Lily suspiró. Odiaba a Potter, lo odiaba mucho.
Se sentó a meditar tranquila, mirando por su ventana y sintiendo la suave caricia de las sábanas. Se le hacía irreal que alguien pudiera acariciarla, aunque fueran sábanas.
En un principio se había enamorado de James, lo quería con todo el alma. Pero a su alrededor, toda esa gente. Sintió celos punzantes pero no quiso admitirlo, quiso eliminarlos. Y de pronto se dio cuenta de que él era el que causaba que toda esa gente se reuniera a su alrededor, él los atraía. Él era el que los quería alrededor mientras Lily lo quería para ella sola. Entonces la única solución era odiarlo ya que no podía amarlo. Tenía a todas esas personas... chicas y chicos por igual. Y los odió a todos y cada uno pero nunca con tanto fervor como a él, el maldito que la hacía sufrir. El Maldito Potter.
Y tenía ese orgullo que ella odiaba porque lo odiaba en sí misma, quería esconderlo pero no podía eliminarlo. Por eso lo odiaba en los demás, sentía repulsión hacia aquél sentimiento, no era de ella, de ella la niña perfecta, la niña bondadosa que le prestaba sus cosas a Petunia por mas que Petunia era mala con ella. Se sentía superior, superior a todos, y se le había inculcado que eso era malo. Maldito Potter.
Luego quiso buscar a alguien mas, trató con alguien indefenso, Severus Snape. No parecía malo y además James siempre lo molestaba. Era perfecto, podía eliminar su orgullo y los celos hacia Potter de un tiro. Al fin y al cabo él era un chico inferior y salir con alguien así requería mucha falta de orgullo. Trató de creerse su cuento de que amaba a Snape pero no le sirvió. El día en que confesó su inventado amor fue rechazada. Casi se enojó con él pero inmediatamente se dio cuenta de que era su culpa y lo odió. Sabía que Potter la miraba, lo había planeado adrede. Quería su atención de cualquier forma... pero lo odiaba y no debía desearla. Quería lastimarlo y quererlo al mismo tiempo. Y todo salió mal. Lloró sintiéndose estúpida, odiando el orgullo que la cegaba y no le dejaba ver que Severus no podía considerarla superior porque era un Slytherin, por más débil que fuera. Lloró porque no había obtenido lo que quería, lloró por la presión y porque se odiaba por ser como era. Y se fue.
Todo pasaba por su cabeza y sentía su corazón revivir la pena hasta que quedó entumecido.
Lo vio pasar junto con Black y sus sentimientos despertaron y los odió a los dos con la pasión de un amante.
Había que ignorar al Maldito Potter. Era la única forma de olvidarlo.
Se sentó a meditar tranquila, mirando por su ventana y sintiendo la suave caricia de las sábanas. Se le hacía irreal que alguien pudiera acariciarla, aunque fueran sábanas.
En un principio se había enamorado de James, lo quería con todo el alma. Pero a su alrededor, toda esa gente. Sintió celos punzantes pero no quiso admitirlo, quiso eliminarlos. Y de pronto se dio cuenta de que él era el que causaba que toda esa gente se reuniera a su alrededor, él los atraía. Él era el que los quería alrededor mientras Lily lo quería para ella sola. Entonces la única solución era odiarlo ya que no podía amarlo. Tenía a todas esas personas... chicas y chicos por igual. Y los odió a todos y cada uno pero nunca con tanto fervor como a él, el maldito que la hacía sufrir. El Maldito Potter.
Y tenía ese orgullo que ella odiaba porque lo odiaba en sí misma, quería esconderlo pero no podía eliminarlo. Por eso lo odiaba en los demás, sentía repulsión hacia aquél sentimiento, no era de ella, de ella la niña perfecta, la niña bondadosa que le prestaba sus cosas a Petunia por mas que Petunia era mala con ella. Se sentía superior, superior a todos, y se le había inculcado que eso era malo. Maldito Potter.
Luego quiso buscar a alguien mas, trató con alguien indefenso, Severus Snape. No parecía malo y además James siempre lo molestaba. Era perfecto, podía eliminar su orgullo y los celos hacia Potter de un tiro. Al fin y al cabo él era un chico inferior y salir con alguien así requería mucha falta de orgullo. Trató de creerse su cuento de que amaba a Snape pero no le sirvió. El día en que confesó su inventado amor fue rechazada. Casi se enojó con él pero inmediatamente se dio cuenta de que era su culpa y lo odió. Sabía que Potter la miraba, lo había planeado adrede. Quería su atención de cualquier forma... pero lo odiaba y no debía desearla. Quería lastimarlo y quererlo al mismo tiempo. Y todo salió mal. Lloró sintiéndose estúpida, odiando el orgullo que la cegaba y no le dejaba ver que Severus no podía considerarla superior porque era un Slytherin, por más débil que fuera. Lloró porque no había obtenido lo que quería, lloró por la presión y porque se odiaba por ser como era. Y se fue.
Todo pasaba por su cabeza y sentía su corazón revivir la pena hasta que quedó entumecido.
Lo vio pasar junto con Black y sus sentimientos despertaron y los odió a los dos con la pasión de un amante.
Había que ignorar al Maldito Potter. Era la única forma de olvidarlo.
