. Capítulo Dos .

~ Che cosa conosco ~

El cielo amaneció claro y despejado, anunciando sin duda el día perfecto para ir de excursión. Daisuke fue el primero en salir de la tienda para estirar las piernas. Iori le encontró haciendo ejercicio alrededor de los restos de la fogata.

-¡Buenos díaaaas! -saludó al ver al chico. Iori contestó algo cohibido por el repentino entusiasmo del chaval.

-Buenos días. Te veo más animado -dijo.

-¿Sí? -sonrió el otro- Mejor. ¡No podía pasarme el resto de mi vida con caras largas, y menos con el plan que tenemos hoy! Fui temprano al tablón de anuncios y miré las actividades programadas. ¿Te apetece montar a caballo?

Iori parpadeó.

-¿No sería mejor esperar a ver qué opinan los demás?

-Ah, claro. Un momento.

El castaño entró en su tienda como una bala y salió momentos después prácticamente arrastrando a Ken mientras éste intentaba ponerse los pantalones. Seguidamente abrió la tienda de las chicas y tiró un zapato dentro, que fue a impactar contra la cabeza de las bellas durmientes; entró en la que quedaba y tiró del saco hasta arrastrar a Takeru afuera. Los digimons salieron por sus propios medios antes de que Daisuke pudiera intentar usarles como pelota.

-Listo. Podemos montar a caballo, hacer senderismo, piragüismo, pesca, natación, ráfting, una ginkana, jugar al fútbol o tirarnos como cursis en la hierba a buscar formas idiotas en las nubes. ¿Qué preferís?

Hubo miradas de odio intenso, miradas confundidas y miradas cansadas dirigidas hacia él. Miyako le devolvió "amorosamente" (y con asombrosa puntería) el zapato que les había lanzado, antes de proponer que esperara a que se despertasen y llenasen el estómago antes de aturdirles con tantos planes.

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Takeru se limpió los bigotes que el café le había dejado. A pesar de la inyección de cafeína, los ojos seguían picándole de sueño. Las risas de la tienda contigua habían continuado incluso después de la advertencia de Ken; eso, sumado a que su nombre había salido varias veces a colación en la conversación femenina, y que el beso de Hikari todavía le rondaba la cabeza, le habían impedido conciliar el sueño hasta bien entrada la noche.

Intentó concentrarse en el tema: el grupo se hallaba dividido en tres partes: quienes querían nadar en el lago -Iori-, quienes preferían el senderismo -Ken y Daisuke- y quienes todavía no se habían pronunciado -Hikari y Miyako.

-Yo quiero ir a nadar -declaró Takaishi cuando fue su turno. Miyako le secundó.

-Pues yo prefiero el senderismo -dijo Hikari, sorprendiendo a todos al no irse con el grupo de Takeru. Ken decidió intervenir.

-Mmm... creo que cambié de idea -se rascó la cabeza algo cortado- Yo también voy a nadar.

Miyako y Daisuke abrieron unos ojos como platos; la una por el repentino y sospechoso cambio de opinión del joven y el otro porque evidentemente lo había hecho para dejarle a solas con Hikari. Antes de que nadie pudiera quejarse, Ichijouji tomó a Takaishi, Hida e Inoue del hombro y los empujó hacia sus respectivas tiendas para recoger los bañadores, le hizo "pulgares arriba" a Daisuke, y se marchó rápidamente hacia el lago.

-¿Qué demonios...?

-¿...Fue eso?

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-¿¡Por qué te fuiste!? -alzó la voz el rubio- ¿¡No ves que se pueden perder en el bosque!?

-¿Y si voy yo no? Por Dios, Takeru, van en grupo -contestó el susodicho. Hizo una pausa, y entonces continuó- Oye, ya que tú te llevas a la chica, al menos déjales que hablen. Dai se pasó toda la noche sin decir esta boca es mía. ¿No te parece que tiene derecho?

Éste calló contrariado.

-...Pero con lo patoso que es él, fijo que se pierden.

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Llevaba tiempo observándole. Él era consciente de ello, y aun así no hacía nada. Hikari comenzó a mosquearse.

-¿Qué pasa? -preguntó por fin. Daisuke se hizo el sueco:

-¿Qué pasa con qué?

Ofendida, Yagami protestó.

-¡Contigo! No me hablas desde que nos quedamos solos. ¿Estás enfadado por algo?

Daisuke negó con la cabeza. Ella siguió preguntando hasta que finalmente el monitor del grupo anunció un alto para almorzar. Los dos chicos se sentaron en unas rocas al pie del camino para desenvolver sus bocadillos y permitir a los pequeños digimons estirar las patas.

-¡Esa mochila es muy estrecha! -maulló Nyaromon al verse liberada de su prisión. Segundos más tarde botaba por el campo en compañía de Chibimon.

La joven de pelo castaño sacudió las migas de pan que habían caído en su regazo. Luego, con mucho esmero, se alisó la camiseta y se recogió el pelo con una horquilla. El sol les daba de lleno en la espalda y comenzaba a sentir un picor en la nuca. Le pidió una gorra a Daisuke.

-No tengo -dijo éste- Pero tengo una palestina. ¿La quieres?

Hikari asintió.

-Toma -la sacó, completamente arrugada, de su mochila, provocando que una sonrisa curvara los labios de la muchacha. En el momento en que estiró la mano para dársela, ella se la cogió con ternura y dijo:

"¿Sabes que tienes unas manos muy suaves? Siempre había querido tocarlas."

Daisuke miró a la chica con ojos como platos. Dio un respingo, y apartó la mano, soprendiéndola.

-Lo siento -barbotó- pero ¿no crees que Takeru se enfadará si te ve cogiéndole la mano a otro chico?

-No veo por qué -respondió ella tranquilamente- Él no es mi novio.

Al chico se le desencajaron las mandíbulas. ¿Qué? ¿Y entonces el beso en el bus? ¿Aquello qué fue?

Hikari suspiró lánguidamente, posando una mano en la mejilla izquierda del chaval.

-Hoy en día todo es así, Daisuke. O subes rápido al tren o te quedas en tierra. Takeru lo sabe, y yo también. No hay vuelta de hoja.

Motomiya la miró incrédulo. ¿Cómo podía decir esas cosas a su edad? ¡Ni que la vida fuera algo tan fútil y vano! Furioso, alzó la vista.

-Pues yo no pienso como tú. Lo siento mucho -y apartó la mano.

-Daisuke -imploró ella-, si lo que quieres es una relación, también puedo dártela. No es que me vaya a enrollar con cualquiera que me encuentre por ahí; el de Takeru fue el primer beso que di.

El chico miró largamente a los digimons que correteaban por entre sus piernas. Finalmente habló.

-Es que no quiero una relación contigo. Ayer me di cuenta de que ya no me gustas, Hikari.

Cayó el silencio. A lo lejos, el monitor anunció la anticipada vuelta al campamento por el mal tiempo.

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Iori salió del lago completamente congelado por el agua de la montaña. Mientras se pellizcaba las mejillas tratando de devolverlas a la vida, alzó la vista a las nubes. Frunció el ceño.

-Parece que va a llover...

Dicho y hecho. Una fina llovizna, de esas que calan hasta los huesos en cuestión de segundos, se descargó sobre los campistas. Rápidamente nuestros amigos salieron del lago y comenzaron a recoger sus pertenencias desordenadamente. Takeru miró a su alrededor.

-¿Dónde está Miyako?

Ken e Iori levantaron la cabeza: era cierto, la chica aún no había salido del agua.

-¡Allí esta! -exclamó el más pequeño, señalando un punto en el lago. No a mucha distancia, una cabecita morada trataba de llegar hasta la orilla.

-¡¡Miyako!! -llamaron los tres. Ella sacó una mano del agua para saludar.

-¡Esperadme! -oyeron que respondía- ¡Se me han dormido las piernas y no las muevo muy bien!

-Será mejor que vaya a buscarla -dijo Ken, adentrándose de nuevo en el agua y saliendo con ella a caballito minutos después.

-Ya vale, Ken -se quejó ella, completamente roja- Puedo caminar yo solita.

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Cuando Daisuke, Hikari, Chibimon y Nyaromon arribaron al cámping, encontraron a los demás metidos en una de las tiendas conversando tranquilamente. Chibimon fue el primero en entrar, seguido por su compañero. Yagami, en cambio, se quedó afuera e hizo una señal a Takaishi para que la siguiera. Se metieron en la tienda de campaña más alejada, la de Ken y Daisuke. Los demás les miraron curiosos.

-¿Qué irán a hacer? -soltó Miyako. Las miradas fueron entonces al de pelo castaño rojizo.

-¿Qué? ¿Yo qué voy a saber? ¿Y tú qué haces con la sudadera de Ken? -replicó. La chica se puso como un tomate.

-Tenía frío y me la dejó, ¿algún problema?

-Sólo uno, hortaliza. Que pareces un pimiento.

-¿¡Qué me has llamado!?

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Takeru cerró la cremallera de la tienda y se sentó al lado de su amiga. Tokomon se aposentó sobre su cabeza a la expectativa.

-Me rechazó -comenzó ella sin previo aviso, la voz temblándole por momentos- Dijo que ya no le gustaba.

El rubio deseó en ese momento lanzar cohetes, pero prefirió no dejar que se notara mucho su alegría. Abrazó a la chica de modo conciliador, dándole palmaditas en la espalda.

-No te preocupes -dijo- Sabes que me tienes a mí.

Hikari acarició a su digimon en silencio, sin mirarle a la cara. Entonces separó al chico de sí misma para fijar su mirada marrón en los azules ojos, y decirle una cosa:

-Prométeme -empezó- que tú siempre me querrás.

-Lo prometo -accedió sonriendo dulcemente. A Hikari se le levantó un poco el ánimo, y hasta alcanzó a devolvérsela. Alegre ahora, se agarró al brazo de su amigo.

-Takeru, ¿quieres que seamos novios? -preguntó.

Takaishi le plantó un sonoro beso en la mejilla.

-Por supuesto que sí.

+ + +

N. de la A: Me pongo pastelosa. ^_^U Lo siento por quienes no soporten a estas parejas, yo tampoco lo hago. XD Ya cambiarán...

~Muchos besitos os mando y muchos reviews quiero a cambio~

CX - Un lazo negro por las víctimas del terrorismo.