Capítulo 2: Necesito tu amor
Estábamos caminando por una ruta que cruzaba un bosque precioso. Ese bosque me hacía recordar la casa de Andy…y a mi familia. ¿Cómo estarían ellos allá, en Argentina? El entrenamiento no impediría que yo continuara con mis estudios, así lo había dicho mi tío cuando llegué allá. Por ese motivo, Andy y yo fuimos a un colegio en San Martín de los Andes, el pueblo más cercano a dónde vivíamos. Allá habíamos hecho muchos amigos, ninguno de los cuales sabía de nuestro entrenamiento o de nuestros poderes. Ante la comunidad mi familia había hecho pasar nuestra ausencia como "razones de fuerza mayor". Lo raro sería que ellos nos creyeran. Miré los árboles. Tierra, naturaleza, árboles…madera, marrón, follaje, verde… Lyserg.
Necesito tu amor, sólo quiero tu amor
Que me abraces esta noche, que me des tu corazón
Que me digas que me quieres, igual que te quiero yo
Que me hables al oído mientras suena esta canción
Lyserg Diehtel. Sos tímido, bondadoso, con un gran corazón. Odio cuando decís que buscás amigos fuertes porque sos débil, cuando te menospreciás. ¿Cómo puedo hacerte ver que no eres débil? Porque para haber llegado hasta acá debés de ser muy fuerte. Y lo sos, yo sé que lo sos. Y pienso decirte cuánto te amo…cuando tenga la oportunidad.
– ¿Estás bien? Estás rara – Me preguntó Lyserg. Afortunadamente entre los participantes del torneo no existen problemas lingüísticos (¿qué habrán hecho los apaches para lograr eso?). Si no, no sé como haría para poder entenderme con Lyserg y los demás. A veces me cuesta entenderme con Horo (suele intercalar palabras del idioma que usan en su comunidad), Ryuu (habla muy rápido) y con Ren (no habla, grita); pero no importa. Con Yoh me llevo recontra-bien.
–Sip, estoy bien. No te preocupes –le respondí, ruborizándome a más no poder. Bien enamorada de vos, pensé. Lyserg se dio vuelta y nos anunció que para el atardecer llegaríamos al pueblo.
– ¡YUPI!–Grité de alegría. Todos voltearon para verme. – ¿Qué? ¿Nunca vieron a alguien contento?
Yoh empezó a reírse de mi comentario, con esa risa tan contagiosa que tenía. Mari no pudo resistirse… y a los poco segundos casi todos estaban riéndose. Casi todos, porque Ren lanzó un bufido. "Chiquilines", dijo malhumorado.
–Mirá quién habla, el rey de los amargados–le dije en broma.
Ren paró de caminar. Horo-horo paró de reírse y me miró. Comprendí que me había metido en un lío enorme: Ren no toleraba que se le hicieran ese tipo de comentarios. Mejor dicho, no tolera nada. Todos se nos quedaron mirando: Horo-horo con miedo, Ryuu, Andy, Mari y Lyserg curiosos. ¿Yoh? Ah, no, él no entendía nada... sólo se reía.
– ¿Cómo me llamaste?–murmró Ren– ¿¡CÓMO ME LLAMASTE, CUATRO OJOS!?–Gritó, desenvainando su cuchilla.
– ¡Epa, epa! ¡Si sólo fue un chistecito!–traté de calmarlo, pero ya estaba empezando a repartir cuchillazos a diestra y siniestra.
– ¡Nadia!–murmuró Mari, asustada.
– ¡PARÁ, VIEJO, PARÁ!–Le gritó Andy.
Ahora todos estábamos esquivando los cuchillazos, aunque el 90% de ellos eran para mí. No sabía cuánto tiempo más podría seguir esquivando. Recordé una frase que solían decir en la escuela: hay que enfrentar los problemas, no esquivarlos. Bueno, si Ren no entendía por las buenas, lo haría por las malas.
– ¡Elal!–dije yo. Mi espíritu acompañante estaba listo.
– ¡Nadia, NO!–Dijo Mari.
– ¿Qué piensa hacer?–preguntó Horo-horo.
– ¡POSESIÓN DE ALMAS!
Cinco minutos después…
– ¿Está bien?–preguntó Horo-horo.
–No se preocupen, sólo está cansado–dije yo.
–No deberías haber usado las boleadoras, Na–me reprendió Andy.
– ¿Qué querés que hiciera?–le contesté–Un poco más y casi me mata.
Todos miraban a un Ren maniatado de pies y manos. Obviamente el "tiburón" me miraba con no una muy linda cara.
– ¡Ya verás cuándo me saque esto, cuatro ojos!–me gritó Ren.
– ¡Podrías habernos matado a todos!–le respondí yo, también a los gritos.
– ¡No!–contestó Ren
– ¡Sí!–dije yo.
– ¡NO!
– ¡SÍ!
– ¡NO!
– ¡SÍ!
–Si no es porque eres mujer, yo…
– ¿Vos qué?–le dije. ¡UUUUY! ¡Este pibe me desespera! Porque si hay gente que detesto son los cazadores, los creídos, los chetos y los machistas. Ren se liberó de las boleadoras y sacó su cuchilla otra vez. –Para que sepas, Tiburón, en mi entrenamiento no había distinción entre hombres y mujeres…
– ¿A quién le dijiste "tiburón"?–me preguntó Ren con furia.
–A vos, tiburonazo–dije yo, lo más tranquila que pude.
– ¡Dame tu mejor ataque, entonces!– ¿Eso era un desafío, Ren Tao? Bueno, vas a lamentarlo.
Estaba a punto de lanzarle una preciosa flecha, cuando me agarró Mari.
– ¡Epa, epa! –me llamó la atención ella.
–Al parecer Ren encontró alguien más con quién pelearse…–dijo Ryuu. A Ren lo estaba agarrando Andy.
–Jijijiji, ¡se nota que son buenos amigos!–dijo Yoh con una sonrisita.
– ¡NI LOCA!–Grité. Al parecer, el odioso tiburón había hecho lo mismo. Copión.
***
Ya estaba atardeciendo. Todos seguíamos caminando. A Horo se le había copado el apodo que le había puesto a Ren, y ahora se la pasaba cantando como un chico chiquito.
– ¡El tiburonazo, es el tiburonazo!–Canturreaba, bailando una imaginaria conga. – ¡Dale, Na!
– ¡¿PUEDES CERRAR TU MALDITA BOCAZA?!–Le gritó Ren. Justo. ¡Gracias, tiburón! Me diste un pie bárbaro.
–Ahí está (uh!), ahí está. Se histeriquió el tiburón, el tiburón–canté.
Todos estallaron en risas estridentes, desde Yoh (el risa fácil) hasta Lyserg. Ahjajajaja, Ren se enojó otra vez.
–Se callan ahora ustedes dos o…–nos amenazó a Horo y a mí, con la cuchilla rozando nuestras respectivas naricitas.
– ¿O si no qué, Rencito?–le pregunté, al borde de la risa. El aludido se quedó callado. Seguro que jamás nadie le había dicho eso… hasta ahora. Consideré que sería gracioso seguir con el chiste y sulfurarlo un poquito más: en cuanto estuvo distraído me escapé de su cuchilla, no sólo sacándole la lengua, sino que también despeinando su cabello violáceo.
Ya nadie podía aguantar la risa. Ahajajajaja, Ren estaba enojadísimo, pero al final cedió con un resoplido. Contenta, me fui con Mari.
–No se enoje, señorito–le dijo Basón. ¡Error! Ren cortó en trocitos milimetrados a su espíritu acompañante.
–Cállate, Basón.
– ¿Es mi ilusión o tenés ganas de molestar al "señorito"?–me preguntó Mari con picardía, mirando a un Ren muy enojado.
–No, hoy estoy en pesada–le respondí con una sonrisa.
–Si querés yo te hago gancho con el tiburón…–me dijo Andy, mientras me codeaba con picardía.
–No, gracias, yo no tengo tan mal gusto…–respondí. Claro que no, pensé, porque…yo no estaba enamorada de Ren, sino de Lyserg.... Al volver a pensar en él me sonrojé, y la cosa fue en aumento cuando evoqué su sonrisa gentil, aunque no había que negar que el chico fuera algo…reservado. Si él supiera todo lo que me causaba una sonrisa suya… no, no me creería.
Empezó a lloviznar. Ryuu sugirió irnos debajo de unos árboles, pero el tiburón le tiró la idea por los suelos, recordándole que los árboles atraían los rayos.
– ¡Qué listo que es, señorito!–halagó Basón a su amo.
–Cállate–repitió Ren con voz calma.
–Vamos, no se preocupen, todo estará bien–dijo Yoh.
–Es cierto, sólo es una garúa–dije yo.
Pero después de unos minutos la garúa se había convertido en lluvia. Mi mirada se perdió entonces en la belleza del paisaje. Las hojas de los árboles perladas por la garúa, verdes, me recordaron a sus ojos. Aquellos ojos verdes…tropecé con una piedra y por poco no me fui directo al suelo. Para mi desgracia, la lluvia me volvía torpe…y romántica. En ese momento sentí un cosquilleo en mi nariz. Traté de apaciguarlo, pero fallé… ¡Achís! Estornudé. Recé en silencio que él no se diera vuelta… Pero, como siempre que confiaba mis deseos a la religión que nos obligaban a profesar en la escuela, sucedió todo lo contrario: Lyserg se me miró con sorpresa.
– ¿Estás bien?–me preguntó.
–Yo estoy…–iba a responderle, pero otro estornudo lo hizo por mí. Maldije por lo bajo a mis estornudos, que no solían ser discretos. Saqué un pañuelo del bolsillo de mi pantalón y soné la nariz.
–Me parece que no–me dijo con una sonrisa. ¡No! Otra vez esa sonrisa que me volvía loca, indefensa. Una parte de mí rogaba que esa sonrisa desapareciera; y otra no sólo la quería, sino que también ansiaba tenerlo por completo conmigo, a mi lado…
Necesito tu amor, sólo quiero tu amor
Mientras nos moje la lluvia, que me abrigue tu calor
Que me mires a los ojos, igual que te miro yo
Que a tu corazón dormido lo despierte con mi amor
Me sorprendió cuando sentí sus masculinas manos sobre mis hombros. Me di vuelta y me encontré cubierta por esa especie de "impermeable" verde que él siempre llevaba puesto. Suerte que esa vez no se percató de mi sonrojo. No me dio tiempo ni de agradecerle; igual, estaba tan sorprendida por ese gesto gentil y caballeroso de su parte que ni reaccionar podía. Nuestras miradas se cruzaron por una milésima de segundo y luego, se fue. Me quedé mirándolo embobada mientras se alejaba, con paso firme, de mi lado. Si tan sólo pudiera tenerlo cerca de mí más seguido, si no podía ser para siempre… ¿Por qué? ¿Por qué él, y sólo él, tenía ese mágico efecto en mí? Ningún otro chico me había hecho sentir algo igual o parecido a esto; sólo él, Lyserg Diethel, lo había logrado.
La risita de Mari, que ella débilmente intentaba sofocar, me bajó a la tierra.
– ¿Dónde estabas Na?–me dijo en voz baja– ¿En Lyserglandia?
–Sshhhhhhhh! ¡Cerrá el pico, cotorra!–la callé. Si Andy llegara a escucharla…no, ¡mejor no pensar en las consecuencias! Él es MUUUUY celoso conmigo. Demasiado. Un verdadero "cuida".
– ¡Miren!–dijo Andy, obviamente ajeno a mi problema y sordo a los comentarios pícaramente peligrosos (para mí y mis sentimientos) de Mari.
Todos miramos adonde nos señalaba Andy. Entonces vimos las luces de una ciudad y, frente a nosotros, el cartel de bienvenida. ¡Al fin!
– ¡YUUUUUUPIIIIIII!–Gritamos Horito y yo como unos reverendos locos, saltando por todos lados como si fuéramos conejos– ¡LLEGAMOS, LLEGAMOS! ¡VIIIIIIIIIIIVAAAAAAAAAAA!
Todos los demás nos miraban sorprendidos. o_O
– ¿Por qué tanta alegría?–protestó Ren–Espero que no se pongan así cada vez que lleguemos a un pueblo…
–Déjalos que se relajen, caminamos muchísimo y casi no descansamos… ¡jijijiji!–dijo Yoh, mientras nos contemplaba festejar la llegada.
–Mejor vamos a buscar el hospital–dijo Andy–. Mari necesita atención médica. –Señaló la herida que la chica tenía en su brazo. Horo y yo paramos nuestra danza de la alegría y seguimos a los demás.
Cuando llegamos al hospital nos dividimos en dos grupos: Mari y yo nos quedamos en el hospital, y el resto fue a recargar provisiones y buscar alojamiento. Mi amiga insistió en que su herida no era tan grave como para estar escoltada por todos ellos, así que nos quedamos las dos en la sala de guardia del minúsculo hospital.
–Y, ¿cómo es que te lo dio?–me preguntó Mari.
– ¿Darme que? ¿Quién?–repetí, más atontada que nunca. Además de torpe y romántica, la lluvia me atonta.
Mari señaló el abrigo de Lyserg como toda respuesta. Sentí como me sonrojaba, incluso el calor que despedían mis mejillas. En menos de lo que canta un gallo me había convertido en un bonito globo rojo humano, enorme, brillante como uno de esos carteles publicitarios que abundaban tanto en la gran Buenos Aires.
–Ah, ¿esto?–dije–Bueno, simplemente estornudé y él se dio cuenta…Y me dio esto.
–Estamos avanzando…–me dijo con picardía.
– ¡No!–respondí yo–No te hagas ilusiones…Seguro que él lo hizo porque le di pena, nada más.
–Señorita, es su turno–dijo una voz a Mari. Ella se levantó y entró a la sala, dejándome sola.
El curso de mis pensamientos se perdió mientras me sacaba mis anteojos que, mojados por la lluvia, me pedían a gritos que los limpiara. Odio sentirme incómoda, pensé mientras los secaba con el dobladillo de mi remera. Decidí sacármelos y descansar un rato. Decidí dormitar un rato. Es bueno estar sola a veces, pero no lo es ser solitaria. Y ahora me sentía así, solitaria. ¿Se habría sentido así Lyserg alguna vez?
–Lyserg…–murmuré.
– ¿Si? ¿Dijiste algo?
Me sonrojé como loca. Waaaaaaaaaa!!!! Él estaba al lado mío y yo, como una perfecta tonta, no me había percatado. No sé, pero creo que mi estremecimiento lo asustó. Me quedé callada, incapaz de pronunciar ni la más simple palabra.
– ¿Puedo preguntarte algo?–me preguntó.
–Bue, dale–accedí. ¡Cualquier cosa haría con tal de mirar tus ojos verdes!
– ¿Por qué estaban peleando con los hombres de Hao?
Uh, bueno... no es lo que me esperaba, pero… ¡bah! ¿Por qué me hago tantas ilusiones?
–Bueno, ese tal Hao apareció y me ofreció irme con él, pero yo (obviamente) le dije que no. Y por eso estábamos peleando. –Cuando nombré a ese tipo de pelo largo, Lyserg gruñó. ¿Por qué? No lo sé.
– ¿Y por qué no aceptaste?–me preguntó intrigado.
– ¿Estás loco? A mí no me interesa irme con alguien tan desgraciado como él. Es demasiado guacho. Además, no me gusta su manera de pensar. ¿Y por qué odiás tanto a Hao?
–Bueno, es una larga historia…
–La mía también–dije yo.
–Bueno, mi vida fue bastante normal…hasta unos 8 años atrás (yo tenía 6). Mi padre era un detective que usaba el browsing (radiestesia). Mi padre me presentó a Morphin. Él me dijo que ella había pertenecido a nuestra familia por mucho tiempo, y que era mi turno de que fuera mi compañera. Me advirtió que yo tenía que buscar la llave para liberarla de su jaula, la cual estaba escondida por todo Londres. Bueno, la encontré; y cuando volví a mi casa (ya casi era de noche)…me encontré con lo peor que jamás podría imaginar. La casa estaba en llamas, y enfrente de mí estaba un chico algo más grande que yo, de pelo largo…mirándome.
–Hao–dije en voz baja. Sus ojos verdes demostraban verdadera tristeza mientras me contaba su historia.
Porque...
Desde el día en que te conocí
No he dejado de pensar ni un segundo
que yo estoy enamorándome de ti
–Yo le pregunté dónde estaban mis padres, y ahí me di cuenta de que ellos…bueno, ya sabes.
–Hizo lo mismo de siempre–dije yo–. Le dijo a tu papá que te quería en su equipo de shamanes y como él se negó los mató a los dos. Qué amable–dije con marcada ironía.
–Bueno, así fue. Yo sólo entré al torneo para matar a Hao y vengar a mis padres.
– ¿Y no estuviste en las preliminares?–le pregunté.
–Le robé un oráculo virtual a un oficial, así pude entrar.
– ¿O sea que vos no querés ser el Shaman King?–pregunté, sorprendida. Él era la primera persona (sino la única) que no estaba en el torneo para ser Shaman King. –Bueno, tenés una muy buena razón para estar así… Si Hao le hubiera hecho algo a mis viejos yo estaría igual.
–Gracias. ¿Y tú?
–Bueno… Yo descubrí que podía ver espíritus cuando era chiquita. Una vez en mi barrio hubo un accidente de tránsito, y ahí murió un chico. Tres días después del accidente le dije a mi mamá que tenía un amigo nuevo. Se lo quise mostrar (y, de hecho, lo hice) pero ella me dijo que dejara de hacer bromas pesadas. Bueno, al principio pensaron que tenía amigos imaginarios; pero cambiaron de opinión cuando les dije que me había visitado mi abuela. Ella había muerto hacía un año, así que los dos empezaron a sospechar. Entonces llamaron a mi tío…y él les confirmó que era cierto. En ese verano me enseñó a manejar mi habilidad. Después de eso fui todos los veranos a entrenar, hasta que hace 5 años me dijeron que me mudaría con ellos para empezar el entrenamiento en serio.
–Ahá ¿Y por qué entraste al torneo?–quiso saber él.
– ¿Yo? Bueno, yo quiero ser la Shaman King para traer la justicia a mi país. Allá las cosas están complicadas, hay mucha inseguridad. Mucha gente quiere justicia porque sufrieron mucho, además hay mucha discriminación (en especial con los indígenas). Y ni hablemos de las especies en vías de extinción. Pero lo que más quiero es sacarle de encima a mi viejo unos espíritus que lo molestan desde que tengo memoria.
– ¿Lo posesionaron alguna vez?–preguntó él.
–Hace mucho. Los médicos no entendían lo que le pasaba, decían (y siguen diciendo) que mi viejo está loco, que tenía ataques de epilepsia. Pero eso no es cierto. Ellos fueron una de las primeras cosas que pude "ver". Entonces ahí me di cuenta que había algo raro… Desde que empecé el entrenamiento se ponían nerviosos cada vez que volvía a mi ciudad para el año escolar. Ahora están tranquilos.
– ¿Qué les hiciste?
–Nada, sólo puse una barrera alrededor de mi casa. No lo molestarán hasta que el círculo desaparezca por completo. Por las dudas, claro, me di una vuelta por casa y reforcé el hechizo. Espero que cuando sea más fuerte pueda sacárselos de encima.
– ¿Exorcismo?
–No. Mi vieja me contó la historia de esos fantasmas. Mi viejo fue obligado a ir a la guerra. Esos son los espíritus de unos soldados ingleses, a quienes mi viejo mató en un enfrentamiento. Por supuesto, mi viejo se siente culpable por sus muertes; dice que es su castigo, que ellos permanezcan con él para siempre. Ya me cansé de decirle que esos espíritus tienen que ir a donde pertenecen. O les doy el descanso eterno o se vuelven a Inglaterra, con los suyos.
– ¿Tu padre fue a la guerra de…?–murmuró Lyserg.
–Sip, a las Malvinas. ¿No te diste cuenta de que Andy no te ve con buenos ojos? Jiji, él se tomó muy en serio el hecho de que tiene que cuidarme. Mi viejo no les tiene mucha simpatía a ustedes. Si hasta tuve que leer Harry Potter a escondidas… es un maniático, en eso los médicos tienen razón. –dije con una sonrisa. Enseguida me reprimí–Bueno, no es gracioso. Si no fuera por mi mamá estaríamos en la calle, papá no consigue trabajo por su condición de excombatiente. Lo discriminan por todos lados. –Suspiré–Allá en mi país no los quieren. Encima la pensión que le dan a mi viejo es una miseria, no alcanza para nada.
Me quedé en silencio. Jamás en mi vida le había contado mi historia completa a alguien que casi no conocía. Todavía no entendía porqué lo había hecho, pero tenerlo a mi lado me inspiraba una confianza que nunca habría pensado sentir. Daría cualquier cosa por quedarme para siempre al lado de él… ¡En serio!
Desde el día en que te vi
No he dejado de pensar ni un segundo
que yo estoy enamorándome de ti
–Esteeee…Lyserg–murmuré.
– ¿Si?
–La verdad que sos una muy buena persona…No merecés todo lo que te pasó.
–Gracias.
–…y por eso yo…te amo.
Me sonrojé. Apenas me di cuenta de lo que había dicho. Me levanté para irme, sin esperar su respuesta. Después de todo, ¿quién estaría tan loco para quererme? Nadie.
Sentí que alguien agarraba mi mano. Me di vuelta y me encontré con sus ojazos verdes, mirándome de esa manera que me encantaba.
–Nadia... yo también te amo. –me dijo.
Me senté de nuevo. Me perdí en la belleza de aquellos ojos, que tampoco se querían despegar de mí. Él se acercó lentamente a mí, y con dulzura acarició mi mejilla con una de sus tibias manos. No me acuerdo bien, pero creo que mientras sentía que estaba en el mismísimo paraíso le aparté un mechón de su verde cabello de la cara. Me tomó de las manos y, tímido, fue acercando sus labios a los míos.
Aquel beso, el primero de toda mi vida, fue algo que jamás podría (ni quiero) olvidar. Pese a todo lo que pasó después… jamás olvidaré la manera en que me besó aquella vez.
***
Habían vencido al vampiro que había lastimado a Lyserg. Yoh lo había hecho. Pero, ¿por qué? ¿Por qué se iba? La realidad me golpeó cuando, horrorizada, vi a lo lejos a las 5 Lilys desmayadas. Entonces ellas… ¿habían luchado contra los X-Laws?
Lyserg se alejaba. Su figura medio desafinada se alejaba decidida hacia un hombre alto, rubio, cuya cara de superado no me gustó para nada. Lyserg se iba…se iba con los X-Laws… ¿POR QUÉ? No me iba a quedar así, sin una buena respuesta por su parte. Me levanté, y corrí hacia él.
–Lyserg Diethel, ¿por qué?–le pregunté, interponiéndome y cerrándole el paso.
Silencio.
– ¿Qué te pasa?–le dije– ¿Qué te hice yo? ¡DECÍMELO!
Me miró a los ojos. Aquellos ojos no eran los que yo conocía, los que me habían mirado con infinito cariño y amor tantas veces… Lo miré suplicante.
– ¿Por qué?–murmuré de nuevo. No podía ser; que después de tanto amor me dejara así, sin una razón coherente…
–No tengo nada contra ti, Nadia. –me dijo, con voz apagada.
– ¡Entonces no te vayas!–le rogué. Como toda respuesta me apartó de un manotón y siguió de largo.
–Adiós–fue todo lo que me dijo cuando pasó al lado mío. No, esto era un mal sueño, ¡no podía ser cierto! ¡No podía ser que él, mi primer amor correspondido, me dejara así!
La pequeña Milly intentó pararlo, tal como había hecho yo. Ella intentó detenerlo, aferrándose a sus pies; pero él respondió tan fríamente como conmigo: simplemente la apartó de una patada. Me dejé caer al verlo actuar así. ¿Dónde estaba el Lyserg Diethel que yo conocía, el que amé con todo mi corazón? El que me hablaba dulcemente al oído, que me hacía compañía en las noches frías, que me rodeaba con sus brazos con ternura… ¿dónde? Ya no podía aguantar las lágrimas. Un desgarrado sollozo se acopló con el mío. Lyserg, mi Lyserg… Volvé, por favor…
– ¡¡¡¡¡VOLVÉ, LYSERG!!!!! ¡¡¡¡NO ME DEJES SOLA!!!!
Hola gente!!! Cómo les va? Yo bien, entregándoles un nuevo capítulo de esta…telenovela? Sí, podría decirse que esto es medio como una telenovela…en fin… Voy a contestar el ÚNICO rewiew que recibí (que pasa? Hay escasez de lectores?) Bueno, entonces cambio el Summary… espero que eso funcione.
Expectra: esta vez hay un poco de humor…espero que te haya gustado las peleas Nadia/Ren. Y si, para mí Lyserg es mi príncipe verde (pero no se preocupen, soy tan buena que lo comparto). Esta historia se ubica antes de que aparecieran Anna y las demás, pero no dudes de que se van a cruzar en algún capítulo. Y respecto a los demás personajes… qué te parece? Espero más rewiews tuyos!
Antes de que me vaya, la canción es "Necesito tu amor" de Bandana. El problema es que la letra que bajé de internet no decía que se repetía todo 2 veces…me acabo de enterar ahora, pero me da fiaca rehacer TOOOOOODO el capítulo de vuelta… Entienden, no?
Saludos de Nadilius Weasley (FELIZ 2004!!!! ^_~)
~*Soy Nadilius Weasley, una Tamao que quiere ser como Yoh, cuyo espíritu acompañante es Morphin. Hana, Hoshi, Sora es la canción que me representa, y mi tipo de chico es uno como Lyserg!!!*~
