· Llorar una muerte ·

Viernes, 29 de agosto de 1997, 17:32 h.

Cementerio de Lochnagar, Highlands, Escocia.

La lluvia caía con fuerza en la pequeña colina, oscureciendo aún más la sombría tarde. Parecía que el tiempo se hubiera confabulado con los tristes acontecimientos que habían teñido el final del verano, cubriéndolo todo con un espeso manto en armonía con las abundantes túnicas negras.

A pesar de los conjuros protectores, el agua salpicaba con fuerza la más reciente de las lápidas del cementerio. Gwyneth releyó por enésima vez el vacío epitafio:

Reginald Fawcett yace en su último lecho tras una digna muerte en combate.

Lo lloran sus dos amadas hijas, Sasha y Gwyneth, y sus aliados en la eterna lucha.

No le gustaba especialmente. En realidad, no le gustaba en absoluto. Era frío. Pero así era su padre, frío y distante. Al fin y al cabo, ni ella ni su hermana habían podido escoger el último adiós a su padre... aunque, si hubiera tenido la posibilidad, hubiera sido incapaz de pensar en algo mejor.

Y ahora... ¿qué importaba el epitafio? Su padre había muerto. Tal vez no era un gran padre, pero era el suyo. El único que tenía. Hubiera dado media vida para tener a su madre ahí, a su lado, abrazándola y consolándola. Pero su madre hacía mucho que había roto los lazos con su padre y, por consiguiente, también un poco con ella y con Sasha. Se había negado a ir al entierro. Gwyneth sospechaba que, en el fondo, se había alegrado de la muerte de Reginald, pero tenía demasiado tacto como para demostrarlo ante sus hijas.

De modo que había sido un entierro corto, triste, acompañado por la lluvia. Había asistido mucha gente, pero gente que no significaba nada para ella: el pesado de Reinhart, los Malfoy, los padres de Ethan... ¿por qué no había ido él? Ethan la hubiera sabido animar. Al menos él era un compañero, no un completo desconocido. Pero, ¿qué le importaba a Ethan que su padre hubiera muerto? Para él no era más que...

-Gwyneth –Sasha la cogió del brazo, instándola a marchar.- Debemos irnos. Ya no hay nada que hacer aquí.

Por supuesto. Tenía razón, como de costumbre. Se enjuagó una última lágrima y, respirando con fuerza, se dio la vuelta para emprender el camino de regreso.

-Suerte que estás tú, Sasha. Me sentiría tan sola si...

-Shhh... Vamos, cariño –le pasó el brazo por los hombros, reconfortándola.- Nos tenemos la una a la otra, eso es lo que cuenta.

Sonrió.

-Y te aseguro que no permitiré que esto acabe así.

Gwyneth la miró, sorprendida. La rabia era patente en las palabras de su hermana.

-¿A qué te refieres?

-A la Orden del Fénix, por supuesto. No permitiré que el asesinato de nuestro padre quede impune.

-Pero, Sasha... nuestro padre... –se interrumpió, no sabía como continuar.- Sabes cuánto quiero a papá. Pero digamos que él... bueno, no creo que estuviera en el lado correcto.

Sasha bufó.

-¿Y cuál es el lado correcto, Gwyneth? ¿El de los asesinos o el de los que matan a los asesinos? ¿Realmente crees que hay tanta diferencia?

-Pero... no te entiendo, Sasha... Lo hemos hablado un montón de veces. Creía que pensabas como yo, que los mort...

Sasha la cortó.

-He estado hablando con Sean.

-¿Reinhart? ¿Has hablado con ese idiota y ahora crees que la causa de nuestro padre valía la pena? ¡Oh, Sasha! ¿Cómo puedes defender a los mortífagos?

La mayor de las dos hermanas ensombreció su rostro.

-No solo los defiendo, Gwyneth. Estoy empezando a comprender por lo que ellos luchan. Y si no fuera por esa maldita Orden del Fénix...

-¡Si papá no fuera mortífago aún estaría vivo!

-¿Es que Reginald no podía defender sus ideales? ¿Pretendes decirme que la "libertad" de esa orden se basa en matar a todos los que no piensan igual?

-¿Sasha? ¿Qué te ocurre? No entiendo que...

-No hay nada que comprender, Gwyneth. Pero será mejor que te vayas haciendo a la idea de que las cosas van a cambiar en casa.

-¡Oh! –se estaba enfadando mucho, demasiado.- ¡A lo mejor no quiera volver a casa, entonces!

Y sin previo aviso, rompió a correr. Avanzó a todos los que habían asistido a la ceremonia (todos mortífagos, odiados mortífagos), cruzó la verja de entrada y llegó hasta la pequeña carretera que conducía al cementerio. Sin pensarlo dos veces, levantó la mano a modo de señal. No se hizo esperar. El knoctámbulo apareció al instante, paró frente a Sasha y abrió sus puertas.

-¿Hacia dónde, jovencita?

Buena pregunta. Lo único que sabía era que no quería volver a casa.

-A Hogwarts. –Faltaban tres días para el inicio de las clases, pero dudaba que Dumbledore le denegara el acceso. Así que pagó su billete, buscó una cama y se tumbó. No pudo evitar una última mirada: frente a la puerta del cementerio, en medio de la carretera, estaba Sasha. Había salido corriendo tras ella, pero no había llegado a tiempo. Mejor, decidió.

Y entonces vio algo que aún la puso más furiosa de lo que estaba. Sean Reinhart se acercó a su hermana, le dijo algo al oído y, mientras ella sonreía, él la abrazó por detrás, besando suavemente su cuello.

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El mismo día, un par de horas más tarde.

Castillo de Balmoral, Highlands, Escocia.

-¡Problemas, señor!

Fue todo lo que susurró el elfo doméstico que le había abierto la puerta. Pero antes de que pudiera preguntarle nada ya había emprendido el camino de regreso al Gran Salón, cómo alma que lleva al diablo, mientras se golpeaba insistentemente con una mano en la cabeza.

En realidad no necesitaba preguntar. Sabía que su padre estaría furioso con él. Sonrió. Ese era uno de los motivos por lo que no había asistido al entierro. El haber de pasar la tarde rodeado de mortífagos aparentando falsa pena, otro.

-¡ETHAN NOTT! –Ahí estaba el viejo, dando la vara como de costumbre.- ¡Te ordené explícitamente que nos acompañaras al cementerio!

Puso cara de sorprendido.

-¡Ah! ¿Esa maldita reunión social de mortífagos anónimos era hoy? Lo había olvidado. Se ve que las diez mil veces que me lo dijiste no fueron suficientes... ¡Cuánto lo siento!

-¡Te estás ganando una, jovencito!

-¿Una qué? ¿Una saeta de fuego mejorada? Porque si no recuerdo mal, ya me la regalaste el día que intentabas obligarme a ir a esa estúpida cena...

-¿Por qué, Ethan? ¿Qué he hecho mal contigo?

-Deberías estar contento, papá. Con todo este ambiente negativo y no he salido mortífago... ¿qué suerte, eh?

-Ahí estaba el hijo de Lucius, la chica de Mcnair, los de Crabbe y Goyle... Pero claro, Ethan Nott no podía venir. ¡Tenía asuntos más importantes!

-¿Te refieres a mis compañeros favoritos de Hogwarts? Vaya, con lo que les echaba de menos... Si lo llego a saber...

-Será mejor que dejes ese tono sarcástico, hijo, si no quieres que...

-¿Qué? Vamos, dilo. ¿Cuál es la amenaza del mes? ¿Me encerrarás en mi habitación? ¿Me retirarás la paga? ¿Dejarás de hablarme? Pues deja que te diga una cosa, papá, ¡me importan una mierda tus amenazas! ¡Tú y tus estúpidas reuniones y todo lo que te rodea! ¡Como si te mueres ya de una puta vez y me dejas en paz!

Theodore Nott abofeteó a su hijo. No dolió, pero fue suficiente. Ethan lo miró en silencio. Volvió a ponerse la cazadora, lentamente. Se dirigió hacia la puerta de nuevo; ya no tenía nada más que hacer ahí.

-¡Ethan Nott! Será mejor que no salgas por esa puerta si...

¡BLAM!

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Lunes, 1 de septiembre de 1997, 21:06h.

Habitación de las chicas de sexto de Gryffindor, Hogwarts.

«Parece que todo vuelve a la normalidad. Parece increíble como llegas a acostumbrarte a este viejo castillo... es como si fuera mi casa de verdad, en lugar de la de mis padres! Hace cinco años no tenía ni idea de que la magia existiera, y ahora... ¿qué haría sin mi varita? ¿Qué haría si no pudiera venir a Hogwarts? (uups... lo que me lleva a la inevitable pregunta: ¿qué haré dentro de dos años?)

»A pesar de que este verano he quedado con Ginny y las otras, y de la suscripción a El Profeta, era como si estuviera aislada del mundo mágico y todo lo que pasa en él. ¡Como si no fuera importante! Como lo de la semana pasada... Ginny me ha contado que el Ministerio ha decidido no revelar la identidad del "héroe" (al fin y al cabo es un héroe) que acabó con la vida de un mortífago en defensa propia. ¡Ja! No quieren represalias de Voldemort, pero yo creo que si dijeran su nombre, sería el mago más votado en Corazón de Bruja, no importa su aspecto o su edad. ¡Preparaos, mortífagos! ¡Vamos a repartir leña!

»Pero, por ahora, tendremos que postergar lo de matar ratas de cloaca y centrarnos en el curso. Teóricamente este año es más fácil que el anterior (aunque al final no me fueron del todo mal los exámenes, jejej...), pero séptimo... fuá! Ni te cuento! Compadezco al hermano de Ginny y sus amigos, la verdad...

»Y hablando de chicos... Connie está coladísima por Terry Boot, uno de Raven. Va, no hay para tanto! Es monillo, pero demasiado intelectual para mi gusto. Bonachón. Bobalicón, a lo mejor. De esos q no se empanan de nada. A Lauren le gustan todos, ella gusta a todos, y a veces sale con alguno. No creo que llegue a enamorarse en su vida! Y Ginny... bueno... eso es un caso aparte. Está saliendo con Malfoy. No es que esté saliendo con él, es que sigue saliendo con él. Claro que tal vez es porque durante el verano casi no se han visto y aún no ha tenido tiempo de profundizar en su verdadera naturaleza (sí, sí, la naturaleza de gilipollas impresentable que acostumbra a mostrar, a esa me refiero), pero a la que pasen un par de días juntos en Hogwarts seguro que se le pasan las tonterías y lo deja plantado.

»A no ser que (ni en tus mejores sueños, chatina), Malfoy, en el fondo, no es mala persona (sí, seguro, y yo me lo creo, sabes?) y está colgado de mi Ginny y, bueno, por que negarlo?... está como un tren. Si la mitad de lo que cuenta Ginny sobre la historia de su salvador nocturno es verdad, y él era Malfoy... bueno, a lo mejor yo también me hubiera colado por él. [June, reacciona, esto no va bien! Estoy diciendo que podría enamorarme del sly? Puaj! Me dan arcadas con sólo pensarlo!]

»El caso es que ella no cabe de contenta porque va a poder verlo cada día, Ron se sube por las paredes y se muerde la lengua cada vez que sale el tema y... y Malfoy sonríe sin cinismo! No me lo puedo creer!!

»Yo aún no he encontrado mi príncipe azul. Sólo espero que no sea de color azul, porque entonces tendremos un problema. A no ser que lo de azul se refiera a los Raven. Mmmmm... no, creo que paso. Yo estoy destinada a ser un espíritu libre, jajaja, ¿quién dijo esta mariconada?

»Total, que empieza un nuevo curso, que ya no puedo tragar más o voy a explotar (cortesía del banquete made in Hogwarts), que el nuevo profesor de Defensa está bastante bien (sin llegar al nivel de Lupin...) y que me voy a acostar porque ya no puedo más!

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Martes, 2 de septiembre de 1997, 17:23h.

Jardines frente al lago, Hogwarts.

-Te he echado de menos, listillo.

Draco levantó una ceja, inquisitivo y respondió a la pelirroja:

-¿Es que acaso lo dudabas?

-¿Cómo me puede gustar un tipo tan prepotente?

-¿Sabes? A veces, en momentos de flaqueza, yo me pregunto lo mismo -Ginny le cogió la mano, enternecida.- Luego me miro al espejo y lo comprendo.

-Creído.

-Boba.

-Insensible.

-No al dolor, Weasley, así que, si no te importa dejar de estrujarme la mano...

-¡Oh! Lo siento, ni me había dado cuenta.

-¡Ja! ¡Propio de ti!

-¿A qué te refieres?

-Er... –se impone un cambio de tema- ¿Te has fijado dónde estamos?

-¿Ahora te vas a poner romántico? No pega contigo, Malfoy.

-Lo sé, era para despistar.

-¿Sabes que estabas muy sexy, todo de negro?

Lástima que Collin no estuviera; no se ve todos los días a Malfoy rojo como un tomate.

-¿Sí?

-Deberías ponerte tu traje de súper-héroe más a menudo.

Draco frunció el ceño.

-¿De qué quieres que te proteja?

-No a mí, listillo. Me refería más en general.

Draco frunció más el ceño.

-No te entiendo.

Ella puso los ojos en blanco.

-Ya me he dado cuenta. Quiero decir que está muy bien todo el rollo este, pero que aún estaría mejor si fuera algo contra Quién-tu-sabes.

-¿Qué? ¿Estás loca o qué?

-Vamos, Draco. No serías el primero, ¿sabes?

-Para eso ya está San Potter, hacedor de milagros a domicilio. Si querías a un milagrista te has confundido de chico.

-¡Yo no quiero milagros! Solo quiero que pases de los amiguetes de tu papá y muevas un poco el culo, listillo.

-Deja de llamarme listillo, Weasley. Y no es tan fácil, ¿sabes? ¿Qué crees que diría mi padre si le digo que estoy saliendo con la pequeña de Arthur Weasley? ¿que no quiero ser mortífago y que me olvide?

-Todo es empezar.

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Jueves, 4 de septiembre de 1997, 19:44h.

Sala Común de Ravenclaw, Hogwarts.

«Daphne,

»Siento no haberte escrito antes, pero me ha sido imposible. Aquí, encerrados en esta vieja casa, el tiempo se hace interminable y aún así, siempre hay cosas que hacer. Desde los acontecimientos de la semana pasada... necesitaba hablar contigo, y me hubiera gustado que fuera en persona, pero tu ya estás en Hogwarts, así que me conformaré con una simple carta. Los polvos flu no son demasiado recomendables. Puede que una carta también sea arriesgada, pero va a volar con Speedy, nuestra lechuza más eficiente. ¿Te acuerdas como la entrenábamos de pequeños? Para no perder la comunicación cuando yo entrara en Hogwarts. Parece irónico, pero aquí estamos otra vez. Sólo que las cosas han cambiado un poco estos últimos diez años, eh, princesa?

»Pero no te escribo para hablarte de nuestro pasado en Stratford-on-Avon... Habrás oído algo, o a lo mejor lo leíste en los periódicos, ¿estás enterada de la muerte de ese mortífago, Fawcett? Creo que sus hijas van aún a Hogwarts, al menos una de las dos. ¿Las conoces? –Daphne apartó los ojos de la carta de su primo y hermanastro, Michael, por unos instantes. ¿Que si conocía a las Fawcett? ¡Por supuesto! Coincidía con Gwyneth, de Hufflepuff, en algunas de sus clases. Y a Sasha, aunque era un par de años mayor y ya había terminado, la tenía vista de su Sala Común. Todo el mundo rumoreaba sobre ellas y su difunto padre últimamente. Gwyneth estaba más alicaída de lo habitual (¿y quién no?) y más solitaria, también. Aunque ahora se sabía abiertamente que su padre era un mortífago, y la gente rehuyera de una forma prácticamente imperceptible su compañía, Daphne no creía que Gwyneth fuera mala chica. Hija de su padre, simplemente. Las cosas no siempre son fáciles. Volvió a la carta.- Pienso en ellas y se me hiela la sangre. Me acuerdo perfectamente del día en que murieron mis padres, Daphne. Me acuerdo como si fuera ayer, y solo tenía seis años. Supongo que ellos son la auténtica razón de que entrara en la orden. Siempre había pensado en la crueldad de los mortífagos. Torturando y asesinando a su paso, sin importar lo que dejaban atrás, sin compasión.

»Y ahora me siento como si fuera uno de ellos. Yo no quería hacerlo, te lo prometo. Tú me conoces y lo sabes. Pero luchábamos, y yo gané. Supongo que debería estar contento. Matar a alguien nunca es agradable, ni tan siquiera cuando se trata de tu peor enemigo. Antes, soñaba en vengar la muerte de mis padres. Ahora me he dado cuenta de que sería una muerte inútil, vacía y sin sentido. Y ya hay suficientes muertes.

»Daphne, hermanita –Michael solía llamarla así cuando se ponía serio. Los padres de Michael eran sus tíos y, tras su muerte, su familia había acogido a Michael como a uno más. Él llegó el mismo año en que nacía Daphne y por eso, a pesar de la diferencia de edad, eran como hermanos-, espero que no me juzgues por esto. Y si lo haces, solo te pido una cosa: no seas demasiado dura.

»Ah! Creo que voy a pedirte otra cosa: ¡respóndeme! Necesito leer tu trazo reconfortante, hermanita.

»Con cariño,

Michael»

¡Por Merlín! ¡Oh, Michael! ¿Por qué era todo tan complejo? Su hermano estaba en el lado de los buenos, de eso no tenía ninguna duda. Y en cualquier guerra hay bajas. No mata el soldado, se decía, mata la guerra. La confrontación inevitable entre dos facciones que buscan la victoria.

Pero no tenía que convencerse a ella misma, sino a su primo. Michael tenía razón en una cosa: ella le conocía. Sabía que, en estos momentos, Michael estaba atormentándose por la muerte de Fawcett. En realidad, y de un extraño modo, eso la complacía. Significaba que no era un asesino sin corazón. Era un homicida circunstancial con un noble objetivo. Aunque seguía sonando fatal.

Daphne se hundió en su asiento. ¿Qué podía hacer por Michael? Responder la carta, por supuesto. Brindándole todo su apoyo. Pero...

Quizás existía la manera de compensar lo que había hecho su hermano. No al mismo nivel, pero menos es nada. Realmente Gwyneth parecía estar muy mal. Y no eran demasiados los que estaban dispuestos a acercarse a ella, dada su condición de hija de mortífaga. Tal vez no le vendría mal una amiga, alguien con quien hablar.

Y Daphne era tan buena como cualquier otra.

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Hola!

Bueno, dije que no lo haría, pero al final no he podido resistirme a esta secuela (más o menos) de Déjà vu. Sip, sé que el estilo es bastante distinto, este no es tan fic coral (aunque los protas siguen siendo personajes secundarios...), pero me parecía interesante y aquí está!

Una nota: Sé que Nott ya aparece en el 5º libro y es Slytherin y se llama Theodore. Por eso le he puesto este nombre al padre ;) Y es que cuando escribí Déjà vu no había salido el 5º, y todo lo q sabía de Nott era q su padre era mortífago (bueeeeeno... la verdad es que me di cuenta después de colocar a Ethan en Hufflepuff, pero me pareció bien; ¿es que todos los mortífagos y sus hijos tienen que ser sly?). De ahí que su carácter sea un poco rebelde, buena persona pero pasota-rebelde... ¿a que es mono?

Lo de las hermanas Fawcett tb tiene origen en los libros de HP: en el 4º sale una "señorita Fawcett, de Ravenclaw" q ha intentado poner su nombre en el caliz de fuego, y una "señorita Fawcett, de Hufflepuff" que está en la fiesta de Navidad. Probablemente un error, pero...

Ginny y Draco son los de siempre (retomando el hilo desde Déjà vu, por lo tanto ya están saliendo), June es la amiga Gryffindor de Ginny, y Daphne Greengrass no sé quien es (es bromaaaa!!). Me refiero a q se la menciona en el 5º libro, pero solo pone q es del curso de Harry, ni idea de la casa.

Y esto es todo. Aún estoy un poco encallada en un punto del argumento, así q si alguien está interesado, q pregunte! Se aceptan ideas...

Un besazo a todos y hasta pronto!

Gwen

P.D.: y recordad, la flecha marca el lugar ;)

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