Nota: Este fanfic está inspirado parcialmente en el drama "Do Cvidanja", que aparece en el CD "Shonen Ki" de Saint Seiya, además de que contiene algunos spoilers de la saga de Hades, tanto del manga como de los OVA (de los cuales, sólo he visto hasta el capítulo 9). No es necesario que conozcas el drama para leerlo, pero si es recomendable que sepas de que trató la pelea contra Hades, no quisiera arruinarte la diversión (aunque siendo sinceros, no creo que haya ningún fanático de los Caballeros del Zodiaco que no tenga al menos una idea sobre la última saga ¬_¬)

Renuncia: Supongo que no hay nadie que no sepa que Masami Kurumada y Toei son los que poseen los derechos sobre esta serie, pero por si acaso, lo diré de todas formas: Yo no soy dueño de Saint Seiya, este fanfic está siendo escrito sin propósito lucrativo alguno, solamente por diversión, no estoy recibiendo ni un mísero centavo por escribirlo... ¡Así que no me demanden! Lo único que poseo es la armadura de Libra... ¿Sensei Kuruamda? O_O Pero que hace usted aquí, me honra con su presencia, mi gran maestro... veo que trajo a sus abogados : S ...¡¡No!! ¡¡En la cara no!!... ¡¡WAKK!! ...X_x ¡Ayy! Mamacita... ¡¡¡No!!! ¡¡¡¡Mi colección de revistas del hombre araña NO!!!! ...¡¡CRASH!! ....T_T.... Bueno, bueno, está bien, no poseo la armadura de Libra ni nada que tenga que ver con la serie, pero los personajes que he creado sí son míos. Si quieren usarlos pueden hacerlo, sólo pídanme permiso o mínimo cítenme como su creador. ¡Gracias!

TIEMPOS: MUERTE Y RENACIMIENTO

Parte 1: Él que todo lo vigila

La oscuridad lentamente va desapareciendo en el firmamento, los últimos vestigios del Gran Eclipse se desvanecen. En la entrada del Santuario, una joven cubierta con una frazada, dos amazonas y un grupo de santos de bronce esperan el retorno triunfal de la diosa Atenea y de los caballeros que partieron con ella al inframundo. Desgraciadamente, no todos han de volver del campo de batalla.

A lo lejos, desde lo alto de una montaña, más allá del reloj de fuego, más allá del Star Hill, una figura envuelta en un velo de misterio lo observa todo. Él ha presenciado la pelea, sabe quien ha de regresar y quien no, sabe que los santos de oro sacrificaron su vida durante el combate, sabe que uno de los santos de bronce está debatiéndose en la frontera entre la vida y la muerte. La guerra santa ha sido ardua y el número de vidas que se han perdido es incontable. La batalla contra el señor del inframundo ya había comenzado desde antes que los espectros atacaran el Santuario, inició hace 13 años, con la insurrección de Saga de Géminis, y continuó hasta el día de hoy, cuando Atenea y sus 5 caballeros de bronce encararon a Hades y lo derrotaron definitivamente. El observador lo presenció todo, pero no intervino ni dijo una palabra. Ahora que la guerra sagrada ha terminado, el enigmático individuo deja salir un suspiro de tranquilidad, ha cumplido con su deber y ahora puede descansar.

Su rostro es joven, no debe tener más de 27 o 28 años, sin embargo, su mirada está llena de sabiduría. Sus cabellos lila se deslizan por debajo del manto blanco que lleva encima, ese manto sólo nos deja apreciar parte del peto de su armadura color bermellón. En la mano derecha lleva consigo una pequeña hoz, mientras que en la izquierda sostiene un reloj de arena.

Lentamente, el último grano de arena desciende hasta la parte inferior del reloj, la última sombra del Gran Eclipse desaparece, Atenea llega a la entrada del Santuario, donde la comitiva corre a recibirla a ella y a sus 5 santos, todos ellos asombrados por la sorprendente transformación que han sufrido sus armaduras, aunque las tres mujeres se muestran angustiadas por el estado en que se encuentra el caballero moribundo. La guerra contra Hades llega oficialmente a su fin y con él, el extraño puede finalmente romper con ese voto de silencio que ha mantenido por 13 largos años.

"Ha llegado la hora de cerrar el templo," piensa mientras voltea hacia la derruida construcción de mármol a sus espaldas, ese viejo templo que se encuentra en la montaña más alta después del Star Hill, en la región más apartada de todo el Santuario. Tiene dos puertas, una da de cara al Este, hacia el amanecer, la otra mira hacia el Oeste, hacia el ocaso. Ese templo, tan alejado de las demás construcciones del lugar, está tan aislado que prácticamente pasa desapercibido. Por un par de siglos, las puertas del templo permanecieron cerradas y todos los habitantes del Santuario lo consideraban abandonado. Efectivamente así era, hasta que un día, hace ya 13 años, las puertas del templo se abrieron misteriosamente y una figura desconocida comenzó a observarlo todo desde su interior. Se trataba del espectador, el caballero anónimo, Janus de Horologium.

Desde el momento de su nacimiento, Janus fue bendecido (o maldecido, según se vea) con el don de la clarividencia. Gracias a esta capacidad, Janus puede ver más allá de lo que cualquier otro humano puede, no sólo el presente y el futuro, también el pasado. Fue por esta habilidad que el patriarca Shion lo designó a él para ser el vigilante del templo, fue por esa habilidad que le dieron el puesto del "espectador".

El espectador es uno de los rangos menos conocidos dentro del Santuario, y al mismo tiempo, uno de los más importantes. La labor del espectador es básicamente la de un historiador, su deber es registrar las crónicas de las batallas entre los dioses. En cada generación hay un espectador, y en cada guerra santa él es escogido para prestar guardia en este templo, desde donde lo observa y lo capta todo. Los testimonios de las guerras sagradas que Atenea ha peleado en el pasado llegan hasta nosotros gracias a sus esfuerzos. Su labor es invaluable, sin mencionar, extremadamente difícil, no sólo por lo que implica llevar el registro de los hechos, sino porque además, tiene prohibido participar en la contienda.

Desde el momento en que es designado para el cargo, el espectador rompe contacto con el mundo, tiene que hacer un voto de silencio, además de prestar juramento frente a la estatua de Atenea. En este momento de solemnidad, ante la mirada de la diosa, el espectador jura en el nombre de Atenea nunca, por ningún motivo, bajo ninguna excusa, dejar su puesto de vigía. La explicación de este rito es sencilla: Un historiador puede mirar a la historia, verla pasar, ver fluir el tiempo, contar los años, registrar los hechos, narrar los eventos, mas nunca alterarlos. Alterar la historia sería ir en contra del espíritu de la misma, e incluso, en contra del espíritu del historiador, violar la esencia de la historia desde sus raíces más puras. Es por ello que el espectador es el único caballero ausente en el campo de batalla, el único cuyo nombre no aparece escrito en las crónicas. Debido a esto, se ha ganado el mote de "el caballero anónimo".

Janus aún recuerda las palabras que el patriarca Shion le dijo cuando le asignó su misión, poco después de ganar su armadura. Ese mismo día, el patriarca le entregó un reloj de arena, el mismo que lleva en estos momentos, y le dijo:

"Cuando los granos de arena de este reloj comiencen a caer, la guerra santa habrá dado comienzo. Entonces deberás correr hacia ese templo que se encuentra en la colina del dios de los comienzos, la colina más alejada del Santuario. Abrirás sus puertas que han permanecido cerradas por más de 200 años, en espera de la siguiente guerra santa. Una vez abiertas, observarás desde allí todo lo que pase a tu alrededor y lo registrarás en los manuscritos. Mas no importa lo que veas o lo que suceda, jamás deberás dejar tu puesto ni pronunciar palabra alguna sobre los eventos que acabas de presenciar. Desde el momento que el primer grano de arena caiga, tus labios permanecerán sellados, tu destino quedará trazado: Te quedarás allí y no te moverás hasta que el último grano de arena haya descendido. Entonces, cerrarás las puertas, guardarás los manuscritos, y le narrarás a las nuevas generaciones las crónicas de las guerras entre Atenea y los dioses que vienen a atacar la Tierra. No lo olvides, tú misión es muy importante, tal vez la más importante de todas, y por ello, no deberás romper tus votos, no hasta que el último grano de arena haya descendido..."

Finalmente el día ha llegado, Janus camina hacia el interior del templo con cierto aire triunfal. Aunque no participó en la lucha, de alguna manera estuvo implicado en ella. Cuando los granos del reloj empezaron a caer a pocos días de haber recibido su nombramiento, Janus supo que la guerra había iniciado. Ese mismo día, Saga de Géminis, poseído por el espíritu de Ares, dios de la guerra, asesinó al patriarca Shion y usurpó su lugar. Janus corrió a toda velocidad al templo, conocía a la perfección cual había sido el destino del patriarca. A pesar de ello y de haber vislumbrado que los tiempos venideros serían caóticos, no rompió su juramento. Janus había vislumbrado algo, algo que le devolvió la esperanza, algo que le garantizaba que Atenea saldría triunfal de esta nueva guerra.

"Al final todas las visiones se cumplieron." Piensa el caballero mientras hace una breve recopilación de todo lo sucedido en su mente.

Siendo aliado de Hades, Ares preparó el camino para la llegada del señor de las tinieblas. De entrada, trató de asesinar a Atenea, que apenas era una infante. Al fracasar en su intento gracias a la intervención de Aiolos de Sagitario, Saga provocó una guerra interna en el santuario, misma que ocasionó gran cantidad de bajas dentro de las fuerzas de Atenea. Casi todos los caballeros de plata así como varios de los caballeros de oro perdieron la vida durante este conflicto, incluyendo al propio Saga.

Con las fuerzas del santuario debilitadas tanto por la insurrección de Saga como por la lucha contra Poseidón, Hades vio su oportunidad para atacar. Y para facilitar todavía más su labor, Hades resucitó a los santos de oro caídos durante la batalla de las 12 casas, así como a los caballeros de plata, y los mando a atacar por dos frentes: Mientras los santos de oro atacaban el santuario y reclamaban la cabeza de Atenea, los santos de plata irían contra los caballeros de bronce que participaron en la lucha contra Poseidón. Y con su hermana Pandora habiéndose encargado de proporcionarle una nueva encarnación para cerciorarse de que su verdadero cuerpo estuviera a salvo, todo parecía indicar que Hades tenía la batalla ganada.

"Sin embargo, Hades cometió un error, un error fatal..." Piensa Janus mientras cierra la puerta este del templo.

Janus está en lo cierto, Hades cometió varios errores, mismos que no solo le costaron la victoria sino también la vida. En primer lugar, no contaba con que los santos que había resucitado todavía seguían siendo leales a Atenea. Al final, los santos de oro no sólo no traicionaron a la diosa, sino que incluso ayudaron a los caballeros de bronce a cruzar el muro de los lamentos hacia el Elyseum, aunque para ello tuvieron que perder la vida. Su segundo error fue que aquel a quien eligió como portador de su alma estaba desde el principio destinado a ser un caballero de Atenea. Al final, Shun de Andrómeda se resistió a ser la nueva encarnación del dios y el alma de éste pudo ser expulsada de su cuerpo. El tercer error fue subestimar a su enemiga. Atenea lo tomó por sorpresa al fingirse muerta durante el asalto de los espectros al Santuario. Habiendo desarrollado el 8° sentido, la diosa pudo viajar al inframundo para encarar al dios, incluso se dejo capturar por él con la intención de llegar al sitio donde reposaba su verdadero cuerpo.

"Pero el mayor error de Hades, aquél que lo llevó a su derrota final, no fue sino menospreciar a esos cinco."

Los cinco a los que Janus se refiere son los caballeros de bronce: Pegaso, Andrómeda, Dragón, Cisne, Fénix. Los cinco que combatieron en la batalla de las 12 casas y que fueron capaces de imponerse a los mismísimos caballeros de oro. Los cinco que lucharon contra Poseidón y sepultaron el santuario del mar bajo el océano. Los cinco que hoy regresan heridos y agotados, pero satisfechos de haber cumplido con su misión.

"Esos cinco valientes jóvenes fueron los que lograron el milagro. Sus espíritus y sus corazones ardientes no sólo superaron la maldad de Hades, sino que le devolvieron la luz al mundo."

Fue la visión de esos cinco santos de bronce la que tranquilizó el corazón de Janus y le permitió tolerar su solitaria estancia en aquél templo. Desde allí, Janus pudo contemplar los cientos de combates por los que esos jóvenes tuvieron que pasar. Él estuvo presente en cada uno de ellos, observando el progreso de los cinco y como cada nuevo enfrentamiento contribuía a incrementar su fortaleza. En varias ocasiones fue presa del pánico y de la angustia al presenciar a los santos de bronce siendo apaleados por adversarios más fuertes que ellos, pero nunca perdió la fe, nunca dejo de orar por ellos ni de apoyarles desde la distancia. Al final, como la legendaria ave Fénix, los cinco se levantaban de nuevo para seguir combatiendo y, sin importar que tan temible fuera el enemigo, al final siempre lograban superar las adversidades.

"Esos cinco son un verdadero portento. Nunca creí que pudieran existir seres tan prodigiosos, veo que mis visiones no me engañaron. Durante la pelea contra Hades, los cinco estuvieron a sólo un paso de alcanzar la Gran Voluntad, prueba de ello es la transformación tan increíble que sufrieron sus armaduras. Ahora están al nivel de los grandes semidioses de la antigüedad, de los grandes héroes de los que hablan las leyendas."

El caballero mira hacia la estatua del dios de los comienzos, la cual se encuentra colocada al centro del templo. Tiene dos caras, una que mira hacia el este, hacia el pasado, y otra que mira hacia el oeste, hacia el porvenir. Esa estatua ha sido su única compañía durante los 13 años que ha permanecido en su cargo. Junto a ella ha llorado y ha reído, junto a ella ha sufrido y ha gozado. Junto a ella pudo observar como los cinco santos arriesgaban su vidas, como sufrían durante las batallas, como se enfrentaban a enemigos con poderes inimaginables, como a pesar de las escasas probabilidades, su valor y coraje siempre los llevaban hacia la victoria, sólo para prepararles para una nueva batalla más. Janus camina hacia la estatua del dios, hace una leve reverencia antes de proseguir su camino.

"Mi corazón está con ellos, siempre lo ha estado. Aunque uno de ellos ahora está debatiéndose en el umbral de la muerte, sé que el coraje que hay dentro de él le permitirá sobreponerse a las heridas y resurgir como el gran héroe que siempre ha sido. Y en lo que respecta a los demás, sé que su valentía y determinación los llevarán a las alturas."

El espectador toma una serie de rollos de papel acomodados cuidadosamente sobre una mesa de mármol. Dirige su vista hacia la puerta oeste, tratando de predecir que clase de futuro les espera a los santos de bronce y a la diosa que han jurado proteger.

"La guerra sagrada ha terminado, pero ese no es necesariamente el fin de las contiendas. Hades fue derrotado y con su muerte su reino se ha colapsado. Es poco probable que después de esta derrota, el dios del inframundo regrese de nuevo a tratar de sumir a la Tierra en la oscuridad. Pero es bien sabido que cuando un gran mal se ha ido, otro tiene por fuerza que tomar su lugar."

Janus camina hacia el exterior del templo. Antes de cerrar la última puerta, mira con nostalgia hacia el interior, contemplando el pasado que se pierde en la lejanía. En cada guerra santa ha habido un espectador, la única vez que se le ha permitido a uno romper sus votos fue durante la guerra contra Hades que tuvo lugar hace 243 años. En aquélla batalla, los 79 caballeros de Atenea se enfrentaron a los 108 espectros de Hades en la más cruel de las contiendas. A pesar de haber sido el mayor número de santos en la historia del Santuario, la mayor parte fueron derrotados. Al ver como sus guerreros eran masacrados uno por uno, la diosa permitió al espectador romper sus votos y unirse a la lucha. Ese valiente caballero antecesor de Janus también pereció en el combate, no sin antes llevarse consigo a un buen número de espectros. Janus piensa en lo cerca que estuvo de romper sus votos al ver como los caballeros de bronce eran atacados sin piedad por Thanatos, el perverso dios de la muerte.

"La historia ha estado muy cerca de repetirse" Se dice a sí mismo antes de cerrar la puerta.

El caballero mira hacia el horizonte, hacia el poniente, en espera de lo que vendrá. Su mente reflexiona en los sucesos que ha presenciado durante los últimos 13 años.

"Quien diga que la historia es una línea recta está equivocado. El tiempo no es una línea sino un ciclo. Pasado, presente y futuro se mezclan y se repiten continuamente. El universo, como el legendario Fénix, constantemente muere entre llamas para renacer de sus propias cenizas. El final de un ciclo es el principio de uno nuevo, el final de una era es el comienzo de otra. Un periodo de paz finaliza cuando inicia una guerra, al mismo tiempo que una guerra termina cuando un periodo de paz comienza."

Según la costumbre, antes de que comience una nueva guerra sagrada, el patriarca pide consejo al espectador. Dada la sabiduría y capacidades innatas de dicho caballero, es él el más adecuado para recomendar un curso de acción. En esta ocasión ha habido una excepción insólita, ante la muerte intempestiva del patriarca Shion, el espectador no pudo aconsejarle que acciones tomar antes de que comenzara la guerra, pero ahora que un nuevo periodo de paz comienza, es probable que la diosa Atenea necesite del consejo de Janus.

"La historia se ha repetido después de todo. En la guerra santa de hace 243 años, de los 79 caballeros que había en el Santuario sólo sobrevivieron dos. Uno se convirtió en el nuevo patriarca, el otro se transformó en el guardián de la torre donde Atenea encerró el alma de los 108 espectros. Ahora, algo similar ha sucedido, la mayor parte de los caballeros ha perecido, incluyendo a los 12 dorados. El Santuario se ha quedado sin sus protectores más fuertes. Como los ciclos se repiten, es seguro que un nuevo mal llegará a amenazar a la humanidad, pero a diferencia de lo que pasó en la guerra santa de hace 243 años, esta vez tenemos a cinco valientes defensores que han superado todos los límites y todos los obstáculos. Ellos se convertirán en los sucesores de los caballeros dorados y en los maestros de la nueva generación de santos que pueblen el Santuario... eso si Atenea lo permite."

Janus se dirige hacia una escalinata en la parte trasera del templo, todavía reflexionando sobre lo que le dirá a Atenea.

"Es seguro que la diosa no quiera que los caballeros de bronce sufran más, pero es necesario que ellos tomen el lugar de los caballeros de oro..."

Repentinamente, un extraño presentimiento atraviesa la mente de Janus. Como si se tratara de una astilla que taladra en su cerebro, una funesta imagen aparece ante sus ojos. En ella puede ver seis sombras, seis armaduras negras y un solo objetivo: Destruir el Santuario. Janus apenas puede mantenerse en pie, tiene que apoyarse sobre la ladera de la montaña, algunos de los rollos que traía consigo ruedan por los escalones hacia abajo.

"¿Qué...? ¿Qué fue eso...?" Se pregunta mientras se lleva una mano al rostro, tratando de aclarar su vista. La visión que ha tenido realmente le ha aterrado. Está sudando frío.

"Así que la guerra santa no ha terminado todavía..." Piensa mientras recoge con torpeza los rollos que se le han caído y se apresura a bajar por la escalinata. "Hades se ha ido para siempre, de eso no hay duda, pero antes de morir, dejo tras de sí algo que puede llegar a ser tan o incluso más desastroso que el Gran Eclipse."

Janus mira hacia el Star Hill, donde alguna vez estuvo la estatua de Atenea. Contempla el lugar por algunos segundos, varios de los templos del Zodiaco quedaron en ruinas después del asalto de los espectros y los supuestos caballeros renegados.

"Tengo que informarle a Atenea sobre esto, pero antes debo ir a la biblioteca, hay algo que tengo que investigar. Si mi premonición es correcta y esos individuos pretenden hacer lo que creo que van a hacer, lo más seguro es que una fuerza maligna mucho más peligrosa que Hades regrese a la vida. Hay que impedir que eso pase a como de lugar."

Sin que alguien más en el Santuario lo supiera, las secuelas de la guerra contra Hades están por comenzar.

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En una isla del mar Mediterráneo, cerca de Sicilia, un grupo de siniestros personajes se reúne.

- Ardalo, ya estamos listos. - Dice uno de los individuos.

El joven que responde al nombre de Ardalo ignora el llamado de su compañero. Sus cabellos rojizos que caen a la mitad de su espalda parecen una tormenta de fuego, su piel morena resplandece con los rayos del sol como si fuera de bronce.

- ¿Ardalo? - Dice otra voz. - ¿Qué sucede?

- Nada. - Responde él sin retirar la vista de lo que acaba de esculpir. - Sólo estaba afinando detalles.

- Tenemos que partir. - Dice uno de los hombres cuya voz suena extrañamente hueca. - El Gran Eclipse ha terminado, eso significa que Hades ha perecido. Es nuestra oportunidad.

- Lo sé.

Martillo en mano, Ardalo no deja de contemplar la hermosa figura a la que acaba de dar forma. Un gigantón de más de dos metros de altura se para a su lado para admirar su obra.

- Es preciosa sin duda - Dice el gigantón.

- Es más que eso. - Responde Ardalo, sacando de entre sus ropas una pequeña botella con un líquido oscuro. - Sólo le falta el toque final y después de eso, ella nos ayudará a completar nuestra venganza.

- Sí, así será. - El gigantón pone una sonrisa sádica.

Ardalo sigue mirando la escultura de bronce, sus ojos describen una expresión de lo más sombría.

"Dentro de poco nos vengaremos del Santuario. Será el fin de la orden de Atenea y de esa miserable diosa también."

Continuará...

Notas del autor:

Hacía rato que quería escribir esto, pero mi hermano no me dejaba, claro que como él no está en casa en este momento, pues...

¿Qué puedo decir? Saint Seiya (o los Caballeros del Zodiaco, como prefieran) fue la serie por la cual me empecé a interesar en el anime, y no es para menos, es una de las mejores historias que he visto y sus personajes con claramente los arquetipos de los héroes legendarios. Y ya que estoy hablando de ellos, en este primer capítulo me propuse hacer un pequeño homenaje a mis héroes de la infancia, los caballeros de bronce, a los que admiré y seguí durante todas sus peripecias por el tiempo que se transmitió la serie (la cual creo que repitieron unas seis o siete veces ¬_¬, pero que importa, fue una de las mejores épocas de mi vida ^_^)

Por cierto, todo ese rollo del espectador me lo saqué de la manga, este personaje no existe dentro de la historia original, es de mi propia invención, pero si alguien quiere usar a Janus de Horologium puede hacerlo, sólo pídame permiso o cítenme como su creador. En el próximo capítulo revelaré más detalles sobre él. Se habrán dado cuenta del simbolismo que él representa, ¿no es así? Vamos, está bastante claro "quien" es él en realidad. Se los dejo para que lo descubran ^_~

No se cuando podré tener listo el siguiente capítulo, ya lo empecé a escribir pero tardaré un rato en terminarlo, he estado muy atareado últimamente (sí, hasta en vacaciones estoy atareado, lo cual es el colmo ¬_¬). Espero verlos pronto de nuevo y no lo olviden, cualquier comentario, queja, crítica CONSTRUCTIVA o sugerencia se recibirá aquí mismo o en fire_avenger@yahoo.com.mx (por favor, dejen algún review, al menos para saber que alguien leyó esto, please! T_T)