Hola a todo el mundo ¡ya estoy aquí!. Bien, antes que nada pedir perdón por el retraso y porque el capítulo no sea del todo bueno, pero no podía dar más de mí. De verdad que lo siento.
Reviews capítulo 6:
* Lil Granger ^^: Ahora lo de Ron y Hermione irá con más soltura, pero los capítulos son cortos y para ponerme en escena necesité muchos hasta llegar a donde quería. Espero que sigas leyendo. Besitos y Gracias.
* Arwen-chan: Draco saldrá mucho más ahora que salió en escena, sobretodo porque el pobre Harry tendrá más de un quebradero de cabeza por su culpa, y también por cierta pelirroja. Besitos y continúa con tus fics.
* Bere Radcliffe: Tú tienes que actualizar, ¡claro que puedes! Lo que pasa es que eres una auténtica floja. Seguiremos las dos :P. Gracias y besitos.
* Malale : Ron y Hermione seguirán en las suyas, pero habrá cosas que cambiarán... Gracias y besos, suerte con la tarea.
* Yo-Io-I : Tuviste que leer mal porque Draco no tiene el pelo negro, era la capa jajajaja. La pareja también me gusta mucho, y espero que éste te siga gustando también ¿ok? ^_^ Gracias...
* Jessi Weasley: Es que la escena esa era necesaria para el siguiente capítulo, si te sirve de consuelo aquí hay más RON/Herm... perdóname y besitos.
* Yussi: Espero que no sigas con esos instintos homicidas hacia mí.
* Jade Potter Weasley: Pues tus preguntas serán respondidas en próximos capítulos, tú lee y disfruta lo que puedas, venga besitos.
* Melania Weasley: Creo que éste review ha sido el más largo que me has dejado: Dos líneas, increíble, casi muero de la emoción jajajajaja. No hombre ya en serio, es que siempre me dejas una carita y me gusta saber vuestras opiniones. Besitos y gracias niña.
* ^nan^ : Jajajajaja, mente ultrapoderosa, tus respuestas en éste capítulo y ahora ¿lee!
* La_NiNia_PiTu: Bueno... no sé si debería decir esto, pero si coges el avión y llegas a Sevilla, solo tienes que coger un bus hacia Cádiz y allí me encontrarás, pero no voy a decirte la dirección por si sigues teniendo esos instintos homicidas tan... ejem... desarrollados... Gracias por todos y lo del cuarto mejor olvídalo ¿si? Besitos...
* kmila : ¡Musa! Te dejaste caer por aquí por fin, jeje. Bueno gracias por todo y en parte esto también se debe a ti, que me inspiras demasiado. Besitos superpoderosa.
* aline: Bueno intenté buscar tu página, pero es que ni pude mirarla atentamente. Tu tranquila que ahora en vacaciones me meto y cuelgo algo. Gracias y besos. ^_^.
* magda: Yo le apuro y tu lees ¿ok? Besos.
* Merodeadora_Chii: Sé que me tardo, espero controlarme más ahora que voy a estar env acaciones, y espero también hablar contigo más a menudo Besitos.
Los del capítulo siete los respondo en el próximo capítulo, porque estoy cansada y quiero dormir, que me he calentado mucho la cabeza para hacer éste capítulo. No está revisado, así que disculpas por las faltas. Y ahora sí, Besos y disfrutad lo que podáis.
**********************************************************************************************
Ronald & Harry de Hogwarts: Capítulo 8
Andaba por los senderos del bosque con la seguridad que le daba los años de vivir en él, de conocerlo aunque tuviera los ojos cerrados. Retiraba matorrales sin apenas percibir el rumor del viento tras sus pasos y el frío que le estremecía, observando de vez en cuando entre las ramas frondosas de los árboles la oscuridad de la noche, distraído y absorto, porque Ron tal solo pensaba, y pensaba en la dama que descansaba en su cabaña.
No es que le gustase la idea de tenerla en casa, pero no soportaba que una chica llorase, por muy caprichosa y princesa que fuera, aunque todo terminaría cuando Harry encontrara a ese erudito llamado Lupin. Y por primera vez le vino a la cabeza el hecho de que cuando el misterioso sabio pagara el rescate por ella ya no la vería más, y menos posibilidades tendría cuando regresara a su Francia natal. Y aquello, sin saber porqué, hizo que su estómago sufriera una violenta sacudida.
Se pasó una mano por el cabello pelirrojo, pateando la tierra que había bajo sus pies furioso a la vez que se maldecía por sentir lo que sentía, porque ni sabía exactamente qué cosa extraña le estaba pasando. No soportaba sus altivez, ni aquel sarcasmo ni orgullo con el que le atacaba. Sin embargo estaba el hecho de que al ver correr las lágrimas por su rostro algo dentro de él le hizo sentirse el ser mas rastrero que conociese, y conocía a muchos, a decir verdad.
- Me está volviendo loco – dijo en alto cuando llegó a un claro del bosque, donde una cascada caía desde un acantilado formando un lago. Allí apenas había árboles, y la luna se reflejaba en el agua cristalina, donde se veía con perfección el fondo con pequeñas placas que le daban un reflejo dorado. Se sentó en una roca cercana a la orilla, apoyando el codo en el muslo, repitiendo de nuevo que se estaba volviendo loco.
- A decir verdad nunca ha estado muy cuerdo, Sir Ronald – el pelirrojo se giró, viendo a su lado a un pequeño hombrecito, y cuando decimos pequeño, es pequeño. Medía apenas veinte centímetros, y vestía pantalones y camiseta verde, con un gracioso sombrero rojo chillón con una pluma amarilla del mismo color que sus zapatos.
- Hola Merrick – saludó Ron sin mucho entusiasmo, mientras el pequeño ser balanceaba sus pies sentado en la piedra, ladeando la cabeza al ritmo unísono de sus pies. Sus barba castaña con tonos rojizos le daba aspecto de bonachón, y al quitarse el sombrero dejó ver que el cabello estaba veteado de gris.
- Hacía tiempo que no se le veía por aquí, solo viene a visitar el lago Leprechaun cuando tiene serios problemas – hizo una pausa, esperando que su acompañante le diera una explicación, pero el pelirrojo no parecía querer decir nada, así que lanzó la pregunta al aire - ¿Dinero?
Ron negó con lentitud, con sus ojos azules observaban el fondo del lago, donde miles de placas redondas y doradas brillaban, y es que el oro leprechaun era precioso bajo el reflejo del agua y la luna.
- Es una chica – respondió distraído, y Merrick se echó a reír alegremente a su lado, golpeándose las rodillas alegremente.
- No me va a decir ahora, sir Ronald, que está enamorado – aquel tono socarrón hizo que el pelirrojo frunciera el ceño ¿Sería eso? Imposible, él nunca podría sentir algo por esa princesa caprichosa, con ese cabello castaño enmarañado y sus ojos marrones. Ni por su carita llorosa, ni por la barbilla que le temblaba cuando reprimía el llanto. No, definitivamente no era esa su enfermedad.
- Ella es una noble francesa – le contó al viejo hombrecito – La secuestramos en el sendero que va a Hogsmeade desde el puerto – suspiró con resignación y se levantó de la roca, comenzando a dar vueltas de un lado a otro – Resulta que vamos a pedir un rescate por ella a su maestro, que es un erudito.
- ¿Un sabio? – Ron asintió y el leprechaun se puso en pie sobre la roca - ¿Tenía los ojos dorados?
- Sí. Viajaba con ella en un barco que venía de Francia – el hombrecito silbó impresionado mientras daba pequeños golpecitos con su pie derecho. El pelirrojo frunció el ceño de nuevo, parándose en la orilla del lago – Y la damita es toda una fiera ¡Intentó escapar! Y lo único que hacía era insultarnos, la muy caprichosa.
Cruzó los brazos, imitando la postura de un niño pequeño que se le niega una golosina. Merrick tras él sonreía. Con una mano se acariciaba la barba y tenía las cejas alzadas.
- Así que hablando con claridad, la Dama le dejó con la boca abierta ¿no? – Ron ladeó la cabeza con irritación. Seguía sin girarse, y vio como un pez naranja saltaba entre las aguas de la cascada. Chasqueó la lengua, y volvió a patear el suelo con fuerza, levantando arenisca como si de niebla se tratase.
- ¡Sí, maldita sea, sí! – se revolvió el cabello y miró al leprechaun, que seguía manteniendo su gesto bonachón – Las mujeres lloran cuando se les atraca, cuando gritas o cuando les enseñas una daga. Ésta simplemente te mira de una manera que te deja sin palabras.
- Y no te gusta sentir eso ¿cierto?
- ¡No, no me gusta! ¡No quiero ver como ante ella me derrumbo, no quiero imaginarme que...! – hizo una mueca, como si el solo pensar en ella le sorprendiera, y chasqueando la lengua con reprobación volvió a girarse, cogiendo una pequeña piedra y lanzándola al lago. – Me está volviendo loco Merrick, loco de verdad.
Se revolvió el cabello, viendo como una pequeña bandada de pájaro emprendía el vuelo. Escuchó el rumor de la cascada y los matorrales del claro moverse por el viento.
- ¡¿Por qué me pasa esto a mí!? – preguntó desesperado, respirando hondo antes de tumbarse cerca de la orilla, donde el agua del algo le mojaba las puntas de los cabellos. Tras él sintió unos trotes suaves que resultaron ser los pasos del pequeño Merrick, que sonreía bajo su espesa barba.
- Porque vos, sir Ronald, se ha enamorado.
**********************************************************************************************
Lady Hermione no podía creer lo que escuchaba, sencillamente le parecía imposible. Siguió a Ron a cierta distancia desde que había salido de la cabaña. Caminó intentando no perder el rastro del pelirrojo, escondiéndose entre los matorrales más cercanos al ver que se sentaba en aquella roca junto al hermoso lago. Cuando el leprechaun apareció creía que aquello pertenecía a su imaginación, viejas leyendas que de pequeña te cuentan para que te duermas en noches de tormentas, pero aquel hombrecito era real, de hecho demasiado real, aunque a Ron no pareció impresionarle su presencia.
Escuchó al hombrecillo hablar alegremente con el pelirrojo, y aunque no era su estilo, puso especial atención cuando hizo mención de un problema con cierta chica francesa. Sonrió victoriosa cuando vio como el ladrón realmente estaba impresionado de su actitud, pero unas risas del tal Merrick la hicieron atender de nuevo a la conversación.
- Porque vos, sir Ronald, se ha enamorado.
De repente sintió que el mundo se paralizaba a su alrededor, y que por muy hondo que pudiese llegar a respirar el aire no le llegaba a sus pulmones. Se removió inquieta entre los matorrales que la ocultaban, enganchándose la capa de viaje en una de las ramas. ¿Él? ¿Enamorado de ella? Eso era surrealista. Siempre le estaba gritando, la tenía atada como un animal para cobrar por ella como si de una pieza de caza se tratase, ¡y le dijo que tenía pelo de burro! Pero algo dentro de ella habló por primera vez.
"¿Y tú? ¿Qué sientes exactamente por ese mendigo Lady Hermione?"
Parpadeó varias veces, intentando darle respuesta a la pregunta que su conciencia le hacía. Ella... ella nada. Miró de nuevo a Ron, que se había levantado y gritaba como un energúmeno por todo el claro del bosque. Se fijó en el pelo pelirrojo, en sus mechones y el ceño fruncido que le multiplicaba las pecas. También observó sus ojos, ojos azules que la miraron con ternura al curarle las llagas de las cuerdas.
- Es pobre – dijo en un murmullo – Un bruto que no sabe tratar a las mujeres, que vive en el bosque como los animales y... y...
¿Piensas que es guapo Madmoiselle Hermione? ¿Te gusta el ladrón?
Negó con la cabeza, cerrando fuertemente los ojos y llevándose las manos a la sien.
-¡CÁLLATE YA MALDITA CONCIENCIA! – gritó en un intento desesperado por deshacerse de sus pensamientos. Y en esos instantes los matorrales se abrieron de par en par como si de una puerta se tratase.
*********************************************************************************************
El camino a Hogsmeade no se le hizo tan largo a Harry como debiera de esperar, en realidad iba tan inmerso en su mente, que apenas vio cuando llegó a la entrada del pueblo. Las "Tres Escobas" era una de las cantinas más concurridas del lugar. La hidromiel era la mejor, el ambiente bastante familiar a pesar de que siempre llegaban nuevos extranjeros, y las cortesanas se consideraban las más bellas de toda la comarca. El bar siempre estaba abierto tanto de noche como de día, y su dueña, la señora Rosmerta , siempre se encontraba tras la barra, acechando a cualquiera que no pagara la cuenta.
- Hola Rosmerta – saludó Harry sin mucho entusiasmo, a pesar de que la hermosa mujer le puso de inmediato una enorme jarra de hidromiel bajo sus narices.
- Te veo desanimado chico – se apoyó en la barra dejando que su cabello rubio y largo tocara la madera gastada y sonrió de medio lado, como siempre hacía cuando tenía un negocio bueno entre manos - ¿Qué haces por aquí a éstas horas y sin tu amigo?
Los ojos verdes de Harry se encontraron con los azules de ella, y tragó saliva cuando divisó el pronunciado escote de su traje, que dejaba ver el nacimiento de sus senos.
- Busco a Cho – miró las escaleras que llevaban al segundo piso del local y de nuevo a Rosmerta - ¿Está en su habitación?
La chica asintió y le hizo un gesto con la cabeza para que subiera.
- Pero no me la distraigas mucho – le dijo cuando había llegado al primer descansillo – Entra a trabajar dentro de media hora.
Los pasos de Harry fueron seguidos por el continuo crujido de la madera de los escalones, y es que "Las tres Escobas" era la cantina más famosa de todo Hogwarts, pero no por ello dejaba de ser una auténtica pocilga. La habitación de Cho era la tercera empezando por la derecha, la que tenía una campana colgada en la entrada, y es que las reglas de la chica eran sencillas: "Quién quiera verme, que llame". Así que con toda la alegría que pudo reunir en esos momentos hizo sonar la pequeña campanilla de plata.
Al instante salió una mujer de cabello negro y ojos asiáticos muy oscuros. Llevaba un traje morado que rayaba en lo ridículo y alrededor del cuello una bufanda de plumas rosas que Harry juraría que gimieron cuando Cho arrancó unas cuantas al verlo en el umbral.
- Tengo que hablar contigo – dijo él como único saludo, y ella sonrió, agarrándolo por la camisa para hacerlo entrar en la habitación y besarle con urgencia.
Y lo que pasó luego Harry apenas supo cómo ocurrió, simplemente de un momento a otro se vio tumbado en la cama con Cho encima, que le arrancaba en aquellos instantes su camisa con desesperación. Iba ya desabrochando los pantalones cuando el muchacho pensó en alguien, un alguien que no se podía sacar de su cabeza por mucho que quisiera: Ginny. Harry abrió los ojos llenos de espanto, irguiéndose casi de forma automática, y a su alrededor se escuchó un sonoro ¡PUM! perteneciente al cuerpo de Cho, que se había caído al suelo cuando el muchacho se había levantado.
- ¡¿SE PUEDE SABER QUÉ DEMONIOS TE PASA?! – tenía el pelo negro desordenado y sus ojos rajados lo miraban con furia.
- Vine... vine a hablar contigo – se había puesto en pie y caminaba por la habitación con el torso descubierto – Necesito información.
Cho bufó desde el suelo con un deje de indignación, echándose un mechón largo y negro hacia atrás
- No apareces en una semana, ni una mísera lechuza para decir que sigues vivo – la chica respiraba con dificultad, el pecho subiendo y bajando a toda velocidad – Y cuando apareces lo único que quieres es ¡¿HABLAR?! – cruzó los brazos y lo miró con rencor – No pienses que te voy a guardar fidelidad si sigues tratándome así.
- Cho eres una cortesana – argumentó Harry – Creo que fidelidad es lo que menos me puedes guardar en toda tu vida.
Lo dijo con toda la inocencia de la que precisaba, pero la chica no pensó lo mismo y quitándose uno de sus tacones se lo tiró, dándole en la cabeza. Harry calló al suelo y Cho lo arrastró por los pantalones hasta el pasillo, cerrando su puerta de un portazo. Harry se rascó la parte de la cabeza que la chica le había agredido y cuando hacía el intento de ponerse en pie la puerta volvió a abrirse y una tela blanca le cayó ésta vez en la cara. Cuando la cogió vio que era su camisa. Se la puso con toda la tranquilidad de la que era capaz de reunir en esos momentos y suspirando con resignación golpeó la puerta.
- Cho...
- ¡Olvídame! – le gritó la chica, y Harry suspiró de nuevo, dándose por vencido y echando a andar hacia la escaleras mientras calculaba que en una semana Cho apenas recordaría la causa de su disputa. Ella era así, a veces incluso nombraba a otro estando con Harry, y realmente no era algo que al chico le preocupase, simplemente era una compañía como cualquier otra.
Junto a Rosmerta se bebió otra jarra de hidromiel (ésta vez tuvo que pagar), y apoyado en su brazo se adormiló hasta que se le cerraron los ojos. Harry soñó entonces con un cabello rojo, un cuerpo lleno de pecas y una sonrisa infantil que apenas creía que existía.
- ¿Harry? – la chica lo llamaba y él iba a su encuentro.
- Ginny... – decía casi en un susurró, sintiendo un zarandeo a su alrededor.
- Soy Luna Harry, Luna ¿recuerdas? – al oír el nombre los ojos del chico se abrieron, encontrando frente a él a una chica de melena larga y rubia. Tenía las cejas un poco alzadas y unos ojos azules que le daban aspecto de loca.
- ¿Dónde estoy? – preguntó frotándose los ojos, escuchando de fondo la risa estridente de la muchacha.
- Estás en "Las Tres Escobas" ¿no recuerdas? – se acercó a Harry contoneando sus caderas bajo el vestido azul y silbó cuando se dio cuenta del moratón que tenía en la cabeza.
- Fue Cho – aclaró – Que se siente insultada cuando le recuerdo que es cortesana.
Luna rió de nuevo y poniendo las manos en jarra se encogió de hombros.
- Ya sabes como es Chang, es muy sensible. – cruzó los brazos, sonriendo de forma socarrona – No sé cómo puedes estar con ella. – Harry iba a replicar, pero la chica lo interrumpió - ¿Y Ron?
- En casa, no se encontraba bien – Luna entrecerró los ojos azules, asintiendo levemente.
- Ya... – tomó asiento al lado de Harry, poniendo en la mesa su cerveza de mantequilla y mirándolo con esa fijeza que en Luna daba miedo – Espero que como ladrón seas más bueno, porque mentir se te da de pena.
Harry bajó la vista y quitándole de las manos la cerveza bebió y luego miró de nuevo a la chica. Cho estaba enfadada, pero tal vez ella... si Luna pudiera...
- ¿Conoces a un sabio llamado Lupin? – echó la pregunta al aire, y después la cortesana frunció el ceño. Pidió otra cerveza que Harry pagó gustoso, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
- Se llama Monsieur Remus Lupin – respondió después de un silencio que al chico le pareció eterno – Es un inglés que emigró a Francia hace muchos años al estar en persecución – Harry abrió la boca pero Luna averiguando su pregunta añadió – No sé los motivos por el cual el Rey lo quería muerto, pero se rumorea que son políticos.
- ¿Y dónde se hospeda? – Luna chasqueó la lengua, enredando sus dedos en uno de sus mechones de forma distraída.
- En un castillo llamado Zollverein a las afueras de Hogsmeade. Pertenece a la dama que acompaña... – sonrió con picardía – Que por cierto, ha sido secuestrada por unos ladrones en el sendero que va al puerto.
- ¿En serio? – preguntó con inocencia fingida, y ella soltó una carcajada, acercándose al oído de Harry con extrema lentitud, haciendo que la piel del chico se le erizase.
- Ya te dije que no vales para mentir – y dicho esto le dio un beso en la mejilla.
- Gra... ¡Gracias! – gritó cuando el muchacho salió de su estupor, pero Luna solo meneó la mano en el aire sin importancia, volviéndose hacia Harry con una sonrisa en su rostro.
- Dile a Ron que lo echo de menos
- Él a ti también – respondió y ella entornó los ojos sonriendo aún.
- No tienes remedio Harry, aunque se te diga sigues mintiendo igual – y el cuerpo voluptuoso de Luna se perdió escaleras arriba.
**********************************************************************************************
- Ho... hola – fue lo único que se ocurrió decir al apartar las ramas de los matorrales y encontrarse a la Princesita entre ellos, envuelta en una capa que ya daba pena y temblando de arriba abajo sin tener una explicación coherente. Sus ojos marrones lo miraban con pánico y vio como su pecho bajaba y subía acelerando la respiración. Entonces a su mente vino el hecho de que si estaba allí tal vez habría escuchado su conversación con Merrick, y el pensar aquello hizo que la temperatura subiera a sus mejillas, extendiéndose por todo su cuerpo.
- Lo... lo siento – se disculpó, con una mano en el pecho y otra en la arena – Yo... no me gusta quedarme sola y... te vi salir y...
- ¿Se puede saber qué estabas haciendo ahí escondida? – el ceño se le frunció al instante, cruzando los brazos – Creía que la Marquesa sabía que escuchar conversaciones ajenas está considerado como una falta de educación.
Lady Hermione parpadeó varias veces, intentando que la vergüenza no se viera reflejada en sus mejillas, aquello no le podía pasar a ella, no podía ser que...
- ¡Ah! Así que vos sois la Dama que le robaste el corazón – Merrick se había acercado hasta los matorrales. Tenía una mano en la barba y la otra en uno de los tirantes de sus pantalones verdes – No me extraña que le guste tanto, sir Ronald, es realmente hermosa.
- ¡Merrick! – gritó Ron, y Hermione vio con diversión que sus mejillas se tornaban de un color rojo muy gracioso, y sin poder contenerse soltó una risita.
- ¡¿Y a ti que te pasa?! – preguntó el pelirrojo con desagrado, y el leprechaun la señaló con alegría.
- Pues que se está riendo de vos, ¿o es que no lo ve?
- ¡Era una pregunta retórica! ¡Ya sé que se está riendo de mí!
- ¿Entonces por qué pregunta? – Ron entornó los ojos azules, dando por perdida la causa de hacerle ver al viejo Merrick lo que significaba retórica, y luego miró a la morena, que seguía en el suelo. Ya no temblaba y una sonrisa se dibujaba en sus labios.
"Me gustaría que siempre sonriera" – pensó el pelirrojo, y aquello sembró un sentimiento más de duda dentro de su corazón. Sacudió la cabeza enérgicamente la cabeza, apartando sus cavilaciones y le tendió a la Princesita la mano para ayudarla a levantarse.
Hermione observó la mano, y luego se adentró en esas profundidades azules que Ron tenía por ojos y al sentir el contacto de sus pieles una chispas azules saltó entre ellos haciendo que se apartaran.
- ¡Ay! – exclamó la morena, frotándose los dedos - ¿Qué fue eso?
- No lo sé – respondió Ron, frotándose también su mano.
- Los leprechauns – habló Merrick – tenemos una leyenda. – observó a ambos chicos con una sonrisa y prosiguió con su explicación – Se dice que las almas gemelas fueron separadas al nacer, y se unen en la tierra cuando son mayores.
- ¿Y qué tiene eso que ver? – preguntó la chica ceñuda, sin entender la explicación del hombrecillo.
- Las almas vagan por el mundo buscando a su otra mitad y se dice que cuando se encuentran... – hizo unos movimientos con los dedos, y una risa bonachona salió de su barba – Cuando se encuentran y se tocan producen... chispas.
- ¿Cómo?
Pero ante de que pudiera responder la pregunta de Ron, Merrick desapareció con un Plop, dejando a ambos chicos impresionados.
**********************************************************************************************
Capítulo terminado, no está revisado porque no tenía muchas ganas, sorry. En el próximo capítulo pondré algo de Draco/Ginny y veremos qué pasa entre Ron y Lady Hermione. Hasta entonces sed bueno. ¡Besos!
