¿Quieren saber lo que le pasará a Heero?
[------------------------------]
El tipo rubio lo levantaba como si no pesara nada. A su alrededor estaban todos sus enemigos. Aquellos que estaban entre el éxito y el fracaso. Entre la muerte y Reelena. Sin embargo no pod+ía hacer nada. Aun estaba confundido por as droga esas, ademas estaba en desventaja numerica. Y el tipo que casi le rompía la mandíbula.
Tenía uina oportunidad. Se la estaban dando. Y mantenerse vivo es parte fundamental de la misión.
- De acuerdo. Acepto escucharlos.
Filia se adelantó y colocó una mano en el hombro de Gaudy. Este soltó a Heero, quien se estrelló en el suelo con fuerza.
Miró con rabia al maldito maestro japonés y la estú pida chica pelirroja. Aún eran sus emenigos. Aun los mataría. Pero por ahora. Escucharía.
[-------------------------------]
Trieze hablaba con voz seductora. Estaba socavando su voluntad.
- Vamos Heero, demuestra que la muertes de los demás no eran en vano. Ocupa el lugar que Zech tuvo una vez. A mi lado. Goza de los beneficios que te propongo. Únete a mi.
Heero reflexionó pensando en lo que acababa de escuchar. Tanta muerte. Tantos amigos perdidos solo por la astuta ambición de Trieze. Con cara decidida levantó de nuevo el arma, apuntando directamente a la cabeza de Trieze.
- Púdrete Trieze. – Dijo mientras accionaba el gatillo.
[--------------------------------]
Heero jadeaba. El esfuerzo previo fue demasiado. Mantenerse a flote con 30 Kg. extras fue demasiado para él. Pero estaba hecho. Tenía que tomar una decisión y tenía que ser correcta. Si tan solo pudiera.
Estaba apunto de caer en la inconsciencia cuando alguien hizo que girara. Una persona lo puso boca arriba mientras encajaba una rodilla en la boca de su estomago y la punta de una espada casi perforaba su cuello.
Battousai.
- Dame una buena razón por la cual perdonar tu vida. – Susurró fríamente con sus ojos llameando en la oscuridad de la noche.
Heero encontró que tenía su garganta cerrada.
[------------------------------]
Envolvió la cadena de la cruz en su mano derecha. Sacando una navaja cortó la palma de su mano y cerró el puño. La sangre empezó a escurrir profusamente mientras las gotas caían en la espada y la lápida de su amigo.
- Te juro por mi sangre y lo que mas quiero, que la protegeré. Sin importar lo que me cueste.
Se puso de pié y caminó, siguiendo a los demás.
[-------------------------------]
Reena temblaba, Heero podía sentirlo. Las pequeñas sacudidas que daba su cuerpo refugiado en sus brazos. No pudo evitar recordar la noche en la que Reelena lo ayudó a sanar. Como lo entendió plenamente y eso era lo que le estaba pasando en esos momentos.
Levantó la barbilla de ella y leyó sus ojos. Tanto dolor, pesar e incertidumbre; eso se leía en ellos.
Con un movimiento gentil limpió las lágrimas de sus mejillas y no pudo evitar sonreírle. No una de esas sonrisas de batalla, o egoístas. No con ojos crueles o fríos. Sino una sonrisa sincera. Como la que solo un par de veces había hecho.
Reena también leyó sus ojos y entendió la preocupación, y agradeciéndole a cada momento.
Jamás supieron quien o cuando empezaron a acercar sus rostros.
Ambos cerraron los ojos cuando sus labios se juntaron.
[---------------------------------]
Heero golpeó la pared varias veces en desesperación. Aislados y heridos había pocas posibilidades de regresar a Chicago a tiempo. Si permanecían más tiempo allí pondrían la iglesia en peligro. Necesitaba un plan, pero no podía pensar en uno. Cada vez más se sumergía en la desesperación.
Entró al atrio y frente al altar, donde estaba un Cristo de tamaño natural, una persona estaba orando.
Un sacerdote se ponía de pié, dándole la espalda. Alzó los brazos.
- Subis seris sumis saris sobusssssss. – Cantó con un falso tono gregoriano. - ¿No es esto religión? – La vos era un poco juguetona pero tan solemne. - ¿La eterna lucha entre el bien y el mal, donde por norma general el bien tiene que superar al mal? – Juntó sus manos, de nuevo, como rezando. – Ángel y demonio, Águila y Serpiente, Serpiente y dragón. – Pausó mientras alejado a su izquierda una monja se acercaba a él, sujetando una Biblia mientras su cara agachada quedaba oculta por la cofia del habito. – Ryuzoku y Mazoku.
¿Qué?
La monja le entregó el libro al sacerdote.
- Padre Maxwell, su Biblia.
¿Maxwell?
- Muchas gracias hermana Sbeicker. Estoy seguro que al hermano Heero le interesará oír el sermón de hoy. – El sacerdote volteó a ver al confundido chico. Con una sonrisa y cara conocida.
- ¡DUO!
[-----------------------------]
Ambas Armor surcaban los aires, estrellando sus armas con un estruendo desatado en rayos de energía térmica. Heero no podía rendirse, tenía que seguir adelante.
- Deja de estar peleando Trieze, ¿No sabes que te han engañado? ¿Dynast mintió?
El Epyon era tan fuerte como Heero lo recordaba, pero el Zero lo ayudaba.
- No importa lo que digas. Te ofrecí la oportunidad de convertirte en un dios y la rechazaste. La última parte ya fue invocada y no importa lo que hagas, yo prevalecerá.
- La profecía está mal Trieze. No entregará poder a sus fieles. "sumirá al mundo en el caos"
El Epyon y en Zero se acercaban mientras ambos pilotos gritaban en un esfuerzo de dar mas poder a sus ataque. Entonces ambos se cruzaron.
Un estallido de energía desató varios rayos verdes mientras el brazo metálico de uno de ellos caía con fuerza al distante suelo alemán.
[-------------------------]
¿Quieren más? No se pierdan La Alianza. (Ya está en línea. En Slayers.)
[------------------------------]
El tipo rubio lo levantaba como si no pesara nada. A su alrededor estaban todos sus enemigos. Aquellos que estaban entre el éxito y el fracaso. Entre la muerte y Reelena. Sin embargo no pod+ía hacer nada. Aun estaba confundido por as droga esas, ademas estaba en desventaja numerica. Y el tipo que casi le rompía la mandíbula.
Tenía uina oportunidad. Se la estaban dando. Y mantenerse vivo es parte fundamental de la misión.
- De acuerdo. Acepto escucharlos.
Filia se adelantó y colocó una mano en el hombro de Gaudy. Este soltó a Heero, quien se estrelló en el suelo con fuerza.
Miró con rabia al maldito maestro japonés y la estú pida chica pelirroja. Aún eran sus emenigos. Aun los mataría. Pero por ahora. Escucharía.
[-------------------------------]
Trieze hablaba con voz seductora. Estaba socavando su voluntad.
- Vamos Heero, demuestra que la muertes de los demás no eran en vano. Ocupa el lugar que Zech tuvo una vez. A mi lado. Goza de los beneficios que te propongo. Únete a mi.
Heero reflexionó pensando en lo que acababa de escuchar. Tanta muerte. Tantos amigos perdidos solo por la astuta ambición de Trieze. Con cara decidida levantó de nuevo el arma, apuntando directamente a la cabeza de Trieze.
- Púdrete Trieze. – Dijo mientras accionaba el gatillo.
[--------------------------------]
Heero jadeaba. El esfuerzo previo fue demasiado. Mantenerse a flote con 30 Kg. extras fue demasiado para él. Pero estaba hecho. Tenía que tomar una decisión y tenía que ser correcta. Si tan solo pudiera.
Estaba apunto de caer en la inconsciencia cuando alguien hizo que girara. Una persona lo puso boca arriba mientras encajaba una rodilla en la boca de su estomago y la punta de una espada casi perforaba su cuello.
Battousai.
- Dame una buena razón por la cual perdonar tu vida. – Susurró fríamente con sus ojos llameando en la oscuridad de la noche.
Heero encontró que tenía su garganta cerrada.
[------------------------------]
Envolvió la cadena de la cruz en su mano derecha. Sacando una navaja cortó la palma de su mano y cerró el puño. La sangre empezó a escurrir profusamente mientras las gotas caían en la espada y la lápida de su amigo.
- Te juro por mi sangre y lo que mas quiero, que la protegeré. Sin importar lo que me cueste.
Se puso de pié y caminó, siguiendo a los demás.
[-------------------------------]
Reena temblaba, Heero podía sentirlo. Las pequeñas sacudidas que daba su cuerpo refugiado en sus brazos. No pudo evitar recordar la noche en la que Reelena lo ayudó a sanar. Como lo entendió plenamente y eso era lo que le estaba pasando en esos momentos.
Levantó la barbilla de ella y leyó sus ojos. Tanto dolor, pesar e incertidumbre; eso se leía en ellos.
Con un movimiento gentil limpió las lágrimas de sus mejillas y no pudo evitar sonreírle. No una de esas sonrisas de batalla, o egoístas. No con ojos crueles o fríos. Sino una sonrisa sincera. Como la que solo un par de veces había hecho.
Reena también leyó sus ojos y entendió la preocupación, y agradeciéndole a cada momento.
Jamás supieron quien o cuando empezaron a acercar sus rostros.
Ambos cerraron los ojos cuando sus labios se juntaron.
[---------------------------------]
Heero golpeó la pared varias veces en desesperación. Aislados y heridos había pocas posibilidades de regresar a Chicago a tiempo. Si permanecían más tiempo allí pondrían la iglesia en peligro. Necesitaba un plan, pero no podía pensar en uno. Cada vez más se sumergía en la desesperación.
Entró al atrio y frente al altar, donde estaba un Cristo de tamaño natural, una persona estaba orando.
Un sacerdote se ponía de pié, dándole la espalda. Alzó los brazos.
- Subis seris sumis saris sobusssssss. – Cantó con un falso tono gregoriano. - ¿No es esto religión? – La vos era un poco juguetona pero tan solemne. - ¿La eterna lucha entre el bien y el mal, donde por norma general el bien tiene que superar al mal? – Juntó sus manos, de nuevo, como rezando. – Ángel y demonio, Águila y Serpiente, Serpiente y dragón. – Pausó mientras alejado a su izquierda una monja se acercaba a él, sujetando una Biblia mientras su cara agachada quedaba oculta por la cofia del habito. – Ryuzoku y Mazoku.
¿Qué?
La monja le entregó el libro al sacerdote.
- Padre Maxwell, su Biblia.
¿Maxwell?
- Muchas gracias hermana Sbeicker. Estoy seguro que al hermano Heero le interesará oír el sermón de hoy. – El sacerdote volteó a ver al confundido chico. Con una sonrisa y cara conocida.
- ¡DUO!
[-----------------------------]
Ambas Armor surcaban los aires, estrellando sus armas con un estruendo desatado en rayos de energía térmica. Heero no podía rendirse, tenía que seguir adelante.
- Deja de estar peleando Trieze, ¿No sabes que te han engañado? ¿Dynast mintió?
El Epyon era tan fuerte como Heero lo recordaba, pero el Zero lo ayudaba.
- No importa lo que digas. Te ofrecí la oportunidad de convertirte en un dios y la rechazaste. La última parte ya fue invocada y no importa lo que hagas, yo prevalecerá.
- La profecía está mal Trieze. No entregará poder a sus fieles. "sumirá al mundo en el caos"
El Epyon y en Zero se acercaban mientras ambos pilotos gritaban en un esfuerzo de dar mas poder a sus ataque. Entonces ambos se cruzaron.
Un estallido de energía desató varios rayos verdes mientras el brazo metálico de uno de ellos caía con fuerza al distante suelo alemán.
[-------------------------]
¿Quieren más? No se pierdan La Alianza. (Ya está en línea. En Slayers.)
