Capítulo I
Harry esta mirando hacia el techo de la alacena en la casa de sus tíos en Privet Drive, pensando en solo regresar a Hogwarts, donde podía sentirse, seguro, querido, como en un hogar verdadero. Tío Vernon lo llama a desayunar tocando fuertemente a la ya desvencijada puerta que hizo que varios trozos de cemento y polvo se desprendieran de toda la reducida habitación. Harry salió para desayunar, aunque solo comiera un pan duro o las sobras de los Dursleys. - Ey, Harry, ¿quieres comer este trozo de tocino? - dijo Dudley alzando dicho tocino, tal vez para ver si Harry trataba de saltar para tomarlo. Harry asintió, dándose pequeñas palmadas en el estómago. Tía Petunia solo miraba con curiosidad, pero sin hacer nada para detener la pequeña broma de su hijo. - Pues. ¡Alcánzalo! - farfulló Dudley arrojando el tocino hacia la puerta que daba hacia el jardín, tratando de comparar a Harry con una mascota. Dudley esperó a que sus padres rieran, pero no lo hicieron, al contrario, Tía Petunia arrojó a Dudley por primera vez una mirada furtiva, tan penetrante, que Dudley ahogó un pequeño grito. Tío Vernon empezó a comer su desayuno en cuanto Tía Petunia apartó la mirada de Dudley para mirarlo a él de la misma manera. - ¡Dudley, levanta ese trozo de tocino y llévalo a la basura que esta afuera en este momento! - rugió Tía Petunia con una ira que Harry jamás había visto. - No te preocupes Tía Petunia, yo lo llevaré afuera - suspiró Harry para tratar de calmarla un poco, lo cual, dio resultado. Harry levantó el trozo de tocino, abrió la puerta del jardín y se dirigió a los botes de basura. Era un hermoso día en Privet Drive, donde sus cuadradas casas lucían más alegres con los rayos del Sol acariciando todas las ventanas con delicadeza. Harry también miró al cielo. Ni una nube asomaba su belleza en la inmensidad de aquel día, pero también notó una pequeña mancha café que se balanceaba de lado a lado. Al acercarse más, él divisó que esa mancha era una lechuza, al parecer con una carta. Pero también observó que la lechuza se detenía, solo para caer hacia el duro asfalto de las calles de Privet Drive. Harry corrió y, milagrosamente, logró atraparla con sus dos manos. Después de dejar el trozo de tocino en la basura, Harry, cargando a la lechuza malherida, entró a la cocina, evitando la vista de sus tíos y su primo. Rápidamente, subió a las escaleras sin que nadie lo notara, se encerró en la habitación de invitados (donde Harry dormía cuando había invitados en la casa), colocó la lechuza sobre la cama y cuidadosamente retiró la carta de su pata y comenzó a leerla:
Querido Harry:
¿Te encuentras bien?, espero que así sea. Dumbledore me pidió que te enviara ésta carta para advertirte que estás en más peligro del que estuviste en el Departamento de Misterios, ya que Voldemort sabe donde vives, así que Dumbledore piensa que no es seguro que sigas allí, por lo cual tendrás que venir a mi casa. Tal vez te preguntarás por que no te enviarían a la casa de Ron. La razón es que la casa Weasley ha sido ya detectada por mortífagos, quienes entraron a la casa ya hace unos días (No te preocupes, Ron y toda su familia se encuentran bien, gracias a tus clases de Defensa Contra Las Artes Oscuras). Para terminar, Mis padres y yo iremos por ti en dos días así que prepárate (supongo que tus tíos no provoquen ningún problema al respecto). PD: no me envíes ninguna lechuza de respuesta, ya que tal vez podría ser interceptada.
Los mejores deseos:
Hermione
Harry no podía creer lo que estaba leyendo. No podía pensar cómo los Mortífagos pudieron entrar a la casa de los Weasley y también que él y todos los demás pudieran estar en el mismo peligro. Un recuerdo llegó a su cabeza como si una flecha le hubiera atravesado el corazón: Bellatrix Lestrange arrojando a Sirius hacia el velo, del que no regresaría jamás. Tomando de nuevo la carta, notó la posdata que se encontraba en ésta. Imaginó que tal vez la lechuza de Hermione si había sido interceptada y que los Mortífagos también entrarían a casa de sus tíos y que éstos también correrían peligro. La puerta de la habitación se abrió abruptamente. Tío Vernon se encontraba postrado en la entrada seguido por Dudley. - ¡Qué haces aquí, muchacho! - dijo Tío Vernon girando la cabeza de un lado a otro. Su expresión se horrorizó al ver la lechuza sobre la cama, y a Harry sosteniendo una la carta de Hermione. Dudley soltó una pequeña risa. Harry procedió a contarle todo a Tío Vernon, desde que divisó a la lechuza herida, hasta el hecho de que los Mortífagos podrían entrar a la casa, buscando a Harry.
Harry esta mirando hacia el techo de la alacena en la casa de sus tíos en Privet Drive, pensando en solo regresar a Hogwarts, donde podía sentirse, seguro, querido, como en un hogar verdadero. Tío Vernon lo llama a desayunar tocando fuertemente a la ya desvencijada puerta que hizo que varios trozos de cemento y polvo se desprendieran de toda la reducida habitación. Harry salió para desayunar, aunque solo comiera un pan duro o las sobras de los Dursleys. - Ey, Harry, ¿quieres comer este trozo de tocino? - dijo Dudley alzando dicho tocino, tal vez para ver si Harry trataba de saltar para tomarlo. Harry asintió, dándose pequeñas palmadas en el estómago. Tía Petunia solo miraba con curiosidad, pero sin hacer nada para detener la pequeña broma de su hijo. - Pues. ¡Alcánzalo! - farfulló Dudley arrojando el tocino hacia la puerta que daba hacia el jardín, tratando de comparar a Harry con una mascota. Dudley esperó a que sus padres rieran, pero no lo hicieron, al contrario, Tía Petunia arrojó a Dudley por primera vez una mirada furtiva, tan penetrante, que Dudley ahogó un pequeño grito. Tío Vernon empezó a comer su desayuno en cuanto Tía Petunia apartó la mirada de Dudley para mirarlo a él de la misma manera. - ¡Dudley, levanta ese trozo de tocino y llévalo a la basura que esta afuera en este momento! - rugió Tía Petunia con una ira que Harry jamás había visto. - No te preocupes Tía Petunia, yo lo llevaré afuera - suspiró Harry para tratar de calmarla un poco, lo cual, dio resultado. Harry levantó el trozo de tocino, abrió la puerta del jardín y se dirigió a los botes de basura. Era un hermoso día en Privet Drive, donde sus cuadradas casas lucían más alegres con los rayos del Sol acariciando todas las ventanas con delicadeza. Harry también miró al cielo. Ni una nube asomaba su belleza en la inmensidad de aquel día, pero también notó una pequeña mancha café que se balanceaba de lado a lado. Al acercarse más, él divisó que esa mancha era una lechuza, al parecer con una carta. Pero también observó que la lechuza se detenía, solo para caer hacia el duro asfalto de las calles de Privet Drive. Harry corrió y, milagrosamente, logró atraparla con sus dos manos. Después de dejar el trozo de tocino en la basura, Harry, cargando a la lechuza malherida, entró a la cocina, evitando la vista de sus tíos y su primo. Rápidamente, subió a las escaleras sin que nadie lo notara, se encerró en la habitación de invitados (donde Harry dormía cuando había invitados en la casa), colocó la lechuza sobre la cama y cuidadosamente retiró la carta de su pata y comenzó a leerla:
Querido Harry:
¿Te encuentras bien?, espero que así sea. Dumbledore me pidió que te enviara ésta carta para advertirte que estás en más peligro del que estuviste en el Departamento de Misterios, ya que Voldemort sabe donde vives, así que Dumbledore piensa que no es seguro que sigas allí, por lo cual tendrás que venir a mi casa. Tal vez te preguntarás por que no te enviarían a la casa de Ron. La razón es que la casa Weasley ha sido ya detectada por mortífagos, quienes entraron a la casa ya hace unos días (No te preocupes, Ron y toda su familia se encuentran bien, gracias a tus clases de Defensa Contra Las Artes Oscuras). Para terminar, Mis padres y yo iremos por ti en dos días así que prepárate (supongo que tus tíos no provoquen ningún problema al respecto). PD: no me envíes ninguna lechuza de respuesta, ya que tal vez podría ser interceptada.
Los mejores deseos:
Hermione
Harry no podía creer lo que estaba leyendo. No podía pensar cómo los Mortífagos pudieron entrar a la casa de los Weasley y también que él y todos los demás pudieran estar en el mismo peligro. Un recuerdo llegó a su cabeza como si una flecha le hubiera atravesado el corazón: Bellatrix Lestrange arrojando a Sirius hacia el velo, del que no regresaría jamás. Tomando de nuevo la carta, notó la posdata que se encontraba en ésta. Imaginó que tal vez la lechuza de Hermione si había sido interceptada y que los Mortífagos también entrarían a casa de sus tíos y que éstos también correrían peligro. La puerta de la habitación se abrió abruptamente. Tío Vernon se encontraba postrado en la entrada seguido por Dudley. - ¡Qué haces aquí, muchacho! - dijo Tío Vernon girando la cabeza de un lado a otro. Su expresión se horrorizó al ver la lechuza sobre la cama, y a Harry sosteniendo una la carta de Hermione. Dudley soltó una pequeña risa. Harry procedió a contarle todo a Tío Vernon, desde que divisó a la lechuza herida, hasta el hecho de que los Mortífagos podrían entrar a la casa, buscando a Harry.
