Capítulo 8: Lyserg
El joven inglés se despertó en una cama del hospital, sin saber qué había pasado...
Sólo sabía una cosa: había visto a Hao.
Su pequeña hada apareció en cuanto se despertó, sentada al borde de la silla que había al lado de la cama.
–Vaya que Hao esta vez se pasó... –dijo Lyserg a Morphin.
"¿Qué me dijo Hao?", pensó Lyserg, intentando recordar.
Habían hablado, después Hao lo había golpeado y dejado inconsciente: sí.
¿Pero y todas las cortadas que habían sido vendadas en el hospital?
¿De dónde habían salido y quién era el culpable?
"Hao", pensó Lyserg, empezando a llenarse de furia cuando su celular sonó y Morphin se lo pasó (apenitas pudo).
–¿Hola? –preguntó Lyserg, y la persona menos esperada le contestó.
–Hola, Lyserg –era Hao–. ¿Ya estás mejor? Vaya choque... Casi nos das un ataque a todos nosotros.
–Como si te importara.
–Cierto, como si me importara... –dijo Hao burlándose claramente y cambiando de tema–. Oye, te voy a pasar el teléfono de Yoh para que hablen por un rato; aparte de que necesito que me hagas un favor...
"¡¿Un favor?! ¿Qué diablos le pasa a este?", pensó Lyserg.
–Y mira que si no me haces el favor, me encargo de que tu salida del hospital sea en un ataúd...; ¡así que piénsalo bien y ya!
"¿Por qué tendrá tanta prisa?".
–Bueno, lo haré; ¿qué quieres, Hao?
–Quiero que le digas a Yoh que habrá una fiesta exclusivamente para nosotros, los shamanes que participamos en el torneo...
–¿Te decidiste por la fiesta, entonces? –dijo Lyserg burlonamente ahora, recordando de qué habían hablado la noche anterior.
–Sí –dijo Hao, y sonaba alegre–. Será en un hotel; lo reservé todito. –Lyserg se sorprendió bastante–. Si no funciona natural, pues de todas maneras pedí que hubiera algunas bebidillas... Ya sabes.
"Vaya, no se le fue nada...", pensó Lyserg.
"¿Reservó todo un hotel de la noche a la mañana para una fiesta?", se dijo a sí mismo, sin entender cómo.
–Bueno, la fiesta será en una semana; el viernes de la semana próxima, ¿entendido? –continuó Hao–. Quiero darle tiempo a todos los shamanes para que se enteren...
–¿Y no sospecharán? El grupo de Yoh es demasiado listo a veces...
–A veces –dijo Hao–. Pero no sospecharán... Lo que sí: van a ir, lo sé. Saben que deben estar ahí para evitar una catástrofe que yo pueda provocar... Ellos irán.
"Sigo diciendo que no se le fue nada".
–Bueno, ¿tienes algo en qué apuntar? Digo, te pasaré el teléfono de Yoh...
Lyserg tomó nota y después colgó...
"No lo puedo creer...; ¡me he hecho aliado de Hao Asakura!", pensó Lyserg.
"De mi peor enemigo... Me he hecho aliado de mi peor enemigo...".
Morphin se veía preocupada por él, así que cambió su expresión y marcó el teléfono que había apuntado.
–¿Hola? –contestó Yoh, muy alegre como siempre, y Lyserg dedujo que conservaba la misma sonrisa de hacían tres años.
–Hola, Yoh. Soy Lyserg –dijo él.
–¿Lyserg? ¡Vaya, qué sorpresa! –dijo Yoh–. ¿Cómo te encuentras?
–Bien. Pero anoche, cuando iba llegando, tuve un pequeño accidente en la carretera y estoy en el hospital.
–Oh, ¿en qué hospital estás? Digo, debes estar muy solo; hay que ir a visitarte...
–No, en realidad no estoy solo; Morphin está conmigo, no te preocupes.
–Ok, como tú digas.
"No ha venido al tema los Soldados X, así que hay que informar de la fiesta y colgar", pensó Lyserg nervioso, porque estaba engañando a un buen amigo por culpa de su peor enemigo.
–Bueno, Yoh, te llamaba para decirte que habrá una fiesta para los shamanes del torneo de hace tres años. Por eso mismo vine a Tokio –mintió–. Será el viernes de la semana próxima...
Le dio todos los datos que le había dado Hao: únicamente la fecha y la dirección del hotel al que habían de ir.
–Necesito que me hagas un favorcito, Yoh; pasa el chisme de la fiesta.
–¡Claro que sí, por supuesto! –dijo Yoh–. ¿Y tú podrás ir?
–Supongo que sí, mis heridas no son graves y sanaré pronto...
–Qué bien... Oye, ¿no importa mucho que vayamos en taxi?
"¿Ah?", pensó desconcertado Lyserg.
–Es que no tenemos carro; y aunque lo tuviéramos, no creo que ninguno de los habitantes de esta casa sepa manejar...
–Entonces mandaré a arreglar de inmediato mi auto –dijo Lyserg–. No me suena muy bueno eso de ir en taxi a una fiesta...
–A mí tampoco, por eso preguntaba.
Siguieron hablando un rato, y Lyserg le dio la dirección del hospital para que pudiera ir a visitarlo.
"Sería bueno verlos después de tantos años...", pensó Lyserg.
–No hay necesidad de que me des tu celular; tenemos identificador de llamadas –dijo Yoh riendo, cuando Lyserg ya se iba a poner a darle el número.
–Eso es bueno –y se le ocurrió algo, pero mintió para poder llevarlo a cabo–. Bueno, Yoh; será mejor que cuelgue para llamar a un taller para que arreglen el auto para la fiesta...
–Ok, ¡nos vemos!
–Bye.
Colgaron y Lyserg picó quién sabrá qué cosas en su celular para entrar al dizque buzón de todas las llamadas recibidas hasta el momento.
"Hao... ¿a qué hora me llamó?".
En cuanto se acordó de la hora, se puso a buscarla para ver de dónde lo había llamado Hao y si podía contactarlo...; pero descubrió que lo había llamado de un teléfono público.
"Puede reservar un hotel entero: sí. ¡¿Pero no tener un celular?!".
El joven inglés se despertó en una cama del hospital, sin saber qué había pasado...
Sólo sabía una cosa: había visto a Hao.
Su pequeña hada apareció en cuanto se despertó, sentada al borde de la silla que había al lado de la cama.
–Vaya que Hao esta vez se pasó... –dijo Lyserg a Morphin.
"¿Qué me dijo Hao?", pensó Lyserg, intentando recordar.
Habían hablado, después Hao lo había golpeado y dejado inconsciente: sí.
¿Pero y todas las cortadas que habían sido vendadas en el hospital?
¿De dónde habían salido y quién era el culpable?
"Hao", pensó Lyserg, empezando a llenarse de furia cuando su celular sonó y Morphin se lo pasó (apenitas pudo).
–¿Hola? –preguntó Lyserg, y la persona menos esperada le contestó.
–Hola, Lyserg –era Hao–. ¿Ya estás mejor? Vaya choque... Casi nos das un ataque a todos nosotros.
–Como si te importara.
–Cierto, como si me importara... –dijo Hao burlándose claramente y cambiando de tema–. Oye, te voy a pasar el teléfono de Yoh para que hablen por un rato; aparte de que necesito que me hagas un favor...
"¡¿Un favor?! ¿Qué diablos le pasa a este?", pensó Lyserg.
–Y mira que si no me haces el favor, me encargo de que tu salida del hospital sea en un ataúd...; ¡así que piénsalo bien y ya!
"¿Por qué tendrá tanta prisa?".
–Bueno, lo haré; ¿qué quieres, Hao?
–Quiero que le digas a Yoh que habrá una fiesta exclusivamente para nosotros, los shamanes que participamos en el torneo...
–¿Te decidiste por la fiesta, entonces? –dijo Lyserg burlonamente ahora, recordando de qué habían hablado la noche anterior.
–Sí –dijo Hao, y sonaba alegre–. Será en un hotel; lo reservé todito. –Lyserg se sorprendió bastante–. Si no funciona natural, pues de todas maneras pedí que hubiera algunas bebidillas... Ya sabes.
"Vaya, no se le fue nada...", pensó Lyserg.
"¿Reservó todo un hotel de la noche a la mañana para una fiesta?", se dijo a sí mismo, sin entender cómo.
–Bueno, la fiesta será en una semana; el viernes de la semana próxima, ¿entendido? –continuó Hao–. Quiero darle tiempo a todos los shamanes para que se enteren...
–¿Y no sospecharán? El grupo de Yoh es demasiado listo a veces...
–A veces –dijo Hao–. Pero no sospecharán... Lo que sí: van a ir, lo sé. Saben que deben estar ahí para evitar una catástrofe que yo pueda provocar... Ellos irán.
"Sigo diciendo que no se le fue nada".
–Bueno, ¿tienes algo en qué apuntar? Digo, te pasaré el teléfono de Yoh...
Lyserg tomó nota y después colgó...
"No lo puedo creer...; ¡me he hecho aliado de Hao Asakura!", pensó Lyserg.
"De mi peor enemigo... Me he hecho aliado de mi peor enemigo...".
Morphin se veía preocupada por él, así que cambió su expresión y marcó el teléfono que había apuntado.
–¿Hola? –contestó Yoh, muy alegre como siempre, y Lyserg dedujo que conservaba la misma sonrisa de hacían tres años.
–Hola, Yoh. Soy Lyserg –dijo él.
–¿Lyserg? ¡Vaya, qué sorpresa! –dijo Yoh–. ¿Cómo te encuentras?
–Bien. Pero anoche, cuando iba llegando, tuve un pequeño accidente en la carretera y estoy en el hospital.
–Oh, ¿en qué hospital estás? Digo, debes estar muy solo; hay que ir a visitarte...
–No, en realidad no estoy solo; Morphin está conmigo, no te preocupes.
–Ok, como tú digas.
"No ha venido al tema los Soldados X, así que hay que informar de la fiesta y colgar", pensó Lyserg nervioso, porque estaba engañando a un buen amigo por culpa de su peor enemigo.
–Bueno, Yoh, te llamaba para decirte que habrá una fiesta para los shamanes del torneo de hace tres años. Por eso mismo vine a Tokio –mintió–. Será el viernes de la semana próxima...
Le dio todos los datos que le había dado Hao: únicamente la fecha y la dirección del hotel al que habían de ir.
–Necesito que me hagas un favorcito, Yoh; pasa el chisme de la fiesta.
–¡Claro que sí, por supuesto! –dijo Yoh–. ¿Y tú podrás ir?
–Supongo que sí, mis heridas no son graves y sanaré pronto...
–Qué bien... Oye, ¿no importa mucho que vayamos en taxi?
"¿Ah?", pensó desconcertado Lyserg.
–Es que no tenemos carro; y aunque lo tuviéramos, no creo que ninguno de los habitantes de esta casa sepa manejar...
–Entonces mandaré a arreglar de inmediato mi auto –dijo Lyserg–. No me suena muy bueno eso de ir en taxi a una fiesta...
–A mí tampoco, por eso preguntaba.
Siguieron hablando un rato, y Lyserg le dio la dirección del hospital para que pudiera ir a visitarlo.
"Sería bueno verlos después de tantos años...", pensó Lyserg.
–No hay necesidad de que me des tu celular; tenemos identificador de llamadas –dijo Yoh riendo, cuando Lyserg ya se iba a poner a darle el número.
–Eso es bueno –y se le ocurrió algo, pero mintió para poder llevarlo a cabo–. Bueno, Yoh; será mejor que cuelgue para llamar a un taller para que arreglen el auto para la fiesta...
–Ok, ¡nos vemos!
–Bye.
Colgaron y Lyserg picó quién sabrá qué cosas en su celular para entrar al dizque buzón de todas las llamadas recibidas hasta el momento.
"Hao... ¿a qué hora me llamó?".
En cuanto se acordó de la hora, se puso a buscarla para ver de dónde lo había llamado Hao y si podía contactarlo...; pero descubrió que lo había llamado de un teléfono público.
"Puede reservar un hotel entero: sí. ¡¿Pero no tener un celular?!".
