Excursión a "the Quibbler"

por: Alvaro Sanchez

III: Noche Lunática

No tuvo ánimos para preguntar a Luna de nuevo por el sueño, y

la impresión de la transformación del señor Lovegood lo había puesto

algo nervioso.

Pasaron, tal vez, unos tres minutos desde que el padre de Luna

volvió de transformarse, cuando Alastor Moody entró en la sala.

- Harry, ¿estás bien?

- El señor Lovegood los espantó -respondió Harry.

- Y no solo a ellos- respondió Moody-. Señor, ¿está registrado en el

ministerio?

- No, claro que ahora me harán problemas, pero no puede negar que

proteger a Harry era más importante, ¿no? -dijo el señor Lovegood,

resignado.

- ¿Como puede estar tan seguro que era a Potter a quien querían? -

preguntó suspicazmente Moody.

- ¿A quién más? -dijo molesto el señor Lovegood- Ellos tienen espías

por todas partes, y lo menos que me correspondía era proteger a mi hija

y su...

El señor Lovegood estuvo a punto de decir algo, pero miró a

Luna, que permanecía seria, pero que de pronto abrió ligeramente los

ojos, y calló de golpe.

- Tendré la precaución de rondar el lugar por ahora -murmuró Moody, y

se despidió de todos con el sombrero.

Harry estuvo una media hora con el editor de "The Quibbler", y

con Luna. Hablaron poco al principio, y era evidente que el señor

Lovegood tenía unas cuantas cosas prohibidas (por él mismo) como temas

de conversación, pero en unos minutos empezaron a hablar animadamente,

evitando interrogar demasiado a Harry.

- Así que los animales estos son casi inofensivos -dijo satisfecho el

señor Lovegood, después de relatar animadamente su encuentro con los

Snorkack de cuerno rizado. A Harry la historia no le terminaba de

convencer, y dudaba todavía de la existencia de estos seres, hasta que

Luna comentó que eran unos seres muy tiernos. Entonces Harry creyó

todo, en lo que, según él, era el acto más increible de

"idiotizamiento" ¿Como podía llegar a estar así en tan poco tiempo?

- Me tengo que ir... -dijo apenado Harry unos minutos después, y el

señor Lovegood se incorporó y fué a un estante un poco empolvado.

- Tengan, chicos -dijo, y les entregó unos cuantos knuts- vayan a

comprarse unos helados.

Harry salió nervioso, y, después de un momento, un silencio

espectral se había cerrado encima de él y Luna. Habían salido de la

editorial de la revista, y ahora estaban en el mágico pasillo que Harry

había visto en sueños. Extrañamente para Harry, ya no oía más el

alboroto de las hinchadas, ni los monótonos comentarios de las

celebridades, solo el sonido de su respiración... y la de ella.

- Harry... ¿ya tienes tus útiles? -dijo, algo nerviosa, Luna.

- La verdad... creo que todavía no me han enviado la lista de útiles de

Hogwarts, ¿a ti?

Luna calló y Harry supuso que a ella tampoco, ¿estaba haciendo

un intento de hablar de lo que sea?

- Tengo algo para tí -dijo Harry, y sacó las orquídeas rosadas que la

señora Diggle de dió.

- ¡Vaya! ¿cual es su uso mágico? -dijo Luna.

- No lo sé -admitió Harry de pronto terriblemente ruborizado.

"Te gusta esa loca díselo de una vez"

Harry de pronto volteó a ver a todos lados, pero nadie más

parecía haberse dado cuenta y la voz desapareció retumbando

dolorosamente en su mente.

- Harry... ¿oíste... eso? -dijo Luna.

- ¿La voz? -dijo Harry, aterrado.

- Si... -dijo Luna, extrañamente avergonzada.

- ¿Como? -Harry retrocedió aterrorizado.

Luna tartamudeó un poco, y de pronto, calló. Largos minutos de

silencio, mientras ambos se sentían desgraciados, confundidos, pero, a

la vez, cómplices.

- Luna, tu... -Harry no pudo decirlo, tal vez porque lo consideraba

demasiado pronto, ni siquiera parecía él mismo convencido de lo que

sentía- Vamos a tomar el helado de una vez...

Ambos descendieron silenciosamente. Salieron al luminoso

callejón Diagon, y desearon no haber salido: muchos, muchos magos

estaban vigilando en la puerta. Un par de personas, que reconocieron

como reporteros del periódico mágico, El Profeta, encabezaban un

numeroso grupo que se les agolpó gritando.

- Señor Potter, ¿cuales son sus impresiones de este ataque?

- Señor Potter, ¿cree usted esta una tentativa mayor?

- Hey, Potter, ¿es cierto que ese animago es tu suegro?

Harry, que esquivaba las miradas de los reporteros y curiosos,

de pronto levantó la vista con violencia, y, al principio, no pudo

reconocer quién pudo haber dicho eso, pero un rostro le resultaba

horriblemente familiar en esa muchedumbre: Draco.

- Hey, "Señor Potter" -dijo Draco, con su acostumbrado tono de

desprecio, y arrastrando las palabras- veo que ahora siempre andas

acompañado de tu grupo de guardaespaldas... -dijo, señalando con la

mirada a Moody y Snape, que permanecían parados unas casas más allá-

y... ¿es esto una cita? -se puso a reír fríamente.

- Joven Malfoy, ¿seguirá estudiando en el colegio Hogwarts? -dijo un

reportero, que no desaprovechó la aportunidad.

- En realidad, preferiría irme a Beauxbatons, Durmstrang o a... ¿Como

se llamaba?, bueno, no importa, usted sabe, porque los niños son muy

crueles, y deben creer que mi padre es parte de las huestes de

El-que-no-debe-ser-nombrado y todo eso... -dijo, Malfoy, con tonos de

estar acostumbrado a dar una declaración para los medios.

- ¿Y no es así? -dijo, algo irritado, un mago alto que observaba desde

la izquierda de Harry.

- Por supuesto que no -dijo Draco, fingiendo una seria ofensa-. Si mi

padre estaba ese día fué para defender a estos ilusos que fueron a caer

en la trampa de El-que-no-debe-ser-nombrado... -los ojos le chispearon

malignamente.

- Joven Potter... ¿es ella su novia? -dijo sonriendo con picardía una

reportera joven.

- Es mi compañera, y una muy buena amiga mía -dijo Harry.

- Tiene todavía a la joven Granger en el corazón -empezó a susurrar

alguien detrás- ¿vinieron juntos? -preguntó de pronto.

Harry volteó, y vió a una bruja pequeña y estrafalaria.

Sostenía un viejo maletín de cuero horizontalmente delante suyo, y,

encima, una pluma vuelapluma escribía ansiosamente todas las preguntas

que se habían hecho hasta ese momento.

- De hecho no -dijo Harry, sintiendo que la sangre le empezaba a

calentar la frente-, pero vine hoy a invitarla a salir, y creo que se

nos hace tarde, buenos días -cortó firmemente Harry.

Luna, que la mayoría del incidente se la había pasado agachada

y con la mirada perdida en el suelo, se sonrojaba de vez en cuando, y

no pudo reprimir una abierta, pero corta, sonrisa. Harry la tomó de la

mano con firmeza, y ambos se alejaron, sujetándose mutuamente.

- Luna, te quiero -dijo Harry de improviso. Aunque la voz se le quebró

momentáneamente, luego continuó-, desde que te conocí supe que teníamos

mucho en común, y luego tu ternura... me deshizo... -dijo Harry,

apretando un poco la mano de Luna.

- Las cosas están peor cada día ¿verdad? -respondió Luna.

Luna intentó conservar cierto misterio mientras Harry la miraba

con los ojos brillando. Luna le devolvió la mirada, y ambos se besaron

sin siquiera haberse dado cuenta.

- ¿Harry? -dijo una voz.

Sin que se dieran cuenta, ambos habían llegado al callejón

Knockturn, donde Hagrid observaba asombrado a los dos adolescentes.

- Ustedes... deberían cuidarse, después de este ataque yo estaría

aterrado, y los veo... ¿que hacen en el callejón Knockturn, de todas

maneras? -dijo Hagrid, algo confundido.

- ¿Qué haces tú en el callejón Knockturn? -dijo Harry para desviar la

atención de Hagrid.

- Misión especial para la Orden -dijo Hagrid, como si esas palabras

fueran mágicas-. Bueno... parece que estaban un poco... ocupados...

debo irme...

- ¿Por qué huye él de todas maneras? -dijo Luna, mientras lo veía

escabullirse entre la multitud-. Nosotros somos los que fuimos

sorprendidos, ¿no?

- Eh... -Harry no esperaba un comentario así de sincero, pero le

preocupaba ver a Hagrid en una "misión especial para la Orden" de la

que él no había sido informado. Y es que, desde esa memorable noche en

la que su padrino le dejó enterarse de los asuntos de la Orden del

Fénix, se mantenía por lo menos con una básica idea de lo que hacía

esta, compartiéndola luego con los chicos. Pero Hagrid no parecía

recordarlo, pues fue muy cortante, ¿Lo había usado como excusa? Hagrid

normalmente le hubiera dicho algo a Harry sobre Luna. ¿O no? Harry no

podía recordar haber estado en una situación así antes ante Hagrid-

Luna... -dijo Harry después de pensar bastante.

- Empezaba a pensar que te habías vuelto mudo -bromeó Luna- . ¿Has

notado que Hagrid no suele comportarse así?

- ¿Tu también lo has notado?

- Deberíamos seguirlo -dijo Luna, agarrando a Harry de la mano. En

Harry toda la inseguridad desapareció, y supo que Luna lo gustaba

porque era ella.

Corrieron entre la gente, que no dejaba de murmurar sobre Harry

y su "amiguita", pero ambos intentaban no perder a Hagrid, que solo por

su tamaño aún no se les había perdido de vista. Después de pasar cerca

de la tienda de los gemelos Weasley, ambos oyeron una voz conocida.

- No les molesten, luego les explico- dijo la voz esforzadamente, y

Harry imaginó que estaba tironeandod e alguien. Era Ron.

Voltearon a ver, pero no encontraron a nadie, y cuando

voltearon de nuevo, Hagrid había desaparecido. Ambos estuvieron un

momento mirando por todos lados, entonces Harry tomó aire.

- Luna -dijo Harry, recordando de improviso- ¿qué soñaste?

- Te soñé -dijo Luna, y se le quedó mirando, mientras recuperaba el

aliento. Harry le acarició la frente, y ella le sonrió algo agitada-.

Yo estaba en un aula en Hogwarts, o algo parecido -continuó-. Desperté

allí, y el aula entera estaba vacía, pero le llegaba el sol, y se veía

preciosa. Me fuí a la ventana, y el lago se veía como la vez que lo ví

en primavera. Ahí estaba, y llegaste tu, conversamos un rato, y de

pronto... te sentí -con esta frase Luna acabó el relato, y Harry se

quedó muy pensativo. Ambos se fueron a sentar en unas gradas viejas,

justo en medio del largo recorrido del callejón.

- ¿Por qué soñaríamos lo mismo? ¿Es posible? -dijo Harry, tomando las

manos de Luna.

- Eres muy cariñoso -le dijo Luna sonriendo con el ceño fruncido-. No

sé. No sé por qué podríamos soñar lo mismo, pero creo que deberíamos

decírselo a alguien que sepa de magia.

- Hacen una bonita pareja -dijo alguien, y la voz se extinguió mientras

ellos miraban a la gente que pasaba, algunos mirándolos. Luego de un

rato reapareció en medio de la multitud Neville, que luchaba por

pasar-. Hola- dijo, plantándose delante de ellos.

- Neville, ¿has visto a Hagrid por ahí? -dijo Harry.

- Si, bueno, no, lo que pasa es que le ví, pero no tuve tiempo de

hablarle, y en realidad empiezo a pensar que no fué él, por que pasó

corriendo y empujando a la gente, como si escapara de alguien.

- Harry, Luna -los interrumpió una voz. Voltearon, y no se extrañaron

al ver a Cho acercándose con algunas chicas de Ravenclaw.

- Cho, ¿has visto a Hagrid? -le preguntó Luna. Harry no tenía ánimos,

no tanto porque siguiera sintiendo algo por Cho, sino por que de súbito

se había acordado del episodio con ella en Hogsmeade, y se sintió

irritado.

- Creo que era él... aunque nunca ví que lanzara a una persona de un

manotazo a un costado... -dijo Cho, mirando pensativamente a la pareja,

y Luna instintivamente le apretó la mano a Harry, que la soltó, y pasó

su brazo por su espalda, y, tomándola de la cintura, apoyó la cabeza en

su hombro. Ninguno supo por qué, y Harry no estaba seguro.

- ¿Ustedes estan saliendo? -dijo una chica detrás de Cho.

- Hoy ella ha aceptado ser mi novia -dijo Harry, sintiendo las orejas

calientes, pero con una sonrisa de franca felicidad.

- Ah, Harry, Luna... -dijo Hermione, llegando con Ron y Ginny a cerrar

el grupo.

- ¿Lo lograste Harry? -dijo Ron, intentando sonreír.

- En realidad lo logré yo -dijo Luna.

Ambos rieron apenas notando que nadie más lo hacía.

Ginny había estado jugando un tonto jueguito, o eso pensó ella.

"Casi" se había olvidado de lo que sentía por él, pero él mismo hacía

las cosas difíciles para ella, comportándose como se comportaría el

chico ideal de Ginny. Los veía tan felices, y de cierta manera se

sentía consolada en el hecho de que algo del sufrimiento de Harry se

haya mitigado. Sin embargo a la vez se sentía algo triste, por que

siempre, en secreto, había soñado ser ella la que pudiera ser el mundo

de Harry.

Cho se quedó pensando en Harry todo el verano, y había pensado

tomarse las cosas con él con calma, al fin y al cabo, pensaba, nadie

más que esa "chiquita" Gryffindor andaba detrás de él, y no parecía

interesado en otra chica. ¿Cuando, se preguntaba, empezó esto entre

Harry y Luna? No recordaba haber visto un signo de atracción entre

ellos nunca... Se sintió de pronto celosa, y un montón de calificativos

le pasaban sin querer por la mente, mientras miraba de arriba a abajo a

Luna una y otra vez, primero con discimulo, y, después de un rato, con

tristeza. No era para siempre, se dijo, aunque eso no la consolaba.

Neville se había hecho amigo de Luna, y, no supo como, pero la

"peculiaridad", como le gustaba decir, de Luna lo había conquistado, y

no se explicaba por qué. Sea porque lo ayudó tantas veces, mientras que

nadie más parecía tenerle siquiera compasión, o por que ella parecía

sufrir tanto peor que Neville mucho más valientemente, o por que ella

solía reírse de cosas que a nadie más le hacían gracia, como sonreír y

echarse en el césped, enfrentando una tormenta justo enfrente. Y

Neville solo supo patear una piedra cerca de él, y guardarse todo ahí,

donde había guardado todo por años y de donde, esperaba, nunca saliera.

A Hermione no le gustaba Harry, y solo había pensado en él como

un hombre cuando estaban en el segundo curso, y ellos dejaban de ser

niños. Le admiraba el valor, todavía lo hacía, pero era un chico que se

enfurruñaba y se ponía terco con facilidad, y eso nunca le gustó. Pero

no era por eso que estaba pensativa. Pensaba en Ron, y se sentía

apenada. Le atraía físicamente, y era buen amigo, más unido a ella que

Harry, aunque eso no era responsabilidad de ninguno de los tres, porque

pasó mientras ellos eran prefectos, mientras Harry estaba atormentado y

acosado. Pero Ron era... chico. Ella sentía que no le pudiera

corresponder, y más porque hace un tiempo le gustaba. Y si tuviera que

echar la culpa a algún día en particular, fué la Fiesta de Gala en

cuarto curso. Él era muy inmaduro, y enfermizamente celoso, o eso le

pareció a ella, y ese día su atracción por él se extinguió. Se

extinguió sabiendo cuanto la quería él, y dejó que pasara, esperando

poder hacer de ese cariño parte de su amistad.

Ron era, quizas, el más desgraciado. Hermione lo había

rechazado, y solo por quererla demasiado, pensó. Sentía envidia por

Harry, y quería golpear a alguien. Los demás pensamientos se ahogaban

en su impotencia y su furia, y solo observaba con el ceño algo

fruncido, los párpados algo hinchados, como si hubiese llorado. Pero no

había llorado, no delante de todos, ya lo haría cuando pudiese.

- Chicos, ese no era Hagrid -dijo Hermione, después de oír las

versiones de los que la habían visto- o está metido en algo raro...

deberíamos investigar.

- Pienso igual, y Harry y yo ya estabamos detrás de él cuando le

perdimos y ustedes aparecieron -dijo Luna.

- Ok, entonces... ¿qué vamos a hacer? -dijo, algo irritada, Cho- No

tenemos idea de qué podía estar haciendo, con qué intenciones, ni hacia

donde se ha ido ¿Como podemos averiguar?

- Pienso igual -dijo Neville-. Inclusive si quisiera ayudarlos... mi

abuela me espera, y creo que dentro de un rato ya tendremos que irnos,

lamento dejarlos.

- Bueno, eso nos deja a nosotros cinco -dijo Ron-; tendremos que...

- Ron, papá va a recogernos ya -dijo Ginny-. Creo que por ahora solo

tendremos que suponer, porque a Harry también se le está acabando el

tiempo...

- He de quedarme -dijo Harry, con el ceño fruncido.

- Dudo que media docena de Aurores dejen que te quedes -dijo Ron,

mirando con miedo la resolución en los ojos de Harry.

- Todavía queda una esperanza -dijo Hermione.

- ¿Qué? -dijo Ron, mirándola desesperado, y es que, si Hermione le

apoyaba, Harry casi siempre se salía con la suya.

- Han dicho que soñaron igual, ¿verdad?

- Si -respondieron Harry y Luna a la vez.

- Bueno, esa es seña de que, o uno de ustedes conoce de telepatía, o

ambos fueron llamados por otra persona -dijo Hermione, mirando a la

pareja alternativamente.

- ¿Telepatía? -dijo, sonriendo sarcásticamente Cho.

- Así es, y no toda la gente es susceptible a ella -dijo Hermione- es

casi el mismo caso de los thestrall.

- ¿Casi?

- Si. Verás, para poder ver a un thestrall debes haber vivido una

experiencia cercana a la muerte, pero para la telepatía además

necesitas que esa experiencia haya sido tuya y...

- Casi todos hemos tenido momentos difíciles en los que hemos estado

cerca de morir, por lo menos un poco -insistió Cho.

- Si, pero no todos hemos sido amenazados por otra persona, ¿o si? Esa

es la condicionante. Debes haber sobrevivido a un intento de homicidio,

en pocas palabras.

- Oh...

- Mucha gente se hace hábil para la telepatía estos días, y, a veces,

esa gente termina muerta en el segundo o tercer encuentro -dijo Luna.

- Si... bueno, no he terminado de leer sobre telepatía, tan solo

comencé a leer ayer sobre ese caso, pero he estado leyendo sobre cosas

a las que uno puede acceder ante las amenazas de muerte -dijo Hermione.

- ¡Claro! -dijo una de las chicas de Ravenclaw a Cho- ellos fueron los

que se fueron al ministerio ese día, ¿verdad?

- ¿Como qué cosas, Hermione? -dijo Neville, y le atemorizaba algo poder

ver y hacer cosas que otros no.

- Telepatía, clarividencia, poder...

- ¡Un momento! -dijo Neville, y sacó una agenda mágica que le habían

comprado- Clarividencia... sigue, por favor.

- Si, poder levantar cenizas alrededor de uno, y se adquiere facilidad

en los hechizos y las pociones que utilizan huesos o cenizas de estos.

- Debemos irnos ya -dijo George, apareciendo de improviso. Observó a

Harry un instante y una sonrisa traviesa se le atravesó- Harry, veo que

has conseguido cita.

- Es mi novia, George.

- Bueno, ella puede venir con nosotros hasta el caldero- dijo Fred,

apareciendo al lado de George.

Se despidieron de las amigas de Cho, y el resto siguió

silenciosamente a los gemelos.

- Chicos, esta noche podríamos reunirnos, ¿verdad?- dijo Harry.

- No creo que nos sirva reunirnos en Londres, además, no sabemos si

Hagrid, o quien haya sido, sigue aquí, podría estar ya en Hogsmeade o

Hogwarts... -dijo Cho.

- Cierto, pero deberíamos por lo menos trazar un plan, y hacerlo por

correo de lechuzas es peligroso- dijo Ron, ya resignado a seguir los

planes de sus amigos.

- OK, ¿Donde, entonces? -dijo, algo impaciente, Cho.

- En el sótano de Ollivander -dijo, recordando, Harry-. Ahí estaremos

seguros, hay una vieja chimenea ahí.

- ¿No van a estar las redes flu vigiladas? -preguntó Neville.

- La Orden dijo tenerlo todo cubierto hoy -dijo Harry.

- Debo irme -dijo Cho- ¿A qué hora?

- A las 11 -dijo Hermione.

- Me voy -dijo Neville, y se despidió de todos.

Mientras veía alejarse a sus amigos, Neville abrió su agenda,

buscó la fecha del día, y anotó: "11 de la noche: Noche Lunática". La

agenda se le perdería antes de entrar al colegio.

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Bueno, un nuevo record en cuanto tardanza, en lo que a mí respecta, y

no estoy orgulloso de ello. Estoy ocupado,no puedo avanzar en mis

escritos. Este día ha sido una bendición, además se me ha iluminado.

Espero que les guste este capítulo, y posteen por favor.

Bueno, si hay criticas o regañadas más fuertes, pueden escribir a mi

correo, ¿no?

El siguiente capítulo titulará: "La materia del sueño".

Alssus the Unmaker