Típico: Algunos personajes pertenecen a J. K. Rowling, y el resto son míos.

Summary: Después de la caída de Voldemort, las familias de mortífagos se han convertido en mafias que se matan entre ellos para tener el poder absoluto. Este fic contendrá acción, romance, sexo, magia, fiestas…

EL CÍRCULO DE LAS MAFIAS

5. Primer Trabajo

- ¿Qué pasó con Lupin? –dijo fríamente.

- Eso pasó hace ya tiempo.

- Cuéntamelo Syla –dijo Draco.

Syla se le quedó mirando y no supo qué decir, simplemente cerró los ojos y empezó a recordar lo que había enterrado con tanto recelo en el fondo de su corazón, y así como lo recuperó se lo contó a Draco.

* * * * * * * * * * * * (FLASH BACK) * * * * * * * * * * * *

Syla estaba en su cuarto curso en su colegio de magia en Finlandia, su país de origen, su colegio no era uno de los más conocidos como podía ser Hogwarts, pero su nivel era alto y se les exigía mucho a sus alumnos. En el colegio Finlux, como se llamaba, tenían como seis grupos en vez de las cuatro casas de Hogwarts, Syla pertenecía a Shellbay, que era parecida a la Slytherin de Hogwarts. La mayoría de los alumnos de Shellbay eran hijos de mortífagos o magos oscuros que actuaban a su propia voluntad, el caso de Syla era el segundo.

Ese año llegó un profesor nuevo para dar clase de defensa contra las artes oscuras, la asignatura que todos los de Shellbay se tomaban a broma, pero resultó que su profesor era un licántropo y también resultó que cuando Syla le vio no pudo decir ningún comentario mordaz a los que estaba acostumbrada a soltar siempre, y como era prácticamente la "cabecilla" de la casa fundada por Jaguar Shellbay, nadie osó mandar un comentario ofensivo a ese profesor que parecía haberse ganado la aprobación de Syla.

Así pasaron las clases y Syla comenzó a entender que no sentía únicamente atracción por Remus, sino que había un sentimiento mucho más profundo que nunca había experimentado, también se dio cuenta de las miradas discretas que recibía por parte del profesor, en sus ojos dorados se veía la curiosidad, la atracción, el respeto, todos esos sentimientos mezclados con los de su deber como profesor, y ella como alumna.

Pero una noche, Syla se levantó de su cama y bajo la Luna Llena caminó por los oscuros y fríos pasillos característicos de ese lugar del mundo y se dirigió sin saber el motivo hacia el piso en el que se encontraba el despacho de Remus Lupin, ella sabía que ese día debería estar encerrado, se habría convertido en un hombre lobo, pero aún así siguió adelante y llegó a la puerta y la intentó abrir, estaba cerrada, así que con un sencillo hechizo pasó al interior.

En una silla estaba un hombre lobo atado y prácticamente sedado, a su espalda entraba la luz de la Luna Llena, por unas ventanas abiertas de par en par, los ojos dorados del hombre lobo siguieron los movimientos de Syla y el licántropo intentó deshacerse de las cadenas que le ataban mientras gruñía ante la cercanía cada vez mayor de la joven.

Syla le miró fijamente y se sentó en el suelo, delante de él, estuvo toda la noche en vela, mirándole, consolándole en su soledad, en su dolor, en su transformación. Al amanecer la transformación se invirtió y en los ojos dorados del licántropo se vio el dolor al ver como se encogían sus piernas, sus brazos, sus uñas dejaban de ser garras, sus colmillos volvían a su estado inicial, Remus movía la cabeza cerrando los ojos de dolor y clavando las uñas que ahora tenía cortas en el sillón, el pelo de su piel desapareció y dio paso a una desnudez perfecta.

Syla no se había movido en toda la noche y seguía observando a Remus desde su posición en el suelo, el profesor se ruborizó al sentir su desnudez al aire libre y vista por una de sus alumnas, y no una normal… sino que era Syla. La joven se levantó y buscó por el cuarto una manta, cuando encontró una se acercó silenciosa a su profesor y se la puso por encima, Remus seguía sus movimientos con sus ojos, y ambas miradas se cruzaron para perderse en una especie de volcán, Syla el cráter y Remus la lava que lucha por salir pero que debe contenerse y comportarse como su profesión indica.

Pero Syla no se quedó quieta, sino que comenzó a acariciar la cara joven pero a la vez cansada del profesor, recorrió con sus yemas las ojeras pronunciadas que habían aparecido debajo de esos cautivadores ojos, acarició los labios que antes habían estado deformes y se habían convertido en una prominente mandíbula de lobo, siguió rozando su cara con su mano hasta que se acercó al cuerpo de Remus y se sentó sobre sus piernas cubiertas con la manta de antes, y mirándole fijamente a los ojos se acercó a sus labios y los besó con ternura, Remus al principio no respondió, no supo qué hacer, pero segundos después, cerró los ojos y se dedicó a corresponder el beso.

Syla se separó y le miró traviesamente, Remus levantó una ceja y vio como Syla bajaba lentamente la manta por los pectorales de él, un escalofrío recorrió todo el cuerpo del licántropo al sentir las finas y frías manos de Syla recorrer su pecho, su ombligo, con delicadeza pero constancia, y algo más debajo de él se irguió sin que él pudiese remediarlo, Syla no pareció sentirse molesta sino que comenzó a besar el cuello de Remus, que echaba la cabeza para atrás y clavaba los dedos en el sillón.

Un gemido salió de la boca del profesor cuando Syla bajó una de sus manos por el interior de la manta y llegó a la parte erguida del hombre, que se sonrojó de forma notable, Syla por el contrario le sonrió y se levantó de encima de él, Remus no pudo levantarse porque aún seguía atado. La joven se acercó a él con la varita en alto y desató las cuerdas que ataban muñecas y piernas de su profesor.

Remus se incorporó con algo de dificultad y cuando estuvo de pie, la manta cayó pesadamente al suelo, haciéndose pliegues a sus pies, el cuerpo de Remus era iluminado por los rayos del sol del amanecer que provenían de las ventanas de atrás. No se movió en un buen rato, dejó que Syla examinase desde una distancia prudente, su cuerpo, su sexo erguido, y la miró fijamente antes de adelantar un paso hacia ella, que no se movió del sitio y esperó a que las fuertes y protectoras manos de su profesor la atrajeran en un fuerte abrazo.

Se besaron lentamente, acariciándose, Remus empezó a desvestir a Syla con algo de duda, pero al ver la pose decidida de la chica no se detuvo y siguió hasta que quedaron uno desnudo delante del otro. Los cuerpos se unieron en un abrazo bajo los rayos solares y Syla al mirar los ojos dorados de Remus le pareció que estaba abrazando hasta el mismísimo sol.

Remus la cogió en brazos de forma delicada y la acercó a una cama pequeña y algo rota por el paso de los años, la tumbó con cuidado y comenzó a recorrer el cuerpo de su alumna con boca, lengua, labios, dedos, manos, chupando y besando todo lo que encontraba a su paso, haciendo que suspiros y gemidos saliesen de la boca de Syla, hasta que un "Remus" suspirado mientras Syla agarraba el pelo de su profesor con ambas manos hizo que Lupin se pusiese encima de ella completamente y comenzase a penetrarla suavemente, Syla agarró los hombros de Remus con fuerza, atrayéndole hacia él e intentando contener los gemidos que luchaban por escapar de esa boca que era una cárcel para ellos.

Sus miradas volvieron a encontrarse y esta vez los ojos de Remus reflejaban la lava fuera de control, y los de Syla el cráter del volcán dejando hacer lo que su querida lava quisiese.

Se amaron esa noche como nunca habían amado a nadie más, demostrándose que el amor puede esconderse hasta que llega el momento adecuado para demostrárselo a esa persona que tiene en su poder tu corazón.

- Remus… -empezó a decir Syla.

- Te quiero Syla –dijo Remus antes de que Syla pudiese acabar lo que quería decir. La chica sonrió y le susurró- Yo también te quiero Remus.

Y se besaron intensamente mientras llegaban al clímax y caían abrazados contra la cama, respirando con dificultad y aún acariciándose los cuerpos, besándose como si fuese el último momento que compartirían juntos, como si no quisiesen que acabase aquello nunca, pero por sorpresas que da la vida, la puerta del cuarto de Remus se abrió de golpe y entró el director seguido de la enfermera, que venían a desatar al paciente y a comprobar su estado.

La enfermera se tapó los ojos y el director se quedó boquiabierto y sus ojos mostraron miedo al reconocer a la chica que se cubría con el cuerpo de Remus y rogaba al cielo para desaparecer en ese momento.

- ¡Señorita Sigor! –dijo en un finlandés alterado- ¡Por Merlín Remus! –se dirigió a él en un inglés con fuerte acento finlandés.

- Yo… yo… esto… -intentaba excusarse Remus que ahora cubría rápidamente el cuerpo de Syla con una manta.

- Syla, salga ahora mismo de aquí, y vaya hacia mi despacho –dijo tan rápido el director que Remus no consiguió entenderle, pero por la cara que puso Syla se dio cuenta del lío en el que se habían metido, tanto él como ella.

Syla se levantó de un salto sin dejar de mirar a Remus y se vistió lo más velozmente que pudo, cuando estuvo lista la enfermera se acercó a ella, pero Syla se apartó de ella y salió por la puerta con la enfermera siguiéndola a paso rápido.

- Realmente creo que se ha vuelto loco Remus, ¡es su alumna por Dios! Vístase –dijo mirando a Remus que estaba sentado y tocándose las sienes debido a lo confundido que estaba, Remus obedeció ciegamente y se quedó mirando al director esperando a que "firmase su sentencia"- Le aceptamos aquí sin tener en cuenta su condición de licántropo y… y… ¡se acuesta con una alumna! –dijo tirándose de los pelos- ¿sabe acaso quien es el padre de Syla? Supongo que no lo sabrá sino no hubiese hecho lo que acaba de hacer.

- No sé en lo que estaba pensando… -dijo Remus apesadumbrado.

- ¿Pensar? ¡Usted no pensó nada! ¡Cómo se entere el señor Sigor…! Estoy tan muerto como usted –le señaló con un dedo tembloroso.

Con un movimiento de varita el director atrajo la maleta de Remus y le indicó que la hiciese y se marchase. Así se quedó Remus, encima de la cama sabiendo que lo que acababa de hacer era un error del cual no se arrepentía en absoluto.

Syla en el despacho le dijo groseramente a su director que no tenía que dar explicación de con quien se acostaba, y esa respuesta tranquilizó al director al saber que eso iba a quedar en secreto.

* * * * * * * * * * * * (FIN DE FLASH BACK) * * * * * * * * * * * *

- Ese mismo día, Remus me buscó para despedirse de mí, me dijo que no entendía lo que había pasado, pero que aunque de muchas cosas dudaba, estaba seguro de que me quería y que nunca me olvidaría –Syla dejó una pausa- Y se fue tan silenciosamente como había llegado, para no volverle a ver nunca más.

Draco no podía dar crédito a lo que acababa de oír, el profesor Remus acostándose con la chica que le había traído de cabeza desde el momento en que la vio. Y por si fuera poco, ahora había vuelto a aparecer, un sentimiento de odio, celos y envidia invadió inconscientemente a Draco, que la miró con asco para decirla:

- Te tiraste a un licántropo Syla –dijo con desprecio- y por si fuera poco te enamoraste de él –rió amargamente- nada menos que Lupin… -dijo en voz baja.

- Yo… Draco, ¡no me mires así! Yo nunca he tenido nada en contra de los licántropos, en cambio tú siempre has insultado a los amigos de los sangresucia y te acostaste con la pequeña Weasley, ¿verdad? –Draco miró con ojos desorbitados a Syla, ¿cómo lo sabía ella?- ¿que cómo lo sé? Ya te dije que muchas veces noto sentimientos, y tengo la facilidad para sacar conclusiones correctas.

Draco la miró con odio pero luego acabó asintiendo, pero la dijo que como alguien más se enterase de aquello lo pagaría caro, Syla respondió que ella no tenía la necesidad de ir contando los trapos sucios de los demás. Draco se despidió de ella y se fue a dormir a su cama, Syla se quedó un rato mirando el techo, para luego caer profundamente en un sueño intranquilo.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Se despertaron cada uno en su cama y se encontraron en el comedor, ya estaban ahí Ville Sigor, Tim, Henry y los gemelos. Les dieron las llaves y las direcciones de sus "nuevos" pisos, les explicaron la manera de comunicación y les largaron.

Syla y Draco llegaron a sus pisos que estaban pegados se miraron brevemente en la entrada y cada uno entró en el suyo.

Syla se entretuvo un rato en cambiar su aspecto, se tiñó el pelo de azul eléctrico y se lo alisó completamente, quedando muy por debajo del trasero, así que se lo recogió en dos trenzas que puso a los lados. Así se había creado un nuevo aspecto para despistar y para tener excusa si Remus llegaba a descubrirla.

Syla se dirigió hacia su ventana, a través de ella tenía un plano perfecto del piso de Potter e incluso lograba ver una parte de la casa de Remus, su corazón se encogió cuando le vio despeinado, vestido únicamente con unos calzoncillos de dormir, y en su mano llevaba un bol de cereales, Syla repasó el cuerpo fornido, los abdominales marcados y suspiró, pero tuvo que desviar la vista al ver movimiento en la casa de Potter.

Un chico de pelo azabache completamente despeinado, buscaba sus anteojos por la habitación, Syla comenzó a crear un plan en su cabeza mientras pensaba en cómo podía hacer un encuentro casual para adentrarse en la vida de Potter, mientras, él desayunaba de forma pausada. De vez en cuando se quedaba parado, mirando fijamente a un punto en el frente, a Syla le recorrió un escalofrío. Cuando vio como Potter iba a salir de la casa, ella bajó rápidamente las escaleras y esperó agazapada entre las sombras del portal.

Potter salió a la calle, mirando hacia ambos lados y deteniéndose de vez en cuando mientras andaba, Syla le seguía disimuladamente, ella se estaba cansando de andar tanto, parecía que el joven no cogía en su vida un medio de transporte, llegaron al fin al Callejón Diagon, Syla entró después de esperar unos momentos. Siguió a Potter que se adentró a un restaurante, iba con la cabeza gacha, sin mirar a la gente que le señalaba o se fijaba en él.

Se sentó en una mesa alejada de los demás Syla se acomodó en una cercana a la de él y pidió un helado. Harry no pidió nada pero le trajeron un café con mucha espuma de colores extraños, Syla le miró con el cejo fruncido "menudo tío más extraño", también le trajeron el periódico, lo abrió y escondió la cara entre las páginas de El Profeta, Syla mientras comenzó a comerse su helado.

Decidió que era momento de actuar, se levantó haciendo ruido, por lo que Harry bajó disimuladamente el periódico para ver a su alrededor, Syla comenzó a caminar en dirección al baño, que estaba al lado de la mesa de Potter, cuando llegó justo a la puerta y tenía la mesa del joven al lado, hizo como s perdiese el conocimiento y se cayó al suelo, golpeándose sin querer con la mesa de Harry, eso no lo había querido hacer, pero calculó mal la caída y se dio un golpe tremendo.

Harry se levantó de golpe, el ruido había llamado la atención de las camareras.

- ¡Esta chica se ha desmayado! –dijo Harry para que la escuchasen, mientras se acercaba al cuerpo de la Syla que reposaba en el suelo. Mientras las camareras llamaron a los medimagos.

Harry cogió un vaso de agua que tenía y se lo echó a la chica por las muñecas, la nuca, el cuello y finalmente la cara, mientras Syla sentía los dedos tibios y nerviosos de Potter sobre su piel. Después de sentir sobre sus labios unas gotas de agua, Syla abrió los ojos y miró con una fingida cara de susto a Harry. El chico la agarró y la incorporó un poco.

- Yo… ¿qué ha pasado? –dijo Syla fingiendo nerviosismo.

- Te desmayaste –dijo Potter quitándose el sudor de la cara- ¿Te pasa a menudo? –Syla asintió y Harry también- ¿Qué tal te encuentras? Hemos llamado a los medimagos.

- ¡No! Medimagos no hace falta, me encuentro bien, gracias –miró de un lado para otro estudiando la situación, las camareras se habían acercado un poco, con el jefe del bar detrás de ellas- me ayudaste tú, ¿no? –dijo sonrojándose y mirando coquetamente a Harry.

- Eh… -tragó sonoramente saliva y sus mejillas se tornaron algo rojas- no fue nada.

- Gracias…. –se hizo una pausa, el dueño del local invitó a Syla al helado y a Harry al café, y luego se despidieron de los medimagos diciendo que ya estaba bien. Syla salió del bar al lado de Harry, que la miraba de reojo- ¿cómo te lo puedo agradecer? Ya lo tengo, te invito esta noche a cenar –al ver como Harry iba a negarse añadió- y no acepto un no por respuesta.

Harry asintió tímidamente y dijo que cenarían juntos, peor que el que invitaba sería él, "hum que caballeroso" pensó Syla sonriendo. Se despidieron y Syla le volvió a seguir disimuladamente de vuelta a su casa. Cuando Syla entró en el piso, estableció contacto con su padre y le dijo que esa noche cenaría con él, Ville rió y dijo que no esperaba menos.

Syla vio como Harry se desvestía y se iba a echar una siesta "Que cuerpazo" dijo Syla cuando la camisa de Harry estuvo tirada en el suelo y él se metió en la cama.

- Vaya Syla, tienes gustos poco normales para ser hija de un poderoso mago oscuro –Syla se giró y vio a Draco apoyado en la pared. No se había dado cuenta de cuándo había entrado.

- Draco, no puedes estar aquí –dijo señalando la ventana de Remus.

- Mmm si puedo –se acercó a Syla- ahora tu queridito licántropo está viendo una peli que durará dos horas –miró de arriba abajo a Syla- el tuyo está echando la siesta…

- Ni lo sueñes Draco –dijo girando la cabeza y sintiendo como Draco se aproximaba "por favor que no se acerque más o salto encima de él", Syla sintió la respiración de Draco sobre su cuerpo, sentía que no se aguantaba, como podía ser tan atractivo, tan deseable, tan orgulloso, irónico, odioso, pero a la vez tan adorable… exactamente como ella. Sintió el calor que el cuerpo de Draco desprendía detrás de su espalda.

Se giró de golpe, quedándose mirando fijamente los ojos grisáceos de Draco, en ellos se veían reflejados la pasión, el deseo, Syla se tiró hacia su cuello y comenzó a besarle con ansias, con violencia, sin descanso, ahogándose en el beso sin respirar apenas. Draco la cogió por el trasero y la elevó, mientras ella enredaba las piernas en su espalda, Draco se apoyó con violencia sobre la pared y comenzó a besarla intensamente, rasgándola la ropa y besando los lugares que quedaban sin tela, Syla le despeinaba y le agarraba el cuello con fuerza.

Pronto Syla quedó completamente desnuda entre pared y Draco, mientras éste deslizaba con ansias sus manos sobre el cuerpo perfecto y deseado de ella, sentía como se excitaba ante su tacto, ahora se miraban retadoramente, ninguno quería perder el control, ninguno quería dejar de ser el dominante, no demostrarían sus puntos débiles. La camiseta de Draco se rompió con las uñas de Syla, que comenzó a besar los pectorales del joven, que la agarraba con más fuerza, y la apretaba contra su cuerpo.

Draco se desabrochó el pantalón, que tenía bajo la túnica que ya había volado segundos atrás, ya que Syla no llegaba a ellos desde su posición y se bajó los boxers mientras seguía agarrando fuertemente a Syla contra la pared.

Se miraron intensamente, el frío hielo se derretía con el volcán de los ojos de Syla, sus bocas volvieron a unirse, esta vez de forma más pausada, con menos furia, Draco desvió la trayectoria y bajó por el cuello de Syla, deslizándose con destreza hacia su pecho, en el que se entretuvo absorbiendo el pezón erguido de la chica, que luchaba por contener los gemidos, no le daría ese placer a Draco de que viese que estaba disfrutando como una loca.

Mientras Syla se agarraba a la espalda de Draco, clavándole con furia y placer las uñas, pegaba su cabeza contra la pared, dejando el cuello libre, Draco lo vio y volvió a concentrarse en él, en ese momento Syla no pudo apuntar más y un gemido salió de su boca, Draco paró y la miró con cara de haber ganado, la respiración de Syla era muy agitada y la de Draco también, aunque éste intentaba evitarlo.

Draco estaba apunto de hacerla suya, de disfrutarla, de hacerla gozar, Syla le miraba expectante, comenzó a besarle la oreja, mordiéndola lentamente al principio, luego aspirando, echando el aire sobre la superficie húmeda por su saliva, Draco emitió un gemido y apretó su cabeza contra el pecho de Syla, mientras ella seguía teniendo en su poder la oreja de Draco, que agarraba con fuerza y casi con desesperación el cuerpo de Syla.

De nuevo sus ojos volvieron a encontrarse, era el momento y ambos lo sabían, se besaron mientras Draco se colocaba a la entrada de ella.

- ¡Mierda! –exclamó Syla, soltándose con fuerza de los brazos de Draco y dirigiéndose corriendo hacia la ventana.

Draco la siguió confundido y con una erección de mil demonios, Syla le miró brevemente y luego sonrió para sus adentros pensando que le había vuelto a ganar nuevamente aunque se moría de ganas por haber perdido.

- Están Ron y Ginny, ¿cuándo coño han entrado?

- Hace una media hora –dijo Henry que acababa de abrir la puerta.

Syla se puso completamente roja y buscó rápidamente su ropa, pero estaba toda rota por los ataques de pasión de hacía bastantes minutos atrás. Draco tenía el mismo problema pero consiguió ponerse sus boxers y los calzoncillos que no habían sufrido la furia de Syla. Henry agarró el sujetador de Syla del suelo, sacó la varita "Reparo" y se lo tendió como nuevo a su amiga.

- Vaya, que fogosos son algunos –dijo Henry sin conseguir no reírse. Draco carraspeó sonoramente y salió de la habitación para volver a su puesto de vigilancia en el piso de al lado- Syla… -comenzó a decir Henry con voz de las que no dejan duda de que la va a echar la bronca.

- Ya lo sé Henry, ahórratelo –Henry suspiró resignado y acarició el pelo de su amiga- ¿dónde está Mario?

- Está en la habitación de al lado, le dije que entrase primero en ese piso –Syla asintió agradecida.

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Próximo capítulo: COMPARTIENDO MOMENTO.

Hola!!! ¿Qué os ha parecido la historieta Syla/Remus? ¿y el encuentro entre Draco y Syla?

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Gracias por leer.