CAPITULO CINCO: Llegada a Valhalla

Gandalf levantó la cabeza y cerró los ojos aspirando el aire frío de la montaña, sin duda estaban cerca pero el jamás había estado en la ciudad prohibida del Valhalla. Los miembros de la comunidad estaban sentados esperando a las valkyrias, hacía un par de horas que había llegado al punto de reunión pero ellas aún no habían aparecido.

"¿Qué crees que este pasando?"- preguntó Aragorn a Gandalf pues se había acercado a este.

"nada bueno....será mejor que esperemos un rato mas"- dijo el mago sin prestarle mucha atención al hombre junto a él.

"no es necesario esperar mas, aquí estamos para recogerlos"- una voz de mujer se dejo escuchar desde ningún punto en particular.

"donde estas?"- pregunto Aragorn, viendo hacia Legolas quien le hizo señas de no poder ubicar a la recién llegada.

"no deberían desconfiar de nosotras"- dijo una elfa saliendo de entre la oscuridad

"es cierto, solo hemos venido a ayudar"- dijo otra saliendo justo donde estaba Pippin lo que provocó que este brincara involuntariamente.

"donde está lady Ohtarwen?"- preguntó Frodo desconfiado

"esta en palacio, vamos los llevaremos"- dijo la primera elfa comenzando a caminar

Los miembros de la comunidad siguieron a las elfas a través del bosque, pareciera como si solo dieran vueltas por entre los árboles sin ir a ningún lugar pero una de ellas se detuvo frente a una gran pared de roca. Todos la miraron expectantes acercarse a la roca desnuda, ella acercó su rostro a la roca. Legolas podía jurar que ella le susurraba a la pared en un extraño lenguaje.

Ante el asombro general la gran pared de roca comenzó a moverse, en pocos minutos había dejado una gran abertura; las elfas entraron y se detuvieron dentro esperando a los hombres, cuando todos estuvieron adentro la elfa volvió a hablar en el lenguaje que Legolas le había escuchado y la pared volvió a su lugar original tapando la salida. Ellas comenzaron a caminar de nuevo, caminaban por un estrecho pasadizo iluminado tenuemente por varias antorchas.

Pocos minutos después llegaron al final del tunel saliendo de nuevo a cielo abierto, ahí a sus pies se alzaba majestuosa la gran Valhalla, hogar de reinas guerreras, las elfas les instaron a continuar el viaje, bajaron por escaleras talladas en la misma roca hasta estar al nivel de el resto de la ciudad. Las estrellas tintineaban gozosas de posar su luz sobre el bello recinto, caminaron por entre las calles de mármol negro. La ciudad rebozaba de vida, centenares de árboles embellecían aún mas las aceras de la hermosa ciudad;  a cada paso los ojos de los visitantes se maravillaban ante las magnificas construcciones, con los amables pegasos de todos los colores imaginables caminando por las calles acompañadas de hermosas elfas vestidas con armaduras del color del cobre. Pero sin duda lo mas bello era el gran palacio que se levantaba majestuoso por sobre el resto de la ciudad.

Ahí de pie esperaba Erunis a los recién llegados, las elfas se inclinaron ante su superiora y con una ligera reverencia partieron dejando a la comunidad con Erunis.

"Bienvenidos sean a la ciudad de las valkyrias"- dijo solemnemente

"Erunis!!!"- gritó feliz Pippin abalanzándose a abrazar a la guerrera, esta lo recibió en sus brazos con una gran sonrisa- "aiya pequeño hobbit" – saludó con su dulce voz

"te he extrañado mucho"- susurró pippin con el rostro aún oculto en Erunis. Sus compañeros lo miraron sonrientes salvo Frodo quien aún tenía la mirada baja, Erunis lo notó por lo que se acercó a Frodo.

"descuida, Frodo. Ohtarwen esta esperándote adentro, esta impaciente por verte"- dijo la elfa guiñándole el ojo al hobbit, este sonrió feliz de poder ver de nuevo a su querida señora. Lo que no pasó desapercibido para Erunis fue que alguien mas había sonreído feliz de ver a la guerrera.

"síganme, los llevaré a sus habitaciones. Ahí podrán lavarse y descansar, en la cena podrán ver a Helkawen y Ohtarwen y mañana a la reina Hirassë"- agregó comenzando a caminar hacía el palacio.

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Legolas salió al balcón después de tomar un delicioso baño y arreglarse para la cena. Recordaba a la belicosa elfa que había puesto al humano Boromir en su lugar, sabía que pronto la vería una vez mas y algo en su interior se regocijaba con la idea. No había podido evitar sonreír cuando Erunis dijo a Frodo que Ohtarwen estaría esperándolos adentro.

El elfo respiró el aire puro y contempló la luna, nunca la había visto mas hermosa; pareciera como si se engalanara para presentarse ante las habitantes de tan esplendorosa ciudad. Un leve golpeteo en su puerta distrajo al elfo de sus pensamientos, Aragorn entró a la habitación lentamente.

"Legolas, nos esperan para la cena. Ya todos están ahí, solo faltamos nosotros"- comentó el montaraz quien también había aprovechado para acicalarse, ahora vestían ropas de gala confeccionados especialmente para ellos.

"no hagamos esperar a nuestras anfitrionas"- aceptó Legolas con una sonrisa.

Instantes después entraron a un gran salón, ahí estaban sentados todos los miembros de la comunidad restantes y las tres elfas. Los recién llegados tomaron los lugares que les indicaron las doncellas que se ocupaban de atender a los comensales; Legolas había quedado justo enfrente de Ohtarwen, limitándose a verla de reojo cuando nadie mas lo veía; ella conversaba alegremente con Frodo y Boromir, mientras que Erunis conversaba sobre comida y armas con Pippin, Sam y Gimli. Helkawen por su parte hablaba con Gandalf y Aragorn sobre las últimas noticias que había traído las exploradoras, lucían preocupados pero la elfa se daba tiempo para revolverle el cabello a Merry quien la miraba atento a cada palabra que sus labios pronunciaran.

Frodo le contaba hasta el último detalle de lo ocurrido desde que dejara Imladris a Ohtarwen, con algunas interrupciones de Boromir quien intentaba impresionar a la elfa. Esto no había pasado desapercibido para Legolas quien lo miraba de mala manera.

"Mi señora Ohtarwen, espero usted me muestre la ciudad mañana y después tengamos un encuentro; después de todo la última vez me encontró desprevenido"- comentó el hijo del senescal de Gondor con un ligero tono de arrogancia en su voz.

"será un placer darle una paliza, señor Boromir"- respondió la elfa con una sonrisa

"y....ahora si haremos las diez comidas del día? Porque Aragorn nos obliga a solo comer tres veces al día"- Preguntó Pippin de pronto captando la atención de todos los presentes, el hobbit lo notó y solo agregó –"que? Es cierto, no se como esperan que alguien sobreviva con tan poca comida"- las elfas y sus compañeros comenzaron a reír dejando a Pippin sin entender el chiste.

"este hobbit es un verdadero glotón"- comentó entre risas Gimli

Cuando por fin los presentes pudieron dejar de reír ante el total enfado de Pippin a quien Erunis se encargaba de consolar prometiéndole comer todo lo que quisiese durante su estancia en Valhalla, continuaron con la cena. Esta paso sin ningún incidente ya que todos se hallaban muy felices y tranquilos.

"será mejor que descansen, según me ha informado Gandalf se quedarán aquí tres días. Nosotras partiremos con ustedes en lo que resta de su viaje"- dijo de pronto Helkawen – "mañana nos reuniremos a discutir los detalles y de ahí cada uno podrá hacer lo que mejor le parezca, sean bienvenidos a nuestro hogar"- agregó la elfa.

Los presentes alzaron sus copas en señal de aceptación y se despidieron. Todos se dirigieron a sus habitaciones, Legolas aún observaba en silencio a Ohtarwen quien se encontraba conversando con Boromir sobre su enfrentamiento. El elfo rubio sentía que debía acercarse a ella pero no encontraba la forma adecuada y él era demasiado juicioso para actuar impulsivamente. Legolas suspiró decepcionado, sería mejor ir a dormir; confiaba en que mañana podría hablar con ella.

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Ohtarwen caminaba por entre los árboles del gran jardín real, desde que era niña tenía esa costumbre; al ser una guerrera de elite y pertenecer a uno de los mejores linajes de valkyrias se le permitía hacer su voluntad. Le entristecía el hecho de que en solo tres días mas no podría volver a hacerlo, amaba su ciudad y su pueblo pero seguiría a su princesa incluso a la misma morada de Sauron.

Se sentó al pie de un gran árbol, ahí había sido enterrada la gran reina Tiara hacia muchos siglos ya, su madre solía contarle historias de grandes batallas de elfos y hombres. Muchas veces le había dicho que algún día las valkyrias pelearían a su lado pero ahora los días de los elfos estaban contados, ella misma era una elfa por parte de padre y madre y ahora mismo el mundo sin la gente hermosa se le antojaba muy sombrío. Había viajado por toda la tierra media sin encontrar descanso para su alma, solo en este lugar y en el campo de batalla se sentía completa. No tenía temor a la muerte, desde el mismo día en que su madre murió se resignó a su destino.

Una lágrima surco su rostro, nunca había amado...se le enseñó desde que era una niña que el amor solo era para los débiles, no para las hermosas doncellas guerreras de su raza. Y sin embargo, en sus muchos viajes había contemplado la felicidad de las familias, acaso estaba destinada a nunca tener descendencia? Pero que descendencia podría tener una guerrera como ella, ahora mismo había sido arrojada de su hogar hacía la guerra y el mas glorioso destino en el que podía pensar era la muerte.

Ohtarwen se puso de pie dispuesta a retirarse a dormir pero un ruido la sobresaltó, inmediatamente se puso a cubierto y aguardo. Pocos segundos después un elfo rubio se acercó, él no había notado su presencia y caminaba distraído admirando los frondosos árboles y el cielo nocturno.

"quien eres?"- preguntó ella saliendo de entre los arbustos

"oh...dama Ohtarwen, disculpe haberla interrumpido. Soy Legolas, del bosque verde"- respondió el elfo algo turbado al notar quien era la que había hablado.

"señor Legolas! Mil disculpas, no sabía que era usted. He sido muy grosera"- se disculpó ella apenada por la forma en que se había dirigido a un príncipe elfo.

"no tiene de que preocuparse dama Ohtarwen, soy yo el que no debería estar aquí sin permiso pero es que extraño mi hogar y sus jardines reales me lo recuerdan de sobremanera"- comentó el elfo rubio con un ligero toque de nostalgia en su dulce voz.

"usted no tiene porque pedir permiso, príncipe Legolas. Los elfos siempre son bienvenidos en nuestro hogar y por favor dígame Ohtarwen a secas""- respondió la elfa con una gran sonrisa

"entonces tú habrás de llamarme Legolas para estar a la par, de acuerdo?"- agregó él respondiéndole la sonrisa

"así será. Pero ahora será mejor que vayamos a descansar, mañana a primera hora habrá una reunión y Helkawen puede ser muy agresiva con quien llega tarde"- comentó la elfa al recordar la semana en el calabozo que se había ganado por llegar tarde a una de esas reuniones – "mañana te llevaré a conocer la ciudad y después te traeré aquí y t mostraré hasta el último rincón de los jardines, que te parece?"- prosiguió ella feliz de que se interesarán en su lugar predilecto.

"sería un honor contar con tu compañía pero no tendrás un encuentro con Boromir mañana?"- preguntó el elfo disimulando la contrariedad que eso le producía

"descuida a Boromir le daré una paliza que no olvidará en su vida"- comentó Ohtarwen guiñándole el ojo maliciosa a Legolas

"eso será digno de verse"- agregó él divertido

"ahora a dormir"- dijo Ohtarwen

"permíteme acompañarte"- dijo Legolas cortes

"será un placer"- respondió ella tomando el brazo que Legolas le ofrecía

Caminaron juntos conversando y riendo por varios minutos, las guardias que los veían se sorprendían de ver a su superiora con un elfo. No era una conducta apropiada para una guerrera de su categoría pero se evitaron de hacer comentarios puesto que ella a fin de cuentas era una desterrada.

Ohtarwen sabía lo que ellas estaban pensando pero las ignoro compadeciéndose de su cobardía al temerle a la guerra que se avecinaba y preferir vivir a morir en la gloria.

Cuando llegaron a la habitación de Ohtarwen esta se detuvo – "gracias por acompañarme"- dijo ella

"no es nada, mi habitación desde aquí esta muy cerca. Dulces sueños Ohtarwen"- se despidió él con una ligera reverencia, aunque no deseaba separarse aún de la elfa.

"buenas lunas Legolas"- respondió ella dándole un beso en la mejilla e inmediatamente después entrando a la habitación cerrando la puerta tras ella. Legolas se quedó congelado en el lugar incrédulo, cuando por fin pudo controlar sus movimientos comenzó a caminar hacia su habitación con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.

"bonitas horas de llegada son estas"- dijo de pronto Erunis sentada en la cama en pijama con tono de madre regañona.

"que haces aquí, Erunis?"- preguntó Ohtarwen divertida por la actitud de su amiga

"he visto con quien vienes....vaya vaya....no esta nada mal"- agregó la elfa refiriéndose a Legolas

"no tienes algo útil que hacer?"- preguntó Ohtarwen intentando cambiar la conversación

"hmmmmm.....no"- respondió Erunis con una gran sonrisa

"no tienes vergüenza"- se rió Ohtarwen

"lo sé"- rió también Erunis

"ya déjame dormir porque no quiero que me vuelvan a encerrar"- dijo Ohtarwen saliendo del baño con su ropa de dormir

"dicen que los elfos duermen desnudos...será cierto?"- preguntó de pronto Erunis quien había estado pensativa

Ohtarwen casi se cae de la impresión cuando escucho la pregunta de su amiga y luego comenzó a reírse sin poder parar- "eres una pervertida!!!"- dijo aún riéndose y golpeando a Erunis con una almohada.

Erunis respondió el ataque y pronto se armó una verdadera batalla de almohadas, cuando por fin ambas se acostaron en la cama cansadas Erunis miró al techo preocupada – "crees que algún día volvamos?"- preguntó de pronto

Ohtarwen volteó a ver a su muy querida amiga- "no lo sé"- respondió sincera

"no temo a la muerte....temo a no ser digna de la sangre que corre por mis venas"- agregó Erunis tristemente

"estas loca?!! No conozco a nadie que sea mas digna que tu!"- afirmó Ohtarwen

"sabes....si he de morir...doy gracias a los Valar por poder morir junto a ti y Helkawen"- dijo Erunis con una sonrisa melancólica.

"es un orgullo para mi estar a tu lado, hermana mía"- respondió conmovida Ohtarwen- "ahora descansa"- agregó acunando a Erunis en sus brazos.