VI:
Salazar Slartinn.
- ¡Hey dormilona, arriba!
Hermione zarandeaba las sabanas de mi cama, abrí mis ojos y vi la suave luz del sol reflejado por el cristal de las ventanas.
Bajé a la sala común, donde Harry y Ron nos esperaban. Llevaba cerrada mi capa favorita, azul con estrellas pequeñas y blancas. Como no tenia que entrar a las clases mientras fuese suplente, no tenia que utilizar el uniforme, aunque me agradaba.
Bajamos las escaleras e intente memorizar la forma de llegar desde la sala común hasta el gran comedor, al menos, para no sentirme tan perdida.
El suave olor de tostadas se percibía desde la entrada.
- Nos vemos mas tarde profesora - dijo Ron dándome una palmada en la espalda para darme ánimos y se lo agradecí.
Tomé el lugar de mi tío en la mesa de los profesores, tío Albus me saludo guiñando el ojo. Me sentía maravillosamente. La profesora McGonagall me entregó el horario, estaba libre la primera hora, así que podía asistir a una clases suplementarias ya que no tenia trabajo, luego tenia que atender a los de segundo de Hufflepuff y Ravenclaw.
Sentí un escalofrío en mi espalda mientras miraba las diferentes mesas, volteé y ahí estaba, el profesor Salazar Slartinn mirándome fijamente... una mirada evaluativa, sin mostrar en su cara gesto alguno. No me agradó esa mirada, no pude explicar lo que sentía, mantuve su mirada por un momento y sonó la campana.
Alcancé a Hermione a la salida y me dijo que vería Aritmancia, decidí acompañarla. Fue genial estar ahí, nos divertimos mucho en la clase.
Un poco antes de sonar la campana, salí del aula para intentar llegar a las mazmorras antes de mi clase. Contemplaba los cuadros de las paredes mientras buscaba mi camino, me detuve a pedir indicaciones a una bruja que vestía un hermoso traje violeta, cuando apareció de la nada el profesor Slartinn por mi espalda y muy cerca de mi oído habló:
-¿Perdida? -
- No, voy por buen camino - dije molesta por su repentina aparición.
- Entonces, ¿por qué se detiene? -
- Pues me ha sorprendido -
Otra vez utilizo esa mirad, fría, penetrante. Pero más que su mirada me molesto el que no dijese nada y no mostrara interés de salir de mi camino.
- Como no dice nada, Adiós -
Me siguió con la mirada, me sentía incomoda. Cuando finalice de subir las escaleras habló:
- Creo que las mazmorras quedan hacia el lado contrario ¿Usted no?
Fue suficiente. ¿Acaso tuvo que esperar a que terminara de subir para decirme que me equivocaba de camino?, Cuando me voltee a decírselo ya no estaba.
Entre en el aula, los alumnos ya me esperaban, aun me sentía enojada.
- ¡Buenos Días! Comenzaran un nuevo año, y obviamente aprenderán cosas nueva, y les recomiendo que las aprendan muy bien para que el año próximo no lleguen como están hoy... sin recordar bien las pócimas... cuatro por calderos, veremos que tanto recuerdan de la poción para encoger.
Con mi varita encendí fuego en la chimenea, esa aula era horriblemente fría.
- Seis puntos por alumno, a los que logren prepararla de manera correcta - continué - preguntas generales, levantando las manos. Comiencen.
Pase la lista, en realidad se comportaron bien, aunque solo dos grupos lograron recordar correctamente la receta para la pócima.
Al final de la clase, nos sobraron unos minutos y un chico moreno (Werbys, si no me equivoco) contó unos chistes.
La siguiente clase resultó de maravilla, cada vez me sentía más segura al dirigirme a ellos, los entendía bien, porque hace poco había pasado por donde ellos se encontraban.
El almuerzo lo tome con el profesor Snape (tengo que acostumbrarme a ver a mis tíos solo como maestros) estaba cada día mas fuerte, con mas color, aunque igual de silencioso. Cuando terminamos de comer me recosté en su pecho, sentí que se estremeció, pero no me alejo de él, tomo mi mano y no la soltó hasta que la campana sonó.
Como mis clases del día habían acabado, acompañe a Harry, Ron y Hermione a herbólogia. Transplantamos unas Disus Cantis, de un color lila con hojas de un rosa fuerte, su aroma era exquisito y penetrante.
Las horas pasaban volando, como si alguien jugase con las manecillas de los relojes, y con estas pasaban los días y las semanas.
Todo Hogwarts es hermoso, la forma única en que se alumbran los pasillos a través de los ventanales, las risas interminables de los alumnos, la brisa chocando contra los cristales. Lo único que me resultaba molesto eran las repentinas apariciones del Profesor Slartinn que dejaba a cualquiera paralizado, era increíble la habilidad que tenia para acercarse de manera tan silenciosa, que no era notado, hasta que abría la boca para decir algo... en realidad eran frases cortas, sacaba a cualquiera de sus casillas con ese silencio que guardaba cuando querías obtener una respuesta rápida, me resultaba desesperante. Y aun más increíble, era la frecuencia con que lo encontraba.
En mis clases pude ver que el profesor Snape, sentía preferencia hacia los de Slytherin. Recuerdo haber dicho en cada clase con los de esta casa "esta clase no será como la de su profesor Snape, así que no saquen conclusiones antes que empecemos" Las clases del sexto curso con los de Gryffindor y Slytherin eran las más increíbles. El joven Malfoy y sus compañeros, siempre buscaban la forma de pelear con Harry y los del resto de la clase. Parecía un campo de batalla, pero esa sigilosa y disimulada entre ambos bandos.
La tarde era lluviosa, leía junto a una de las ventanas, no podía concentrarme realmente, mi mente siempre volvía al profesor Slartinn. "En realidad no sé porque pienso tanto en él, me tarta como a una chiquilla incapaz de cuidarse sola". Cerré el libro con fuerza, Fred y George, que conspiraban contra alguien, me vieron fijamente.
- ¿ Adónde vas? -
- ¿Te ayudamos a encontrar un lugar seguro? - cada vez que podían me acompañaban para que no me perdiera en el castillo (aun me confundo)
- ¿Han ido a al despacho del profesor Dumbledore? - antes que respondieran ya me sabia la respuesta.
Me condujeron por pasillos y escaleras hasta llegar a una gárgola, "Dulce Limonada" y esta dio paso a unas escaleras en forma de caracol móviles. Al final había una gran puerta con la figura de un águila con cuerpo de león. Antes de tocar, la puerta se abrió.
- ¿En problemas? - era el profesor Slartinn.
- No, pero parece que usted sí -
- No sabe que tan grande es - dijo mirándome fijamente, pero no esta enojado. Bajó las escaleras con la capa arrastrándose en los escalones.
No entendí que quiso decir a lo ultimo y una vocecita en mi mente me dijo "no importa", pero seguí ahí parada hasta que tío Albus, digo el profesor Dumbledore dijo en tono suave:
- ¡Etili! La puerta esta abierta, pasa - vi brillar sus ojos y no puede evitar sonreír - deseaba verte, toma asiento a mi lado -
Amo a mi tío, es tan dulce, y tan astuto a la vez, tiene un fresco olor a limón (le encanta el dulce de este fruto), su mirada me recordaba la de mi padre, no podía quitar mi vista de sus ojos y él disfrutaba que lo hiciera.
- He tenido excelentes comentarios de ti - continuo acariciando mi cabello - eres una buena profesora, a los chicos les gusta y más que tus clases me han dicho que con tus túnicas a mas de uno dejas desconcertados -
- ¡No son ceñidas! - estaba ruborizada y enojada - y ¿cómo pretenden que use una cosa larga con todas esas llamas y esos calderos humeando? - vi que me sonreía.
- Todas son hermosas, como la dueña, no te preocupes ¿quieres contarme algo?
Preguntó lo acertado, todo el revoltijo de sentimientos y preguntas los exprese diciendo:
- ¿ De donde sacaste a ese profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras? sonrió y respondió dulcemente:
- Viene de la Academia Armerius, en Italia. Me parece un buen profesor a pesar de su corta edad, trabaja duro y da lo mejor de sí en cada clase. A demás se ganó mi confianza. - con esa ultima frase dio por concluido mi interrogatorio acerca de Salazar.
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Salazar Slartinn.
- ¡Hey dormilona, arriba!
Hermione zarandeaba las sabanas de mi cama, abrí mis ojos y vi la suave luz del sol reflejado por el cristal de las ventanas.
Bajé a la sala común, donde Harry y Ron nos esperaban. Llevaba cerrada mi capa favorita, azul con estrellas pequeñas y blancas. Como no tenia que entrar a las clases mientras fuese suplente, no tenia que utilizar el uniforme, aunque me agradaba.
Bajamos las escaleras e intente memorizar la forma de llegar desde la sala común hasta el gran comedor, al menos, para no sentirme tan perdida.
El suave olor de tostadas se percibía desde la entrada.
- Nos vemos mas tarde profesora - dijo Ron dándome una palmada en la espalda para darme ánimos y se lo agradecí.
Tomé el lugar de mi tío en la mesa de los profesores, tío Albus me saludo guiñando el ojo. Me sentía maravillosamente. La profesora McGonagall me entregó el horario, estaba libre la primera hora, así que podía asistir a una clases suplementarias ya que no tenia trabajo, luego tenia que atender a los de segundo de Hufflepuff y Ravenclaw.
Sentí un escalofrío en mi espalda mientras miraba las diferentes mesas, volteé y ahí estaba, el profesor Salazar Slartinn mirándome fijamente... una mirada evaluativa, sin mostrar en su cara gesto alguno. No me agradó esa mirada, no pude explicar lo que sentía, mantuve su mirada por un momento y sonó la campana.
Alcancé a Hermione a la salida y me dijo que vería Aritmancia, decidí acompañarla. Fue genial estar ahí, nos divertimos mucho en la clase.
Un poco antes de sonar la campana, salí del aula para intentar llegar a las mazmorras antes de mi clase. Contemplaba los cuadros de las paredes mientras buscaba mi camino, me detuve a pedir indicaciones a una bruja que vestía un hermoso traje violeta, cuando apareció de la nada el profesor Slartinn por mi espalda y muy cerca de mi oído habló:
-¿Perdida? -
- No, voy por buen camino - dije molesta por su repentina aparición.
- Entonces, ¿por qué se detiene? -
- Pues me ha sorprendido -
Otra vez utilizo esa mirad, fría, penetrante. Pero más que su mirada me molesto el que no dijese nada y no mostrara interés de salir de mi camino.
- Como no dice nada, Adiós -
Me siguió con la mirada, me sentía incomoda. Cuando finalice de subir las escaleras habló:
- Creo que las mazmorras quedan hacia el lado contrario ¿Usted no?
Fue suficiente. ¿Acaso tuvo que esperar a que terminara de subir para decirme que me equivocaba de camino?, Cuando me voltee a decírselo ya no estaba.
Entre en el aula, los alumnos ya me esperaban, aun me sentía enojada.
- ¡Buenos Días! Comenzaran un nuevo año, y obviamente aprenderán cosas nueva, y les recomiendo que las aprendan muy bien para que el año próximo no lleguen como están hoy... sin recordar bien las pócimas... cuatro por calderos, veremos que tanto recuerdan de la poción para encoger.
Con mi varita encendí fuego en la chimenea, esa aula era horriblemente fría.
- Seis puntos por alumno, a los que logren prepararla de manera correcta - continué - preguntas generales, levantando las manos. Comiencen.
Pase la lista, en realidad se comportaron bien, aunque solo dos grupos lograron recordar correctamente la receta para la pócima.
Al final de la clase, nos sobraron unos minutos y un chico moreno (Werbys, si no me equivoco) contó unos chistes.
La siguiente clase resultó de maravilla, cada vez me sentía más segura al dirigirme a ellos, los entendía bien, porque hace poco había pasado por donde ellos se encontraban.
El almuerzo lo tome con el profesor Snape (tengo que acostumbrarme a ver a mis tíos solo como maestros) estaba cada día mas fuerte, con mas color, aunque igual de silencioso. Cuando terminamos de comer me recosté en su pecho, sentí que se estremeció, pero no me alejo de él, tomo mi mano y no la soltó hasta que la campana sonó.
Como mis clases del día habían acabado, acompañe a Harry, Ron y Hermione a herbólogia. Transplantamos unas Disus Cantis, de un color lila con hojas de un rosa fuerte, su aroma era exquisito y penetrante.
Las horas pasaban volando, como si alguien jugase con las manecillas de los relojes, y con estas pasaban los días y las semanas.
Todo Hogwarts es hermoso, la forma única en que se alumbran los pasillos a través de los ventanales, las risas interminables de los alumnos, la brisa chocando contra los cristales. Lo único que me resultaba molesto eran las repentinas apariciones del Profesor Slartinn que dejaba a cualquiera paralizado, era increíble la habilidad que tenia para acercarse de manera tan silenciosa, que no era notado, hasta que abría la boca para decir algo... en realidad eran frases cortas, sacaba a cualquiera de sus casillas con ese silencio que guardaba cuando querías obtener una respuesta rápida, me resultaba desesperante. Y aun más increíble, era la frecuencia con que lo encontraba.
En mis clases pude ver que el profesor Snape, sentía preferencia hacia los de Slytherin. Recuerdo haber dicho en cada clase con los de esta casa "esta clase no será como la de su profesor Snape, así que no saquen conclusiones antes que empecemos" Las clases del sexto curso con los de Gryffindor y Slytherin eran las más increíbles. El joven Malfoy y sus compañeros, siempre buscaban la forma de pelear con Harry y los del resto de la clase. Parecía un campo de batalla, pero esa sigilosa y disimulada entre ambos bandos.
La tarde era lluviosa, leía junto a una de las ventanas, no podía concentrarme realmente, mi mente siempre volvía al profesor Slartinn. "En realidad no sé porque pienso tanto en él, me tarta como a una chiquilla incapaz de cuidarse sola". Cerré el libro con fuerza, Fred y George, que conspiraban contra alguien, me vieron fijamente.
- ¿ Adónde vas? -
- ¿Te ayudamos a encontrar un lugar seguro? - cada vez que podían me acompañaban para que no me perdiera en el castillo (aun me confundo)
- ¿Han ido a al despacho del profesor Dumbledore? - antes que respondieran ya me sabia la respuesta.
Me condujeron por pasillos y escaleras hasta llegar a una gárgola, "Dulce Limonada" y esta dio paso a unas escaleras en forma de caracol móviles. Al final había una gran puerta con la figura de un águila con cuerpo de león. Antes de tocar, la puerta se abrió.
- ¿En problemas? - era el profesor Slartinn.
- No, pero parece que usted sí -
- No sabe que tan grande es - dijo mirándome fijamente, pero no esta enojado. Bajó las escaleras con la capa arrastrándose en los escalones.
No entendí que quiso decir a lo ultimo y una vocecita en mi mente me dijo "no importa", pero seguí ahí parada hasta que tío Albus, digo el profesor Dumbledore dijo en tono suave:
- ¡Etili! La puerta esta abierta, pasa - vi brillar sus ojos y no puede evitar sonreír - deseaba verte, toma asiento a mi lado -
Amo a mi tío, es tan dulce, y tan astuto a la vez, tiene un fresco olor a limón (le encanta el dulce de este fruto), su mirada me recordaba la de mi padre, no podía quitar mi vista de sus ojos y él disfrutaba que lo hiciera.
- He tenido excelentes comentarios de ti - continuo acariciando mi cabello - eres una buena profesora, a los chicos les gusta y más que tus clases me han dicho que con tus túnicas a mas de uno dejas desconcertados -
- ¡No son ceñidas! - estaba ruborizada y enojada - y ¿cómo pretenden que use una cosa larga con todas esas llamas y esos calderos humeando? - vi que me sonreía.
- Todas son hermosas, como la dueña, no te preocupes ¿quieres contarme algo?
Preguntó lo acertado, todo el revoltijo de sentimientos y preguntas los exprese diciendo:
- ¿ De donde sacaste a ese profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras? sonrió y respondió dulcemente:
- Viene de la Academia Armerius, en Italia. Me parece un buen profesor a pesar de su corta edad, trabaja duro y da lo mejor de sí en cada clase. A demás se ganó mi confianza. - con esa ultima frase dio por concluido mi interrogatorio acerca de Salazar.
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