Capítulo 7: Hora de volver
Querido diario:
¡Mil perdones por no haberte abierto por tanto tiempo! Pasaron cosas tan increíbles en estos días y no tuve ni un segundo libre para contártelo…hasta ahora. Bueno, mejor empiezo.
Por fin pude entregar la carta que le escribí a Lyserg. La verdad, no sé si la leyó todavía, porque pasaron muchos días y no recibí ninguna respuesta. Espero que le haya llegado. No es que todavía lo ame, pero ya no sé que hacer por Morphin y los demás. A propósito, hace mucho que no los veo… ¿te parece mal que los vaya a visitar? No sé si hacerlo o no, últimamente tengo un mal presentimiento sobre todo esto…
A la que extraño de verdad es a Morphin. ¿Dónde estará? Todavía no entiendo por qué se fue de casa. Seguro que tenía una buena razón... igual que Nica. ¡Es cierto! No la conocés.
Ella es mi hermana. La verdad es que no me acuerdo mucho de ella, porque se fue de casa cuando tenía más o menos 2 años. Seguro que te imaginás mi sorpresa cuando la vi. Encima, ella es miembro de los X-Laws también, como Lyserg. Ahora que lo pienso, ¿por qué Nica se habrá ido con ellos? Seguro que ella tuvo una buena razón para eso… Pero no puedo decir mucho, no la conocí bien.
Cambiando un poco de tema, hace no mucho que tengo sueños raros. Capaz que para vos no es raro pero para mí si… La cosa es que no dejo de soñar con Lyserg, aún cuando yo sé que no lo quiero más. ¡En serio! Esto no es un chiste.
Puso el lápiz a un costado del cuaderno. En ese momento tuvo una extraña sensación. Oh, no. Se levantó lo más rápido que pude y salió de la habitación.
– ¿Nadia, qué pasa?– preguntó Mari al verla salir de esa manera tan brusca.
– ¡Nica está en peligro! ¡Elal, vamos!–gritó. Abrió la puerta y se fue, seguida por el espíritu. La otra muchacha se quedó de piedra.
– ¿Nica? ¿Quién es "Nica", Yochi?–preguntó ella.
–Es la hermana de Nadia–dijo Alicia, sentada en la mesa del comedor. Ella, su hermano Andrés y Mariana estaban tomando el desayuno.
– ¿Hermana? ¡Pero si ella es hija única!–exclamó Andy, escupiendo un poco de mate bombilla por la impresión.
–Alicia–dijo Mariana con seriedad. –Sé muy bien que no tengo que meterme en esto, pero hay muchas cosas que no nos querés decir acerca de Nadia.
– ¿Cómo qué?–preguntó la aludida, mientras cebaba otro mate más.
–Como porqué los X-Laws y Hao Asakura quieren a Nadia en sus respectivos grupos. No entiendo porqué se preocuparían tanto por ella, si fuera una shamán común y corriente.
Alicia tomó un poco de la caliente bebida y depositó el mate en la mesa, con una tranquilidad sorprendente. Su hermano menor y Mariana la miraban expectantes.
–No es fácil empezar, Mari–se excusó la joven. –No les voy a negar que todo esto es extraño, la verdad es que no creí nada de todo esto hasta ahora. ¿De verdad quieren saberlo?
–Sí. –Respondió Andrés. Mari asintió con decisión.
–Entonces siéntense. Es mucho lo que les voy a contar…
Por el cielo de la aldea se desplazó un cóndor enorme, con una pequeña persona sentada encima de éste. Volaba a tal velocidad que dejó una casi imperceptible estela de plumas negruzcas.
***------~*~------***
¡Nica! ¿Nica, dónde estás? Bajé del cóndor-Elal cuando mis ojos dieron con una especie de caverna. Iba a pasar por ahí cuando una voz me detuvo.
– ¿A dónde piensas ir?–me di vuelta al oír mi nombre. Anna estaba junto a Pilika y Tamao, quienes cuidaban a un hombre cubierto de vendajes. Lo reconocí de inmediato.
– ¿Qué le pasó?–pregunté. Tamao iba a responderle, pero Anna le lanzó su mirada especial de hielo. Ella se encargó de contestarme.
–Nada terrible, está bien–me dijo. –Ahora contéstame: ¿dónde vas?
–A ayudar a una conocida. No puedo explicártelo ahora, me voy. –respondí rápidamente y me fui.
Entré ahí y me di cuenta que era un túnel. Lo crucé casi corriendo, casi sin prestar atención a las estalagmitas y estalactitas que decoraban el lugar. Cuando salí me encontré con un bosque frondoso.
–Señorita, este bosque es diferente a los demás–dijo Elal, apareciendo al lado mío.
– ¿Diferente?
–Sí. No me puedo mover con libertad–me indicó mi compañero.
–Este es el territorio sagrado–murmuré. – ¿Te acordás que Alicia nos lo contó? Es extraño que nadie no nos dijo nada por entrar.
–La señorita Anna…
–Me refería a un oficial del torneo–le aclaré a Elal–. Es raro, no hay ninguno. Se supone que sólo el ganador del Torneo puede estar acá… Vamos, no podemos estar parados.
Seguimos corriendo. Si tengo que decir la verdad, no sabía a donde tenía que ir, pero algo en mi interior me guiaba.
– ¡Señorita, mire!
Lo vi. A lo lejos se veían a unas cosas enormes: eran, sin dudas, los ángeles de los X-Laws. Con ese aspecto frío, terrorífico y socarrón no podían ser otros. Nos dirigimos corriendo a más no poder; aunque el verbo "correr" se aplicaba sólo a mí, ya que Elal flotaba. Vi cómo se formaba una especie de pirámide y entonces…hubo una enorme explosión ahí dentro. Corrí lo más rápido que podía, pero la onda expansiva de la explosión me tiró para atrás.
– ¿Señorita Nadia, está bien?
–S-sí–respondí. Sentía un dolor punzante en la espalda, que había recibido todo el golpe de lleno. Mis anteojos se habían hecho trizas del golpe. ¡Y eso que eran de orgánico, que supuestamente no se rompían nunca! Lo único que estaba más o menos intacto era el armazón. Entonces, no sé de dónde, escuché una voz.
– "Eres muy generoso, Lyserg. Nunca cambies."
– ¡Esa es Nica!–murmuré–Elal, ¿no escuchaste algo?
–No, señorita, no oí nada.
Entonces, ¿la voz de Nica estaba en mi cabeza? Me levanté y seguí caminando como pude, ya que el dolor no me dejaba caminar.
–Señorita, ¡no puede seguir así!–me advirtió mi espíritu–Es mejor que la lleve a casa…
–Yo…no pienso…irme…de acá–dije con dificultad. –Nica…ella me necesita…
Dentro de mi cabeza siguieron apareciendo voces.
– "Uriel, ¡déjame pasar! ¡Sergel!"
Sergel apareció a lo lejos. Algo parecido a unas estacas de hielo macizo fueron directamente hacia él y lo hicieron desaparecer.
– ¡Señorita Meene!–ese grito no lo escuché en mi cabeza. Además no fue necesario, ya que resonó por todo el bosque.
– "La debilidad y la amabilidad son diferentes. En verdad eres un niño muy generoso…y amable; tal vez tú puedas llevar a cabo las cosas que nosotros nunca pudimos. Recuerda que la generosidad siempre es necesaria para la justicia."
A lo lejos oí un grito.
–Cuántas más… ¡¿Cuántas almas más necesitas condenar para sentirte satisfecho, Hao?!
Esa voz la conocía muy bien: era Yoh.
Poco a poco se fue el dolor que sentía. Volví a correr lo más rápido que pude. Entonces vi algo que me dejó de piedra. Era imposible…
– ¿Morphin?
– ¿Esa es la señorita Morphin?
Increíble. Morphin había crecido a una velocidad increíble. Los ángeles se unieron a ella y entonces una luz no nos dejó ver. Cuando eso pasó los dos vimos cómo un ángel, diferente a todos los demás, se elevaba hasta desaparecer de nuestra vista. Me quedé unos segundos más mirando al cielo, allí donde el majestoso ángel se había desvanecido. Luego recuperé el sentido común y seguí corriendo.
Llegué a donde provenía el grito de mi amigo. Nada de lo que había aprendido durante casi más de la mitad de mi vida me había preparado para esto.
La escena que mis ojos vieron era imposible. No, no por favor. Esto era una pesadilla, esto no podía ser verdad…
– ¡NICAAAAA!!
¿Por qué? No puedo aceptarlo, ¡no es justo! No ahora, no tan pronto, si acababa de encontrármela otra vez… ¿Por qué ella? Ella no se lo merecía.
Sentí las miradas de todos los presentes clavadas en mí. No me importaba. ¿Acaso no había pasado nunca por algo así? Yo no…hasta ahora. El dolor en la espalda volvió a aparecer, más fuerte que antes. Mis piernas ya no podían sostenerme de la conmoción. Sentada en el suelo empecé a llorar. Nica, mi hermana…la hermana que por años había estado ausente en mi vida…Y ahora, que la necesitaba más que nunca, ya no estaba…se había ido…
Una loca idea se apoderó de mi mente. Esto que veo adelante mío es un maniquí, una muñeca a tamaño real…La verdadera Nica está todavía a salvo, seguro que buscando la forma de llegar hasta aquí… Pero las muñecas no sangran, ¿no? Entonces esto es la dura realidad…la verdad…
"Nos vemos" eso me había dicho Nica cuando la vi. Mejor dicho, cuando me visitó. Al principio creí que era una ilusión, pero cuando me dijo eso algo adentro mío me decía que no sería así. Claro, no tardé en tirar ese pensamiento a la basura. ¡Claro que la iba a volver a ver otra vez! Pero ahora me doy cuenta de que esa voz interior tenía razón…
No paraba de llorar.
– ¿Qué hace aquí?–escuché que preguntaba una voz que no tardé en reconocer. Sin duda era cierto desgraciado inútil, asesino, absolutamente tarado y falto de inteligencia propia. La rabia que me daba escucharlo se me colaba, pero esa sensación de mi cabeza fue apartada por unos pasos que se acercaban a mí.
– ¡Fuera! ¡Quiero estar sola!–farfullé. Quienquiera que fuera, esa persona no le prestó atención a mi advertencia. Cuando menos me lo esperaba unos brazos delgados pero firmes me rodearon y me estrecharon contra su dueño.
–Shhhh, tranquila, no llores más. –Reconocí esa voz de inmediato. Pero, ¿qué hacía él aquí? No lo quería ver para nada, nunca más, ni siquiera en sueños. Hice todo lo contrario a lo que me pedía: lloré aún más, si es que eso era posible. La manera en que me abrazaba me daba a entender que comprendía, sin dañarme, pero tampoco permitiéndome que siguiera así. Me dejé rodear por su cariño, sin decir nada. No era mi intención ajustar cuentas ahí mismo, pero lastimarlo e infundirle falsas esperanzas tampoco me apetecía. No, ese no fue, es ni será mi estilo. Sin embargo, dejé que me consolara, que su calor me envolviera con ternura; necesitaba que me apoyaran, aunque sea con gestos (y no con palabras, como yo estaba tan acostumbrada). Pronto el sueño (o el cansancio?) me invadió…y no tardé en quedar dormida.
Estaba en un claro de un bosque, oscuro, tenebroso, escalofriante. Frente a mí estaba una especie de sarcófago de hierro, que jamás había visto antes. Sentí de repente que ese "cajón" me llamaba a su encuentro. Me acerqué con curiosidad. Por un momento estuve a punto de hacer lo que me "decía" (¿los sarcófagos hablan?), pero recobré la cordura y me alejé. Demasiado tarde: el sarcófago se abrió y unas enredaderas gruesas como mangueras salieron de su interior a toda velocidad, persiguiéndome. Intenté escapar, pero no tardaron en alcanzarme. Rodearon todo mi cuerpo y me arrastraban hacia adentro de esa cosa asquerosa.
–No te resistas–dijo una voz calma, inexpresiva. Me di vuelta como pude y me encontré con la niña de cabello largo. Estaba vestida con una especie de "armadura". –Es tu destino.
– ¿Cómo dijiste?–le espeté. Esa tipa me sacaba de mis casillas. – ¿Mi destino? Sory, pero yo no creo en el destino.
–Es inevitable que lo cumplas–siguió ella, haciendo caso omiso a mi rabia–Estamos condenadas a sufrir en nuestro cuerpo las maldades que comete la raza humana.
–Yo no quiero–respondí, harta –Escuchame, que vos seas masoquista no significa que yo también tenga que serlo. ¿Me entendiste? Yo no voy a hacer lo que vos me pidas.
–Nacimos para esto–me dijo con esa calma que sonaba insultante–. Y por eso el amor no es algo que tengamos permitido.
Las enredaderas me apretaron aún más, lastimándome.
–Yo hago lo que quiero con mi vida–le dije con sincero enojo. –Haceme el favor de no meterte en eso ¿si? Es-mi-vida.
Lentamente me siguieron arrastrando al interior de ese sarcófago. No iba a permitir ser aplastada por esa niñita así de fácil, sin oponer resistencia. Yo no quería pagar el pato de algo que no había hecho…no, no quería y punto.
–Resígnate. Ya no hay escapatoria.
– ¿Ah, si?–hice mucha fuerza y me liberé de eso que me tenía atrapada. Enseguida sentí que caía, caía y caía…
***------~*~------***
Toc, toc, toc. Llamaron a la puerta.
– ¡VOOOOY!–Dijo Mari. Abrió la puerta y se quedó de piedra con la escena que tenía ante sus ojos: Nadia, inconsciente, estaba siendo cargada por un Lyserg muy lastimado, lleno de cortes y magulladuras. A su lado había dos personas. Mariana no tardó en reconocer a la primera, el rubio Marco, que había sido oponente de Nadia en su última pelea. Una chica de cabello largísimo estaba al lado de Marco. El rubio estaba mirando a Mariana con su mejor cara de traste, enojadísimo; al parecer había ido hasta ahí a regañadientes… Mari se hizo a un lado para dejar pasar a Lyserg, pero miró a los otros dos con desconfianza.
– ¡Ah! Ya llegaron. –Dijo Alicia, apareciendo de sopetón en el reducido living-comedor. –Mari, dejálos entrar.
– ¿Qué le pasó?–Preguntó Mariana, mientras ayudaba a Lyserg.
–Les contaré después–dijo la chica, hablando por primera vez. Su voz era calma e inexpresiva. A los ojos de Alicia, esa chica no debería tener menos años que su prima.
Se oyó un bostezo, y Andy hizo su entrada triunfal al lugar.
–Bue---–empezó. Sin embargo abrió los ojos y vio lo mismo que los demás. Se quedó estático unos segundos y luego reaccionó…y no de la mejor manera.
– ¡NADIA! ¡¿Qué le pasó?! ¡¿Está bien?! ¡¿Está viva?!–preguntó horrorizado. Sus ojos buscaban frenéticamente alguien a quién culpar de todo lo sucedido, y dieron con Lyserg.
– ¡VOS! ¡FUISTE VOS! ¡TE VOY A HACER ******, PENDEJO DEL….!
– ¡YA BASTAAAAA!–Gritó Alicia, al borde de la furia incontenible. Separó a su hermano del inglés con un empujón tan grande que casi tiró al pobre Lyserg, quien no entendía ni cinco de lo que estaba pasando. – ¡VAMOS, HERMANO, MARIANA!–La más grande de los 4 que vivían ahí se alejó hecha una furia, arrastrando a su único hermano fuera del cuarto de las mujeres (N/A: GRAN imitación a Pilika, sólo falta la red ¡y listo!). Mari se despidió cortésmente de Lyserg y cerró la puerta con suavidad, dejando al muchacho a solas con una inconsciente Nadia.
Lyserg suspiró. Todavía le costaba asimilar todo lo que había pasado. La señorita Meene, Kevin y Venstar habían sacrificado sus vidas para encontrar la manera de derrotar a Hao, y al final él mismo había revelado su secreto. ¡No era posible! Y ahora su querida Nadia estaba ahí, profundamente dormida… ¿o desmayada?
Quería pasar una eternidad al lado de ella, mirándola, deleitándose con cada centímetro de su belleza. Agarró la silla de la mesa junto a la ventana, la acercó a la cama de su querida y se sentó frente a ella. La observó largamente. Cada día ella embellecía más, y no se cansaría de decirlo. Se quedaría todo el tiempo necesario a su lado, cuidando su sueño, esperando a que despertara de su letargo. Después de todo, quería hablar con ella, sobre el futuro de su maltrecha relación. Mientras la miraba, regresó a su memoria el viejo cuento de la Bella Durmiente. De pequeño, su madre solía contarle cuentos para que él se durmiera, y en una de esas noches le había relatado esa antigua historia. Realmente se podía decir que Nadia era la bella princesa Aurora…tan joven y tan hermosa…Un mechón de cabello cayó, juguetón, sobre la cara de la chica. Mientras se lo apartaba se le ocurrió una locura: si la preciosa mujer que tenía delante suyo era la Bella Durmiente, ¿por qué no…? No. ¡Era una locura! Sin embargo, cada segundo que pasaba crecía en él las ansias de rozar esos labios una vez más, aunque fuera la última… Era imposible resistirse al hechizo de su dulzura, al recuerdo del sentimiento que alguna vez fue compartido…
"Y de ese sueño despertarás cuando rompa el hechizo un beso de amor verdadero"… ¿Qué había de malo en eso? Por supuesto que ella no despertaría, es que sólo quería decirle en silencio cuánto la amaba… Acercó lentamente, nervioso, sus labios a los de la muchacha. Por un momento se unieron, pero rápidamente los separó. Estaba loco, demente… Pero él sentía que era capaz de dejar absolutamente todo por ella, por amor.
Se levantó de la silla y clavó su mirada en la mesa junto a la ventana. Ahí estaba todavía la rosa que él había arrancado de no sabía dónde para ella…Observó sus manos y recordó cómo se las había lastimado con las espinas de la flor, todo eso había hecho para dejársela junto a una nota… Se había arriesgado muchísimo, lo sabía, pero cualquier peligro sería compensado con verla. Lamentablemente esa vez la había encontrado dormida, tal como en ese mismo momento. Una locura tras otra.
Sin embargo, a espaldas de Lyserg, Nadia estaba empezando a despertar.
Abrió los ojos y miró a su alrededor. Su mirada se dirigió casi automáticamente hacia una silueta que ella conocía. No, no podía ser. ¿Qué hacía aquí? Entonces todo lo que había pasado antes de perder la conciencia le vino a la mente. Sentir su cariño, envolviéndola, mientras ella se iba en lágrimas y tristeza… Pero ella ya no lo amaba. No. Nunca más. Claro que lo había perdonado, es lo menos que podía hacer, pero darle vía libre para que él la hiriera de nuevo…no. Antes de que pudiera pensar más, ya estaba pronunciando su nombre.
– ¿Lyserg?
El chico se dio vuelta, creyendo que era un sueño, que estaba alucinando. Estaba tan obsesionado por ella que ahora ilusionaba que lo estaba llamando; mas ella estaba ahí, mirándolo con esos ojos que lo hipnotizaban, sorprendida.
–Hola–la saludó el inglés, acobardado. No sabía qué hacer ni qué decir, ahora que ella estaba despierta, con sus ojos fijos en él.
¿Cómo actuar? ¿Por dónde empezar? Era tan fácil decirlo, pero tan difícil hacerlo… Se sentó en la silla de nuevo, frente a ella.
La miró a los ojos. Tímido, pero romántico a la vez, acercó su mano al rostro de la chica y lo acarició lo más delicadamente que pudo. Ella no parecía (o quería) percatarse del rumbo que tomaban los pensamientos del joven. Su mano bajó de su cara a su cuello y la atrajo hacia él. Ya sin resistirse a lo que le pedía su conciencia rozó con suavidad los labios de la chica con los suyos, para luego besarla.
En cuanto sintió el contacto de aquellos dulces y delicados labios contra los suyos, supo que estaba perdido. Sintió crecer en él el deseo de volver a explorar, como lo había hecho hacía tanto tiempo atrás, esa boca que prácticamente no respondía al beso. Realmente no quería hacerlo, pero sintió que esto no era por él; era por ella, por la mujer a la que él había amado sin medida y que había herido sin darse cuenta siquiera. Se había sentido el hombre más cruel del mundo cuando ella le hizo saber la angustia por la que pasaba. Ahora era el momento más oportuno para reparar ese error, pensó, ya que dudaba si podría volverla a ver.
No me pidas que vuelva contigo, no puedo. Las palabras sinceras que ella había desplegado en su carta le vinieron a la mente. Era lógico que después de tamaña traición ya no lo quisiera más, pero él todavía la amaba. Tal vez él encontraría después a esa mujer con la que deseara compartir su vida, mas por ahora la única que le venía a la mente era ella. Nunca podría amar a alguien de la misma manera e intensidad que a ella. Nunca. Ansiaba, por lo menos, tener un recuerdo de su querida para siempre. O por lo menos, hasta hallar a esa persona única, que uno sabe que siempre estará a su lado.
Tan rápido como empezó, Lyserg Diethel separó sus labios de los de Nadia. El joven inglés no tuvo el valor de mirar a la jovencita a los ojos; tan sólo se quedó lejos de ella, esperando la reacción de la muchacha con paciencia. ¿Qué le haría? ¿Le abofetearía, o se iría sin más? Tal vez le insultaría por su estúpida ocurrencia. Claro, ¡besarla! ¡Cuando ella le había dicho y jurado que no había amor para él! Era previsible.
–Lyserg…
El sólo escuchar su nombre le hizo cerrar los ojos. Esperaba cualquier cosa…
–Lo siento. – Se disculpó apresuradamente. No se atrevía a mirarla, ni siquiera a darse vuelta. ¿Para qué? Sólo se encontraría con ese rostro que le hacía perder el control de si mismo, quedando a merced de su corazón le dictaba. –Entiendo lo que sientes, pero yo no puedo olvidarte.
Nadia lo abrazó, llorando. Lyserg no supo que hacer, ella lo había sorprendido.
–Tonto…No tenés que pedirme perdón. –Dijo ella, mientras reprimía un sollozo.
–Pero…yo…–el inglés no sabía qué decir para calmarla. Era la segunda vez que ella se desarmaba en sus brazos, y no sabía que hacer.
–Escuchame–le dijo la chica. –Vos tenés que perdonarme a mí. –Antes de que él pudiera decir algo, siguió hablando–Me di cuenta de la verdad.
– ¿Eh? –barbotó Lyserg.
–Cuando te escribí creí que ya no te quería más, pero ahora que te vi otra vez y me besaste me di cuenta de que yo…te amo. ¡Perdoname, por favor!–la muchacha dijo esto muy rápido, como quien quiere quitarse un peso de encima.
Lyserg apartó con delicadeza a la chica de sus brazos, para mirarla a la cara de nuevo.
–Yo también– le susurró. Aunque eso ya se sabía. Lyserg le escurrió las lágrimas a Nadia y se quedó mirándola, embelesado, con una sonrisa gentil y tierna en sus labios. Ante este gesto tan dulce ella le devolvió la sonrisa.
El tiempo pareció detenerse alrededor de ellos dos. Ella, algo pálida por la reciente pérdida, pero hermosa. Él no podía despegar sus ojos de la chica, quien se acurrucó en sus brazos de nuevo. Luego de lo que pareció una eternidad se fueron acercando lentamente sus rostros y se besaron.
Al principio ese beso fue tímido, sencillo. Sin embargo no duró mucho así, ya que pronto las dudas se desvanecieron y se intensificó. No tardó en ser diferente a todos los anteriores: profundo, desbordante de cariño y cosas por decir. No sólo expresaron su afecto por el otro, sino que también desataron un sinfín de sensaciones que ambos extrañaban de esos momentos de tierna intimidad. Los brazos de la jovencita se movieron solos y abrazaron el cuello del inglés, quien hizo lo mismo pero con la cintura de su compañera. Se amaban. Y era tan evidente que no era necesario decirlo, ya que con sólo verlos así uno se daba cuenta. Habían estado tanto tiempo separados que ya prácticamente ni se acordaban del sabor que tenían los labios de esa persona amada. Ninguno de los dos tenía intención de romper ese momento mágico, pero tampoco de pasar al deseo sin control…simplemente querían disfrutar al máximo de ese instante en el que, silenciosamente, hacían visible el mutuo amor que se profesaban. Había en ellos un pequeño dejo de pasión, que le daba un toque único a lo que estaban viviendo. Luego de unos minutos que parecieron interminables, Lyserg se separó de Nadia.
–Me tengo que ir–le dijo a ella en voz baja, todavía sin romper el abrazo. Ella asintió en silencio, entendiendo perfectamente al muchacho.
– ¿Vas a ayudar a Yoh y los demás?–le preguntó, mientras lo soltaba.
–Sí. –Respondió–Ayudar a mis amigos es mi justicia.
–Así se habla–dijo la chica. Hablaban en susurros, pues no querían ser escuchados. –Qué lástima–se lamentó–no sabés cómo me gustaría ir con vos. Yo también quiero estar ahí.
–No puedes–le dijo Lyserg con firmeza–. Estás muy débil.
–Ya lo sé. Pero no importa. Voy a apoyarlos desde acá. –Admitió con una gran sonrisa.
–No cambias nunca–dijo el chico.
– ¿Y eso qué?–murmuró ella, fingiendo estar enojada.
– ¡Ey, no te enfades!–Lyserg no pudo evitar reírse por lo bajo. – ¿Te sucede algo?–preguntó, al ver que el rostro de Nadia se ensombrecía.
–No, nada–masculló ella evasivamente. Pero al ver la mirada preocupada que el chico le dirigía, agregó, sonrojada. –Yo… ¿vas a volver? –enrojeció aún más y dijo, clavando su mirada en sus manos–No te quiero perder otra vez.
El rostro del inglés se suavizó de alivio. Por un momento pensó que ella se sentía mal, pero no era nada grave. Era tan bella cuando se sonrojaba… Se le acercó de nuevo, quedando a centímetros de su cara.
–No lo dudes. –le dijo–Te amo, y no pienso hacerte sentir mal nunca más.
– ¿En serio?–le preguntó, algo dubitativa.
–Te lo prometo. –Lyserg se levantó, besó la mano de la chica (quien se ruborizó a más no poder) y se subió al marco de la ventana.
– ¡Esperá!–le detuvo ella.
– ¿Si?
–Elal–dijo la chica. Silencio– ¡Despertate, dormilón!
– ¿Me llamó, señorita?–preguntó el adormecido espíritu.
–Llevá a Lyserg a donde te diga, ¿entendiste?–ante la cara sorprendida de los presentes agregó–así vas a llegar más rápido.
Elal asintió, sin evitar un bostezo. Se estiró y una milésima de segundo después el ya conocido cóndor gigante estaba suspendido en el aire, a la altura de la ventana. Lyserg se subió con dificultad, con Morphin en su hombro.
– ¡Agárrese fuerte, joven Lyserg!–le advirtió el espíritu. El muchacho saludó con un gesto a la chica y se alejó, volando a toda velocidad montado en el cóndor-Elal.
Nadia se quedó un rato mirando por donde se había ido Lyserg. Suspiró. Sin dudas lo amaba. ¿Cómo había llegado a pensar que ya no lo quería? Capaz que sí era un poco rencorosa y posesiva, después de todo. Sin embargo, no podía estar enojada con él por mucho tiempo, ya que su tierna sonrisa la derretía y le agarraban unas ganas locas de abrazarlo. Inmediatamente le vino a la cabeza cómo se conocieron, en medio de una pelea. "La vida es un pañuelo", pensó con nostalgia. ¿Qué es lo que le gustaba de él? Sus sonrisas dulces, esos gestos tan gentiles que la dejaban sin reaccionar…había tantas cosas de él que le gustaban…mejor dicho, todo. Absolutamente todo. ¡Hasta sus defectos! Era obvio que los tuviera, pero eso (a los ojos de la chica) lo hacían más tierno y adorable. Suspiró otra vez.
–Vaya, parece que se reconciliaron, ¿no?–dijo una voz risueña desde la puerta.
– ¡Ah! Hola, Mari. –dijo Nadia, sorprendida. –No te oí.
–Claro, si estabas en Lyserglandia…–tuvo que taparse la boca con una de sus manos para ahogar la risita.
Nadia se sonrojó.
–Te envidio–murmuró Mari. Al ver la cara intrigada de Nadia, se apresuró a aclarar–Ese tipo de hombres son una especie en extinción. Ojalá pudiera encontrarme un chico tan caballero como él.
– ¿Por qué decís eso?–preguntó curiosa la chica– ¿Te gusta un chico?
–Todavía no. –respondió la aludida–Sólo dije que me encantaría conocer a un chico tan educado como tu Lyserg. ¿Sabés algo? Ustedes dos hacen una bonita pareja.
Nadia no supo que contestar. Se quedó callada un segundo y luego inquirió a su amiga.
– ¿Y para qué viniste?
–Alicia quiere contarte algunas cosas. ¿Podés pararte?–ella asintió–Bueno, entonces vamos al comedor.
–Tenemos visitas, ¿no?–preguntó la chica.
–Sí. Y tratá de controlarte, que hoy vienen en son de paz–Mari le guiñó un ojo a Nadia cuando dijo eso.
Mari abrió la puerta y Nadia se encontró con la persona que menos ganas tenía de ver, acompañado de su "superior". Se contuvo de gritarles un "¿qué hacen acá?", mas no evitó mirarlos con algo de apatía.
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Querido diario:
Estamos los 4 en el aeropuerto, volviendo a casa. No creo que entiendas nada, así que paso a explicarte.
Se acabó el Torneo. ¿Por qué? Bueno, te voy a decir porqué.
Yoh por fin hizo polvo a Hao, o mejor dicho, lo partió por la mitad. Pero para eso todos los de la aldea le dimos todo nuestro poder espiritual. Así se formó una posesión ENORME, y con eso Yoh le ganó por goleada a Hao. ¡Se lo merecía! Pero cuando pasó eso… ¡la aldea desapareció! @.@ La verdad que no entiendo por qué, eso sí que fue raro… Mari dice que eso fue lo que querían los Grandes Espíritus. Al final no hubo Shaman King…o sea que, como dijo Andy (que estaba recontra enojado) vinimos al divino botón. Pero yo no creo que sea así… ^^
Y ahora estamos en el aeropuerto, a horas de volver a casa. ¿Lo voy a volver a ver? Ya sé que tengo que confiar en él (me lo prometió), pero tengo miedo de que le haya pasado algo…Esa Jeanne no me cae bien; es una mosquita muerta…
Miré mi diario y sonreí. Otra vez, casi sin darme cuenta, había escrito lo que pensaba en ese momento. Y es que es cierto: tengo miedo, miedo de no volverlo a ver jamás, de que nos alejemos y se olvide de mí, de que mientras me jura que me ama se vea con otra…miedo de que esto se acabe y no haya cura para mi dolor. Tenía que aprender a pensar y después escribir. Así me ahorraría problemas.
Suspiré. No sé qué rayos haría si no lo volviera a ver. Dudo que me vuelva a enamorar de alguien más que no sea él; y si lo hiciera, sería sólo por su recuerdo. Buscaría siempre alguien idéntico a él, pero eso es imposible: cada persona es única e irrepetible.
Mis ojos se perdieron en la entrada al aeropuerto, esperando… Tenía ganas de verlo, antes de volver a casa…Los demás se han ido a llamar a sus familiares a sus respectivos hogares. Yo ya había llamado a mis viejos a casa, y me habían sorprendido con una noticia: nos mudaríamos en menos de dos meses a San Martín de los Andes, de manera definitiva.
–Pero no te asustés, pensamos conservar el departamento, por si querés ir a estudiar all
No era tan terrible, después de todo. Tampoco estaba triste de dejar Buenos Aires. Allá había vivido los años más penosos de mi vida, sufriendo el desprecio y la maldad de mis compañeros de curso. En la escuela no comprendían a la gente con dones como los míos… "Fenómeno, bicho raro, extraterrestre", me solían decir. Todo cambió cuando pisé por primera vez el pequeño colegio del sur. Ahí sucedía todo lo contrario: mi primo y yo éramos admirados por poder comunicarnos con los espíritus. Allá, sólo unos pocos podían entrar a los bosques y no correr riesgo de ser atacados por sus misteriosos habitantes. ¡Pobre del que se adentraba en el territorio de las hadas! Aquel que entraba allí sin saberlo no saldría vivo. Los pocos descendientes de indígenas que quedaban respetaban a los Shamanes, que tampoco eran muchos.
Todo era diferente. El cielo estaba cuajado de estrellas a la noche, el aire era puro y fresco…Cerré los ojos, recordando la belleza de ese paisaje…
Cuando los abrí, no pude ver nada. ¡Genial! Me los habían tapado.
– ¡Hooolaaa!–dijo alguien enérgicamente– ¿Quién soy?
¿Cómo no reconocer esa voz tan graciosa?
– ¡Hola chicos! –Los saludé– ¿Horo, me podrías dejar en paz?
–AHAHAHA, ¡perdón, Nadi!–se disculpó mi amigo Ainu.
– ¿Y qué hacen acá?–les pregunté, cuando ya me había sacado a Horo de encima.
–Pues…ya nos volvemos a casa, ¡JIJIJIJI!–respondió Yoh, tan amable como siempre. Todavía no me entraba en la cabeza que él había hecho polvo a Hao, tan solo hacía muy poco tiempo…
– ¿Pero cómo van a volver?–no es que sea mala, pero no creía que ninguno de ellos pudiera costearse un carísimo boleto de avión… Incluso nosotros íbamos a volver a pata…
–El tiburonazo nos lleva–dijo Horo.
–Qué suerte…–le contesté a mi amigo–Nosotros nos volvemos a pata.
– ¡Eh! ¿Qué es esto, che? ¿Una reunión familiar?–dijo Andy, apareciendo de repente. Mari y Alicia saludaron a Yoh y cía. Mientras comentaba que íbamos a hacer cuando volviéramos a casa, me agarró un repentino dolor de cabeza. Me disculpé y salí afuera, a tomar aire.
No era nada terrible lo que me pasaba, sólo que me había acostumbrado al aire del sur. Eso, según el médico, causaba que cuando fuera a las ciudades o a lugares donde el aire no era muy puro, sufriera las diferencias. También por eso no quería pisar nunca más Buenos Aires. El aire ya no era aire ahí, uno vivía respirando humo y nafta mal quemada. No había tanto verde como en el bosques que rodeaban a la casa donde vivía con mis primos y sus papás, en un Parque Nacional. Allá había una calma que no se conseguía en otro lugar, y los aprendices de Shamanes solían entrenar en lo más profundo del bosque, donde sólo llegaban los que conocían el terreno.
– ¿Nadia?
–Ah, hola, Lyserg.
Me di vuelta y nos quedamos cerca, muy cerca. Sonreí, y me senté en una banca que estaba cerca. Lyserg me imitó, y se sentó a mi lado.
– ¿Te encuentras bien?–me preguntó, después de un rato de estar callados. No, no lo estaba. Tal vez ésta fuera la última vez que lo viera… ¿pero porqué soy tan pesimista?
–La verdad que no. –le respondí, apoyando mi cabeza en su hombro. –Te voy a extrañar.
– ¿Y crees que yo no?–me dijo, riéndose. Sentí que suavemente sus manos rodeaban mi cintura.
Nos quedamos un segundo así, en silencio, compartiendo un segundo de tranquilidad. Sentir su respiración, su verdosa mirada fija en mí me daba una sensación de calma tan sincera y tierna que no pude evitar cerrar los ojos. Tomé conciencia de repente de lo mucho que añoraría su cariño, sus sonrisas, la ternura que reflejaba en cada gesto que hacía…por más pequeño que fuera. El terrible abismo de la distancia nos separaría por no sabía cuánto tiempo, hasta que pudiéramos encontrarnos otra vez.
– ¿Qué vas a hacer cuando vuelvas a casa?–pregunté.
–Retomaré mis estudios y seguiré entrenando–respondió–. Quiero mejorar mi técnica de dowsing, y convertirme en un detective como mi padre. ¿Y tú?
–Lo mismo que vos: seguir en el cole. Ya quiero llegar a 3ro…
– ¿Para qué?
– ¡Pues para terminar la secu! Después voy a hacer hotelería…Pero igual tengo que seguir entrenando; ahora sí que no tengo excusa.
–No viene mal perfeccionarse–opinó el inglés.
Tal vez por miedo, o por timidez; pero ninguno de los dos parecíamos dispuestos a mencionar lo que sentíamos. Lo amo; y sé que cuando vuelva a casa el recuerdo de su amor no me va a dejar en paz.
Hablamos muy poco, pasamos mucho tiempo callados. Me dijo que él se iba a volver a su país lo antes posible, porque tenía mucho que hacer. No parecía muy apurado…pero yo tampoco. Los minutos corrían y con ellos se acercaba cada vez más el inevitable adiós. Queríamos estar hasta el último momento juntos, sin dejarnos ni un segundo.
–Pasajeros del vuelo número 1512 con destino a Londres, favor de acercarse a la puerta 7; repito: pasajeros del vuelo…
Ya era la hora. Instintivamente lo abracé. ¿Por qué tan pronto? Odio las despedidas. Realmente las odio. Lyserg correspondió a mi abrazo. No pude evitar llorar, ¡lo iba a extrañar tanto!
–No me gusta verte así–me dijo, mientras me limpiaba las lágrimas.
–Es que te amo… y te voy a extrañar mucho–murmuré.
–Yo también. –susurró en mi oído.
–Última llamada a los pasajeros del vuelo número 1512 con destino a Londres, favor de acercarse a la puerta 7…
Estábamos al lado de las escaleras mecánicas que nos separarían. Cuando vi a Morphin, acercándose a su amo, me acordé de algo. Revolví en mi mochila y saqué dos pequeños paquetes.
–Tomá. –le dije, entregándoselos. –Éste–señalando el rosa–es para Morphin. El otro es para vos. Abrilos después, que si no vas a perder el avión.
Yoh y los demás ya habían llegado, también para despedirse de Lyserg y Morphin. Tanto los Shamanes como los espíritus los saludaron.
La femenina voz del aeropuerto hizo su última llamada a los del vuelo, como sabiendo que faltaba alguien. Lyserg se acercó a mí y, delante de todos, me besó. Iba a extrañar sus besos, su ternura, y todo lo vivido a su lado…todo.
– ¡LAAAAAARGUEEEEEEEN!–Oí gritar a mi primo. Lo ignoré. ¿Qué sabía él de amor? Nada.
–Adiós–me dijo.
–"Adiós" no: hasta luego–le corregí.
Se separó de mí y subió las escaleras casi corriendo. Lo vi alejarse, con una sonrisa en mis labios.
–Bueno, mejor vámonos yendo, que no tengo todo el día. –gruñó Ren.
–Aguantá un cacho–le dije, y me fui hasta la ventana.
Cinco minutos después lo vi cruzar la pista, junto a los otros pasajeros. Se dio vuelta, y nuestras miradas se cruzaron. Sonrió y nos saludó a la distancia. Entonces entró al avión. La sonrisa se me borró a medias.
–No te preocupes, todo saldrá bien. ¡JIJIJIJIJI!–me dijo Yoh.
–Lo volverás a ver, Nady–dijo Horo-horo, dándome una palmadita de apoyo moral.
–Es obvio, si se quieren tanto nada los va a poder separar–me aseguró Alicia.
Asentí en silencio. Todos tenían mucha razón. Mientras nos quisiéramos tanto como todo este tiempo, nada nos podría separar. Nada. Y yo lo iba a hacer todo lo posible para verlo otra vez.
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Bueno, ¡se acabó! Después de pelear mucho con este fic pude terminarlo!! VIIVAAAAAA!! ESTE ES EL 1ER FIC QUE TERMINO!!! ^^ Muchas gracias a los que me siguieron con paciencia, no importa si me dejaron rewiews o no. Ya estoy planeando la secuela…no les voy a adelantar nada. *la audiencia mira a Nadilius con pucherito* Bueno, sólo les digo que va a ser un crossover!! En serio, muchas gracias por seguirme. Ahora sólo me queda terminar con el fic de Frontier… ¡Hasta luego!
Nadilius Weasley de Diethel
