CAPITULO 9

Kaoru suspiro de nuevo, tenía ya más de una hora lavando unas ropas que Misao le dio, "que ironías que estando en Kyoto sea yo quien la atienda",  no podía creer que Misao no la recordara, y tampoco podía creer que su amiga usara esas ropas que nada tenían que ver con lo que ella era, tenía unas ganas inmensas de atacar a todos los que habitaban allí sólo que ella sola no iba a poder hacer nada de eso, necesitaba que Kenshin la encontrara y la rescatara como solía hacerlo, además, no podía evitar sentirse preocupada por ella misma más que por cualquier otra persona que estuviera en problemas ya que si cometía el mínimo error estaba segura de que su vida acabaría tan rápido como el canto fallido de un pájaro agonizante…

Justo cuando termino de lavar las ropas y se dirigía hacia la habitación de Misao para ordenarla vio como dos hombres entraban a la casa, un hombre alto y castaño y el otro hombre sonreía…¡¡Seta Soujiro estaba allí!!...pero como era posible que Seta estuviera en la base enemiga, ¿qué no él estaba del lado de ellos?, pues al parecer los traiciono, por eso ella no confiaba en él, la maldad que alguna vez Shishio le sembrara a Soujiro no había desaparecido, pobres de los que estaban en el Aoiya, se habían creído que ese joven era ahora bueno, era su deber informarles que el estaba con los malos de nuevo, ¿pero cómo?, estaba más encerrada y aprisionada que un conejo enjaulado….debía seguirlos para averiguar que era lo que estaba pasando…

Primero se fijo que Yukime los pasó al salón principal, después vio como Kyouko y Takeru avanzaban hacia aquel gran salón, fue cuando ellos entraron y cerraron la puerta que ella pudo acercarse para escuchar un poco de la conversación que estaban teniendo…

-Supongo que usted es Seta Soujiro ¿ne?

-Hai, así es.

-Bueno, mi nombre es Ike Takeru, a ella debes conocerla, es Ikari Kyouko.

-Hai.

-Seta-san, debo aclararle que estando aquí deberá obedecer mis órdenes y las de Kyouko además de las de Hiroshida.

-Supongo que con Hiroshida se refiere al jefe.

-Hai, Hiroshida Yammatto, el es nuestro líder.

-¿Y cuándo podré conocerlo?

-Mañana, hoy él ha tenido que salir y cito mañana a una reunión.

-Me parece bien.

Kaoru tan sólo respiro de nuevo y alcanzo a escuchar los pasos que se acercaban hacia donde ella estaba, sintió como alguien abría la puerta y se escondió tras un pedestal, justo en cuanto se agacho escucho la voz de Kyouko…

-Yukime, lleva Seta-san a conocer el lugar, yo acompañare a Kosuke a la puerta.

-Hai Kyouko-sama.

Tal vez fueron los escalofríos que sintió cuando pasaron junto al pedestal, o tal vez el mareo que le causo estar sin agua durante mas de tres horas lo que hizo que Kaoru se mareara y casi cayera, logró salir bien librada de todo, ahora debía encontrar la manera de saber que demonios hacía Soujiro allí.

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Sanosuke miro nuevamente a la doctora, tenía ya un rato cambiándole las vendas del brazo, un bostezo tras otro por parte de él, tan sólo trataba de soportar la manera tan dura en la que ella apretaba los vendajes, era como si le tuviera un rencor, era cierto que siempre apretaba las vendas a todos sus pacientes muy fuerte, cada vez que tenía que recurrir a la kitsune para  cambiar su vendaje era como una tortura, era como sí le tuviera un desprecio enorme o como si ella estuviera resentida por algún motivo, cosa que el jamás entendía, siempre se había llevado de la misma forma con ella, aunque todo lo de molestarla había empezado porque el se sentía atraído por ella después fue sólo una simple

costumbre, esa atracción había desaparecido con el tiempo por los constantes rechazos de ella, y para su suerte en ese tiempo el había conocido el amor, un amor que aunque fue por corto tiempo aún no lograba olvidar, y es que olvidar a la persona que te enseña lo que es de verdad el amor es muy difícil y eso era algo que el sabía muy bien, pues aunque ya había pasado tiempo el no lograba sacra de sus pensamientos a Sayo, y es que por más que lo intentaba no podía, de una forma u otra ella siempre regresaba a su mente, siempre estando allí…

-Sayo….

-¿Nani?

Sano miro la cara de la kitsune frente a él, por millonésima vez había pensado en voz alta, y eso le costó un fuerte tirón a las vendas, tanto que exclamo un  fuerte auch y casi golpea a Megumi, aunque claro, no lo hizo…

-Deberías dejar de pensar en voz alta cabeza de pollo.

-No es mi culpa, es que a veces sucede que se me escapan mis pensamientos, tú sabes, a cualquiera le pasa.

-Sí lo sé- Megumi sólo dio un suspiro dentro de ella y trato de seguir atando las vendas sin tener que tirar de ellas del disgusto que traía consigo, y aunque no lo admitiera, no era del todo de su agrado que Sanosuke mencionara a esa mujer, ¿pero qué pensaba?, a ella no le importaba lo que ese baka hiciera o dejara de hacer, lo menos que podía hacer era no molestarlo con comentarios groseros, o mejor no hacía nada, ¿por qué tendría ella que ser considerada con él?, tan sólo se dedicaría a continuar vendando.

-¿Daijobu ka kitsune?

-Hai, ¿qué te hace pensar que no?

-Que estas frunciendo el ceño, tu sabes cómo esas mujeres que se enfadan por todo.

-Yo no estoy haciendo eso, es sólo que…bueno pensé que tal vez no….creí haberte escuchado decir el nombre de alguien y pues simplemente no supe que nombre era.

-Sayo, dije Sayo.

-Ah, pues gracias por aclararme eso-Dio un tirón fuerte a las vendas y miro el brazo de Sanosuke, no deseaba verle los ojos y no sabía porque.

-Au, ten cuidado kitsune.

-Lo estoy teniendo.

-A veces creo que lo que te hace falta zorrita es un esposo.

-¡¿Nani?!,¡repíteme lo que acabas de decir Sagara Sanosuke!

-Vamos Megumi, ¿es que acaso tú nunca te has enamorado?, la gente que ama no es tan malhumorada.

-¿Y tú cómo sabes que nunca me he enamorado?, además, no soy malhumorada y si me enamoré o no eso no es tu problema.

-¿Ves a lo que me refiero?, ya estas molesta.

-Cállate cabeza de pollo, como si tú supieras lo que es enamorarse.

-Lo sé Megumi, y creeme que fue lo mejor que pudo pasarme.

-¿Sou?-Megumi intento calmar la ira que dentro de ella había, ni siquiera sabía porque estaba a punto de llorar y gritar, era algo sin importancia- así que eso te convierte en un experto en cosas del corazón.

-¿Alguna vez has sentido que tu corazón se acelera con sólo estar cerca de esa persona?, ¿has sentido lo bien que se siente cuando te habla?, dime, ¿alguna vez te ha pasado?

-Terminé- Megumi terminó de vendarlo y sólo se paro y dio media vuelta, mientras unas lágrimas resbalaban por sus mejillas, le dolía saber que ese amor del que el luchador hablaba no era ella, le dolía tanto cómo saber que él no tenía ni idea de lo que la lastimaba con esas palabras, sería mejor que lo odiara, eso era lo mejor, ni siquiera tenerle ninguna compasión, después de todo, antes había ignorado esos sentimientos, podía hacerlo ahora también.

-Yo lo he sentido, y es la cosa más linda, aunque es horrible perder a ese ser amado y saber que nunca estará contigo nunca más.

-¿Y se puede saber por qué me dices todo esto a mí?

-No lo sé, necesitaba decírselo a alguien y tú estabas aquí.

-Eres el ser que más odio en este planeta, y sé que tu tampoco me soportas, así que no le veo ningún sentido a esta plática que no lleva a ningún lado.

-Si no lleva a ningún lado entonces porqué estás llorando.

-No estoy llorando, es sólo que me arde mucho la vista.

-Sabes de lo que hablo ¿ne?-Sanosuke dio unos pasos y alcanzó a la doctora, la sujeto por ambos brazos y miro sus ojos, era hora de que olvidará ese amor que se fue, y regresará con aquel capricho, para ver nada más que tan terco era- y sabes todo eso porque te ocurrió con alguien que aún quieres, ¿no es verdad?

-Suéltame, tengo cosas que hacer.

-Primero contéstame.

-¡Qué me sueltes te digo!, ¡ahou suéltame ya!

-No hasta que respondas

-Ya te dije que no es de tu incumbencia.

-Responde.

-¡Suéltame!

-Sé cuál es la respuesta, y lo sé por todas esas lágrimas que caen de tu rostro, no sabes mentir kitsune, no sabes.

Sanosuke se acercó más a la doctora, la rodeo con sus brazos y limpio todas las lágrimas que cubrían sus mejillas, es cierto que aún pensaba en aquella mujer que falleció en sus brazos, pero era tiempo de volver a pensar en aquella que era más necia que él, lentamente acercó sus labios a los de ella y la beso, pudo sentir cómo ella correspondía el beso, de un momento a otro ya no estaban parados junto a la puerta, ahora él estaba tumbándola en el futon mientras ella lo miraba asombrada, justo antes de que el se tumbara sobre ella sintió un golpe justo en la entrepierna, una furiosa Megumi lo golpeo y se paro, tan sólo la observo safarse y casi correr hasta la puerta, mientras le gritaba..

-¡No me vuelvas a poner una mano encima Sagara, te odio!

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Aoshi continuo caminando por la avenida principal de Kyoto, giro en una esquina y cruzó el puente del arroyo Shirakawa, siguió el arroyo y se detuvo cuando llego a una pequeña casita, estaba muy deteriorada y había muchas malas hierbas afuera, al parecer en esa casita ya no vivía nadie, Aoshi entró y dejo la puerta ligeramente abierta, de manera que entrara la luz, pues aquella casa estaba oscura, dentro había un montón de cosas viejas, desde ropas y zapatos como armamentos de cualquier tipo, esa vieja casita era más bien cómo una vieja bodega, él siguió caminando por un pequeño pasillo hasta que llego a un cuarto grande, la luz de la puerta no alcanzaba a iluminar aquí, así que Aoshi regreso y encendió un viejo candil que estaba junto a la puerta y con el se alusó y entró al cuarto, allí había un montón de cajas, unas de ellas decían nombres y fechas, se condujo a un estante pequeño que estaba allí y noto que las cajas de ese estante estaban tiradas en el piso, las cosas estaban regadas por todos lados, como si alguien hubiera saqueado el lugar, pero entre todas las cosas que había allí tiradas encontró justo lo que quería, tomó un par de abanicos y también un viejo diario que estaba allí tirado con las inscripciones MM….Observó todo por un momento, justo cómo si alguien lo hubiera planeado encontró algo en uno de los estantes de mayor tamaño, una muñeca vieja perfectamente arreglada, con dos peinetas muy singulares, es decir, eran peinetas viejas también, pero tenían grabaciones, se acerco para verlas mejor y lo que tenían inscrito lo dejaron sin habla, una de ellas decía Kat-chan y la otra tenía inscrita una fecha de hace 30 años, 25-nov HK, le tomo tiempo pero pudo quitarle las peinetas a la muñeca, y después esa muñeca vino a su cabeza…esa muñeca era de su vieja amiga Katsumi, y esas dos peinetas eran de ella, ¿pero cómo?, ella y su hermano habían desaparecido justo el día que nació Misao, cuando fueron atacados por sorpresa por los traidores….¿sería posible que quienes los hubieran atacado fueran esos traidores otra vez?....

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Notas de la autora:

Este capítulo sale un poco de lo que es en sí a la historia, pero es para dar un ambiente un poco más distinto, ustedes saben, un ambiente un poco distinto…

Y para entrar un poco en lo siguiente dejenme decirles que Kaoru ideara un pequeño plan de escape, y al Aoiya llegara una mujer herida….

Comentarios, sugerencias, quejas??.........manden un review….

Matta ne minna……………….