Capitulo III

Después de esa noche Harry no pudo conciliar el sueño, pensaba en la oscuridad el significado de todo lo que había visto. Así que cuando el Sr. Weasley fue a buscarlo se sorprendió por el aspecto demacrado que presentaba Harry. Así que cuando llegaron a la madriguera le dieron cuidados extra por parte de toda la familia, incluso Persy parecía realmente preocupado por él. La compañía de Ron, su mejor amigo había alegrado el resto de sus vacaciones, disfrutó jugando snap explosivo, con los gemelos y ajedrez con Ron, Ginny de vez en cuando le llevaba un bocadillo mientras jugaban, seguramente por ordenes de su madre, ni siquiera la sombra del resurgimiento de Voldemort lo volvió a preocupar.
El primero de septiembre se dirigieron a la estación de king cross para tomar el expreso a Hogwarts, Harry sabía que ese era el lugar mas seguro para todos porque Voldemort jamás se atrevería a entrar mientras Dumbledore estuviera como director del colegio. Disfrutaron el recorrido en el tren comiendo pastelillos en forma de caldero, tomando jugo de calabaza bien frío y comiendo golosinas y esperando disfrutar de la cena de inició de cursos.
Esa noche después de ver la ceremonia de selección y disfrutar del banquete, se dirigieron a descansar, Harry extrañaba su habitación en la torre de Gryffindor, tan pronto terminó de desempacar sus cosas, recordó el relicario que había guardado en el fondo del baúl, lo sacó y se lo colgó al cuello, quería tenerlo cerca. Esa fue la primera noche en mucho tiempo en que pudo dormir tranquilamente, se sentía reconfortado y seguro, como si su madre lo estuviera cuidando, hubiera podido jurar que sintió cuando besaron su frente. Desde ese momento decidió traer el relicario con el todo el tiempo, oculto cuidadosamente dentro de su túnica, no le dijo nada a Ron y Hermione acerca de la joya porque era el único recuerdo que tenía de su madre y no quería compartirlo con nadie. No fue hasta la fiesta de Halloween después de que regresaron de Hogsmade que Hermione vio el relicario casi por accidente y ya en la sala común interrogó a Harry - ¿Quién dices que te lo envió Harry?- -No recuerdo, debo haber dejado la tarjeta en casa de los Dursley- -¿Qué no has aprendido nada en esté tiempo? - le dijo casi histérica -Creí que el diario había sido suficiente para ti pero cero que no, debemos decirle a Dumbledore- -No creo que sea para tanto Hermione, yo he revisado cada foto de mi madre y en cada una de ellas trae puesto este relicario, no creo que sea peligroso- -No lo sé Harry, ¿quien lo tenía y porque no te lo había mandado antes? ¿No crees que es sospechoso?- -Creo que tiene razón-dijo Ron con cara de susto- Después de todo lo que ha pasado en este tiempo creo que debes decirle a alguien- Harry se dio la vuelta y se dirigió a su dormitorio -Lo pensaré, mientras tanto prométanme que no dirán nada- Hermione se acercó -Pero Harry... - -prométanlo- dijo en un tono autoritario -lo prometemos-dijeron ambos mientras veían alejarse a Harry. Harry se quedó despierto hasta tarde, viendo el lago a través de la ventana de la torre. Ya era pasada la media noche cuando una espesa niebla apareció en el lago, él no recordaba haber visto una niebla tan espesa desde que estaba en Hogwarts. De pronto pudo ver pequeños puntos de luz, se acercó más a la ventana para ver mejor, un par de minutos después pudo ver con claridad 3 botes pequeños que se acercaban a la orilla, en el mismo punto en que todos los años bajaban los de primero; las dos primeras lanchas iban ocupadas por hombres vestidos como caballeros de la edad media, el tercero iba ocupado por tres mujeres, ataviadas con hermosos vestidos de seda, una de ellas llevaba lo que le pareció a Harry una corona. Tan pronto llegaron a la orilla, los hombres ayudaron a las mujeres a bajar y entraron al castillo. Harry no pudo resistir la tentación, tomo la capa de su padre y se dirigió a toda prisa hacia la entrada principal.