CAPITULO 6: UN VIERNES DE LOCOS

A Mu no le gustó nada lo que acababa de escuchar de Camus, y tenía el desagradable presentimiento de que Milo o alguien más había estado escuchando su conversación con Kiki. Rogando en su mente que no haya sido así, siguió el entrenamiento de Kiki, aunque mucho más distraído. Kiki también se dio cuenta de esto, pero creyó que la preocupación de su maestro radicaba en que no confiaba en él.

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Al día siguiente, viernes...(n/a: jeje, ¿leyeron el título del capítulo?)

-¡¡Ya te dije un millón de veces que no!!- bramó Aldebarán en la casa de Tauro.

-Vamos, maestro- dijo Pierre, con una sonrisa que intentaba convencer a su maestro- es viernes... y yo tengo una cita-

-Pues no me importa- rugió Aldebarán- aún te faltan 200 lagartijas y muchísimos ejercicios más... y no veo que hayas avanzado para nada-

-Pero usted dijo ayer que sí podía...- dijo el chico, haciendo el último intento.

-¿Dije eso?- preguntó Aldebarán, sorprendido, mientras Pierre asentía- bueno, supongo que si dije eso ayer, tengo que cumplirlo... esta bien, puedes irte...-

-¡Sí! ¡Gracias!- dijo Pierre, y salió corriendo de ahí, dejando al caballero dorado pensativo, tratando de recordar si en verdad había dicho eso.

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Cerca del recinto de las amazonas, también había alguien quien estaba pidiendo lo mismo que Pierre a sus maestros...

-Pero Aioria...-

-¡No! ¡Claro que no!- dijo Aioria.

-¡Aioros! ¡Haz algo!- dijo Ana.

-No puedo- dijo Aioros- yo no soy tu maestro, sino Aioria. Él tiene el poder de decir que sí o que no...-

-No seas malo, Aioria- alegó Ana.

-Aioria, tú también sales con una amazona- le dijo Aioros en voz baja, no como reproche sino para que reflexionara- no te gustaría que no dejaran salir a Marín contigo...-

-Bueno, supongo que...- murmuró Aioria, viendo el rostro de expectación de su hermano- ah, de acuerdo...- Ana saltó de alegría- pero el lunes trabajaremos muy duro...-

-Lo que sea- gritó Ana con alegría, abrazó a Aioria y salió corriendo de ahí. Aioros sonrió.

-Yo creo que has hecho bien, hermano- dijo Aioros- yo me sentiría muy mal si a mi chica fuera una amazona y no la dejaran salir del recinto...-

Aioria asintió, sin saber que las palabras de su hermano escondían otro significado...

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-¿Sabes que todos los aprendices planean salir esta noche?- preguntó Dante.

-Algo oí- dijo Máscara Mortal- pero al parecer solo los alumnos de Aioria y Aldebarán van a salir, y creo que son novios o algo...-

-Sí lo son- dijo Dante de mal humor- que mala suerte...-

-Bueno, continuemos, entre más pronto terminemos, más pronto comienza el fin de semana...- dijo el caballero dorado.

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-¿Piensas salir hoy, maestro?- preguntó Kiki.

-No lo sé, Kiki- dijo Mu con cara de preocupación.

-Yo creo que deberías- dijo Kiki- yo cuidaré la casa de Aries por ti...- Mu sonrió, agradecido.

-Te lo agradezco, Kiki- dijo Mu- pero tienes que entrenar mucho para poder cuidar la casa tú solo...-

-¿Qué tengo que hacer?-

-Pues, por lo pronto- dijo Mu- que te salga bien la Cristal Wall y la Cristal Net-

-Eso es fácil- dijo Kiki, y efectuó los dos ataques a la perfección delante de su maestro.

-Vaya, debo decir que estoy impresionado- murmuró Mu, observando al pequeño- no me digas que todo este tiempo podías hacerlo...-

-No, maestro- dijo Kiki, nervioso. Mu lo miró fijamente. Algo había hecho, porque el día anterior tuvo muchos problemas para hacer los dos ataques. Kiki sintió la mirada inquisidora de su maestro, así que decidió decir la verdad- es que anoche estuve practicando...para que hoy pudieras salir temprano...-

-¿O para salir tú con Pierre y los otros?- dijo Mu sospechoso.

-No, para nada- dijo Kiki, cruzando los brazos, algo molesto- no me invitaron porque dicen que soy muy pequeño para ir con ellos-

-Está bien, Kiki- dijo Mu, sonriendo- te lo agradezco-

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Después de entrenar a su hermano, Shaka volvió a desaparecer del Santuario. Nadie sabía adonde había ido, excepto Mu. Tenía una buena compañera para meditar, lejos del ruido del Santuario.

-Shaka, ¿algún día vas a volver a la India?-

-No lo creo- dijo el caballero- tengo el deber de proteger la casa de Virgo en el Santuario...-

-Ya veo- dijo ella con tristeza- yo espero volver algún día...-

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-¡Por fin viernes!- gritó Milo con alegría- ¡¡¡noche de chicas!!!-

-Milo...- Camus lo reprendió, mientras Alejandro estaba casi en el suelo de la risa.

-Vamos, Camus, anímate...- dijo Milo- el viernes es el mejor día de la semana...-

-Milo...-

-Ya sé mi nombre, Camus, no tienes que estar repitiéndomelo...- dijo Milo un poco molesto- espero que esta noche podamos salir todos...-

-Sabes que no- dijo Camus- no podemos dejar el Santuario sin protección-

-Lo sé...- dijo Milo- pero si los aprendices pueden ir...-

-Bueno, ya que en eso estamos de acuerdo- dijo Alejandro- yo ya me voy...-

-Un momento-dijo Milo- ¿no piensas entrenar más?-

-Tal vez- dijo Alejandro- pero yo esperaba que me dieras permiso de salir temprano por ser viernes...quiero ver si le puedo robar la novia a Pierre...-

-Pues... está bien. Te veré el lunes- dijo Milo, y el chico se fue.

-Que mal ejemplo estás dando, Milo- murmuró Camus.

-¿Yo?- dijo Milo, ofendido- él ya estaba así cuando lo trajeron...-

Camus lo miró sospechosamente. Se preguntaba si la conducta de Alejandro era por la influencia de Milo, el signo, la casualidad o todas las anteriores.

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Los caballeros dorados terminaron sus deberes del día y, aprovechando que era viernes, se pusieron de acuerdo para ver que harían esa noche. Les comunicaron sus planes a los caballeros de bronce.

-Eso sería genial- dijo Seiya.

Lo malo fue que Saori se enteró (gracias al gritadero de Seiya) y se negó rotundamente a permitir que todos sus caballeros se fueran y dejaran el Santuario sin protección. Además, Seiya estaba castigado por el asunto con la maestra de francés. Milo no se salió con la suya. Había pretendido, de nuevo, que todos los caballeros dorados salieran ese viernes a cenar pero, como es lógico, Saori y Shion se habían negado tajantemente.

Solo tenían permiso de salir Mu, Shaka, Aioros, Shura y Camus, porque ellos eran los únicos que no habían gastado su salida de la semana. Milo iría de todas maneras, con o sin el permiso de Saori.

-Milo...- murmuró Camus, en tono de advertencia.

-No me digas 'Miloooo...'- dijo éste, imitando el regaño de Camus.

-Milo, Camus lo dice por tu bien- dijo Mu- ¿sabes que Saori se puede enfadar?-

-Pues a mí, que se enfade me importa menos que el color de mis calcetines- dijo Milo- quisiera verla que intentando algo, después de que le hemos salvado la vida más de un millón de veces...-

Los caballeros se miraron entre ellos. No estaban muy convencidos de que sea muy buena idea salir con Milo. Todos alegaban alguna excusa pero Milo los escuchó, y tenía alguna respuesta para su reclamo.

-Vamos, chicos, conozco un lugar perfecto- dijo Milo, animándolos- Si hay bebidas, Camus, pero no es una taberna...vamos, Shaka, no me mires así, no necesitas beber si no quieres...-

-¿Y donde queda exactamente ese lugar?- preguntó Camus, algo preocupado.

-Pues, cerca del centro...- murmuró Milo, lo que no tranquilizó ni a Camus ni a nadie más. Aioros se escapó inmediatamente de ahí, sin ser visto por el caballero de Escorpión quien, al darse cuenta de su ausencia se enfadó, pero llegó a la conclusión de que sería mejor así (porque era el único que sabía sobre la chica con la que se estaba viendo el joven Sagitario). En cambio, arrastró (literalmente) a los demás al lugar que conocía.

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El lugar que Milo les había indicado era un restaurante-bar con música no muy pesada, que parecía ideal para todos los gustos.

-¿Ven? ¿qué fue les dije?- dijo Milo, mientras todos suspiraban aliviados...no era tan terrible después de todo. Porque por lo menos Shaka y Mu preferían enfrentarse a todos los dioses del Olimpo en persona que ir a uno de esos lugares extraños que Milo frecuentaba.

-Pues...- dijo Mu.

-Vaya- dijo Camus- nunca pensé que elegirías un lugar...decente-

-Pero que mala imagen tienen de mí- dijo Milo, mirando a dos chicas que iban pasando y siguiéndolas con los ojos.

-¿Y yo me pregunto porqué?- dijo Camus irónicamente.

-Y eso no es todo- dijo Milo- como sé que ustedes no tienen novias ni nada por el estilo, yo mismo invité a unas amigas para nosotros...-

-¿QUÉ?- dijeron todos.

-No se preocupen, nada fuera de lo normal... llegarán en cualquier momento- dijo Milo, cerrando un ojo.

Unos minutos después de que llegaron, dos chicas llegaron junto con Sofía. La pelirroja ahora vestía una blusa azul cielo, y una banda en la frente del mismo color. Los cabellos rojos de la chica la hicieron fácilmente localizable. Una de las chicas que iban con ella era Solenne, la chica francesa que Camus había conocido. El caballero de Acuario se ruborizó visiblemente.

-Hola, chicos- dijo Sofía, sonriendo. Los cinco chicos respondieron a la sonrisa, y Mu se sonrojó ligeramente. La chica pareció notarlo pero no dijo nada. Solenne solo le lanzó una mirada y una sonrisa a Camus.

-Ellas son las otras chicas- dijo Milo.

Aunque había cinco caballeros y solo tres chicas, todos platicaron animadamente, menos Camus, cuya frialdad (o mejor dicho, su intento de frialdad) no le permitía sonreír abiertamente. Mu seguía mirando inconscientemente a la chica pelirroja, ruborizándose y apartando la vista cada vez que los ojos de ella lo descubrían. Milo era quien hablaba más.

Sofía se levantó unos minutos. Mu la miró alejarse. La verdad le gustaba mucho esa chica, pero no solo porque era bonita. Había algo en ella que lo intrigaba, a parte del hecho de que siempre que la veía traía un pesado libro cargando.

En ese momento, Aioros y Andrea entraron al local. También Aioria y Marín, quienes habían seguido el ejemplo de Milo y se habían escapado del Santuarios sin permiso. Y no solo caballeros, sino también una parejita de aprendices (Ana y Pierre) y Alejandro, el aprendiz de Milo, que solo estaba consiguiendo que Pierre lo mire con verdaderas ganas de matarlo.

Mu estaba algo distraído mirando a la parejita de aprendices, cuando se dio cuenta de que un tipo alto detrás de la barra estaba molestando a Sofía. Mu suspiró y se levantó a defenderla. Mientras, Solenne se despidió diciendo que tenía mucho trabajo, y se fue.

El chico alto no parecía dispuesto a dejar a Sofía en paz. Después de casi un minuto de miradas furiosas entre los dos chicos, Mu ganó e hizo que el chico de la barra se alejara. (n/a: no me digan que los chicos no hacen eso...y se ven tan lindos)

-Gracias- dijo Sofía, con una sonrisa. No volvieron a sus lugares por un rato, sino se quedaron platicando donde estaban. Mu no pudo averiguar de dónde era la chica, solo descubrió que había llegado a Grecia cuando era muy pequeña. Sobre la banda que siempre usaba en la frente, dijo algo sobre una cicatriz que no quería que nadie viera.

-¿Porqué no quieres que nadie la vea?-

-Porque...porque no...- dijo ella, poniéndose nerviosa por primera vez desde que la había conocido- no quiero...- dijo ella- por favor, nunca, nunca intentes verla...-

-Tranquila- dijo Mu, encogiéndose de hombros- nunca haría algo así-

Milo se aguantaba la risa al ver a Mu conversando con una chica.

-Me estoy asustando- le Milo a Shura- solo falta que Shaka y Camus también consiga una chica, y se acaba el mundo...-

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Los chicos platicaron por un buen rato y luego cenaron ahí mismo. Milo y las chicas pidieron una cerveza, mientras que Mu y Shaka se contentaron con un jugo, y Sofía pidió un refresco. Por desgracia, la comida tardó mucho porque el tipo al que Mu había amenazado era uno de los meseros, y fue quien a final de cuentas se las llevó, mirando al caballero de Aries con una expresión muy cercana al odio.

Y fue entonces... cuando comenzó todo...

Hubo un gran problema en el restaurante, porque al parecer, Alejandro había tratado de conquistar a Ana, pero eso no le gustó nada a Pierre. El aprendiz de Tauro trató de golpear a Alejandro, pero falló y golpeó a Aioria. El león dorado se molestó tanto que trató de regresar el golpe, pero cuando se levantó provocó que una chica se tropezara. Pierre la levantó, pero la chica era muy (n/a: em, no encuentro la palabra) coqueta y no lo soltó, sino que le plantó un sonoro beso en los labios. Ana, furiosa, se fue con el primer chico que se le puso enfrente (Aioros, por desgracia) y también le plantó un beso en la boca, lo que hizo que Andrea solo le diera una cachetada al caballero de Sagitario y se fuera corriendo y llorando de ahí.

De ahí, se provocó una pelea colectiva en la que participó casi todo el restaurante. Milo, Shura y Camus se quedaron para ver que podían hacer para detenerla. Shaka, Mu y Sofía salieron de ahí, porque sabían que no podían hacer nada si se quedaban, más que recibir unos cuantos golpes gratis.

Al terminar la pelea, el resultado fue el siguiente: Camus resultó ileso (n/a: no lo toqué, así que no me maten) Shura y Milo salieron con un ojo morado el primero y con el labio sangrando el segundo. Aioria y Marín habían salido antes de que terminara la pelea, ambos ilesos. Ana y Andrea, por su parte, se habían marchado enfadadas y solas, porque se habían enojado con sus respectivas parejas (Pierre y Aioros) y habían vuelto al Santuario.

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Andrea, una vez en el Santuario, corrió a la plataforma y se quedó ahí, llorando. No podía creer lo que había visto.

-Después de enseñarle mi rostro, deja que otra chica lo bese. ¿A cuántas más tendría así?- se preguntaba, llorando- fui una tonta al confiar en él...-

Aioros, que la había seguido, se quedó escuchando la conversación desde abajo. No tuvo el valor de subir en ese momento... sabía que ella no lo escucharía. Se sentó donde estaba, y esperó a que la chica dejara de llorar. Al quedar en completo silencio, el caballero dorado subió, y observó a la chica dormida en el piso de la plataforma. Le dio un beso en la mejilla. Se quitó su chaqueta y la arropó con ella. Dejándola así, volvió a la casa de Sagitario.

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-Vaya, que bien te ves- dijo Milo burlonamente al ver a Shura, al salir del restaurante.

-Pues tú tampoco saliste intacto, bicho- dijo Shura de mal humor.

Los caballeros decidieron volver al Santuario. Al enterarse de que Sofía tenía que ir sola, Mu se ofreció a acompañarla, pero ella se negó.

-Te lo agradezco mucho- dijo ella- pero es muy tarde para ustedes, además ya sé cuidarme sola...-

Mu tenía serias dudas acerca de ello, pues varias veces antes la chica había demostrado ser demasiado vulnerable. Pero no podía acompañarla si ella no quería. Ella se despidió de ellos y se fue. Cuando los caballeros se disponían a hacer lo mismo, Mu alcanzó a ver que el mesero de hacía un rato salió caminando detrás de Sofía.

-Esto no me gusta nada- murmuró Mu para sí mismo. Inventó una excusa a los otros caballeros y se separó de ellos siguiendo al sujeto.

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Los demás caballeros volvieron al Santuario, la mayoría de ellos de mal humor. Las cosas no habían salido como ellos esperaban, sobre todo para Aioros, que se paseaba con una mezcla de tristeza y mal humor por la casa de Sagitario. Ah, si, mañana, su alumnita se las vería negras. Pero recordó que el día siguiente era sábado, y que no la vería hasta el lunes.

Aioria no se había peleado con Marín, pero esa cita había sido todo un desastre. Shaka agradecía estar de nuevo en su templo. Decididamente ese tipo de problemas no eran nada divertidos para él. Milo era el único que se había divertido, porque aún la pelea le había parecido bien. Shura y Camus estaban de mal humor, y se prometieron a sí mismos nunca volver a salir con Milo ni aunque su vida dependa de ello.

Kiki esperaba impaciente que su maestro volviera. Sin embargo, esto no ocurrió. Fue a la casa de Tauro a preguntarle a Aldebarán, y de ahí hasta Virgo a preguntar a Shaka.

-¿Dices que Mu no ha vuelto?- preguntó Shaka, y Kiki asintió- dijo que había olvidado algo, y que no tardaría...-

-Pero ya pasó una hora desde que volvieron los demás- dijo Kiki- y mi maestro no regresa...-

-Vete a dormir, Kiki- dijo Shaka con cariño- estoy seguro de que Mu regresará pronto-

-Si tú lo dices- dijo Kiki, encogiéndose de hombros y volviendo a la casa de Aries. Mientras, Shaka estuvo pensando un rato en la situación.

-Espero que Mu sepa lo que hace...- murmuró como conclusión.

CONTINUARÁ...

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