CAPÍTULO 7: INTENTO DE SECUESTRO

Kiki volvió a la casa de Aries. Después de revisar por última vez si había llegado su maestro, el pequeño se fue a la cama. Aunque estaba agotado, pues todo el día había practicado la Cristal Wall por su cuenta, y la noche anterior no había dormido, tardó mucho en conciliar el sueño. Cuando por fin lo logró, éste fue muy profundo.

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Mu siguió al sujeto que, a su vez, seguía a Sofía por las calles de Atenas. El barrio parecía muy seguro, lo cual explicaba la confianza de la chica. Mu la observaba desde lejos. Al principio, caminaba con normalidad, pero su energía parecía haberse agotado y ahora lo hacía tambaleante, tropezando a cada paso, como si estuviera mareada.

-Esto cada vez me gusta menos- pensó Mu, mientras los seguía en silencio- no logro entender que le sucede...-

Después de unos pasos más, la chica se detuvo unos segundos. Apoyó la espalda en un poste de luz y miró a su alrededor. Después, se dejó caer con suavidad al suelo, donde se sentó. Se mantuvo así unos segundos y luego se dejó caer hacia un lado, y al fin terminó con el rostro hacia el suelo. Estaba inconsciente. El sujeto que la iba siguiendo soltó una carcajada y la alcanzó. La volteó boca arriba y se la echó a la espalda cuando Mu apareció justo frente a él.

-Déjala- le dijo Mu en tono de amenaza. El hombre se echó a correr con la chica, pero unas calles más adelante, Mu lo alcanzó y le repitió la orden.

-¿Y qué si no quiero?- el hombre dejando a Sofía en el suelo, pero le dio un golpe a Mu en la mejilla. Mu no perdió la paciencia, solo tomó al sujeto por la camisa y murmuró con odio algo como 'te lo advierto'. El hombre, asustado, salió corriendo una vez que Mu lo soltó.

Mu levantó a la chica en brazos. Estaba profundamente dormida, y respiraba con regularidad, así que no se preocupó. Decidió que lo mejor sería llevarla al dormitorio en la universidad, no sea que alguien la estuviera esperando y se preocupara.

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Aioria volvió a su casa de Leo, después de dejar a Marín cerca del recinto de las amazonas. Una vez ahí, el caballero de Leo sintió en su cosmo que su hermano estaba enfadado y triste, así que fue a ver que estaba ocurriendo.

Aioros estaba sentado en la entrada de su casa, mirando la ciudad.

-¿Qué te ha pasado, Aioros?- preguntó el recién llegado.

-Nada- dijo éste con tristeza.

-Sé que es algo- dijo Aioria- no estarías así por nada...-

-No es nada importante-

-No me digas- dijo Aioria, comprendiendo de pronto todo lo que había ocurrido durante la cena en el restaurante, y durante los entrenamientos- te gusta esa chica amazona, ¿verdad?-

Aioros no respondió, solo se limitó a mirar a su hermano con tristeza.

-¿La viste?- preguntó Aioria, y su hermano asintió- pues...comprendo que Anita echó todo a perder con lo que hizo, ¿verdad?-

-Ya verá cuando la atrape- dijo Aioros, y Aioria se echó a reir.

-No seas amargado, hermanito- dijo Aioria- en el fondo, ella cree lo mismo que Andrea. Además, no creo que tengas ningún problema en explicarle a Andrea lo que sucedió en realidad...-

-Nunca me querrá escuchar- dijo Aioros, desanimado- y si lo hace, no me va a creer-

-Claro que sí, hermano- dijo Aioria-porque tú dices la verdad...ya verás como todo sale bien...-

-Eso espero-dijo Aioros, un poco menos triste.

-Bueno, hasta mañana-

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-¿Pero que diablos le pasó a esta niña?- una mujer vieja, encargada del dormitorio de las chicas de la universidad, hizo un escándalo al ver a Mu llegar con Sofía dormida en sus brazos. Rápidamente, Mu le explicó a la anciana lo que había sucedido. La mujer pareció satisfecha con la explicación, y le indicó al caballero donde se encontraba la habitación de Sofía.

Mu colocó a la chica con delicadeza en la cama, aun vestida y la arropo. Miró su rostro. Sus mejillas estaban más sonrojadas de lo habitual. Pero algo más atrajo su atención.

-Tal vez podría...- murmuró Mu para si mismo, al ver esa banda azul que ocultaba parcialmente la frente de Sofía. Y a pesar de que su curiosidad era mucha, no tocó la banda en la frente de la chica, recordando el miedo que le producía a la chica la idea de que alguien vea lo que ocultaba. Salió del cuarto cerrando la puerta con cuidado.

-Por Dios- dijo la anciana muy nerviosa, cuando Mu salió- ¿cómo pudieron hacerle eso?-

-Estará bien- le dijo Mu a la preocupada anciana- si no me equivoco, era una de esas pastillas para dormir...despertará en unas horas-

Después de estas palabras, Mu se despidió de la mujer y se teletransportó de regreso al Santuario. Después de avisarle a Aldebarán que ya había llegado (cosa de la cual se arrepintió) y escuchar un sermón de media hora de su enorme amigo, volvió a su casa.

Al llegar a Aries, revisó la habitación de Kiki. El pequeño dormía pesadamente... vaya, había sido un día pesado para él también.

Mu se fue a su habitación y después de cambiarse se acostó. Pasó un rato antes de que se pudiera dormir...porque seguía pensando en lo que acababa de suceder en la calle con Sofía. Lo más probable es que aquel desgraciado le puso algo en el refresco, pues estaba a su alcance. Mu apretaba los puños con odio de solo pensar lo que le pudo haber hecho ese sujeto si se la llevaba así, inconsciente.

Antes de dormirse, llegó a la conclusión de que esa chica, aunque muy bonita, no era solo vulnerable, como había pensado un rato antes, sino un verdadero imán que atraía los problemas a sí misma.

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-¿Cómo que no...?-

-Ya le dije, señor, alguien se interpuso... uno de ellos-

-Esto no me gusta nada... ¿habrá sospechado algo?-

-No lo creo, señor-

-Bueno, resuelvan eso lo más pronto posible... quiero que mañana en la noche comencemos todo...tardar más sería arriesgarnos a que nos descubran...-

-Sí, señor-

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A la mañana siguiente, todos en el Santuario se levantaron tarde, y decididamente no fue una de las mejores mañanas. Kiki había despertado a Mu durante la noche, le dijo entre lágrimas que tenía horribles pesadillas de que algo malo le sucedía a su maestro, y no lo dejaban dormir. Mu, consiente de que su tardanza había sido la causante de las pesadillas de Kiki, le sonrió con bondad y le permitió dormir junto a él.

Shura se levantó, adolorido por los golpes que le dieron la noche anterior. A Milo también le sucedió lo mismo, pero se levantó feliz... le había parecido muy divertido. Aioros estaba triste y sin ánimos, y Aioria estaba fastidiado. Shaka, sin embargo, amaneció muy pacífico. Los cinco caballeros que no habían ido (Aldebarán, Saga, Kanon, Máscara Mortal y Afrodita) aún no terminaban de entender lo que había sucedido.

Aioros salió de su casa temprano y se fue a la plataforma. No esperaba encontrarse con Andrea ahí, pues ya sabía que la chica estaría aún enfadada con él. La plataforma estaba completamente vacía. Aioros suspiró y se sentó. Ese lugar no era lo mismo sin ella. El joven caballero abrazó sus rodillas contra su pecho, y escondió la cara entre sus brazos. Después de un rato...

-¿Qué haces aquí?- dijo una voz femenina llena de frialdad. Andrea estaba frente a él, con los brazos cruzados.

-Vine a hablar contigo- dijo el caballero.

-No tengo nada que hablar contigo- dijo ella, bajando.

-Espera- dijo Aioros tomándola del brazo para impedir que se fuera- es injusto, Andrea. Es injusto que me trates así, que me ignores cuando yo no he hecho nada malo...-

-¿No has hecho nada malo?- preguntó ella- y supongo que lo que sucedió ayer fue producto de mi imaginación...-

-Pues si te imaginas que estoy saliendo con alguien más o que solo estoy jugando contigo, entonces sí, todo fue producto de tu imaginación-

-Y entonces, ¿cómo explicas lo que pasó?- dijo la amazona, apretando su puño.

-Lo que viste- dijo Aioros con calma, aunque con tristeza- Ana se enojó con su novio y trató de darle celos así-

-No te creo- murmuró ella. Aioros bajó la vista al sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas. No quería que ella lo viera llorar. Todo eso era muy injusto.

-Yo creí que me escucharías- dijo Aioros- pero veo que no...-

-No te ofendas- dijo ella, calmándose un poco- pero, ¿qué prueba tengo yo de que no mientes?-

-¿Prueba?- dijo Aioros, aún con la vista en el suelo- ¿por qué crees que estoy aquí? Yo me enamoré de ti desde el día que te vi... jamás podría traicionarte-

-Aioros, yo...- dijo ella, pero no pudo continuar. Se quitó la máscara y abrazó al caballero, llorando desconsoladamente. Aioros la abrazó también con cariño. No quería verla sufrir así.

-Ya, ya, está bien- le dijo al oído.

-No, no está bien- dijo ella sin parar de llorar- no debí... no debí desconfiar de ti...yo...yo merezco que me odies...-

-No es cierto- dijo Aioros abrazándola con más fuerza- no te preocupes, no pasó nada... yo te quiero...-

-Y yo a ti...-

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-¿Qué pasó?-

Era cerca de mediodía. Sofía despertó en su habitación con un horrible dolor de cabeza. No recordaba haber llegado ahí por su propio pie. Más aún, se había dormido vestida. Algo no andaba bien. Cuando se intentó levantar, un par de brazos hizo que volviera a recostarse. Era la vieja mujer que cuidaba los dormitorios.

-No, no, hijita, no te levantes- dijo la anciana- ¿no estás enferma?-

-¿Enferma?- dijo Sofía, sorprendida.

-Anoche, un joven te trajo- dijo ella- parece que te drogaron o algo en ese restaurante...-

-¿Me que...?-dijo la chica, confundida.

-Sí, alguien trató de robarte o... o algo peor, y el chico del otro día te trajo...-

-Mu- murmuró ella. Se sentó en la cama. Sí, se sentía muy mareada. Trató de recordar lo que había sucedido el día anterior: Milo la invitó a cenar con los otros caballeros. Se sentó a la mesa con ellos. Se levantó, y el mesero le hizo unas preguntas. Ella se negó a escucharlo y Mu la defendió. Mu se ofreció a acompañarla pero ella se negó. Se fue. Alguien la siguió... y ya no se acordaba de nada más.

Sofía suspiró.

-Tal vez eso es lo que quiso decirme...- murmuró para sí misma- ¡tengo que ir ahora mismo!-

Saltó de la cama, se bañó y cambió de ropa; y salió corriendo de ahí.

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Camus había salido, y Milo estaba histérico porque no lo encontraba. Necesitaba su ayuda para elegir las palabras adecuadas para reprender a su aprendiz por la pelea que había ocasionado la noche anterior en el restaurante, porque Alejandro siempre hallaba una excusa o disculpa. Pero Camus no se encontraba en su casa, ni siquiera en el Santuario.

-Camus nunca sale sin avisar- dijo Milo- es extraño... ¿qué se traerá?-

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Horas más tarde, en la entrada del Santuario...

-¿Qué quieres, jovencito?- preguntó un guardia del Santuario.

-Necesito ver al caballero de Piscis- dijo el chico.

-No puedes pasar, si no eres un caballero-

Mu observó esa escena desde su casa, y se teletransportó hacia ese sitio. Vio que por lo menos cinco guardias cerraban el paso al chico alumno de Afrodita.

-Déjenlo pasar- les dijo Mu a los guardias- él es un aprendiz...-

Los guardias, a regañadientes, lo dejaron pasar junto con el caballero de Aries.

-Hoy es sábado- le dijo Mu- ¿qué has venido a hacer?-

-Tengo...algo urgente que hablar con mi maestro- dijo Ángel, con voz ronca, sin mirar a Mu a los ojos. Miraba el suelo como si fuera lo más interesante del mundo.

-Bueno, entonces ve, ya sabes donde encontrarlo-

-Gracias- dijo el chico, y comenzó a subir corriendo las escaleras de las Doce Casas.

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En la casa de Piscis...

-¿Cuándo sucedió eso, Ángel?- preguntó Afrodita.

-Anoche- dijo el chico- pero no me di cuenta de lo que podía significar, hasta ahora-

-Te dije que era peligroso-

-Lo sé- dijo Ángel- pero no tengo opción...-

-Le contaré a Saori sobre tus sospechas...- dijo el caballero dorado- ven mañana, y entonces veremos que sucede...-

-De acuerdo- dijo el chico, y se fue del Santuario.

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Shaka y Padma meditaban juntos, como siempre, en el Templo abandonado. De pronto, un extraño cosmo se dejó sentir.

-¿Sentiste eso?- preguntó Padma.

-Sí- dijo Shaka- y no me gusta para nada...-

-¿Qué crees que signifique algo así?-

-No tengo idea- dijo Shaka- pero tengo un mal presentimiento... volveré al Santuario, solo para asegurarme de que todo esté bien-

-De acuerdo- dijo Padma, mientras Shaka se levantaba y salía corriendo del templo. Desafortunadamente, ninguno de los dos vio dos sombras oscuras de forma irregular, que se acercaban por detrás de la chica en ese momento...

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Mu se teletransportó a la universidad, para ver como estaba Sofía. Se sorprendió mucho al escuchar que había salido en cuanto despertó.

-Esta chica no entiende- murmuró Mu- parece que sale a buscar problemas...-

Fue a buscarla y la halló saliendo de la cafetería de siempre. Estaba apresurada metiendo unas cosas a su mochila.

-¿Qué haces?- le dijo Mu cuando la tuvo enfrente- después de lo que casi te hacen anoche...-

-Relájate- le dijo ella, sonriendo- es de día. Además, no puedo vivir toda mi vida encerrada por miedo a que me hagan algo, ¿o sí?-

-Supongo que no- dijo Mu, encogiéndose de hombros- pero tampoco salir sin necesidad...-

-Claro que tengo la necesidad de salir- dijo Sofía, tomando las manos del caballero entre las suyas- tenía que darte las gracias por salvarme ayer-

-No...no fue nada- dijo Mu algo sonrojado- yo solo... no quería que te pasara nada...- Sofía sonrió de nuevo.

-Bueno, entonces me iré- dijo ella- antes de que obscurezca. No quiero que te preocupes por mí...-

-De acuerdo- dijo Mu, algo triste. Sofía puso sus manos en los hombros de Mu, y le dejó un beso suave y delicado en los labios. Ya iba a irse, cuando el caballero la tomó de la mano.

-No te vayas aún- le dijo Mu en voz baja.

-Tengo que hacerlo- dijo ella, pero se dejó envolver en el abrazo del caballero, y acercó su rostro al de él. Se besaron como si no existiera más mundo que ellos. Mientras la besaba, Mu la abrazaba con delicadeza, como si ella fuera una delicada muñeca de porcelana y queriendo protegerla. Una vez que se separaron, Sofía se fue caminando casi con lágrimas en los ojos. Mu la vio desaparecer a lo lejos. Cuando la perdió de vista, volvió a la casa de Aries, esta vez con una sonrisa en los labios y una mirada llena de paz.

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-¡Camus!- gritó Milo- ¿dónde has estado todo el día?-

-¿De que hablas?- contestó el caballero de Acuario con toda naturalidad- ¿no puedo salir siquiera a comer?-

-No estabas comiendo- dijo Milo, mirándolo sospechosamente- nadie te ha visto por aquí cerca...-

-Lo que yo hago no es asunto tuyo, intento de alacrán- dijo Camus de mal humor- así que deja de molestar...- Camus desapareció por las escaleras que separan la casa de Escorpión de la de Sagitario.

-Este cubito de hielo se trae algo...- murmuró Milo, pensativo.

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Esa noche, en un lugar oculto...

-¿Ya la tienes?-

-Sí, señor. Le hemos pedido que nos ayude y ha aceptado-

-Muy bien. Gracias a ella, todo funcionará a la perfección. ¿Están todos listos?-

-Sí, señor-

-Bien, salimos en una hora, tan pronto haya oscurecido lo suficiente-

-Entendido-

CONTINUARÁ...

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Muajajajaja, sí, soy cruel, no tengo corazón ni sentimientos... Gracias a todos los que me han mandado reviews...

Saria: jeje, claro que sí, ahí está mi mail también, jeje, no pasó nada con Mu... aún, pero ya verás después... gracias por escribir

Kasumi: voy lo más rápido que puedo, gracias por escribir... y prometo no hacer sufrir mucho a Aioros... nomás poquito...

Hora hora: sip, Milo se va traumar mucho mucho... jeje gracias por el review...

NemesisVH: gracias por escribir!!