...:ESCAFLOWNE:...

Capitulo 5: Una fiesta.

NOOOOOOOOOOOO Angel ha escrito otro chap. jajajaja XD agarrensen lectores de fics por que yo vuelvo con otro chap para esta historia que NO pienso dejar de escribir (muchos salen corriendo) ^^U esta bien esta bien, lo comprendí en el anterior chap _ tenían que volvérmelo ha recordar, pero seguiré escribiendo por los magníficos y estupendos seres humanos, mujeres / hombres que se han tomado dos segundos en escribirme un r/r ^^ ¡GRACIAS! Y tú! Que miras la pantalla... ¬ ¬ escríbeme un r/r, no te costará mucho ^^ de verdad. Bueno ahora sí ^^ mis saludos a todos y espero que esta historia les guste mucho y el chap más. SAYONARA A TODOS!!!

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El sol brillaba intensamente en el exterior mientras que la brisa se perdía en el jardín donde la visionaría seguían entonando melodiosas notas musicales, pero eso ojos, dos personas no apartaban su vista de ella... El enorme ventanal por donde ellos filtraban su mirada para llegar a ella pertenecía a nada más ni nada menos que la sala del consejo de Fanelia donde solo los pertenecientes al consejo podían ingresar, altos militares y por supuesto el rey de la tierra de los dragones que en este preciso instante había mandado a la discusión del consejo a un lugar apartado de su mente para que no molestara la atención que tenía sobre la visionaria...

La sala, la enorme habitación bañada de tapices donde se alzaban los grandes reyes de Fanelia ahora descansaba en las paredes tan altas de la sala, enormes libros surgían de los estantes donde la historia de Fanelia se guardaba y también mapas de toda Gaea. Una enorme mesa, lo suficiente para el consejo escuchaba atenta la platica y discusión que había empezado como tantas otras veces, una ceremonia... una fiesta se celebraría en la noche en busca de la heredera a la corona de reina.

Jotar hablaba delante de los presentes, dos personajes del consejo, el rey de Fanelia, el rey de Soran y el general de las fuerzas de Fanelia. Todos reunidos en la habitación y dispuestos a una discusión que esperaban que pronto acabara. Jotar que parecía emocionado había tomado la palabra y explicado que la señorita Merle se estaba encargando de cada detalle de la ceremonia, la llegada de los reyes de otros países sería en horas de la mañana, los demás invitados llegarían a la fiesta al anochecer. Así la junta iba pasando pero el rey de Fanelia no estaba escuchando ni media palabra...

Van Fanel había caído en los hechizantes movimientos de la joven de la luna fantasma... estaba observándola, admirando su belleza, su gracia hasta que algo le impidió continuar... se giró buscando esa molestia, observó a Jotar que parecía dispuesto a dormir a su joven primo por que este amagaba con descansar un buen rato aún bajo la mirada del concilio, Trentón y Surcan atendía dispuestos a discutir y decidir el más minucioso punto de la fiesta, y al fin encontró esa parte que le incomodaba... un joven rey que no apartaba sus ojos del jardín. Van se lo quedó viendo dejando por primera vez a la joven Hitomi fuera de su vista y clavar sus ojos de fuego sobre el ser llamado Sebastián, para su sorpresa y a la vez molestia el invitado en sus tierras no parecía dar señas de querer apartar sus ojos negros de Hitomi.

Siguió así un buen rato hasta que parece que Sebastián noto su mirada y desvió sus ojos hasta los de él con suma inocencia algo que irrito completamente a Van pero que supo seriamente ocultarlo. Ambos estuvieron en una unión de miradas así hasta que Sebastián libero una pregunta en voz baja por lo menos respetando la palabra de Jotar y así no llamar su atención: - Déjeme preguntarle algo rey de Fanelia. – Van hizo un movimiento afirmativo que invitaba a Sebastián a continuar, él rey de Soran acepto y continuo – de seguro usted conocerá a esa bella joven del jardín – y Sebastián señalo un punto perdido en el jardín, Van desvió su vista al jardín aún sabiendo que la única joven que estaba ahí era Hitomi, se la quedo viendo un rato hasta que dentro de él lo llamo a volver a mirar al rey de Soran... algo dentro se revolvió, quizás la ira había sido una buena salida, osar mirar a Hitomi... pero luego lo medito y algo de racionalidad ataco su mente, igual no permitiría que él le pusiera un dedo a Hitomi, sonrió con un dejo de inocencia y respondió con una pregunta: - ¿Te refieres a esa bella joven del jardín?

Sebastián parecía estar dispuesto a dar pelea: - Sí, ella misma, aquel ángel del jardín.

Van sonrió aún más, un pequeño odio creía en su mente: - Su nombre es Hitomi... – no sabía por que pero por primera vez no deseaba darle el nombre de ella al rey que se encontraba delante suyo.

Sebastián volvió su vista al jardín y susurrando más bien para él sin que nadie lo escuchara dijo: - Hitomi... nos vemos de nuevo.

Van confuso pregunto: - ¿Dijo algo?

Sebastián miro al rey de Fanelia: - No, nada Van. – y con esas palabras a Van le recorrió un escalofrío por toda su espalda. Decidió concentrarse en la junta de consejo, por algo estaba ahí. En cuestión de segundos él bajaría al jardín para reunirse con ella... una gran gota surgió en su cabeza... esperaba reunirse con ella en cuestión de segundos pero viendo como hablaba con tanta emoción Jotar pensó que esos segundos se transformarían en minutos... quizás más. Por suerte se había tomado la molestia de levantarse de su silla, un minuto más en ella y seguro terminaría como su joven primo... a punto de caer en las manos de Morfeo.

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El relincho de los caballos al cabalgar se escuchaba en la entrada del castillo, un carruaje de la realeza estaba acercándose con rapidez al palacio de Fanelia mientras los caballos rompían con la suave brisa de esa mañana. Muy cerca del vehículo para protección y seguridad una banda de corceles y jinetes los seguía muy de cerca, todos vestidos con trajes de color celeste distinguiéndolos. Pronto el carruaje y su guardia se internaron en los terrenos del castillo, deteniéndose en medio de un pequeño jardín muy elegante y lleno de guardias que habían permitido su entrada a los terrenos del castillo Faneliano. Los guardias descendieron rápidamente de sus corceles y se acercaron a las puertas del carruaje esperando la bajada de los dueños de este, un hombre descendió primero luego de que las puertas se abrieran pegando el sol sobre él, se giró y ayudo para que bajara su acompañante, una bella dama de elegancia muy notoria con rasgos muy definidos. La dama al descender agradeció la ayuda de su acompañante "Gracias amor" y se giro estirando sus brazos para recibir a una niña que era idéntica a ella salvo por la edad, era muy pequeña. La escolta se quedó firme en sus puestos mientras sus reyes se acercaban a las puertas del castillo donde una felina con una sonrisa esperaba que llegarán...

Merle sonriendo dijo: - Sean muy bienvenidos reyes de Asturia. – Ambos reyes se acercaron y sonrieron mirando a la felina mientras que la pequeña que caminaba al lado de sus padres hacía una inclinación sumamente respetuosa – los había estado esperando, el amo Van pronto se desocupará.

Milerna: - Merle, que gusto volverte a ver luego de tanto tiempo.

Merle sonrió: - Es cierto, a ultima vez fue hace un año... como pasa el tiempo ¿no te parece?

Milerna rió: - El tiempo se pasa volando en esta tierra.

Drayden: - Un gusto también para mi volverte a ver Merle.

Merle se giró a verlo: - Igualmente, esperaba verlos pronto pero me sorprendieron con su llegada tan temprana, los esperaba más tarde.

Milerna tomo a su hija en brazos: - Solo queríamos ver en que podía serle útil a Van, además queríamos saber – se acerco a Merle susurrándole – como iba a afrontar todo esto.

Drayden: - Nos sorprendió la invitación. A parte no me imaginaba a Van aceptar esta clase de eventos.

Allen se acerco al grupo y con una enorme y seductora sonrisa que conquista a muchas jóvenes le sonrió a Merle y saludo volviendo a ver a la joven felina de Fanelia: - Hola Merle.

Merle lo miró y sonriendo: - ¿Cómo has estado Allen?

Allen: - Muy bien, gracias – se giro a sus reyes y dijo – Milerna dejaré a los caballos en los establos y luego – miro a Merle - ¿nos podrías mostrar el sitio donde nos quedaremos?

Merle se giró ofendida: - ¿Cómo? Esperaba que tu te quedará junto con los reyes, los demás soldados serán ubicados en sus respectivas habitaciones, cada uno tiene a su disposición una – sonrió como si hubiera pensado en todo – sino mal recuerdo son 6 soldados contándote ¿no? – Allen asintió – entonces estarán más que cómodos.

Allen: - Muchas gracias, Merle – ella miró y encontró con la mirada a varios guardias, les señalo a los caballos y pronto ellos desaparecieron junto con la escolta celeste por los jardines de Fanelia dirigiéndose a los establos para guardar los caballos de Asturia.

Merle se rió: - Les tengo muchas sorpresas para esta noche, al igual que Van – Los reyes de Asturia se miraron sin entender las palabras de la joven felina mientras que ella se giraba y les decía – Acompáñenme reyes de Asturia, quisiera enseñarles sus habitaciones. Allen luego tus soldados serán ubicados así que ahora solo sígueme que te enseñare tu habitación.

Se internaron en medio de los enormes pasillos bien adornados y diseñados dándoles un toque de seriedad y antigüedad tan equilibradas que llamaban la atención de quien pudiera tener el placer de caminar por ellos. Mientras caminaban Merle iba charlando muy amenamente con los reyes y el general de la escolta celeste, el más fiel escuadrón de la corona Asturiana. Siguieron caminando mientras se enteraban de las novedades de Fanelia, los adelantos de la fiesta y por supuesto la hora en que debían bajar a la ceremonia, por supuesto los reyes de Asturia no dejaron pasar por alto la tremenda tranquilidad que poseía Merle al hablar de la ceremonia de compromiso de Van, acaso ella no se acordaría de Hitomi...

Así continuaron un buen tiempo doblando por pasillos muy bellos y adornados muy elegantemente, cada pasillo guardaba muchas sorpresas, desde armaduras que dormían placidamente en sus lugares observando atentamente a aquellos que pasaran por delante. Merle de pronto se dio vuelta apenas dejando ver a los reyes que a su izquierda se encontraba una puerta de madera oscura, de un fino tallado...

Merle: - He aquí su habitación – se giro y tomando el picaporte de la puerta y la giró dejando mover la puerta. La puerta se abrió y señalo dentro diciendo – espero que estén cómodos, la vista es hermosa por eso escogí esta habitación para ustedes.

Milera entró y mirando a todos lados sonrió a sus acompañantes: - Es hermosa, es muy probable que estemos cómodos – la habitación portaba un a mesa mediana, tres sillas, un cómodo sillón contra una de las paredes, la cama de dos plazas perfecta para los reyes, un enorme ventanal que daba a un balcón que guardaba orgullosa la vista de uno de los jardines del castillo lleno de flores encantadoras y con varios bancos dentro para sentarse, un ropero y por supuesto dos puertas – Discúlpame Merle, pero esas dos puertas – ambas opuestas en cada pared - ¿a dónde se dirigen?

Merle sonrió: -Déjame demostrártelo – se paro delante de una y la abrió revelando un baño privado para los reyes – este es el baño de su habitación y la otra puerta – salió caminando lentamente y la abrió dejando ver una habitación más pequeña pero no menos importante. De colores pasteles y llenos de una alegría tranquila – esta será la habitación de la pequeña Calorine o mejor llamada la pequeña Caro, solo para sus padres y para algunos privilegiados.

Calorine saltó de los brazos de su padre y se colocó en el marco de la puerta y sonrió cada vez más al ver su habitación, era muy hermosa y pensada para ella... ¿sería posible?... no le importo, se interno casi corriendo a la habitación y pudo observar lo genial que sería estar en el castillo de Fanelia, había unos estantes y en ellos varias muñecas y su cama era de una plaza. Sonrió y se giro haber a Merle: - ¡GRACIAS MERLE!

Merle sonrió pero Milerna la vio sonriendo: - Lo hiciste todo por ella, digo, lo de la habitación.

Merle rió: - Sabía que vendrían por eso mande a remodelar estas habitaciones. Quería que se sintieran muy cómodos y disfrutaran al máximo su estadía en el castillo de mi amo Van.

Drayden se acercó a Merle y le agradeció por su trabajo: - Gracias por tu esfuerzo, Merle. Así mientras le mostraba cada detalle de la habitación se disculpo y se llevó consigo a Allen del brazo sin pedirle permiso y sobre todo fue muy rápida. Merle cerró la puerta y dos puertas más para adelante se detuvo y miró a Allen sonriéndole.

Allen: - Supongo que esta es mi habitación.

Merle: - Tienes un poder deductivo impresionante – ambos rieron mientras que la felina abría la puerta, la habitación era más pequeña que la de los reyes de Asturia pero no menos fea, decorada con azules en diferentes tonalidades por toda la habitación, una cama de dos plazas se alzaba en una de las paredes mientras que a su lado una mesa pequeña con una lámpara dormía tranquilamente. Un armario de una fina madera invitaba a retirar la ropa de él ayudando a que la habitación luzca más hermosa, la puerta del baño se encontraba a su lado, en medio un pequeño sillón azul oscuro como el cielo nocturno descansaba para que alguien lo usase. El mismo ventanal se encontraba y un balcón de una fista magnifica se mostraba delante de ellos, justo enfrente de la puerta donde Merle y Allen miraban - ¿Y bien?

Allen entró: - Me parece perfecta.

Merle sonrió: - Me imaginaba este lugar para ti, lo remodele.

Allen: - Tienes un gusto muy bueno.

Merle: - Gracias.

Allen: - Por cierto – preguntó girándose y mirando a la felina - ¿Van donde se encuentra?

Merle: - El amo Van se encuentra en una reunión, ha llegado un invitado, no se si conoces al príncipe Sebastián.

Allen medio pensativo dijo: - He escuchado su nombre, ¿de las tierras de Soran?

Merle: - Sí, el mismo. Ha llegado para instalarse unos días, partirá en poco tiempo.

Allen: - Me gustaría reunirme con Van.

Merle: - ¡Por supuesto! Van se desocupará a la noche, par ala fiesta – Allen la miró con ojos sorprendidos como diciendo "tanto va a estar en la reunión" – no te preocupes, es solo que... – miró a Allen – siéntate – le señaló la silla, Allen medio intrigado se sentó y la felina siguió - ¿Recuerdas a Hitomi?

Allen se levantó de la silla: - Acaso ella...

Merle asintió: - Sí, ella ha llegado a Fanelia, pero sobre todas las cosas - la felina lo empujó y el caballero celeste calló en la silla súper sorprendido, Merle colocó uno de sus dedos en señal de amenaza y le dijo o más bien le advirtió – llegas esta vez a volverte a enamorar de Hitomi y yo no me hago responsable de que no puedas volver a Asturia – se separó de Allen y sonrió como si nada hubiera pasado.

Allen suspiro: - Estas loca Merle.

Merle: - No loca, sino protectora de los seres que quiero. Igual yo también tu también me caes bien pero no quiero que arruines el compromiso del amo Van con Hitomi – para sorpresa de ella Allen se paró y colocó una mano en su hombre felino.

Allen: - Deja, yo no siento nada por Hitomi, deje de hacerlo desde hace mucho.

Merle se separó y sonrió: - Me alegra – se colocó en la puerta y salió pero antes de cerrarla se giró y sonriendo – Me alegra mucho de que hayan vuelto, esta noche la fiesta será para recordar.

Allen rió: - ¿Tan segura estas?

Merle lo miró como ofendida: - La fiesta la organice yo – y con un aire de orgullo dijo – y entonces todo saldrá a la perfección. – Se despidió del espadachín de Asturia y se fue cerrando la puerta. Pronto la fiesta daría comienzo, el sol ya daba señales de que la tarde comenzaba y el viento se movía con una dulzura refrescando magistralmente el ambiente y haciéndolo suave para la comodidad de los seres que ahí habitaban. Los hermosos pájaros, extraños en la tierra y comunes en Fanelia ahora entonaban melodiosas canciones dispuestas a dejar en un clima de paz al ambiente en donde cantaban, los árboles parecían bailar la canción junto con el viento pues se mecían liberando alunas hojas que volaban, pocas pero dando un paisaje magnifico al ambiente. La luna fantasma brillaba en lo más alto del cielo junto a su compañera aún cuando la tarde comenzaba, no se iba y jamás desaparecía.

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Hitomi sonrió mientras se levantaba de su lugar, sintió unos pasos acercarse y así las aves que la acompañaba emprendieron un vuelo desapareciendo en el cielo dejando caer dos o tres plumas, una azul del ave que la acompañaban en la canción. La bella visionaría se levanto de la fuente donde descansaba y comenzó a girarse para ver acercarse a su... se detuvo, sus ojos verdes le estaban jugando un juego, no era Van quien caminaba hacia ella, sino un joven bastante atractivo de cabello negro, oscuro bien oscuro como la noche más negra de toda la historia, sus ojos de color igual a penas podía ver sus pupilas clavadas en ella. Se quedó ahí parada mientras el agua se interponía entre su mirada esmeralda y la mirada del joven que acaba de llegar que tenía sobre su ser.

Hitomi lo miró y pregunto dudosa: - ¿Quién es usted?

El joven sonrió, una hermosa sonrisa pensó ella pero algo en él le hacía dudar que pudiera darle su confianza: - Muchos gusto señorita.

Hitomi: - Disculpe, ¿buscaba a alguien?

El joven de cabellos negros aun con su sonrisa fue rodeando la fuente y se paró delante de ella: - No buscaba a nadie y me encontré con un ángel – tomó la mano de Hitomi y la beso – un ángel demasiado bello.

Hitomi se sonrojo y retiro su mano separándose del joven que había llegado como el viento: - Un placer para mí conocerlo, ¿cuál es su nombre? Aun no me lo ha dicho.

El joven la miró cono ojos penetrantes y dijo: - Mi nombre es Sebastián, rey de las tierras de Soran. – Se quedaron en silencio por varios segundos, el viento de la tarde era cálido así que no fue molestia el silencio. Hasta que el joven de cabellos negros dijo – Un ángel ha caído delante de mí, debo aceptar esto como una señal de que has venido a invadir mi vida y llenarla de belleza.

Hitomi negó rápidamente: - No, ¿yo, un ángel?... Sé equi – pero no pudo continuar, un dedo de la mano de Sebastián sello sus labios, no quería que dijera algo que para él era verdad, un ángel no era, lo admitía, una diosa...

Sebastián: - Shhhh, no debes continuar. – Comenzó a acercarse lentamente, mientras retiraba la mano de los labios de Hitomi, ella estaba roja pero no podía moverse por la cercanía del joven que la tenía atrapada con sus manos que no sabía cuando se habían filtrado atrapándola en un abrazo e impidiéndole movilidad. Respiro agitadamente mientras el joven sonreía alegre por el beso que robaría de los labios de ella, comenzó a acerarse y la distancia poco a poco disminuía a tan solo milímetros...

-DETENTE – Sebastián se alejó del rostro de Hitomi y miró de donde había provenido la voz, suspiro pesadamente. Van Fanel había llegado y respiraba agitadamente, de seguro el esfuerzo de haber corrido durante todo el trayecto de la sala al jardín. Van estaba ahí parado observando como Sebastián no se dignaba siquiera a dar señales de querer soltar a Hitomi, esta vez no permitiría que le robaran un beso a Hitomi, su Hitomi – ahora suéltala Sebastián.

Sebastián comenzó a soltar a Hitomi mientras esta se comenzaba a sentar en la fuente aún sonrojada: - No debiste intervenir Van, justo en el mejor momento.

Van estaba furioso, pero su rostro no mostraba señales de ellos, pero sus ojos lo delataban: - No busques lo que sabes que no tendrás.

Sebastián: - ¿Acaso ella te pertenece? – Lo había dicho con voz ponzoñosa, llena de astucia y una mezcla de diversión. Hitomi al oírlo se sobresalto de su lugar y como instinto se giró haber a Van, su ángel. Él no mostraba algún sentimiento de sorpresa en su rostro pero no dijo nada – espero tu respuesta – dijo de nuevo el joven de cabellos negros y mirada oscura.

Van: - Ella no me pertenece – dijo suavemente, Hitomi lo miro y solo pudo susurrar su nombre como si deseara que aquel nombre llegará a oídos de su dueño – pero tampoco a ti, demuéstrale respeto.

Sebastián sonrió, se acercó a Hitomi poniendo en guardia con sus movimientos a Van, se acercó y lentamente se arrodillo ante Hitomi y dijo: - Pido perdón a este ángel que descansa frente a mi mirada, le doy mi sincero perdón si la asuste – se levantó y antes de que Van dijera algo él se encamino al castillo perdiéndose en la oscuridad de los pasillos.

Van salió corriendo y se agacho delante de Hitomi, la veía algo asombrada pero luego le pregunto: - ¿Te encuentras bien? – no pudo seguir por que ella lo abrazaba, estaba acaso feliz la niña de ojos esmeraldas.

Hitomi se separo luego de un rato y le susurro: - Te amo.

Van sonrió: - Igual que yo a ti. Dime, ¿acaso té ha lastimado?

Hitomi negó con la cabeza: - Solo me sorprendió con su atrevimiento.

Van: - Ese maldito me las pagara, ya mismo haré que lo echen de Fanelia... – pero no pudo continuar, Hitomi lo sostenía muy fuerte y negaba con su cabeza.

Hitomi: - Déjalo, de seguro estaba confundido. No mereces pelearte contra otro país solo por mí...

Van: - Hitomi... – colocó una mano sobre el rostro de ella y la miro fijamente – tú vales más que nada en este mundo, si es necesario retaría a todos los países de Fanelia por defender tu honor... lo vales... eso siempre tenlo presente, lo vales todo para mí...

Hitomi susurro suavemente: - Van...

Van: - Será mejor que te lleve a tu habitación – se levanto pero la mano de Hitomi la detuvo y la miro sorprendido, ¿qué deseaba su niña?

Hitomi: - No, no me lleves ahí, déjame disfrutar de esta tarde a tu lado. – Van sonrió y levantó suavemente a Hitomi de su asiento y empezaron a caminar unidos ella sobre el brazo del él, aquel brazo que siempre la protegería como el tesoro más preciado para él. El sol apenas estaba lleno directo a su lecho de sueño dando paso a la luna que lo relevaría en el cielo que dentro de poco se transformaría completamente en un cálido naranja que cubriría toda Gaea, hasta el rincón más apartado del planeta.

Estuvieron caminando un buen rato, recorriendo cada tramo del castillo, cada pasillo, reconociendo cada cuadro, armadura, silla que hubiera, las salas se hicieron conocidas dejando de ser solo olvidadas habitaciones. Hitomi sonreía con cada explicación que le daba Van, su propia guía se decía ella un hermoso gruía. Jamás se había detenido a observarlo tan de cerca, ahora tenía posibilidades de descubrirlo, podía sentir la piel en contacto con la de ella, su suavidad, calidez tan hermoso era el contacto entre ambos que no le importo mucho si la conducía hasta por una habitación llena de oro... solo él la hacía olvidarse del mundo.

Se detuvieron delante de una puerta y él la abrió revelando dentro una enorme biblioteca, cubierta de libros de diferentes tamaños, colores que guardaban dentro la sabiduría de siglos. Hitomi entró acompañada de Van estaba maravillada, tantos libros reunidos en la más grande de todas las habitaciones que ella había conocido, era sumamente acogedor el lugar. Pero... Hitomi desvió su vista hacía Van mientras él le explicaba cada libro con sumo detalle diciéndole las maravillas que guardaban... pero ella... ya no lo escuchaba, estaba ahí detenida a su lado observándolo únicamente a él, fijamente sus ojos clavados en él con suma sutileza. No había notado cuan perfecto era Van, sus cabellos se movían al compás de su cuerpo y sus labios... unos labios llenos de pasión. Sacudió su cabeza con rapidez, como podía estar pensando en eso, se detuvo respirando mientras un leve sonrojo cubría sus mejillas, volvió a mirar Van tratando de concentrarse pero no pudo... no pudo evitar mirar sus labios, no pudo evitar mirar su mirada de fuego, unos ojos rojos llenos de dulzura, pasión, enojo... y miles de sentimientos más que no podía explicarlos de una sola vez, tantos eran que se quedo ahí viéndolo fijamente, admirando sus facciones tan perfectas, como lo era él... lo recorrió con la mirada hasta que sus ojos la desobedecieron y volvió a mirar a su boca, sus labios... su corazón se aceleraba y el sonrojo volvió a sus mejillas sin dejar de demostrar a aquel que la viera lo apenada que estaba o simplemente el hecho de que estaba sujetando a la persona que tanto amaba, firmemente del brazo.

De pronto Hitomi se asusto, ahí Van bajo sus ojos y atrapo sus ojos esmeraldas, se quedó ahí viéndola poniéndola cada vez más nerviosa... no podía creer que una sola persona la pusiera a temblar, que el ser que amaba con suma locura correspondía a sus sentimientos... todo el amor que se sentían poco a poco se estaba apoderando de ellos...

Van sonrió poniendo colorada a Hitomi, ella bajo la vista mientras él decía preocupado: - ¿Sucede algo Hitomi? – ella negó con su cabeza pero sin elevar sus ojos y unirlos con los de él. Ella simplemente se mantuvo ahí estática hasta que de pronto... unos brazos la comenzaron a atraparla, Van Fanel la rodeaba con sus brazos tan masculinos y dejaba presa a Hitomi juntando sus cuerpos en un abrazo tan hermoso y tan cálido. Ella se sonrojo cada vez más, Van había cerrado sus ojos y había apoyado sus rostro en el hombro de Hitomi mientras esta recordaba las palabras de Merle...

"El amo Van fue a buscarte a ti por que piensa pedirte matrimonio esta misma noche en la fiesta de compromiso. Quiere casarse contigo Hitomi. A él no le importan las demás mujeres, de ningún reino, a él solo le interesas tu..."

Hitomi abrió sus ojos de par en par... con aquel abrazo él le demostraba todo el amor que sentía hacía ella. Se relajo en los brazos de él lentamente dejándose llevar por las miles y una sensaciones que recorrían su cuerpo, su corazón. Van la abrazó con más fuerza, sin lastimarla pero si juntando su cuerpo con el de él, estrechándose en ese abrazo lleno de amor... la tarde pronto pasaría y ellos tendrían que asistir a una fiesta que sería recordada por toda Fanelia, el momento en que el rey de esta tierra elegiría a su reina.

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Merle suspiró pesadamente mientras se dejaba caer en medio del sillón, estaba muy cansada. Agachó la cabeza para atrás tratando de que el casación salga de su cuerpo, pero no pudo... Se estiró como digna felina para luego volver a dejar libre un suspiro de sus labios. Miró a su alrededor, de verdad el silencio no era su compañera predilecta. El salón ya esta terminado de decorar, todo debe ser como de ser, los invitados llegarán dentro de dos horas y cada uno descubrirá a la nueva reina de Fanelia, sonrió con malicia, pobres ilusas las jóvenes tan falsas de la realeza si en verdad supieran que la reina fue elegida hace mucho tiempo atrás.

La hermosa felina cerró los ojos, y se acostó en el sillón de su habitación, no podía mover un músculo y ¿ella misma se había propuesto estar llena de energía esta noche? Decididamente, la energía la había dejado en el salón de baile mientras preparaba todo, lo admitía... ella sola no había hecho todo pero... como decirlo, ella había organizado todo, decidido todo, instalado algunos huéspedes como los reyes de Fanelia, el rey de Soran. Estaba cansada... miró un segundo su cama, no se había acostado en ella por que sobre su propia cama dormía placidamente su vestido de fiesta y algunos accesorios, los miro con dulzura después de todo era el vestido que más le gustaba, su favorito, de un color Naranja suave como si se tratase de un atardecer, un escote pronunciado sin dejar ver mucho por supuesto, largo hasta los pies. Las mangas eran largas pero al final tenían adornado dos hermosas flores de color azul, muy bellas pues combinaban perfectamente ambos colores, estaban grabadas en cada puño dejando ver el vestido con un toque de delicadeza muy grandes.

De pronto la puerta se abrió poco a poco y Merle se levantó del sillón lo suficiente para mirar quien ingresaba, se preguntaba quien era el tonto o la tonta que no había tocado la puerta... hasta que la persona salió a demostrar su rostro dejando a Merle diciendo en su mente "era de suponerse". Ahí en la puerta se encontraba el primo de Van, Leo sonriéndole inocentemente.

Merle: - ¿Nunca nadie te enseño que antes de entrar tienes que tocas a puerta?

Leo negó inocentemente: - No, me han enseñado a tocar la puerta de las damas y las señoritas y aquí no hay ninguna. – se hubiera ahorrado el comentario por que en cuestión de segundos un almohadón se estrelló contra su rostro.

-ESO TE PASA POR ATREVIDO Y MALEDUCADO LEO- Decía Merle con todo sus pelos erizados mirándolo con ojos enojados al primo de su amo Van.

Leo retiró el almohadón de su rostro: - Pequeña Merle, no debiste hacer... eso! – aventó el almohadón contra el rostro de la felina quien terminó en una posición que mostraba que estaba a punto de caerse del sillón.

Merle se enderezo y tomó el almohadón entre sus manos: - ¡Esto te pertenece Leo! – aventó el almohadón contra el joven de ojos miel.

Leo con un ágil movimiento logró esquivarlo y de un saltó se corrió de la puerta: - La primera estaba desprevenido, ahora no podrás tocarme un pelo – Pero esquivando termino agachándose nuevamente para evitar otro almohadón que no sabía de donde había aparecido, se giró y miró un almohada cerca suyo – dos pueden jugar este juego – y levantando la mano le tiró otro almohadón a Merle, la felina gritó y agachándose lo logró evadir aunque no se esperaba que esa lucha continuaría por un buen tiempo...

Merle se tiró sobre el piso boca arriba respirando agitadamente mientras a su lado caía Leo también con una respiración bastante rápida. Pero aún así la risa no paraba entre ellos, la habitación para desgracia de la señorita que limpiaba la habitación de Merle, había sido cubierta de un suave manto de plumas blancas, las almohadas habían quedado en el pasado.

Ambos poco a poco se comenzaron a tranquilizar solo dejando una sonrisa de genuina felicidad en sus rostros.

La joven felina lo meditó y luego como si un razonamiento lógico dobló su rostro dejando sus ojos clavados en un Leo de respiración dificultosa: - Supongo que no has venido solamente a romper todas mis almohadas.

Leo sonrió bajando sus ojos a la altura de Merle, la miró y luego dijo: - Es solo que tienes muchas almohadas y quería jugar un rato.

Merle: -¡Leo!

Leo sonrió: - Esta bien Merle, no vine a eso – tomó una de las plumas que cayo sobre su rostro que ahora miraba hacía arriba, la tomó para mirarla y luego soplarla para que desapareciera en otra caída – quería preguntarte... si tu esta noche... – bajo sus ojos para encontrar una mirada felina llena de intriga - ¿piensas ir al baile con alguien?

Merle se levantó sorprendida, por que él le hacía esas pregunta, negó con sus rostro y un sonrojo se podía notar en sus mejillas: - No... no tengo con quien ir, supongo que ire sola.

Leo se levantó con un rostro ofendido: - No puede ir sola una hermosa dama como tu, no puedo permitirlo – Merle lo miraba como diciendo "que bicho te pico". – entonces puedo preguntarte... – se levantó y le tendió una mando diciendo - ¿esta hermosa dama quisiera que la acompañara a la fiesta?

Merle se quedó paralizada, Leo le estaba proponiendo ser su acompañante durante esta fiesta. Lo miró unos segundos, parecía no estar jugando y su mirada revelaba una sinceridad increíble pero cuando miró sus ojos fijamente descubrió que oculto había otros sentimientos, otros pensamientos pero eran buenos... aún así no se imaginaban que podían significar. Lo medito unos segundos mientras el viento mecía las cortinas de su habitación lentamente, era tan placido ese momento que no notó que el sol comenzaba a caer, la tarde era inminente y con gran decisión estiró su mano para apoyarla sobre la mano que le ofrecía el joven primo de Van. Se detuvo ahí mientras lo miraba: - Esta bien Leo, quiero ir contigo a la fiesta.

Leo sonrió y ayudo a levantarla del suelo llenó de plumas: - Espero verte preciosa esta noche, será para mi un placer llevar a un ángel tan hermoso al baile.

Merle se sonrojó: - ¡No digas eso Leo!... – pero la felina recordó algo sumamente importante, se dijo afuera y luego miró a Leo sonriéndole – A las 9 en punto te espero aquí en mi puerta, no te tardes. – y para sorpresa de Leo ella se separó de él y salió por la puerta corriendo. El primo de Van estaba estático sobre su lugar aún sintiendo la calidez de las manos de ella sobre las suyas. No dijo nada, más bien no pudo decir nada solamente quedó inmóvil en su lugar sin decir nada ni hacer anda. Luego de unos segundos sonrió... ella nunca cambiaría... nunca. Se dirigió a la puerta y desapareció tras ella cerrándola solamente dejando en la habitación a la traviesa brisa de esa tarde, el sol entraba insolente en la habitación con sus rayos aún cálidos mientras anunciaba que la fiesta empezaría en poco tiempo.

Merle estaba corriendo de un lado a otro casi a una velocidad extraordinaria que cualquier animal de Fanelia o de toda Gaea de seguro envidiaría, siguió así hasta que dobló por un pasillo. Merle estaba pensando que en pocas horas la fiesta daría inicio llenando el castillo de abrumadoras risas y ojos llenos de felicidad, sonrió para sí ya que de seguro tardaría una hora en vestirse y ahora tenía que ayudar a Hitomi encontrar un vestido elegante y bello para ella. Ahora dobló otro corredor, falta tan poco para llegar a la habitación y corrió con más energía faltaba tan poco pero luego se detuvo en seco... en su mente un pensamiento asaltó su mente... ¡HABÍA ACEPTADO IR CON LEO A LA FIESTA!... su rostro parecía un tomate recién cultivado, como había podido aceptar tan tranquila una invitación de tal índole... ella pensaba ir sola, sin compañía pero Leo... él había sido tan gentil, tan amable, tan atento, tan guapo... ¿cómo había descrito a Leo? ¿guapo? ¡NO! Que le estaba pasando, ella no podía decir eso de Leo, jamás, él no podía ser guapo y mucho menos amable, no eran sus características... pero... su mente la traiciono llevando esos pensamientos a su conocimiento, gritándolos en su mente... debía admitir que el joven Leo si que se había visto guapo en ese momento, su cabello tan hermosos y sus ojos de un miel tan exquisito... Sacudió su cabeza fuertemente y continuo su camino volviendo a correr a una velocidad increíble, decidió no molestarse en pensar en simples tonterías, había aceptado y punto no era nada del otro mundo ir con Leo al baile...

Llego a la habitación de Hitomi deteniéndose en frente de la puerta y espiró un poco llevando nuevamente oxigeno a sus pulmones, sonrió y levantando su mano tocó tres veces a la puerta... espero que le respondiera su amiga de la luna fantasma...

Desde dentro una voz la invitó a entrar, Merle asintió y abrió la puerta revelando a una Hitomi sonriendo nerviosamente, estaba sonrojada ¿era su imaginación?... lo dejo para otro momento.

Merle: - Buenas tardes Hitomi, ¿cómo te fue durante el día?

Hitomi sonrió: - Muy bien, ¿y a ti?

Merle: - También – se acerco al ropero de ella y los abrió de par en par descubriendo millones de vestidos de diferentes colores y estilos, algunos más atrevidos y otros más reservados – esta noche tendrás que lucir como una reina, si quieres impresionar al rey de Fanelia – salió de detrás de una puerta y mirando a Hitomi le guiño el ojo en señal de complicidad, eso solo provoco que Hitomi se sonrojara para luego le apareciera una gran gota sobre su cabeza ya que desde su ropero varios vestidos salían disparados únicamente para estrellarse contra el suelo de su habitación, Merle no tenía compasión por ninguno, hasta el más mínimo detalle le molestaba por que esta vez no dejaría a la suerte – Este no... míralo parece triste y algo apagado – salió disparado el vestido de un hermoso color pero para esa noche no era – y este... no me agrada, parece gritar que necesitas pareja – Hitomi sonrió nerviosamente y la gota sobre su cabeza se acentuó aún más – este no... su diseño es muy común, nosotras buscamos estilo – y lo aventó contra el suelo dándole forma a una montaña que cada vez tomaba más altura.

Hitomi con una gran gota dijo mientras otro vestido salía fuera del ropero: - No te preocupes tanto, de seguro habrá uno que... – pero no pudo seguir.

Merle salió del ropero con un vestido en la mano, parecía estar viéndolo detenidamente: - ¡ESO SÍ QUE NO! Tú tienes que ir elegante, bella para cuando el amo Van te vea se quede con la boca abierta – Hitomi estaba roja – Este no... – dijo aventando el vestido que tenía en sus manos.

Hitomi le pregunto dudosa: - ¿Y ese por que no? Yo no le veía nada malo.

Merle suspiro: - No ves... el color... él rosa será muy usado esta noche, las presumidas de la realeza les gusta solo para ostentar, digamos que es el color favorito de ellas... aparte esta noche tienes que resaltar no desaparecer entre ellas – otro vestido salió del ropero – ese no me gustaba, muy largo. – Hitomi rió, estaba divirtiéndose mucho. Hasta que él gritó de Merle la hace caerse de la silla donde estaba sentada - ¡ESTE! – La felina salió de detrás de las puertas del ropero mostrándole a Hitomi los dos vestidos que portaba en sus dos brazos, uno rojo y otro violeta... – pero no recuerdo que los tendríamos, de seguro tu los has traído de la luna fantasma ¿o no?

Hitomi asintió: - Exacto, los traje a ambos de la luna fantasma. ¿Pero por que estos?

Merle la miró con cara de "2+2=4" y le dijo en respuesta: - ¡Es fácil! Nadie más portará estos vestidos, y aparte... – le sonrió picaramente – son muy hermosos y de seguro te quedarán perfectos... Lo más probable es que el amo Van lo notara. Entonces cuál elegirás.

Hitomi no sabía cuál escoger, miró a ambos y miró luego el cielo, esta noche sería un ambiente cálido, miro ambos vestidos y señalo él que Merle quería, el hermoso vestido Violeta – Me parece bien ese.

Merle saltó de alegría: - ¡Sí! Era el que quería que escogieras... esta noche ya verás que todos los hombres caerán a tus pies... solo espera y verás. La tarde ya daba señales de que el sol estaba desapareciendo y con eso la luna pronto ocuparía su lugar en el firmamento oscuro. La brisa no parecía querer marcharse y mucho menos irse del lugar, estaría ahí toda la noche siendo testigo fiel de la enorme fiesta que se celebraría en el castillo de Fanelia.

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Los guardias ya estaban todos en sus lugares, 6 guardias ubicados estratégicamente en la entrada mientras los carruajes no dejaban de entrar, desde el más fino de los carruajes hasta el que poseía los caballos más elegantes entraba por las puertas del castillo. Varios sirvientes abrían las puertas y se inclinaban en señal de saludo respetuoso a los personajes que bajaban de los carruajes, desde reyes de países lejanos o cercanos, desde princesas muy elegantes y reinas alegres vestidas con sus mejores joyas. Los carruajes eran acompañados juntos con los cocheros y algún sirviente que le señalaba el lugar donde debían dejarlos, las caballerizas parecían no dar abasto más sin embargo los caballos aún entraban sin apretarse entre ellos.

El jardín que recibía los invitados de la fiesta estaba adornado con las mejores flores y le daba una belleza casi mágica e increíble a la vista humana. Poco a poco las puertas del castillo se abrieron revelando dentro una gran fiesta, llena de invitados de diferentes países, disfrutando de copas llenas de los mejores vinos de toda Fanelia, la fiesta se estaba dando perfectamente. La música era sumamente agradable y daba paso al baile invitando a todo aquel que no deseara bailar, era conquistadora y muy atrayente. Los manjares estaban predispuestos en cada mesa deleitando a la vista con su simple presentación y halagando al paladar con su sabor, la luna fantasma entraba con su luz aun al salón llenando cada lugar con un brillo mágico. Los invitados estaban deleitándose con la música, la bebida, la comida y por supuesto la hermosa vista de las más bellas princesas de toda Gaea.

Las luces estaban adornando cada rincón del enorme salón que parecía no tener límites, los invitados charlaban de todo tipo de asuntos desde políticos a económicos. Merle sonrió por décima vez en la noche agradeciendo el cumplido de los muchos que se acercaban solamente a felicitarla por el gran trabajo que había hecho con la fiesta, en todo el reino y más allá se había corrido la voz de que la protegida del rey de Fanelia estaba encargada de cada punto de la fiesta, muchos felicitaban a Merle por su gran trabajo. A su lado y tomados del brazo Leo sonreía contento por todo lo que había hecho su acompañante.

Cuando se alejó uno de los invitados Leo le sonrió a Merle: - Ellos tienen razón Merle, has hecho un trabajo magnifico en esta fiesta.

Merle se sonrojo pero no lo miró, solamente miró hacía un punto distante: - No es para tanto, solo hice lo que muchos...

Leo: - Quisiera que bailáramos antes de que venga otra persona y robara tu atención y no me dejara invitarte a bailar.

Merle rió, siempre era tan directo con sus palabras Leo: - Esta bien, vayamos por que creo que el rey de Kanlían me esta mirando para acercarse y felicitarme – Leo la arrastro prácticamente a la pista de baile donde ya varías parejas estaban bailando entretenidamente.

Así entraron en la pista y la música era atrápante para un baile encantador, Merle desvió por instantes su vista a su compañero de baile, le estaba sonriendo tan seductoramente como inocentemente, no pudo evitar mirarlo por mucho tiempo, la ponía nerviosa su mirada... ¿desde cuando?... no sabía pero dejo de hacerlo y sintió en su oído el susurro de Leo diciéndole "Esta noche te ves hermosa Merle"... se sonrojo la bella felina mientras continuaban bailando. No quiso mirarlo, simplemente susurro un suave "gracias" y miró a otro punto, una gran gota surgió en su cabeza... miles de señoritas hacían circulo alrededor de una silla donde el atractivo rey de Fanelia solo sonreía antes sus comentarios, una risa forzada y sumamente falsa... ¿acaso las princesas ahora vienen huecas?... se rió, y siguió mirando a Van rodeado de tantas jovencitas dispuestas esta noche a todo por convertirse en la reina de Fanelia y ese todo abarcaba todo... suspiro pesadamente mientras seguía bailando varios compases más, volvió a mirar y aún seguían ahí de seguro diciéndole a Van los beneficios que tendría si se casaban con ellas, cada una estaba dispuesta si eras necesario hacer desaparecer a varias en su camino a la corona faneliana.

Leo la miró y vio como veía a su primo: - Tranquila, mi primo sabe perfectamente como cuidarse de tales muchachas.

Merle lo miró y sonrió: - ¿Desde cuando sabes leer la mente?

Leo rió: - Desde hace poco. – Siguieron bailando olvidándose por completo de Van, no era que lo olvidarán pero algo dentro suyo obligo al otro a olvidarse de todo lo que lo rodeaba desde varias risas hasta comentarios chistosos sobre quien sería la primera princesa en empezar a agarrarse de los pelos con otra. Merle continuó bailando pero en segundos busco con la mirada a Hitomi... ¿dónde se había metido? No la veía con la vista y no la encontraba, no pudieron bajar juntas, pero algo dentro de ella le decía que Hitomi pronto haría aparición.

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Hitomi miró la escalera, la larga escalera que le esperaba para bajar al salón donde se estaba realizando la fiesta, hasta podía oír tranquilamente la maravillosa música que ahí se estaba tocando. Fue bajando rápidamente, para sorpresa de cualquiera que estuviera en esas escaleras y al llegar al pie pudo ver que una persona conocida por ella la esperaba apoyado contra una de las paredes. Esa persona elevó sus ojos a la altura de los de ella y notó que él ya era conocido para ella, un joven de las tierras de Sorna, un joven rey llamado Sebastián.

Sebastián sonrió a la joven recién llegada: - Buenas noches bello ángel.

Hitomi se acercó: - Mi nombre es Hitomi y buenas noches a usted también rey Sebastián.

Sebastián negó con su cabeza: - No rey Sebastián, solo Sebastián.

Hitomi: - Esta bien, Sebastián.

Sebastián se acerco y esto puso en alerta a Hitomi, ella retrocedió unos pasos a medida que él se acercaba, él la miro y se detuvo: - No debes temer, me comporte como un horrible atrevido...

Hitomi: - No lo niego.

Sebastián: - Pero quisiera acompañarla en esta fiesta, quisiera ser su pareja, para enmendar mi error.

Hitomi: - Esta usted perdonado, pero aún así no podré asistir a la fiesta de su brazo. Gracias por la invitación.

Sebastián vio pasar delante de sus ojos a Hitomi vestida tan elegantemente que ni un ángel, ni una diosa podrían compararla, su belleza era sencilla, tranquila y a la vez con u naire sensual capaz de atrapar a todos los hombres en sus redes. Sonrió: - Déjame entrar contigo... o el precio que pagaras será caro... Hitomi...

Hitomi se dio la vuelta dejando su mirada por instantes cubierto por sus cabellos, lo miró fijamente mientras él mantenía su mirada baja solamente oculta detrás de sus cabellos. No dijo nada, solamente se lo quedó viendo por unos instantes mientras la brisa comenzaba a soplar. Lo miro y luego se dio la vuelta pero antes de partir rumbo dijo: - No conseguirás nada Sebastián con amenazas... nada, y menos a mí. – Camino unos pasos y se interno dentro del salón donde la fiesta aún seguía.

Sebastián sonrió: - No digas que no te advertí, no digas que no te advertí que el costo sería grande... que pagarías caro tu ofensa. – Unos pasos se escucharon bajando por la escalera, él elevó su mirada y sonrió fríamente – era hora de que bajaras.

Un joven de ojos azules, de cabello largo de color negro, atado con una cola baja sonrió a Sebastián y dijo en voz baja: - Sabes que yo me tomo mi tiempo... siempre.

Sebastián bajo la mirada y se dispuso a disfrutar de la luz de la luna fantasma: - ¿Qué harás ahora Nicolás?

Nicolás sonrió: - Hay una joven muy hermosa, creo que entablare una conversación con ella – sus ojos azules brillaron como nunca, con un brillo siniestro.

Sebastián: - Ten cuidado con tus pasos, no cometas un error que deba pagar yo.

Nicolás: - Esta bien, no sé de que te preocupas – se encamino a los jardines caminando lentamente – iré a las caballerizas, a ver a mi corcel.

Sebastián rió: - Tu fanatismo por los caballos no tiene limites mi querido general.

Nicolás: - Al igual que tú, por Hitomi.

Sebastián levantó la vista con sus ojos negros lo miro con un dejo de astucia y frialdad, lleno de pensamientos tan variados imposibles de descubrir: - Solo, nos dejes que observen tu andar. No me gustaría volver a Soran con Hitomi y no tener a mi lado a mi general Nicolás.

Nicolás rió: - Piensas que te puedes librar de mi tan fácilmente, apenas puedes vencerme.

Sebastián: - Yo solo juego contigo, no lucho enserio.

Nicolás sonrió astutamente y lo miró antes de darse la vuelta y caminar hacia las caballerizas: - Entonces deja de jugar que muy pronto mi espada terminará venciéndote.

Sebastián: - Tus habilidades son menores a las mías, recuerda quien soy...

Nicolás antes de perderse dijo susurrando: - Recuerdo quien eres, pero tu... – lo miro de soslayo con sus ojos azules oscuro - ¿pero tu recuerdas quien soy yo?... – Sebastián asintió y él desapareció en la oscuridad del jardín...

Sebastián se levantó y miró a la puerta de la fiesta: - Hoy no, pero dentro de poco sabremos de que eres capaz... Hitomi... solo habrá que esperar... – subió las escaleras lentamente disfrutando de cada pisada que hacía, se esfumo en las sombras de los pasillos desapareciendo para irse a su habitación y así dejar que la fiesta terminará en paz.

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La música sonaba y las luces alumbraban todo el salón sin dejar a nadie en la plena oscuridad, dejando ver la imagen de las sonrisas de todos. Los brillos de las joyas, las charlas todo daba como resultado un ambiente bastante acogedor. Van Fanel sonreía de vez en cuando, unos comentarios de alguna princesa, halagos de ellas por su cuerpo, sus ojos... sonreía aunque su incomodidad si que sabía ocultarla. El rey de Fanelia sonreía pero estaba molesto por la gran cantidad de princesas que lo rodeaba dispuestas a atraparlo en sus redes de seducción, pero no le importaba por que constantemente miraba hacía las puertas del salón esperando que una mujer de encantadora figura, una hermosa mirada y seductores labios entrara dentro de la fiesta y lo acompañara en una pieza, solamente a él... Giró su vista nuevamente, una de las jóvenes portaba un escote bastante pronunciado revelando más de lo que debía pero parecía no importarle, tenía un vestido rojo brillante y varios collares hechos de oro rodeando su cuello, su cabello largo bañado en rulos de un castaño oscuro estaba sujetado con una corona de brillante oro dándole un aire de belleza y seducción. Sus ojos marrones oscuro no se apartaban de él y tenía que escuchar como su voz entraba en sus oídos diciéndole las maravillas del reino de su padre, un tal Kalían... no prestaba atención, en realidad solo asentía por inercia como si fuera su respiración, no pensaba solo hacía.

Hasta que volvió a desviar su vista a las puertas y su rostro si que demostró asombro... su Hitomi estaba ahí parada, pero no era ella, era un ángel vestida tan hermosamente, con una belleza avasalladora. Todo en ella era perfecto, su vestido violeta era tan seductor que al entrar vio con enojo varios hombres darse la vuelta y observarla atentamente... Su pelo suelto y su mirada tan linda, de un verde esmeralda muy atractivo... no sabía por que pero de pronto se paro y no notó pero las mujeres a su alrededor demostraron en su rostro alegría pues pensaban que alguna de ellas sería nombrada la nueva prometida del rey de Fanelia pero su alegría fue golpeada muy fuerte con el sentimiento de odio y asombro, el rey de Fanelia se estaba yendo y perdiéndose entre la multitud, las princesas se quedaron ahí mirando y esperando que el rey vuelva a su silla... esperarían en vano por que... él no pensaba regresar.

Trentón que estaba mirando la escena sonrió profundamente y rió por lo bajo discretamente.

Surcan lo miró intrigado por su risa: - ¿Trentón, sucede algo?

Trentón lo miró: - No te preocupes, es solo que pronto el rey anunciará su compromiso.

Surcan con ojos abiertos dijo: - ¿Cómo?

Trentón tomó con su mano una copa de vino y sonrió: - A la salud de la nueva reina. – Surcan tomó su copa y junto a la de Jotar que reía. Todos dijeron "salud por la nueva reina" y las copas chocaron dejando una suave melodía en el ambiente, la música se había detenido y pronto la orquesta daría inicio a una nueva canción, una melodía suave que quizás para las jóvenes parejas sería perfecta para bailar.

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Hitomi entró en la fiesta y con la vista buscó preguntándose dónde estaría Van pero no lo encontró. De pronto un joven de mirada seductora se acercó a ella y sonriendo le pregunto: - ¿Se encuentra sola señorita?

Hitomi le sonrió y dijo: - Espero encontrarme con alguien.

El joven se acerco a ella e hizo una inclinación: - Si desea yo mismo le haré compañía hasta que su pareja la encuentre.

Hitomi iba a contestar algo pero alguien la rodeo por sus hombros, elevó la mirada y se encontró con los ojos de Allen Sherezard. Él sonreía al joven delante de ella, tenía colocado sus manos tan protectoras sobre los hombres de la joven visionara: - Discúlpeme pero esta bella joven es mi acompañante, ahora puede retirarse.

El joven algo avergonzado se retiro luego de ver al espadachín de Asturia, un joven rubio de ojos celeste que parecía conocer muy bien a la joven que había entrado. Muchos hombres se habían arremolinado alrededor de Hitomi pero con la aparición de Allen muchos habían desaparecido en medio del baile.

Hitomi aún miraba interrogantemente a Allen, preguntándose cuando el caballero celeste había llegado a Fanelia: - Allen...

Allen le sonrió: - Muy buenas noches Hitomi.

Hitomi: - Muy buenas noches Allen ¿pero desde cuando?

Allen rió: - ¿Cuándo? Fácil, hoy a la mañana, bien temprano, nuestra estadía será de varios días.

Hitomi se giró y sonrió a Allen: - Qué alegría Allen, ya quería ver a alguien conocido.

Allen: - Me alegra más que hayas vuelto.

Hitomi bajo la mirada apenada: - Gracias a vos por ayudarme.

Allen: - De nada – levantó su mentón para que sus ojos se cruzaran con los de él – para mí eres como una hermana, mi hermana menor, al igual que Celena. A parte tenía que quitarte a esos hombres o sino el rey de Fanelia se molestará conmigo por no haberte ayudado.

Hitomi rió: - Tampoco ellos pensaban secuestrarme pero te lo agradezco.

Allen la abrazo para sorpresa de Hitomi quien solo atino a abrir los ojos: - No me lo agradezcas, te considero una amiga, una gran amiga. Hitomi se separó de él y le obsequió una sonrisa muy tierna, ahí permanecieron hasta que el espadachín le dijo guiñándole un ojo – será mejor que te prepares a liberar tus encantos por que ahí viene el rey de Fanelia – Hitomi se giró y vio que Van pasaba mientras las personas abrían paso, giró unos segundos hacía Allen pero él le sonrió y susurro un suerte... desapareciendo entre la multitud, también le pareció ver a Milerna y Drayden, se fijaría mañana. Van se acerco hasta ella y se quedaron uno frente al otro mirándose atentamente mientras unas cuantas princesas se acercaban al rey, Van lo notó y se escabullo llevándose consigo al medio de la pista de baile a Hitomi.

Van sujeto a Hitomi de la cintura y colocó los brazos de ella sobre sus hombros enredándolos contra su cuello, el susurro: - Lamento señorita no haberle pedido invitación a bailar, supongo que con su belleza debió tener muchos pretendientes.

Hitomi se abrazó más a él sorprendiéndolo, y la música sonaba cada vez más melodiosamente a sus oídos, era lenta... suave... cálida... tantas cosas para solo una canción. Ambos se quedaron ahí abrazados disfrutando del contacto de sus cuerpos que bailaban al compás de una melodía suave. Se miraron separándose un poco nada más para que sus ojos quedaran a escasos milímetros y dejaran ver al compañero la belleza de su mirada. Se quedaron estáticos como si el tiempo no caminara y la noche se hubiera detenido, ellos en medio de la pista.

Van la tomó de la mano y le dijo susurrándole a sus oídos: - Ven, acompáñame afuera, necesito decirte algo... –Hitomi no se hizo negar por que prácticamente él la arrastró. Salieron por una de las puertas, Hitomi se reía por que muchos señalaban al rey de Fanelia, escapándose por una de las grandes puertas del salón... se escaparon de esa fiesta solamente para dirigirse a un jardín y esperar que el rey de Fanelia confesara sus sentimientos...

-Decís que se lo piensa decir ahora, o luego del anunció ¿cuándo decís que lo diga el amo Van? – dijo la hermosa felina mientras la música cesaba y los aplausos de las parejas sonaba por todo el salón.

Leo sonrió mientras aplaudía: - Té apuesto que se lo propondrá ahora, pero luego del anunció no sé que pasará entre ellos... – Merle lo miró, tenía una sonrisa picara en su rostro, se sonrojo ante la idea – si queres podemos seguir la idea de ellos – Merle ahora estaba escandaliza, como se atrevía él a proponerle tan indecorosa propuesta.

Merle: - Maldito pervertido, eres un pervertido Leo. – Iba a golpearlo con un codazo pero él le detuvo con un ágil movimiento el trayecto de su codo, lo detuvo. Pronto una nueva canción comenzó a sonar y ambos bailaron nuevamente, esperando en la pista el famoso anuncio. Leo comenzó a reír preguntándose Merle de que: - ¿Qué te causa tanta risa?

Leo sonrió mirando a la felina: - Acaso no te das cuenta... – con sus ojos miel señalo a una costado de la pista donde varias jovencitas esperaban cerca de la silla de Van... de seguro poniéndose un poco desesperadas.

Merle rió: - No saben que perdida de tiempo... – ambos se miraron y rieron, sabían muy bien que la futura reina estaba ahora con el mismísimo rey de Fanelia.

Todos estaban disfrutando de la fiesta, bebida, comida, y por supuesto buena música, esa noche era perfecta. La luna fantasma lucía cada vez más radiante, llena de magia y belleza mística... con un aire de misterio rodeándola y por supuesto sus fieles damas de compañía, las más encantadoras estrellas. La brisa estaba calmada en las afueras del castillo dejando un ambiente lleno de paz y felicidad. Dentro del castillo la fiesta duraría por mucho tiempo mientras aún la noche sé oscura y los invitados estén despiertos. La música se detuvo anunciando que la canción había terminado, nuevamente aplausos para la orquesta. Todos estaban con sus parejas en medio de la pista, ahora tomaban un descanso pero la orquesta no se hizo esperar y una nueva melodía sonaba en los oídos de los invitados.

Milerna se acercó más a su esposo y lo abrazo más fuerte mientras una melodía suave volvía a sonar desde la orquesta, esta fiesta si que era muy hermosa. Todo estaba lleno de sorpresas, maravillas, encantos y sobre todo poseía un toque mágico. Drayden sonrió mientras apretaba más sus brazos alrededor de la cintura de su esposa, era muy bella... sus ojos celestes, sus cabellos rubios enrulados y llenos de sensualidad.

Sintió el suave aroma que liberaban sus cabellos, un aroma a Citranis muy dulce. Las Citranis siempre lo hacían recordar a ella... una flor de color amarillo suave, un pastel... como un rayo de sol o como el mismo cabello de su esposa. Su centro era abierto saliendo de ella dos hermosas coronas celestes... como sus ojos... siempre que olía una Citranis pensaba en ella, tan bella como lo era su esposa, tan delicada como lo era su esposa, tan deliciosa como era su esposa, tan exquisita como lo era su esposa, ella era una Citranis... un dulce y hermosa Citranis...

Drayden: - Te amo... – susurro suavemente en el oído de ella mientras la melodía de la canción sonaba lentamente. Luego como si deseara alabar el amor que sentía hacia ella beso su mejilla y luego sus labios, se separo y quedo ahí viéndola mientras se movían a un compás suave.

Millerna estaba ahí y luego devolvió el beso susurrándole con una voz dulce: - Te amo... y mucho mi querido esposo – siguieron bailando ahí mientras la música continuaba, pero de pronto Millerna sintió escabullirse entre ellos dos. Ambos bajaron la vista para encontrarse con una niña de ojos celestes y cabellos rubios... la copia de su madre... Caroline si que sabía llegar en el momento preciso pero aún así su mirada conquistaba hasta el corazón más frió.

Caroline sonrió a sus padres que la miraban y dijo: - Podemos ir con Merle, ella y Leo están en el jardín. – Milerna y Drayden se miraron y sonrieron, Milerna se agacho y alzo a su pequeña hija en brazos.

Milerna: - No podemos ir a molestar a Merle, ella creo que estará ocupada esta noche... mañana la iremos a visitar y a Hitomi también...

Caroline la miró con cara de intriga: - ¿Hitomi? ¿ Quién es mamá?

Milerna: - No te preocupes... ella es una amiga nuestra desde hace mucho, pero acaba de llegar de un viaje muy largo.

Caroline: - Y ¿por qué no podemos ir a verla ahora?

Drayden: - Mi pequeña princesa, ella también esta ocupada...

Caroline puso cara de puchero y los miro a ambos: - ¿Por qué todos están ocupados esta noche?

Drayden miró a Milerna como pidiéndole ayuda, ella sonrió divertida: - Ellos, ahora, están bailando y aparte Van esta atendiendo unos cargos como rey de esta tierra. – Por suerte Caroline no pregunto por que se había conformado con esa respuesta, ambos padres agradecieron la inocencia de su hija. Siguieron bailando disfrutando de la compañía de su hija en la pista junto con algunas parejas que sonreían ante la escena de esa familia tan hermosa. La luna fantasma estaba muy brillante en medio del firmamento, brillando con un encanto celestial y un aire plateado dejando la oscuridad solamente para aquellos que no soportan la hermosura de la luz que emite. La brisa de la noche era cálida y la charla silenciosa de los árboles al mecerse se podía apreciar en su perfección, las hojas se movían cantando una melodía nocturna y suave.

Hitomi se quedó estática, inmóvil delante del joven rey que la miraba con ojos sumamente enamorados. Estaban en medio de un jardín muy hermoso bañado con los rayos de la luna fantasma... su antiguo hogar... era maravilloso y lleno de magia el ambiente, ella no apartaba sus hermosos ojos de los de él, aquellos ojos de fuego que tanto la enamoraban. Sus respiraciones eran tranquilas como la brisa de la noche, tan cálida. Hitomi sintió entonces un escalofrío recorrerle todo el cuerpo al sentir las manos de Van sobre sus hombros, mirándola tan enamoradamente. No pudo decir nada, ni preguntarle nada acerca de su salida tan rápida, simplemente fue callada con un beso suave y lleno de dulzura por parte del Rey de Fanelia, una tierra de dragones donde su ángel gobernaba. Sus cabellos con la suave brisa se entrelazaban con los cabellos negros de Van, no importaba ya nada, solo importaba que él la abrazara, que la hiciera sentir protegida en sus brazos... como lo estaba haciendo ahora...

Los árboles de ese jardín aunque fueran pequeños y estratégicamente colocados para hacer lucir más encantador el jardín ahora bailaban con el suave viento de la noche, liberando una fragancia a tierra viva... no es fácil describir un momento tan apasionado y a la vez hermoso... un momento lleno de amor y a la vez pasión... ese beso que se entregaban Van y Hitomi demostraba todo lo que se querían, lo que se amaban y la infinidad de cosas que harían solamente para que su contraparte fuera feliz, para que su ser más especial se sintiera protegido y amado... todo por su otro yo.

Van portaba trajes de la misma corona, dejando a relucir su posición como rey de las tierras de Fanelia, un rey ya adulto y con un cuerpo muy perfecto... sus entrenamientos habían dado buenos, muy buenos resultados, sin embargo Hitomi estaba luciendo su vestido de la tierra, un vestido sumamente elegante y que dejaba ver a la luz de la luna fantasma la hermosura de su cuerpo... el cuerpo de una mujer ya adulta...

Se separaron unos segundos sin alejarse demasiado, solo lo suficiente para que sus respiraciones se unieran y sus ojos estuvieran en la misma línea visual mostrándole al otro que sentían lo mismo el uno por el otro... Van se fue inclinando tomando la mano de Hitomi, ella cada vez estaba más sorprendida por que ahora tenía delante de ella a Van arrodillado si pena tomando su mano... pero sonrió internamente, estaba sonrojado... apenas notorio pero sonrojado de cualquier forma. De pronto su corazón se paro en seco... ¿qué pensaba hacer Van ahora?

Van busco con sus ojos las maravillosas esmeraldas que adornaban el delicado rostro de Hitomi, sonrió al encontrarlos, ahora si que no podría echarse atrás: - Hitomi... yo... quería... yo... – volvía a empezar, no podía decirlo, no podía. Suspiro pesadamente, y luego se concentro en la mirada de ella, estaba llena de esperanza y a la vez ¿nerviosismo?... sonrió ahora él, no pensaba que Hitomi también estaría nerviosa – Hitomi, yo quería pedirte... si quisieras... ser mi... esposa, mi reina – y se detuvo ahí, miraba a los ojos de ella que no expresaban más que sorpresa, sus labios estaban intactos, labios de una apariencia deliciosa esperando decir palabras que dependerían su futuro.

Van se quedó helado, ella no decía nada pero algo le daba esperanzas de una respuesta positiva... Hitomi no había quitado su mano de las de él, tenía esperanzas de que ella aceptara de que ella dijera...

-Sí- Hitomi había dicho, había susurrado mirándolo sonroja por sobre su mejilla. Se veía hermosa con ese rostro.

Van: - ¿Entonces aceptas? – se levantó y la miro a los ojos fijamente, odiaría que ella jugara con él.

Hitomi no dijo nada, se tiro sobre Van abrazándolo fuertemente desde su cuello mientras él colocaba sus manos alrededor de la cintura tan delicada de su ahora prometida... que hermoso era llamarla de esa manera a ella. Hitomi acerco sus labios al oído de él y susurro: - Acepto casarme contigo Van, acepto – Van sintió como ella lo abrazaba con más fuerza, adoraba tenerla entre sus brazos... se sentía feliz, contento, en el mismísimo paraíso al lado del ser que amaba y ahora junto a el ocuparía el puesto de reina de Fanelia... su reina.

Van sonrió mientras se separaba de Hitomi lentamente, sonrió y la tomó de su mano... era hora de que se anunciara su compromiso con la futura reina de Fanelia. Hitomi le sonreía como solo un ángel puede hacerlo, la luna fantasma... única testigo muda de todos los momentos que había visto bajo su atenta mirada, la brisa juguetonamente jugaba con los árboles del bosque faneliano, disfrutaba esparcir con sus movimientos el suave aroma a tierra fresca y llena de vida... quizás, esta noche sea un motivo para recordar la verdadera felicidad, un momento perfecto... por que nadie sabe... cuando el destino puede virar bruscamente cambiando los ases de manos...

Sobre una mesa los cuatro ases cayeron boca arriba mostrando una mano perfecta, la luna fantasma alumbraba la habitación con su luz plateada, la única luz de la habitación... a un lado de la mesa pequeña un hombre sonreía siniestramente, mostrando la astucia y frialdad en su sonrisa... sus ojos negros no podían dejar de provocar escalofríos sobre el ser que los mirase... una mirada siniestra...

Sebastián sé hecho los cabellos que lo estorbaban hacía atrás, elevó su mirada de la mesa donde los ases no se movían silenciosos durmiendo bajo la luz plateada. El rey de ojos negros miro por la ventana y sonrió: - Disfruta cuanto puedas... Hitomi... – su sonrisa se acentuó más y colocando sus manos entrelazadas frente a su mirada – disfrútalo...

Así la brisa sopló con más fuerza y algunas hojas se desprendieron de los árboles. El suave viento se arremolino y con las hojas bailaron un pequeño compás para luego desvanecerse en la oscuridad del bosque y de la noche...

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Un aplauso retumbo por todo el salón y así continuaron por varios minutos, la hermosa joven estaba sonrojada tomada de la mano del rey de Fanelia. Estaba sonroja por que no se imaginaba haber terminado esa noche en medio de aplausos y felicitación proveniente de personas que ni siquiera conocía. Estaba sonrojada, no sabía que decir... pero para su suerte al bajar donde se encontraba una silla que parecía ser de Van se encontró con Merle que prácticamente saltó sobre ella abrazándola y sonriéndole, estaba contenta por ella y cuando se detuvo escucho que le susurraba un "Te lo dije ¿o no?" Entonces Hitomi recordó como ella le había advertido que esa misma noche Van le propondría matrimonio... por que no se acordó para estar preparada, pero creía que igual no había servido. Merle se separó y saltó sobre el rey de Fanelia que en ese momento terminaba de estrechar la mano de su primo, su fiel amigo. Vio con agrado ese abrazo, entre la felina y Van pero luego vio a Leo acercarse a ella lentamente, le sonrió con esa sonrisa tan sencilla y luego se paro delante de la prometida de su primo.

Se inclino y tomó su mano besándola: - Te felicito Hitomi.

Hitomi se sonrojo: - Gracias... Leo...

Leo se levanto y sonriéndole le dijo: - Sabía que mi primero estaba enamorado de ti completamente, esperaba que hoy se te declara.

Hitomi rió nerviosamente: - No sé que... decirte...

Leo tomó sus manos: - Prométeme que harás muy feliz a mi primo, él se lo merece al igual que vos.

Hitomi sonrió suavemente, entendía perfectamente sus palabras: - Siempre estaré con él. – Leo se corrió de delante de Hitomi y ella vio como todas las personas invitadas rodeaban a ellos... Van y ella... y a tres hombres, de bastante edad. Leo se hizo a un lado mientras Hitomi sentía como Van tomaba su mano, fuertemente. Los tres hombres se quedaron inmoviles sin siquiera dar señales de querer moverse... Hitomi estaba nerviosa, ¿qué harían esos hombres ahí?. Miró a Van buscando una respuesta, él para su sorpresa sonreía discretamente y a la vez serio.

Para sorpresa de Hitomi quien ahora miraba a los tres hombres, estos se inclinaron en el piso agachando su cabeza delante de ellos dos. Hitomi se sorprendió muchísimo, los tres hombres elevaron si cabeza unos centímetros y la miraron a ella fijamente, se puso nerviosa Hitomi pero los tres hombres dijeron: - Futura reina de Fanelia la honramos esta noche.

Van: - Esta noche he escogido a la futura reina de Fanelia – y Hitomi vio un poco sonrojada como todos los invitados volvían a clavar sus miradas sobre ella como hace segundos habían hecho.

Trentón se levanto, el se encontraba en medio de los tres hombres. Se colocó delante de Hitomi y dejo a la luz un estuche medianamente grande, lentamente comenzó a abrirlo revelando para el asombro de Hitomi un hermoso collar de oro con el emblema de la familia Fanel grabado. Van se acercó a Trentón y retiro con sumo cuidado el collar, se giro a Hitomi quien lo miraba ahora sorprendida, él sonrió y dijo: - Este collar representa a la familia Fanel, solamente la futura reina de Fanelia tiene derecho a portarlo con orgullo – se acerco a su cuello y lo colocó en Hitomi haciendo que luciera más hermoso.

De pronto, Trentón se aparto y dejo ver como Surcan y Jotar se acercaban a la joven pareja llevando en sus manos dos estuches de igual color que el anterior pero de menor tamaño aunque no menos chicos. Surcan abrió primero su estuche revelando un brazalete de oro de igual hermosura que el collar que ahora portaba Hitomi en su cuello. El brazalete tenia grabado a mano diferentes símbolos de la tierra de Fanelia, y alrededor del brazalete un río de rubí se extendía dándole un toque de maravilla. Van tomó el brazalete y la colocó en la muñeca derecha de Hitomi, ella solo sonreía mientras miraba a Van.

Levanto la vista y vio con asombro un brazalete idéntico a la que ahora cargaba en el otro estuche, él que cargaba Jotar. El brazalete era muy hermoso; Las mujeres cada vez que veían una de las joyas suspiraban de emoción tomando del brazo a su acompañante, mientras que las jóvenes princesas miraban con ojos asesinos a Hitomi siendo reconocida como la verdadera prometida del rey de Fanelia. Van tomó él ultimo brazalete y lo colocó en la muñeca izquierda de Hitomi, mientras hacia esto decía: - Estos brazaletes simbolizan a cada una de las reinas y reyes que han gobernado las tierras de Fanelia deseando prosperidad y felicidad a la nueva pareja que gobernara estas tierras.

Hitomi miraba asombrada a Van, él solo le sonreía con un pequeño sonrojo en sus mejillas, que apenas si pudo notar aunque después de pensarlo unos minutos de seguro ella estaría igual de condiciones que Van o peor... elevó la vista y vio con asombro a Merle trayendo el más pequeño de los estuches que había visto, uno pequeño... del mismo color que los anteriores pero de igual importancia, lo traía la protegida del rey de Fanelia.

Leo sonreía desde un rincón, en la boda él estaría encargado de uno de los mayores tesoros de Fanelia. Miró contento la escena, se veía todo perfecto...

Merle se detuvo frente a Hitomi y le sonrió mientras abría el pequeño estuche con todas las miradas clavadas sobre ella, no estaba nerviosa solo contenta de ser elegida para hacer esta tarea... era una tradición en Fanelia que el día del compromiso el consejo presentara los obsequios de fanelianos ante la prometida del rey, pero alguien de más cercanía al rey, alguien de plena confianza solo podía cargar el anillo de Fanelia...

Hitomi ahogo un gritó de asombro mientras que muchas de las princesas parecían estar a punto de matar a Hitomi. Van sonreía esperando ver en el rostro de Hitomi el asombro y no pudo estar más conforme. Merle sonreía susurrando "Esto simboliza su unión" Hitomi sonrió luego de poner su rostro tranquilo... aunque por dentro sus nervios la comían.

El anillo era el lazo de unión hasta el día de la ceremonia donde el general del rey, el más confiable de todos llevaría delante del altar el tesoro mejor guardado de Fanelia... la corona de la futura reina. Merle miró de soslayo a Leo y veía como sonreía, sabía que esperaba ansioso el día de la boda...

Van tomó el anillo, un anillo dorado y de encantadora figura, portaba una pequeña piedra preciosa sobre si, un hermoso rubí de un color como las llamas. Tomó la mano de Hitomi y ella estiró su mano lo suficiente mientras Van introducía en su dedo el anillo diciendo: - Este anillo simbolizará nuestra unión – y lo terminó de colocar...

Los aplausos y gritos de emoción no se hicieron esperar por parte de los invitados a excepción de varias jovencitas pero la minoría. Van para sorpresa de Hitomi, la estrecho en un abrazo y capturo sus labios en un beso apasionado, todos en la fiesta aplaudieron con más energía y festejaron que la nueva reina sería coronada en poco tiempo. Al separarse Van y Hitomi estaban sonrojados pero luego de unos segundos fueron felicitados por miles de reyes y reinas, princesas que habían dejado en el olvido el poco resentimiento hacia Hitomi aunque siempre quedaba alguna que otra. Los reyes estaban alegres de haber presenciado una escena que sería recordaba por la historia de toda Gaea, mientras las reinas solo sonreían recordando de vez en cuando el momento en que ellas también fueron tomadas como prometidas y luego esposas.

La luna fantasma brillaba con verdadera luz, una luz plateada llena de misterio y a la vez calidez que envolvía hasta el más recorrido lugar en toda Gaea. El bosque ahora estaba tranquilo mientras la brisa de la noche jugaba aún con muchas energías. Las flores parecieron haber escuchado la noticia de Fanelia por que comenzaron a liberar unas hermosas fragancias de exquisito aroma, se impregnaban en cualquier sitio conquistando toda Fanelia con su aroma, suave, dulce y lleno de exquisitez...

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Notas de la autora LIGHT ANGEL

¡NO PUEDO MÁS! (angel cae sentada en la silla respirando profundamente) ¡Esto ha sido mi record de escritura! :P ¿o me equivoco? Este ha sido el chap. Más largo hasta ahora que he escrito, ni yo puedo creerlo. (angel mira al público) ^^U jejeje ¡hola a todos! ¿Cómo han estado? Espero que muy bien, bueno como ven yo aquí terminándoles el ultimo chap. De mi historia de Escaflowne, no se preocupes no es él ultimo... aún me faltan MUCHAS cosas más por escribir, aclarar, decir, hablar... Pero por ahora espero que esto los mantenga contentos, no saben lo que me ha costado escribirlo, creo que he dejado mi alma en alguna de las líneas de arriba XDDDDD jajaja

Bueno, primero que nada, deseo que: ME DEJEN MUCHOS R/R ¡PLEASE! ^^ No cuestan mucho y ponen a esta autora muy contenta ^^ de verdad, a parte... ¬ ¬ tú que miras la pantalla ¿has dejado ya un r/r? ¡QUE TE CUESTA! ^^ Uno chiquito please!!! R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R R/R

Ejem... la emoción del momento :P Lo segundo que les quiero contar es que he empezado con las clases ¬ ¬***** osea... = mucho estudio, así que el siguiente chap. Me tomara un poco de + tiempo ¡GOMEN! Pero bueno no puedo hacer nada para librarme de mis profes ¬ ¬* y alguno compañero molesto ¬ ¬**** (¿será que siempre habrá? O es como una ley que siempre debe haber compañeros molestos) bueno ^^U espero no volver contándoles que mate algún que otro compañero del colegio ejem... ^^U

POR CIERTO ¿cómo les apreció que va el fic?... ¿por buen camino? Espero que sí. Una cosa antes de irme... sobre la ceremonia de compromiso se me ocurrió que podría ser así, digo... no igual a la de la tierra :P

Ah! Antes de que me olviden y me demanden las profesoras de BIOLOGÍA y CIENCIAS NATURALEZ ^^U, la flor que nombre antes (Citranis) ¡NO EXISTE! _ la invente yo :P así que si alguien les pregunta en una prueba de BIOLOGÍA o CIENCIAS NATURALES: nombren tres flores ¡POR NINGUN MOTIVO PONGAN Citranis! O sino seré demandaba jajaja

Bueno, por ahora eso es todo ^^ y espero sus comentarios sobre como va la historia, si encuentran alguna queja díganmela, dudas díganmelas, felicitaciones díganmelos, telefotos de chicos atractivos del anime díganmelos, comentarios díganmelos, todo lo que quieran díganmelo.

SAYONARA A TODOS Y MUCHOS ABRAZOS ^^ hasta la prox. y rueguen por mi que no me mandan exámenes :P

¡AH! Gomen también por algunos datos que no pasaron, se que en el anterior fic había puesto adelantos ciertas escenas pero con lo largo que se hizo este fic tuve que volver a acortar escenas T.T lo siento de todo corazón, pero en el próximo fic se llevarán el gusto ;)

Para los impacientes como yo :P

ADELANTOS: Leo se enfrentara contra un nuevo enemigo, uno sumamente personal. Saldrá lastimado pero estará bien por ayuda de alguien. ¡AHORA SÍ! Van descubrirá que lleva en su espalda un hermoso dragón negro *¬* Y una sorpresa que dejará a todos con la boca abierta y a muchos fanáticos de V&H los dejara muy contentos ^^ sorpresas, sorpresas, sorpresas ^^ muy pronto llegarán.