Capítulo II
Tía Petunia apareció detrás de Dudley. Al parecer había oído toda la explicación de Harry, pero aún así su rostro no parecía horrorizado. - ¿Cuándo te irás, Harry? - dijo Tía Petunia preocupadamente. Tío Vernon y Dudley se quedaron boquiabiertos. - En dos días - contestó Harry. Tía Petunia se sentó sobre la cama y puso su mano sobre el hombro de Harry, en señal de ánimo. - No es que no te queramos, solo que es muy difícil para nosotros tener un mago en nuestra casa, es que nos daba inseguridad y por esa razón te tratábamos así - explicó Tía Petunia, observando los profundos ojos de Harry, además de su cicatriz. Segundos después, Tía Petunia se levantó y, empujando a Tío Vernon todos salieron de la habitación. - Te extrañaremos - musitó Tía Petunia al cerrar la puerta.
Al despertar, Harry notó que su desayuno estaba en el escritorio de la habitación. Esto sorprendió a Harry, pero por primera vez en Privet Drive se sentía confortado, como si Tía Petunia fuera su verdadera madre. En la cocina, Tía Petunia le lanzó una sonrisa, mientras que Tío Vernon y Dudley conversaban en voz baja, de vez en cuando girando sus cabezas para observar a su alrededor.
Harry estaba recostado sobre el césped, mirando las distintas formas de nubes que se contemplaban en el cielo. De vez en cuando observaba dragones o unicornios o simplemente veía un cachorro o una casa. Pensado, Harry cerraba sus ojos lentamente, como un suspiro del viento, hasta que quedó dormido. Rápidamente, un sueño llegó a él: Voldemort peleando con Dumbledore, solo que en el sueño, éste moría. Mirándolo, Voldemort camina hacia Harry, a quien le faltaba el aliento. Trataba de correr, pero era inútil, sus pies no se movían; era como si sus piernas fueran la continuación del piso de mármol. El Señor de la Oscuridad estaba ahora más cerca. Detrás de él, aparecen cinco mortífagos, todos apuntando a Harry con sus huesudas manos. Harry puede oír un susurro: Avada Kedabra. Repentinamente siente un gran agujero en el estómago, su cabeza da vueltas y solo oye una estrepitosa risa de ultratumba. Harry despierta abruptamente, sudando frío, sus manos temblando. Aún se encontraba en el jardín. Su cicatriz comienza a doler fuertemente, lo que lleva a colocar su mano sobre su frente. Recostándose de nuevo, la respiración de Harry comienza a calmarse de nuevo y las graciosas formas de las nubes lo calman. Comenzó a pensar: ¿y si Voldemort realmente asesinó a Dumbledore? ¿Éstos eran los últimos días de Harry? - Harry, tengo una sorpresa para ti - Tía Petunia asomó su cabeza por la ventana para llamar la atención de Harry. Entró a la casa, y lo primero que vio fue a la lechuza de Hermione ululando alegremente; estaba curada. - ¿Tu lo hiciste, Tía Petunia? - preguntó Harry asombrado. - Así es, querido - contestó. - La llevé al veterinario mientras dormías. Al parecer éste se asombró al ver a que una familia tenía una lechuza como mascota. - Gracias Tía Petunia. Hermione. - Harry guardó silencio. - ¿Hermione? - confirmó Tía Petunia. - ¿Es una de tus amigas de Hodwarst? - Si, Tía - musitó Harry. - Ella y su familia son quienes vendrán por mí mañana. - Me encantaría conocerla - comentó Tía Petunia con un tono gracioso.
Era de noche, Harry estaba dormido en la habitación de huéspedes, ya que Tía Petunia había permitido que durmiera allí, por ser su último día en Privet Drive. Un fuerte sonido se escucha en toda la casa. Harry se levanta rápidamente y, tomando su varita, abre la puerta de la habitación, pero Tío Vernon, seguido por Dudley ya se encontraban bajando las escaleras, con un bat de baseball cada uno. - ¡Esperen! - dijo Harry en voz baja. - ¡Podrían ser Mortífagos! Sin hacer caso de las advertencias de Harry, Tío Vernon y Dudley bajaron las escaleras apresuradamente. Harry decidió seguirlos. Ya abajo, Harry confirmó sus sospechas: tres Mortífagos habían irrumpido en la casa. Tío Vernon levantó el bat pero un mortífago ya le había lanzado un hechizo que lo lanzó contra mesa de la cocina, dejándolo inconsciente. Dudley trató de hacer lo mismo pero otro encapuchado, con un desconocido hechizo, lo lanzó contra la ventana, rompiéndola en mil pedazos. Harry no soportó un segundo más. - ¡STUPEFY! - lanzó un hechizo que hirió gravemente a uno de los intrusos. Harry estaba dispuesto a lanzar otro hechizo, pero, asombrado, se detuvo. Tía Petunia era rehén de uno de los mortífagos. - Si quieres volver a ver a tu querida tía, dinos donde está la Pluma de Oro - informó el mortífago que tenía presa a su tía. - ¿De qué hablas?, Yo nisiquiera sé de que estás hablando - gimió Harry. - Está bien, si no quieres cooperar con nosotros, nos llevaremos a tu tía como reemplazo por la Pluma. - ¡COLLOPORTUS! - gritó un mortífago. Un hechizo había alcanzado a Harry, lanzándolo por el aire. Lo que lo dejó inconsciente. Los mortífagos se marcharon, llevándose a Tía Petunia con ellos.
Tía Petunia apareció detrás de Dudley. Al parecer había oído toda la explicación de Harry, pero aún así su rostro no parecía horrorizado. - ¿Cuándo te irás, Harry? - dijo Tía Petunia preocupadamente. Tío Vernon y Dudley se quedaron boquiabiertos. - En dos días - contestó Harry. Tía Petunia se sentó sobre la cama y puso su mano sobre el hombro de Harry, en señal de ánimo. - No es que no te queramos, solo que es muy difícil para nosotros tener un mago en nuestra casa, es que nos daba inseguridad y por esa razón te tratábamos así - explicó Tía Petunia, observando los profundos ojos de Harry, además de su cicatriz. Segundos después, Tía Petunia se levantó y, empujando a Tío Vernon todos salieron de la habitación. - Te extrañaremos - musitó Tía Petunia al cerrar la puerta.
Al despertar, Harry notó que su desayuno estaba en el escritorio de la habitación. Esto sorprendió a Harry, pero por primera vez en Privet Drive se sentía confortado, como si Tía Petunia fuera su verdadera madre. En la cocina, Tía Petunia le lanzó una sonrisa, mientras que Tío Vernon y Dudley conversaban en voz baja, de vez en cuando girando sus cabezas para observar a su alrededor.
Harry estaba recostado sobre el césped, mirando las distintas formas de nubes que se contemplaban en el cielo. De vez en cuando observaba dragones o unicornios o simplemente veía un cachorro o una casa. Pensado, Harry cerraba sus ojos lentamente, como un suspiro del viento, hasta que quedó dormido. Rápidamente, un sueño llegó a él: Voldemort peleando con Dumbledore, solo que en el sueño, éste moría. Mirándolo, Voldemort camina hacia Harry, a quien le faltaba el aliento. Trataba de correr, pero era inútil, sus pies no se movían; era como si sus piernas fueran la continuación del piso de mármol. El Señor de la Oscuridad estaba ahora más cerca. Detrás de él, aparecen cinco mortífagos, todos apuntando a Harry con sus huesudas manos. Harry puede oír un susurro: Avada Kedabra. Repentinamente siente un gran agujero en el estómago, su cabeza da vueltas y solo oye una estrepitosa risa de ultratumba. Harry despierta abruptamente, sudando frío, sus manos temblando. Aún se encontraba en el jardín. Su cicatriz comienza a doler fuertemente, lo que lleva a colocar su mano sobre su frente. Recostándose de nuevo, la respiración de Harry comienza a calmarse de nuevo y las graciosas formas de las nubes lo calman. Comenzó a pensar: ¿y si Voldemort realmente asesinó a Dumbledore? ¿Éstos eran los últimos días de Harry? - Harry, tengo una sorpresa para ti - Tía Petunia asomó su cabeza por la ventana para llamar la atención de Harry. Entró a la casa, y lo primero que vio fue a la lechuza de Hermione ululando alegremente; estaba curada. - ¿Tu lo hiciste, Tía Petunia? - preguntó Harry asombrado. - Así es, querido - contestó. - La llevé al veterinario mientras dormías. Al parecer éste se asombró al ver a que una familia tenía una lechuza como mascota. - Gracias Tía Petunia. Hermione. - Harry guardó silencio. - ¿Hermione? - confirmó Tía Petunia. - ¿Es una de tus amigas de Hodwarst? - Si, Tía - musitó Harry. - Ella y su familia son quienes vendrán por mí mañana. - Me encantaría conocerla - comentó Tía Petunia con un tono gracioso.
Era de noche, Harry estaba dormido en la habitación de huéspedes, ya que Tía Petunia había permitido que durmiera allí, por ser su último día en Privet Drive. Un fuerte sonido se escucha en toda la casa. Harry se levanta rápidamente y, tomando su varita, abre la puerta de la habitación, pero Tío Vernon, seguido por Dudley ya se encontraban bajando las escaleras, con un bat de baseball cada uno. - ¡Esperen! - dijo Harry en voz baja. - ¡Podrían ser Mortífagos! Sin hacer caso de las advertencias de Harry, Tío Vernon y Dudley bajaron las escaleras apresuradamente. Harry decidió seguirlos. Ya abajo, Harry confirmó sus sospechas: tres Mortífagos habían irrumpido en la casa. Tío Vernon levantó el bat pero un mortífago ya le había lanzado un hechizo que lo lanzó contra mesa de la cocina, dejándolo inconsciente. Dudley trató de hacer lo mismo pero otro encapuchado, con un desconocido hechizo, lo lanzó contra la ventana, rompiéndola en mil pedazos. Harry no soportó un segundo más. - ¡STUPEFY! - lanzó un hechizo que hirió gravemente a uno de los intrusos. Harry estaba dispuesto a lanzar otro hechizo, pero, asombrado, se detuvo. Tía Petunia era rehén de uno de los mortífagos. - Si quieres volver a ver a tu querida tía, dinos donde está la Pluma de Oro - informó el mortífago que tenía presa a su tía. - ¿De qué hablas?, Yo nisiquiera sé de que estás hablando - gimió Harry. - Está bien, si no quieres cooperar con nosotros, nos llevaremos a tu tía como reemplazo por la Pluma. - ¡COLLOPORTUS! - gritó un mortífago. Un hechizo había alcanzado a Harry, lanzándolo por el aire. Lo que lo dejó inconsciente. Los mortífagos se marcharon, llevándose a Tía Petunia con ellos.
