PARA UNA ESPOSA INFIEL
Anoche me hallaba solo, solo en mi cama vacía, extrañando un calor que no sentiré mas. Anoche, hundido en mi dolor, no me quedaba mas que esperarte, como siempre, porque mi estúpida cobardía me impedía hacer otra cosa. Miraba insistentemente el reloj, que como cruel pero infalible compañía, me recordaba tu tardanza una vez mas. Sentía que me gritaba a cada segundo la verdad que a pesar de todo yo insistía en negar...
Te oí entrar a la casa, y tus pasos sobre la alfombra me golpeaban cual martillos en el alma.
Entraste a nuestra habitación. Pretendí dormir, mientras te quitabas los zapatos y buscabas tu ropa de cama. Murmuraste en mis oídos un 'hola, ¿como estás?', y esas vacías, casi forzadas palabras, se clavaron como mil agujas en mi pecho. Con la ansiedad de un condenado a muerte, y con ganas de gritarte que estaba con el corazón destrozado, me incorpore para verte, para consolarme un poco con tu semblante...
Tu rostro me parecía ajeno, casi desconocido. A pesar de ello, no se me olvida como leerlo. Sabía que ese rubor en tus mejillas, esa expresión en tus ojos, no podían mentir. Colocaste un beso frío como la porcelana en mi mejilla, me preguntaste por nuestros hijos, me diste la excusa de siempre y sin decirme nada más te encerraste en el baño. Murmuraste algo para ti misma, e instantes después te enjabonabas bajo el agua de la ducha, acaso para retirar de tu piel las caricias que pretendías ocultarme. Y yo -pobre diablo- aún me aferraba a mis esperanzas, como a la vida misma...
¡Dormiste tan tranquila anoche...! Con una sonrisa apenas esbozada en tus labios. En cambio yo... desfilaban en mi cabeza, a velocidad vertiginosa y causando cada uno un daño mayor que el anterior, todos nuestros momentos juntos...
Con todo, la vaga esperanza de que todo fuese solo una amarga pesadilla no me abandonaba... aún.
La vida nos da muchas facilidades para ocultar lo indebido, ¿cierto?, pero aún así, un pequeño error, el mas mínimo descuido, puede desatar una tormenta. Y tu error fue llevarlo a casa, el hacerlo tuyo en una habitación que era la nuestra, sin importarte en nada la historia que se encerraba en esas cuatro paredes... Y sin fijarte siquiera en un detalle: yo estaba ahí. La terrible noche pasada me hizo reportarme enfermo en el trabajo, quedándome en casa, sin querer pensar en nada...
Estabas tan absorta con él que no notaste mi presencia, y yo, demasiado anonadado para reaccionar... No era para menos: la mujer que amaba, en mi casa, en mi recámara... con él. Así era, yo podía comprobar con mis propios ojos que el emblema del amor me traicionaba... con el de la sinceridad.... La cabeza me dio vueltas; creí que moriría... Desgraciadamente no lo hice. En vez de eso, en vez de confrontar la situación, en vez de hacerlos pagar la criminal afrenta... huí cobardemente.
Mis hijos... no se que será de ellos, pero no me atrevo a investigarlo. La esposa de mi 'amigo'... la imagino igualita a mi: triste, llorosa, anhelando el cariño de su esposo, con una tonta esperanza en mente... A ratos la compadezco, a ratos me compadezco a mi mismo. ¿Que será de mi ahora? Ahora ya no me interesa.... Ahora nada me interesa. FIN –Eso creo XD-
¿Qué opinan? Triste... pobre Yamato.... Ya saben, soy muy melancólica XD... ¡¡¡DEJEN REVIEWS, ONEGAI!!!
Anoche me hallaba solo, solo en mi cama vacía, extrañando un calor que no sentiré mas. Anoche, hundido en mi dolor, no me quedaba mas que esperarte, como siempre, porque mi estúpida cobardía me impedía hacer otra cosa. Miraba insistentemente el reloj, que como cruel pero infalible compañía, me recordaba tu tardanza una vez mas. Sentía que me gritaba a cada segundo la verdad que a pesar de todo yo insistía en negar...
Te oí entrar a la casa, y tus pasos sobre la alfombra me golpeaban cual martillos en el alma.
Entraste a nuestra habitación. Pretendí dormir, mientras te quitabas los zapatos y buscabas tu ropa de cama. Murmuraste en mis oídos un 'hola, ¿como estás?', y esas vacías, casi forzadas palabras, se clavaron como mil agujas en mi pecho. Con la ansiedad de un condenado a muerte, y con ganas de gritarte que estaba con el corazón destrozado, me incorpore para verte, para consolarme un poco con tu semblante...
Tu rostro me parecía ajeno, casi desconocido. A pesar de ello, no se me olvida como leerlo. Sabía que ese rubor en tus mejillas, esa expresión en tus ojos, no podían mentir. Colocaste un beso frío como la porcelana en mi mejilla, me preguntaste por nuestros hijos, me diste la excusa de siempre y sin decirme nada más te encerraste en el baño. Murmuraste algo para ti misma, e instantes después te enjabonabas bajo el agua de la ducha, acaso para retirar de tu piel las caricias que pretendías ocultarme. Y yo -pobre diablo- aún me aferraba a mis esperanzas, como a la vida misma...
¡Dormiste tan tranquila anoche...! Con una sonrisa apenas esbozada en tus labios. En cambio yo... desfilaban en mi cabeza, a velocidad vertiginosa y causando cada uno un daño mayor que el anterior, todos nuestros momentos juntos...
Con todo, la vaga esperanza de que todo fuese solo una amarga pesadilla no me abandonaba... aún.
La vida nos da muchas facilidades para ocultar lo indebido, ¿cierto?, pero aún así, un pequeño error, el mas mínimo descuido, puede desatar una tormenta. Y tu error fue llevarlo a casa, el hacerlo tuyo en una habitación que era la nuestra, sin importarte en nada la historia que se encerraba en esas cuatro paredes... Y sin fijarte siquiera en un detalle: yo estaba ahí. La terrible noche pasada me hizo reportarme enfermo en el trabajo, quedándome en casa, sin querer pensar en nada...
Estabas tan absorta con él que no notaste mi presencia, y yo, demasiado anonadado para reaccionar... No era para menos: la mujer que amaba, en mi casa, en mi recámara... con él. Así era, yo podía comprobar con mis propios ojos que el emblema del amor me traicionaba... con el de la sinceridad.... La cabeza me dio vueltas; creí que moriría... Desgraciadamente no lo hice. En vez de eso, en vez de confrontar la situación, en vez de hacerlos pagar la criminal afrenta... huí cobardemente.
Mis hijos... no se que será de ellos, pero no me atrevo a investigarlo. La esposa de mi 'amigo'... la imagino igualita a mi: triste, llorosa, anhelando el cariño de su esposo, con una tonta esperanza en mente... A ratos la compadezco, a ratos me compadezco a mi mismo. ¿Que será de mi ahora? Ahora ya no me interesa.... Ahora nada me interesa. FIN –Eso creo XD-
¿Qué opinan? Triste... pobre Yamato.... Ya saben, soy muy melancólica XD... ¡¡¡DEJEN REVIEWS, ONEGAI!!!
