Capítulo 23: Yoh
Todos estaban quietos, esperando a que Hao hiciera el primer movimiento.
Hao se rió al verlos en guardia.
–¡Qué tontos! ¿Creen que podrán vencer a todos mis nuevos espíritus? –dijo Hao.
"¡Maldito Hao!", pensó Yoh con ira.
"Que nos diga dónde está Anna antes de que lo despedace".
–¡Hao, entréganos a la señorita Anna ahora! –gritó Lyserg.
–Oh, Lyserg, ¿ya no te gustó nuestra alianza? –dijo Hao burlonamente–. ¡Vaya que eres tonto al unirte a ellos!
–¡Cállate, Hao! –gritó repentinamente Yoh, con su voz llena de rabia–. ¡Amidamaru!
El espíritu de Yoh hizo la posesión sobre una pequeña daga que llevaba, haciéndola de mayor tamaño, suficiente como para partir a la mitad a Hao.
–Oh, Yoh, cálmate… –dijo Hao, sin alterarse ni un poquito–. ¡Espíritus!
Los Espíritus de la Tierra, Fuego, Aire y Agua se reunieron detrás de Hao, y como esa clase de espíritus no necesitaba de una posesión de objetos, ya estaban listos para atacar.
Mientras tanto, los Espíritus de la Muerte y el de la Vida estaban en plena pelea entre ellos, haciendo caso omiso de los demás.
–Atáquenlos… –dijo Hao con una voz baja a los espíritus.
La batalla comenzó.
El Espíritu de la Tierra atacó a Manta, el del Aire a Lyserg, el de Agua a Len y finalmente el Espíritu de Fuego a Yoh.
Los terremotos causados por el Espíritu de la Tierra casi sepultaban a Manta, aunque su espíritu lo ayudaba a mantenerse en la superficie y razonablemente a salvo.
Los tornados del Espíritu del Aire se llevaban al péndulo de Lyserg por todas partes, y más de una vez separaron a Morphin del cristal y levantaron a Lyserg del suelo.
Con grandes burbujas llenas de agua de manera antinatural, el Espíritu del Agua atacaba ahogando a Len, que de no ser por la posesión, se hubiera quedado dentro de alguna de ellas.
Y en cuanto a Yoh y el Espíritu de Fuego, las llamas rodeaban y mantenían atrás a Yoh y a Amidamaru.
–Sabía que yo tendría la ventaja… –dijo Hao.
"¡Maldición, perderemos si seguimos así!", pensó Yoh.
"Qué bueno que las chicas no tienen que pelear…".
Pero repentinamente, los dos espíritus de Tamao empezaron a ayudar a Manta y a Lyserg en contra de los respectivos espíritus enemigos.
–¡No, Tamao, manténganse atrás! –gritó Manta.
–¡Tamao, no! –gritó Lyserg.
–¡Déjenme ayudar ya que puedo! –les respondió gritando también Tamao.
"Tamao debería mantenerse atrás", pensó Yoh.
"Ella no debería pelear".
Pero sin embargo, Tamao continuó, a pesar de que todos estaban en contra.
–Un gran coraje el suyo, señorita Tamao –dijo Hao–. Déjeme recompensarla como es debido.
Unos espíritus inferiores que ahí habitaban también se reunieron en uno solo, y fueron lanzados por Hao contra Tamao.
–¡No, Tamao! –gritaron todos, mientras ella se mantenía en su lugar, petrificada por el miedo.
–¡No la vuelvas a atacar, Hao! –dijo una voz, y un rayo púrpura partió a los espíritus de nuevo.
–¡Ryu! –gritó Tamao, yendo hacia él y abrazándolo.
–Otro más, no será problema… –decía Hao.
–No sólo uno, ¡sino todos los demás! –dijo la voz de Horohoro, mientras congelaba al Espíritu del Agua y lo partía con ayuda de su tabla.
–¡Hermano! –gritó Pilika, pero se mantuvo atrás.
"Qué bien que ya llegaron los otros", pensó Yoh sonriendo brevemente, antes de ser atacado más directamente por el Espíritu de Fuego.
–¡No, Yoh! –gritó Len, ya libre, logrando desviar la llamarada–. ¡No te vuelvas a distraer!
Ciertamente, aún con los otros ahí, nada decía que tuvieran ventaja sobre sus enemigos.
El Espíritu del Agua se había regenerado con ayuda del de Fuego, y los espíritus elevaron su fuerza al máximo.
"¡Maldición, ¿por qué?!".
Ryu y Tamao se unieron a Manta, Fausto y Jun Tao con Lyserg, Horohoro y Chocolove con Len, pero Yoh se mantuvo solo.
Hao se reía como loco al ver cómo todos batallaban el triple ahora en contra de los espíritus que él había invocado.
–¡Ríndanse ya y váyanse! –dijo Hao–. ¡Déjenos a mí y a mi dama vivir en paz!
"¡Maldito Hao!", pensó Yoh con más rabia que nunca.
–¡Maldito! –gritó Yoh a Hao de tal manera que todos, menos los Espíritus de la Muerte y el de la Vida, se detuvieron.
Yoh estaba poseído por la ira y los celos.
Anna era suya, no de Hao.
–¡Dime dónde está Anna, Hao! –le gritó, y el hechizo se rompió, para que todos volvieran a sus respectivas peleas.
Pero el Espíritu de Fuego no volvió a atacar a Yoh, sino que se acercó de nuevo a Hao.
–Yoh, no; no te lo diré, porque ella ya es mía –dijo Hao.
La ira y los celos se apretujaban ya dentro de Yoh, era lo único que él tenía ahora.
"¡Morirás, Hao!", pensó Yoh.
"¡Está vez sí morirás!".
Hao estaba a punto de atacar nuevamente a Yoh con el Espíritu de Fuego, cuando un tremendo temblor hizo que todos los que se apoyaban sobre la tierra cayeran.
–¡El Espíritu de la Vida ganó! –gritó Pilika.
Unos pasos se oyeron entonces, y una rubia en traje apache apareció.
"¡Anna!", pensó Yoh, y la felicidad volvió con él.
Todos estaban quietos, esperando a que Hao hiciera el primer movimiento.
Hao se rió al verlos en guardia.
–¡Qué tontos! ¿Creen que podrán vencer a todos mis nuevos espíritus? –dijo Hao.
"¡Maldito Hao!", pensó Yoh con ira.
"Que nos diga dónde está Anna antes de que lo despedace".
–¡Hao, entréganos a la señorita Anna ahora! –gritó Lyserg.
–Oh, Lyserg, ¿ya no te gustó nuestra alianza? –dijo Hao burlonamente–. ¡Vaya que eres tonto al unirte a ellos!
–¡Cállate, Hao! –gritó repentinamente Yoh, con su voz llena de rabia–. ¡Amidamaru!
El espíritu de Yoh hizo la posesión sobre una pequeña daga que llevaba, haciéndola de mayor tamaño, suficiente como para partir a la mitad a Hao.
–Oh, Yoh, cálmate… –dijo Hao, sin alterarse ni un poquito–. ¡Espíritus!
Los Espíritus de la Tierra, Fuego, Aire y Agua se reunieron detrás de Hao, y como esa clase de espíritus no necesitaba de una posesión de objetos, ya estaban listos para atacar.
Mientras tanto, los Espíritus de la Muerte y el de la Vida estaban en plena pelea entre ellos, haciendo caso omiso de los demás.
–Atáquenlos… –dijo Hao con una voz baja a los espíritus.
La batalla comenzó.
El Espíritu de la Tierra atacó a Manta, el del Aire a Lyserg, el de Agua a Len y finalmente el Espíritu de Fuego a Yoh.
Los terremotos causados por el Espíritu de la Tierra casi sepultaban a Manta, aunque su espíritu lo ayudaba a mantenerse en la superficie y razonablemente a salvo.
Los tornados del Espíritu del Aire se llevaban al péndulo de Lyserg por todas partes, y más de una vez separaron a Morphin del cristal y levantaron a Lyserg del suelo.
Con grandes burbujas llenas de agua de manera antinatural, el Espíritu del Agua atacaba ahogando a Len, que de no ser por la posesión, se hubiera quedado dentro de alguna de ellas.
Y en cuanto a Yoh y el Espíritu de Fuego, las llamas rodeaban y mantenían atrás a Yoh y a Amidamaru.
–Sabía que yo tendría la ventaja… –dijo Hao.
"¡Maldición, perderemos si seguimos así!", pensó Yoh.
"Qué bueno que las chicas no tienen que pelear…".
Pero repentinamente, los dos espíritus de Tamao empezaron a ayudar a Manta y a Lyserg en contra de los respectivos espíritus enemigos.
–¡No, Tamao, manténganse atrás! –gritó Manta.
–¡Tamao, no! –gritó Lyserg.
–¡Déjenme ayudar ya que puedo! –les respondió gritando también Tamao.
"Tamao debería mantenerse atrás", pensó Yoh.
"Ella no debería pelear".
Pero sin embargo, Tamao continuó, a pesar de que todos estaban en contra.
–Un gran coraje el suyo, señorita Tamao –dijo Hao–. Déjeme recompensarla como es debido.
Unos espíritus inferiores que ahí habitaban también se reunieron en uno solo, y fueron lanzados por Hao contra Tamao.
–¡No, Tamao! –gritaron todos, mientras ella se mantenía en su lugar, petrificada por el miedo.
–¡No la vuelvas a atacar, Hao! –dijo una voz, y un rayo púrpura partió a los espíritus de nuevo.
–¡Ryu! –gritó Tamao, yendo hacia él y abrazándolo.
–Otro más, no será problema… –decía Hao.
–No sólo uno, ¡sino todos los demás! –dijo la voz de Horohoro, mientras congelaba al Espíritu del Agua y lo partía con ayuda de su tabla.
–¡Hermano! –gritó Pilika, pero se mantuvo atrás.
"Qué bien que ya llegaron los otros", pensó Yoh sonriendo brevemente, antes de ser atacado más directamente por el Espíritu de Fuego.
–¡No, Yoh! –gritó Len, ya libre, logrando desviar la llamarada–. ¡No te vuelvas a distraer!
Ciertamente, aún con los otros ahí, nada decía que tuvieran ventaja sobre sus enemigos.
El Espíritu del Agua se había regenerado con ayuda del de Fuego, y los espíritus elevaron su fuerza al máximo.
"¡Maldición, ¿por qué?!".
Ryu y Tamao se unieron a Manta, Fausto y Jun Tao con Lyserg, Horohoro y Chocolove con Len, pero Yoh se mantuvo solo.
Hao se reía como loco al ver cómo todos batallaban el triple ahora en contra de los espíritus que él había invocado.
–¡Ríndanse ya y váyanse! –dijo Hao–. ¡Déjenos a mí y a mi dama vivir en paz!
"¡Maldito Hao!", pensó Yoh con más rabia que nunca.
–¡Maldito! –gritó Yoh a Hao de tal manera que todos, menos los Espíritus de la Muerte y el de la Vida, se detuvieron.
Yoh estaba poseído por la ira y los celos.
Anna era suya, no de Hao.
–¡Dime dónde está Anna, Hao! –le gritó, y el hechizo se rompió, para que todos volvieran a sus respectivas peleas.
Pero el Espíritu de Fuego no volvió a atacar a Yoh, sino que se acercó de nuevo a Hao.
–Yoh, no; no te lo diré, porque ella ya es mía –dijo Hao.
La ira y los celos se apretujaban ya dentro de Yoh, era lo único que él tenía ahora.
"¡Morirás, Hao!", pensó Yoh.
"¡Está vez sí morirás!".
Hao estaba a punto de atacar nuevamente a Yoh con el Espíritu de Fuego, cuando un tremendo temblor hizo que todos los que se apoyaban sobre la tierra cayeran.
–¡El Espíritu de la Vida ganó! –gritó Pilika.
Unos pasos se oyeron entonces, y una rubia en traje apache apareció.
"¡Anna!", pensó Yoh, y la felicidad volvió con él.
