Capitulo XII
"La muerte de Dumbledore"
Riane pudo ver a lo lejos cuando Harry lanzaba un hechizo para detener al sujeto que llevaba a Hermione, entre los dos lo pusieron fuera de combate, sólo para descubrir que era Draco Malfoy. Harry abrazó a Hermione, entonces una voz fría y siseante se oyó a través de los árboles —Te esperaba Potter, y ahora que Dumbledore está herido no podrá salvarte—
Su mano blanca y huesuda se levantó apuntando su varita contra Harry
—AVADA KEDABRA—
Una luz verde salió de su varita, dejó escapar una risa malévola de triunfo y de pronto su maldición fue rota, miró hacía Harry y encontró a Riane
—Volvemos a vernos—
—Tu—Dijo Voldemort con furia contenida en sus palabras —de nuevo interfiriendo—
—Es mejor que te vayas, los aurores están terminando con tus mortifagos y yo tengo el poder para ayudarlos a hacerte pasar un mal rato—
Voldemort la miró con odio
—Algun día encontraré la forma para que pueda matarte—
—Lo mismo digo— Riane lo miraba con la misma expresión que su padre
Voldemort desapareció, Riane tomo del brazo a Harry y a Hermione y los dirigió de regreso a Hogwarts, en la entrada todo era conmoción, McGonagall, se acercó a Riane
—TE tengo una mala noticia Riane—
—Lo se Minerva, lo se—
y siguió su camino hasta el gran salón donde dejó a Harry y Hermione con los demás alumnos. Luego se dirigió a la oficina de su padre, sin ningún problema entró y tomo la espada de Godric Gryffindor en sus manos, dirigió sus pasos a la enfermería en donde encontró a todos los profesores en la puerta esperando noticias de Dumbledore, Riane se abrió paso entre ellos y abrió la puerta de madera, al final de la habitación estaba su padre, con paso tembloroso se dirigió a él, ella sintió como si no tuviera la suficiente fuerza para hablar
—Se que esto es mas difícil para ti que para mi—le dijo Dumbledore
—Debe haber otra manera— dijo ella tomando la mano de su padre
—Sabes que no la hay, Voldemort esta haciéndose muy poderoso, tu lo has visto esta noche, llego hasta aquí, no debemos permitir que se vuelva aún más fuerte, y el único que puede detenerlo es Harry, todo saldrá bien, tu sabes que hacer—
El rostro de Riane estaba cubierto de lagrimas
—Si lo se papá— El extendió su mano y seco las lagrimas de los ojos de su hija, la atrajó hacía si y le dio un beso en la frente
—Te quiero, y siempre estaré orgulloso de ti, la misión que ahora dejo en tus manos es muy grande pero se que puedes manejarlo—
—No te defraudare—
Ella colocó la espada en la mano del director y se fue. Salió del castillo y se dirigió directamente al lago, se detuvo en la orilla y esperó, de pronto una gran explosión de luz salió de la enfermería del castillo e ilumino todo el lago; ante la mirada atonita de sus guardias Riane se introdujo en el lago, pero no se hundió, caminaba suavemente en la superficie, a poco mas de 100 metros de la orilla se detuvo y de arrodilló, unió sus manos y su boca articulo una plegaria en un idioma antiguo. Entonces una gran columna de agua, una hermosa mujer apareció, vestía una armadura que parecía estar hecha de madreperla, y en sus manos una hermosa espada, vio a Riane y le preguntó
—¿Eres tú la que deseas a Excalibur?—
—Si, la necesito para luchar por la justicia y para proteger a los indefensos como lo hizo una vez, Arturo—
—¿Qué has dado para obtenerla—
—Mi padre ha dado su vida para que yo pudiera pedírtelo—
La extraña mujer se acercó, su cabello plateado onduló suavemente al viento
—¿Crees ser lo suficientemente pura de sentimientos para portar esta espada?¿Estas dispuesta a pasar mi prueba?—
Con voz segura Riane contesto —Si, lo estoy—
—entonces, que así sea—
La mujer colocó su mano sobre el corazón de Riane, ella sintió como si estuvieran absorbiendo su vida, su esencia, sus recuerdos, todo, pero no se movió, debía hacer esto, por el bien de todos. Pasaron varios minutos que pare ella parecieron horas, y la liberó.
—Eres admirable, tu deseo por proteger es sincero, y tu padre también es admirable, Excalibur será tuya, ahora eres guardiana de su sabiduría y poder, espero que pueda servirte en tu lucha contra el mal—
La mujer extendió la empuñadura de oro, Riane la tomó suavemente, y sintió el poder correr por sus venas, observo como la mujer desaparecía de nuevo en las aguas del lago. Riane sintió entonces como empezaba a hundirse y al siguiente momento se detuvo, una suave brisa golpeaba sus brazos y suaves plumas rozaban su rostro, una voz suave sonó en sus oídos
—Sabemos de tu lucha y tu sacrificio, este es un regalo que el bosque prohibido quiso darte, sabemos que lo necesitaras, para ayudar al niño que vivió—
Riane emprendió el vuelo y se dirigió directamente al castillo, cuando llegó a la puerta principal sus alas desaparecieron y corrió a la enfermería, alrededor de la cama de Dumbledore sus profesores los veían con tristeza, McGonagal sin aliento se dirigió a Riane
—Lo siento, lo siento mucho—
Riane se acerco, Dumbledore aún tenía la espada de Gryffindor en sus manos, un nuevo rubí más brillante que los demás, sobresalía en la empuñadura, y un zafiro en una pequeña cadena de oro descansaba junto a ella. McGonagal tomó la espada de Gryffindor y se fue con ella, seguramente para ponerla en la oficina del director. Riane tomó el dije y lo colgó de su cuello, beso en la frente a su padre y dijo —No te defraudare—
"La muerte de Dumbledore"
Riane pudo ver a lo lejos cuando Harry lanzaba un hechizo para detener al sujeto que llevaba a Hermione, entre los dos lo pusieron fuera de combate, sólo para descubrir que era Draco Malfoy. Harry abrazó a Hermione, entonces una voz fría y siseante se oyó a través de los árboles —Te esperaba Potter, y ahora que Dumbledore está herido no podrá salvarte—
Su mano blanca y huesuda se levantó apuntando su varita contra Harry
—AVADA KEDABRA—
Una luz verde salió de su varita, dejó escapar una risa malévola de triunfo y de pronto su maldición fue rota, miró hacía Harry y encontró a Riane
—Volvemos a vernos—
—Tu—Dijo Voldemort con furia contenida en sus palabras —de nuevo interfiriendo—
—Es mejor que te vayas, los aurores están terminando con tus mortifagos y yo tengo el poder para ayudarlos a hacerte pasar un mal rato—
Voldemort la miró con odio
—Algun día encontraré la forma para que pueda matarte—
—Lo mismo digo— Riane lo miraba con la misma expresión que su padre
Voldemort desapareció, Riane tomo del brazo a Harry y a Hermione y los dirigió de regreso a Hogwarts, en la entrada todo era conmoción, McGonagall, se acercó a Riane
—TE tengo una mala noticia Riane—
—Lo se Minerva, lo se—
y siguió su camino hasta el gran salón donde dejó a Harry y Hermione con los demás alumnos. Luego se dirigió a la oficina de su padre, sin ningún problema entró y tomo la espada de Godric Gryffindor en sus manos, dirigió sus pasos a la enfermería en donde encontró a todos los profesores en la puerta esperando noticias de Dumbledore, Riane se abrió paso entre ellos y abrió la puerta de madera, al final de la habitación estaba su padre, con paso tembloroso se dirigió a él, ella sintió como si no tuviera la suficiente fuerza para hablar
—Se que esto es mas difícil para ti que para mi—le dijo Dumbledore
—Debe haber otra manera— dijo ella tomando la mano de su padre
—Sabes que no la hay, Voldemort esta haciéndose muy poderoso, tu lo has visto esta noche, llego hasta aquí, no debemos permitir que se vuelva aún más fuerte, y el único que puede detenerlo es Harry, todo saldrá bien, tu sabes que hacer—
El rostro de Riane estaba cubierto de lagrimas
—Si lo se papá— El extendió su mano y seco las lagrimas de los ojos de su hija, la atrajó hacía si y le dio un beso en la frente
—Te quiero, y siempre estaré orgulloso de ti, la misión que ahora dejo en tus manos es muy grande pero se que puedes manejarlo—
—No te defraudare—
Ella colocó la espada en la mano del director y se fue. Salió del castillo y se dirigió directamente al lago, se detuvo en la orilla y esperó, de pronto una gran explosión de luz salió de la enfermería del castillo e ilumino todo el lago; ante la mirada atonita de sus guardias Riane se introdujo en el lago, pero no se hundió, caminaba suavemente en la superficie, a poco mas de 100 metros de la orilla se detuvo y de arrodilló, unió sus manos y su boca articulo una plegaria en un idioma antiguo. Entonces una gran columna de agua, una hermosa mujer apareció, vestía una armadura que parecía estar hecha de madreperla, y en sus manos una hermosa espada, vio a Riane y le preguntó
—¿Eres tú la que deseas a Excalibur?—
—Si, la necesito para luchar por la justicia y para proteger a los indefensos como lo hizo una vez, Arturo—
—¿Qué has dado para obtenerla—
—Mi padre ha dado su vida para que yo pudiera pedírtelo—
La extraña mujer se acercó, su cabello plateado onduló suavemente al viento
—¿Crees ser lo suficientemente pura de sentimientos para portar esta espada?¿Estas dispuesta a pasar mi prueba?—
Con voz segura Riane contesto —Si, lo estoy—
—entonces, que así sea—
La mujer colocó su mano sobre el corazón de Riane, ella sintió como si estuvieran absorbiendo su vida, su esencia, sus recuerdos, todo, pero no se movió, debía hacer esto, por el bien de todos. Pasaron varios minutos que pare ella parecieron horas, y la liberó.
—Eres admirable, tu deseo por proteger es sincero, y tu padre también es admirable, Excalibur será tuya, ahora eres guardiana de su sabiduría y poder, espero que pueda servirte en tu lucha contra el mal—
La mujer extendió la empuñadura de oro, Riane la tomó suavemente, y sintió el poder correr por sus venas, observo como la mujer desaparecía de nuevo en las aguas del lago. Riane sintió entonces como empezaba a hundirse y al siguiente momento se detuvo, una suave brisa golpeaba sus brazos y suaves plumas rozaban su rostro, una voz suave sonó en sus oídos
—Sabemos de tu lucha y tu sacrificio, este es un regalo que el bosque prohibido quiso darte, sabemos que lo necesitaras, para ayudar al niño que vivió—
Riane emprendió el vuelo y se dirigió directamente al castillo, cuando llegó a la puerta principal sus alas desaparecieron y corrió a la enfermería, alrededor de la cama de Dumbledore sus profesores los veían con tristeza, McGonagal sin aliento se dirigió a Riane
—Lo siento, lo siento mucho—
Riane se acerco, Dumbledore aún tenía la espada de Gryffindor en sus manos, un nuevo rubí más brillante que los demás, sobresalía en la empuñadura, y un zafiro en una pequeña cadena de oro descansaba junto a ella. McGonagal tomó la espada de Gryffindor y se fue con ella, seguramente para ponerla en la oficina del director. Riane tomó el dije y lo colgó de su cuello, beso en la frente a su padre y dijo —No te defraudare—
