Típico: Alguno de estos personajes pertenecen a J.K.Rowling bla bla bla y otros son míos.
Summary: Draco asiste a la batalla final, él es mortífago, ¿qué pasará cuando esta lucha llegue a su fin y la gente tenga que enfrentarse a los actos que ha realizado a lo largo de los años? ¿crees en las segundas oportunidades?
A ver gentecilla, lectores, lectoras que hacéis mi vida más feliz al dejarme comentarios. Pues nada, aquí tenéis un nuevo fic, jaja siento que alomejor algunas partes no se entiendan mucho, pero bueno, es una visión existencial… búsqueda de muchas cosas que me carcomen mi cabecita, que cada día creo que está más loca. En fin, de nuevo con Draco, le adoro… jeje, espero que os guste al menos un poquillo. Gracias por leer.
SEGUNDA OPORTUNIDAD
1. ¿Crees en las segundas oportunidades?
But you see, it's not me, it's not my family.
In your head, in your head they are fighting,
With their tanks and their bombs,
And their bombs and their guns.
In your head, in your head, they are crying...
(The Cranberries – Zombie)
Un rayo luminoso de color rojizo pasó rozando por su mejilla pálida, una herida siguió el trayecto del potente hechizo que no llegó a afectar al joven pero si le dañó.
El chico de cabellos platinos se llevó la mano a la mejilla dañada y cuando la acercó a sus ojos vio que estaba llena de sangre, miró con furia, resoplando y haciendo que los mechones de pelo que tenía como flequillo volasen, sus ojos fríos como témpanos de hielo se encontraron con unos azules, cálidos y llenos de bondad.
Ambos volvieron a poner sus varitas en alto, en posición de ataque. La lluvia caía insistente, golpeando sin piedad a la multitud que estaba reunida, luchando bajo la luz de la luna y al amparo de las estrellas escondidas entre las nubes más grises que el cielo pueda haber albergado.
Miles de gritos llenaban con su angustia aquel espacio, sangre por doquier, cuerpos que se interponían en su camino, llantos, amargura, voces pidiendo piedad, tanto a Dios como a los asesinos. Extraño lugar, lleno de gente aún con vida pero con olor a cementerio, cualquier persona ahí presente estaban firmando una especie de papel para registrarse en el siguiente en el puesto de la cola para la muerte.
El muchacho de cabellos rojizos que estaba enfrente del rubio agitó la varita en un complicado movimiento y de la punta salió un hilillo color rosa, Draco logró saltar a tiempo y esquivar el hechizo, atacando esa vez él, de la varita de Draco salió una luz roja que dio de lleno en el pecho de Ron, el joven abrió mucho los ojos para luego caer al suelo desmayado.
Draco curvó sus labios en una sonrisa despiadada y se pasó la mano de nuevo por la mejilla, notó que se había hecho una costra, la sangre reseca se había pegado a su piel perfecta y pálida. Se giró y contempló el "campo de batalla", había rostros cubiertos por máscaras negras y otros eran iluminados perfectamente bajo la tenue luz de la noche.
El joven se agachó para evitar un hechizo de parte de un auror, levantó amenazadoramente la varita y mirando a los ojos marrones del auror, pronunció una maldición imperdonable, un chorro de luz verde salió tras el susurró de Draco "Avada Kedabra", el auror miró espantado como el rayo de luz le golpeaba y fijó su vista por última vez en los ojos llameantes de odio del joven rubio, para luego caer y perderse en la oscuridad, en el pasillo que lleva directo a la muerte.
Un grito de rabia de una voz familiar le hizo girarse con terror, vio a su padre en el suelo, con la varita lejos de su mano y a un auror inclinado sobre él, ¿un auror? Draco se sorprendió aún más, era Severus Snape, su profesor de pociones, el jefe de su casa, un mortífago, un TRAIDOR.
Draco corrió hacia su padre cuando vio que Snape apuntaba con odio su varita hacia Lucius Malfoy, en ese momento sabía que su padre moriría, empujando a todos los que se ponían a su paso, tanto mortífagos como aurores, Draco intentó acercarse a su padre pero un rayo de luz roja le dio en la espalda se giró para ver unos ojos azules y penetrantes, adornados con unas gafas de media luna y con un pelo blanco como la nieve, acabado en una prominente barba blanquecina.
El rubio se desmayó oyendo unas últimas palabras provenientes de Severus.
- Nunca debiste quitarme a Narcisa, adios Lucius.
Una risa de la garganta del padre de Malfoy salió justo cuando un rayo verde le atravesaba, una risa despiadada que se quedó grabada en la mente de Draco cuando éste cayó pesadamente en el suelo, desmayado, sin conocimiento.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Los ojos grises del chico se abrieron lentamente, una luz cegadora hizo que parpadease varias veces para acostumbrase a aquella habitación blanca que no recordaba, se llevó la mano a la cabeza y luego la paseó por su cara, fue recordando poco a poco, llevó la mano a la herida que había tenido y su sorpresa aumentó aún más al ver que ya no tenía ninguna costra, esa parte estaba completamente curada.
De pronto unos ojos azules se inclinaron sobre la camilla con sábanas blancas sobre la que estaba tendido, reconoció a su directo y el causante de su desmayo, Albus Dumbledore, tenía una mirada más vieja que la que siempre había portado, unas finas arrugas rodeaban sus ojos cansados y tristes por haber visto la cantidad de cosas que había vivido a lo largo de su vida.
Se intentó levantar pero descubrió que tenía el cuerpo tan pesado que era incapaz de mover nada más que los brazos y la cabeza.
- Señor Malfoy –comenzó a hablar Albus- todo ha terminado, Voldemort ha muerto definitivamente, y siento comunicarle que su padre también ha fallecido.
- Mi padre ha sido asesinado –espetó maleducadamente- ¿dónde está mi madre? –Albus bajó la cara y miró hacia otro lado con expresión sombría.
- Verás Draco, llevas una semana en el Hospital San Mungo –el rubio se sorprendió- tu madre, se suicidó al tener la noticia de que tu padre había muerto y que el Ministerio de Magia se había apropiado de todos vuestros bienes –Draco se quedó pálido, abrió los ojos aterrorizado, en ese momento tuvo por primera vez conciencia de lo sólo que estaba ahora en el mundo tras la caída de Lord Voldemort. Draco cerró los ojos mientras Dumbledore seguí hablando- siento comunicarte también que deberás acudir a un juicio –al rubio no le importaba, ya nada le importaba ni le molestaba- será mañana, en el Ministerio de Magia, ahora te aconsejo que descanses.
Draco no abrió los ojos, no se despidió, simplemente se sumió en un estado apático, en su mente aparecían imágenes de sus padres, nunca le habían querido demasiado, pero la sangre era la sangre, ahora no tenía nada ni a nadie en esa vida.
Cuando escuchó el sonido de la puerta, Draco volvió a abrir los ojos, observó que había una cortina alrededor de su cama, luchó contra el hechizo inmovilizador que tenía y después de un minuto de meditación y de magia negra consiguió moverse algo más, pero sin conseguir despegarse del todo de la cama. Alzó el brazo y descorrió la cortina con la punta de los dedos.
La luz del sol que se colaba por la ventana le dio de lleno en los ojos, que sensibles se cerraron y le empezaron a escocer, se los frotó con fuerza y los abrió al oír un carraspeó y un sonido molesto.
Cuando volvió a abrir los ojos se encontró con Ron Weasley, que estaba en la cama de al lado con la cortina descorrida y mirándole con odio. Draco desvió la mirada por encima del hombro del pelirrojo, había una cama al final de la estancia, con las cortinas perfectamente corridas para no dejar ver absolutamente nada del interior, y dos medimagos hablaban entre susurros con unos porta-hojas en las manos. El rubio volvió a mirar a Ron.
- Es Harry –dijo el pelirrojo ante la curiosidad de Draco, que se quedó perplejo- ¿no creías que iba a sobrevivir, verdad? Ninguno de vosotros lo creía, y mira por donde, vuestro querido Lord se está pudriendo en el infierno y Harry Potter le ha vuelto a vencer, esta vez definitivamente –Ron sonrió orgulloso de su amigo.
- Pues por la cara de los medimagos no tendrá muy buen aspecto ni muy buenas perspectivas para el futuro –dijo con malicia, la cara de Ron se tornó en una mueca sombría.
- Cállate estúpido, espero que te pudras en Azkaban –Draco le respondió con una mirada lo más fría posible, tanto que logró hacer temblar a Ron.
Se metió entre sus cortinas de nuevo y se puso a pensar en las palabras del pobretón, iría directo a Azkaban, de eso no cabía dudas, había sido mortífago y había matado a gente, había utilizado las tres maldiciones imperdonables en muchas ocasiones, y ahora estaba preso y sería ajusticiado. En condiciones normales se hubiese preocupado, pero en su estado de indiferencia le daba igual, no le importaba pudrirse entre los dementotes que de seguro que habían vuelto a custodiar aquella cárcel.
La luz fuera fue menguando, oyó en varias ocasiones voces difusamente conocidas que venían a visitar a Draco o a preguntar por Harry, él permanecía escondido, solitario, esperando a algo con los ojos totalmente abiertos, esperando y no sabiendo el qu
Pasó la noche en vela, escuchando los ronquidos de Ron en la cama de al lado, sin poder pegar ojo y siendo atacado por imágenes de sus padres, pasando como una película en su mente.
Sonó un ruido proveniente de la puerta, se había abierto y el sonido de pasos de varias personas hizo que Draco se incorporase en su cama y esperase, oyó como Ron a su lado corría su cortina para ver lo que pasaba. La cama de Draco se inundó de la débil luz de la mañana cuando alguien apartó las cortinas, se encontró frente al Ministro de Magia y unos hombres que traían cadenas.
Sin que nadie le dijese nada se levantó totalmente de la cama y extendió las manos hacia el hombre que se acercaba para encadenarle, miró con una sonrisa sarcástica a Fudge y con un movimiento de cabeza hizo que el flequillo se apartase.
Cuando le hubieron puesto las esposas caminó entre el grupo de magos que le habían rodeado, al salir al pasillo, la gente se giraba para ver pasar al chico totalmente pálido, vestido con una túnica de enfermo, atado con unas cadenas de hierro y andando con la cabeza bien alta, desafiando a cualquiera que osase mirarle a los ojos.
El viaje no fue muy largo, pronto se encontró atado en una silla, en el centro de una sala, rodeado de gradas en las que multitud de hombres y mujeres le miraban con ojos críticos.
- Draco Malfoy, se le acusa de mortífago, de utilizar las tres maldiciones prohibidas y de la muerte de Joseph Kindom, Ray Patrick y Amadeo Bonanza –Draco sonrió irónicamente a Fudge- ¿cómo se declara?
- Culpable –un murmullo recorrió la sala- pero creo que se ha olvidado de unos cuantos –empezó a reír ante el horror de los que estaban en la sala.
- Después de esa confesión y sin más preámbulos, serás enviado a Azkaban…
- Fudge –interrumpió Albus, todos los ojos se giraron hacia la figura que se había incorporado entre las sillas- Draco aún tiene 17 años, no es mayor de edad por lo que no puede ser ajusticiado como si lo fuese.
- ¡Pero ha admitido que ha matado a gente! –gritó nervioso mientras le señalaba- ¡se ha reído!
- Fudge, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad –algunos de la sala asintieron- el chico ha sido extorsionado por su familia.
- Yo no… -comenzó a protestar Draco.
- No interrumpas si no se te pide que hables chico –dijo una mujer que estaba sentada al lado de Albus.
- Bueno, basta, quiero liquidar este asunto cuanto antes –todos se acercaron para debatir mientras Draco les miraba aburrido desde la silla. Al cabo de unos minutos las cabezas se levantaron- Hemos decidido que serás enviado a Azkaban durante una… una semana, y cuando salgas de ahí serás reincorporado en la sociedad de magos, con una familia que te financie hasta que decidas vivir tú solo.
Draco miró a Albus con ojos como platos, ese hombre le había vuelto a sorprender, le había defendido y le había ayudado después de todo lo que había hecho. Unos guardias se acercaron a su silla y le desataron las muñecas, que ya tenía amoratadas, de la silla.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
El rubio fue enviado a Azkaban esa misma tarde, llegó a una inmensa prisión en la que sólo se observaba oscuridad, en la entrada estaban apostados dos dementores que se hicieron cargo de Draco, guiándole por unos oscuros pasillos, por los que se veía a gente encogida en sus prisiones. El rubio fue empujado a una celda desierta, cayó con las rodillas y escuchó el ruido de las verjas cerrarse tras él.
Comenzó a escuchar voces en su cabeza, gritos pidiendo piedad que reconoció de inmediato, eran las personas a las que había matado, a las que había torturado, se encogió sollozando y se tapó los oídos pero aún así los seguía oyendo, gritos por todas partes, sentía que se iba a desmayar, aquello era demasiado para él, una última imagen de su padre vino a su mente antes de que cayese en un estado de semiinconsciencia, en el que estuvo varios días, levantándose únicamente para comer la rancia y escasa comida que le colaban por debajo de la puerta con barrotes.
Se alimentaba de pan y un poco de leche, para luego volver a caer en aquellos sueños tormentosos, en aquella realidad de la que quería olvidarse.
Un día más, un segundo más, un minuto, una hora, varias horas más… y sigues esperando, esperando… ¿Esperando para qué? ¿Esperando el qué? ¿Qué algo cambie? No lo sabes, simplemente esperas.
Draco no sabía cuántos días habían pasado, ni cuántos le quedaban por esperar en aquel lugar, había aprendido a dejar su mente en blanco para que los dementotes no le afectasen, y se había hecho a sí mismo aún más frío, indiferencia era lo que le rodeaba, pronto los dementores que habían estado apoyados en su verja, ansiosos de nuevos tormentos que infringir, se alejaron al ver que de ese ser ya no emanaba el cálido sentimiento que suele envolver a las personas, a los humanos.
La piel de Draco fue secándose y perdiendo aquel brillo que simboliza que una persona está viva, su palidez se extremó aún más si eso es posible, sus ojos se volvieron aún más fríos, indiferentes, en ellos no había ni el más leve asomo de alguna emoción, de algún sentimiento humano que demostrase que aún no estaba perdido, que aún se le podía sacar de ese círculo desprovisto de emociones en el que se había sumergido, como un náufrago que se agarra a la única salida que tiene posible para sobrevivir, para vengarse, sí, aquello sólo aumentó su odio, odio contra todo lo que era feliz, odio contra Severus Snape, odio por todas partes.
Llegó una comida, no sabía si sería la cena, tampoco conocía el día al que pertenecía aquella escasa comida, se abalanzó sobre el vaso de leche, bebiéndolo ávidamente, mientras un poco de líquido caía por sus labios morados, resquebrajados, secos, con sangre coagulada. Con las manos sucias y las uñas negras cogió el trozo de pan y lo engulló con rapidez, casi atragantándose. Pero después de eso aún no estaba saciado, un ruido proveniente de su tripa le informó de lo hambriento que estaba.
Se alejó de la verja y se ocultó en un rincón oscuro, encogiéndose y agarrándose las piernas con los brazos, apoyando la cabeza en las frías piedras del muro de la cárcel, y de nuevo volviendo a esos sueños, a ese esperar sin saber el qué, a desear tener algo con lo que pudiese acabar esa espera maldita, con lo que pudiese apagar las voces que sonaban constantemente en su cabeza.
Se estaba volviendo loco, no podría resistir mucho más, era cierto que la apatía ahuyentaba a lo dementores, pero se seguía consumiendo interiormente, de forma lenta y sin descanso…
Las agujas del reloj pasan lentas, haciendo que el momento sea eterno, tic-tac tic-tac, resuena ese sonido en tu cabeza, como un martillo, como una condena, sin alivio y sin descanso, tic-tac tic-tac.
En un momento de aquella oscuridad, en la que el tiempo no tiene cabida, el tiempo no se contabiliza, de todas formas… ¿por qué contabilizar algo que no se puede dominar? Draco pensaba en aquellas cosas, en la obsesión de la gente por saber en qué día y hora vivían, minutos segundos, relojes dando vueltas continuamente, agujas, sonidos, tic-tac tic-tac, y todo… ¿para qué? ¿para sentirse seguros? ¿para tener algo en lo que ordenar su vida? Él estaba ahí, sin saber nada sobre aquello tan infinito como el tiempo, y seguía vivo, de hecho, ahora le horrorizaba pensar en el tiempo, plantearse cuánto tiempo llevaba ahí, pero no le importaba el hecho de que saldría algún día, aquello se había borrado de su mente, solo tenía un leve recuerdo de que su cuerpo deseaba salir de ahí, de ver la luz, de poder volver a meterse con alguien, de poder volver a vivir.
Y ya estás cansada, agotada de tantas vueltas de las agujas en el interior del reloj, en su estómago, representando el tiempo, que es inagotable, indefinido, infinito, tic-tac tic-tac, quieres que acabe ese sonido ¿Quieres que acabe el tiempo? No… el tiempo es relativo, no se le puede establecer un principio ni un fin, está ahí, estás en él, te consumes en su interior, en su grandeza, en su espacio.
Un ruido de pasos lejanos le hizo abrir los ojos, en aquel lugar, su sentido auditivo había aumentado y mejorado considerablemente, los dementores al desplazarse por el aire rozando con sus túnicas el suelo, habían hecho que tuviese ese leve roce como el sonido de pasos humanos, y los que se estaban acercando ahora le hacían taparse los oídos con dolor, aquel ruido se le hacía insoportable, demasiado fuerte.
Deseó con todas sus fuerzas que cesase, y como si le hubiesen escuchado, los pasos finalizaron, pero la verja de su celda se abrió, Draco miró a la entrada, sus ojos acostumbrados a la oscuridad distinguieron una figura imponente, con cabello y barba largas, y de un color tan limpio, tan reluciente en aquel lugar lleno de mugre, podredumbre, suciedad por todas partes.
La figura se acercó al rincón en donde estaba Draco, dos dementores iban tras él, se adelantaron y agarraron de ambos brazos a Draco, elevándole del suelo y arrastrándole fuera de la celda seguido de la figura de Albus Dumbledore.
Draco Malfoy perdió el conocimiento nada más salir de la prisión donde dos guardias del Ministerio de Magia le agarraron y le transportaron hacia la libertad, hacia una segunda oportunidad, seguidos como siempre de Dumbledore, de la persona que había creído que era posible un cambio, que le había ayudado en la guerra y en el juicio, que había puesto esperanzas en él aunque Draco no le hubiese dado muestras de confianza.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Bueno a ver, una aclaración, cuando está en Azkaban, las cosas que están en cursivas es de un ensayo mío, vamos una rayada mía de las grandes, juas y he puesto algunas partes porque pegaban, pues nada más por añadir creo.
Que espero que os esté gustando para continuarlo o no, como veáis.
Dejar reviews!!!
Besos y gracias por leer.
