Capítulo 16: Anna

Anna había ido a buscar a Yoh en las habitaciones, una hora y casi media antes de la explosión y el inicio del incendio.

Había subido las escaleras principales y se había dirigido hacia el pasillo de habitaciones en el primer piso, para después irse al segundo y al tercero.

"Vaya, ¿dónde se metió Yoh?", pensaba después de comprobar que su prometido no estaba en las habitaciones que revisaba.

En el tercer piso, desde el inicio del pasillo, pudo ver el rostro de un chico asomándose por una puerta a la mitad del sitio.

Al ver que la estaba viendo, se metió y cerró la puerta.

"¿Será Yoh?".

–¡Yoh! –gritó Anna sin comprobar si era o no.

La puerta no tenía el seguro puesto, así que entró.

Al entrar en el cuarto oscuro, intentó prender las luces pero la voz de alguien recostado en la cama la detuvo.

–No prendas las luces, Anna –dijo la voz–. Y cierra la puerta con seguro, por favor.

Anna obedeció.

"Supongo que es Yoh, porque sabe mi nombre...", pensó.

"¿Se encontrará mejor?".

–¿Te encuentras bien? –le preguntó ella algo dura, pero se le escapó un tonito dulce en la voz.

–Muy bien, ahora que tú estás aquí conmigo, Anna.

Anna se puso más colorada que su vestido, mientras escuchaba el movimiento en la habitación a oscuras.

El chico se levantó y cerró las cortinas, para después decirle que fuera al centro de la habitación, al lado de la cama.

"¿Para qué me pide esto?", pensó Anna obedeciendo.

"¿Qué planea?".

–¿Sabes algo, Anna? Yo ya sentía que teníamos que hablar tú y yo sobre varias cosas...

–¿De cuales?

Hubo un silencio en el cual él se acercó a ella, pero no la tocó ni nada; mantuvo una distancia en la oscuridad.

–Quisiera saber si realmente me quieres o no te importo –dijo él, aunque no sonaba como el típico tono de Yoh cuando lo dijo.

–Claro que te quiero. Te amo.

–Muy rápida tu respuesta. Por favor, piénsala durante cinco minutos... –hubo un pequeño silencio de menos de medio minuto–. Pero si te aburres, me dices qué pensaste y ya.

Anna estaba desconcertada con eso.

"¿Por qué hace esto?".

Pero después le hizo caso a su orden.

"¿Lo amo: sí o no?".

Estuvo meditando durante dos minutos y decidió que sí.

–Ya tengo bien pensado esto... –dijo ella tímidamente–. Sí, sí te amo.

Él se puso a discutirle por un rato, para sacarle más sobre aquel sentimiento que ella decía sentir por él.

–Cierto. Me amas, Anna –dijo–. No me mientes, y eso es bueno...

–Y tú... ¿Tú me amas también?

–Me lo preguntas como si no fuera obvio.

"Qué cruel es".

–¿Entonces qué?

–Sí, Anna; te amo –hizo otra pausa–. Creo que hasta te amo más de lo que tú dices amarme.

"Vaya... No confía en mí...", pensó Anna.

"Entonces, ¿por qué he de confiar en él?".

Sintió que él empezaba a disminuir la distancia que había entre ellos, y se puso nerviosa y se sonrojaba conforme él se acercaba más.

Pero seguían hablando de su sentimiento de amor...

"¿Qué? ¿No piensa hacer nada más?".

–Anna, quisiera pedirte un favor antes de que yo te...

–¿Tú me qué?

–No tiene gran importancia qué...

"¡¿Cómo que no?!", pensó ella.

"¡Es muy importante para mí saberlo!".

–Bueno, quiero que me hagas el favor de no comentarle a nadie lo que pase aquí, entre nosotros, ahora... y demás.

"¿Ah?".

–¿Y por qué no?

–Después te contaré el por qué... O capaz y tú lo descubres, Anna.

Él reaccionó más rápido que ella, tomándola de la cintura y besándola tierna, pero muy apasionadamente (guau).

"Ay...", pensó ella, conteniendo varios suspiros.

Sintió que se desmayaba, así que era una gran suerte que él la estuviera abrazando ahora.

Ella quería abrazarlo, pero no alcanzaba a saber cómo moverse siquiera (todo se le olvidó).

Por fin, pudo moverse un poco y, al intentar abrazarlo, se topó con cierta larga cabellera lacia...

"¡Esperen un minuto!", pensó Anna de repente.

"¿Cabello largo?", empezó a relacionar las cosas.

Abrió los ojos al tiempo que la luz se prendía y él dejaba de besarla.

No podía verlo porque se había desenchufado completamente por el beso, así que sólo pudo escuchar que había alguien más en la habitación hablándole al muchacho.

–Señor Hao, ya está listo todo para la huida y la venganza que planeó –dijo la voz de su inseparable enano de ojos raros.

–Excelente –dijo Hao, abrazando todavía a Anna–. Vete ahora y comienza todo. Luego los alcanzo... ¡Apaga la maldita luz!

El enano apagó la luz, salió y cerró la puerta.

Aprovechando el aturdimiento de Anna, Hao volvió a besarla (aturdiéndola más).

"¡¿Era Hao?!", pensó Anna sorprendida, pero encantada con los besos del chico.