Capítulo 24: Anna
De repente, el Espíritu de la Vida mandó a todos los demás espíritus de Hao a esconderse y apartarse; Yoh y el grupo habían ganado.
Tamao se acercó corriendo hacia Anna, que estaba viéndolos a todos confundida, pero el Espíritu de la Vida llegó antes.
El ave blanca bajó a los pies de Anna y extendió sus alas y su cola en el suelo ante ella, haciendo una reverencia.
"¿Y esta ave qué?", pensó Anna.
"¿Por qué Tamao se acaba de poner pálida?".
En efecto, Tamao se puso blanca como una hoja de papel, pero se recuperó pronto para hacer volar de ahí al Espíritu de la Vida.
–¡Anna! ¡Señorita Anna! –dijo Tamao mientras abrazaba a la rubia–. ¡Qué bueno que está bien!
Oyeron unos ruidos fuertes desde el campo de batalla y voltearon a ver.
"¡No, Hao!", pensó Anna desesperada, llevándose una mano a la boca para evitar gritar.
Lyserg había atado a Hao con el cordón de su péndulo, e Yoh amenazaba con cortarle la cabeza a Hao con su daga.
El Espíritu de la Muerte se levantó rápidamente y se puso a los pies de Anna, buscando refugio.
–Anna, ahora el Espíritu de la Muerte es tuyo –dijo Hao, y entonces Yoh lo azotó contra el suelo.
–¡No le hables a mi prometida!
Anna entonces se dio cuenta de que ya no le iban a permitir estar con Hao en paz en aquel lugar ni en ninguno.
Se lo iban a llevar.
–Lo llevaré a Francia. Ahí está la señorita Jeanne. Ella estará contentísima de castigarlo –dijo Lyserg.
–Oh, ¿la santita? –dijo Hao, recibiendo un tremendo golpe por parte de Lyserg.
–Lleva a alguien contigo, Lyserg –dijo Yoh–. No podemos arriesgarnos a que se te escape.
–Yo iré –dijo Horohoro–. Yo acompañaré a Lyserg y a esta otra basura a Francia.
Entonces, Anna sintió una tristeza tal por la partida de Hao que se desplomó en el suelo inconsciente.
–¡Anna! –gritó Yoh, corriendo hacia ella, y fue lo último que oyó.
Anna despertó en el avión, yendo de vuelta a Japón.
Tamao, Pilika y Jun estaban con ella, ya que los hombres se habían ido a discutir algunos asientos más adelante en el avión privado de Manta.
–Señorita Anna, qué bueno que ha despertado ya –dijo Tamao sonriendo.
–¿Qué pasó? –preguntó Anna confundida.
–Te desmayaste en territorio de Hao cuando te rescatamos –dijo Pilika.
–¿Eso pasó? –preguntó Anna–. ¿Y dónde está él ahora? ¿Qué le hicieron?
–Lyserg y mi hermano se lo llevaron a Francia –dijo Pilika.
–Lo llevarán a con la señorita Jeanne –dijo Tamao.
–Oh…
"No, Hao…", pensó Anna.
"No deben hacerle nada, él es bueno conmigo…".
Cuando hubieron llegado a Japón y a la casa de los Asakura, las chicas salieron de compras para que Anna se relajara un poco.
Compraron ropa, zapatos, accesorios y helados al final.
Regresaron a la casa de noche, cenaron y se fueron todas a dormir al cuarto de Pilika y Tamao.
–A ver, chicas, ¿qué pasó en la fiesta? –dijo Jun viéndolas de manera pícara–. No se habrán olvidado ya de su apuesta, ¿o sí?
"¡La apuesta! ¡Cierto!", pensó Anna.
"Pero no vale la pena ya… No sin el chico que me besó…", pensó Anna entristeciéndose por dentro.
–¡Oh, sí, claro, la apuesta! –dijo Tamao.
–Bueno… –dijo Jun sonriendo–. Pilika empieza.
Pilika contó el suceso de Chocolove, momentos antes del gran incendio.
–… Y entonces que mi hermano nos vio y llegó corriendo para pelearse con Chocolove… –decía Pilika.
Tamao y Jun reían divertidas, pero Anna sólo pensaba en aquella fiesta y los besos que Hao le había dado.
"Sus besos eran de fuego, como su espíritu acompañante", pensaba Anna, mordiéndose los labios suavemente por el recuerdo.
"Desearía que él estuviera conmigo ahora".
–Es tu turno, Tamao –dijo Jun, controlando la risa del recuerdo de la narración de la pelea de Horohoro y Chocolove.
Tamao contó sobre sus escasos bailes con Ryu y de cuando se la llevó con él a aquella habitación…
–¡Esa Tamao! –dijo en burla Pilika.
–Y nosotros que te creíamos seria –dijo Jun.
–¡Basta! –dijo Tamao sonrojándose.
–Bueno, continua –dijo Jun.
–¿Dónde iba? ¡Ah, sí!... Y entonces que nos dicen lo del incendio y salimos corriendo de la habitación siguiendo a Chocolove…
Jun le sonrió a Tamao cuando terminó.
–Linda narración… Tan siquiera ustedes tuvieron paz… –dijo Jun volteando a ver a Pilika.
–¡Sigue Anna! –dijo Pilika.
–¡Sí! Cuéntenos, señorita Anna –dijo Tamao.
Anna despertó de su pequeño trance y les sonrió a las chicas en disculpa.
Anna inició su narración: ella buscando a Yoh en las habitaciones, encontrando una en la que él podía estar, siendo besada finalmente por el hermano gemelo de su prometido…
–¡Oh! –dijeron a la vez Tamao y Pilika.
–Eso hubiera sido más lindo de ser Hao tu prometido –dijo Jun–. Pero calculando las horas y demás, he concluido en que tú has ganado la apuesta.
–Pide lo que quieras, Anna –dijo Pilika–. Te ayudaremos a conseguirlo.
–Quiero… –empezó indecisa Anna, pero se armó de valor y continuó–. ¡Quiero que me ayuden a liberar a Hao!
De repente, el Espíritu de la Vida mandó a todos los demás espíritus de Hao a esconderse y apartarse; Yoh y el grupo habían ganado.
Tamao se acercó corriendo hacia Anna, que estaba viéndolos a todos confundida, pero el Espíritu de la Vida llegó antes.
El ave blanca bajó a los pies de Anna y extendió sus alas y su cola en el suelo ante ella, haciendo una reverencia.
"¿Y esta ave qué?", pensó Anna.
"¿Por qué Tamao se acaba de poner pálida?".
En efecto, Tamao se puso blanca como una hoja de papel, pero se recuperó pronto para hacer volar de ahí al Espíritu de la Vida.
–¡Anna! ¡Señorita Anna! –dijo Tamao mientras abrazaba a la rubia–. ¡Qué bueno que está bien!
Oyeron unos ruidos fuertes desde el campo de batalla y voltearon a ver.
"¡No, Hao!", pensó Anna desesperada, llevándose una mano a la boca para evitar gritar.
Lyserg había atado a Hao con el cordón de su péndulo, e Yoh amenazaba con cortarle la cabeza a Hao con su daga.
El Espíritu de la Muerte se levantó rápidamente y se puso a los pies de Anna, buscando refugio.
–Anna, ahora el Espíritu de la Muerte es tuyo –dijo Hao, y entonces Yoh lo azotó contra el suelo.
–¡No le hables a mi prometida!
Anna entonces se dio cuenta de que ya no le iban a permitir estar con Hao en paz en aquel lugar ni en ninguno.
Se lo iban a llevar.
–Lo llevaré a Francia. Ahí está la señorita Jeanne. Ella estará contentísima de castigarlo –dijo Lyserg.
–Oh, ¿la santita? –dijo Hao, recibiendo un tremendo golpe por parte de Lyserg.
–Lleva a alguien contigo, Lyserg –dijo Yoh–. No podemos arriesgarnos a que se te escape.
–Yo iré –dijo Horohoro–. Yo acompañaré a Lyserg y a esta otra basura a Francia.
Entonces, Anna sintió una tristeza tal por la partida de Hao que se desplomó en el suelo inconsciente.
–¡Anna! –gritó Yoh, corriendo hacia ella, y fue lo último que oyó.
Anna despertó en el avión, yendo de vuelta a Japón.
Tamao, Pilika y Jun estaban con ella, ya que los hombres se habían ido a discutir algunos asientos más adelante en el avión privado de Manta.
–Señorita Anna, qué bueno que ha despertado ya –dijo Tamao sonriendo.
–¿Qué pasó? –preguntó Anna confundida.
–Te desmayaste en territorio de Hao cuando te rescatamos –dijo Pilika.
–¿Eso pasó? –preguntó Anna–. ¿Y dónde está él ahora? ¿Qué le hicieron?
–Lyserg y mi hermano se lo llevaron a Francia –dijo Pilika.
–Lo llevarán a con la señorita Jeanne –dijo Tamao.
–Oh…
"No, Hao…", pensó Anna.
"No deben hacerle nada, él es bueno conmigo…".
Cuando hubieron llegado a Japón y a la casa de los Asakura, las chicas salieron de compras para que Anna se relajara un poco.
Compraron ropa, zapatos, accesorios y helados al final.
Regresaron a la casa de noche, cenaron y se fueron todas a dormir al cuarto de Pilika y Tamao.
–A ver, chicas, ¿qué pasó en la fiesta? –dijo Jun viéndolas de manera pícara–. No se habrán olvidado ya de su apuesta, ¿o sí?
"¡La apuesta! ¡Cierto!", pensó Anna.
"Pero no vale la pena ya… No sin el chico que me besó…", pensó Anna entristeciéndose por dentro.
–¡Oh, sí, claro, la apuesta! –dijo Tamao.
–Bueno… –dijo Jun sonriendo–. Pilika empieza.
Pilika contó el suceso de Chocolove, momentos antes del gran incendio.
–… Y entonces que mi hermano nos vio y llegó corriendo para pelearse con Chocolove… –decía Pilika.
Tamao y Jun reían divertidas, pero Anna sólo pensaba en aquella fiesta y los besos que Hao le había dado.
"Sus besos eran de fuego, como su espíritu acompañante", pensaba Anna, mordiéndose los labios suavemente por el recuerdo.
"Desearía que él estuviera conmigo ahora".
–Es tu turno, Tamao –dijo Jun, controlando la risa del recuerdo de la narración de la pelea de Horohoro y Chocolove.
Tamao contó sobre sus escasos bailes con Ryu y de cuando se la llevó con él a aquella habitación…
–¡Esa Tamao! –dijo en burla Pilika.
–Y nosotros que te creíamos seria –dijo Jun.
–¡Basta! –dijo Tamao sonrojándose.
–Bueno, continua –dijo Jun.
–¿Dónde iba? ¡Ah, sí!... Y entonces que nos dicen lo del incendio y salimos corriendo de la habitación siguiendo a Chocolove…
Jun le sonrió a Tamao cuando terminó.
–Linda narración… Tan siquiera ustedes tuvieron paz… –dijo Jun volteando a ver a Pilika.
–¡Sigue Anna! –dijo Pilika.
–¡Sí! Cuéntenos, señorita Anna –dijo Tamao.
Anna despertó de su pequeño trance y les sonrió a las chicas en disculpa.
Anna inició su narración: ella buscando a Yoh en las habitaciones, encontrando una en la que él podía estar, siendo besada finalmente por el hermano gemelo de su prometido…
–¡Oh! –dijeron a la vez Tamao y Pilika.
–Eso hubiera sido más lindo de ser Hao tu prometido –dijo Jun–. Pero calculando las horas y demás, he concluido en que tú has ganado la apuesta.
–Pide lo que quieras, Anna –dijo Pilika–. Te ayudaremos a conseguirlo.
–Quiero… –empezó indecisa Anna, pero se armó de valor y continuó–. ¡Quiero que me ayuden a liberar a Hao!
