Tomoyo Daidouji terminó su taza de chocolate sin dejar de mirar por la gran
ventana del Comedor Ejecutivo. Frente a ella, su primo Xiao Lang
jugueteaba con una tostada, sumido en sus pensamientos y al lado de
ambos, el tercer Capitán de las Legiones de Elite, Yukito Tsukishiro, los
miraba con expresión curiosa, mientras terminaba su tercer plato de
panqueques.
Al fin, el joven de ojos y cabello castaño terminó por impacientarse y miró a su prima.
-¿Es que no piensas hablarme en todo el día, Tomoyo?- Indagó con seriedad.
La joven de ojos amatistas lo observó con el mismo gesto. Un momento después le sonrió sinceramente.
-No estoy enojada contigo Shaoran- El apelativo tranquilizó al muchacho. Él sólo permitía a tres personas llamarlo de esa manera, y Tomoyo sólo lo llamaba con su nombre en mandarin cuando estaba enojada con él.
-Entonces ¿Por qué estás tan seria?- Inquirió esta vez.
-Tengo la cabeza llena de cosas. Me preocupa la decisión del Consejo, sabes perfectamente que para mí, iniciar otra guerra, sería algo horrible y equivocado- Inició Tomoyo con gesto desalentado.
-Y el hecho de que tendrás que enfrentarte a tu padre, tiene mucho que ver en esto ¿cierto?- El joven dejó a un lado su semblante usual de seriedad y dibujó una mueca de tierna preocupación por la mujercita que tenía enfrente, y a la que consideraba como una hermana.
Tsukishiro encerró en su mano la de su prometida, transmitiéndole todo su apoyo y amor. Y Tomoyo le sonrió a ambos jóvenes, queriendo aligerarles la preocupación por ella.
-Mi padre no es precisamente lo que más me preocupa. Él sabe que no he estado de acuerdo con su política y que siempre estaremos enfrentados mientras siga por ese rumbo- Pero su tono, que pretendía ser casual, no convenció a los Capitanes.
-En fin, hoy nos espera mucho trabajo- Concluyó la amatista, revisando algunos papeles. Sus compañeros le miraron medio sorprendidos, medio acostumbrados. Y empezaron a prepararse para las labores del día.
Tomoyo se levantó aún estudiando algunos escritos. Su mirada nostálgica se volvió de repente maliciosa, y miró a su primo con inocencia.
-Hummmmmm........¿Sabes que recibiremos a dos sargentos de los escuadrones de batalla?-
-¿En serio? ¿A que se debe?- Preguntó este.
-Ambos sargentos han sobresalido en el primer y tercer escuadrón de la Legión de Batalla Ikuhma. Así que el Coronel Hotaro ha decidido promoverlos a una Legión de Elite- Tomoyo inició un suspiro dramático que provocó una mirada extrañada en sus acompañantes.
-¿Qué sucede Tomoyo-chan?- Esta vez, fue Yukito quien le preguntó, mientras se acomodaba los anteojos.
-Que es una pena que Shaoran tenga la Legión a su cargo completa, Yuki- Contestó con voz misteriosa la aludida.
-¿Qué es exactamente lo que quieres decir Tomoyo?- Esta vez Xiao Lang había vuelto a su tono serio.
-¡OH! ¿Yo? Nada en particular, querido primo. Tan sólo que pensé te interesaría saber que uno de los dos sargentos promovidos se llama Sakura Kinomoto- Y sin añadir algo, la joven tomó de la mano a su prometido y se alejó con una enorme sonrisa; sabiendo que dejaba atrás a un sonrojadísimo Xiao Lang Lee.
Sakura y Eriol se encontraban de pie en el corredor que los llevaría a la oficina del Capitán Tomoyo Daidouji.
Sakura trataba de leer en el rostro de su amigo alguna expresión, pero era una tarea sin sentido.
Eriol se había encerrado en un mutismo extraño, que le recordaba a Sakura cuando ambos eran niños y asistían a la escuela.
Kinomoto recordaba perfectamente como todos los compañeros del Instituto le tenían al joven cierto respeto y admiración.
Eriol siempre fue la persona más inteligente que Sakura hubiera conocido. Y esa inteligencia excepcional lo llevaba a comportamientos extremos.
Primero solía ser callado y reservado. Totalmente introvertido. Excepto con ella, porque se conocían desde bebes, ya que eran vecinos y el carácter dulce e inocente de la joven, había ganado la confianza del pequeño genio.
Y después, cuando Eriol ingresó al séptimo grado, se convirtió en una pesadilla opuesta a su acostumbrado carácter.
Solía molestar a los profesores al saber mas que ellos, y le gustaba hacer quedar en ridículo a todo aquel que lo molestara, así fuera de forma mínima, teniendo todo un repertorio de bromas y respuestas ingeniosas para cumplir tal fin.
Después, cuando entraron en la academia militar, Eriol había cambiado un poco. Pasó el examen con las puntuaciones más altas de la historia, y fue dedicado en sus estudios, porque realmente deseaba convertirse en el mejor piloto.
Sakura lo alcanzó al poco tiempo, porque tenía un don increíble para manejar las naves. Así que ambos, sobresalieron rápidamente entre todos sus compañeros.
Claro que Eriol aún solía molestar a los profesores que consideraba mediocres. Pero su carácter se había vuelto misterioso y alegre. Eso, aunado a su hermoso rostro y a un físico increíble, lo había convertido en el piloto mas codiciado de la Academia y de todos los escuadrones. Sin contar a los dos Capitanes de las Legiones de Elite.
La castaña suspiró. Claro que uno de esos dos capitanes acababa de comprometerse con una de las jóvenes mas admiradas del planeta. Sakura sonrió de lado. Aquel compromiso les había caído como una desagradable sorpresa a ambos amigos.
Ella recordaba el día que Eriol conoció a Miss Daidouji.
Era un día de clases normal, con la salvedad de que tendrían una conferencia ofrecida por ciertos oficiales del Alto Mando.
Eriol había bostezado con aburrimiento al leer la lista de ponentes, y durante las tres primeras pláticas, se había mostrado desatento y juguetón con una de sus compañeras, que ruborizada, atendía con total interés al muchacho.
Pero todo cambio cuando presentaron la cuarta ponencia, y se escuchó, en vez de las cansadas voces de los veteranos Coroneles, la educada y dulce de una jovencita.
Sakura había estado poniendo atención desde el principio, ya que ella no tenia la capacidad de su amigo y además se sentía interesada por los testimonios vertidos.
La vio entrar, y aunque la conocía por su fama, no se imaginó que Tomoyo Daidouji fuera tan hermosa y delicada como la joven que estaba enfrente de ellos. Tal vez la imaginaba más como una persona altanera, debido a su posición. Una joven fría y arrogante; no aquella muchachita de iris violeta y dulce hablar.
Pero si ella quedó impresionada con la imagen, su compañero quedó sin habla.
Y hasta le fecha, eso lo caracterizaba cada vez que se trataba el tema, o volvían a encontrársela en los pasillos por accidente. Eriol quedaba mudo.
¿Y ella? Ella también quedaba muda, porque el hablar de la hija del Primer Ministro, traía consigo el tema de su compromiso, y por supuesto, el tema del prometido.
Yukito Tsukishiro.
Su primer amor.
Ahora eran los recuerdos del primer día que lo vio, los que invadían la cabeza de la ojiverde.
Su familia se componía de cinco miembros: Fujitaka Kinomoto, su padre; un reconocido arqueólogo que vivía en la Tierra, el tercer planeta de la Vía Láctea. Nadesiko Kinomoto, su madre, quien en un tiempo fuera una de las modelos más importantes de la Galaxia. Touya Kinomoto, su hermano mayor, el que, a pesar de no tener la extraordinaria inteligencia de Eriol Hiiraguizawa, ya había obtenido el grado de Médico en Jefe de las Fuerzas de Elite a sus veinticuatro años. Sakura Kinomoto, ella misma, y se sentía orgullosa de haber cumplido diecinueve años y ya ser Sargento del Tercer Escuadrón de la Legión Verde Ikhuma, y próximamente promovida a las fuerzas de Elite. Y Kero, su hermoso gatito dorado que poseía un apetito tan tierno.....
Pues gracias al tercer miembro de su familia, Touya, su hermano, era que Sakura había conocido a Yukito.
Cuando ingresó en la Academia, lo primero que hizo Sakura al llegar al planeta Bhareniam fue visitar a su hermano, al que tenia cerca de una año sin ver.
Recordaba que ese día llovía, y que ella, apenas de diecisiete años había olvidado llevar su impermeable.
Recordaba el olor del asfalto mojado, y el sonido de los aviones a su alrededor.
Recordaba su propio frío y su sonrisa entumecida.
Pero sobre todo, recordaba la el brazo que le ofreció refugio a la tormenta que se había desatado. Recordaba su olor mezcla de lluvia y de vainilla, recordaba su cabello mojado y los anteojos empañados.
Y por sobre todas las cosas, recordaba su sonrisa.
Había sido él, Yukito, un joven de 21 años; oficial de primer rango, de cabellos castaño claro y ojos de miel protegidos por aquellos adorables lentes.
Él le había sonreído, y la cubría con una paraguas, mientras le decía que si no se protegía, acabaría con neumonía, y le explicaba que en ese planeta siempre era necesario llevar un paraguas a la mano, sobre todo en primavera.
Pero ella difícilmente podía seguir el hilo de su conversación, porque se encontraba fascinada con la ternura que el muchacho derrochaba.
Al final, se sintió ruborizar cuando él terminó con una reverencia.
-De todas maneras, es un placer conocerte, Sakura-
-¿Quién? ¿Cuál? ¿Cómo? ¿Perdón?-
Yukito la miró medio confundido.
-¿No eres la hermana pequeña de Toya?-
-¿Eh?-
Y estaba quedando como una tonta seguramente. Y habría quedado aun en peores condiciones, si la voz conocida y añorada de su hermano no la hubiera sobresaltado al grito de:
-¡¡¡Monstruo!!! ¿Se puede saber que haces bajo esta tempestad y en esas trazas?-
Sakura volteó a ver a su hermano, reconociéndolo quizás más alto y más serio, pero su cariñoso saludo le hizo recordar los años de su infancia.
-¡¡¡No soy ningún monstruo!!! ¡¡¡Tú....pedazo de poste eléctrico!!!- Ni siquiera sabía que estaba diciendo, pero se sentía tan confusa y tan alegre que no le importó.
Touya la miró divertido, y arqueando una ceja le dijo:
-¿Poste eléctrico? Hummmmm........que ideas tan raras tienes Sakura. ¿Te ha molestado este monstruo Yuki?- Preguntó dirigiéndose al oficial.
-¡¡¡¡Qué no soy ningún monstruo!!!!-
-¡Vamos To-ya! Yo no veo aquí más que a una adorable jovencita que es idéntica a tu madre.....y que está empapada por cierto-
Y aquello sólo logró acentuar el rubor de Sakura.
-Sígueme, iremos a la enfermería.- Precisó Touya de manera burlona, aunque sus pupilas brillaban de alegría por haber vuelto a ver a su hermanita.
Una vez ahí, y después de proporcionarle ropa seca y una taza de té caliente, Touya le presentó a su mejor amigo, el Teniente Yukito Tsukishiro, uno de los estudiantes más destacados de su generación, hijo del Ministro de Relaciones Exteriores, próximo Capitán de la Legión de Plata Tsukita; bla, bla, bla.....
Y Sakura sonreía como boba ante la cálida mirada del joven.
Se había enamorado de él, con la fuerza del primer amor, y es que el muchacho era extraordinario y tan amable con ella, que en sus ilusiones juveniles, pensó que podría ser correspondida.
Pero se dio cuenta a tiempo, que Yukito sólo la miraba como una hermanita. Especuló entonces que cuando fuera algo mayor, y llegara a ser un gran piloto, él la vería como una mujer, no como a una niña.
Mas sus esperanzas fueron cortadas de golpe, cuando se anunció el compromiso entre Tsukishiro y Daidouji, y el amor propio de Sakura se vio repentinamente golpeado por el hecho de que su rival, era incluso un año menor que ella.
Sin embargo, el natural carácter noble de Sakura dejó a un lado bien pronto cualquier resentimiento. Sobre todo cuando tuvo oportunidad de conocer a Daidouji mas estrechamente.
Se la había encontrado en un corredor, ayudando a una secretaria a recoger un montón de papeles, y en lugar de estarla regañando, le decía con aquella voz tan dulce y sin embargo nada empalagosa.
-No son más que hojas, mira. Deja de llorar porque se te va a correr el rimel y entonces te amonestaran. Todo tiene arreglo, ¿ves? Has tenido un acierto en fechar los documentos. Vamos, te ayudaré a ordenarlos, pero deja de llorar que te va a hacer daño- Y acto seguido desaparecieron en una oficina para componer aquel desorden.
Y también había tenido oportunidad de verla discutir con su padre.
Y esa era la cara más humana que mostrara Tomoyo Daidouji.
Porque Sakura, aun siendo tan despistada e inocente, se había dado perfecta cuenta del temor que brillaba en aquellos ojos violeta, y del nerviosismo que sus gestos delataban. Incluso la había escuchado trabarse al hablar, y aun así, no cedió ante el enojo del Primer Ministro.
Aunque después, en la Ceremonia Pública que siguió a la discusión, Tomoyo parecía una muñeca pálida y fragilísima.
Y estos encuentros accidentales, en los que de repente se sintió intrusa, le habían hecho conocer un poco a la mujer de la que se enamorara su primer amor.
Y aunque dolía, les deseaba lo mejor.
Pero un vistazo a su amigo del alma, le dejó pensando si Eriol compartía su opinión.
N/A: Hola!!!!
Saludos wechapa, gracias por dejarme un review; espero que este capitulo también te guste!!!
Al fin, el joven de ojos y cabello castaño terminó por impacientarse y miró a su prima.
-¿Es que no piensas hablarme en todo el día, Tomoyo?- Indagó con seriedad.
La joven de ojos amatistas lo observó con el mismo gesto. Un momento después le sonrió sinceramente.
-No estoy enojada contigo Shaoran- El apelativo tranquilizó al muchacho. Él sólo permitía a tres personas llamarlo de esa manera, y Tomoyo sólo lo llamaba con su nombre en mandarin cuando estaba enojada con él.
-Entonces ¿Por qué estás tan seria?- Inquirió esta vez.
-Tengo la cabeza llena de cosas. Me preocupa la decisión del Consejo, sabes perfectamente que para mí, iniciar otra guerra, sería algo horrible y equivocado- Inició Tomoyo con gesto desalentado.
-Y el hecho de que tendrás que enfrentarte a tu padre, tiene mucho que ver en esto ¿cierto?- El joven dejó a un lado su semblante usual de seriedad y dibujó una mueca de tierna preocupación por la mujercita que tenía enfrente, y a la que consideraba como una hermana.
Tsukishiro encerró en su mano la de su prometida, transmitiéndole todo su apoyo y amor. Y Tomoyo le sonrió a ambos jóvenes, queriendo aligerarles la preocupación por ella.
-Mi padre no es precisamente lo que más me preocupa. Él sabe que no he estado de acuerdo con su política y que siempre estaremos enfrentados mientras siga por ese rumbo- Pero su tono, que pretendía ser casual, no convenció a los Capitanes.
-En fin, hoy nos espera mucho trabajo- Concluyó la amatista, revisando algunos papeles. Sus compañeros le miraron medio sorprendidos, medio acostumbrados. Y empezaron a prepararse para las labores del día.
Tomoyo se levantó aún estudiando algunos escritos. Su mirada nostálgica se volvió de repente maliciosa, y miró a su primo con inocencia.
-Hummmmmm........¿Sabes que recibiremos a dos sargentos de los escuadrones de batalla?-
-¿En serio? ¿A que se debe?- Preguntó este.
-Ambos sargentos han sobresalido en el primer y tercer escuadrón de la Legión de Batalla Ikuhma. Así que el Coronel Hotaro ha decidido promoverlos a una Legión de Elite- Tomoyo inició un suspiro dramático que provocó una mirada extrañada en sus acompañantes.
-¿Qué sucede Tomoyo-chan?- Esta vez, fue Yukito quien le preguntó, mientras se acomodaba los anteojos.
-Que es una pena que Shaoran tenga la Legión a su cargo completa, Yuki- Contestó con voz misteriosa la aludida.
-¿Qué es exactamente lo que quieres decir Tomoyo?- Esta vez Xiao Lang había vuelto a su tono serio.
-¡OH! ¿Yo? Nada en particular, querido primo. Tan sólo que pensé te interesaría saber que uno de los dos sargentos promovidos se llama Sakura Kinomoto- Y sin añadir algo, la joven tomó de la mano a su prometido y se alejó con una enorme sonrisa; sabiendo que dejaba atrás a un sonrojadísimo Xiao Lang Lee.
Sakura y Eriol se encontraban de pie en el corredor que los llevaría a la oficina del Capitán Tomoyo Daidouji.
Sakura trataba de leer en el rostro de su amigo alguna expresión, pero era una tarea sin sentido.
Eriol se había encerrado en un mutismo extraño, que le recordaba a Sakura cuando ambos eran niños y asistían a la escuela.
Kinomoto recordaba perfectamente como todos los compañeros del Instituto le tenían al joven cierto respeto y admiración.
Eriol siempre fue la persona más inteligente que Sakura hubiera conocido. Y esa inteligencia excepcional lo llevaba a comportamientos extremos.
Primero solía ser callado y reservado. Totalmente introvertido. Excepto con ella, porque se conocían desde bebes, ya que eran vecinos y el carácter dulce e inocente de la joven, había ganado la confianza del pequeño genio.
Y después, cuando Eriol ingresó al séptimo grado, se convirtió en una pesadilla opuesta a su acostumbrado carácter.
Solía molestar a los profesores al saber mas que ellos, y le gustaba hacer quedar en ridículo a todo aquel que lo molestara, así fuera de forma mínima, teniendo todo un repertorio de bromas y respuestas ingeniosas para cumplir tal fin.
Después, cuando entraron en la academia militar, Eriol había cambiado un poco. Pasó el examen con las puntuaciones más altas de la historia, y fue dedicado en sus estudios, porque realmente deseaba convertirse en el mejor piloto.
Sakura lo alcanzó al poco tiempo, porque tenía un don increíble para manejar las naves. Así que ambos, sobresalieron rápidamente entre todos sus compañeros.
Claro que Eriol aún solía molestar a los profesores que consideraba mediocres. Pero su carácter se había vuelto misterioso y alegre. Eso, aunado a su hermoso rostro y a un físico increíble, lo había convertido en el piloto mas codiciado de la Academia y de todos los escuadrones. Sin contar a los dos Capitanes de las Legiones de Elite.
La castaña suspiró. Claro que uno de esos dos capitanes acababa de comprometerse con una de las jóvenes mas admiradas del planeta. Sakura sonrió de lado. Aquel compromiso les había caído como una desagradable sorpresa a ambos amigos.
Ella recordaba el día que Eriol conoció a Miss Daidouji.
Era un día de clases normal, con la salvedad de que tendrían una conferencia ofrecida por ciertos oficiales del Alto Mando.
Eriol había bostezado con aburrimiento al leer la lista de ponentes, y durante las tres primeras pláticas, se había mostrado desatento y juguetón con una de sus compañeras, que ruborizada, atendía con total interés al muchacho.
Pero todo cambio cuando presentaron la cuarta ponencia, y se escuchó, en vez de las cansadas voces de los veteranos Coroneles, la educada y dulce de una jovencita.
Sakura había estado poniendo atención desde el principio, ya que ella no tenia la capacidad de su amigo y además se sentía interesada por los testimonios vertidos.
La vio entrar, y aunque la conocía por su fama, no se imaginó que Tomoyo Daidouji fuera tan hermosa y delicada como la joven que estaba enfrente de ellos. Tal vez la imaginaba más como una persona altanera, debido a su posición. Una joven fría y arrogante; no aquella muchachita de iris violeta y dulce hablar.
Pero si ella quedó impresionada con la imagen, su compañero quedó sin habla.
Y hasta le fecha, eso lo caracterizaba cada vez que se trataba el tema, o volvían a encontrársela en los pasillos por accidente. Eriol quedaba mudo.
¿Y ella? Ella también quedaba muda, porque el hablar de la hija del Primer Ministro, traía consigo el tema de su compromiso, y por supuesto, el tema del prometido.
Yukito Tsukishiro.
Su primer amor.
Ahora eran los recuerdos del primer día que lo vio, los que invadían la cabeza de la ojiverde.
Su familia se componía de cinco miembros: Fujitaka Kinomoto, su padre; un reconocido arqueólogo que vivía en la Tierra, el tercer planeta de la Vía Láctea. Nadesiko Kinomoto, su madre, quien en un tiempo fuera una de las modelos más importantes de la Galaxia. Touya Kinomoto, su hermano mayor, el que, a pesar de no tener la extraordinaria inteligencia de Eriol Hiiraguizawa, ya había obtenido el grado de Médico en Jefe de las Fuerzas de Elite a sus veinticuatro años. Sakura Kinomoto, ella misma, y se sentía orgullosa de haber cumplido diecinueve años y ya ser Sargento del Tercer Escuadrón de la Legión Verde Ikhuma, y próximamente promovida a las fuerzas de Elite. Y Kero, su hermoso gatito dorado que poseía un apetito tan tierno.....
Pues gracias al tercer miembro de su familia, Touya, su hermano, era que Sakura había conocido a Yukito.
Cuando ingresó en la Academia, lo primero que hizo Sakura al llegar al planeta Bhareniam fue visitar a su hermano, al que tenia cerca de una año sin ver.
Recordaba que ese día llovía, y que ella, apenas de diecisiete años había olvidado llevar su impermeable.
Recordaba el olor del asfalto mojado, y el sonido de los aviones a su alrededor.
Recordaba su propio frío y su sonrisa entumecida.
Pero sobre todo, recordaba la el brazo que le ofreció refugio a la tormenta que se había desatado. Recordaba su olor mezcla de lluvia y de vainilla, recordaba su cabello mojado y los anteojos empañados.
Y por sobre todas las cosas, recordaba su sonrisa.
Había sido él, Yukito, un joven de 21 años; oficial de primer rango, de cabellos castaño claro y ojos de miel protegidos por aquellos adorables lentes.
Él le había sonreído, y la cubría con una paraguas, mientras le decía que si no se protegía, acabaría con neumonía, y le explicaba que en ese planeta siempre era necesario llevar un paraguas a la mano, sobre todo en primavera.
Pero ella difícilmente podía seguir el hilo de su conversación, porque se encontraba fascinada con la ternura que el muchacho derrochaba.
Al final, se sintió ruborizar cuando él terminó con una reverencia.
-De todas maneras, es un placer conocerte, Sakura-
-¿Quién? ¿Cuál? ¿Cómo? ¿Perdón?-
Yukito la miró medio confundido.
-¿No eres la hermana pequeña de Toya?-
-¿Eh?-
Y estaba quedando como una tonta seguramente. Y habría quedado aun en peores condiciones, si la voz conocida y añorada de su hermano no la hubiera sobresaltado al grito de:
-¡¡¡Monstruo!!! ¿Se puede saber que haces bajo esta tempestad y en esas trazas?-
Sakura volteó a ver a su hermano, reconociéndolo quizás más alto y más serio, pero su cariñoso saludo le hizo recordar los años de su infancia.
-¡¡¡No soy ningún monstruo!!! ¡¡¡Tú....pedazo de poste eléctrico!!!- Ni siquiera sabía que estaba diciendo, pero se sentía tan confusa y tan alegre que no le importó.
Touya la miró divertido, y arqueando una ceja le dijo:
-¿Poste eléctrico? Hummmmm........que ideas tan raras tienes Sakura. ¿Te ha molestado este monstruo Yuki?- Preguntó dirigiéndose al oficial.
-¡¡¡¡Qué no soy ningún monstruo!!!!-
-¡Vamos To-ya! Yo no veo aquí más que a una adorable jovencita que es idéntica a tu madre.....y que está empapada por cierto-
Y aquello sólo logró acentuar el rubor de Sakura.
-Sígueme, iremos a la enfermería.- Precisó Touya de manera burlona, aunque sus pupilas brillaban de alegría por haber vuelto a ver a su hermanita.
Una vez ahí, y después de proporcionarle ropa seca y una taza de té caliente, Touya le presentó a su mejor amigo, el Teniente Yukito Tsukishiro, uno de los estudiantes más destacados de su generación, hijo del Ministro de Relaciones Exteriores, próximo Capitán de la Legión de Plata Tsukita; bla, bla, bla.....
Y Sakura sonreía como boba ante la cálida mirada del joven.
Se había enamorado de él, con la fuerza del primer amor, y es que el muchacho era extraordinario y tan amable con ella, que en sus ilusiones juveniles, pensó que podría ser correspondida.
Pero se dio cuenta a tiempo, que Yukito sólo la miraba como una hermanita. Especuló entonces que cuando fuera algo mayor, y llegara a ser un gran piloto, él la vería como una mujer, no como a una niña.
Mas sus esperanzas fueron cortadas de golpe, cuando se anunció el compromiso entre Tsukishiro y Daidouji, y el amor propio de Sakura se vio repentinamente golpeado por el hecho de que su rival, era incluso un año menor que ella.
Sin embargo, el natural carácter noble de Sakura dejó a un lado bien pronto cualquier resentimiento. Sobre todo cuando tuvo oportunidad de conocer a Daidouji mas estrechamente.
Se la había encontrado en un corredor, ayudando a una secretaria a recoger un montón de papeles, y en lugar de estarla regañando, le decía con aquella voz tan dulce y sin embargo nada empalagosa.
-No son más que hojas, mira. Deja de llorar porque se te va a correr el rimel y entonces te amonestaran. Todo tiene arreglo, ¿ves? Has tenido un acierto en fechar los documentos. Vamos, te ayudaré a ordenarlos, pero deja de llorar que te va a hacer daño- Y acto seguido desaparecieron en una oficina para componer aquel desorden.
Y también había tenido oportunidad de verla discutir con su padre.
Y esa era la cara más humana que mostrara Tomoyo Daidouji.
Porque Sakura, aun siendo tan despistada e inocente, se había dado perfecta cuenta del temor que brillaba en aquellos ojos violeta, y del nerviosismo que sus gestos delataban. Incluso la había escuchado trabarse al hablar, y aun así, no cedió ante el enojo del Primer Ministro.
Aunque después, en la Ceremonia Pública que siguió a la discusión, Tomoyo parecía una muñeca pálida y fragilísima.
Y estos encuentros accidentales, en los que de repente se sintió intrusa, le habían hecho conocer un poco a la mujer de la que se enamorara su primer amor.
Y aunque dolía, les deseaba lo mejor.
Pero un vistazo a su amigo del alma, le dejó pensando si Eriol compartía su opinión.
N/A: Hola!!!!
Saludos wechapa, gracias por dejarme un review; espero que este capitulo también te guste!!!
