Capítulo 11: Tamao

El grupo volvió a la casa de los Asakura con alguien más para meter en la casa: Lyserg (aparte de Morphin, claro).

En el hospital lo habían dejado salir ya, puesto que sus heridas eran sólo superficiales y nada graves.

En la casa, los chicos se organizaron y se dividió el grupo de seis en dos cuartos, para que todo fuera más pacífico (pero Len y Horohoro siguen en el mismo cuarto... con Chocolove).

Tamao y Pilika no dejaban de cuchichear acerca de lo guapo que se encontraba Lyserg (primero Len, y ahora Lyserg...).

–¡Ay, está guapísimo! –decía Pilika.

–Sí, lo sé.

Hubo una pausa en la que se intercambiaron miraditas de emoción, pues estaban prácticamente rodeadas de chicos guapos (Len en la habitación de la derecha y Lyserg en la de la izquierda).

–Oye, Tamao, ¿te acuerdas de lo de la apuesta?

"¡La apuesta! ¡Cierto!", pensó Tamao.

–Claro.

–¿No crees que es tiempo de que lo iniciemos todo?

–¿Ah?

–Sí. Le hablamos a Jun Tao, hablamos aquí con Anna y todo arreglado.

–Sí, pero, ¿no crees que los chicos se darán cuenta?

"Se darán cuenta".

–Cierto... Bueno, veremos qué hacemos.

Entraron en la habitación aunque aún era temprano.

"¿Cómo llevaremos la apuesta a cabo, en esta situación?".

Alguien tocó a la puerta y Anna fue la que entró, sentándose con ellas en el piso.

–Chicas, ¿no quieren ir de compras de nuevo? –les dijo, sacando la tarjeta de Yoh de un bolsillo.

–¿Para qué? –preguntó Pilika.

–Recuerden que habrá una fiesta de shamanes la próxima semana. Ciertamente nosotras no deberíamos ir, pero lo haremos...

"La fiesta que comentó el joven Lyserg...", pensó Tamao.

–Lo que quiero es comprarme un vestido, zapatos, bolso, joyas y maquillaje decente –dijo Anna–. ¿Qué me dicen?

–Bueno, vamos –dijo Tamao, y Pilika la jaló del brazo en cuanto se iba a levantar.

Anna se quedó recargada en la puerta, viendo a Pilika susurrarle cosas al oído a Tamao.

–Señorita Anna, ¿se acuerda de la apuesta que le mencioné la otra vez? –dijo Tamao finalmente.

–Sí, ¿por qué?

–¿No cree que deberíamos iniciar ya con esto? –dijo Tamao.

–Tenemos la fiesta a nuestro favor –dijo Pilika.

Anna entendió rápidamente el plan y corrió hacia el teléfono a hablarle a Jun para verse las cuatro en el centro comercial.

"Todo va bien", pensó Tamao sonriendo cuando Anna colgó para después llamar a un taxi.

Llegaron rápidamente al centro comercial y se reunieron con Jun en la neveria donde habían estado la otra vez.

–¿Una apuesta para ver quién consigue primero su primer beso? –repitió Jun cuando le explicaron todo.

–Sí –dijeron las tres chicas.

–Pues yo les habría ganado desde el principio, chicas...

–¿Ah?

–Aquí entre nos, y para que nadie se entere...

Se hicieron las cuatro una bolita en el centro de la mesa en la que estaban comiéndose unos helados.

–Yo ya di mi primer beso hace diez años.

"¡¿Ya?! ¡¿Hace diez años?!", pensó Tamao mientras las tres se quedaban boquiabiertas ante su evidente retraso.

–Fue como a los diez años de edad, con un chico tres años mayor...

Y les contó toda la historia del beso... y que ni Len ni nadie de su familia estaban enterados.

–Guau... –fue lo único que pudieron decir Anna y Pilika.

–Vaya... –y lo único que pudo decir Tamao.

"Estamos muy retrasadas con este asunto, por Dios...", pensó Tamao.

–Pero no se preocupen; no las delataré ni nada... –dijo Jun sonriéndoles–. Pero lo que sí, quiero enterarme de todo lo que pase en esta apuesta, ¿ok?

–¡Ok!

Las cuatro salieron de la neveria y fueron a comprarse los vestidos, zapatos y demás que necesitarían para la fiesta de shamanes.

–¿Qué les parece este vestido? –preguntó Anna, con un vestido negro de noche.

–No, no. Será mejor que cambies tu estilo para esa noche, te lo digo por experiencia –le decía Jun.

"Sabe de muchas cosas de esto, supongo", pensó Tamao.

Tamao y Pilika si pudieron quedarse con los vestidos rosa y azul, respectivamente; pero Anna definitivamente tendría que cambiar su color de vestir para esa noche...

Fueron a comprarse los zapatos, y pasó lo mismo con Anna: Jun de nuevo llamándole la atención porque debía cambiar.

–Si quieres que Yoh te mire siquiera, cambia –dijo simplemente.

"Tiene razón", pensó Tamao.

Aunque con esto de los zapatos, Jun también regañó a Tamao y a Pilika.

Al final, terminó dándoles instrucciones de qué comprar de zapatos, accesorios y maquillaje.

"Mandona", pensó Tamao ya molesta, pero aún así algo agradecida porque en realidad no hubiera sabido qué comprar.

Sin comprar siquiera cosas caras, terminaron muy bien las cuatro.

Volvieron a la heladería antes de irse cada quien adonde debía estar: Jun al hotel y Pilika, Tamao y Anna a la casa.

–Es una suerte que no viva con nosotras –dijo Anna en el taxi.

"Pero le debemos algo; su ayuda con esto".