-9, que databan de la Guerra de Korea.
Pero si el avión o el servicio no eran capases de deprimir al pasajero, el paisaje si lo era. No había más que desolación y cráteres por todos lados, muy de vez en cuando algunas vigas retorcidas salpicaban el terreno, en un silencioso anuncio de que alguna vez había habido una ciudad o al menos un pueblo en ese lugar.
Miró su reloj y con placer descubrió que estaba por llegar a destino. Había pensado en viajar a los territorios del Sur varias veces, pero si no lo retenía el servicio era la familia. Ahora no estaba ni lo uno ni lo otro y nada lo detendría de hacer un pequeño paseo por el lugar.
Aunque pareciera un viaje de placer distaba mucho de serlo. Ivan sabía a la perfección que encontrar a Quamzin era casi tan difícil como encontrar una aguja en un pajar y si quería encontrarlo tendría que preguntárselo a algunos Zentradis.
Pero no pensaba entrar a un bar lleno de Zentradis, completamente solo, de ninguna manera. Que les odiara no significaba que estaba dispuesto a cometer suicidio. Tendría que buscar ayuda y no había mejor lugar para buscarla que en los territorios del Sur.
El avión tocó tierra de una forma brusca y violenta, sacudiendo a todos los pasajeros e incluso causando heridas menores en los desprevenidos que no se aferraban con fuerza a los asientos.
En un par de minutos la máquina estaba totalmente inmóvil e Ivan estuvo libre para abandonar su prisión temporal. Caminó por el improvisado aeropuerto, que solamente mostraba una pequeña antena de radio, haciendo que los aeroclubes más primitivos parecieran ser de última tecnología al lado de este.
Le costó trabajo encontrar un medio de transporte, ni siquiera la costumbre de estacionar taxis en la puerta del aeropuerto había sobrevivido. No tardó en darse cuenta que buscarlos sería en vano, y se decidió a caminar.
Tenía bien claro que era lo que buscaba, pero no donde encontrarlo. Pensó que el mejor lugar para empezar sería un bar, cuanto más amenazador se viera mejor.
No fue muy difícil encontrar uno, de hecho encontró más de veinte en menos de media hora de búsqueda. Al final optó por una taberna de mala muerte, con los vidrios pintados de negro y algunos letreros de neón.
El interior no era muy agradable y menos el olor. Se sentía ese penetrante olor del vomito de los borrachos y se podían ver a unos cuantos apilados en los rincones durmiendo como si nada pasara.
Un joven le llamó la atención, era bastante alto y ostentaba una gran cicatriz que le cruzaba toda la cara. Estaba sentado en la barra sosteniendo una gran jarra de cerveza.
Ivan se acercó sin hacer ruido y se sentó a su lado, haciéndole señas al cantinero de que le sirviera un par de cervezas.
¿Asesino de Zentradis? – Preguntó Ivan al joven, que recién había notado su presencia. ¿Quién lo quiere saber? – Respondió con arrogancia. El Cuervo – dijo Ivan lentamente.Pareció como si todo el bar se detuviera en el tiempo. Una brisa helada recorrió a todos los presentes, incluso a los borrachos que tenían algún grado de lucidez como para escuchar algo.
El joven dejó escapar una carcajada y dijo.
Si, seguro y mí abuela era Tarzan. ¿Qué pruebas tenes? No necesito prueba alguna. Eso no es suficiente. Si sos realmente el cuervo lo vas a tener que demostrar.Sin esperar a que Ivan se levantara el joven se abalanzó sobre él, pero Ivan no fue tomado por sorpresa y lo esquivó con poco esfuerzo.
Te recomiendo que uses el cerebro para atacar. ¡Maldita seas! – Aulló el joven mientras cargaba nuevamente.Ivan sacó su cuchillo e hizo un corte en la campera del muchacho, lo tomó por el cuello y apretó el filo contra su garganta.
¿Queda alguna duda? Si la hay no voy a vacilar en abrirte el cuello. Ja. No queda la menor duda.Ivan lo soltó y el joven se reincorporó.
No puedo creer que estoy hablando con usted. Es una especie de héroe por esta zona, incluso se pensó en hacerle un monumento. Que halagador. Permítame presentarme, mí nombre es Musai Nydos. Nombre extraño. Los nombres de este lugar siempre suenan raros al principio, pero uno se acostumbra.El cantinero dejó las dos cervezas y ambos se sentaron como si fueran amigos de larga data.
¿Qué es lo que le trae por estos lugares? – Preguntó Musai. Estoy buscando gente que me ayude. ¿En qué esta interesado? La cabeza de Quamzin.Musai dejó escapar una risotada.
Así que esta yendo tras el premio mayor. Hay una recompensa de casi cien mil dólares por él, pero hasta ahora nadie fue lo suficientemente valiente o estúpido para enfrentarlo. Por eso necesito gente. ¿Para cazarlo? – Preguntó en tono de incredulidad. No, ese es asunto mío y de nadie más. Necesito gente para encontrarlo. Hay buenas fuentes de información en los bares Zentradis, pero necesito ayuda. Me ofrezco – dijo sin siquiera reflexionarlo un segundo. Excelente. ¿Sabes usar armas de fuego? Ese es mí segundo nombre. Tengo varias Uzis y AK-47, todas son del mercado negro. Mejor. ¿Conoces alguien que pueda estar interesado en ayudarnos? Un amigo. Mark Jule. Muy bien, quiero que nos encontremos en el aeropuerto antes de que caiga la tarde. Traigan todas las armas y municiones que puedan cargar. ¿Dónde tiene pensado ir? A las zonas Zentradis que se encuentran en lo que alguna vez fue México. Hay muchos Zentradis renegados que se ocultan de la UN en este sector. Es el mejor lugar para disparar. Perfecto. Lo espero en el aeropuerto.Ivan había estado esperando en el aeropuerto desde que había hablado con Musai, no tenía caso salir a pasear por un lugar por el que no sentía ningún tipo de afecto.
Un jeep azul estacionó al otro lado de la pista de aterrizaje y Musai apareció acompañado por otro sujeto, con una gran melena rubia y ojos azules. Resultó ser Mark.
Tardaron varios minutos en descargar los tres bolsos en los que descasaban las armas y sus municiones y en menos de diez minutos todo estaba cargado en el avión y los tres esperaban pacientemente para que este despegara.
El viaje no duro mucho, ya que no estaban a mucha distancia de las zonas Zentradi. Aterrizaron en un aeropuerto en mucho mejor estado del que había partido. Se podía ver una gran sofisticación, de las que se destacaban las grandes antenas de radar, aunque era probable que ninguna funcionara.
Como era de esperarse el aeropuerto no era lo suficientemente adelantado como para contar con detectores de metales y fue fácil pasar los tres bolsos por la improvisada aduana, conseguir un auto y desaparecer en el desierto, en busca de algún pueblito Zentradi.
¿Hay algo? – Preguntó Ivan desde el auto, un Cadillac con fuertes modificaciones. Parece un punto de paso, hay un bar y muchos autos estacionados. ¿Cómo se llama el bar? – Pregunto Mark. Espera – Musai levantó los largavistas y revisó el área – Lisark. Suena a Zentradi, ¿No le parece? Sí. Es hora de entrar.El bar no era muy grande, ni muy lujoso. Había más de dos docenas de mesas, ordenadas para dejar el mayor espacio libre para caminar. Había una vieja caja de música que funcionaba con monedas, y cuando alguno se decidía a pagar se podían escuchar algunos de los discos de Minmay, aun muy populares entre los Zentradis.
La gran mayoría de los presentes no diferían mucho de la concurrencia normal de un bar como ese, pero había un grupo con el que nadie se metía. Corrían rumores de que eran Zentradis rebeldes que huían del sector para unirse a Quamzin en sus ataques.
El barman pudo ver la silueta de tres hombres a través de las ventanas y decidió sacar algunos bazos más, porque nadie entraba si no pensaba comprar una cerveza.
El primero en entrar tenía puesto un sobretodo negro y un par de guantes del mismo color. Era muy intimidaste incluso para él, un soldado Zentradi que había dejado guerra en busca de nuevas sensaciones, solo para descubrir que no eran el paraíso.
Ivan abrió el sobretodo y antes de que alguien se diera cuenta tenía una Uzi en una mano y una .45 en la otra. Los primeros que lo vieron fueron un par de Zentradis que disfrutaban de su ultima cerveza.
Ivan alzó la Uzi y disparó contra los dos Zentradis, que cayeron fulminados por la ráfaga de ametralladora. Con la .45 perforó al barman, que apenas había atinado a levantar la escopeta de doble caño que siempre guardaba debajo del mostrador.
Un Zentradi intentó sacar un arma, pero Musai lo destrozó con la ráfaga de la poderosa AK, disuadiendo a los demás de hacer alguna estupidez. Nadie se movió y fue cuando Ivan empezó a hablar.
Buenos días, señores. Espero habérselos arruinado. Denjenme presentarme a mí y a mis colegas, yo soy Ivan Karpov mejor conocido entre ustedes como el Cuervo – casi todos los presentes se pusieron blancos – y estos son mis socios.Seguramente se preguntan que estoy haciendo en estos lugares y porque gasto balas en escoria como ustedes. Muy simple, quiero saber donde esta Quamzin.
¡Ninguno de nosotros es un traidor! – Gritó un Zentradi desde el fondo, pero antes de que pudiera decir algo más, dos balas le perforaron el pecho. ¿Algún otro héroe? – Nadie contesto – Muy bien, así me gusta. Ahora repito la pregunta y será mejor que sea la última vez ¿Dónde mierda esta Quamzin?.Nadie habló e Ivan comenzó a impacientarse, pero antes de que le volara la cabeza a otro de los presentes uno se levantó.
Yo sé – dijo un tipo alto que ostentaba un corte muy militar – esta en el sector 36.Ivan sonrió y le apuntó con la Uzi justo a la cabeza.
¿Crees que no lo sé? Pero el sector 36 es un poco grande como para ponerme a revisarlo, porque el maldito sector 36 es el Amazonas. – Ivan disparó – Si algún otro me toma el pelo de nuevo todos ustedes terminan como él. Hay muchos otros bares como este en la región.Esas últimas palabras hicieron que el cuarto se congelara. Se dieron cuenta que no eran imprescindibles y sabían perfectamente que la información podía estar en cualquier otro lugar.
Hagamos esto – dijo Ivan – el primero que canta vive.Algunos de los Zentradis intercambiaron miradas, hasta que finalmente uno se levantó.
Esta... – vaciló – En el sector 36, zona 90, sub zona 5 – varios de sus compañeros lo miraron con incredulidad y odio. Muy bien, afuera – le dijo Musai apuntando al que había hablado. El Zentradi obedeció sin oponer resistencia y el resto se mantuvo calmo frente al cañón de Ivan.Mark sacó una pequeña carga explosiva y la activó, justo frente a los sorprendidos Zentradis, que no llegaron a reaccionar para cuando la carga de C4 cayó entre sus pies.
Una vez que Ivan y los demás estaban afuera la carga explotó y todo el bar desapareció del mapa, llevándose a los Zentradis con él.
Es verdad lo que estas pensando – le dijo Ivan al que le había dicho todo – sos un cobarde, porque preferiste salvar tú sucia cabeza a proteger tú verdadera causa – Alzó la .45 justo frente al atónito Zentradi. Pero dijo que viviría – balbució. Si pero no dije por cuanto tiempo – Ivan disparó a quemarropa hasta que el cargador estuvo vacío. – Mierda, no tendría que haber hecho todo eso, las balas de este calibre son muy difíciles de conseguir hoy día.Había pasado dos semanas completas desde que había dejado a David trabajando con el Cuervo, y no había tenido noticia alguna de él en todo ese periodo. Musai había aceptado en acompañarlo, porque le había gustado como había manejado a los Zentradis en el bar y porque quería unírsele.
El viaje resultó mas corto que antes, gracias a que consiguieron un pequeño avión a propulsión esa vez, llegando así en menos de medio día.
Ahora ya estaban en la ruta, o lo que quedaba de ella, a más de 210 kilómetros por hora, dirigiéndose hacía la base donde estaba guardado el Cuervo.
¿Así que podré ver el avión? – Preguntó Musai desde el asiento del acompañante. Tenía la actitud de un chico que estaba por llegar a Disneylandia. Correcto. ¿Cuánto falta? No mucho, esta detrás de esa colina.En menos de cinco minutos habían pasado la colina y a lo lejos se pudieron ver a la perfección el cerco de alambre y la gran mayoría de las estructuras. No tardaron mucho tiempo más para llegar a la puerta.
Esta vez no había sido necesario escabullirse por los agujeros del alambrado, porque por algún motivo la puerta estaba abierta de par en par, ondeando al viento. Esto preocupó un poco a Ivan.
El auto frenó frente al hangar donde había visto por última vez a David y notó que la puerta ya no era la misma, sino que había sido cambiada por la de otro edificio. Movido más por la curiosidad que por el temor Ivan gritó el nombre de su compañero.
La respuesta no fue inmediata, pero a los pocos minutos apareció un hombre totalmente cubierto de polvo, aceite y varias sustancias más que Ivan no pudo identificar de primera vista.
¿David? – Preguntó intrigado Ivan. El mismo – respondió – Hey, ¿Quien es tú acompañante? Musai Nydos, un buen tipo. Me ayudo a conseguir la ubicación de Quamzin. Así que ya la sabes. Perdón que interrumpa – dijo Musai – pero me gustaría ver el avión. No hay problema – respondió David.Entraron al hangar donde encontraron al Cuervo colgado del techo gracias a varias cuerdas verdaderamente gruesas. Estaba en posición GERWALK y las dos piernas/turbinas estaban abiertas, dejando al descubierto los potentes motores de fusión.
¿Cómo estaba? – Preguntó Ivan. Como no estaba – Respondió David – tuve que desarmarlo pieza por pieza para limpiarlas a todas una por una. Tuve que mantener las turbinas prendías por intervalos de casi 20 horas para encontrar las partes dañadas y para que el metal se acostumbrara nuevamente. Creo que nunca trabaje tanto en un solo avión. Los de mantenimiento te colgarían. Y el trabajo especial que te pedí – dijo Ivan mientras vigilaba que Musai no tocara nada o rompiera algo. Tú amigo no se mostró muy bueno al principio, pero se acostumbró rápido. Me dio todo lo que necesitaba y no tengo quejas, de hecho tiene un surtido más grande que la misma UN. El avión se va a sentir un poco más pesado, pero con el titanio, las demás aligaciones y la fuerza hidráulica adicional que agregue a los brazos y las piernas, te aseguro que vas a poder quebrarle el cuello a un Zentradi con una sola mano. No podría pedir más, bien hecho. ¿Para cuando esta listo? Mañana a la mañana. Muy bien, entonces mañana será el día.Las primeras luces del amanecer iluminaban la pista y a la silueta del VF-1S de Ivan, mientras él revisaba personalmente que todo el avión se encontrara en óptimas condiciones, para enfrentar un combate del que quizás no regresaría.
David sostenía en sus manos la pequeña Laptop con la que revisaba los sofwares de control del avión de combate. Estaba probando unas nuevas modificaciones al sistema que le darían a la Valkyrie una agilidad en combate cuerpo a cuerpo como nunca se había visto antes.
Una vez terminado el trabajo David desenchufó la computadora y cerró la entrada del puerto, miró el avión y dejó a Ivan solo, para que exorcizara a los demonios que acompañaban a toda persona antes de lo que muchos considerarían como una misión suicida.
Ivan subió lentamente a la cabina y miró alrededor antes de entrar y ponerse el casco. Prendió las turbinas y dejó que se calentaran un rato mientras revisaba las mejoras que David había cargado en el sistema. Parecían ser buenas y estaba ansioso por probarlas en combate.
Finalmente las turbinas estuvieron listas y supo que no podía retrasar más la partida. Por primera vez en su vida vivió en carne propia lo que habían sentido los pilotos kamikase antes de salir en sus misiones sagradas. Pero la suya no sería sagrada en lo más mínimo. Lo impulsaba un odio ciego que nunca podría domar y que lo controlaría de por vida.
Ya con el casco puesto y los lentes protectores bajos empezó a subir poco a poco la potencia de las turbinas, sitiando en el acto como la Valkyrie volvía a moverse después de dos años de inactividad.
Tardó un par de minutos en llegar a la punta de la pista, pero los recuperó despegando enseguida, con los post quemadores encendidos al máximo. Una vez que estuvo bien alto giro hacía el sur, directo a su destino.
El sol ya estaba en lo más alto, dando de lleno en la cabina de Ivan, mientras él seguía el viaje cada vez con mayor impaciencia.
Por fin el GPS* marcó las coordenadas que pertenecían al sector donde Quamzin tenía escondida a su pequeña, pero poderosa, armada.
Hubiese sido peligroso zambullirse de lleno a un combate y aun segado por su odio se dio cuenta que no lograría matar al bastardo si actuaba con inconsciencia. Buscó algún lugar donde aterrizar y no tardó en encontrar un pequeño claro entre la frondosa selva Amazónica.
Cambió rápidamente a configuración Battroid y se internó en la jungla, con sus sensores de movimientos prendidos, escaneando constantemente la jungla. No pasó mucho para que una silueta se dibujara entre los arboles e Ivan la identificó como un soldado Zentradi, ¿Qué más podía medir quince metros dentro de la selva y largar calor de esa manera?
Se acercó cautelosamente al soldado y pudo verlo junto a un árbol. No parecía preocupado y ese se mostraba como el momento perfecto para probar las nuevas municiones con cabeza explosiva, un pequeño juguete que le había conseguido David que era tan poderosa como para atravesar la coraza de los Quadluun como si fueran de plástico.
Levanto la GU con suma cautela y apuntó directamente hacía el abdomen. Apretó el botón de disparo y una bala escapó de la ametralladora, incrustándose justo en el cuerpo del asustado soldado, que no tuvo ni tiempo de gritar ya que la bala le voló los pulmones antes de que se diera cuenta.
Perfecto, esta funcionando – dijo Ivan en la cabina mientras ajustaba un poco la mira.Se acercó al soldado y pudo ver que había un sendero del cual había venido. Estaba seguro que ese sendero, en realidad tan grande como una ruta de dos carriles, lo llevaría a la nave de Quamzin. No se equivocó, después de caminar por quince minutos llegó a una zona que le daba una espléndida vista panorámica del campamento enemigo.
A Ivan le sorprendió mucho ver la cantina de armaduras móviles que había en el lugar, parecía como si se estuvieran preparando para despegar, otro motivo por el que debía atacar el campamento cuanto antes.
Había un guardia cerca de donde él estaba y no paso mucho tiempo antes de que se distrajera con algo. Había llegado el momento.
Las turbinas rugieron mientras dejaban escapar chorros de fuego y catapultaban al avión de Ivan directamente contra los sorprendidos Zentradis.
La primer ráfaga destrozó a un par de soldados con armadura e hirió a un tercero que apenas había salido de su Regault. Ivan giró y disparó contra un segundo grupo de soldados que ya habitan agarrado varios rifles, pero nada pudieron hacer contra las balas de la Valkyrie.
Nada podía pararlo ahora, estaba arrasando el claro, destruyendo y matando a cualquier cosa que se cruzara en su camino.
Varios soldados salieron de la nave para hacerle frente pero varias ráfagas hicieron desistir a los sobrevivientes de lanzar un ataque contra él, haciéndolos regresar por donde habían venido.
Pero su objetivo principal no estaba cumplido, Quamzin seguía escondido en su nave como una rata cobarde e Ivan lo atraparía aunque tuviera que entrar por él.
De pronto detectó un Glaug saliendo de la nave y uno de sus disparos le dio en el brazo, pero las placas de titanio que David había agregado a la Valkyrie soportaron la descarga y evitaron que el brazo se volviera ceniza.
El Glaug aterrizó justo frente a Ivan y comenzó a atacarlo. Por la forma en que se movía no había duda que era Quamzin en persona, que estaba dispuesto a eliminarlo, tanto mejor.
Ivan accionó las turbinas y cayó sobre la cubierta que protegía al piloto. Aplicando toda la fuerza que la Valkyrie tenía en sus brazos la perforó con la GU, de la forma que el cañón quedó apuntando justo a la cara de Quamzin.
Muere maldito – gritó Ivan por los altavoces exteriores para que Quamzin lo escuchara.Apretó el gatillo pero no escuchó las descargas. Nada pasó.
Las balas se habían acabado, dándole una segunda oportunidad a Quamzin, oportunidad que no desperdiciaría bajo ningún punto de vista.
Desde el interior del Glaug Quamzin atrapó la GU y la empujó hacía adentro e inmediatamente hacía afuera, golpeando con el mango de esta la cabeza de la Valkyrie, la que cayó como una piedra.
Ivan se recuperó enseguida y atacó de nuevo la coraza protectora del Glaug, esta vez con la intención de arrancarla por completo, cosa que casi no le costó nada gracias a la potencia hidráulica extra.
En el interior Quamzin logró escapar por un centímetro de Ivan, pero no logró esquivar la pesada mano de acero que cayó sobre su cuello. Ivan estaba disfrutando de cada segundo del encuentro, pero no lo iba a matar de esa forma, no, lo haría sufrir hasta el final.
Arrancó el cuerpo de Quamzin del interior del Glaug y lo arrastró hacía el medio del claro, para que todos pudieran ver como le destrozaría.
Lo alzó hasta que sus pies no pudieran tocar el suelo y cuando estuvo en una posición que lo dejó totalmente indefenso, comenzó a cerrar el puño, viendo como la cara de Quamzin se ponía cada vez más roja, mirándolo con odio e impotencia.
Estuvo en esa posición varios minutos hasta que volvió en si y se dio cuenta que si prolongaba más esa exhibición quedaría muy vulnerable.
Te llegó el momento bastardo – dijo Ivan. Hijo de puta, té voy a matar – gritó con dificultad Quamzin mientras trataban inútilmente de vencer la fuerza de la Valkyrie.Tenía que terminarlo en ese momento. Apretó el botón que cerraría el puño, pero antes de que la señal viajara de la computadora central al brazo este quedó separado por una ráfaga de ametralladora que salió desde los arboles.
Ivan no podía creer la suerte que había tenido el tirador, las balas habían dado justamente en una de las juntas y había cortado el brazo como un cuchillo a la manteca.
Quamzin cayó sobre sus pies y se arrancó el puño del cuello en una fracción de segundo. Después golpeó con violencia la cabina del Battroid y lo derribó. De alguna manera Quamzin había conseguido una ametralladora y estaba apuntando justo a la cabina, donde se encontraba un sorprendido Ivan, que trataba de descubrir que había hecho mal.
Pero Quamzin no disparó contra Ivan, alzó la ametralladora y disparó contra el soldado que lo había salvado.
Maldita seas imbécil, por poco me mata. Donde mierda estabas – le gritó al cadáver.Ivan trató de aprovechar el momento, pero Quamzin disparó contra algunos sistemas de la Valkyrie, logrando que quedara inmóvil.
Porque no lo matas de una vez – dijo Laplamiz desde su traje de batalla, mientras bajaba por la plataforma de carga. No vale la pena – dijo Quamzin. Ahora le tocaba saborear el momento a él – Lo voy a dejar con vida, para que ver como destruyo el Macross y toda la ciudad.Quamzin lo había insultado al máximo al no haberlo matado, cosa que prefería un millón de veces a quedar inmóvil y ver como seguía como si nada hubiese pasado.
Varios minutos después de que se fueran, la nave encendió los motores principales y subió hacía el cielo, dejando atrás a Ivan que miraba sorprendido y furioso al ver como lo había dejado escapar.
Solo quedaba la Valkyrie tirada en el medio del Amazonas. Todos los Zentradis del área se habían ido con Quamzin.
Ivan estaba como loco en el interior del avión, tratando de hacerlo reaccionar de alguna manera, para poder alcanzar la nave o al menos avisar al Macross de que algo grave les iba a pasar.
Pero todo estaba muerto, Quamzin conocía suficientemente bien las Valkyries como para disparar a una zona lo suficientemente importante como para dejarla fuera de combate, pero no para destruirla.
Sin mas opción Ivan trató de buscar una salida, pero nada funcionaba, tendría que eyectarse, cosa que sería un poco dolorosa considerando la posición de la Valkyrie, pero la única forma de salir.
Se ajustó el casco y tiró de la palanca que se encontraba justo debajo de él. Sintió una enorme fuerza que lo empotró contra el asiento y después el denso y cálido aire del Amazonas en su cara. El golpe fue tal como Ivan sé lo había imaginado, nada agradable, pero al menos ya estaba afuera.
Se desabrochó el cinturón de seguridad y comenzó a correr por todo el claro, buscando algo que le sirviera de transporte, pero siempre sin suerte. Logró ver una gran nave Zentradi, que probablemente había servido para alojar a los rebeldes y sus mechas, tal vez consiguiera alguna Valkyrie que fuera robado o algo de utilidad.
Al llegar a la enorme puerta de acero desenfundó su Beretta .45, que solo le serviría para darle ánimos o defenderse de algún Zentradi Micronisado.
Pero el arma no fue necesaria, el lugar estaba totalmente vacío y parecía que no habían dejado nada de utilidad en el área. Ivan maldijo a su suerte y comenzó a caminar hacía la puerta, cuando vio un bulto entre algunos restos de basura.
Caminó con cuidado, vigilando a su alrededor y entre la basura, en busca de alguna trampa caza bobos*, cosa que los Zentradis habían adquirido como uno de sus trucos favoritos, según se había enterado desde hacía mucho tiempo antes de conocer a los humanos.
El área era segura e Ivan retiró algunos de los pedazos metálicos, no fue necesario que lo limpiara completamente para que pudiera reconocerlo, se trataba de una Valkyrie, tal como lo había pensado. Era probable que aquella nave la hubiesen robado cuando los mechas Zentradi eran difíciles de conseguir y la abandonaron cuando ya no les fue útil.
Parecía que el avión había pasado momentos difíciles, tenía muchos daños en todas partes pero decidió que no perdería nada con probarlo, aunque antes que nada tenía que probar que todos los sistemas estuvieran en perfecto estado, no quería estrellarse a los pocos metros.
La nave estaba en una posición bastante complicada, tendría que sacarla andando por la bahía de carga para poder despegar. La Valkyrie cobró vida nuevamente y comenzó a moverse por entre la chatarra que se había acumulado con el tiempo en el lugar. A cada metro que recorría Ivan tenía la sensación de que algo saldría mal y que no podría sacar el avión, pero todo terminó bien, en pocos minutos estaba bajando por la rampa por la que había entrado.
Dejó de lado sus temores por el estado de la maquina y sin más pruebas de las que tenía probó la propulsión a su máximo poder, si se estrellaba y se mataba no perdería nada La Valkyrie carreteó por el gran claro con suma facilidad y en unos segundos se había desprendido del piso hasta que llegó a una respetable altitud y aceleró al máximo, con rumbo a la Ciudad Macross.
La nave de Quamzin se podía ver claramente en el horizonte al igual que el Macross. Ivan no podía esperar más para aportar en la batalla, sin importarle el riesgo que corría si lo confundían con un enemigo y lo derribaran o que su Valkyrie, demasiado dañada como para presentar batalla, fuera borrado del mapa como una mosca. Pero, las moscas siempre son difíciles de matar, pensó Ivan mientras aceleraba más.
Al acercarse notó que nadie le dispara, los Zentradis de la nave estaban demasiado concentrados en los otros aviones que los atacaban y en los Destroids del Macross como para que lo notaran, así que se lanzó a toda potencia para aprovechar el factor sorpresa.
Pero antes de que pudiera acercarse lo suficiente vio que el Lago Gloval empezaba a sacudirse, llegando rápidamente al punto de ebullición, mientras el Macross se elevaba a varios cientos de metros de altura. Ivan no podía creerlo, la vieja nave se estaba moviendo, lista para presentar batalla como en los viejos tiempos.
Sin pensarlo dos veces dio media vuelta y se alejó de la nave para evitar la potente descarga de energía que salió disparada desde la fortaleza.
El disparo dio de lleno en la nave de Quamzin, abriendo un boquete que iba desde el casco y que le atravesaba todo el costado, pero para su sorpresa el disparo no había tenido la suficiente potencia como para eliminar a la nave, cosa que poco tiempo atrás hubiese sido un juego de niños.
El crucero Zentradi, todavía cubierto de humo cambió su curso, directamente hacía el Macross, para cumplir con la maniática idea de Quamzin de destruirlo.
Ivan no pudo controlar sus impulsos y se lanzó contra la nave tratando de imaginar alguna forma de destruirla, aunque sabía perfectamente que era imposible sin una buena carga de misiles de alto poder.
La velocidad lo acercaba cada vez más y estaba dispuesto a dar su vida en combate, como debía haber sido en el Amazonas, esta vez no podía fallar, tenía que lograrlo. Un par de mechas lo detectaron y comenzaron a disparar, no pudo hacer mucho. Con su GU disparó una andanada que destrozó a uno, pero su compañero terminó el trabajo con una descarga que descompuso el sistema de vuelo, haciendo que el avión cayera en forma errática contra el suelo. Aunque su deseo de morir en batalla era grande el instinto de supervivencia de Ivan era mayor y antes de caer intentó cambiar a GERWALK, actuó justo a tiempo como para frenar la caída y un edificio terminó de amortiguar su impacto.
Ivan no terminaba de entender que había pasado y abrió la cabina para ver si de alguna manera había habido alguna clase de milagro y el Macross se había salvado. Pero en su lugar solo pudo ver como la nave de Quamzin se estrellaba contra la fortaleza y la despedazaba en cintos de pedazos, causando inmensas correntadas en el Lago Gloval mientras la ambas nave caía pesadamente.
Sin nada que hacer Ivan se sentía como un fracaso total, nada había funcionado como él había querido, en otro momento hubiese culpado a Gloval por todo lo que había pasado, pero la verdad era que él había sido tan culpable como Bruno, y aunque odiara admitirlo, como el mismísimo Quamzin.
Trató de caminar, pero las piernas no querían moverse, el cuerpo le temblaba por completo.
Sin poder hacer nada se sumió en sus pensamientos y cayó en un terrible pozo depresivo, la destrucción del Macross no le traía ira y furia como había esperado, sino odio a sí mismo, por todo lo que había sido y todo lo que era.
Solamente había un pensamiento en su mente, un pensamiento que lo torturaba y a pesar de parecer nuevo siempre había estado ahí, un odio a sí mismo. Odiaba a todos los que eran como él y por ende a sí mismo. No merecía vivir... no merecía vivir...
